¿COMO HONRAR A MARIA?

13:19

de Mons. Tihamet Toth.

Segunda parte del libro El Mesías.
(Continuación)

409.- Madre de DIOS! ¡Dignidad excelsa, inefable! ¡Recibir y llevar en su seno, cuidar, servir y educar al DIOS aquel ante quien los Angeles puros se humillan hasta el polvo, y a cuya presencia, los Serafines y Querubines esconden su rostro detrás de las alas; a Aquel que creó el universo, el sol, la luna, las estrellas, y todas las cosas que hay en el mundo! Llamar a éste su propio Hijo, cubrirle de besos, estrecharle contra el propio pecho con amor de Madre! ¡Mandar a Aquel ante quien se hincan todos en el polvo, y a quien se someten con humilde corazón, inclinándose ante sus mandatos, las fuerzas del cielo y de la tierra! Es indeciblemente grande la dignidad de Madre de DIOS. Nadie hay semejante a Maria, exclama con entusiasmo San Anselmo; fuera de DIOS, nadie hay más grande que Maria". Y canta el pueblo católico: más que tú sólo DIOS.

410.- La sublime distinción que significa el ser Madre de DIOS puede sólo entenderse considerando que todos los sabios, reyes, sacerdotes y Angeles del cielo, no valen tanto para nosotros como lo que nos dio Maria, al damos a Cristo, Hijo de DIOS. Por una mujer entró el pecado en el mundo, de una mujer nació la culpa; pero de una Mujer vino también su medicina. La Virgen Bendita era una mujer escogida, una Madre sin mancilla, Inmaculada. Vino a esta tierra de pecado como lirio florido: sin mancha original. Vivió en esta tierra como rosa delicada, pura; la humanidad intacta y pura, la nativa inocencia, la primitiva belleza, el espejo purísimo de la Divinidad, diría el Papa Pablo 6°. Aún después del nacimiento de Jesús permaneció virgen, limpia y blanca como la nieve que acaba de caer". Virgen antes del parto, en el parto y después del parto; nace Jesús como el rayo de sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo, sino embelleciéndolo mucho más; y esto, porque DIOS lo quiso. Y quien diga lo contrario, ni ama a Jesús, ni cree en el poder de DIOS).

411.- Con qué timidez, con qué cautela dice al Ángel: ¿Cómo es posible que me nazca un hijo, habiendo consagrado mi virginidad a DIOS, y no queriendo renunciar a ella? Porque esto significa el no conozco varón, a pesar de habemos dicho que estaba desposada con San José. No temas, María; porque has hallado gracia ante los ojos de DIOS, y la Virtud del altísimo te cubrirá con su sombra; por cuya causa, el Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de DIOS, nos dice San Lucas 1. Es decir, no temas por tu virginidad, porque serás Madre por virtud del DIOS Omnipotente, no a costa de tu integridad, sino con la plenitud de tu pureza.

412.- La lengua húngara llama con acierto al día de la Anunciación: día de injertar frutos la Mujer bendita. Porque realmente hubo allí un injerto. Se injertó el ramo glorioso, el Hijo de DIOS fue injertado en la Virgen Santísima, y por Ella en toda la humanidad. Se hizo el injerto para que de la raíz milenaria de la humanidad no brotasen en adelante retoños podridos, pecaminosos; no saliesen ramas de frutos venenosos, ni agrias manzanas agrestes, sino frutos sanos, hermosos: palabras y obras que agraden a DIOS. Día maravilloso de brotar la Vida, entre nosotros y para nosotros.

413.- La Virgen santísima se abandonó por completo a la voluntad divina, y flotaba en ella como una flor acuática plenamente desplegada en el espejo del lago". En Ella aparece en una sola realidad la voluntad divina y la suya; no quería otra cosa; en nosotros, con frecuencia, la de DIOS va por un lado y la nuestra por otro, y eso crea problemas de conciencia, y en cosas graves, puede separarnos del Cielo y llevarnos al Infierno. "La Virgen bendita se sintió tranquila. Y en el momento en que pronunció con toda su alma: Hágase en mí según tu Palabra..., en el mismo instante, cuando con humildad santa inclinó su cabeza virginal, empezó Jesucristo su vida terrena junto al corazón Inmaculado de la Virgen Santísima. ¡Qué misterio infinito del inconcebible amor divino! ¡Cómo baja el Señor desde los cielos, cómo alienta en la humilde Virgen, y la estrecha, y la envuelve en su amor, como un océano infinito! Flor virginal del Cielo, oh Virgen Maria, mil parabienes del mundo entero.

414.- Y Maria correspondió a la dignidad sin par que había recibido. Fue realmente Madre Virgen, Madre, Madre amante, cuidadosa, que sacrifica su vida. La Virginidad más pura con la Maternidad más fecunda. Cuando el Niño Jesús no había nacido aún, Ella ya le dirige oraciones desde la profundidad de su alma humilde. Cuando la dureza de los hombres Le arrojó de Belén a un establo, el beso y el abrazo calientes de la Virgen Santa, templaron al Niño Jesús, que tiritaba. Cuando la crueldad de Herodes los obligó a huir a Egipto, aquel pecho virginal fue refugio seguro del Niño DIOS. Cuando el Salvador empezó a crecer, aquel purísimo rayo de sol Le vigilaba día y noche. Y cuando agonizaba el Redentor en el Gólgota, y sus ojos, ya vidriosos, no veían más que rostros enemigos en tomo suyo, su Madre, la Madre de DIOS, estaba firme, con fidelidad, al pie de la cruz, y la espada del dolor le atravesaba más que nunca el corazón.

415.- La Virgen Madre merece realmente las alabanzas que le tributan los siglos. Mereció que se escribieran de Ella los innumerables volúmenes que llenan las bibliotecas, cantando sus glorias. Mereció que la Iglesia instituyera fiestas para honrarla. Es digna de las innumerables estatuas e imágenes, a cual más bellas, con que los mejores artistas presentaron sus homenajes en el correr de los siglos a la Mujer Bendita, entre todas las mujeres, el espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura como había salido de las manos de DIOS, la primitiva belleza, la nativa inocencia. La honramos porque DIOS la honró primero, escogiéndola por Madre de su Hijo, siendo concebida sin pecado, Inmaculada y llena de gracia. Y la honramos porque lo manda la Sagrada Escritura.

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¿COMO HONRAR A MARIA?

martes, 2 de junio de 2009
de Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
(Continuación)

409.- Madre de DIOS! ¡Dignidad excelsa, inefable! ¡Recibir y llevar en su seno, cuidar, servir y educar al DIOS aquel ante quien los Angeles puros se humillan hasta el polvo, y a cuya presencia, los Serafines y Querubines esconden su rostro detrás de las alas; a Aquel que creó el universo, el sol, la luna, las estrellas, y todas las cosas que hay en el mundo! Llamar a éste su propio Hijo, cubrirle de besos, estrecharle contra el propio pecho con amor de Madre! ¡Mandar a Aquel ante quien se hincan todos en el polvo, y a quien se someten con humilde corazón, inclinándose ante sus mandatos, las fuerzas del cielo y de la tierra! Es indeciblemente grande la dignidad de Madre de DIOS. Nadie hay semejante a Maria, exclama con entusiasmo San Anselmo; fuera de DIOS, nadie hay más grande que Maria". Y canta el pueblo católico: más que tú sólo DIOS.

410.- La sublime distinción que significa el ser Madre de DIOS puede sólo entenderse considerando que todos los sabios, reyes, sacerdotes y Angeles del cielo, no valen tanto para nosotros como lo que nos dio Maria, al damos a Cristo, Hijo de DIOS. Por una mujer entró el pecado en el mundo, de una mujer nació la culpa; pero de una Mujer vino también su medicina. La Virgen Bendita era una mujer escogida, una Madre sin mancilla, Inmaculada. Vino a esta tierra de pecado como lirio florido: sin mancha original. Vivió en esta tierra como rosa delicada, pura; la humanidad intacta y pura, la nativa inocencia, la primitiva belleza, el espejo purísimo de la Divinidad, diría el Papa Pablo 6°. Aún después del nacimiento de Jesús permaneció virgen, limpia y blanca como la nieve que acaba de caer". Virgen antes del parto, en el parto y después del parto; nace Jesús como el rayo de sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo, sino embelleciéndolo mucho más; y esto, porque DIOS lo quiso. Y quien diga lo contrario, ni ama a Jesús, ni cree en el poder de DIOS).

411.- Con qué timidez, con qué cautela dice al Ángel: ¿Cómo es posible que me nazca un hijo, habiendo consagrado mi virginidad a DIOS, y no queriendo renunciar a ella? Porque esto significa el no conozco varón, a pesar de habemos dicho que estaba desposada con San José. No temas, María; porque has hallado gracia ante los ojos de DIOS, y la Virtud del altísimo te cubrirá con su sombra; por cuya causa, el Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de DIOS, nos dice San Lucas 1. Es decir, no temas por tu virginidad, porque serás Madre por virtud del DIOS Omnipotente, no a costa de tu integridad, sino con la plenitud de tu pureza.

412.- La lengua húngara llama con acierto al día de la Anunciación: día de injertar frutos la Mujer bendita. Porque realmente hubo allí un injerto. Se injertó el ramo glorioso, el Hijo de DIOS fue injertado en la Virgen Santísima, y por Ella en toda la humanidad. Se hizo el injerto para que de la raíz milenaria de la humanidad no brotasen en adelante retoños podridos, pecaminosos; no saliesen ramas de frutos venenosos, ni agrias manzanas agrestes, sino frutos sanos, hermosos: palabras y obras que agraden a DIOS. Día maravilloso de brotar la Vida, entre nosotros y para nosotros.

413.- La Virgen santísima se abandonó por completo a la voluntad divina, y flotaba en ella como una flor acuática plenamente desplegada en el espejo del lago". En Ella aparece en una sola realidad la voluntad divina y la suya; no quería otra cosa; en nosotros, con frecuencia, la de DIOS va por un lado y la nuestra por otro, y eso crea problemas de conciencia, y en cosas graves, puede separarnos del Cielo y llevarnos al Infierno. "La Virgen bendita se sintió tranquila. Y en el momento en que pronunció con toda su alma: Hágase en mí según tu Palabra..., en el mismo instante, cuando con humildad santa inclinó su cabeza virginal, empezó Jesucristo su vida terrena junto al corazón Inmaculado de la Virgen Santísima. ¡Qué misterio infinito del inconcebible amor divino! ¡Cómo baja el Señor desde los cielos, cómo alienta en la humilde Virgen, y la estrecha, y la envuelve en su amor, como un océano infinito! Flor virginal del Cielo, oh Virgen Maria, mil parabienes del mundo entero.

414.- Y Maria correspondió a la dignidad sin par que había recibido. Fue realmente Madre Virgen, Madre, Madre amante, cuidadosa, que sacrifica su vida. La Virginidad más pura con la Maternidad más fecunda. Cuando el Niño Jesús no había nacido aún, Ella ya le dirige oraciones desde la profundidad de su alma humilde. Cuando la dureza de los hombres Le arrojó de Belén a un establo, el beso y el abrazo calientes de la Virgen Santa, templaron al Niño Jesús, que tiritaba. Cuando la crueldad de Herodes los obligó a huir a Egipto, aquel pecho virginal fue refugio seguro del Niño DIOS. Cuando el Salvador empezó a crecer, aquel purísimo rayo de sol Le vigilaba día y noche. Y cuando agonizaba el Redentor en el Gólgota, y sus ojos, ya vidriosos, no veían más que rostros enemigos en tomo suyo, su Madre, la Madre de DIOS, estaba firme, con fidelidad, al pie de la cruz, y la espada del dolor le atravesaba más que nunca el corazón.

415.- La Virgen Madre merece realmente las alabanzas que le tributan los siglos. Mereció que se escribieran de Ella los innumerables volúmenes que llenan las bibliotecas, cantando sus glorias. Mereció que la Iglesia instituyera fiestas para honrarla. Es digna de las innumerables estatuas e imágenes, a cual más bellas, con que los mejores artistas presentaron sus homenajes en el correr de los siglos a la Mujer Bendita, entre todas las mujeres, el espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura como había salido de las manos de DIOS, la primitiva belleza, la nativa inocencia. La honramos porque DIOS la honró primero, escogiéndola por Madre de su Hijo, siendo concebida sin pecado, Inmaculada y llena de gracia. Y la honramos porque lo manda la Sagrada Escritura.

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soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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