CARATULA

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Las visitas de la Virgen siempre nos traen a Jesús, y nos lleva a Jesús. Y para ello, para verle con toda su plenitud, es importante la limpieza del corazón, la limpieza del alma, quitándonos todo pecado. Y algunos todavía siguen pensando y diciendo: ¿y por qué tengo que confesarme con un hombre pecador, que es como los demás o peor? Sencillamente porque Jesús así lo quiso en San Juan 20, dándonos al Espíritu Santo y la potestad de juzgar y perdonar o no, según se vea la disposición del penitente. Pudo poner Ángeles en el sacerdocio, pero quiso poner hombres de carne y hueso. Así lo manda también el apóstol Santiago en su carta. El Papa se confiesa ante otro sacerdote, los Obispos se confiesan con cualquier sacerdote que ellos quieran; y los sacerdotes también; y con frecuencia, que ayuda mucho para superarnos. Yo me confieso cada quince días; y el sacerdote que me confiesa, luego se confiesa él conmigo. Porque podemos perdonar los pecados de otros, pero los nuestros no.

Los médicos también tienen que ir a otro médico, y también se mueren. Y si vamos al médico porque ha estudiado, también los sacerdotes hemos estudiado, y además, tenemos al Espíritu Santo en el Sacramento del Orden. San Agustín te dice: o Confesión o condenación. Porque si no te lavas, estás sucio, y si no comes, te mueres; pasa en el cuerpo, y pasa en el alma.

Padre Juan, Serviam.

HOMILIA 35

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No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la madre de su hija, y a la nuera de su suegra. Y los enemigos del hombre son los de su propia casa. Mateo 10,34 .

170.- No viene a traer paz sino espada.
1. Nuevamente presenta el Señor cosas duras, y con mucha energía por cierto, saliendo al paso de la objeción que podía ponérsele. Podían, en efecto, haberle dicho sus oyentes: ¿Luego tú has venido para matarnos a nosotros y a quienes nos sigan y llenar de guerra al mundo? Mas es Él quien les dice primero: No he venido a traer paz a la tierra. Entonces, ¿cómo es que les manda que al entrar en cualquier casa saluden con saludo de paz? ¿Cómo es también que los ángeles cantaron: Gloria a Dios en lo más alto y en la tierra paz? San Lucas 2, 14. ¿Cómo, es, en fin, que todos los profetas la anunciaron como noticia buena? Porque la paz principalmente consiste en cortar lo enfermo y en separar lo rebelde.

171.- Sólo a este precio se puede unir el cielo con la tierra. De este modo, cortando lo ya incurable, el médico salva el resto del cuerpo, y apartando los elementos de discordia, salva el general al ejército. Tal sucedió también en la torre famosa. Una paz mala deshizo una saludable discordia, y de ahí vino la verdadera paz. Génesis 11, 1-9. De este modo también Pablo trató de disociar a los que estaban muy de acuerdo contra él. Actos 23, 6-10. En el caso de Naboth, la concordia entre Acab y Jezabel fue peor que cualquier guerra. 1º Reyes 2,1-14. No siempre la concordia es buena; pues muy concordes entre sí andan también los bandoleros. La guerra, pues, no es obra que el Señor intente, sino que viene de la disposición de los hombres.

172.- Él ciertamente querría que todos los hombres tuvieran un sentir único en orden a la religión; mas como los sentires están en desacuerdo, de ahí la guerra. Sin embargo, no se lo dijo así, ¿Qué les dijo, pues? No he venido a traer la paz. Era un modo de consolarlos. No penséis, viene a decirles, que tenéis vosotros la culpa de esta guerra; soy yo quien la preparo, por estar los hombres en tales disposiciones. No os turbéis, pues, como si aconteciera algo inesperado. Yo he venido justamente para traer la guerra. Ésta es mi voluntad. No os turbéis, pues, de que la tierra arda en guerras e insidias. Cuando lo malo quede separado, entonces se unirá el cielo con lo bueno. Todo esto les decía, preparándolos contra la mala sospecha de que el vulgo les haría blanco. Y notad que no usó la palabra “guerra”, sino otra más enérgica: la espada.

173.- Y si esto suena con dureza y desagradablemente, no hay por qué maravillarse. El Señor quería ejercitar el oído de sus discípulos con la aspereza de las palabras, a fin de que, puestos en la dificultad de las cosas, no se volvieran atrás, y conforme a eso modela sus sentencias. Que no viniera luego nadie diciendo que los había convencido a fuerza de halagos y echando un velo sobre lo difícil. De ahí que lo mismo que podía haberles dicho de otro modo, se lo explica de éste, más desagradable y espantoso. Más valía, en efecto, que la realidad se mostrará un poco más blanda que no las palabras respecto a la realidad.

174.- Qué guerra trae el Señor.-
De ahí que ni aun con eso se contentará, sino que, desenvolviendo más particularmente qué clase de guerra venía a traer, les hace ver que era más dura que una guerra civil, y así les dice: He venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra. No sólo los amigos, dice, no sólo los ciudadanos, los parientes mismos, se levantarán unos contra otros y la naturaleza misma se escindirá contra sí misma. Porque yo he venido, dice, a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra. Porque no es ya que la guerra sea entre domésticos, sino que se enciende entre los más queridos y allegados. Ahí tenéis una buena prueba del poder del Señor, pues oyéndole decir tales cosas, las aceptaron sus discípulos, y éstos persuadieron a otros a que también las aceptaran.

175.- Sin embargo, no era Él autor de ellas, sino la propia maldad de los hombres. Ahora, que Él diga ser quien lo hace, es modo ordinario de hablar de la Escritura. Así dice en otra parte: DIOS les dio ojos para que no vieran. Isaías 6,9. De modo semejante se expresa aquí el Señor. Es que quería, como antes he dicho, que, meditando sus discípulos en sus palabras, no se turbaran cuando fueran insultados y maltratados. Ahora bien, si hay quienes piensan que estas palabras son demasiado duras, acuérdense de la historia antigua. En los pasados tiempos acontecieron hechos que demuestran perfectamente el parentesco entre uno y otro Testamento y cómo el que ahora dice esto es el mismo que antaño mandara lo otro.

176.- Porque fue así que en la historia del pueblo judío hubo ocasiones en que sólo cuando cada uno hubo dado muerte a su vecino, sólo entonces se calmó la cólera divina; por ejemplo, cuando fundieron el becerro de oro y cuando se iniciaron en los ritos del Beelphegor. Éxodo 32, 26-30; Números 25. ¿Dónde están, pues, ahora los que sueñan con que el DIOS del Antiguo Testamento es malo, y el del Nuevo bueno? ¡Bueno, cuando ha llenado el mundo de sangre de parientes! Sin embargo, nosotros afirmamos que aun esto es obra de su amor a los hombres. De ahí justamente que para hacer ver que es el mismo que el que ordenó lo antiguo, recuerda el Señor una profecía, que, si bien no se dijo a este propósito, viene, sin embargo, a expresar lo mismo. ¿Qué profecía es ésa?

177.- Los enemigos del hombre son los de su propia casa. Miqueas 7,5-6. Porque también entre los judíos aconteció algo semejante a lo que aquí dice el Señor. Había entre ellos profetas y pseudo profetas. El pueblo andaba dividido y las familias estaban escindidas. Unos se adherían a unos y otros a otros. De ahí la exhortación del profeta: No creáis a los amigos, no os fiéis de vuestros guías. Guárdate de la propia compañera de tu lecho y no le confíes secreto alguno, pues los enemigos del hombre son sus propios domésticos. Así hablaba el Señor, porque quería que el que había de recibir su palabra estuviera por encima de todas las cosas. Porque lo malo no es el morir, sino el mal morir. Por eso dijo también: Fuego he venido a traer a la tierra. San Lucas 12,49. Palabras con que nos significa la vehemencia y ardor del amor que nos exige.

178.- Como Él nos ha amado tanto, así quiere también ser amado de nosotros. Estas palabras tenían que templarlos para la lucha y levantarlos por encima de todo. Porque si los otros, les viene a decir, tendrán que menospreciar parientes, hijos y padres, considerad qué tales habremos de ser nosotros maestros de ellos. Porque las cosas arduas de mi doctrina no han de terminar en vosotros, sino que pasarán también a los que después de vosotros vinieren. Porque, como yo he venido a traer grandes bienes, también exijo grande obediencia y resolución.

179.- Amor sobre todo amor.-
El que ama a su padre o a su madre por encima de mí, no es digno de mí. Y el que ama a su hijo o a su hija por encima de mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no es digno de mí. Mirad la dignidad del Maestro. Mirad cómo se muestra a sí mismo hijo legítimo del Padre, pues manda que todo se abandone y todo se posponga a su amor. Y ¿qué digo, dice, que no améis a amigos ni parientes por encima de mí? La propia vida que antepongáis a mi amor, estáis ya lejos de ser mis discípulos. ¿Pues qué? ¿No está todo esto en contradicción con el Antiguo Testamento? ¡De ninguna manera! Su concordia es absoluta. Allí, en efecto, no sólo aborrece a DIOS a los idólatras, sino que manda que se los apedree, y en el Deuteronomio, admirando a los que así obran, dice Moisés: El que dice a su padre y a su madre: No os he visto; el que no conoce a sus hermanos y no sabe quiénes son sus hijos, ése es el que guarda tus mandamiento. Deuteronomio 33,9.

180.- Y si es cierto que Pablo ordena muchas cosas acerca de los padres y manda que se les obedezca todo, no hay que maravillarse de ello, pues sólo manda que se le obedezca en aquello que no va contra la piedad para con DIOS. Y, a la verdad, fuera de eso, cosa santa es que se le tribute todo honor. Más, cuando exijan algo más del honor debido, no se les debe obedecer. De ahí que diga San Lucas: El que viene a mí y no aborrece a su padre, y a su madre, y a su mujer, y a sus hijos, y a sus hermanos, más aún, a su propia vida, no puede ser mi discípulo. San Lucas 14, 26. Sin embargo, no nos manda el Señor que los aborrezcamos de modo absoluto, pues ello sería sobremanera inicuo. Si quieren, dice, ser amados por encima de mí, entonces, sí, aborrécelos en eso. Pues eso sería la perdición tanto del que es amado como del que ama.

181.- Hay que aborrecer la propia vida.-
2. Con este modo de hablar quería el Señor templar el valor de los hijos y amansar también a los padres que tal vez hubieran de oponerse al llamamiento de sus hijos. Porque, viendo de su fuerza y poder era tan grande que podía separar de ellos a sus hijos, desistieran de oponérseles, como quienes intentaban una empresa imposible. Luego por que los padres mismos no se irritarán ni protestarán, mirad cómo prosigue el Señor su razonamiento. Después que dijo: El que no aborrece a su padre y a su madre, añadió: Y hasta a su propia vida. ¿A qué me hablas, dice, de padres y hermanos y hermanas y mujer? Nada hay más íntimo al hombre que su propia vida. Pues bien, si aun a tu propia vida no aborreces, sufrirás todo lo contrario del que ama, será como si no me amaras.

182.- Y no nos manda simplemente que la aborrezcamos, sino que lleguemos hasta entregarla a la guerra, a las batallas, a la espada y a la sangre. Porque el que no lleva, dice, su cruz y sigue en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque no dijo simplemente que hay que estar preparado para la muerte violenta, sino también para la ignominia. Nada, sin embargo, les dice todavía de su propia pasión, pues quería que, bien afianzados antes en estas enseñanzas, se les hiciera luego más fácil de aceptar lo que sobre ella había de decirles. Ahora bien, ¿no es cosa de admirarse y pasmarse que, oyendo todo esto, no se les saliera a los apóstoles el alma de su cuerpo? Porque lo duro por todas partes se les venía a las manos; el premio, empero, estaba todo en esperanza.

183.- ¿Cómo es, pues, que no se les salió? Porque era mucha la virtud del que hablaba y mucho también el amor de los que oían. De ahí que ellos, que oían cosas más duras y molestas que las que se mandaron a aquellos grandes varones, Moisés y Jeremías, permanecieron fieles al Señor y no le contradijeron.

184.- El que pierde su vida, la gana.-
El que hallare, dice, su vida, la perderá, y el que perdiere su vida por causa mía la encontrará. ¿Veis cuán grande es el daño de los que aman de modo inconveniente? ¿Veis cuán grande la ganancia de los que aborrecen? Realmente, los mandatos del Señor eran duros. Les mandaba declarar la guerra a padres, hijos, naturaleza, parentesco, a la tierra entera y hasta a la propia vida. De ahí que tiene que ponerles delante el provecho de tal guerra, que es máximo. Porque no sólo, viene a decirles, no os ha de venir daño alguno de ahí, sino más bien provecho muy grande. Lo contrario, empero, sí que os dañaría. Es el procedimiento ordinario del Señor: por lo mismo que deseamos, nos lleva a lo que Él pretende. ¿Por qué no quieres despreciar tu vida? Sin duda porque la quieres mucho.

185.- Pues por eso mismo debes despreciarla, ya que así le harás el mayor bien y le mostrarás el verdadero amor. Y considerad aquí la inefable sabiduría del Señor. No habla sólo a sus discípulos de los padres, ni sólo de los hijos, sino de lo que más íntimamente nos pertenece, que es la propia vida, y de lo uno resulta indubitable lo otro. Es decir, que quiere que se den cuenta cómo odiándolos les harán el mayor bien que pueden hacerles, pues así acontece también con tu vida, que es lo más necesario que tenemos.

186.- Premios a la hospitalidad con los enviados del Señor.-
Todo esto, ciertamente, eran motivos suficientes para persuadir a ejercitar la hospitalidad con quienes venían a traer la salud a los mismos que los acogieran. Porque ¿quién no había de recibir con la mejor voluntad a tan generosos y valientes luchadores, a los que recorrían la tierra entera como leones, a quienes todo lo suyo desdeñaban a trueque, de llevar la salud a los demás? Sin embargo, aun pone el Señor otra recompensa, haciendo ver que en esto se preocupa Él más de los que reciben que de quienes son recibidos. Y ante todo les concede el más alto honor, diciendo: El que a vosotros os recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. ¿Puede haber honor mayor que recibir juntamente al padre y al Hijo?

187.- Pues aún promete el Señor otra recompensa juntamente con la dicha: Porque el que recibe, dice, a un profeta en nombre de profeta, recibirá galardón de profeta; y el que recibe a un justo en nombre de justo, recibirá galardón de justo. Antes había amenazado con el castigo a quienes les negaran hospitalidad; ahora señala los bienes que les ha de conceder. Y por que os deis cuenta que se preocupa más de quienes reciben que de sus propios apóstoles, notad que no dijo simplemente: El que recibe a un profeta; o: En nombre de justo. Es decir, si no le recibe por alguna preeminencia mundana ni por otro motivo perecedero, sino porque es profeta o justo, recibirá galardón de profeta o galardón de justo.

188.- Lo que se ha de entender o que recibirá galardón de quien reciba a un profeta y a un justo, o el que corresponde al mismo profeta o justo. Es exactamente lo que decía Pablo: Que vuestra abundancia ayude a la necesidad de ellos, a fin de que también la abundancia de ellos ayude a vuestra necesidad. 2ª Corintios 8,14.

189.- Luego, por que nadie pudiera alegar su pobreza, prosigue el Señor: El que diere un simple vaso de agua fría a uno de estos pequeños míos sólo porque son mis discípulos, yo os aseguro que no perderá su galardón. Un simple vaso de agua fría que des, que nada ha de costarte, aun de tan sencilla obra tienes señalada recompensa. Porque por vosotros, que acogéis a mis enviados, yo estoy dispuesto a hacerlo todo.

190.- Recapitulación.-
3. Mirad por cuántos medios los persuadió y cómo les abrió las puertas de toda la tierra. Y es así que de todas maneras les mostró que los demás son deudores suyos. Primero al decirles: Digno es el trabajador de que se le pague su jornal. Segundo, por enviarlos sin tener nada. Tercero, por mandarlos a la guerra y al combate en favor mismo de quienes los recibieran. Cuarto, por el hecho de haberles dado poder de hacer milagros. Quinto, por llevar la paz, fuente de todos los bienes, por boca de sus apóstoles, a las casas de los que los acogieran. Sexto, por amenazar con castigos más duros que los de Sodoma a quienes no los recibieran. Séptimo, mostrándoles que quienes los acogían, a Él mismo y al Padre acogían. Octavo, prometiendo el galardón de un profeta o de un justo. Noveno, prometiendo grandes recompensas por un simple vaso de agua fría.

191.- Motivos de la hospitalidad y de la caridad.-
Cada uno de estos motivos, por sí solo era bastante para mover a todos a la hospitalidad para con los apóstoles. ¿Quién, en efecto, decidme, no recibiría y abriría de par en par las puertas de su casa a un general al que viera cubierto de heridas y ensangrentado, que vuelve de la guerra y del combate, después de haber levantado muchos trofeos de victoria? Y ¿quién es ese general?, me dirás. Pues justamente, añadió el Señor: en nombre de discípulo o de justo, por que adviertas que pone Él su recompensa no tanto en razón de la dignidad del que recibe hospedaje cuanto en razón de la intención del que hospeda. Aquí, a la verdad, habla de profetas, de discípulos y de justos; pero en otro lugar nos manda acoger a los más despreciados y castiga a quienes no los reciban: En cuanto no lo hicisteis con uno solo de estos muy pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis. San Mateo 25, 45.

192.- Y nuevamente dice lo contrario sobre los mismos, pues aun cuando el necesitado no tenga ninguno de esos títulos, basta que es un hombre que habita el mismo mundo que tú, contempla el mismo sol, tiene la misma alma y el mismo Señor, toma parte en los mismos sacramentos que tú, está llamado al mismo cielo y tiene un grande título, su pobreza y necesidad, para recibir el necesario sustento. Mas es lo cierto que a quienes te quitan el sueño durante el invierno con sus flautas y zampoñas y te molestan sin razón ni motivo, tú los despachas con una buena porción de regalos. Igualmente los que andan vendiendo golondrinas, los que se embadurnan de hollín y maldicen a todo el mundo, reciben también paga de sus truhanerías.

193.- Mas si se te acerca un pobre a pedirte un pedazo de pan, allí son las malas palabras y reprensiones, allí culparle de holgazán, injuriarle, insultarle y hacer burla de su miseria. Y no consideras dentro de ti mismo que tú también eres un holgazán, y, no obstante, DIOS te concede tus dones. Y no me vengas con que tú estás ocupado en algo, sino intenta demostrarme que lo que haces y llevas entre manos es realmente cosa necesaria. Y si me dices que te dedicas a la economía y al comercio, al cuidado y acrecentamiento de tu hacienda, yo te respondo que ésos no son propiamente trabajos. Los verdaderos trabajos son la limosna y la oración y la protección de los oprimidos y tantas cosas semejantes, respecto a las cuales nuestra ociosidad es perpetua.

194.- Y, sin embargo, jamás nos ha dicho Dios a nosotros: Puesto que vives ocioso, no te voy a encender el sol; como realmente no te dedicas a nada necesario, voy a apagar la luna, a esterilizar el seno de la tierra, a secar los lagos, las fuentes y los ríos; a destruir el aire y a retener las lluvias de todos los años. No, nada de esto nos dice, sino que todo nos lo procura generosamente. Y de todos estos bienes suyos permite gozar, no sólo a los ociosos, sino a los mismos que obran mal. Así, pues, cuando veas a un pobre y estés tentado de decirle: Me sofoca que este hombre, que es joven y está sano y no tiene nada, quiera comer sin trabajar, que a lo mejor es un esclavo fugitivo que ha abandonado a su señor. 195.- Todo esto, dítelo a ti mismo, o, mejor aún, déjale al pobre que te lo diga libremente, y tendrá más razón que cuando se lo dices tú a él: Me sofoca que, estando tú sano, vivas ocioso, sin hacer nada de lo que DIOS te ha mandado; eres un fugitivo de los mandamientos de tu Dueño y andas de acá para allá a la maldad: Tú te embriagas y arruinas las casas ajenas. Tú me acusas a mí de mi ociosidad; pero yo a ti de tus malas obras: de tus insidias, de tus juramentos, de tus mentiras, de tus rapiñas y de otras infinitas cosas semejantes.

196.- Nada nos excusa de dar limosna al pobre.-
4. Al hablar así, no pretendo sentar como ley la ociosidad. ¡DIOS me libre! Yo quiero muy de veras que todo el mundo trabaje, pues la ociosidad es maestra de todos los vicios. A lo que os exhorto es a que no seáis duros y crueles con el pobre. También Pablo dirige mil reprensiones a los ociosos y él fue quien dijo: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. 2ª Tesalonicenses 3,10; pero no se detuvo ahí, sino que prosiguió: Mas vosotros no os canséis de hacer bien, verso 13. Una verdadera contradicción. Porque si has mandado que no coman, ¿cómo nos exhortas a darles? Sí, contesta Pablo, yo he mandado que se aleje todo el mundo de ellos, que no se trate con ellos, pero también dije: No los tengáis por enemigos, sino corregidlos, verso 15. Con lo cual no pongo leyes contradictorias, sino perfectamente armónicas.

197.- Porque si tú estás pronto para la limosna, el pobre se librará muy pronto de la ociosidad y tú de la crueldad. Pero es que miente y se inventa mil excusas, me dirás.
Motivo de más para tenerle compasión, pues ha venido a parar a la necesidad de cometer tales desvergüenzas. Mas nosotros no sólo no le tenemos compasión, sino que por añadidura le decimos cruelmente: ¿No te han dado ya una y dos veces? ¿Y qué? Por haber comido una vez, ¿no tiene ya que comer más? ¿Por qué no impones esas leyes a tu propio vientre y le dices: Ya te hartaste ayer y anteayer? No pidas ahora más. A tu vientre, empero, le haces reventar sobre medida, y al pobre que te pide lo estrictamente necesario lo rechazas, cuando debiera ser motivo de compadecerle el hecho de que tenga que venir a pedir todos los días.

198.- Realmente, si otra cosa no te conmueve, eso por lo menos debiera conmoverte, pues a eso le fuerza la necesidad de la pobreza. Ésta es la que le hace importuno. Tú no le compadeces, porque oyendo tus improperios no siente vergüenza. Es que la necesidad es más poderosa que tus improperios. Y no sólo no le compadeces, sino que le expones a pública ignominia. Y cuando DIOS te manda hacer la limosna calladamente, tú te paras a hacer más notorio al que te pide y a insultarle por lo mismo que debieras compadecerle. Si no le quieres dar, ¿por qué encima le culpas y atribulas a un alma ya de suyo miserable y desgraciada?

199.- El pobre se acercó a ti buscando tus manos como un puerto a su miseria; ¿qué necesidad hay de que le levantes nuevas olas y hagas más dura la tormenta? ¿Por qué le echas en cara su vileza? Si hubiera barruntado que le ibas a hablar así, ¿acaso se hubiera acercado? Y si, aun previéndolo, se te acercó, motivo es ése de que a él le compadezcas y de que tú te horrorices de tu crueldad, pues ni aun a la vista de esa necesidad inexorable te vuelves un poco más blando. Tú no crees que baste para excusar su importunidad la necesidad en que le pone el hambre, y le culpas de importunidad; mas tú has sido muchas veces más desvergonzado que ese pobre, aun en cosas muy graves.

200.- Aquí, en verdad, se puede perdonar el descaro; pero nosotros lo tenemos al hacer acciones dignas de castigo; y cuando debiéramos ser humildes considerando esas mismas acciones nuestras, llegamos a insultar a esos desgraciados; y a quienes nos piden medicina, les abrimos una llaga. Si no le quieres dar, ¿por qué encima le hieres? Si no tienes intención de socorrerle, ¿por qué encima le injurias? ¡Es que no hay otra manera de echárselo de encima? Pues obra como mandó aquel sabio que dijo: Respóndele con mansedumbre palabras de paz. Eclesiástico 4,8. Porque a buen seguro que no es importuno por el gusto de serlo. No hay hombre, no hay absolutamente un hombre que tenga gusto en pedir importunamente. No.

201.- Por más que se empeñaran en convencerme de ello, jamás podré yo creer que quien tiene abundantemente para vivir se entregue de buena gana a la mendicidad. Que nadie, pues, nos engañe. Si es cierto que Pablo dice: El que no quiera trabajar, que tampoco coma, se lo dice a los perezosos, no a nosotros. A nosotros nos dice lo contrario: No os canséis de hacer bien. Así lo hacemos nosotros mismos en casa. Cuando hay dos que riñen, los tomamos aparte de cada uno, y a cada uno le decimos lo contrario. Así lo hicieron también DIOS y Moisés. A DIOS mismo le decía Moisés: Si les quieres perdona su pecado, perdónaselo; si no, bórrame a mí del libro de los vivos. Éxodo 32, 32.

202.- Al pueblo, empero, mandó que se acuchillaran los unos a los otros, sin respetar parentesco de ninguna clase. Realmente, lo uno era contrario a lo otro; todo, sin embargo, apuntaba a un mismo fin. DIOS a su vez, oyéndolo los judíos, le decía a Moisés: Déjame, que quiero aniquilar a este pueblo. Éxodo 32, 10. Porque si bien el pueblo no estaba presente cuando DIOS le dijo eso a moisés, luego, sin embargo, habían de enterarse de ello. Privadamente, en cambio, DIOS le exhorta a Moisés a lo contrario. Lo mismo se vio forzado Moisés a expresar más adelante: ¿Es que los he concebido yo en mi seno para que me digas: Llévalos como una nodriza lleva al niño que mama a sus pechos? Números 11, 12.

203.- Es lo mismo que sucede en una casa. Muchas veces el padre, al maestro que trata duramente al niño, le reprende particularmente diciéndole: No sea áspero y duro. Al muchacho, en cambio, le dice lo contrario: Aun cuando te maltrate sin razón, has de sufrirlo. Por caminos contrarios llega al mismo término: el bien de su hijo. Así también Pablo, a los que estando buenos se daban a la mendicidad, les decía: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. Era obligarlos a trabajar. Más a los que podían dar limosna, los exhorta: Mas vosotros no os canséis de hacer bien. Que era llevarlos a dar limosna. E igualmente, en la carta a los romanos, cuando exhortaba a los de las naciones a no sentir orgullo contra los judíos y les puso el ejemplo del olivo silvestre, se ve también que dice unas cosas a un bando y otras a otro.

204.- No caigamos, pues, en crueldad, sino oigamos la exhortación de Pablo mismo: No os canséis de obrar bien. Oigamos también al Señor, que nos dice: A todo el que te pidiere, dale. San Mateo 5, 42. Y: Sed misericordiosos, como vuestro Padre. San Lucas 6,36. A la verdad, ¡cuántas cosas dijo el Señor y, no obstante, en ninguna otra ocasión, fuera de la misericordia, nos puso por blanco a su propio Padre! Es que nada nos hace tan semejantes a DIOS como hacer beneficios a los otros.

205.- Somos más desvergonzados que los pobres.-
5. Pero nada hay me replicasmas desvergonzado que un pobre. ¿Por qué razón?, dime por favor. Porque viene detrás gritando? ¡Muy bien! ¿Quieres que te demuestre que nosotros somos más desvergonzados y que tenemos menos consideración que el pobre? Acuérdate, te ruego ahora, cuántas veces en tiempo de ayuno, que la comida se sirve por la tarde, has llamado al esclavo y por acudir algo despacio lo has echado todo a rodar, coceando, maldiciendo, insultando, todo por unos momentos de dilación, y sabiendo muy bien que, si no inmediatamente, de todos modos no te había de faltar comida.

206.- Tú, pues, que por una nonada te enfureces, no te calificas a ti mismo de impudente; al pobre, empero, que teme y tiembla por motivos mucho más importantes, pues no se trata en él de que tarde más o menos la comida, sino de comer o no comer en absoluto; al pobre, digo, le llamas imprudente, descarado y sinvergüenza, con toda la abundancia de improperios que te vienen a la boca. ¿No es eso justamente la suma desvergüenza? Mas como no reflexionamos sobre ello, de ahí que tengamos a los pobres por gente molesta.

207.- Examinémonos a nosotros mismos.-
Si examináramos nuestros defectos y los comparáramos con los de ellos, no los tendríamos por pesados. No seas, pues, juez amargo. Aun cuando estuvieras libre de todo pecado, ni aun en ese caso te permitiría la ley de DIOS ser tan riguroso examinador de los pecados ajenos. Por ahí se perdió el fariseo. ¿Y pensamos tener nosotros excusa alguna? Si a los que obran bien no les permite el Señor juzgar ásperamente la conducta de los demás, mucho menos a los que son pecadores.

208.- No seamos soberbios ni crueles.-
No seamos, pues, crueles, inclementes, inexorables y sin amor; no seamos peores que las mismas fieras. Y a la verdad, yo sé de muchos que han llegado a punto tal de fiereza que, por no hacer un mínimo esfuerzo, dejan que otros se mueran de hambre y se excusan con razones como éstas: No tengo aquí ahora esclavo ninguno; estamos lejos de casa; no hay cambista conocido mío por aquí. ¡Qué crueldad! ¡Qué soberbia! ¿Has hecho lo más y no vas a poder con lo menos? ¿Por no dar tú unos pasos, el otro se va a morir de hambre? ¡Qué insolencia, qué soberbia! Aun cuando tuvieras que andar diez estadios, no debieras vacilar. ¿No caes en la cuenta que de este modo se te acrecienta tu galardón? Porque si sólo das, sólo por tu limosna se te recompensará; pero si además andas unos pasos, aun de eso se te reserva galardón.

209.- Precisamente por eso admiramos al patriarca Abrahán: él mismo corrió al rebaño de vacas y tomó un novillo, a pesar de que tenía trescientos dieciocho criados nacidos en su casa. Génesis 14,14; 18,7. Ahora, empero, hay algunos tan llenos de soberbia, que eso lo hacen por medio de sus esclavos y no se avergüenzan de ello.
¿Quieres entonces, me replicas, que lo haga por mí mismo? ¿Y no tendrá eso visos de vanagloria? Sin embargo, también ahora te dejas llevar de otra vanagloria, pues tienes rubor de que te vean hablando con un pobre. Pero no quiero en esto llevar las cosas tan por los cabos. Basta que des, ora por ti mismo, ora por otros, y que no recrimines, no hieras, no insultes al pobre. El que a ti se acerca, necesita de medicinas, no de heridas; de compasión, no de que le claves la espada.

210.- La buena palabra es mejor que la limosna.-
Dime, en efecto: si un herido por una pedrada, con una herida en la cabeza, pasando de largo a todos los demás, viniera a postrarse, chorreando sangre, a tus rodillas, ¿acaso le darías tú con otra piedra, añadiendo herida a herida? No puedo pensarlo. No; lo que harías es intentar inmediatamente curarlo. ¿Cómo es, pues, que con los pobres haces lo contrario? ¿No sabes qué fuerza tiene una palabra, lo mismo para levantar para abatir? Mejor es, dice la Escritura, la palabra que el don. Eclesiástico 18, 16. ¿No adviertes que te clavas la espada a ti mismo y eres tú el que recibes más grave herida cuando el pobre se retira injuriado, secretamente gimiendo y derramando muchas lágrimas?

211.- A la verdad, Dios es quien te envía al pobre. Considera, pues, si le insultas, a quién diriges tu insulto, puesto caso que Dios te lo envía y manda que le socorras, y tú no sólo no le das, sino que le injurias al venir a ti. Si todavía no comprendes lo extremadamente absurdo de tu conducta, mírala en un caso humano, y entonces verás con toda claridad lo enorme de tu pecado. Si tú mismo mandaras a un esclavo tuyo a cobrar de otro esclavo tu dinero y no sólo se volviera con las manos vacías, sino también injuriado, ¿qué no harías con el injuriador? ¿Qué castigo no le impondrías, dado caso que el injuriado eres tú mismo? Pues aplica el ejemplo a Dios. Él es el que nos manda los pobres y, si algo damos, de lo que Dios damos. Ahora bien, si, encima de no dar, los despachamos cubiertos de ignominia, considera con qué rayos se habrá de castigar semejante acción.

212.- Exhortación final: Unamos a la limosna las buenas palabras.
Considerando, pues, todo esto, pongamos freno a la lengua; echemos de nosotros toda inhumanidad; tendamos la mano para la limosna, y no sólo con dinero, sino con palabras también, tratemos de aliviar a los necesitados. De este modo escaparemos al castigo de la injuria y, por la bendición y la limosna, y no sólo con dinero, sino con palabras también, tratemos de aliviar a los necesitados. De este modo escaparemos al castigo de la injuria y, por la bendición y la limosna, heredaremos el reino de los cielos por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

TEOLOGIA 2 - TEMA 31

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A.- Historia: Los Santos
B.- Teología: 3º Mandamiento de la Iglesia.

A.- Historia:
Los Santos

760. Historia. La palabra santidad o santos, empleada absolutamente, era excepcional en el Antiguo Testamento: estaba reservado a los elegidos en tiempos especiales y para misiones trascendentes. En el Nuevo Testamento, designa a los cristianos.

761. Atribuida primeramente a los miembros de la comunidad primitiva de Jerusalén y especialmente al pequeño grupo de Pentecostés. Actos 9,13; 1ª Corintios 16,1; Efesios 3,5. Después se extendió a los hermanos de Judea. Actos 9,31-41; y luego a todos los fieles. Romanos 16,2; 2ª Corintios 1,11; 13,12.

762. Por el Espíritu Santo, el cristiano participa de la misma santidad Divina. Formando los cristianos la verdadera nación santa, el sacerdocio regio, constituyendo el templo santo; 1ª Pedro 2,9; Efesios 2,21; deben tributar a DIOS el culto verdadero, ofreciéndose con Cristo en sacrificio santo, Romanos 2,1;15,16; Filipenses 2,17.

763. La santidad de los cristianos que proviene de una elección, Romanos 1,7 y 1ª Corintios 1,2, les exige la ruptura con el pecado y con las costumbres paganas, 1ª Tesalonicenses 4,3; deben obrar según la santidad que viene de DIOS y no según la prudencia carnal, Romanos 6,19; 1ª Corintios 6,9; 2ª Corintios 1,12; Efesios 4,30 a 5,1; Tito 3,4-7.

764. Esta exigencia de vida santa forma la base de toda la tradición ascética cristiana; no reposa en un ideal de una Ley todavía exterior, sino en el hecho de que el cristiano, alcanzado por Cristo, debe participar de sus sufrimientos y en su muerte, para llegar a su resurrección, Filipenses 3,10-14.

765. La santidad es algo separado del uso profano, común; es lo dedicado al culto Divino. DIOS es santo por esencia, pues su Naturaleza trasciende infinitamente en perfección a todo lo creado. Es santo el lugar que DIOS santifica con su presencia de algún modo.

766. Son santas las personas por su consagración: sacerdotes, levitas. Son santas todas las cosas pertenecientes al culto Divino. Es santo el tiempo en cuanto se dedica a DIOS o a su culto.

767. Quién tocare algo santo, queda santificado. En DIOS se da la santidad moral en cuanto que odia al pecado y la iniquidad, San Mateo 7,23.
768. DIOS exige del hombre esa santidad y justicia, San Mateo 5,48 y Santiago 4,8. Alcanza su plena perfección por la infusión del Espíritu Santo, Actos 2,38; Romanos 5,5. Por eso son llamados santos todos los fieles, Romanos 1,7; 8,28; 16,2-15; 1ª Corintios 1,2.
769.-Todos estos conceptos están tomados en su mayor parte del Antiguo Testamento, sobre todo, en los libros donde se dan las leyes a los judíos, y que en lo esencial, tiene el mismo valor para todos.

770. En el Vaticano 2º, la Constitución Lumen Gentium habla de las relaciones de la Iglesia peregrinante con la Iglesia celestial, en el capítulo 7, y nos dice, que estamos unidos a los Apóstoles y a los Mártires en la veneración de la Iglesia; que son recomendados a la veneración e imitación de los fieles; que tienen la función de impulso hacia lo eterno; función de ejemplo e iluminación; que DIOS se manifiesta en los Santos; que son hombres como nosotros; que se transforman en imagen de Cristo; que son testigos que atraen y testimonio de la verdad del Evangelio; que damos culto a los Santos por su ejemplaridad y que su culto nos une a Cristo; en la Eucaristía, nos ponemos en comunicación con los Santos.

771. En la Constitución Sacrosantum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, nos habla en el capítulo 5 sobre el Año Litúrgico y nos presenta la actividad de los Santos en el Cielo: alabando a DIOS, gozando de El e intercediendo por nosotros. Nos dice también que la Iglesia los recuerda siempre durante el año, celebrando precisamente el día en que salieron de esta vida; nos dice que ya han llegado a la perfección, que han cumplido el misterio Pascual en sí, al sufrir y ser glorificados con Cristo. Antes nos dijo en el cap.1º, que venerando la memoria de los Santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía.

772. En el Decreto Unitatis Reintegratio, sobre el Ecumenismo, al tratar de las iglesias separadas, dice que muchos Santos son honrados en la Iglesia Oriental.

773. A lo largo de la misma Constitución sobre la Liturgia se sigue diciendo que la Iglesia les rinde culto, los venera, y que se celebren en toda la Iglesia aquellos de importancia universal; que se les propone a los fieles y que por ellos los fieles son atraídos por Cristo al Padre; que por ellos, la Iglesia implora los beneficios Divinos; que manifiestan la variedad de los Dones del Espíritu Santo y pide que se les devuelva la verdad histórica en las lecturas y comentarios del Oficio Divino.

774. Recordamos que en la Iglesia Católica, el culto tiene varios grados: latría, adoración, sólo a DIOS, hiperdulía, veneración especial, sólo a la Virgen; protodulía, veneración singular, sólo a San José, primero entre iguales; y dulía, veneración de forma general, a todos los Angeles y Santos.

775. La Canonización la proclama la Iglesia cuando se demuestra que una persona manifiesta las maravillas de DIOS en su conducta, en sus enseñanzas; que ha practicado las virtudes en grado heroico, de un modo constante, hasta la muerte; que por estar ya totalmente purificado, ha merecido ir al Cielo y por eso se le puede tener como modelo e intercesor.

776. Se introduce la causa en el ámbito de la Diócesis donde vivió y murió, recogiendo toda clase de testimonios directos e indirectos; personales, escritos y demás cosas que puedan testificar. Hecho esto y aprobado por el Obispo correspondiente, pasa a Roma, donde se somete a un estudio más profundo. Superadas las pruebas y comprobados los milagros requeridos, se procede a la Beatificación. Tras otro período de estudio y nuevos milagros, a no ser por dispensa del Papa, se llega a la canonización. El Papa, con toda su autoridad, proclama que tal persona está en el Cielo y que se le puede tener por intercesor y como modelo y ejemplo para nosotros.

B.- Teología:
Mandamiento 3º de la Iglesia:

777. Comulgar por Pascua de Resurrección. Nos dice Jesucristo: si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tendréis Vida en vosotros. San Juan 6,53 Y la Iglesia determina el tiempo en que se ha de cumplir. Concilio de Trento, sesión 13, canon 9.

778. Todos los fieles que han llegado al uso de razón, tienen obligación de Comulgar sacramentalmente; no hay vida sin comida, en el cuerpo y en el alma. Y la Iglesia obliga bajo pecado grave que se haga por lo menos una vez al año, mejor en Pascua, por considerarlo de primera necesidad.

779. Origen de la Comunión Pascual. En el 4º Concilio de Letrán la Iglesia determinó que la Comunión se recibiera, como la Confesión, por lo menos una vez al año, en tiempo de Pascua. Esto fue en 1215. Años después, el Concilio de Trento, siglo 16, anatematizó a los que negaran esta obligación.

780. La razón de esta insistencia fue debido al enfriamiento de los fieles. En los comienzos, se comulgaba siempre que asistían a Misa. En el siglo 5º ya San Juan Crisóstomo se lamenta de la pérdida de esta costumbre. La Iglesia, con sus consejos y mandatos, nos estimula como una buena Madre cuando un hijo pierde el apetito.

781. Condiciones. Se debe recibir en estado de Gracia, es decir, sin conciencia de tener pecado grave; con recta y piadosa intención; es decir, deseo de agradar a DIOS y unirse a El, para amarle y servirle con la misma fuerza que El nos da. Ver Código de Derecho Canónico. No impide la Comunión las faltas veniales; tenemos variadas formas de limpiarnos de ellos continuamente. Sepamos despertar el hambre de la Vida Eterna y los deseos de mejorar nosotros, y ayudar a otros a que mejoren.

782. Comunión frecuente. La Iglesia siempre lo ha deseado y aconsejado, pues a mayor alimento, se tiene más fuerzas. Tiene muchas ventajas.

783. Nos une más a Cristo y a la Santísima Trinidad, a la Virgen, a los Angeles y Santos, a todos los miembros vivos del Cuerpo Místico. Nos ayuda a conservar y aumentar la Vida de Gracia. Nos da mayores gracias actuales que iluminan nuestra inteligencia y fortalecen nuestra voluntad, para resistir mejor las tentaciones, quitarse los malos hábitos y facilitando la práctica de la virtud. Nos preserva de los pecados mortales y nos purifica de los veniales. Santifica nuestros cuerpos, dándoles derecho a la resurrección gloriosa, pues es prenda de gloria futura

784. Prepararnos lo mejor posible, pues en la Eucaristía, tenemos el mejor invento y el mejor regalo que DIOS pudo y supo hacernos. Con todo su Amor, Sabiduría y Poder, no encontró otra forma mejor de dársenos a nosotros.

785. Comunión de los niños. Les obliga el mandato cuando llegan al uso de razón, y lo necesitan para fortalecerse, por ser el Pan de los fuertes. Si a los niños se les explica claro, enseguida entienden que van a recibir a DIOS para ser buenos, con el alma limpia y que se la limpian confesando ante el Sacerdote. Que por tener menos pecados que los mayores, están mejor preparados, y no necesitan saber Teología teórica, pues ya tienen la práctica. Después pueden ir aprendiendo más cosas. El Papa San Pío 10 lo quería mucho, y por eso se le llamó el Papa de los niños.

786. El Viático. Es la Comunión para el viaje a la Eternidad. No esperar al final, cuando ya el enfermo no se da cuenta; sino que lo haga y desee con verdadero conocimiento; ayuda mucho. Hay obligación grave de facilitarla y debemos trabajar para quitar prejuicios.

787. Las Comuniones de la Virgen, cuando asistiera a la Misa de san Juan, en aquellos años de la Iglesia primitiva. Acercarnos con nuestro Angel y seamos conscientes de que entra en nuestro corazón el mejor Tesoro, lo más importante del Cielo. Y estemos recogidos, y si se puede, no tener prisa por salir; sino quedarnos un rato dando gracias por tan gran beneficio. Mientras no se diluyen las Sagradas Especies, Jesucristo está presente igual que en el Sagrario, haciéndonos sagrarios vivos. Y volar con frecuencia a los Sagrarios más cercanos, físicamente o con el corazón, y sacaremos mucho fruto, para nosotros y los demás.

TEOLOGIA 2 - TEMA 32

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A.- Historia: Apostolado Seglar
B.- Teología: 4º Mandamiento de la Iglesia.


A.- Historia:
Apostolado Seglar

788. Historia. Jesucristo mando predicar el Evangelio a todos sin distinción. Y la Iglesia que nacía, enseguida se organizó en verdadero pueblo y familia en torno a la Jerarquía.

789. Los tres primeros siglos, que fueron de persecuciones violentas con intervalos de paz, los corazones más generosos veían en el martirio la meta más alta a lograr, y suspiraban por ella.

790. Terminada esta etapa en lo externo, muchos buscaron en los desiertos el lugar donde poder alcanzar sus ideales de perfección en la práctica de las virtudes cristianas en grado heroico. Estos personajes, aislados al principio, se van rodeando de abundantes compañeros con el mismo fin, y así surgen las grandes comunidades de monjes y Ordenes contemplativas, que son para la Iglesia como los nevados. Estas nieves eternas en las alturas, las ven poca gente, pero al derretirse bajo el sol, dan lugar a los lagos, corrientes subterráneas, ríos, que alimentarán a las gentes de los valles y ciudades; así, ellas se van ofreciendo a DIOS, obteniendo del Cielo las gracias que necesitamos para las demás cosas.

791. Con San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, surgen las Ordenes mendicantes, que alternaban la vida de retiro en conventos, y el trato con la gente en la predicación al pueblo y otras ayudas. Después, en el siglo 16, viene San Ignacio de Loyola, concibiendo la vida religiosa como una Compañía en plan militar, que prepara y lanza a sus miembros a la defensa contra los enemigos y a la conquista para la Fe, de tantas almas que andan por caminos de perdición.

792. Entramos en nuestra época y vemos cómo florecen multitud de Congregaciones y Movimientos seglares que aspiran a vivir la Perfección Cristiana en pleno mundo. Con el nombre de Acción Católica se concreta toda esa acción seglar que desea darles un sentido cristiano a todas las actividades humanas, y demostrar, que sólo en los planes de Jesucristo, está la verdadera respuesta a los problemas que nos rodean.

793. OBRA DE LA INMACULADA. Me preguntaba un día una joven de Argentina, Arquitecto de profesión, por qué no se me había ocurrido organizar una Congregación Religiosa. En ese momento no se me ocurrió otra cosa que el decirle que porque la Virgen no fue religiosa, como lo entendemos ahora; y que nosotros aspirábamos a vivir con toda sencillez, lo que vivía la Sagrada Familia en Nazaret. Que nos alegra el que haya tantas vocaciones y diversas formas de vivir la imitación de Cristo, como en un inmenso jardín; y que la nuestra era así, y así queríamos vivirla, y nos ofrecemos, como una de las muchas respuestas que puede haber. Es la inmensa riqueza de la Iglesia, siempre renovándose y ofreciendo soluciones a los problemas de cada época.

B.- Teología:
Mandamiento 4º de la Iglesia:

794. Ayuno y abstinencia. Manda a los fieles que se abstengan de carne, y se ayune en determinados días u horas. Son una especie de penitencias externas. Comprende: unos días, sólo de abstinencia de carne; otras veces, ayuno sólo; y otras, ayuno y abstinencia conjuntamente.

795. El origen viene de los mismos Apóstoles con base en el Evangelio, y también en el Antiguo Testamento, aunque con otros matices. A lo largo de los siglos, ha ido cambiando algo, según la Iglesia ha creído más conveniente, buscando siempre el bien de las almas. Los Calendarios Litúrgicos de cada Diócesis o Nación, suelen determinar los días que corresponden como obligatorios, o dejando libres, para sustituirlo por otras penitencias u oraciones.

796. La abstinencia. Se prohíbe comer carne o caldo de carne, pero no se prohíbe comer huevos y lacticinios ni cosas condimentadas con manteca grasa de animales.

797. Obliga a todos los fieles cristianos que han cumplido los 7 años de edad, o llegan al uso de razón, y no están imposibilitados o legítimamente dispensados.

798. Se entiende por carne el cuerpo de todo animal que vive en la tierra, respira y tiene sangre caliente: mamíferos y aves o animales de plumas; lo que en cada región se entiende por carne.

799. El ayuno. Algunos lo entiende como la mitad de lo normal, pero no se ha muerto nadie por ayunar completamente uno o dos días a la semana.

800. Obliga a todos los fieles que han cumplido la mayoría de edad y a los que no están imposibilitados o legítimamente dispensados. Para la Comunión, ver las Normas vigentes en cada época, pues la Iglesia en esto, actúa según vea conveniente, siempre dando facilidades a las almas, pero buscando el mayor provecho espiritual. Se trata de prepararnos de alguna forma.

801. Causas que excusan del Ayuno y Abstinencia. Puede excusar cualquier peligro grave o perjuicio, o inconveniente, que haga difícil su cumplimiento: pobres, enfermos, obreros en trabajos muy duros, viajeros, soldados o la familia, si el que gobierna, lo impide.

802. Pueden existir o han existido zonas, regiones y épocas en que han gozado de algún privilegio, y han podido cambiarlo por limosnas u otros servicios especiales a la Iglesia. Por ejemplo, en España, después de la guerra de los 700 años contra los árabes, o después de la terrible persecución religiosa en la guerra civil del 1936 a 1939, y otros casos de extrema necesidad.
803. Ventajas del Ayuno y Abstinencia. Para el alma, satisface a DIOS por los pecados, da mayor eficacia a nuestras oraciones ante el Señor, se fortalece la voluntad frente a las malas inclinaciones, despeja el entendimiento, facilita la práctica de las virtudes.

804. Para el cuerpo, más salud y prolongación de la vida, como se puede ver en muchos casos de la Historia. San Antonio Abad, viviendo 106 años en el desierto de Egipto, llevándole el pan un amigo cada seis meses; la vida de los Cartujos, que cuando el Vaticano ha querido mitigarles un poco su regla, no reformada desde su Fundador San Bruno, mandaron una delegación de cerca de 20 monjes de más de 85 años, para pedir que los dejaran como estaban, que les iba muy bien. En general, todos los Monasterios de vida metódica, presentan un índice de años de vida más larga.

805. La Virgen nos ayude a llevar una vida ordenada, garantizada por el Horario aprobado, y si caminamos en la obediencia al Confesor y Responsables, nos irá mejor. Normalmente, se come más de lo que se necesita. Y cuando viene una emergencia, vemos que no tenemos mayor necesidad que aquella a la que queremos sujetarnos, nos decía San Juan de la Cruz.

TEOLOGIA 2 - TEMA 33

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A.- Historia: Clases de Apostolado
B.- Teología: 5º Mandamiento de la Iglesia.

A.- Historia:
Clases de Apostolado


806. El Apostolado es continuar la acción de los Apóstoles. Ellos fueron elegidos por Jesucristo uno a uno, después de una noche de oración, para que llevaran el Evangelio por todas partes. Consiste, pues, en ser enviados. En el caso de los Apóstoles, los eligió en medio de sus trabajos, y a San Pedro, de forma especial, por lo destacado de su misión.

807. En la Historia, a lo largo de los siglos, la llamada de Cristo se va haciendo sentir en algunos casos concretos, a una entrega total. El Señor, lo exige todo, nos ofrece más, lo puede hacer, pues es el Dueño; nosotros somos administradores, que antes o después, tendremos que rendir cuentas. Este problema de la entrega, en realidad es problema de querer devolver amorosamente, libremente, cuando nos llame, lo que algún día dejaremos por la fuerza.

808. El Señor llama, no miente, no promete felicidad material en la tierra, ni vida fácil ni cómoda. Nos dice la verdad: si quieres ser mi discípulo, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme; nos dice lo que hemos de pasar, lo que harán con nosotros; pero que no tengamos miedo, porque todo eso es pasajero. También lo hicieron con El; y nos ofrece más que nadie.

809. El Diablo también llama. Hasta el final de mundo, puede hacerlo, y no se cansa. Y se une maravillosamente a todas las fuerzas del mal, que él dirige contra los que quieren ser de DIOS. Y se lleva a muchos, con violencia, con engaño, por rebeldía y confusión.

810. Formas de Apostolado. Jesús ya venció al Diablo, pero quiere que le venzamos nosotros también, apoyados en El y en Su Madre Inmaculada. Esta colaboración nuestra en la salvación de las almas, se llama Apostolado, y lo podemos hacer de muchas y variadas formas, pero siempre unidos al tronco, que es Jesucristo.

811. Todos podemos hacer apostolado. El de la ORACION, todos `podemos rezar; el del DOLOR O SUFRIMIENTO amoroso, llevado con paciencia: todos sufrimos, pero sufrir con paciencia amorosa y alegrarnos de sufrir, porque se sufre por amor de DIOS, es sólo propio de cristianos; el de nuestro EJEMPLO, también está al alcance de todos el ser buenos, el dar buenos ejemplos, en cualquier parte donde estemos; y el de la PALABRA, hablada, escrita, radiada, televisada, filmada, y por todos los medios que la ciencia y la técnica puedan descubrir.

812. Nadie puede decir que él o ella no pueden hacer apostolado, pues si no nos es posible de una forma, lo hacemos de otra; y creo que todos podemos de todas las formas, porque incluso un mudo puede repartir volantes. Es cuestión de tener ingenio, como lo tienen para el mal. Que hay personas que para las cosas de DIOS, parece que no tienen corazón y como si tuvieran una parálisis total, pero cuando se trata de ganar dinero, o divertirse, se les despiertan energías por todas partes, y lo hacen de maravilla. ¿Por qué? Tengamos más interés.

813. Como el alma en el cuerpo, se define en un documento de la primitiva Iglesia, al cristiano en el mundo. Dar vida, animar, ser sal, luz, nos dice Jesús. Y ¡qué bonito apostolado el de un enfermo en la cama, ofreciéndose por toda la Iglesia! O el de una anciana que ya nadie piensa en ella, y puede creer que no sirve nada más que para estorbar y dar trabajo. Si puede amar y sufrir, puede estar haciendo lo más importante, además de dar a otros oportunidad de practicar buenas obras, como nos cuenta San Lucas de la profetisa Ana.

814. En la OBRA DE LA INMACULADA, viviendo bien nuestra LEY, con esa riqueza de iniciativas, dentro de la obediencia amorosa, con la sonrisa de nuestra Madre.

B.- Teología:
Mandamiento 5º de la Iglesia:

815. Ayudarla en sus necesidades. Los diezmos son la décima parte de los frutos de la tierra y de cualquier clase de bienes. Las primicias son los primeros frutos o productos de cada especie. Son ayudas para sostener el culto y la vida de los Ministros de DIOS, además de socorrer a los más necesitados.

816. Origen. De derecho natural en cuanto a su esencia y tan antiguo como el hombre mismo. Obliga a todos los que posean bienes y frutos de la tierra, a ofrecer al Señor, que es Dueño de todo, como homenaje y sumisión: Adán, Caín, Abel, Abraham.

817. Es de precepto Divino positivo, es decir, mandado. Así consta en la Sagrada Escritura, Exodo 22,29; San Lucas 10,7; 1ª Corintio 9,11-14.

818. Es de precepto Eclesiástico en cuanto a la forma, modo, cantidad. Depende de la generosidad de cada uno. Algunos superan lo mandado. Romanos 15,26; 1ª Corintios 16,1. Dan para ayudar a otros. La Iglesia se ve obligada a mandar, cuando se pierde el espíritu, y dejan de cumplir.

819. La Iglesia tiene derecho a exigir, legítimamente, independientemente del poder civil, con más razón que cualquier otro grupo o partido a sus socios.

820. Privar a la Iglesia de estas ayudas, en lo humano, es ahogarla, impedir que pueda cumplir su misión de ofrecer a todos los hombres la salvación, y que DIOS ha querido que nos sirvamos de todo lo que nos rodea. DIOS ha creado todas las cosas; Jesucristo es DIOS; la Iglesia es de Jesucristo, luego tiene pleno derecho.

821. Todos los fieles están obligados, en la medida de sus posibilidades, a contribuir con los recursos suficientes y la Iglesia determine. Por los organismos encargados para ello, en las Parroquias o Asociaciones aprobadas. Sólo los pobres están eximidos, porque es a ellos a los que más bien hay que ayudar.

822. Muchos, por ignorancia o por malicia, critican los bienes de la Iglesia, que no son tantos como dicen, o del uso que algunos miembros hacen de ellos. Vemos lo que se nos ofrece, que es más que lo que damos. Como cualquier profesional, un Sacerdote Diocesano que no tiene voto de pobreza, puede disponer del fruto de su trabajo, como mejor vea. El que otros quieran ser más generosos, no es para menospreciar a los demás. Cada uno dará cuenta a DIOS de cómo ha administrado lo recibido. Desde luego, que debemos vivir lo que predicamos; y que nuestra vocación nos exige el mejor testimonio posible.

823. En el verano europeo de 1981, daba Ejercicios Espirituales a un grupo de matrimonios. Uno de ellos me contaba que en su negocio, el principal socio es DIOS, y que según las ganancias de fin de año, así repartía en obras buenas, la parte correspondiente al Socio Principal, DIOS. Que si ese año ganaba, contara con la parte del Socio Principal. Debió de ganar, porque meses después, mandaba al Perú 35 mil dólares americanos para pagar el Centro Cultural Maravillas de Ñaña, por el que tantos jóvenes han pasado, acercándose a DIOS y prometiendo una vida mejor. Y me consta que hace muchas otras obras buenas, desde hace muchos años. Y así, muchos otros, en todos los paises y en todas las épocas. Basta ver los orígenes de la Iglesia en los Hechos de los Apóstoles. Jesucristo ha prometido lo que nadie: el ciento por uno aquí, y después la Vida Eterna. Si sabemos negociar, aprovechemos el tiempo.

824. Que la Virgen nos abra los ojos para ver que todo esto pasa rápido, y llega nuestra entrada en la Eternidad, con la rendición de cuentas; y nos acompañará la Gracia que hayamos ganado con nuestra generosidad.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

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POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

PAPELETAS DE MI ARCHIVO

Influjo universal de la música.

A falta de cocinero y por no tener ama de casa ni quererla, tengo que guisar la cena solo y cenarla también solo y en silencio; de ordinario, con un libro delante que se sostiene abierto en un andamiaje de jícaras y vasos. Todas las noches lo mismo.
Pero anoche fue una excepción. Al sentarme a cenar, entraron dos mozos eskimales que deseaban ensayar algunas canciones con los organillos de boca que abundan en mi desván.
Sentados en un rincón oscuro lejos de mí, y una vez puestos en acorde los instrumentos, salieron con un dúo tan perfectamente ejecutado que me hizo cerrar el libro y escuchar. Otros dúos igualmente perfectos me dejaron inmóvil y como en éxtasis.
Comía despacio y maquinalmente porque el espíritu se estaba alimentando a pasto con aquellas melodías celestiales que me trasladaban a otro mundo mejor. Recordé la poesía de Fray Luis de León a Salinas, y estuve de acuerdo con Fray Luis en que:
"Aquí el alma navega,
en un mar de dulzura, y finalmente
en él así, se anega,
que ningún, accidente
extraño o peregrino oye ni siente."
Anoche entendí mejor que nunca por qué está la Historia tan llena de sucesos que proclaman el efecto poderoso de la música. Cuando a Saúl le oprimía el espíritu malo, buscaba alivio en el arpa de David. Los judíos cautivos se resistían a cantar a sus opresores los cánticos de su tierra.
En Granada se tuvo que prohibir cantar en público el «¡ Ay de mi Alhama ! », para no provocar a los moriscos. Los indios del Paraguay aguardaban emboscados las canoas que llevaban a los Misioneros; pero, al aparecer éstos tocando el violín, se les cayeron las flechas de los arcos y quedaron mansos como corderos. Las mismas serpientes de la India se adormecen y pierden su instinto de agresión al oír los acordes de los gaiteros encantadores.
No hay estrato en la sociedad sin su música: marchas militares, marchas fúnebres, himnos nacionales, baladas, orquestas, órganos catedralicios, tonadas, pastoriles de cuerno y de rabel, rondas nocturnas de guitarra y acordeón, jaulas de canario, trinos de ruiseñores....
La música, en todos sus aspectos y manifestaciones, nos hiere las fibras del espíritu, nos saca de la materia y nos trae delicadamente a la memoria la gran realidad de la armonía y ritmo de toda la creación, efímero trasunto de la armonía y proporción que existen en Dios.
El influjo mágico de la música no se puede medir con el metro ni puede ser reducido a guarismos. La música ha envuelto siempre a los espíritus en las mallas etéreas de sus melodías y ha jugado con ellos como juguetes indefensos: los embravece, los ablanda, los enloquece, los excita al odio, los enternece, los desarma y los embriaga de placer.
Hasta se ha aventurado la idea (quizá menos descabellada de lo que pudiera parecer) de que no está lejano el día en que los médicos receten un disco de Mozart, por ejemplo, para curar un ataque al hígado, o una pieza de Beethoven para aliviar o componer algún desorden intestinal.
Hay un algo en esas notas musicales que puede causar dramas irreparables o curar esos males, tanto del cuerpo como del alma, que la ciencia humana no ha podido aún desentrañar. Hay personas buenas que no se elevan a la contemplación divina si no es a los acordes de la música sagrada.
Anoche pensaba yo en todo esto mientras los dos eskimales sinfonizaban en el rincón oscuro de mi cocina con organillos de boca pequeños y baratos. Nunca digerí la cena tan bien como anoche.

Vida y milagros de un gato.
Todo el mundo conoce los perros de Alaska, o por lo menos ha oído hablar de ellos; pero ¿quién espera oír hablar de gatos en el país de los eternos hielos? Y, sin embargo, los tenemos.
Yo mismo tengo un gato que se llama Negrín. Lo adquirí para ayudar a las ratoneras de la despensa y del desván, y me lo dieron cuando sólo contaba nueve días. Es muy larga la historia de cómo le acostumbré a comer apenas nacido, cuando no era más que un bulto amorfo, negro, cegatón, atolondeado, llorón y antojadizo.
Al cumplir un mes, Negrín empezó a dar muestras de un talento nada vulgar. El repique del despertador le despertaba. Su oído extrafino me oía salir de las mantas y me venía a dar los buenos días a la cama mayando con mucho mimo.
Al cabo de varias tentativas frustradas lograba clavar las uñas en una manta y trepaba muy animoso. Aquellas mantas eran blandas y estaban calientes. En cambio los trapos de su cajón ni eran blandos ni muy calientes que digamos.
Negrín sacó la conclusión de que yo le estaba engañando y decidió acogerse al «ande yo caliente y ríase la gente». No hubo modo de evitar que se subiera a la cama. En ella dormía todo el día y sé escurría y bostezaba con un egoísmo y una galbana sin precedentes.
Al acostarme yo, me estrellaba contra un problema insoluble. El dormitorio es una esquina de la cocina y despacho sin puerta, para que se pueda calentar con la estufa central y común.
Echar a Negrín fuera de la pieza era matarlo de frío. Lo intenté, pero tuve que desistir, pues me trastornaba el juicio con aquellos mayidos afligidísimos. Dejarle adentro era darle libertad para subirse a la cama. Una noche que puse unos tablones a la entrada, trepó con mucho forcejeo y muchos arañazos y se vengó dando por tierra con todo el andamiaje.
Le dejé que se subiera. Subía por las mantas y caminaba despacio hacia la almohada, ronrroneando e implorando misericordia. Cuando le tuve al alcance, le agarré y le tiré por la entrada lo más lejos que pude. Vuelta a subírseme, y vuelta a volar por el espacio.
Cansado de ser pelota de tennis, discurrió una estratagema para salir con la suya, y fue ésta: aguardaba a que yo me durmiera, y luego se subía a la cama y dormía señorialmente.
Al despertar y verle allí, le agarraba y le echaba a volar por los aires. Ni aun así se amedrentó. Al oírme dormir, se subía a pasar la noche en las mantas, y al oír el repique del despertador saltaba y se escondía debajo de una silla.
Un día le puse un espejo delante, y al ver otro gato se llenó de celos y de rabia y lanzó al vidrio unos resoplidos feroces. Otro día inflé un baloncito de goma muy tenue que flotaba como una pluma al más ligero soplo. Negrín se puso a estudiar el aparato con una curiosidad científica y le rodaba de acá para allá con empujoncitos muy suaves hasta que impensadamente clavó una uña en el balón, que estalló como bomba de trimotor. Negrín erizó los pelos, dio un mayido de náufrago y huyó velocísimo a esconderse debajo de la cama.
Volví a inflar otro balón por la tarde, pero Negrín le miraba de reojo y a distancia como diciendo:
- ¡Te veo, besugo !
No descansa hasta que me hace una buena trapisonda, como subir al escritorio y volcar el tintero; meter la cabeza en un puchero sin poderla sacar hasta que lo rompe estrellándolo contra la estufa ; subirse a los plúteos y tirarme tres o cuatro libros que se desencuadernan del golpe y el susto; arrastrar un zapato que luego no encuentro en media hora de búsqueda malhumorada y regañona; agarrar el talón de un calcetín que me estoy poniendo y tirar él para afuera y yo para adentro hasta que me canso de bromas y hay truenos y relámpagos; meter el hocico en el chocolate para que del asco consiguiente le dé luego toda la taza, etc., etc.
Las niñas pequeñas del catecismo se disputan el honor de cogerlo y tenerlo en los brazos. La primera en llegar al catecismo tiene derecho a coger a Negrín y tenerlo mientras dure la catequesis que tenemos en la cocina.
Al oír la campana corren, o mejor, vuelan como gaviotas y, si llegan a la puerta varias a la vez, agarran el picaporte con mucho alboroto de voces y gritos hasta que irrumpen atropelladamente con muchas voces de triunfo y de protesta. Le acarician en español que me oyen y que ellas pronuncian correctamente.
El gato para mí es un misterio. Grotescamente egoísta, ni trabaja como el perro o el caballo, ni vale para la cazuela como el pollo o la ternera. Responde a las caricias con un arañazo. Tumbado en la almohadilla de un asiento, se cree rey del país y lo mira todo con el desprecio más olímpico.
La sensibilidad de Negrín es enigmática. En la manera de respirar me conoce si le voy a atusar a propinarle un mojicón. Hasta dicen que los gatos saben si el visitante los acaricia por amor a ellos o por adular y complacer al amo allí presente.
El pequeño Roberto, mi vecino mestizo, viene al salón con su velocípedo de tres ruedas y le ha enseñado a Negrín a tomar las manillas en ademán de guiar. No creo que me haya comido un solo ratón. No le gustan. Prefiere mayar y hacerse el famélico mientras yo como.
Cierto articulista cree que los que se aficionan a un perro son egoístas, porque el perro es noble y fiel y excelente compañero, mientras que los que se aficionan a un gato muestran ser desinteresados porque el gato no da más que mal por bien.
Y otro articulista cree que los que odian al gato son gente cruel y sin entrañas, enemiga de los niños y de las flores. Como es muy difícil conocerse a uno mismo, yo no sé en que categoría estaré; pero reúno las cualidades antagónicas de odiar a los gatos y de querer a los niños y a las flores.

Misterios de la gracia.

Ayer por la mañana me vinieron a decir que una vieja pagana me quería ver. Estaba acostada y hablaba con toda lucidez, pero estaba segura de que se iba a morir.
Acababa de ver ángeles que escoltaban a una Señora vestida de blanco y azul que la miró muchas veces, pero no la habló. La vieja no sabía qué hacer. Contó la visión a la hija, que se contentó con parecerla el caso raro y peregrino.
Por fin, la vieja decidió llamarme, pues se trataba de un asunto relacionado con la Religión, y para estos asuntos precisamente había ella oído decir que venían los Misioneros. La instruí por espacio de una hora, y, como creía ciegamente cuanto yo le decía, la bauticé y la llamé Margarita.
Al anochecer murió muy tranquila y se fue al cielo a devolver la visita a la santísima, Virgen. Este episodio, al parecer simplicísimo, es todo un tratado de Teología. La vieja que amaneció pagana, anocheció en el cielo. «Hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Tal vez oraciones silenciosas de monjas encerradas en su celda o arrodilladas ante el sagrario fueron escuchadas y Dios vinculó a ellas esta conversión. No fui yo el que la convirtió a Dios.
Yo nunca le había visto, ni sabía que existía la tal vieja. Me llamó, fui, la bauticé, se murió y se salvó. Yo no la salvé. La salvó la gracia; y la gracia es un don gratuito que da Dios a quien quiere, pero que de ley ordinaria lo da al que lo pide o a aquel para quien se pide.
El mismo pedirlo es un don de Dios. La oración influye con verdadera eficacia en personas alejadas a quienes jamás se ha visto. Instruir, predicar y refutar no son ciertamente tiempo perdido; pero mientras no intervenga la oración suplicante, es poco menos que perder el tiempo.
La victoria del pueblo de Dios contra los Amalecitas dependía de que los brazos de Moisés estuviesen levantados hacia el cielo suplicantes, o caídos en inercia estéril. Asimismo leemos que el patriarca Abraham y diez justos tenían en sus manos la suerte de Sodoma y Gomorra.
No se desalienten las almas buenas que quisieran ser misioneras de infieles y se ven impedidas por circunstancias ajenas a sus deseos. La monja callada, el zapatero que remienda y clavetea, el estudiante, la sirvienta, el centinela del cuartel... todos, pueden orar y sacrificarse por la conversión del mundo infiel y cooperar activa y eficazmente en la salvación de los paganos.

Un episodio típico.

Alaska nunca dejó de ser Alaska. Se la llama «el país de los eternos hielos», y con razón. Me acaban de dar una noticia típica de las regiones árticas.
Vivían a veinticinco kilómetros de aquí un padre y dos hijos que se habían quedado sin madre la primavera pasada. Una vez al mes venía el hombre con su trineo cargado de truchas heladas, que trocaba por comestibles en el almacén o en diversas casas particulares. Los rapaces pasaban el día cortando leña y poniendo lazos en el bosque, donde nunca faltan conejos y liebres.
Hace dos meses se le echó de menos al buen hombre, pero nadie se preocupó cosa mayor, por ser corriente aquí vivir de solo pescado meses y hasta inviernos enteros.
El otro día pasó por su choza un cazador y al abrir la puerta se encontró con que los tres dormían en el suelo sin respirar siquiera y con los ojos abiertos como las liebres. Los llamó y hasta les dio golpecitos con el pie, mas los durmientes no despertaban. Estaban muertos!
El padre se había sentido indispuesto, pero siguió levantado hasta que ya no pudo más y una mañana no se levantó. Empeoró, le faltó todo, perdió el conocimiento y se murió.
Los niños se extrañaron del caso, pero la estolidez e indolencia nativas prevalecieron una vez más y no se preocuparon de engancharlos perros y venir a darnos la noticia. Poco a poco se les fueron acabando las provisiones, y como estaban flacuchos y tenían frío, se metieron entre mantas junto al cadáver de su padre y allí perecieron de hambre y de frío.
Los tres cadáveres semejan sendas estatuas de granito por la rigidez y dureza que tienen; helados y en posturas informes; sin oler mal; como fósiles de edades prehistóricas hallados en las grietas de un glaciar. Los eskimales de por aquí se comunican la noticia con toda naturalidad.

El silencio de las obras de Dios.

Ayer bauticé a diez personas, y hoy día de Pascua recibieron por primera vez la sagrada Comunión. La Iglesia, grano de mostaza que brotó en Jerusalén, ha venido extendiendo sus ramas por toda la faz de la tierra y hoy nos llega el efecto benéfico de su sombra aquí a las lomas del Polo Norte.
La única iglesia católica al norte del Círculo Polar Ártico es ésta de Kotzebue. Quedan aún aldeas norteñas en las que no has puesto los pies ningún sacerdote católico.
Seis de los ayer bautizados son oriundos de esas aldeas y uno nació en Barrow, que es el cabo más norteño de todo Alaska. Son mis feligreses. Escucharon las instrucciones todo el invierno y abrazaron la Fe con ingenuidad edificante.
Kotzebue es una trinchera excavada aquí, en el frente avanzado del Evangelio, y se libran en ella batallas tan calladas como importantes. Los rusos y finlandeses se batieron a muerte en desiertos barridos por la cellisca y en bosques repletos de nieve con neblina espesa por firmamento.
Todo el mundo se estremeció y siguió con admiración los vaivenes de aquella guerra llevada a cabo con cañones y tanques anillados. Con tanto ruido y explosiones estruendosas no se consiguió más que destruir viviendas, matar hombres y ensanchar territorios.
Las obras de Dios se hacen sin ruido de tanques, sin estruendo de cañones, sin segar en flor vidas preciosas y sin ametrallar hogares pacíficos.
Desafiando nieves eternas y hielos perpetuos, tormentas frigidísimas y meses invernales tenebrosos, los Misioneros de Alaska avanzan y conquistan calladamente, y sus conquistas son almas inmortales que se salvan y serán felices eternamente dando gloria a Dios con sus ángeles y santos.
El silencio de las obras de Dios me impresiona vivamente. La tierra y todo el mundo sideral giran y caminan por los espacios a velocidades fantásticas, y sin embargo de tan vertiginoso rodar nos extasiamos ante la paz del campo y la serenidad de la noche estrellada.
Fabrica el hombre una locomotora, un trimotor, un automóvil... objetos menos que microscópicos comparados con la Creación, y todo es ruido de hierro y maquinaria que ensordece y, desgasta los nervios y enloquece. Un boxeador resulta campeón en un encuentro a puñetazos, y el mundo lo comenta. Se convierte a Dios un corazón, y nadie lo ve.

Miedo a los muertos.

El aeroplano de Nome nos trajo una enferma que llevaron al hospital en un trineo, arrastrado por la chiquillería que se había apiñado en derredor del aeroplano.
Sé llamaba Ana Jacoba, eskimalita de dieciocho años. Cuando me quise enterar de quién era, ya había fallecido. No duró más que unas horas. Me dijo el médico que había sido, un disparate traerla, pues la tisis la tenía poco menos que difunta.
Resultó que Jacoba había estado seis años cabales en nuestra escuela de Pilgrim Springs, donde había sido Hija de María, según me lo dijo una de las jóvenes que había convivido con ella algunos años.
Debido a la tormenta que nos ha venido flagelando, dispuse posponer el entierro hasta que amainase el vendaval. El cadáver, envuelto en una sábana, descansó en una choza que yo cerré con candado.
Ayer fui con el ataúd, que me ayudó a fabricar un cojo, y hallé el cadáver tan sólidamente helado que su rigidez se podía comparar con la de una estatua de bronce.
Resultó que los codos caían un poco fuera del cuerpo, lo suficientemente para que el ataúd resultase estrecho. Todos los esfuerzos para doblegar aquellos brazos de acero resultaron inútiles. La idea de tener que fabricar otro ataúd me mortificaba mucho y estuve a punto de serrar los brazos; pero lo consideré tentación de Satanás y de mi holgazanería ingénita, y la rechacé.
Hicimos otro ataúd, y esta vez con buen éxito. Clavé yo mismo la cubierta y lo arrastramos en trineo hasta mi casa. Siguiendo la costumbre de aquí, pusimos la difunta en la iglesia para enterrarla al día siguiente, que es hoy.
Todas las noches, antes de acostarme, abro una puerta de la cocina y entro en la iglesia, donde tengo el consuelo de rezar arrodillado ante el sagrario. Pido allí a Dios por los bienhechores, por los parientes y amigos, por los que me escriben y encomiendan a Dios y por cien necesidades más.
Pero anoche no hubo manera de entrar en la iglesia. El cadáver estaba a tres metros del sagrario y no tuve valor para entrar a tientas y rezar solo y de noche junto al cadáver.
Quise probar con luz, pero tampoco me atreví a abrir la puerta. Estábamos pared por medio; pero yo me consideraba sano y salvo mientras la puerta estuviera cerrada. La cuestión era no abrir la puerta. Me indigné sonrojado y avergonzado y me llamé los nombres más despectivos; pero ¡cá!, la puerta siguió cerrada.
¿Por qué será eso? ¿Qué daño me puede hacer a mí una chica, muerta y metida en una caja que yo mismo hice y cuya tapadera yo mismo clavé y arremaché? Es como el temor de las señoras a los ratones. Desde niño se me metió en los huesos; el temor a los muertos y estoy viendo que voy a llegar a viejo sin poder echarlo de mí.
Hasta he llegado a preguntarme si cuando me muera me llegaré a tener miedo a mí mismo, Por si alguno padece de esta misma enfermedad, quiero tranquilizarle desde estas líneas y asegurarle que no tenga miedo a mi cadáver; que soy persona pacífica y no pienso resucitar para meter miedo a nadie.

A 60 grados bajo cero.

Estamos sufriendo la temperatura más baja que se ha registrado en muchos años. Hoy es el quinto día de temperatura inferior a 50 grados bajo cero. Ha habido ratos de 62 grados bajo cero.
Esta temperatura no es fenómeno raro en el interior de la península donde, merced a la altura elevadísima sobre el nivel del mar, el aire es muy seco y saludable y el ambiente es poco menos que el paraíso de los leñadores del bosque con el hacha, la pipa y la botella de ron; pero aquí, en la costa helada y brumosa, saturada de humedad y de neblina, 50 grados bajo cero son algo imponente. No hace viento alguno perceptible, como si el aire estuviera encerrado en un fanal. El humo de las chimeneas sale remolón y desganado y se apiña en nubarrones flotantes que se espesan y nos impiden ver la bóveda celeste.
Por el placer insano de sentir en el cutis los efectos de la temperatura, salí a la calle y pude experimentar lo pesado de la respiración y el dolor que cada anhélito produce en el interior de las narices, cuya mucosidad se congela y forma como un vallado a lo largo de los conductos nasales.
En la palangana que saqué conmigo, el agua se cubrió visiblemente de una telilla de hielo rizoso que se fue espesando a ojos vistas.
Estas temperaturas infames sobre un suelo de glaciar son la causa de que no tengamos por aquí Cármenes de Granada, ni Huertas de Murcia o de Valencia, ni Planas de Castellón, ni viñedos manchegos o jerezanos. Miro por centésima vez al termómetro que se ha estancado en los 60 grados y unas décimas bajo cero. Cuando se lo escriba a mis amigos de España, ya sé la respuesta:
- ¡Pero cómo exagera ese hombre!
Por eso me da un gustazo salvaje mirar a la columna de mercurio y convencerme de que no exagero.

Un tarrito de miel.

Está visto que da buen resultado escribir a monjas. No sólo por el cúmulo de oraciones y sacrificios ofrecidos por el bienestar de mi alma a cambio de historietas eskimales completamente fidedignas, sino también por las ganancias que se derivan para el cuerpo, ya que, dicho sea con perdón, tripas llevan corazón, y no viceversa.
A una monja franciscana de Filadelfia, en los Estados Unidos, la visitó su madre, y en el curso de la conversación salió a relucir la Misión de Kotzebue. El resultado no pudo haber sido más satisfactorio.
A instancias de la fervorosa monja, su madre me mandó un paquete con dos litros de miel, un tarro de aceitunas, dos latas de jamón en conserva, una caja de galletas finas y un vaso repleto de la novísima invención «mantequilla de cacahuate» que, se pone en el pan y sabe muy rica.
Al sentarme a la mesa, con e1 pote de miel delante, me viene una sonrisa curiosa como si acabase de ganar una batalla o me hubiera tocado el premio gordo. Miel en las lomas del Polo Norte es un lujo tan extravagante que ni al mismo Satanás se le había ocurrido tentarme por ahí y abrir así un boquete en el muro de la santa pobreza.
Pero ni Satanás con su soberbia y egoísmo, ni yo con mi ceguera e ignorancia, conocemos los límites de la bondad maternal de Dios nuestro Señor. Dios me trajo esa miel y me la puso delante para que luego no me queje cuando me crea solo y abandonado en este rincón remotísimo del globo.
Leí en una revista de Misiones un artículo en el que se hablaba de los «bizarros y aguerridos Misioneros que se baten con denuedo en las avanzadas» y «sucumben heroicamente como bravos al pie del cañón», y me pregunto a mí mismo si también yo seré bravo y aguerrido y todas esas cosas, o si más bien me señalo en encuentros a muerte con potes de miel y aceitunas en conserva.
Creo que en esto, como en todo, un dorado término medio es lo más próximo a la verdad. Ni tanto cabello que se arrastre, ni tan calvo que se le vean los sesos.

Los ricos, las mujeres, los pobres y el Evangelio.

Hoy, como hace 2,000 años, el reino de los cielos es de los pobres de espíritu. Al final de un escrutinio cuidadoso y paciente he averiguado que los únicos que me han ayudado y ayudan con sus limosnas son gente más bien pobre que rica. En los Estados Unidos lo mismo que en España.
El rico es la persona más miserable y deleznable de la humanidad. Tiene un pánico mortal a interesarse por obras de caridad y de celo apostólico, que pueden aligerarle el bolsillo.
Para llevar adelante sus empresas necesita grandes cantidades pecuniarias y todo ello se revuelve en un círculo vicioso de dinero, que produce dinero y que se necesita para que lo siga produciendo, so pena de una quiebra lamentable.
El rico no tiene atisbos del gozo que inunda al alma cuando se sacrifica uno hasta que duela. Vive con el temor continuo de la posibilidad de venir a menos, y su vida es la de un criminal no descubierto, que ve pasar ante sí guardias civiles y policías.
Son los pobres, los de la clase media, los medianamente acomodados los que sostienen sobre sus hombros en lo material la empresa divina de la evangelización del mundo pagano.
Cada vez que recibo un giro de sirvientas de San Sebastián, Bogotá, Buenos Aires y Nueva York me confirmo más en la tesis que estoy defendiendo.
En primer lugar los ricachones no tienen religión. Si la tuvieran, no osarían aparecer como seguidores del que nació en la cueva de Belén y murió desnudo en una cruz. El rico nace para vivir una vida puramente animal, que termina como todos sabemos en el cementerio. Hay excepciones, naturalmente, y cada rico debiera considerarse una excepción.
Las limosnas que sostienen la Misión de Alaska vienen de personas poco adineradas. Vienen también por lo común de señoras, de señoritas y de niños.
Las mujeres tienen el corazón más tierno ; las señoritas se entusiasman con las obras de celo en pro de la salvación de las almas ; los niños sienten un orgullo noble en considerarse salvadores de almas ayudando con sus ahorrillos al Misionero.
Los hombres son una calamidad en este punto. De cada doce limosnas que me llegan, diez son de mujeres. De aquellas mujeres que seguían a Jesucristo y a su Colegio Apostólico y les servían y ayudaban en todo. Aquellas mismas mujeres que estaban de pie junto a la cruz del Salvador, mientras los mismos Apóstoles estaban desperdigados poco menos que en masa.
Es la madre que no duerme en una semana si el niñito está enfermo de gravedad en la cuna. El padre duerme ocho horas seguidas al cuarto día de vela. La madre resiste el doble y la parece que no está cansada.
Los Estados Unidos tienen 30.000 sacerdotes y 124.000 monjas. Alaska tiene treinta y cinco Misioneros y setenta monjas.
Es decir, que en el servicio directo de Dios las mujeres se elevan sobre los hombres de los hombros para arriba.
Y ya, en las Misiones mismas, el Misionero no tiene dificultad en bautizar mujeres y niños. Son los hombres los fríos e indiferentes que están demasiado atareados para ocuparse en pequeñeces como instruirse y bautizarse.
Y, si se bautizan y llevan vida católica, es porque son pobres. Si acaece que los negocios vienen buenos y mi bautizado pobre se hace rico, da un adiós a la religión, que dura mientras duren los cuartos.
Cuando me llega el correo y leo las cartas, las primeras que contesto, y con verdadero placer, son las cartas de los pobres. Estas cartas son las que, después de Dios, sostienen al Misionero y le hacen llevadera y soportable esta carga, que no tiene nada de ligera.
Dios, que nació y murió pobre, escogió pobres pescadores para divulgar el Evangelio. San Pablo notó que la gran mayoría de los convertidos era gente pobre.
Aquí mismo, en Kotzebue, los únicos genuinamente ateos son cuatro blancos que son los más ricos de la población. La Iglesia, que comenzó pobremente, se está esparciendo por el mundo merced a la acción incansable de los pobres. Pobre el Misionero, pobres los que la mantienen, pobres los convertidos y en un estado de humildad pobrísima el mismo Jesucristo Sacramentado.
Pero debemos enorgullecernos por ello y tenerlo a verdadera honra. No fue de nosotros de quien se dijo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los cielos.

LA VIRGEN MARIA

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de Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.

¿COMO HONRAR A MARIA?
(Continuación)

468.- El culto de María vivifica nuestra fe. María conservaba la fe dentro de su corazón, no como un tesoro sin vida e incapaz de comunicarle, sino que moldeó toda su vida según esa fe. Esta fe viva de María es la segunda lección importante para nosotros. El Reino de DIOS, dijo en cierta ocasión el Señor, es semejante a la levadura que tomó una mujer y la revolvió en tres medidas de harina, hasta que hubo fermentado toda la masa, San Lucas 13,21. Con ello nos enseña que nuestra fe ha de ser levadura que haga fermentar toda nuestra vida. Ella, no solamente tomaba nota de los acontecimientos de la vida de Jesús y de sus palabras, sino que además, iba ponderándolas en su corazón, San Lucas 2,19; es decir, al orar y trabajar, al descansar y estando atareada, pensaba en ellos continuamente y conforme a los mismos, moldeaba su vida. Así como fue María quien dio cuerpo al Hijo de DIOS bajado a la tierra, en la vida de María fue donde tomaron cuerpo con la mayor perfección posible las enseñanzas y la religión de su Hijo. Fue la que mejor escuchó y cumplió.

469.- Nunca hubo ni habrá un hombre que en su alegría y en su dolor, en sus anhelos y planes, en sus virtudes y sacrificios, haya dado vida con tal fidelidad y de un modo tan triunfal al espíritu del cristianismo como la Virgen Bendita. El mismo Jesús dio testimonio de ello. en cierta ocasión, una mujer que le seguía entre la multitud, viendo las obras maravillosas del Señor, y oyendo sus palabras divinas, exclamó con entusiasmo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron, San Lucas 11,27. Y el Señor le contestó: Bienaventurados más bien los que escuchan la Palabra de DIOS y la ponen en práctica, San Lucas 11,28.

470.- Jesús no contradice a la mujer; todo lo contrario, amplía el sentido de sus palabras. No dice que no hay motivo de alabar a su Madre, sino que realmente tal motivo es doble; primero porque por su maternidad está unida con El con lazos de sangre; segundo, y el más poderoso, porque por su fe tiene con El un parentesco espiritual, y conservaba en el corazón, y las vivió, las palabras del Hijo, San Lucas 2, 19.51, mejor que cualquiera de sus discípulos.

471.- En el primer punto no podemos imitar a María, pero sí en el segundo. Sabemos muy bien como el camino más seguro para el que quiere seguir a María, ser digno de Ella y parecérsele, es la fe ardiente y abnegada, viva en Jesucristo. Fe que no es mera palabra ni mero sentimiento, sino también y principalmente, vida y fuerza divina que transforma nuestra vida propia.
Nos fijamos en lo que María dice a los criados en las bodas de Caná. Atended al Señor y haced lo que El os diga, San Juan 2,5. Así, pues, si honramos a María, no nos detenemos en Ella, sino que por Ella vamos a Cristo.

472.- Otro argumento, otro testimonio elocuente de que todas las manifestaciones de nuestro culto Mariano vivifican realmente nuestra fe y en último grado se dirigen al culto de DIOS y están saturadas del homenaje que debemos al Señor, es cada línea del sublime cántico del Magniticat, que resuena cada día miles de veces en todas las Iglesias y oraciones del mundo católico, cántico que el alma de la Virgen María, embriagada por el amor divino, entonó por vez primera en casa de Santa Isabel.

EL PAPA

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“El Papa subraya la preocupante separación de razón y libertad en algunos países y el consiguiente peligro de una dictadura del relativismo”

Miércoles, 16 dic. Gran entusiasmo, cantos y olas humanas esta mañana cuando ha llegado Benedicto XVI a la Aula Pablo VI, para presidir la tradicional audiencia general de los miércoles a unos 9 mil fieles y peregrinos, llegados de todo el mundo. El grupo más numeroso ha sido el que formaban los 2 mil quinientos legionarios de Cristo que iban acompañados por los miembros del Movimiento Regnum Christi.

En su catequesis, dedicada hoy a la figura de Juan de Salisbury, teólogo medieval del siglo XII, el Papa ha destacado que en nuestra época, “sobre todo en algunos países, asistimos a una disgregación preocupante entre la razón, que tiene como tarea descubrir los valores éticos legales relacionados con la dignidad de la persona humana, y la libertad, que tiene la responsabilidad de acogerlos y promoverlos”.

Contrastando la situación actual con la obra de Juan de Salisbury, el Pontífice ha observado “que son conformes con la equidad sólo las leyes que tutelan la sacralidad de la vida humana y rechazan la licitud del aborto, de la eutanasia y de las frívolas experimentaciones genéticas. Son justas las leyes que respetan la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, que se inspiran en la correcta laicidad del Estado, lo cual comporta siempre la salvaguarda de la libertad religiosa, y que persiguen la subsidiariedad y la solidaridad a nivel nacional e internacional”.

De otro modo, ha advertido el Papa, “acabaría por instaurarse la que Juan de Salisbury define la tiranía del príncipe, y que nosotros llamamos la dictadura del relativismo”. “Existe -ha dicho el Papa- una verdad objetiva e inmutable, cuyo origen está en Dios, accesible a la razón humana y que se refiere al obrar práctico y social. Se trata de un derecho natural, al cual las leyes humanas y las autoridades políticas y religiosas deben inspirarse, con el fin de promover el bien común”.

03/01/2010
Ángelus: la historia tiene un sentido, porque está “habitada” por la Sabiduría de Dios cuyo designio es un proyecto de amor que genera libertad.

26/12/2009
El Papa recuerda el martirio de san Esteban, testimonio del sentido más profundo de la Navidad y afirmación de una “civilización del amor” más fuerte que el mal y que la violencia.

23/12/2009
Audiencia general: el Papa invita a los fieles a celebrar el nacimientos de Dios con fervor profundo, con serenidad y sencillez.

16/12/2009
Audiencia general: el Papa subraya la preocupante separación de razón y libertad en algunos países y el consiguiente peligro de una dictadura del relativismo.

13/12/2009
Ángelus: el nacimiento es “escuela de vida”, donde aprender el secreto de la felicidad, que no es poseer cosas, sino sentirse amados por el Señor.

12/12/2009
Relaciones bilaterales, valores e la familia y Balcanes, temas centrales del encuentro de Benedicto XVI y el primer ministro de Albania.

08/12/2009
Ángelus: Benedicto XVI invita a encomendarle a la Inmaculada a cada uno de nosotros, nuestras familias y toda la Iglesia y al mundo entero.

06/12/2009
Ángelus: en el camino hacia la Navidad, el Papa recuerda que la conversión y el corazón justo, son la preparación hacia la venida de Jesús al mundo.

02/12/2009
Audiencia general: el Papa indica el amor como energía principal del alma humana y fuente de verdadera alegría “pero aprender a amar requiere un largo y comprometido camino”

Ángelus: La historia tiene un sentido, porque está “habitada” por la Sabiduría de Dios cuyo designio es un proyecto de amor que genera libertad.

Domingo, 3 ene. “¡En este Domingo segundo después de Navidad y primero del año nuevo estoy muy contento de renovar a cada uno mis deseos de todo bien en el Señor! Problemas no faltan ni en la Iglesia ni en el mundo, así como en la vida cotidiana de las familias. Pero, gracias a Dios, nuestra esperanza no tiene en cuenta sus improbables pronósticos ni tampoco, siendo importantes, las previsiones económicas”. Con estas palabras Benedicto XVI ha comenzado su breve alocución previa al rezo mariano del Ángelus ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de san Pedro del Vaticano.

“Nuestra esperanza está en Dios, no en el sentido de una genérica religiosidad, o de un fatalismo encubierto de fe. Nosotros confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de manera completa y definitiva su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, para guiarnos a todos a su Reino de amor y de vida. Ésta es la gran esperanza que anima y a veces corrige nuestras esperanzas humanas”.

Y refiriéndose después a las tres lecturas bíblicas que la liturgia de este segundo domingo después de Navidad nos propone, Benedicto XVI ha subrayado que estos textos afirman que Dios no solamente es el creador del universo aspecto común también para otras religiones- sino que es Padre, que “nos eligió antes de la creación del mundo … predestinándonos a ser hijos adoptivos suyos” (Ef 1,4-5) y que por esto ha llegado al punto inconcebible de hacerse hombre: “el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios, ha proseguido el Papa, ha sido preparado en el Antiguo testamento, en particular allí donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley Mosaica.

“Queridos amigos, ésta es la verdadera razón de esperanza de la humanidad: la historia tiene un sentido, porque está 'habitada' por la Sabiduría de Dios. Y sin embargo, el designio divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad. El Reino de Dios viene ciertamente, es más, ya está presente en la historia y gracias a la venida de Cristo, ha vencido ya la fuerza negativa del maligno. Pero cada hombre y mujer es responsable de acogerlo en la propia vida, día a día. Por esto, también el 2010 será más o menos 'bueno' en la medida en la que cada uno, según la propia responsabilidad, sabrá colaborar con la gracia de Dios”

El Santo Padre ha pedido a todos los fieles, presentes en la Plaza de San Pedro que se dirijan a la Virgen María, para aprender de Ella este planteamiento espiritual. “El Hijo de Dios ha tomado carne de Ella con su consentimiento”. Por lo que cada vez que el Señor quiera dar un paso hacia adelante, con nosotros, hacia la “tierra prometida”, llama primero a nuestro corazón, espera, por decirlo de alguna forma, nuestro “sí”, en las cosas pequeñas y en las grandes opciones.

“¡Que María -ha exhortado el Papa- nos ayude a acoger siempre la voluntad de Dios, con humildad y valentía, para que también las pruebas y los sufrimientos de la vida cooperen a acelerar la venida de su Reino de justicia y de paz”.

CARATULA

miércoles, 17 de febrero de 2010

mensaje

Las visitas de la Virgen siempre nos traen a Jesús, y nos lleva a Jesús. Y para ello, para verle con toda su plenitud, es importante la limpieza del corazón, la limpieza del alma, quitándonos todo pecado. Y algunos todavía siguen pensando y diciendo: ¿y por qué tengo que confesarme con un hombre pecador, que es como los demás o peor? Sencillamente porque Jesús así lo quiso en San Juan 20, dándonos al Espíritu Santo y la potestad de juzgar y perdonar o no, según se vea la disposición del penitente. Pudo poner Ángeles en el sacerdocio, pero quiso poner hombres de carne y hueso. Así lo manda también el apóstol Santiago en su carta. El Papa se confiesa ante otro sacerdote, los Obispos se confiesan con cualquier sacerdote que ellos quieran; y los sacerdotes también; y con frecuencia, que ayuda mucho para superarnos. Yo me confieso cada quince días; y el sacerdote que me confiesa, luego se confiesa él conmigo. Porque podemos perdonar los pecados de otros, pero los nuestros no.

Los médicos también tienen que ir a otro médico, y también se mueren. Y si vamos al médico porque ha estudiado, también los sacerdotes hemos estudiado, y además, tenemos al Espíritu Santo en el Sacramento del Orden. San Agustín te dice: o Confesión o condenación. Porque si no te lavas, estás sucio, y si no comes, te mueres; pasa en el cuerpo, y pasa en el alma.

Padre Juan, Serviam.

HOMILIA 35

No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la madre de su hija, y a la nuera de su suegra. Y los enemigos del hombre son los de su propia casa. Mateo 10,34 .

170.- No viene a traer paz sino espada.
1. Nuevamente presenta el Señor cosas duras, y con mucha energía por cierto, saliendo al paso de la objeción que podía ponérsele. Podían, en efecto, haberle dicho sus oyentes: ¿Luego tú has venido para matarnos a nosotros y a quienes nos sigan y llenar de guerra al mundo? Mas es Él quien les dice primero: No he venido a traer paz a la tierra. Entonces, ¿cómo es que les manda que al entrar en cualquier casa saluden con saludo de paz? ¿Cómo es también que los ángeles cantaron: Gloria a Dios en lo más alto y en la tierra paz? San Lucas 2, 14. ¿Cómo, es, en fin, que todos los profetas la anunciaron como noticia buena? Porque la paz principalmente consiste en cortar lo enfermo y en separar lo rebelde.

171.- Sólo a este precio se puede unir el cielo con la tierra. De este modo, cortando lo ya incurable, el médico salva el resto del cuerpo, y apartando los elementos de discordia, salva el general al ejército. Tal sucedió también en la torre famosa. Una paz mala deshizo una saludable discordia, y de ahí vino la verdadera paz. Génesis 11, 1-9. De este modo también Pablo trató de disociar a los que estaban muy de acuerdo contra él. Actos 23, 6-10. En el caso de Naboth, la concordia entre Acab y Jezabel fue peor que cualquier guerra. 1º Reyes 2,1-14. No siempre la concordia es buena; pues muy concordes entre sí andan también los bandoleros. La guerra, pues, no es obra que el Señor intente, sino que viene de la disposición de los hombres.

172.- Él ciertamente querría que todos los hombres tuvieran un sentir único en orden a la religión; mas como los sentires están en desacuerdo, de ahí la guerra. Sin embargo, no se lo dijo así, ¿Qué les dijo, pues? No he venido a traer la paz. Era un modo de consolarlos. No penséis, viene a decirles, que tenéis vosotros la culpa de esta guerra; soy yo quien la preparo, por estar los hombres en tales disposiciones. No os turbéis, pues, como si aconteciera algo inesperado. Yo he venido justamente para traer la guerra. Ésta es mi voluntad. No os turbéis, pues, de que la tierra arda en guerras e insidias. Cuando lo malo quede separado, entonces se unirá el cielo con lo bueno. Todo esto les decía, preparándolos contra la mala sospecha de que el vulgo les haría blanco. Y notad que no usó la palabra “guerra”, sino otra más enérgica: la espada.

173.- Y si esto suena con dureza y desagradablemente, no hay por qué maravillarse. El Señor quería ejercitar el oído de sus discípulos con la aspereza de las palabras, a fin de que, puestos en la dificultad de las cosas, no se volvieran atrás, y conforme a eso modela sus sentencias. Que no viniera luego nadie diciendo que los había convencido a fuerza de halagos y echando un velo sobre lo difícil. De ahí que lo mismo que podía haberles dicho de otro modo, se lo explica de éste, más desagradable y espantoso. Más valía, en efecto, que la realidad se mostrará un poco más blanda que no las palabras respecto a la realidad.

174.- Qué guerra trae el Señor.-
De ahí que ni aun con eso se contentará, sino que, desenvolviendo más particularmente qué clase de guerra venía a traer, les hace ver que era más dura que una guerra civil, y así les dice: He venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra. No sólo los amigos, dice, no sólo los ciudadanos, los parientes mismos, se levantarán unos contra otros y la naturaleza misma se escindirá contra sí misma. Porque yo he venido, dice, a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra. Porque no es ya que la guerra sea entre domésticos, sino que se enciende entre los más queridos y allegados. Ahí tenéis una buena prueba del poder del Señor, pues oyéndole decir tales cosas, las aceptaron sus discípulos, y éstos persuadieron a otros a que también las aceptaran.

175.- Sin embargo, no era Él autor de ellas, sino la propia maldad de los hombres. Ahora, que Él diga ser quien lo hace, es modo ordinario de hablar de la Escritura. Así dice en otra parte: DIOS les dio ojos para que no vieran. Isaías 6,9. De modo semejante se expresa aquí el Señor. Es que quería, como antes he dicho, que, meditando sus discípulos en sus palabras, no se turbaran cuando fueran insultados y maltratados. Ahora bien, si hay quienes piensan que estas palabras son demasiado duras, acuérdense de la historia antigua. En los pasados tiempos acontecieron hechos que demuestran perfectamente el parentesco entre uno y otro Testamento y cómo el que ahora dice esto es el mismo que antaño mandara lo otro.

176.- Porque fue así que en la historia del pueblo judío hubo ocasiones en que sólo cuando cada uno hubo dado muerte a su vecino, sólo entonces se calmó la cólera divina; por ejemplo, cuando fundieron el becerro de oro y cuando se iniciaron en los ritos del Beelphegor. Éxodo 32, 26-30; Números 25. ¿Dónde están, pues, ahora los que sueñan con que el DIOS del Antiguo Testamento es malo, y el del Nuevo bueno? ¡Bueno, cuando ha llenado el mundo de sangre de parientes! Sin embargo, nosotros afirmamos que aun esto es obra de su amor a los hombres. De ahí justamente que para hacer ver que es el mismo que el que ordenó lo antiguo, recuerda el Señor una profecía, que, si bien no se dijo a este propósito, viene, sin embargo, a expresar lo mismo. ¿Qué profecía es ésa?

177.- Los enemigos del hombre son los de su propia casa. Miqueas 7,5-6. Porque también entre los judíos aconteció algo semejante a lo que aquí dice el Señor. Había entre ellos profetas y pseudo profetas. El pueblo andaba dividido y las familias estaban escindidas. Unos se adherían a unos y otros a otros. De ahí la exhortación del profeta: No creáis a los amigos, no os fiéis de vuestros guías. Guárdate de la propia compañera de tu lecho y no le confíes secreto alguno, pues los enemigos del hombre son sus propios domésticos. Así hablaba el Señor, porque quería que el que había de recibir su palabra estuviera por encima de todas las cosas. Porque lo malo no es el morir, sino el mal morir. Por eso dijo también: Fuego he venido a traer a la tierra. San Lucas 12,49. Palabras con que nos significa la vehemencia y ardor del amor que nos exige.

178.- Como Él nos ha amado tanto, así quiere también ser amado de nosotros. Estas palabras tenían que templarlos para la lucha y levantarlos por encima de todo. Porque si los otros, les viene a decir, tendrán que menospreciar parientes, hijos y padres, considerad qué tales habremos de ser nosotros maestros de ellos. Porque las cosas arduas de mi doctrina no han de terminar en vosotros, sino que pasarán también a los que después de vosotros vinieren. Porque, como yo he venido a traer grandes bienes, también exijo grande obediencia y resolución.

179.- Amor sobre todo amor.-
El que ama a su padre o a su madre por encima de mí, no es digno de mí. Y el que ama a su hijo o a su hija por encima de mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no es digno de mí. Mirad la dignidad del Maestro. Mirad cómo se muestra a sí mismo hijo legítimo del Padre, pues manda que todo se abandone y todo se posponga a su amor. Y ¿qué digo, dice, que no améis a amigos ni parientes por encima de mí? La propia vida que antepongáis a mi amor, estáis ya lejos de ser mis discípulos. ¿Pues qué? ¿No está todo esto en contradicción con el Antiguo Testamento? ¡De ninguna manera! Su concordia es absoluta. Allí, en efecto, no sólo aborrece a DIOS a los idólatras, sino que manda que se los apedree, y en el Deuteronomio, admirando a los que así obran, dice Moisés: El que dice a su padre y a su madre: No os he visto; el que no conoce a sus hermanos y no sabe quiénes son sus hijos, ése es el que guarda tus mandamiento. Deuteronomio 33,9.

180.- Y si es cierto que Pablo ordena muchas cosas acerca de los padres y manda que se les obedezca todo, no hay que maravillarse de ello, pues sólo manda que se le obedezca en aquello que no va contra la piedad para con DIOS. Y, a la verdad, fuera de eso, cosa santa es que se le tribute todo honor. Más, cuando exijan algo más del honor debido, no se les debe obedecer. De ahí que diga San Lucas: El que viene a mí y no aborrece a su padre, y a su madre, y a su mujer, y a sus hijos, y a sus hermanos, más aún, a su propia vida, no puede ser mi discípulo. San Lucas 14, 26. Sin embargo, no nos manda el Señor que los aborrezcamos de modo absoluto, pues ello sería sobremanera inicuo. Si quieren, dice, ser amados por encima de mí, entonces, sí, aborrécelos en eso. Pues eso sería la perdición tanto del que es amado como del que ama.

181.- Hay que aborrecer la propia vida.-
2. Con este modo de hablar quería el Señor templar el valor de los hijos y amansar también a los padres que tal vez hubieran de oponerse al llamamiento de sus hijos. Porque, viendo de su fuerza y poder era tan grande que podía separar de ellos a sus hijos, desistieran de oponérseles, como quienes intentaban una empresa imposible. Luego por que los padres mismos no se irritarán ni protestarán, mirad cómo prosigue el Señor su razonamiento. Después que dijo: El que no aborrece a su padre y a su madre, añadió: Y hasta a su propia vida. ¿A qué me hablas, dice, de padres y hermanos y hermanas y mujer? Nada hay más íntimo al hombre que su propia vida. Pues bien, si aun a tu propia vida no aborreces, sufrirás todo lo contrario del que ama, será como si no me amaras.

182.- Y no nos manda simplemente que la aborrezcamos, sino que lleguemos hasta entregarla a la guerra, a las batallas, a la espada y a la sangre. Porque el que no lleva, dice, su cruz y sigue en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque no dijo simplemente que hay que estar preparado para la muerte violenta, sino también para la ignominia. Nada, sin embargo, les dice todavía de su propia pasión, pues quería que, bien afianzados antes en estas enseñanzas, se les hiciera luego más fácil de aceptar lo que sobre ella había de decirles. Ahora bien, ¿no es cosa de admirarse y pasmarse que, oyendo todo esto, no se les saliera a los apóstoles el alma de su cuerpo? Porque lo duro por todas partes se les venía a las manos; el premio, empero, estaba todo en esperanza.

183.- ¿Cómo es, pues, que no se les salió? Porque era mucha la virtud del que hablaba y mucho también el amor de los que oían. De ahí que ellos, que oían cosas más duras y molestas que las que se mandaron a aquellos grandes varones, Moisés y Jeremías, permanecieron fieles al Señor y no le contradijeron.

184.- El que pierde su vida, la gana.-
El que hallare, dice, su vida, la perderá, y el que perdiere su vida por causa mía la encontrará. ¿Veis cuán grande es el daño de los que aman de modo inconveniente? ¿Veis cuán grande la ganancia de los que aborrecen? Realmente, los mandatos del Señor eran duros. Les mandaba declarar la guerra a padres, hijos, naturaleza, parentesco, a la tierra entera y hasta a la propia vida. De ahí que tiene que ponerles delante el provecho de tal guerra, que es máximo. Porque no sólo, viene a decirles, no os ha de venir daño alguno de ahí, sino más bien provecho muy grande. Lo contrario, empero, sí que os dañaría. Es el procedimiento ordinario del Señor: por lo mismo que deseamos, nos lleva a lo que Él pretende. ¿Por qué no quieres despreciar tu vida? Sin duda porque la quieres mucho.

185.- Pues por eso mismo debes despreciarla, ya que así le harás el mayor bien y le mostrarás el verdadero amor. Y considerad aquí la inefable sabiduría del Señor. No habla sólo a sus discípulos de los padres, ni sólo de los hijos, sino de lo que más íntimamente nos pertenece, que es la propia vida, y de lo uno resulta indubitable lo otro. Es decir, que quiere que se den cuenta cómo odiándolos les harán el mayor bien que pueden hacerles, pues así acontece también con tu vida, que es lo más necesario que tenemos.

186.- Premios a la hospitalidad con los enviados del Señor.-
Todo esto, ciertamente, eran motivos suficientes para persuadir a ejercitar la hospitalidad con quienes venían a traer la salud a los mismos que los acogieran. Porque ¿quién no había de recibir con la mejor voluntad a tan generosos y valientes luchadores, a los que recorrían la tierra entera como leones, a quienes todo lo suyo desdeñaban a trueque, de llevar la salud a los demás? Sin embargo, aun pone el Señor otra recompensa, haciendo ver que en esto se preocupa Él más de los que reciben que de quienes son recibidos. Y ante todo les concede el más alto honor, diciendo: El que a vosotros os recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. ¿Puede haber honor mayor que recibir juntamente al padre y al Hijo?

187.- Pues aún promete el Señor otra recompensa juntamente con la dicha: Porque el que recibe, dice, a un profeta en nombre de profeta, recibirá galardón de profeta; y el que recibe a un justo en nombre de justo, recibirá galardón de justo. Antes había amenazado con el castigo a quienes les negaran hospitalidad; ahora señala los bienes que les ha de conceder. Y por que os deis cuenta que se preocupa más de quienes reciben que de sus propios apóstoles, notad que no dijo simplemente: El que recibe a un profeta; o: En nombre de justo. Es decir, si no le recibe por alguna preeminencia mundana ni por otro motivo perecedero, sino porque es profeta o justo, recibirá galardón de profeta o galardón de justo.

188.- Lo que se ha de entender o que recibirá galardón de quien reciba a un profeta y a un justo, o el que corresponde al mismo profeta o justo. Es exactamente lo que decía Pablo: Que vuestra abundancia ayude a la necesidad de ellos, a fin de que también la abundancia de ellos ayude a vuestra necesidad. 2ª Corintios 8,14.

189.- Luego, por que nadie pudiera alegar su pobreza, prosigue el Señor: El que diere un simple vaso de agua fría a uno de estos pequeños míos sólo porque son mis discípulos, yo os aseguro que no perderá su galardón. Un simple vaso de agua fría que des, que nada ha de costarte, aun de tan sencilla obra tienes señalada recompensa. Porque por vosotros, que acogéis a mis enviados, yo estoy dispuesto a hacerlo todo.

190.- Recapitulación.-
3. Mirad por cuántos medios los persuadió y cómo les abrió las puertas de toda la tierra. Y es así que de todas maneras les mostró que los demás son deudores suyos. Primero al decirles: Digno es el trabajador de que se le pague su jornal. Segundo, por enviarlos sin tener nada. Tercero, por mandarlos a la guerra y al combate en favor mismo de quienes los recibieran. Cuarto, por el hecho de haberles dado poder de hacer milagros. Quinto, por llevar la paz, fuente de todos los bienes, por boca de sus apóstoles, a las casas de los que los acogieran. Sexto, por amenazar con castigos más duros que los de Sodoma a quienes no los recibieran. Séptimo, mostrándoles que quienes los acogían, a Él mismo y al Padre acogían. Octavo, prometiendo el galardón de un profeta o de un justo. Noveno, prometiendo grandes recompensas por un simple vaso de agua fría.

191.- Motivos de la hospitalidad y de la caridad.-
Cada uno de estos motivos, por sí solo era bastante para mover a todos a la hospitalidad para con los apóstoles. ¿Quién, en efecto, decidme, no recibiría y abriría de par en par las puertas de su casa a un general al que viera cubierto de heridas y ensangrentado, que vuelve de la guerra y del combate, después de haber levantado muchos trofeos de victoria? Y ¿quién es ese general?, me dirás. Pues justamente, añadió el Señor: en nombre de discípulo o de justo, por que adviertas que pone Él su recompensa no tanto en razón de la dignidad del que recibe hospedaje cuanto en razón de la intención del que hospeda. Aquí, a la verdad, habla de profetas, de discípulos y de justos; pero en otro lugar nos manda acoger a los más despreciados y castiga a quienes no los reciban: En cuanto no lo hicisteis con uno solo de estos muy pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis. San Mateo 25, 45.

192.- Y nuevamente dice lo contrario sobre los mismos, pues aun cuando el necesitado no tenga ninguno de esos títulos, basta que es un hombre que habita el mismo mundo que tú, contempla el mismo sol, tiene la misma alma y el mismo Señor, toma parte en los mismos sacramentos que tú, está llamado al mismo cielo y tiene un grande título, su pobreza y necesidad, para recibir el necesario sustento. Mas es lo cierto que a quienes te quitan el sueño durante el invierno con sus flautas y zampoñas y te molestan sin razón ni motivo, tú los despachas con una buena porción de regalos. Igualmente los que andan vendiendo golondrinas, los que se embadurnan de hollín y maldicen a todo el mundo, reciben también paga de sus truhanerías.

193.- Mas si se te acerca un pobre a pedirte un pedazo de pan, allí son las malas palabras y reprensiones, allí culparle de holgazán, injuriarle, insultarle y hacer burla de su miseria. Y no consideras dentro de ti mismo que tú también eres un holgazán, y, no obstante, DIOS te concede tus dones. Y no me vengas con que tú estás ocupado en algo, sino intenta demostrarme que lo que haces y llevas entre manos es realmente cosa necesaria. Y si me dices que te dedicas a la economía y al comercio, al cuidado y acrecentamiento de tu hacienda, yo te respondo que ésos no son propiamente trabajos. Los verdaderos trabajos son la limosna y la oración y la protección de los oprimidos y tantas cosas semejantes, respecto a las cuales nuestra ociosidad es perpetua.

194.- Y, sin embargo, jamás nos ha dicho Dios a nosotros: Puesto que vives ocioso, no te voy a encender el sol; como realmente no te dedicas a nada necesario, voy a apagar la luna, a esterilizar el seno de la tierra, a secar los lagos, las fuentes y los ríos; a destruir el aire y a retener las lluvias de todos los años. No, nada de esto nos dice, sino que todo nos lo procura generosamente. Y de todos estos bienes suyos permite gozar, no sólo a los ociosos, sino a los mismos que obran mal. Así, pues, cuando veas a un pobre y estés tentado de decirle: Me sofoca que este hombre, que es joven y está sano y no tiene nada, quiera comer sin trabajar, que a lo mejor es un esclavo fugitivo que ha abandonado a su señor. 195.- Todo esto, dítelo a ti mismo, o, mejor aún, déjale al pobre que te lo diga libremente, y tendrá más razón que cuando se lo dices tú a él: Me sofoca que, estando tú sano, vivas ocioso, sin hacer nada de lo que DIOS te ha mandado; eres un fugitivo de los mandamientos de tu Dueño y andas de acá para allá a la maldad: Tú te embriagas y arruinas las casas ajenas. Tú me acusas a mí de mi ociosidad; pero yo a ti de tus malas obras: de tus insidias, de tus juramentos, de tus mentiras, de tus rapiñas y de otras infinitas cosas semejantes.

196.- Nada nos excusa de dar limosna al pobre.-
4. Al hablar así, no pretendo sentar como ley la ociosidad. ¡DIOS me libre! Yo quiero muy de veras que todo el mundo trabaje, pues la ociosidad es maestra de todos los vicios. A lo que os exhorto es a que no seáis duros y crueles con el pobre. También Pablo dirige mil reprensiones a los ociosos y él fue quien dijo: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. 2ª Tesalonicenses 3,10; pero no se detuvo ahí, sino que prosiguió: Mas vosotros no os canséis de hacer bien, verso 13. Una verdadera contradicción. Porque si has mandado que no coman, ¿cómo nos exhortas a darles? Sí, contesta Pablo, yo he mandado que se aleje todo el mundo de ellos, que no se trate con ellos, pero también dije: No los tengáis por enemigos, sino corregidlos, verso 15. Con lo cual no pongo leyes contradictorias, sino perfectamente armónicas.

197.- Porque si tú estás pronto para la limosna, el pobre se librará muy pronto de la ociosidad y tú de la crueldad. Pero es que miente y se inventa mil excusas, me dirás.
Motivo de más para tenerle compasión, pues ha venido a parar a la necesidad de cometer tales desvergüenzas. Mas nosotros no sólo no le tenemos compasión, sino que por añadidura le decimos cruelmente: ¿No te han dado ya una y dos veces? ¿Y qué? Por haber comido una vez, ¿no tiene ya que comer más? ¿Por qué no impones esas leyes a tu propio vientre y le dices: Ya te hartaste ayer y anteayer? No pidas ahora más. A tu vientre, empero, le haces reventar sobre medida, y al pobre que te pide lo estrictamente necesario lo rechazas, cuando debiera ser motivo de compadecerle el hecho de que tenga que venir a pedir todos los días.

198.- Realmente, si otra cosa no te conmueve, eso por lo menos debiera conmoverte, pues a eso le fuerza la necesidad de la pobreza. Ésta es la que le hace importuno. Tú no le compadeces, porque oyendo tus improperios no siente vergüenza. Es que la necesidad es más poderosa que tus improperios. Y no sólo no le compadeces, sino que le expones a pública ignominia. Y cuando DIOS te manda hacer la limosna calladamente, tú te paras a hacer más notorio al que te pide y a insultarle por lo mismo que debieras compadecerle. Si no le quieres dar, ¿por qué encima le culpas y atribulas a un alma ya de suyo miserable y desgraciada?

199.- El pobre se acercó a ti buscando tus manos como un puerto a su miseria; ¿qué necesidad hay de que le levantes nuevas olas y hagas más dura la tormenta? ¿Por qué le echas en cara su vileza? Si hubiera barruntado que le ibas a hablar así, ¿acaso se hubiera acercado? Y si, aun previéndolo, se te acercó, motivo es ése de que a él le compadezcas y de que tú te horrorices de tu crueldad, pues ni aun a la vista de esa necesidad inexorable te vuelves un poco más blando. Tú no crees que baste para excusar su importunidad la necesidad en que le pone el hambre, y le culpas de importunidad; mas tú has sido muchas veces más desvergonzado que ese pobre, aun en cosas muy graves.

200.- Aquí, en verdad, se puede perdonar el descaro; pero nosotros lo tenemos al hacer acciones dignas de castigo; y cuando debiéramos ser humildes considerando esas mismas acciones nuestras, llegamos a insultar a esos desgraciados; y a quienes nos piden medicina, les abrimos una llaga. Si no le quieres dar, ¿por qué encima le hieres? Si no tienes intención de socorrerle, ¿por qué encima le injurias? ¡Es que no hay otra manera de echárselo de encima? Pues obra como mandó aquel sabio que dijo: Respóndele con mansedumbre palabras de paz. Eclesiástico 4,8. Porque a buen seguro que no es importuno por el gusto de serlo. No hay hombre, no hay absolutamente un hombre que tenga gusto en pedir importunamente. No.

201.- Por más que se empeñaran en convencerme de ello, jamás podré yo creer que quien tiene abundantemente para vivir se entregue de buena gana a la mendicidad. Que nadie, pues, nos engañe. Si es cierto que Pablo dice: El que no quiera trabajar, que tampoco coma, se lo dice a los perezosos, no a nosotros. A nosotros nos dice lo contrario: No os canséis de hacer bien. Así lo hacemos nosotros mismos en casa. Cuando hay dos que riñen, los tomamos aparte de cada uno, y a cada uno le decimos lo contrario. Así lo hicieron también DIOS y Moisés. A DIOS mismo le decía Moisés: Si les quieres perdona su pecado, perdónaselo; si no, bórrame a mí del libro de los vivos. Éxodo 32, 32.

202.- Al pueblo, empero, mandó que se acuchillaran los unos a los otros, sin respetar parentesco de ninguna clase. Realmente, lo uno era contrario a lo otro; todo, sin embargo, apuntaba a un mismo fin. DIOS a su vez, oyéndolo los judíos, le decía a Moisés: Déjame, que quiero aniquilar a este pueblo. Éxodo 32, 10. Porque si bien el pueblo no estaba presente cuando DIOS le dijo eso a moisés, luego, sin embargo, habían de enterarse de ello. Privadamente, en cambio, DIOS le exhorta a Moisés a lo contrario. Lo mismo se vio forzado Moisés a expresar más adelante: ¿Es que los he concebido yo en mi seno para que me digas: Llévalos como una nodriza lleva al niño que mama a sus pechos? Números 11, 12.

203.- Es lo mismo que sucede en una casa. Muchas veces el padre, al maestro que trata duramente al niño, le reprende particularmente diciéndole: No sea áspero y duro. Al muchacho, en cambio, le dice lo contrario: Aun cuando te maltrate sin razón, has de sufrirlo. Por caminos contrarios llega al mismo término: el bien de su hijo. Así también Pablo, a los que estando buenos se daban a la mendicidad, les decía: El que no quiera trabajar, que tampoco coma. Era obligarlos a trabajar. Más a los que podían dar limosna, los exhorta: Mas vosotros no os canséis de hacer bien. Que era llevarlos a dar limosna. E igualmente, en la carta a los romanos, cuando exhortaba a los de las naciones a no sentir orgullo contra los judíos y les puso el ejemplo del olivo silvestre, se ve también que dice unas cosas a un bando y otras a otro.

204.- No caigamos, pues, en crueldad, sino oigamos la exhortación de Pablo mismo: No os canséis de obrar bien. Oigamos también al Señor, que nos dice: A todo el que te pidiere, dale. San Mateo 5, 42. Y: Sed misericordiosos, como vuestro Padre. San Lucas 6,36. A la verdad, ¡cuántas cosas dijo el Señor y, no obstante, en ninguna otra ocasión, fuera de la misericordia, nos puso por blanco a su propio Padre! Es que nada nos hace tan semejantes a DIOS como hacer beneficios a los otros.

205.- Somos más desvergonzados que los pobres.-
5. Pero nada hay me replicasmas desvergonzado que un pobre. ¿Por qué razón?, dime por favor. Porque viene detrás gritando? ¡Muy bien! ¿Quieres que te demuestre que nosotros somos más desvergonzados y que tenemos menos consideración que el pobre? Acuérdate, te ruego ahora, cuántas veces en tiempo de ayuno, que la comida se sirve por la tarde, has llamado al esclavo y por acudir algo despacio lo has echado todo a rodar, coceando, maldiciendo, insultando, todo por unos momentos de dilación, y sabiendo muy bien que, si no inmediatamente, de todos modos no te había de faltar comida.

206.- Tú, pues, que por una nonada te enfureces, no te calificas a ti mismo de impudente; al pobre, empero, que teme y tiembla por motivos mucho más importantes, pues no se trata en él de que tarde más o menos la comida, sino de comer o no comer en absoluto; al pobre, digo, le llamas imprudente, descarado y sinvergüenza, con toda la abundancia de improperios que te vienen a la boca. ¿No es eso justamente la suma desvergüenza? Mas como no reflexionamos sobre ello, de ahí que tengamos a los pobres por gente molesta.

207.- Examinémonos a nosotros mismos.-
Si examináramos nuestros defectos y los comparáramos con los de ellos, no los tendríamos por pesados. No seas, pues, juez amargo. Aun cuando estuvieras libre de todo pecado, ni aun en ese caso te permitiría la ley de DIOS ser tan riguroso examinador de los pecados ajenos. Por ahí se perdió el fariseo. ¿Y pensamos tener nosotros excusa alguna? Si a los que obran bien no les permite el Señor juzgar ásperamente la conducta de los demás, mucho menos a los que son pecadores.

208.- No seamos soberbios ni crueles.-
No seamos, pues, crueles, inclementes, inexorables y sin amor; no seamos peores que las mismas fieras. Y a la verdad, yo sé de muchos que han llegado a punto tal de fiereza que, por no hacer un mínimo esfuerzo, dejan que otros se mueran de hambre y se excusan con razones como éstas: No tengo aquí ahora esclavo ninguno; estamos lejos de casa; no hay cambista conocido mío por aquí. ¡Qué crueldad! ¡Qué soberbia! ¿Has hecho lo más y no vas a poder con lo menos? ¿Por no dar tú unos pasos, el otro se va a morir de hambre? ¡Qué insolencia, qué soberbia! Aun cuando tuvieras que andar diez estadios, no debieras vacilar. ¿No caes en la cuenta que de este modo se te acrecienta tu galardón? Porque si sólo das, sólo por tu limosna se te recompensará; pero si además andas unos pasos, aun de eso se te reserva galardón.

209.- Precisamente por eso admiramos al patriarca Abrahán: él mismo corrió al rebaño de vacas y tomó un novillo, a pesar de que tenía trescientos dieciocho criados nacidos en su casa. Génesis 14,14; 18,7. Ahora, empero, hay algunos tan llenos de soberbia, que eso lo hacen por medio de sus esclavos y no se avergüenzan de ello.
¿Quieres entonces, me replicas, que lo haga por mí mismo? ¿Y no tendrá eso visos de vanagloria? Sin embargo, también ahora te dejas llevar de otra vanagloria, pues tienes rubor de que te vean hablando con un pobre. Pero no quiero en esto llevar las cosas tan por los cabos. Basta que des, ora por ti mismo, ora por otros, y que no recrimines, no hieras, no insultes al pobre. El que a ti se acerca, necesita de medicinas, no de heridas; de compasión, no de que le claves la espada.

210.- La buena palabra es mejor que la limosna.-
Dime, en efecto: si un herido por una pedrada, con una herida en la cabeza, pasando de largo a todos los demás, viniera a postrarse, chorreando sangre, a tus rodillas, ¿acaso le darías tú con otra piedra, añadiendo herida a herida? No puedo pensarlo. No; lo que harías es intentar inmediatamente curarlo. ¿Cómo es, pues, que con los pobres haces lo contrario? ¿No sabes qué fuerza tiene una palabra, lo mismo para levantar para abatir? Mejor es, dice la Escritura, la palabra que el don. Eclesiástico 18, 16. ¿No adviertes que te clavas la espada a ti mismo y eres tú el que recibes más grave herida cuando el pobre se retira injuriado, secretamente gimiendo y derramando muchas lágrimas?

211.- A la verdad, Dios es quien te envía al pobre. Considera, pues, si le insultas, a quién diriges tu insulto, puesto caso que Dios te lo envía y manda que le socorras, y tú no sólo no le das, sino que le injurias al venir a ti. Si todavía no comprendes lo extremadamente absurdo de tu conducta, mírala en un caso humano, y entonces verás con toda claridad lo enorme de tu pecado. Si tú mismo mandaras a un esclavo tuyo a cobrar de otro esclavo tu dinero y no sólo se volviera con las manos vacías, sino también injuriado, ¿qué no harías con el injuriador? ¿Qué castigo no le impondrías, dado caso que el injuriado eres tú mismo? Pues aplica el ejemplo a Dios. Él es el que nos manda los pobres y, si algo damos, de lo que Dios damos. Ahora bien, si, encima de no dar, los despachamos cubiertos de ignominia, considera con qué rayos se habrá de castigar semejante acción.

212.- Exhortación final: Unamos a la limosna las buenas palabras.
Considerando, pues, todo esto, pongamos freno a la lengua; echemos de nosotros toda inhumanidad; tendamos la mano para la limosna, y no sólo con dinero, sino con palabras también, tratemos de aliviar a los necesitados. De este modo escaparemos al castigo de la injuria y, por la bendición y la limosna, y no sólo con dinero, sino con palabras también, tratemos de aliviar a los necesitados. De este modo escaparemos al castigo de la injuria y, por la bendición y la limosna, heredaremos el reino de los cielos por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

TEOLOGIA 2 - TEMA 31

A.- Historia: Los Santos
B.- Teología: 3º Mandamiento de la Iglesia.

A.- Historia:
Los Santos

760. Historia. La palabra santidad o santos, empleada absolutamente, era excepcional en el Antiguo Testamento: estaba reservado a los elegidos en tiempos especiales y para misiones trascendentes. En el Nuevo Testamento, designa a los cristianos.

761. Atribuida primeramente a los miembros de la comunidad primitiva de Jerusalén y especialmente al pequeño grupo de Pentecostés. Actos 9,13; 1ª Corintios 16,1; Efesios 3,5. Después se extendió a los hermanos de Judea. Actos 9,31-41; y luego a todos los fieles. Romanos 16,2; 2ª Corintios 1,11; 13,12.

762. Por el Espíritu Santo, el cristiano participa de la misma santidad Divina. Formando los cristianos la verdadera nación santa, el sacerdocio regio, constituyendo el templo santo; 1ª Pedro 2,9; Efesios 2,21; deben tributar a DIOS el culto verdadero, ofreciéndose con Cristo en sacrificio santo, Romanos 2,1;15,16; Filipenses 2,17.

763. La santidad de los cristianos que proviene de una elección, Romanos 1,7 y 1ª Corintios 1,2, les exige la ruptura con el pecado y con las costumbres paganas, 1ª Tesalonicenses 4,3; deben obrar según la santidad que viene de DIOS y no según la prudencia carnal, Romanos 6,19; 1ª Corintios 6,9; 2ª Corintios 1,12; Efesios 4,30 a 5,1; Tito 3,4-7.

764. Esta exigencia de vida santa forma la base de toda la tradición ascética cristiana; no reposa en un ideal de una Ley todavía exterior, sino en el hecho de que el cristiano, alcanzado por Cristo, debe participar de sus sufrimientos y en su muerte, para llegar a su resurrección, Filipenses 3,10-14.

765. La santidad es algo separado del uso profano, común; es lo dedicado al culto Divino. DIOS es santo por esencia, pues su Naturaleza trasciende infinitamente en perfección a todo lo creado. Es santo el lugar que DIOS santifica con su presencia de algún modo.

766. Son santas las personas por su consagración: sacerdotes, levitas. Son santas todas las cosas pertenecientes al culto Divino. Es santo el tiempo en cuanto se dedica a DIOS o a su culto.

767. Quién tocare algo santo, queda santificado. En DIOS se da la santidad moral en cuanto que odia al pecado y la iniquidad, San Mateo 7,23.
768. DIOS exige del hombre esa santidad y justicia, San Mateo 5,48 y Santiago 4,8. Alcanza su plena perfección por la infusión del Espíritu Santo, Actos 2,38; Romanos 5,5. Por eso son llamados santos todos los fieles, Romanos 1,7; 8,28; 16,2-15; 1ª Corintios 1,2.
769.-Todos estos conceptos están tomados en su mayor parte del Antiguo Testamento, sobre todo, en los libros donde se dan las leyes a los judíos, y que en lo esencial, tiene el mismo valor para todos.

770. En el Vaticano 2º, la Constitución Lumen Gentium habla de las relaciones de la Iglesia peregrinante con la Iglesia celestial, en el capítulo 7, y nos dice, que estamos unidos a los Apóstoles y a los Mártires en la veneración de la Iglesia; que son recomendados a la veneración e imitación de los fieles; que tienen la función de impulso hacia lo eterno; función de ejemplo e iluminación; que DIOS se manifiesta en los Santos; que son hombres como nosotros; que se transforman en imagen de Cristo; que son testigos que atraen y testimonio de la verdad del Evangelio; que damos culto a los Santos por su ejemplaridad y que su culto nos une a Cristo; en la Eucaristía, nos ponemos en comunicación con los Santos.

771. En la Constitución Sacrosantum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, nos habla en el capítulo 5 sobre el Año Litúrgico y nos presenta la actividad de los Santos en el Cielo: alabando a DIOS, gozando de El e intercediendo por nosotros. Nos dice también que la Iglesia los recuerda siempre durante el año, celebrando precisamente el día en que salieron de esta vida; nos dice que ya han llegado a la perfección, que han cumplido el misterio Pascual en sí, al sufrir y ser glorificados con Cristo. Antes nos dijo en el cap.1º, que venerando la memoria de los Santos, esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía.

772. En el Decreto Unitatis Reintegratio, sobre el Ecumenismo, al tratar de las iglesias separadas, dice que muchos Santos son honrados en la Iglesia Oriental.

773. A lo largo de la misma Constitución sobre la Liturgia se sigue diciendo que la Iglesia les rinde culto, los venera, y que se celebren en toda la Iglesia aquellos de importancia universal; que se les propone a los fieles y que por ellos los fieles son atraídos por Cristo al Padre; que por ellos, la Iglesia implora los beneficios Divinos; que manifiestan la variedad de los Dones del Espíritu Santo y pide que se les devuelva la verdad histórica en las lecturas y comentarios del Oficio Divino.

774. Recordamos que en la Iglesia Católica, el culto tiene varios grados: latría, adoración, sólo a DIOS, hiperdulía, veneración especial, sólo a la Virgen; protodulía, veneración singular, sólo a San José, primero entre iguales; y dulía, veneración de forma general, a todos los Angeles y Santos.

775. La Canonización la proclama la Iglesia cuando se demuestra que una persona manifiesta las maravillas de DIOS en su conducta, en sus enseñanzas; que ha practicado las virtudes en grado heroico, de un modo constante, hasta la muerte; que por estar ya totalmente purificado, ha merecido ir al Cielo y por eso se le puede tener como modelo e intercesor.

776. Se introduce la causa en el ámbito de la Diócesis donde vivió y murió, recogiendo toda clase de testimonios directos e indirectos; personales, escritos y demás cosas que puedan testificar. Hecho esto y aprobado por el Obispo correspondiente, pasa a Roma, donde se somete a un estudio más profundo. Superadas las pruebas y comprobados los milagros requeridos, se procede a la Beatificación. Tras otro período de estudio y nuevos milagros, a no ser por dispensa del Papa, se llega a la canonización. El Papa, con toda su autoridad, proclama que tal persona está en el Cielo y que se le puede tener por intercesor y como modelo y ejemplo para nosotros.

B.- Teología:
Mandamiento 3º de la Iglesia:

777. Comulgar por Pascua de Resurrección. Nos dice Jesucristo: si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su Sangre, no tendréis Vida en vosotros. San Juan 6,53 Y la Iglesia determina el tiempo en que se ha de cumplir. Concilio de Trento, sesión 13, canon 9.

778. Todos los fieles que han llegado al uso de razón, tienen obligación de Comulgar sacramentalmente; no hay vida sin comida, en el cuerpo y en el alma. Y la Iglesia obliga bajo pecado grave que se haga por lo menos una vez al año, mejor en Pascua, por considerarlo de primera necesidad.

779. Origen de la Comunión Pascual. En el 4º Concilio de Letrán la Iglesia determinó que la Comunión se recibiera, como la Confesión, por lo menos una vez al año, en tiempo de Pascua. Esto fue en 1215. Años después, el Concilio de Trento, siglo 16, anatematizó a los que negaran esta obligación.

780. La razón de esta insistencia fue debido al enfriamiento de los fieles. En los comienzos, se comulgaba siempre que asistían a Misa. En el siglo 5º ya San Juan Crisóstomo se lamenta de la pérdida de esta costumbre. La Iglesia, con sus consejos y mandatos, nos estimula como una buena Madre cuando un hijo pierde el apetito.

781. Condiciones. Se debe recibir en estado de Gracia, es decir, sin conciencia de tener pecado grave; con recta y piadosa intención; es decir, deseo de agradar a DIOS y unirse a El, para amarle y servirle con la misma fuerza que El nos da. Ver Código de Derecho Canónico. No impide la Comunión las faltas veniales; tenemos variadas formas de limpiarnos de ellos continuamente. Sepamos despertar el hambre de la Vida Eterna y los deseos de mejorar nosotros, y ayudar a otros a que mejoren.

782. Comunión frecuente. La Iglesia siempre lo ha deseado y aconsejado, pues a mayor alimento, se tiene más fuerzas. Tiene muchas ventajas.

783. Nos une más a Cristo y a la Santísima Trinidad, a la Virgen, a los Angeles y Santos, a todos los miembros vivos del Cuerpo Místico. Nos ayuda a conservar y aumentar la Vida de Gracia. Nos da mayores gracias actuales que iluminan nuestra inteligencia y fortalecen nuestra voluntad, para resistir mejor las tentaciones, quitarse los malos hábitos y facilitando la práctica de la virtud. Nos preserva de los pecados mortales y nos purifica de los veniales. Santifica nuestros cuerpos, dándoles derecho a la resurrección gloriosa, pues es prenda de gloria futura

784. Prepararnos lo mejor posible, pues en la Eucaristía, tenemos el mejor invento y el mejor regalo que DIOS pudo y supo hacernos. Con todo su Amor, Sabiduría y Poder, no encontró otra forma mejor de dársenos a nosotros.

785. Comunión de los niños. Les obliga el mandato cuando llegan al uso de razón, y lo necesitan para fortalecerse, por ser el Pan de los fuertes. Si a los niños se les explica claro, enseguida entienden que van a recibir a DIOS para ser buenos, con el alma limpia y que se la limpian confesando ante el Sacerdote. Que por tener menos pecados que los mayores, están mejor preparados, y no necesitan saber Teología teórica, pues ya tienen la práctica. Después pueden ir aprendiendo más cosas. El Papa San Pío 10 lo quería mucho, y por eso se le llamó el Papa de los niños.

786. El Viático. Es la Comunión para el viaje a la Eternidad. No esperar al final, cuando ya el enfermo no se da cuenta; sino que lo haga y desee con verdadero conocimiento; ayuda mucho. Hay obligación grave de facilitarla y debemos trabajar para quitar prejuicios.

787. Las Comuniones de la Virgen, cuando asistiera a la Misa de san Juan, en aquellos años de la Iglesia primitiva. Acercarnos con nuestro Angel y seamos conscientes de que entra en nuestro corazón el mejor Tesoro, lo más importante del Cielo. Y estemos recogidos, y si se puede, no tener prisa por salir; sino quedarnos un rato dando gracias por tan gran beneficio. Mientras no se diluyen las Sagradas Especies, Jesucristo está presente igual que en el Sagrario, haciéndonos sagrarios vivos. Y volar con frecuencia a los Sagrarios más cercanos, físicamente o con el corazón, y sacaremos mucho fruto, para nosotros y los demás.

TEOLOGIA 2 - TEMA 32

A.- Historia: Apostolado Seglar
B.- Teología: 4º Mandamiento de la Iglesia.


A.- Historia:
Apostolado Seglar

788. Historia. Jesucristo mando predicar el Evangelio a todos sin distinción. Y la Iglesia que nacía, enseguida se organizó en verdadero pueblo y familia en torno a la Jerarquía.

789. Los tres primeros siglos, que fueron de persecuciones violentas con intervalos de paz, los corazones más generosos veían en el martirio la meta más alta a lograr, y suspiraban por ella.

790. Terminada esta etapa en lo externo, muchos buscaron en los desiertos el lugar donde poder alcanzar sus ideales de perfección en la práctica de las virtudes cristianas en grado heroico. Estos personajes, aislados al principio, se van rodeando de abundantes compañeros con el mismo fin, y así surgen las grandes comunidades de monjes y Ordenes contemplativas, que son para la Iglesia como los nevados. Estas nieves eternas en las alturas, las ven poca gente, pero al derretirse bajo el sol, dan lugar a los lagos, corrientes subterráneas, ríos, que alimentarán a las gentes de los valles y ciudades; así, ellas se van ofreciendo a DIOS, obteniendo del Cielo las gracias que necesitamos para las demás cosas.

791. Con San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán, surgen las Ordenes mendicantes, que alternaban la vida de retiro en conventos, y el trato con la gente en la predicación al pueblo y otras ayudas. Después, en el siglo 16, viene San Ignacio de Loyola, concibiendo la vida religiosa como una Compañía en plan militar, que prepara y lanza a sus miembros a la defensa contra los enemigos y a la conquista para la Fe, de tantas almas que andan por caminos de perdición.

792. Entramos en nuestra época y vemos cómo florecen multitud de Congregaciones y Movimientos seglares que aspiran a vivir la Perfección Cristiana en pleno mundo. Con el nombre de Acción Católica se concreta toda esa acción seglar que desea darles un sentido cristiano a todas las actividades humanas, y demostrar, que sólo en los planes de Jesucristo, está la verdadera respuesta a los problemas que nos rodean.

793. OBRA DE LA INMACULADA. Me preguntaba un día una joven de Argentina, Arquitecto de profesión, por qué no se me había ocurrido organizar una Congregación Religiosa. En ese momento no se me ocurrió otra cosa que el decirle que porque la Virgen no fue religiosa, como lo entendemos ahora; y que nosotros aspirábamos a vivir con toda sencillez, lo que vivía la Sagrada Familia en Nazaret. Que nos alegra el que haya tantas vocaciones y diversas formas de vivir la imitación de Cristo, como en un inmenso jardín; y que la nuestra era así, y así queríamos vivirla, y nos ofrecemos, como una de las muchas respuestas que puede haber. Es la inmensa riqueza de la Iglesia, siempre renovándose y ofreciendo soluciones a los problemas de cada época.

B.- Teología:
Mandamiento 4º de la Iglesia:

794. Ayuno y abstinencia. Manda a los fieles que se abstengan de carne, y se ayune en determinados días u horas. Son una especie de penitencias externas. Comprende: unos días, sólo de abstinencia de carne; otras veces, ayuno sólo; y otras, ayuno y abstinencia conjuntamente.

795. El origen viene de los mismos Apóstoles con base en el Evangelio, y también en el Antiguo Testamento, aunque con otros matices. A lo largo de los siglos, ha ido cambiando algo, según la Iglesia ha creído más conveniente, buscando siempre el bien de las almas. Los Calendarios Litúrgicos de cada Diócesis o Nación, suelen determinar los días que corresponden como obligatorios, o dejando libres, para sustituirlo por otras penitencias u oraciones.

796. La abstinencia. Se prohíbe comer carne o caldo de carne, pero no se prohíbe comer huevos y lacticinios ni cosas condimentadas con manteca grasa de animales.

797. Obliga a todos los fieles cristianos que han cumplido los 7 años de edad, o llegan al uso de razón, y no están imposibilitados o legítimamente dispensados.

798. Se entiende por carne el cuerpo de todo animal que vive en la tierra, respira y tiene sangre caliente: mamíferos y aves o animales de plumas; lo que en cada región se entiende por carne.

799. El ayuno. Algunos lo entiende como la mitad de lo normal, pero no se ha muerto nadie por ayunar completamente uno o dos días a la semana.

800. Obliga a todos los fieles que han cumplido la mayoría de edad y a los que no están imposibilitados o legítimamente dispensados. Para la Comunión, ver las Normas vigentes en cada época, pues la Iglesia en esto, actúa según vea conveniente, siempre dando facilidades a las almas, pero buscando el mayor provecho espiritual. Se trata de prepararnos de alguna forma.

801. Causas que excusan del Ayuno y Abstinencia. Puede excusar cualquier peligro grave o perjuicio, o inconveniente, que haga difícil su cumplimiento: pobres, enfermos, obreros en trabajos muy duros, viajeros, soldados o la familia, si el que gobierna, lo impide.

802. Pueden existir o han existido zonas, regiones y épocas en que han gozado de algún privilegio, y han podido cambiarlo por limosnas u otros servicios especiales a la Iglesia. Por ejemplo, en España, después de la guerra de los 700 años contra los árabes, o después de la terrible persecución religiosa en la guerra civil del 1936 a 1939, y otros casos de extrema necesidad.
803. Ventajas del Ayuno y Abstinencia. Para el alma, satisface a DIOS por los pecados, da mayor eficacia a nuestras oraciones ante el Señor, se fortalece la voluntad frente a las malas inclinaciones, despeja el entendimiento, facilita la práctica de las virtudes.

804. Para el cuerpo, más salud y prolongación de la vida, como se puede ver en muchos casos de la Historia. San Antonio Abad, viviendo 106 años en el desierto de Egipto, llevándole el pan un amigo cada seis meses; la vida de los Cartujos, que cuando el Vaticano ha querido mitigarles un poco su regla, no reformada desde su Fundador San Bruno, mandaron una delegación de cerca de 20 monjes de más de 85 años, para pedir que los dejaran como estaban, que les iba muy bien. En general, todos los Monasterios de vida metódica, presentan un índice de años de vida más larga.

805. La Virgen nos ayude a llevar una vida ordenada, garantizada por el Horario aprobado, y si caminamos en la obediencia al Confesor y Responsables, nos irá mejor. Normalmente, se come más de lo que se necesita. Y cuando viene una emergencia, vemos que no tenemos mayor necesidad que aquella a la que queremos sujetarnos, nos decía San Juan de la Cruz.

TEOLOGIA 2 - TEMA 33

A.- Historia: Clases de Apostolado
B.- Teología: 5º Mandamiento de la Iglesia.

A.- Historia:
Clases de Apostolado


806. El Apostolado es continuar la acción de los Apóstoles. Ellos fueron elegidos por Jesucristo uno a uno, después de una noche de oración, para que llevaran el Evangelio por todas partes. Consiste, pues, en ser enviados. En el caso de los Apóstoles, los eligió en medio de sus trabajos, y a San Pedro, de forma especial, por lo destacado de su misión.

807. En la Historia, a lo largo de los siglos, la llamada de Cristo se va haciendo sentir en algunos casos concretos, a una entrega total. El Señor, lo exige todo, nos ofrece más, lo puede hacer, pues es el Dueño; nosotros somos administradores, que antes o después, tendremos que rendir cuentas. Este problema de la entrega, en realidad es problema de querer devolver amorosamente, libremente, cuando nos llame, lo que algún día dejaremos por la fuerza.

808. El Señor llama, no miente, no promete felicidad material en la tierra, ni vida fácil ni cómoda. Nos dice la verdad: si quieres ser mi discípulo, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme; nos dice lo que hemos de pasar, lo que harán con nosotros; pero que no tengamos miedo, porque todo eso es pasajero. También lo hicieron con El; y nos ofrece más que nadie.

809. El Diablo también llama. Hasta el final de mundo, puede hacerlo, y no se cansa. Y se une maravillosamente a todas las fuerzas del mal, que él dirige contra los que quieren ser de DIOS. Y se lleva a muchos, con violencia, con engaño, por rebeldía y confusión.

810. Formas de Apostolado. Jesús ya venció al Diablo, pero quiere que le venzamos nosotros también, apoyados en El y en Su Madre Inmaculada. Esta colaboración nuestra en la salvación de las almas, se llama Apostolado, y lo podemos hacer de muchas y variadas formas, pero siempre unidos al tronco, que es Jesucristo.

811. Todos podemos hacer apostolado. El de la ORACION, todos `podemos rezar; el del DOLOR O SUFRIMIENTO amoroso, llevado con paciencia: todos sufrimos, pero sufrir con paciencia amorosa y alegrarnos de sufrir, porque se sufre por amor de DIOS, es sólo propio de cristianos; el de nuestro EJEMPLO, también está al alcance de todos el ser buenos, el dar buenos ejemplos, en cualquier parte donde estemos; y el de la PALABRA, hablada, escrita, radiada, televisada, filmada, y por todos los medios que la ciencia y la técnica puedan descubrir.

812. Nadie puede decir que él o ella no pueden hacer apostolado, pues si no nos es posible de una forma, lo hacemos de otra; y creo que todos podemos de todas las formas, porque incluso un mudo puede repartir volantes. Es cuestión de tener ingenio, como lo tienen para el mal. Que hay personas que para las cosas de DIOS, parece que no tienen corazón y como si tuvieran una parálisis total, pero cuando se trata de ganar dinero, o divertirse, se les despiertan energías por todas partes, y lo hacen de maravilla. ¿Por qué? Tengamos más interés.

813. Como el alma en el cuerpo, se define en un documento de la primitiva Iglesia, al cristiano en el mundo. Dar vida, animar, ser sal, luz, nos dice Jesús. Y ¡qué bonito apostolado el de un enfermo en la cama, ofreciéndose por toda la Iglesia! O el de una anciana que ya nadie piensa en ella, y puede creer que no sirve nada más que para estorbar y dar trabajo. Si puede amar y sufrir, puede estar haciendo lo más importante, además de dar a otros oportunidad de practicar buenas obras, como nos cuenta San Lucas de la profetisa Ana.

814. En la OBRA DE LA INMACULADA, viviendo bien nuestra LEY, con esa riqueza de iniciativas, dentro de la obediencia amorosa, con la sonrisa de nuestra Madre.

B.- Teología:
Mandamiento 5º de la Iglesia:

815. Ayudarla en sus necesidades. Los diezmos son la décima parte de los frutos de la tierra y de cualquier clase de bienes. Las primicias son los primeros frutos o productos de cada especie. Son ayudas para sostener el culto y la vida de los Ministros de DIOS, además de socorrer a los más necesitados.

816. Origen. De derecho natural en cuanto a su esencia y tan antiguo como el hombre mismo. Obliga a todos los que posean bienes y frutos de la tierra, a ofrecer al Señor, que es Dueño de todo, como homenaje y sumisión: Adán, Caín, Abel, Abraham.

817. Es de precepto Divino positivo, es decir, mandado. Así consta en la Sagrada Escritura, Exodo 22,29; San Lucas 10,7; 1ª Corintio 9,11-14.

818. Es de precepto Eclesiástico en cuanto a la forma, modo, cantidad. Depende de la generosidad de cada uno. Algunos superan lo mandado. Romanos 15,26; 1ª Corintios 16,1. Dan para ayudar a otros. La Iglesia se ve obligada a mandar, cuando se pierde el espíritu, y dejan de cumplir.

819. La Iglesia tiene derecho a exigir, legítimamente, independientemente del poder civil, con más razón que cualquier otro grupo o partido a sus socios.

820. Privar a la Iglesia de estas ayudas, en lo humano, es ahogarla, impedir que pueda cumplir su misión de ofrecer a todos los hombres la salvación, y que DIOS ha querido que nos sirvamos de todo lo que nos rodea. DIOS ha creado todas las cosas; Jesucristo es DIOS; la Iglesia es de Jesucristo, luego tiene pleno derecho.

821. Todos los fieles están obligados, en la medida de sus posibilidades, a contribuir con los recursos suficientes y la Iglesia determine. Por los organismos encargados para ello, en las Parroquias o Asociaciones aprobadas. Sólo los pobres están eximidos, porque es a ellos a los que más bien hay que ayudar.

822. Muchos, por ignorancia o por malicia, critican los bienes de la Iglesia, que no son tantos como dicen, o del uso que algunos miembros hacen de ellos. Vemos lo que se nos ofrece, que es más que lo que damos. Como cualquier profesional, un Sacerdote Diocesano que no tiene voto de pobreza, puede disponer del fruto de su trabajo, como mejor vea. El que otros quieran ser más generosos, no es para menospreciar a los demás. Cada uno dará cuenta a DIOS de cómo ha administrado lo recibido. Desde luego, que debemos vivir lo que predicamos; y que nuestra vocación nos exige el mejor testimonio posible.

823. En el verano europeo de 1981, daba Ejercicios Espirituales a un grupo de matrimonios. Uno de ellos me contaba que en su negocio, el principal socio es DIOS, y que según las ganancias de fin de año, así repartía en obras buenas, la parte correspondiente al Socio Principal, DIOS. Que si ese año ganaba, contara con la parte del Socio Principal. Debió de ganar, porque meses después, mandaba al Perú 35 mil dólares americanos para pagar el Centro Cultural Maravillas de Ñaña, por el que tantos jóvenes han pasado, acercándose a DIOS y prometiendo una vida mejor. Y me consta que hace muchas otras obras buenas, desde hace muchos años. Y así, muchos otros, en todos los paises y en todas las épocas. Basta ver los orígenes de la Iglesia en los Hechos de los Apóstoles. Jesucristo ha prometido lo que nadie: el ciento por uno aquí, y después la Vida Eterna. Si sabemos negociar, aprovechemos el tiempo.

824. Que la Virgen nos abra los ojos para ver que todo esto pasa rápido, y llega nuestra entrada en la Eternidad, con la rendición de cuentas; y nos acompañará la Gracia que hayamos ganado con nuestra generosidad.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

PAPELETAS DE MI ARCHIVO

Influjo universal de la música.

A falta de cocinero y por no tener ama de casa ni quererla, tengo que guisar la cena solo y cenarla también solo y en silencio; de ordinario, con un libro delante que se sostiene abierto en un andamiaje de jícaras y vasos. Todas las noches lo mismo.
Pero anoche fue una excepción. Al sentarme a cenar, entraron dos mozos eskimales que deseaban ensayar algunas canciones con los organillos de boca que abundan en mi desván.
Sentados en un rincón oscuro lejos de mí, y una vez puestos en acorde los instrumentos, salieron con un dúo tan perfectamente ejecutado que me hizo cerrar el libro y escuchar. Otros dúos igualmente perfectos me dejaron inmóvil y como en éxtasis.
Comía despacio y maquinalmente porque el espíritu se estaba alimentando a pasto con aquellas melodías celestiales que me trasladaban a otro mundo mejor. Recordé la poesía de Fray Luis de León a Salinas, y estuve de acuerdo con Fray Luis en que:
"Aquí el alma navega,
en un mar de dulzura, y finalmente
en él así, se anega,
que ningún, accidente
extraño o peregrino oye ni siente."
Anoche entendí mejor que nunca por qué está la Historia tan llena de sucesos que proclaman el efecto poderoso de la música. Cuando a Saúl le oprimía el espíritu malo, buscaba alivio en el arpa de David. Los judíos cautivos se resistían a cantar a sus opresores los cánticos de su tierra.
En Granada se tuvo que prohibir cantar en público el «¡ Ay de mi Alhama ! », para no provocar a los moriscos. Los indios del Paraguay aguardaban emboscados las canoas que llevaban a los Misioneros; pero, al aparecer éstos tocando el violín, se les cayeron las flechas de los arcos y quedaron mansos como corderos. Las mismas serpientes de la India se adormecen y pierden su instinto de agresión al oír los acordes de los gaiteros encantadores.
No hay estrato en la sociedad sin su música: marchas militares, marchas fúnebres, himnos nacionales, baladas, orquestas, órganos catedralicios, tonadas, pastoriles de cuerno y de rabel, rondas nocturnas de guitarra y acordeón, jaulas de canario, trinos de ruiseñores....
La música, en todos sus aspectos y manifestaciones, nos hiere las fibras del espíritu, nos saca de la materia y nos trae delicadamente a la memoria la gran realidad de la armonía y ritmo de toda la creación, efímero trasunto de la armonía y proporción que existen en Dios.
El influjo mágico de la música no se puede medir con el metro ni puede ser reducido a guarismos. La música ha envuelto siempre a los espíritus en las mallas etéreas de sus melodías y ha jugado con ellos como juguetes indefensos: los embravece, los ablanda, los enloquece, los excita al odio, los enternece, los desarma y los embriaga de placer.
Hasta se ha aventurado la idea (quizá menos descabellada de lo que pudiera parecer) de que no está lejano el día en que los médicos receten un disco de Mozart, por ejemplo, para curar un ataque al hígado, o una pieza de Beethoven para aliviar o componer algún desorden intestinal.
Hay un algo en esas notas musicales que puede causar dramas irreparables o curar esos males, tanto del cuerpo como del alma, que la ciencia humana no ha podido aún desentrañar. Hay personas buenas que no se elevan a la contemplación divina si no es a los acordes de la música sagrada.
Anoche pensaba yo en todo esto mientras los dos eskimales sinfonizaban en el rincón oscuro de mi cocina con organillos de boca pequeños y baratos. Nunca digerí la cena tan bien como anoche.

Vida y milagros de un gato.
Todo el mundo conoce los perros de Alaska, o por lo menos ha oído hablar de ellos; pero ¿quién espera oír hablar de gatos en el país de los eternos hielos? Y, sin embargo, los tenemos.
Yo mismo tengo un gato que se llama Negrín. Lo adquirí para ayudar a las ratoneras de la despensa y del desván, y me lo dieron cuando sólo contaba nueve días. Es muy larga la historia de cómo le acostumbré a comer apenas nacido, cuando no era más que un bulto amorfo, negro, cegatón, atolondeado, llorón y antojadizo.
Al cumplir un mes, Negrín empezó a dar muestras de un talento nada vulgar. El repique del despertador le despertaba. Su oído extrafino me oía salir de las mantas y me venía a dar los buenos días a la cama mayando con mucho mimo.
Al cabo de varias tentativas frustradas lograba clavar las uñas en una manta y trepaba muy animoso. Aquellas mantas eran blandas y estaban calientes. En cambio los trapos de su cajón ni eran blandos ni muy calientes que digamos.
Negrín sacó la conclusión de que yo le estaba engañando y decidió acogerse al «ande yo caliente y ríase la gente». No hubo modo de evitar que se subiera a la cama. En ella dormía todo el día y sé escurría y bostezaba con un egoísmo y una galbana sin precedentes.
Al acostarme yo, me estrellaba contra un problema insoluble. El dormitorio es una esquina de la cocina y despacho sin puerta, para que se pueda calentar con la estufa central y común.
Echar a Negrín fuera de la pieza era matarlo de frío. Lo intenté, pero tuve que desistir, pues me trastornaba el juicio con aquellos mayidos afligidísimos. Dejarle adentro era darle libertad para subirse a la cama. Una noche que puse unos tablones a la entrada, trepó con mucho forcejeo y muchos arañazos y se vengó dando por tierra con todo el andamiaje.
Le dejé que se subiera. Subía por las mantas y caminaba despacio hacia la almohada, ronrroneando e implorando misericordia. Cuando le tuve al alcance, le agarré y le tiré por la entrada lo más lejos que pude. Vuelta a subírseme, y vuelta a volar por el espacio.
Cansado de ser pelota de tennis, discurrió una estratagema para salir con la suya, y fue ésta: aguardaba a que yo me durmiera, y luego se subía a la cama y dormía señorialmente.
Al despertar y verle allí, le agarraba y le echaba a volar por los aires. Ni aun así se amedrentó. Al oírme dormir, se subía a pasar la noche en las mantas, y al oír el repique del despertador saltaba y se escondía debajo de una silla.
Un día le puse un espejo delante, y al ver otro gato se llenó de celos y de rabia y lanzó al vidrio unos resoplidos feroces. Otro día inflé un baloncito de goma muy tenue que flotaba como una pluma al más ligero soplo. Negrín se puso a estudiar el aparato con una curiosidad científica y le rodaba de acá para allá con empujoncitos muy suaves hasta que impensadamente clavó una uña en el balón, que estalló como bomba de trimotor. Negrín erizó los pelos, dio un mayido de náufrago y huyó velocísimo a esconderse debajo de la cama.
Volví a inflar otro balón por la tarde, pero Negrín le miraba de reojo y a distancia como diciendo:
- ¡Te veo, besugo !
No descansa hasta que me hace una buena trapisonda, como subir al escritorio y volcar el tintero; meter la cabeza en un puchero sin poderla sacar hasta que lo rompe estrellándolo contra la estufa ; subirse a los plúteos y tirarme tres o cuatro libros que se desencuadernan del golpe y el susto; arrastrar un zapato que luego no encuentro en media hora de búsqueda malhumorada y regañona; agarrar el talón de un calcetín que me estoy poniendo y tirar él para afuera y yo para adentro hasta que me canso de bromas y hay truenos y relámpagos; meter el hocico en el chocolate para que del asco consiguiente le dé luego toda la taza, etc., etc.
Las niñas pequeñas del catecismo se disputan el honor de cogerlo y tenerlo en los brazos. La primera en llegar al catecismo tiene derecho a coger a Negrín y tenerlo mientras dure la catequesis que tenemos en la cocina.
Al oír la campana corren, o mejor, vuelan como gaviotas y, si llegan a la puerta varias a la vez, agarran el picaporte con mucho alboroto de voces y gritos hasta que irrumpen atropelladamente con muchas voces de triunfo y de protesta. Le acarician en español que me oyen y que ellas pronuncian correctamente.
El gato para mí es un misterio. Grotescamente egoísta, ni trabaja como el perro o el caballo, ni vale para la cazuela como el pollo o la ternera. Responde a las caricias con un arañazo. Tumbado en la almohadilla de un asiento, se cree rey del país y lo mira todo con el desprecio más olímpico.
La sensibilidad de Negrín es enigmática. En la manera de respirar me conoce si le voy a atusar a propinarle un mojicón. Hasta dicen que los gatos saben si el visitante los acaricia por amor a ellos o por adular y complacer al amo allí presente.
El pequeño Roberto, mi vecino mestizo, viene al salón con su velocípedo de tres ruedas y le ha enseñado a Negrín a tomar las manillas en ademán de guiar. No creo que me haya comido un solo ratón. No le gustan. Prefiere mayar y hacerse el famélico mientras yo como.
Cierto articulista cree que los que se aficionan a un perro son egoístas, porque el perro es noble y fiel y excelente compañero, mientras que los que se aficionan a un gato muestran ser desinteresados porque el gato no da más que mal por bien.
Y otro articulista cree que los que odian al gato son gente cruel y sin entrañas, enemiga de los niños y de las flores. Como es muy difícil conocerse a uno mismo, yo no sé en que categoría estaré; pero reúno las cualidades antagónicas de odiar a los gatos y de querer a los niños y a las flores.

Misterios de la gracia.

Ayer por la mañana me vinieron a decir que una vieja pagana me quería ver. Estaba acostada y hablaba con toda lucidez, pero estaba segura de que se iba a morir.
Acababa de ver ángeles que escoltaban a una Señora vestida de blanco y azul que la miró muchas veces, pero no la habló. La vieja no sabía qué hacer. Contó la visión a la hija, que se contentó con parecerla el caso raro y peregrino.
Por fin, la vieja decidió llamarme, pues se trataba de un asunto relacionado con la Religión, y para estos asuntos precisamente había ella oído decir que venían los Misioneros. La instruí por espacio de una hora, y, como creía ciegamente cuanto yo le decía, la bauticé y la llamé Margarita.
Al anochecer murió muy tranquila y se fue al cielo a devolver la visita a la santísima, Virgen. Este episodio, al parecer simplicísimo, es todo un tratado de Teología. La vieja que amaneció pagana, anocheció en el cielo. «Hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Tal vez oraciones silenciosas de monjas encerradas en su celda o arrodilladas ante el sagrario fueron escuchadas y Dios vinculó a ellas esta conversión. No fui yo el que la convirtió a Dios.
Yo nunca le había visto, ni sabía que existía la tal vieja. Me llamó, fui, la bauticé, se murió y se salvó. Yo no la salvé. La salvó la gracia; y la gracia es un don gratuito que da Dios a quien quiere, pero que de ley ordinaria lo da al que lo pide o a aquel para quien se pide.
El mismo pedirlo es un don de Dios. La oración influye con verdadera eficacia en personas alejadas a quienes jamás se ha visto. Instruir, predicar y refutar no son ciertamente tiempo perdido; pero mientras no intervenga la oración suplicante, es poco menos que perder el tiempo.
La victoria del pueblo de Dios contra los Amalecitas dependía de que los brazos de Moisés estuviesen levantados hacia el cielo suplicantes, o caídos en inercia estéril. Asimismo leemos que el patriarca Abraham y diez justos tenían en sus manos la suerte de Sodoma y Gomorra.
No se desalienten las almas buenas que quisieran ser misioneras de infieles y se ven impedidas por circunstancias ajenas a sus deseos. La monja callada, el zapatero que remienda y clavetea, el estudiante, la sirvienta, el centinela del cuartel... todos, pueden orar y sacrificarse por la conversión del mundo infiel y cooperar activa y eficazmente en la salvación de los paganos.

Un episodio típico.

Alaska nunca dejó de ser Alaska. Se la llama «el país de los eternos hielos», y con razón. Me acaban de dar una noticia típica de las regiones árticas.
Vivían a veinticinco kilómetros de aquí un padre y dos hijos que se habían quedado sin madre la primavera pasada. Una vez al mes venía el hombre con su trineo cargado de truchas heladas, que trocaba por comestibles en el almacén o en diversas casas particulares. Los rapaces pasaban el día cortando leña y poniendo lazos en el bosque, donde nunca faltan conejos y liebres.
Hace dos meses se le echó de menos al buen hombre, pero nadie se preocupó cosa mayor, por ser corriente aquí vivir de solo pescado meses y hasta inviernos enteros.
El otro día pasó por su choza un cazador y al abrir la puerta se encontró con que los tres dormían en el suelo sin respirar siquiera y con los ojos abiertos como las liebres. Los llamó y hasta les dio golpecitos con el pie, mas los durmientes no despertaban. Estaban muertos!
El padre se había sentido indispuesto, pero siguió levantado hasta que ya no pudo más y una mañana no se levantó. Empeoró, le faltó todo, perdió el conocimiento y se murió.
Los niños se extrañaron del caso, pero la estolidez e indolencia nativas prevalecieron una vez más y no se preocuparon de engancharlos perros y venir a darnos la noticia. Poco a poco se les fueron acabando las provisiones, y como estaban flacuchos y tenían frío, se metieron entre mantas junto al cadáver de su padre y allí perecieron de hambre y de frío.
Los tres cadáveres semejan sendas estatuas de granito por la rigidez y dureza que tienen; helados y en posturas informes; sin oler mal; como fósiles de edades prehistóricas hallados en las grietas de un glaciar. Los eskimales de por aquí se comunican la noticia con toda naturalidad.

El silencio de las obras de Dios.

Ayer bauticé a diez personas, y hoy día de Pascua recibieron por primera vez la sagrada Comunión. La Iglesia, grano de mostaza que brotó en Jerusalén, ha venido extendiendo sus ramas por toda la faz de la tierra y hoy nos llega el efecto benéfico de su sombra aquí a las lomas del Polo Norte.
La única iglesia católica al norte del Círculo Polar Ártico es ésta de Kotzebue. Quedan aún aldeas norteñas en las que no has puesto los pies ningún sacerdote católico.
Seis de los ayer bautizados son oriundos de esas aldeas y uno nació en Barrow, que es el cabo más norteño de todo Alaska. Son mis feligreses. Escucharon las instrucciones todo el invierno y abrazaron la Fe con ingenuidad edificante.
Kotzebue es una trinchera excavada aquí, en el frente avanzado del Evangelio, y se libran en ella batallas tan calladas como importantes. Los rusos y finlandeses se batieron a muerte en desiertos barridos por la cellisca y en bosques repletos de nieve con neblina espesa por firmamento.
Todo el mundo se estremeció y siguió con admiración los vaivenes de aquella guerra llevada a cabo con cañones y tanques anillados. Con tanto ruido y explosiones estruendosas no se consiguió más que destruir viviendas, matar hombres y ensanchar territorios.
Las obras de Dios se hacen sin ruido de tanques, sin estruendo de cañones, sin segar en flor vidas preciosas y sin ametrallar hogares pacíficos.
Desafiando nieves eternas y hielos perpetuos, tormentas frigidísimas y meses invernales tenebrosos, los Misioneros de Alaska avanzan y conquistan calladamente, y sus conquistas son almas inmortales que se salvan y serán felices eternamente dando gloria a Dios con sus ángeles y santos.
El silencio de las obras de Dios me impresiona vivamente. La tierra y todo el mundo sideral giran y caminan por los espacios a velocidades fantásticas, y sin embargo de tan vertiginoso rodar nos extasiamos ante la paz del campo y la serenidad de la noche estrellada.
Fabrica el hombre una locomotora, un trimotor, un automóvil... objetos menos que microscópicos comparados con la Creación, y todo es ruido de hierro y maquinaria que ensordece y, desgasta los nervios y enloquece. Un boxeador resulta campeón en un encuentro a puñetazos, y el mundo lo comenta. Se convierte a Dios un corazón, y nadie lo ve.

Miedo a los muertos.

El aeroplano de Nome nos trajo una enferma que llevaron al hospital en un trineo, arrastrado por la chiquillería que se había apiñado en derredor del aeroplano.
Sé llamaba Ana Jacoba, eskimalita de dieciocho años. Cuando me quise enterar de quién era, ya había fallecido. No duró más que unas horas. Me dijo el médico que había sido, un disparate traerla, pues la tisis la tenía poco menos que difunta.
Resultó que Jacoba había estado seis años cabales en nuestra escuela de Pilgrim Springs, donde había sido Hija de María, según me lo dijo una de las jóvenes que había convivido con ella algunos años.
Debido a la tormenta que nos ha venido flagelando, dispuse posponer el entierro hasta que amainase el vendaval. El cadáver, envuelto en una sábana, descansó en una choza que yo cerré con candado.
Ayer fui con el ataúd, que me ayudó a fabricar un cojo, y hallé el cadáver tan sólidamente helado que su rigidez se podía comparar con la de una estatua de bronce.
Resultó que los codos caían un poco fuera del cuerpo, lo suficientemente para que el ataúd resultase estrecho. Todos los esfuerzos para doblegar aquellos brazos de acero resultaron inútiles. La idea de tener que fabricar otro ataúd me mortificaba mucho y estuve a punto de serrar los brazos; pero lo consideré tentación de Satanás y de mi holgazanería ingénita, y la rechacé.
Hicimos otro ataúd, y esta vez con buen éxito. Clavé yo mismo la cubierta y lo arrastramos en trineo hasta mi casa. Siguiendo la costumbre de aquí, pusimos la difunta en la iglesia para enterrarla al día siguiente, que es hoy.
Todas las noches, antes de acostarme, abro una puerta de la cocina y entro en la iglesia, donde tengo el consuelo de rezar arrodillado ante el sagrario. Pido allí a Dios por los bienhechores, por los parientes y amigos, por los que me escriben y encomiendan a Dios y por cien necesidades más.
Pero anoche no hubo manera de entrar en la iglesia. El cadáver estaba a tres metros del sagrario y no tuve valor para entrar a tientas y rezar solo y de noche junto al cadáver.
Quise probar con luz, pero tampoco me atreví a abrir la puerta. Estábamos pared por medio; pero yo me consideraba sano y salvo mientras la puerta estuviera cerrada. La cuestión era no abrir la puerta. Me indigné sonrojado y avergonzado y me llamé los nombres más despectivos; pero ¡cá!, la puerta siguió cerrada.
¿Por qué será eso? ¿Qué daño me puede hacer a mí una chica, muerta y metida en una caja que yo mismo hice y cuya tapadera yo mismo clavé y arremaché? Es como el temor de las señoras a los ratones. Desde niño se me metió en los huesos; el temor a los muertos y estoy viendo que voy a llegar a viejo sin poder echarlo de mí.
Hasta he llegado a preguntarme si cuando me muera me llegaré a tener miedo a mí mismo, Por si alguno padece de esta misma enfermedad, quiero tranquilizarle desde estas líneas y asegurarle que no tenga miedo a mi cadáver; que soy persona pacífica y no pienso resucitar para meter miedo a nadie.

A 60 grados bajo cero.

Estamos sufriendo la temperatura más baja que se ha registrado en muchos años. Hoy es el quinto día de temperatura inferior a 50 grados bajo cero. Ha habido ratos de 62 grados bajo cero.
Esta temperatura no es fenómeno raro en el interior de la península donde, merced a la altura elevadísima sobre el nivel del mar, el aire es muy seco y saludable y el ambiente es poco menos que el paraíso de los leñadores del bosque con el hacha, la pipa y la botella de ron; pero aquí, en la costa helada y brumosa, saturada de humedad y de neblina, 50 grados bajo cero son algo imponente. No hace viento alguno perceptible, como si el aire estuviera encerrado en un fanal. El humo de las chimeneas sale remolón y desganado y se apiña en nubarrones flotantes que se espesan y nos impiden ver la bóveda celeste.
Por el placer insano de sentir en el cutis los efectos de la temperatura, salí a la calle y pude experimentar lo pesado de la respiración y el dolor que cada anhélito produce en el interior de las narices, cuya mucosidad se congela y forma como un vallado a lo largo de los conductos nasales.
En la palangana que saqué conmigo, el agua se cubrió visiblemente de una telilla de hielo rizoso que se fue espesando a ojos vistas.
Estas temperaturas infames sobre un suelo de glaciar son la causa de que no tengamos por aquí Cármenes de Granada, ni Huertas de Murcia o de Valencia, ni Planas de Castellón, ni viñedos manchegos o jerezanos. Miro por centésima vez al termómetro que se ha estancado en los 60 grados y unas décimas bajo cero. Cuando se lo escriba a mis amigos de España, ya sé la respuesta:
- ¡Pero cómo exagera ese hombre!
Por eso me da un gustazo salvaje mirar a la columna de mercurio y convencerme de que no exagero.

Un tarrito de miel.

Está visto que da buen resultado escribir a monjas. No sólo por el cúmulo de oraciones y sacrificios ofrecidos por el bienestar de mi alma a cambio de historietas eskimales completamente fidedignas, sino también por las ganancias que se derivan para el cuerpo, ya que, dicho sea con perdón, tripas llevan corazón, y no viceversa.
A una monja franciscana de Filadelfia, en los Estados Unidos, la visitó su madre, y en el curso de la conversación salió a relucir la Misión de Kotzebue. El resultado no pudo haber sido más satisfactorio.
A instancias de la fervorosa monja, su madre me mandó un paquete con dos litros de miel, un tarro de aceitunas, dos latas de jamón en conserva, una caja de galletas finas y un vaso repleto de la novísima invención «mantequilla de cacahuate» que, se pone en el pan y sabe muy rica.
Al sentarme a la mesa, con e1 pote de miel delante, me viene una sonrisa curiosa como si acabase de ganar una batalla o me hubiera tocado el premio gordo. Miel en las lomas del Polo Norte es un lujo tan extravagante que ni al mismo Satanás se le había ocurrido tentarme por ahí y abrir así un boquete en el muro de la santa pobreza.
Pero ni Satanás con su soberbia y egoísmo, ni yo con mi ceguera e ignorancia, conocemos los límites de la bondad maternal de Dios nuestro Señor. Dios me trajo esa miel y me la puso delante para que luego no me queje cuando me crea solo y abandonado en este rincón remotísimo del globo.
Leí en una revista de Misiones un artículo en el que se hablaba de los «bizarros y aguerridos Misioneros que se baten con denuedo en las avanzadas» y «sucumben heroicamente como bravos al pie del cañón», y me pregunto a mí mismo si también yo seré bravo y aguerrido y todas esas cosas, o si más bien me señalo en encuentros a muerte con potes de miel y aceitunas en conserva.
Creo que en esto, como en todo, un dorado término medio es lo más próximo a la verdad. Ni tanto cabello que se arrastre, ni tan calvo que se le vean los sesos.

Los ricos, las mujeres, los pobres y el Evangelio.

Hoy, como hace 2,000 años, el reino de los cielos es de los pobres de espíritu. Al final de un escrutinio cuidadoso y paciente he averiguado que los únicos que me han ayudado y ayudan con sus limosnas son gente más bien pobre que rica. En los Estados Unidos lo mismo que en España.
El rico es la persona más miserable y deleznable de la humanidad. Tiene un pánico mortal a interesarse por obras de caridad y de celo apostólico, que pueden aligerarle el bolsillo.
Para llevar adelante sus empresas necesita grandes cantidades pecuniarias y todo ello se revuelve en un círculo vicioso de dinero, que produce dinero y que se necesita para que lo siga produciendo, so pena de una quiebra lamentable.
El rico no tiene atisbos del gozo que inunda al alma cuando se sacrifica uno hasta que duela. Vive con el temor continuo de la posibilidad de venir a menos, y su vida es la de un criminal no descubierto, que ve pasar ante sí guardias civiles y policías.
Son los pobres, los de la clase media, los medianamente acomodados los que sostienen sobre sus hombros en lo material la empresa divina de la evangelización del mundo pagano.
Cada vez que recibo un giro de sirvientas de San Sebastián, Bogotá, Buenos Aires y Nueva York me confirmo más en la tesis que estoy defendiendo.
En primer lugar los ricachones no tienen religión. Si la tuvieran, no osarían aparecer como seguidores del que nació en la cueva de Belén y murió desnudo en una cruz. El rico nace para vivir una vida puramente animal, que termina como todos sabemos en el cementerio. Hay excepciones, naturalmente, y cada rico debiera considerarse una excepción.
Las limosnas que sostienen la Misión de Alaska vienen de personas poco adineradas. Vienen también por lo común de señoras, de señoritas y de niños.
Las mujeres tienen el corazón más tierno ; las señoritas se entusiasman con las obras de celo en pro de la salvación de las almas ; los niños sienten un orgullo noble en considerarse salvadores de almas ayudando con sus ahorrillos al Misionero.
Los hombres son una calamidad en este punto. De cada doce limosnas que me llegan, diez son de mujeres. De aquellas mujeres que seguían a Jesucristo y a su Colegio Apostólico y les servían y ayudaban en todo. Aquellas mismas mujeres que estaban de pie junto a la cruz del Salvador, mientras los mismos Apóstoles estaban desperdigados poco menos que en masa.
Es la madre que no duerme en una semana si el niñito está enfermo de gravedad en la cuna. El padre duerme ocho horas seguidas al cuarto día de vela. La madre resiste el doble y la parece que no está cansada.
Los Estados Unidos tienen 30.000 sacerdotes y 124.000 monjas. Alaska tiene treinta y cinco Misioneros y setenta monjas.
Es decir, que en el servicio directo de Dios las mujeres se elevan sobre los hombres de los hombros para arriba.
Y ya, en las Misiones mismas, el Misionero no tiene dificultad en bautizar mujeres y niños. Son los hombres los fríos e indiferentes que están demasiado atareados para ocuparse en pequeñeces como instruirse y bautizarse.
Y, si se bautizan y llevan vida católica, es porque son pobres. Si acaece que los negocios vienen buenos y mi bautizado pobre se hace rico, da un adiós a la religión, que dura mientras duren los cuartos.
Cuando me llega el correo y leo las cartas, las primeras que contesto, y con verdadero placer, son las cartas de los pobres. Estas cartas son las que, después de Dios, sostienen al Misionero y le hacen llevadera y soportable esta carga, que no tiene nada de ligera.
Dios, que nació y murió pobre, escogió pobres pescadores para divulgar el Evangelio. San Pablo notó que la gran mayoría de los convertidos era gente pobre.
Aquí mismo, en Kotzebue, los únicos genuinamente ateos son cuatro blancos que son los más ricos de la población. La Iglesia, que comenzó pobremente, se está esparciendo por el mundo merced a la acción incansable de los pobres. Pobre el Misionero, pobres los que la mantienen, pobres los convertidos y en un estado de humildad pobrísima el mismo Jesucristo Sacramentado.
Pero debemos enorgullecernos por ello y tenerlo a verdadera honra. No fue de nosotros de quien se dijo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los cielos.

LA VIRGEN MARIA

de Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.

¿COMO HONRAR A MARIA?
(Continuación)

468.- El culto de María vivifica nuestra fe. María conservaba la fe dentro de su corazón, no como un tesoro sin vida e incapaz de comunicarle, sino que moldeó toda su vida según esa fe. Esta fe viva de María es la segunda lección importante para nosotros. El Reino de DIOS, dijo en cierta ocasión el Señor, es semejante a la levadura que tomó una mujer y la revolvió en tres medidas de harina, hasta que hubo fermentado toda la masa, San Lucas 13,21. Con ello nos enseña que nuestra fe ha de ser levadura que haga fermentar toda nuestra vida. Ella, no solamente tomaba nota de los acontecimientos de la vida de Jesús y de sus palabras, sino que además, iba ponderándolas en su corazón, San Lucas 2,19; es decir, al orar y trabajar, al descansar y estando atareada, pensaba en ellos continuamente y conforme a los mismos, moldeaba su vida. Así como fue María quien dio cuerpo al Hijo de DIOS bajado a la tierra, en la vida de María fue donde tomaron cuerpo con la mayor perfección posible las enseñanzas y la religión de su Hijo. Fue la que mejor escuchó y cumplió.

469.- Nunca hubo ni habrá un hombre que en su alegría y en su dolor, en sus anhelos y planes, en sus virtudes y sacrificios, haya dado vida con tal fidelidad y de un modo tan triunfal al espíritu del cristianismo como la Virgen Bendita. El mismo Jesús dio testimonio de ello. en cierta ocasión, una mujer que le seguía entre la multitud, viendo las obras maravillosas del Señor, y oyendo sus palabras divinas, exclamó con entusiasmo: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te alimentaron, San Lucas 11,27. Y el Señor le contestó: Bienaventurados más bien los que escuchan la Palabra de DIOS y la ponen en práctica, San Lucas 11,28.

470.- Jesús no contradice a la mujer; todo lo contrario, amplía el sentido de sus palabras. No dice que no hay motivo de alabar a su Madre, sino que realmente tal motivo es doble; primero porque por su maternidad está unida con El con lazos de sangre; segundo, y el más poderoso, porque por su fe tiene con El un parentesco espiritual, y conservaba en el corazón, y las vivió, las palabras del Hijo, San Lucas 2, 19.51, mejor que cualquiera de sus discípulos.

471.- En el primer punto no podemos imitar a María, pero sí en el segundo. Sabemos muy bien como el camino más seguro para el que quiere seguir a María, ser digno de Ella y parecérsele, es la fe ardiente y abnegada, viva en Jesucristo. Fe que no es mera palabra ni mero sentimiento, sino también y principalmente, vida y fuerza divina que transforma nuestra vida propia.
Nos fijamos en lo que María dice a los criados en las bodas de Caná. Atended al Señor y haced lo que El os diga, San Juan 2,5. Así, pues, si honramos a María, no nos detenemos en Ella, sino que por Ella vamos a Cristo.

472.- Otro argumento, otro testimonio elocuente de que todas las manifestaciones de nuestro culto Mariano vivifican realmente nuestra fe y en último grado se dirigen al culto de DIOS y están saturadas del homenaje que debemos al Señor, es cada línea del sublime cántico del Magniticat, que resuena cada día miles de veces en todas las Iglesias y oraciones del mundo católico, cántico que el alma de la Virgen María, embriagada por el amor divino, entonó por vez primera en casa de Santa Isabel.

EL PAPA

“El Papa subraya la preocupante separación de razón y libertad en algunos países y el consiguiente peligro de una dictadura del relativismo”

Miércoles, 16 dic. Gran entusiasmo, cantos y olas humanas esta mañana cuando ha llegado Benedicto XVI a la Aula Pablo VI, para presidir la tradicional audiencia general de los miércoles a unos 9 mil fieles y peregrinos, llegados de todo el mundo. El grupo más numeroso ha sido el que formaban los 2 mil quinientos legionarios de Cristo que iban acompañados por los miembros del Movimiento Regnum Christi.

En su catequesis, dedicada hoy a la figura de Juan de Salisbury, teólogo medieval del siglo XII, el Papa ha destacado que en nuestra época, “sobre todo en algunos países, asistimos a una disgregación preocupante entre la razón, que tiene como tarea descubrir los valores éticos legales relacionados con la dignidad de la persona humana, y la libertad, que tiene la responsabilidad de acogerlos y promoverlos”.

Contrastando la situación actual con la obra de Juan de Salisbury, el Pontífice ha observado “que son conformes con la equidad sólo las leyes que tutelan la sacralidad de la vida humana y rechazan la licitud del aborto, de la eutanasia y de las frívolas experimentaciones genéticas. Son justas las leyes que respetan la dignidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, que se inspiran en la correcta laicidad del Estado, lo cual comporta siempre la salvaguarda de la libertad religiosa, y que persiguen la subsidiariedad y la solidaridad a nivel nacional e internacional”.

De otro modo, ha advertido el Papa, “acabaría por instaurarse la que Juan de Salisbury define la tiranía del príncipe, y que nosotros llamamos la dictadura del relativismo”. “Existe -ha dicho el Papa- una verdad objetiva e inmutable, cuyo origen está en Dios, accesible a la razón humana y que se refiere al obrar práctico y social. Se trata de un derecho natural, al cual las leyes humanas y las autoridades políticas y religiosas deben inspirarse, con el fin de promover el bien común”.

03/01/2010
Ángelus: la historia tiene un sentido, porque está “habitada” por la Sabiduría de Dios cuyo designio es un proyecto de amor que genera libertad.

26/12/2009
El Papa recuerda el martirio de san Esteban, testimonio del sentido más profundo de la Navidad y afirmación de una “civilización del amor” más fuerte que el mal y que la violencia.

23/12/2009
Audiencia general: el Papa invita a los fieles a celebrar el nacimientos de Dios con fervor profundo, con serenidad y sencillez.

16/12/2009
Audiencia general: el Papa subraya la preocupante separación de razón y libertad en algunos países y el consiguiente peligro de una dictadura del relativismo.

13/12/2009
Ángelus: el nacimiento es “escuela de vida”, donde aprender el secreto de la felicidad, que no es poseer cosas, sino sentirse amados por el Señor.

12/12/2009
Relaciones bilaterales, valores e la familia y Balcanes, temas centrales del encuentro de Benedicto XVI y el primer ministro de Albania.

08/12/2009
Ángelus: Benedicto XVI invita a encomendarle a la Inmaculada a cada uno de nosotros, nuestras familias y toda la Iglesia y al mundo entero.

06/12/2009
Ángelus: en el camino hacia la Navidad, el Papa recuerda que la conversión y el corazón justo, son la preparación hacia la venida de Jesús al mundo.

02/12/2009
Audiencia general: el Papa indica el amor como energía principal del alma humana y fuente de verdadera alegría “pero aprender a amar requiere un largo y comprometido camino”

Ángelus: La historia tiene un sentido, porque está “habitada” por la Sabiduría de Dios cuyo designio es un proyecto de amor que genera libertad.

Domingo, 3 ene. “¡En este Domingo segundo después de Navidad y primero del año nuevo estoy muy contento de renovar a cada uno mis deseos de todo bien en el Señor! Problemas no faltan ni en la Iglesia ni en el mundo, así como en la vida cotidiana de las familias. Pero, gracias a Dios, nuestra esperanza no tiene en cuenta sus improbables pronósticos ni tampoco, siendo importantes, las previsiones económicas”. Con estas palabras Benedicto XVI ha comenzado su breve alocución previa al rezo mariano del Ángelus ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de san Pedro del Vaticano.

“Nuestra esperanza está en Dios, no en el sentido de una genérica religiosidad, o de un fatalismo encubierto de fe. Nosotros confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de manera completa y definitiva su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, para guiarnos a todos a su Reino de amor y de vida. Ésta es la gran esperanza que anima y a veces corrige nuestras esperanzas humanas”.

Y refiriéndose después a las tres lecturas bíblicas que la liturgia de este segundo domingo después de Navidad nos propone, Benedicto XVI ha subrayado que estos textos afirman que Dios no solamente es el creador del universo aspecto común también para otras religiones- sino que es Padre, que “nos eligió antes de la creación del mundo … predestinándonos a ser hijos adoptivos suyos” (Ef 1,4-5) y que por esto ha llegado al punto inconcebible de hacerse hombre: “el Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios, ha proseguido el Papa, ha sido preparado en el Antiguo testamento, en particular allí donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley Mosaica.

“Queridos amigos, ésta es la verdadera razón de esperanza de la humanidad: la historia tiene un sentido, porque está 'habitada' por la Sabiduría de Dios. Y sin embargo, el designio divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad. El Reino de Dios viene ciertamente, es más, ya está presente en la historia y gracias a la venida de Cristo, ha vencido ya la fuerza negativa del maligno. Pero cada hombre y mujer es responsable de acogerlo en la propia vida, día a día. Por esto, también el 2010 será más o menos 'bueno' en la medida en la que cada uno, según la propia responsabilidad, sabrá colaborar con la gracia de Dios”

El Santo Padre ha pedido a todos los fieles, presentes en la Plaza de San Pedro que se dirijan a la Virgen María, para aprender de Ella este planteamiento espiritual. “El Hijo de Dios ha tomado carne de Ella con su consentimiento”. Por lo que cada vez que el Señor quiera dar un paso hacia adelante, con nosotros, hacia la “tierra prometida”, llama primero a nuestro corazón, espera, por decirlo de alguna forma, nuestro “sí”, en las cosas pequeñas y en las grandes opciones.

“¡Que María -ha exhortado el Papa- nos ayude a acoger siempre la voluntad de Dios, con humildad y valentía, para que también las pruebas y los sufrimientos de la vida cooperen a acelerar la venida de su Reino de justicia y de paz”.

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Rosario Serrano
soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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