NUESTRA CARATULA

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HOMILIA 28

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Y habiendo subido Él a la barca, le siguieron sus discípulos. Y he aquí que se levantó una gran tormenta en el mar, hasta el punto de que las olas cubrían la barca. Él, empero, estaba durmiendo. San Mateo 8, 23.

267.- Por qué permite el Señor que sus discípulos sufran la tormenta. 1. Lucas, no sintiéndose obligado a seguir el orden exacto del tiempo, dijo de modo general: Y sucedió en uno de aquellos días que subió el Señor a una barca y con Él sus discípulos. San Lucas 8,22. De modo semejante se expresa San Marcos 4,35. No así Mateo, que guarda también aquí la continuación de tiempo. No todos, en efecto, lo escribieron todo del mismo modo. Observación que ya anteriormente hicimos, a fin de que nadie, de una omisión, concluya una contradicción. Así, pues, despidió el Señor a las turbas y tomó consigo a sus discípulos. En esto están todos de acuerdo. Y a fe que no los tomó consigo sin causa ni motivo, sino porque quería que fueran testigos del milagro que iba a realizar.

268.- Como buen maestro de atletas, los quiere adiestrar a doble ejercicio: a mantenerse imperturbables en los peligros y a ser moderados en los honores. Para que no se enorgullecieran de que, despedidas las turbas, los había retenido consigo a ellos, permite que sean juguete de la tormenta; con lo que no sólo les da esa lección de humildad, sino que a par los ejercita en sufrir generosamente las tentaciones. Grandes eran ciertamente los milagros que el Señor había ya realizado, mas éste llevaba consigo no pequeño ejercicio y tenía algún parentesco con el antiguo milagro del paso del mar por el pueblo de Israel. De ahí que sólo a sus discípulos lleva en su compañía.

269.- Cuando solo se trata de contemplar sus milagros, el Señor permite que asista allí el pueblo; pero en momentos en que había que afrontar pruebas y temores, sólo toma consigo a sus discípulos, atletas que eran de todo la tierra y a quienes Él se propone ejercitar. Por lo demás, Mateo cuenta simplemente que el Señor dormía; pero Lucas, en realidad es San Marcos, 4,38, cambio frecuente en San Juan Crisóstomo, que cita de memoria, añade que dormía sobre una almohada. Con lo que nos pone de manifiesto su humildad y nos da una lección de alta filosofía.

270.- Por qué se duerme Jesús. Una vez, pues, que estalló la tormenta y se enfureciera el mar, los apóstoles despiertan al Señor diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. Mas el Señor los reprende a ellos antes que al mar. Porque, como antes he dicho, esta tormenta la permitió Él para ejercitarlos y darles como un preludio de las pruebas que más tarde debían de sobrevenirles. Realmente, muchas veces habían de verse luego entre tempestades más fieras que aquélla, y Él dio largas a su socorro. De ahí es que San Pablo decía: No quiero que ignoréis, hermanos, que sobre toda ponderación fuimos agravados por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto de sentir hastío de nuestra propia vida 2ª Corintios 1,8. Y luego nuevamente: Y de tamaños trances de muertes nos ha librado el Señor, verso 10.

271.- Así, pues, para hacerles ver que hay que tener buen ánimo, por muy grandes que se levanten las olas, y que Él lo dispone todo convenientemente, empieza el Señor por reprender a sus discípulos. Realmente su misma turbación fue cosa conveniente, a fin de que el milagro apareciera mayor y su recuerdo se les grabara para siempre en el alma. Y es que siempre que quiere el Señor obrar algo maravilloso, lo prepara con una serie de circunstancias que lo fijen en la memoria y eviten así que, pasado el milagro, caiga totalmente en olvido. Tal aconteció con Moisés, que primero se espantó de la serpiente en que se convirtió su vara, y no sólo se espantó, sino que sintió angustia de muerte, y entonces fue justamente cuando vió el milagro que sabemos por la Escritura. Éxodo4, 2-5.

272.- Así también los apóstoles, cuando ya no esperaban sino la muerte, entonces se salvaron, a fin de que, confesando la grandeza del peligro, reconocieran también la grandeza del milagro. De ahí el sueño de Cristo. Porque si la tempestad se hubiera desencadenado estando Él despierto, o no hubieran tenido miedo alguno, o no le hubieran rogado, o tal vez, ni pensaran que tenía Él poder de hacer nada en aquel trance. De ahí el sueño del Señor, pues así daba tiempo a su acobardamiento y a que fuera más profunda la impresión de los hechos. No es lo mismo, efectivamente, ver las cosas en los otros y sentirlas en la propia carne.

273.- Habían visto los discípulos los beneficios que dispensaba el Señor a los otros; pero como a ellos no les había tocado nada, pues ni estaban paralíticos ni sufrían otra enfermedad alguna, se sentían indiferentes. Si embargo, como era menester que también ellos, por personal experiencia, gozaran de los beneficios del Señor, permitió Él la tempestad, a fin de que, al sentirse libres de ella, tuvieran también el más claro sentimiento de un beneficio suyo. Por eso, no quiere tampoco hacer este milagro en presencia de las muchedumbres, por que no condenaran éstas a sus discípulos por hombres de poca fe, sino que los toma a solas consigo y a solas los corrige.

274.- Hombres de poca fe.- Antes de calmar la tempestad de las aguas apacigua la de sus almas al reprenderlos y decirles: ¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe? Con lo que justamente nos enseña que el temor no tanto nos lo producen las pruebas, cuanto la debilidad de nuestra alma. Mas, si se objeta que no suponía cobardía ni poquedad de fe que los discípulos se acercaran a despertar al Señor, yo respondería que ello era particularmente señal de que no tenían de Él la idea que debían. Porque sin duda sabían que podía el Señor, despierto, intimidar al mar; pero no creían aún que lo mismo pudiera hacer dormido. ¿Y qué maravilla es que no lo creyeran ahora, cuando vemos que, después de otros muchos milagros, se muestran aún más imperfectos?

275.- De ahí frecuentes reprensiones del Señor, como cuando les dice: ¿También vosotros estáis aún sin inteligencia? San Mateo 15, 16. No nos sorprendamos, pues, si, cuando tan imperfectos se muestran los discípulos, no tenían las turbas idea alguna grande sobre el Señor, pues se admiraban y decían: ¿Qué hombre es éste, a quien obedecen los vientos y el mar? Cristo, empero, no les reprendió de que le llamaran hombre, sino que esperó a demostrarles por sus milagros que su opinión era equivocada. Ahora ¿de dónde deducían ellos que fuera hombre? De su apariencia, de su sueño, de tenerse que servir de una barca. De ahí su perplejidad y su pregunta: ¿Qué hombre es éste...? Porque el sueño y la apariencia externa mostraban que era hombre; pero el mar y la calma de la tormenta lo proclamaban DIOS.

276.- Comparación entre Jesús y Moisés.- 2. También Moisés hizo en otro tiempo un milagro semejante; pero la superioridad del Señor es patente. Porque Moisés hacia los milagros como siervo; pero Jesús como dueño soberano. Así, Él no tuvo necesidad de levantar la vara ni de extender su mano hacia el cielo, ni siquiera de hacer oración. No. Con la misma naturalidad con que un amo da una orden a su esclava, como manda el creador a su criatura, así, con sólo su mandato y su palabra, calmó y puso freno a la mar, y toda la tormenta se deshizo en un momento, y no quedó huella de la pasada turbación. Así lo significó el evangelista al decir: Y se produjo una calma grande. Lo que del Padre se dijo como grande maravilla, eso realizó con sus obras el Hijo. ¿Qué se dijo, pues, del Padre? Dijo, y se paró el viento de la tormenta, Salmo 106,25. Exactamente como aquí: Dijo, y se produjo una calma grande. Por eso señaladamente le admiraban las muchedumbres; y no le hubieran admirado si hubiera hecho como Moisés.

277.- Los demonios confiesan la divinidad de Jesús.- Apenas hubo Jesús desembarcado, al milagro pasado sucedió otro más temeroso. Y fue que unos endemoniados, como si fueran esclavos fugitivos y criminales que se topan con su amo, comenzaron a gritar: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo? Como las turbas le habían confesado hombre, vienen ahora los demonios a proclamarle DIOS; y los que no habían oído al mar embravecido y luego en calma, ahora oían a los demonios que gritaban lo mismo que había proclamado el mar con su alma. Luego, por que no se pensara que era cuestión de adulación, como quienes lo estaban muy bien experimentando, gritan y dicen: ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo? Muy bien hacen confesando ante todo su enemistad con el Señor, pues así no caben sospechas en la súplica que le van a dirigir.
278.- A la verdad, invisiblemente eran azotados y sufrían más fiera tormenta que la del mar, aguijoneados y abrasados, y aguantando suplicio insoportable por la presencia del Señor. Y es que, como nadie se había atrevido a presentarle estos endemoniados, fue Cristo mismo a buscarlos. Por lo demás. Mateo cuenta haber ellos dicho: ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? Los otros evangelistas añaden que le suplicaban y conjuraban que no los arrojara al abismo. Pensaban, en efecto, que su castigo iba a ser inminente y temían como si hubiera ya de caer sobre ellos el suplicio. Ahora, el hecho de que Lucas diga tratarse de un solo endemoniado y Mateo de dos, no implica tampoco contradicción. Si realmente hubiera dicho que había uno solo y no había habido otro, parecería estar en pugna con Mateo; pero el hecho no significa pugna, sino modo distinto de contar.

279.- En realidad, por lo que a mí me parece, Lucas habla del más fiero de los demonios, y de ahí que su narración adquiere un tono más patético, por ejemplo, al decirnos que el endemoniado rompía las cadenas y andaba errante por el desierto. Y aun añade Marcos que se golpeaba con las piedras. Y aun las mismas palabras que pronuncian son bastantes a demostrar su crueldad y desvergüenza: ¿Has venido, dicen, a atormentarnos antes de tiempo? No podían decir que no hubieran pecado; pero piden por lo menos que no se los castigue antes de tiempo.

280.- Como el Señor los había sorprendido cometiendo todos aquellos actos intolerables e inicuos y atormentando y torturando de todos los modos imaginables a quienes eran criaturas suyas, los demonios creían que, por la enormidad de sus crímenes, no esperaría el Señor el tiempo del castigo, y por eso rogaban y suplicaban. Y los que no soportaban ni las cadenas de hierro, se presentan ante Él como maniatados; y los que moraban en los montes, bajan por sí mismos a la llanura; y los que a otros les impedían seguir su camino, se detienen ante el mismo que a ellos les viene a cerrar el paso.

281.- Contra las varias supersticiones.- Mas ¿por qué razón gustan los demonios de morar en los sepulcros?. La razón es que quieren imponer al vulgo una creencia funesta, cual es la que las almas de los difuntos se convierten en demonios. Lo cual no quiera DIOS que jamás nos pase por el pensamiento. ¿Y qué decir, me objetarás, del hecho de que muchos hechiceros se apoderan de niños y los matan con el fin de tener su alma como colaboradora de sus hechicerías? ¿Y por dónde consta semejante colaboración? Qué los hechiceros maten niños, es cosa muy decantada por el vulgo; pero que las almas de los así sacrificados estén con ellos, ¿cómo lo sabes, dime por favor? Porque, me contestas, los mismos endemoniados gritan: “Yo soy el alma de fulano”. Más todo eso es también fantasmagoría y embuste diabólico.

282.- Porque no es el alma del difunto la que eso grita, sino el diablo mismo, que representa esa comedia con el fin de engañar a los que lo oyen. Porque, si fuera posible que el alma pasara a la sustancia de un demonio, mucho mejor pasaría a la de su propio cuerpo. Por otra parte, está fuera de toda razón que el alma de un asesinado esté al servicio del mismo que lo asesinó; o que el hombre, cuando es ya potencia incorpórea, pueda pasar a otra sustancia. Porque si no hay medio de conseguirlo en los cuerpos y nadie sería capaz de hacer de un cuerpo humano un cuerpo de asno, con mayor razón ha de ser ello imposible tratándose del alma invisible y nadie sería capaz de hacerla pasar a la sustancia de un demonio.

283.- Las almas no andan errantes por la tierra.- 3. En resolución, todo eso no pasa de cuentos de viejas borrachas y de cocos de niños, pues no es posible tampoco que un alma, separada de su cuerpo, ande errante por el mundo. Las almas de los justos están en la mano de Dios. Sabiduría 3, 1. Y si lo están las de los justos, también las de los niños, pues éstas no son tampoco malas. Y las de los pecadores son inmediatamente arrebatadas de aquí, como se ve bien claro por la historia de Lázaro y del rico glotón. Y en otro lugar dice Cristo mismo: Necio, hoy mismo te reclamarán tu alma. San Lucas 12, 12. No, no es posible que un alma que ha salido de su cuerpo ande luego errante por la tierra. Y se explica perfectamente.

284.- Porque si nosotros andando por tierra conocida y acostumbrada y revestidos de nuestro cuerpo, apenas entramos por un camino extraño, ya no sabemos qué dirección tomar, si no tenemos alguien que nos lleve como de la mano, ¿cómo sabrá el alma, separada de su cuerpo y de cuanto le había sido habitual, por dónde tiene que ir, de no haber quien la vaya guiando por el camino? Y por el estilo pudieran aducirse mil razones más, por las que puede verse no ser posible que el alma permanezca en este mundo. Así, Esteban dijo al morir: Recibe mi espíritu. Hechos 7,58.

285.- Y Pablo: Lo mejor, con mucho, es ser desatado y estar con Cristo. Filipenses 1, 23. Y sobre el patriarca Abrahán nos dice la Escritura; Y fue agregado a sus padres después de vivir en buena vejez. Génesis 25,8. Y que tampoco las almas de los pecadores puedan permanecer aquí bajo, óyeselo al rico glotón, que mucho suplicó se le concediera esa gracia y no la consiguió. De haber sido posible, él mismo hubiera venido, para contar a sus hermanos lo que allí le pasaba. De todo lo cual resulta evidente que las almas, después de la peregrinación de este mundo, son llevadas a determinado lugar, sin que esté ya en su mano volver, y allí han de aguardar el día temeroso del último juicio.

286.- Por qué permitió el Señor que los demonios entraran en los cerdos.- Mas si alguno preguntara por qué accedió Cristo a la súplica que le hicieron los demonios y les consintió entrar en la piara de cerdos, le contestaríamos que no lo hizo ciertamente por benevolencia para con ellos, sino porque tenía Él en ello muy altos fines. Ante todo, hacer ver a los mismos a quienes había librado de aquellos perversos tiranos cuán grande era la maldad de aquellos traidores. Luego, por que todos se dieran cuenta que, de no habérselo Él permitido, los demonios no se hubieran atrevido ni con una piara de cerdos. En fin, por que vieran los mismos endemoniados que mucho peor que a los cerdos los hubieran tratado a ellos los demonios, de no haber gozado, aun dentro de su desgracia, de particular providencia de DIOS.

287.- Porque, que a nosotros nos aborrecen los demonios más que a los animales, cosa es que a cualquiera se le alcanza. De suerte que los que no perdonaron a los cerdos, sino que en un abrir y cerrar de ojos se despeñaron con ellos en el mar, mucho más hubieran hecho eso con los hombres a quienes poseían y traían y llevaban al desierto, si, aun en medio de su tiranía, no hubiera particularmente velado la providencia de DIOS, sofrenándolos e impidiéndoles pasar adelante en su mal tratamiento de aquellos desgraciados. De donde se sigue evidentemente que no hay nadie que no goce de la providencia de DIOS.

288.- Y si no todos gozan de ella en la misma medida y del mismo modo, esto es justamente la prueba mejor de la providencia; pues conforme a la utilidad de cada uno, así se muestra también la acción de la providencia. Aparte lo dicho, otra lección aprendemos también de este hecho, y es que DIOS no sólo tiene providencia de todos en general, sino también de cada uno en particular. Es lo que el Señor declaró a sus discípulos cuando les dijo: En cuanto a vosotros, los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. San Mateo 10,30. Y lo mismo puede evidentemente comprobarse por el caso de estos endemoniados. De no haber gozado de particular cuidado de lo alto, mucho tiempo antes hubieran sido ahogados por los demonios.

289.- Otras razones de la permisión del Señor a los demonios.- Otra razón que tuvo el Señor para permitir a los demonios entrar en la piara de cerdos, fue porque los habitantes de aquella comarca conocieran su poder. Porque es así que donde su nombre era ya muy conocido, no solía el Señor hacer señalado alarde de su poder; pero donde nadie le conocía, donde las gentes permanecían insensibles, allí hacia Él brillar la gloria de sus milagros, a fin de atraerlos al conocimiento de su divinidad. Y que entre los moradores de aquella ciudad había gentes estúpidas, bien claro se ve por el desenlace de todo este episodio. Porque, cuando debían habérsele postrado en adoración y admirar su poder, le mandaron recado suplicándole que se retirara de sus términos.

290.- Y ¿por qué razón mataron los demonios a los cerdos? No por otra razón sino porque el empeño de los demonios es siempre afligir a los hombres, y en la ruina de éstos está siempre su alegría. Eso fue, por ejemplo, lo que el diablo hizo con Job, aunque también aquí lo hizo por permisión de DIOS. Mas tampoco contra Job le dio DIOS permiso al diablo por benevolencia para con éste, sino porque quería acrecentar la gloria de su servidor y cortarle al diablo todo pretexto de hablar desvergonzadamente contra Él. Y, en definitiva, sobre la cabeza del diablo rebotó cuanto él maquinara contra aquel varón justo. Realmente, también en el caso de estos endemoniados les salió la jugada al revés; pues, por una parte, quedó proclamado el poder de Cristo, y proclamaba también, con más claridad aún, la maldad de ellos, de la que el Señor libró a los posesos; y, por otra, se demostró que, si el DIOS de todas las cosas no se lo permite, no pueden ellos tocar ni a una piara de cerdos.

291.- Explicación figurada: el lascivo y el avaro.- 4. Mas si alguno quiere tomar todo este suceso en sentido figurado, no hay inconveniente en ello. El sentido histórico es el que queda expuesto. Mas hay que saber bien sabido que los hombres que viven a modo de cerdos son fácilmente atacables a la acción de los demonios. Si esa acción la sufren permaneciendo hombres, muchas veces pueden también salir vencedores; pero si los hombres se convierten de todo punto en cerdos, no sólo son poseídos de los demonios, sino que se despeñan con ellos al abismo. Pero, por otra parte, tampoco hay que pensar que los hechos relatados aquí fueron pura fantasmagoría, sino que hay que creer firmemente que efectivamente fue expulsado el demonio, como lo prueba patentemente la muerte de los cerdos.

292.- Mas considerad, os ruego, cuán grande sea la mansedumbre del Señor aun en medio de todo su poder. Pues, como los habitantes, de aquella comarca, aun después de recibir aquel beneficio, le arrojaron de sus confines, Él no se opuso a salir, sino que efectivamente se retiró y abandonó a aquellos que a sí mismos se habían declarado indignos de recibir su doctrina. Sin embargo, aun les dejó por maestros a los que habían sido librados del demonio y a los mismos porqueros, de quienes podían enterarse de todo lo sucedido. Él, empero, se retiró, dejando a aquellas gentes un gran temor. Realmente, la grandeza del daño propagaba la fama del suceso y un hecho de aquella calidad había de impresionar su alma.

293.- De todas partes venían las voces que pregonaban lo maravilloso de aquel milagro: voces de los curados, de los cerdos ahogados, de los dueños de la piara y de sus pastores. Todo este episodio evangélico podemos verlo reproducido en la actualidad. ¡Cuántos endemoniados no vemos ahora que habitan en los sepulcros y a quien nada es capaz de sujetar en su furiosa locura: ni hierro, ni cadenas, ni muchedumbre de hombres, ni reprensión, ni exhortación, ni temor, ni amenaza, ni cosa semejante! Y es así que un hombre incontinente que corre encandilado tras todo cuerpo, en nada se diferencia de un endemoniado. Como éste, el incontinente anda desnudo por todas partes, no porque no lleve ropa encima, sino porque va privado de la verdadera vestidura y está desnudo del honor que le corresponde.

294.- No se golpea con piedras pero si con pecados, que son peores que las mismas piedras. ¿Quién será, pues, capaz, de sujetar a ese tal y hacerle cesar en su lujuria y que no sienta su aguijón, fuera de su propia casa como está siempre, habitando que habita constantemente en los sepulcros? Porque sepulcros son los antros de las rameras, que apestan de mal olor y podredumbre infinita. Y ¿qué decir del avariento? ¿No está también endemoniado? Y ¿quién será capaz de sujetarlo? ¿No se le espanta y amenaza diariamente, no se le exhorta y aconseja? Pero todas esas cadenas las hace él añicos fácilmente. Y si alguien se le acerca con la piadosa intención de librarle de sus ataduras, él le conjura que en modo alguno le libre, pues tiene por su mayor tormento no sufrir aquel tormento.

295.- ¿Puede darse nada más triste? Porque aquel otro demonio, si bien es cierto que menospreciaba a los hombres, pero cedió por lo menos al mandato de Cristo y salió inmediatamente del cuerpo; pero éste de la avaricia no obedece ni al mandato de Cristo. Mirad, si no, cómo cada día está oyéndole al mismo Cristo, que dice: No podéis servir a Dios y al mundo. San Mateo 6,24. Le oye amenazar con el infierno y con suplicios sin remedio, y no le obedece. Y no le obedece, no porque sea más fuerte que Cristo, sino porque Cristo no nos da la salud del alma contra nuestra voluntad. De ahí que esta ralea de gentes, aún cuando vivan en medio de las ciudades, es como si habitaran en los desiertos. ¿Qué hombre sensato quisiera, en efecto, de buena gana vivir con tales gentes?

296.- Por lo que a mi toca, antes preferiría vivir entre miles de endemoniados que con uno sólo de los atacados de aquella pestilencia. Y que al hablar así no me equivoco, resulta evidente examinando lo que unos y otros padecen. Efectivamente, los avaros tienen por enemigo a quien ningún daño les ha hecho, y pretenden convertir en esclavo al que es libre y le abruman de males sin número; los endemoniados, empero, ninguna otra cosa hacen sino sufrir su propia enfermedad. Los avaros arruinan muchas casas, hacen que se blasfeme el nombre de DIOS y son una peste para la ciudad y hasta para toda la tierra; mas los atormentados por el demonio, más bien son dignos de compasión y lágrimas.

297.- Éstos hacen la mayor parte de sus acciones en plena inconsciencia; pero los otros son locos con toda su razón, se entregan en plena ciudad a furores báquicos y sufren una nueva y extraña locura. Todos los endemoniados juntos no cometieron jamás crimen comparable con el de Judas, que perpetró la iniquidad extrema. Y todos los que a Judas imitan son como fieras escapadas de sus jaulas, que aterrorizan las ciudades, sin que nadie sea capaz de sujetarlas. Cierto que por todas partes rodean cadenas al avaro: el temor de los tribunales, la amenaza de las leyes, la condenación por parte de todos. Sin embargo, todo eso lo hacen ellos pedazos y siguen trastornándolo todo de arriba abajo. Y si se llegara a quitarles totalmente esas cadenas, entonces se vería bien claro que el demonio que posee a los avaros es más feroz y furioso que el que salió de los endemoniados del Evangelio.

298.- Monstruosidad de un avaro.- 5. Más ya que esto no es posible en la realidad, vamos a imaginarlo con el pensamiento. Quitémosle al avariento todas sus ataduras y entonces veremos claramente su insigne locura. Más no temáis la fiera que os voy a presentar; porque todo va a ser representación de la fantasía y no cosa de la realidad. Imaginemos, pues, a un hombre que arroja fuego por los ojos; ese hombre es negro completamente; de sus dos hombros, en vez de brazos, le cuelgan serpientes. En su boca, en vez de dientes, tiene clavadas afiladas espadas; en vez de lengua, le brota una fuente de veneno mortífero. Su vientre, más voraz que un horno, consume cuanto dentro se echa. Sus pies son alados y más rápidos que la llama.

299.- Su rostro es una mezcla de perro y lobo. Este monstruo no sabe decir palabra humana, sino todo ronco, desapacible y espantoso. En su mano lleva también una llama. Tal vez la descripción os resulte horrible; sin embargo, todavía no lo he descrito como cumple. Sobre todo lo dicho, aun hay que añadir otros rasgos: que degüella a cuantos se topa, que los devora y se alimenta de sus carnes. Pues bien, mucho más terrible que ese monstruo es el avaro, que a todos acomete, como el sepulcro, que todo lo devora, que por todas partes anda como enemigo universal del humano linaje. El querría, en efecto, que no quedara ni un hombre sobre la tierra, a fin de apoderarse él solo de todo.

300.- Y ni siquiera se para ahí: después de aniquilar con su deseo a todos los hombres, desearía también destruir la sustancia misma de la tierra y verla convertida en oro. Y no sólo la tierra: los montes también, los valles, las fuentes, todo, en una palabra, cuanto miran sus ojos. Y por que os deis cuenta de que todavía no os he pintado tal como es la locura del avaro, supongamos que no hubiera nadie que le acusara ni infundiera miedo. Quitemos por un momento con la imaginación el temor de las leyes, y veréis como empuña la espada y arremete contra todo el mundo, ni a su propio padre. Mejor dicho, no hace falta que supongamos nada.
301.- Preguntémosle a tales fantasías y si con su pensamiento no ataca a todo el mundo, matando a amigos, parientes y a los mismos que le dieron el ser. Y, en fin, tampoco hace falta que le preguntemos nada; pues todos saben que los atacados de esta enfermedad de la avaricia, llevan pesadamente la vejez de sus padres, y que lo que todo el mundo tiene por dulce y deseable, como es tener hijos, para ellos es cosa pesada y aborrecible. Lo cierto es que muchos han comprado por eso el no tener hijos y han mutilado la naturaleza, no sólo quitando la vida a los recién nacidos, sino no dejando en absoluto que nacieran.

302.- Cómo librar del demonio al avariento.- No os maravilléis, pues, de que haya pintado al avariento con esos colores, pues aun es él peor de lo que yo he dicho. Pero veamos cómo le podemos librar de su demonio. ¿Cómo librarle, pues? Si le hacemos comprender claramente que la avaricia es justamente el mayor obstáculo para lo mismo que pretende, que es hacer dinero. Siempre sucede, en efecto, que quienes quieren ganar aun en lo poco, pierden hasta en lo mucho. El hecho ha pasado ya a proverbio. Muchos, por ejemplo, muchas veces, queriendo prestar a muy alto interés, por no examinar, en su afán de lucro, a los mismos a quienes prestaban, han venido a perder interés y capital. Otros, otras veces, hallándose en peligros, no han querido desprenderse de una pequeña parte de su riqueza y han venido a perder la vida y las riquezas juntamente.

303.- Otros, teniendo ocasión de comprar pingües dignidades o cosas semejantes, por poquedad de alma, lo perdieron todo. Como no saben sembrar, sino que piensan sólo en recoger, pierden también la cosecha. Nadie puede recoger siempre, como no puede nadie ganar siempre. Y como no quieren gastar, tampoco saben ganar. Lo mismo les pasa cuando tratan de tomar mujer. Porque o son engañados y cogen una pobre en lugar de una rica o, si la cogen rica, está llena de infinitos defectos y les acarrea aún mayor desastre. Porque no es la opulencia sino la virtud la que nos hace verdaderamente ricos.

304.- ¿Para qué vale la riqueza, si la mujer es derrochadora y disoluta y lo lleva todo por delante con más ímpetu que el huracán? ¿Qué decir si es impúdica y arrastra tras sí a una legión de amantes? ¿Qué si borracha? ¿No es así que muy pronto convertirá en un mendigo a su marido? Y no sólo al casarse, en sus mismas compras fracasan los avaros, comprando, por ejemplo, llevados de su codicia, no los esclavos buenos, sino yendo a buscar los más baratos.

305.- Exhortación final: Huid de la avaricia.- Considerando, pues, todo esto, ya que no seáis todavía capaces de oír hablar sobre el infierno y el reino de los cielos, considerando, digo, los daños que muchas veces os ha causado vuestro mismo amor al dinero en los préstamos, en las compras, en vuestros casamientos, en las clientelas y en todo lo demás, apartaos de la codicia del dinero. De este modo podréis pasar con seguridad la presente vida y, a poco que adelantéis, podréis también escuchar las palabras de la Sabiduría y, a poco que vuestros ojos se aclaren, mirar también al mismo Sol de justicia y alcanzar los bienes que Él nos ha prometido. Los que a todos os deseo por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

TEOLOGIA 2: TEMA 10

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A.- Biblia: Persecusiones 10
B.- Teología: Pecados contra El 1º Mandamiento

A.- Biblia: Persecusiones 10


233. Diocleciano. Este emperador fue el autor de esta persecución general, más larga y sangrienta que las demás, desde el año 303 al 313.- De forma organizada se propusieron: destruir los libros sagrados, apresar y sacrificar a las autoridades, y dispersar y desorganizar al pueblo.

234. Apenas llegado al poder, compartió el trono con Maximino para las provincias occidentales, quedando él con el oriente. Maximino tenía gran odio a los cristianos e incitó a su compañero a la persecución.
235. Mártires principales. Los más ilustres de esta época son: San Marcelo, centurión y San Casiano, escribano imperial en Tánger de África.
236. En Roma, San Ginés, que se convirtió cuando hacia burla del bautismo en un teatro; San Sebastián, jefe militar de una compañía pretoriana, de los que custodiaban al emperador; fue muerto a flechazos.
237. En la Península Ibérica, las santas Justina y Rufina de Sevilla; Santa Leocadia en Toledo; Santa Eulalia en Barcelona; Santa Marina de Galicia; Santa Engracia de su casa en Zaragoza.238. En las Galias, Francia, San Víctor de Marsella; San Luciano de Beauvais; san Quintín en Picardía; y la Legión Tebea de Valais, que merece la pena conocer mejor.
239. Estando Maximiano acampando con su ejército en la parte de los Alpes, que hoy se llama Valais, se enteró que había entre ellos gran número de cristianos, y decidió exterminarlos.

240. Había dispuesto que todo el ejército tuviese parte en los sacrificios que se iban a ofrecer a los dioses del imperio. Los soldados de la Legión Tebea, que eran todos cristianos, se opusieron contestando: Hemos venido a las Galias a luchar contra los enemigos del Imperio o Estado, pero no para renegar de nuestro DIOS.

241. Encolerizado Maximiano, hizo diezmar la Legión, cosa que dio más ánimo a los restantes; fueron diezmados por segunda vez, invitando al resto a que sacrificaran.
242. Mauricio, que era el jefe de aquellos héroes: escribió al emperador diciéndole: somos soldados vuestros, pero antes somos siervos de DIOS; os debemos el servicio de la guerra, pero debemos a DIOS la inocencia de nuestras costumbres. Si de vos recibimos la paga, Aquel nos ha dado y conserva la Vida; no podemos obedeceros renunciando a DIOS, creador nuestro y vuestro, al que habíamos prestado juramento antes de prestarlo a vos. Si hay que escoger entre la obediencia debida a un hombre y la que se debe a DIOS, optamos decididamente por ésta. NO temáis trastornos ni disturbios por nuestra parte; los cristianos sabemos morir, pero no sublevarnos, y aunque tenemos armas, no nos serviremos de ellas; preferimos morir inocentes, que vivir culpados.
243. Podemos imaginarnos la reacción de aquel tirano, ante tanta nobleza; mandó a todo el ejército contra aquella Legión para pasarla a cuchillo; se dejaron matar sin resistencia, animándose unos a otros a morir generosamente por Jesucristo.
244. Los Césares. Diocleciano y Maximiano, para atender mejor a las fronteras amenazadas, decidieron incorporarse cada uno un socio, que se llamó César, y tenía derecho a sucesión. Diocleciano tomo a su yerno Galerio, brutal y astuto; y Maximiano eligió a Constancio Cloro, benévolo y tolerante. providencialmente se iba preparando la paz para poco tiempo después.
245. La era de los Mártires. Por ser tal la cantidad de mártires de esa época, se le llamó de esta forma. Los términos del edicto persecutorio del 24.2.303 decían: serán destruidas todas las Iglesias, y arrojados al fuego sus libros; los cristianos quedarán privados de sus bienes, honores y dignidades, y condenados a muerte, sin distinción de clase ni condición; cualquiera podrá perseguirlos ante los tribunales de justicia, y ellos no podrán reclamar contra ninguna persona. Estaban fuera de la Ley, y por tanto, sin defensa. Se llenaron las cárceles hasta no tener sitio para los verdaderos criminales; toda clase de torturas, pues dejaban libertad a la imaginación de los torturadores. Roma y Nicomedia se vieron inundadas de sangre cristiana; en Egipto echaban los cristianos a millares al río Nilo; en Frigia, una ciudad fue allanada por el ejército e incendiada con sus habitantes dentro. Murieron varios Papas, centenares de Obispos y miles de fieles. Además de los ya mencionados en el punto 2, destacan los Papas San Marcelino 1º, San Marcelo y San Eusebio; Santa Lucia en Siracusa; Santa Inés en Roma y San Vicente en Zaragoza.
246. Viendo la historia, comprobamos la verdad de la famosa frase: sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos. apenas nacido Jesús en Belén, ya le tocará el turno a los Inocentes. apenas nacida la Iglesia, le toca al Diácono San Esteban. Y así sucesivamente, la Iglesia nunca ha dejado de sufrir, y ésta es su Gloria. Y pasa lo mismo en cada alma en particular cuando se decide ir hacia DIOS por caminos reales de santidad. Todas las fuerzas del mal parece que se unen en la guerra contra el Bien. Pero queda en pie las palabras de Jesús: No temáis, Yo he vencido al mundo...Las puertas del Infierno no podrán contra Mi Iglesia.
B.- Teología: Pecados contra el 1º Mandamiento.
247. Contra la Fe, los que caen en la infidelidad, herejía, apostasía; los que dudan voluntariamente sobre alguna verdad revelada; los que por respeto humano se ruborizan o avergüenzan de aparecer como creyentes; los que por negligencia descuidan su debida instrucción religiosa, conveniente a su estado y edad; los que profesan errores condenados por la Iglesia, más o menos cercanos a la herejía; los que voluntariamente se exponen al peligro de perder la Fe con malas lecturas, compañías o diversiones; los que entran en sociedades secretas e impías, o dan a ellas sus nombres. Debemos tener cuidado porque algunas se presentan inofensivas o benefactoras en lo humano; son los lobos con piel de cordero.
248. Contra la Esperanza, los que se desesperan y consideran la salvación como imposible; los que desconfían de la misericordia de DIOS o del perdón de los pecados, o de poder vencer las pasiones; los que no confían en la Providencia ante las adversidades de la vida, desesperándose y querer quitársela; los que por presunción confían en sus fuerzas para salvarse; los que esperan salvarse por la sola misericordia de DIOS sin hacer nada de su parte; los que abusando de la Misericordia de DIOS, dejan su salvación para el final, sin saber cuándo será.
249. Contra la Caridad, para con DIOS, todo lo que va contra los tres primeros Mandamientos; los que Le odian, siguiendo los pasos de Satanás; los que prefieren las criaturas a DIOS; los que se manifiestan indiferentes para con DIOS, olvidándose de El y de sus deberes religiosos, o miran con desdén o desprecio, o combaten las cosas, personas y lugares sagrados; los que no se conforman con la voluntad de DIOS, o se quejan de su Providencia.250. La Superstición. Consiste en no dar a DIOS el culto y el honor que Le corresponde del modo debido; o darle a la criatura el honor y culto que corresponde a DIOS. Va contra la virtud de la religión por exceso; la irreligiosidad será por defecto. La Idolatría, adorar a la criatura es una forma de superstición. La vana observancia, cuando se atribuye a ciertas prácticas u observancias, significados que ni DIOS ni la Iglesia le atribuyen. La Adivinación o investigación de cosas ocultas por medio del Demonio, o por medios desproporcionados: astrología o posición de los astros; el agüero o canto de las aves; el auspicio o vuelo de las mismas; la quiromancia, según las rayas de las manos;; la geomancia o señales de la tierra encontradas al acaso; la necromancia o invocación de los muertos; la oniromancia o interpretación de los sueños; el sortilegio o las suertes; el vaticinio, por medio de los vates o naipes; la adivinación por medio de las entrañas de los animales. Y otras muchas formas que abundan en ciertas zonas y personas ignorantes y muy crédulas, a quienes unos cuantos, muy vivos, les engañan, simulando cosas buenas para sacarles el dinero o cosas peores.
251. La Magia o arte de hacer cosas maravillosas por medios ocultos. Se llama maleficio cuando la magia tiene por objeto hacer daño. En esto puede haber ilusión, fantasía, artificios de personas perversas e interesadas, y también, a veces, intervención diabólica, directamente, o a través de personas que lo invocan. No cansarnos de prevenir contra los agoreros, hechiceros, brujos, adivinos y demás satélites del Diablo; y que los vanamente crédulos, abran los ojos.
252. El Espiritismo e Hipnotismo son también verdaderas supersticiones, aunque distintas.
253. El Espiritismo es el arte de comunicarse con los espíritus y de averiguar por su medio cosas ocultas. La práctica de la evocación de los espíritus de los difuntos, es muy antigua. Lo que hoy se entiende por espiritismo, en su doctrina y en su práctica, empezó en los Estados Unidos en 1848 con las Hermanas Fox, que más tarde confesaron ser mentira; en muchos casos es sugestión, y en otros, trato con el Diablo.
255. El Hipnotismo es el arte de provocar en una persona el sueño artificial, y de producir durante ese sueño una serie de fenómenos anormales. Existe un hipnotismo vulgar y otro superior con efectos extraordinarios. Hay mucho de sugestión, y en algunos casos, influjo diabólico.
256. La Irreligiosidad. Es una irreverencia especial contra DIOS directamente, o contra personas, cosas o lugares sagrados. Comprende la impiedad o sin piedad, el sacrilegio o violación de algo sagrado, la simonía o compraventa de algo espiritual con algo material, el perjurio y la blasfemia.
257. Deberes en cuanto al culto divino. El culto es el reconocimiento práctico de la excelencia o dignidad que existe en otro. Consiste en el homenaje que por esta causa se le tributa. Puede ser interno y externo, privado y público. San Mateo 4,10 y San Juan 4,24. el culto externo abarca la adoración, oblación, sacrificios, ritos; el interno, la oración y los actos de virtudes teologales.
258. A la Virgen le damos culto de hiperdulía o veneración especial. a San José de protodulía o veneración singular, el primero entre iguales; a los Angeles y Santos, el culto de dulía o veneración de forma general. Éxodo 23,20-21. Concilio de Trento en el siglo 16, sesión 25 y además la Sagrada Tradición de la Iglesia.
259. Debemos venerar las imágenes de los Santos y sus reliquias por la relación que tienen con sus personajes, y a éstas, por su santidad o proximidad a DIOS. Así hablan los Concilios y el Libro 4º de los Reyes nos cuenta cómo dividieron las aguas del río Jordán con el manto del profeta Eliseo, y resucitaron un muerto.
260. Catecismo 2110 a 2141.

TEOLOGIA 2 : TEMA 11

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A.- Biblia: Victoria del Cristianismo
B.- Teología: Deberes del 2º Mandamiento
A.- Biblia: Victoria del Cristianismo
261. Fin de la persecución. Diocleciano y Maximiano se vieron obligados a abdicar; Galerio, atormentado por una repugnante úlcera, se consumía vivo, reconociendo como Antioco, que pesaba sobre él la justicia de DIOS. Los tres acabaron lastimosamente la vida y de forma progresiva, la persecución se fue apaciguando; se abrieron las prisiones, volvieron los fugitivos y todo se iba normalizando.

262. Milagrosa victoria de Constantino. Era hijo de Constancio Cloro y de Santa Elena. Sucedió a su padre en calidad de César, siendo todavía pagano. Admiraba y respetaba a los cristianos, estaba convencido de la gran fuerza moral que suponía para el imperio, y lo primero que hizo fue dar libertad para el ejercicio de su religión.

263. Ante el combate decisivo frente a Majencio, hijo de Maximiano, por el que se disputaban el trono imperial, se dio cuenta que necesitaba un auxilio extraordinario para vencer a ese poderoso enemigo e invocó al DIOS de los cristianos. Hacia el mediodía apareció en el Cielo, a la vista de todo el ejército, una Cruz luminosa rodeada de una inscripción: in hoc signo vinces, con este signo vencerás. A la noche siguiente tuvo Constantino un sueño en que Jesucristo le mandó hacer un estandarte, tomando por modelo la Cruz que se le había aparecido, y que lo llevara en las batallas como protección contra los enemigos. Fue el año 312 cuando obtuvo la resonante victoria, y Majencio, en su precipitada huida, cayo al río Tíber, donde se ahogó. Y Constantino quedó dueño de todo el imperio occidental.

264. El Edicto de Milán, año 313. A partir de la victoria, Constantino comenzó a profesar públicamente la religión cristiana; mandó poner por remate de la corona imperial la Cruz y que fuese enarbolada en la bandera de las legiones, y que se colocase en lo más alto del Capitolio. En el año 313 publicó el famoso edicto de Milán, por el que se concedía a los cristianos el libre ejercicio del culto, la restitución de las Iglesias y otros inmuebles confiscados, con la consiguiente alegría para todos los cristianos, después de 300 años de persecuciones.

265. Los orientales le tienen por Santo; su madre, Santa Elena, mando hacer excavaciones en el Calvario y descubrieron los restos de la Cruz de Cristo, que se conservan repartidos en Jerusalén, Roma y norte de España. Siglos después algunos no muy bien intencionados, no vieron con buenos ojos este triunfo, pensando que era triunfalismo, olvidándose de esos otros triunfalismos materialistas, que tanto difundían cuando podían.

266. La Iglesia a través de los siglos. Con estas libertades y favores, vendrán en masa la multitudes que piden entrar en la Iglesia; y en esa masa, los peligros de la abundante cizaña mezclada. Seguir siempre ofreciendo la salvación a todos los hombres, aunque tendrá que vencer muchos obstáculos: luchas internas, abusos de los poderes públicos, decaimiento del espíritu, malos ejemplos de algunos de sus jefes, escándalos y variadas y refinadas persecuciones externas, que de alguna forma, siempre ha habido.

267. La Iglesia con su triple poder de enseñar, gobernar y santificar, estará en constante lucha contra el espíritu mundano, el vicio y el Diablo; promoverá obras sociales de todo tipo, en todas las épocas, para todas las gentes; alentará en esa lucha constante por la perfección cristiana, ofreciendo en todo momento ese catálogo de almas santas, que día tras día, la siguen enriqueciendo. Cambiando los corazones, cambiará las estructuras; con las Verdades Inmutables de la Fe o Dogmas, con la Moral, con los Sacramentos y la Oración, con el Papado como brújula infalible, y la Virgen Inmaculada que nos invita a sentirnos todos como verdadera Familia, sigue pasando por los siglos, llevando a las almas que lo desean al Cielo.

B.- Teología: Deberes del segundo Mandamiento.

268. Ordena reverenciar el Santo Nombre de DIOS, porque merece el respeto y el honor que se debe a DIOS mismo, y nos prohíbe tomar el Nombre de DIOS en vano; en las debidas proporciones, se dice también de la Virgen, los Santos, las cosas, lugares y personas consagradas. Se nos manda en Exodo 20,7; Levítico 19,12; Deuteronomio 5,11; y en San Mateo 5,33.

269. Se entiende por el nombre de DIOS, la Majestad suprema de DIOS, Uno y Trino; honrar en el Nombre de DIOS, todos los títulos que comprende: Creador, Todopoderoso, Señor, Eterno, Infinito, Rey de reyes, Jesucristo, Santísimo Sacramento.

270. Es muy laudable y muy provechoso invocar con reverencia y amor el nombre de DIOS, al principio de las obras importantes, en los trabajos y necesidades, en los peligros, en la hora de la muerte.

271. Comprende: la Invocación reverente como ya hemos dicho, el Juramento hecho con las debidas condiciones y los Votos debidamente cumplidos.

272. El Juramento, Es la invocación del Nombre de DIOS en testimonio de la verdad; poner a DIOS por testigo de la verdad de una cosa. Puede ser asertorio cuando se emplea solo para afirmar la verdad, y promisorio cuando se emplea para confirmar con él una promesa o pacto.

273. Para que tenga validez, se ha de tener intención de jurar, al menos virtual; ha de ser con frase que no sea rutinaria, y con fórmula juratoria, usando palabras o fórmulas admitidas como tales en los juramentos. Estas fórmulas juratorias, si no figura expresamente el nombre de DIOS, habrá que examinar si es verdadero o no; a veces se invoca como testigo el nombre de aquellas cosas o criaturas En las que resplandece los atributos Divinos. San Mateo 23,20. El juramento por el honor, no tiene mÁS valor que el de una simple promesa; pues no puede jurar por el honor, los que no lo tienen o no lo respetan en los demÁS. Hay otra variedad de fÓRmulas, cuyo valor dependerÁ De la intenciÓN y las palabras que empleen.
274. El juramento es lícito cuando se hace con VERDAD, JUSTICIA O NECESIDAD; en este caso, es un acto de religión, con el que se honra a DIOS, recurriendo a El como verdad infalible. Jeremías 4,2; Gálatas 1,20; Filipenses 1,8.
275. El juramento promisorio obliga a su cumplimiento tanto si se hace a DIOS, como a los hombres, como acto de religión, si lo que se ha prometido es bueno o lícito, por la reverencia debida a DIOS. sin esto, no es válido ningún juramento.
276. El Voto. Es una promesa libre y deliberada, hecha a DIOS, de una cosa buena, posible, y mejor que su contraria, con intención de obligarse. La simple Promesa o firme resolución, no obliga bajo pecado. En cosas más concretas, consultar el Código de Derecho Canónico.

277. Catecismo, 2142 a 2149.

TEOLOGIA PRACTICA - TEMA 12

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A.- Biblia: Herejias Principales
B.- Teología: Pecados contra el 2º Mandamiento

A.- Biblia: Herejias Principales


278. Causa de la Herejías. Con el triunfo del cristianismo no desapareció el espíritu pagano de la sociedad, sino que en todas las regiones del Imperio continuaban muchas supersticiones populares, variedad de teorías filosóficas y costumbres en las instituciones públicas. Este ambiente se respiraba aún, y los cristianos, al gozar ahora de libertad y cierta protección, perdieron algo de espíritu y se dejaron contagiar. Vemos algunas de las que en los siglos 4º y 5º despuntaron más, pues sus raíces vienen de antes: de la libertad y los intereses desordenados de siempre.

279. Gnosticismo. Era una mezcla de doctrinas cristianas y paganas. Los Gnósticos sostenían que la materia es eterna, como muchos de los materialistas de ahora; que había dos principios, el del bien y el del mal; que DIOS y el Creador del mundo eran dos seres distintos; que Jesucristo había solo padecido en apariencia por no tener cuerpo real, sino fantástico; que el que conoce los misterios está ya salvado, y otros errores más. Se dividieron en más de 30 sectas contra las que pelearon los Papas y Obispos, de forma especial, San Telesforo ya en los años 125 a 136.280. El Montanismo. Lo fundó Montano recién convertido en Frigia, a mediados del siglo 2º. Empezó a predicar una doctrina extremadamente rigurosa y austera. Exigían la práctica de frecuentes ayunos, prohibían casarse por segunda vez, negaban los Sacramentos a los que habían pecado mortalmente después del Bautismo, se abstenían de los espectáculos, rechazaban todo lujo y adorno en las personas, se negaban al servicio militar y no permitían que nadie apelase a la fuga en tiempos de persecución. Así creían prepararse mejor al reinado de mil años de Cristo en la tierra; eran de conducta inmoral y la Iglesia los condenó.

281. Maniqueismo. De Manes, que nació en Mesopotamia en los primeros años del siglo 3º. El fundamento de esta secta era el dualismo, o existencia de dos principios: el de la luz o el bien, y el de las tinieblas o el mal. Conforme a esta doctrina, cada criatura era buena o mala según el principio que la dominase. Tenían organización religiosa especial y practicaban un culto secreto. A finales del siglo 3º, tomó apariencias de herejía cristiana, pues su origen era pagano, y fue combatida por la Iglesia.

282. El Arrianismo, y Concilio de Nicea , año 325. Su fundador fue Arrio, sacerdote de Alejandría. Hombre ambicioso que por no haber podido llegar a ser Patriarca de la ciudad, se alzó contra la fe de la Iglesia, negando públicamente la Divinidad del Verbo, es decir, negaba que Jesucristo fuera DIOS; con sus apariencias de virtud, se llevó muchos partidarios, que se llamaron arrianos, y fueron origen de muchos otros errores.

283. Informado el emperador Constantino de los progresos que hacía esta doctrina, y de las perturbaciones que producía, promovió la reunión de un Concilio Universal que pusiera fin estos males. Tuvo lugar en Nicea, bajo la presidencia de los legados Pontificios; asistieron 318 Obispos de toda la Iglesia de entonces.

284. Esta Asamblea examinó la doctrina de Arrio, y la condenó como opuesta a la constante y universal creencia de la Iglesia. Arrio rechazó la profesión de Fe que le propusieron, y fue condenado. En esta profesión de Fe, la Iglesia, apoyada en la Sagrada Escritura y Sagrada Tradición, que son las dos Fuentes de Revelación para los Católicos, definía que el Verbo, Jesucristo, era DIOS, consustancial al Padre, de la misma naturaleza Divina, con las mismas Perfecciones. Que en Jesucristo había dos voluntades, Divina y Humana; dos naturalezas, Divina y Humana; pero una sola Persona, Divina, unidos por la Unión Hipostática, es decir, misteriosa. Esta Profesión ha pasado a la Historia con el nombre de Símbolo de Nicea; es la que rezamos o cantamos en la Santa Misa. Es, en el fondo, el mismo Credo de los Apóstoles, más desarrollado.

285. Macedonianismo y el Concilio de Constantinopla en el año 381. Esta herejía tuvo por cabeza a Macedonio, Patriarca de Constantinopla, que negaba la Divinidad del Espíritu Santo y su consustancialidad con el Padre y el Hijo.

286. Fue condenada esta Herejía por el Concilio General de Constantinopla, año 381, en el que se confirmó el Símbolo de Nicea, añadiéndole algunas palabras para explicar la doctrina católica referente a la Divinidad del Espíritu Santo.B.- Teología: Pecados contra el 2º Mandamiento

287. Son todos los contrarios al respeto y veneración que debemos al Santo Nombre de DIOS: tomar el nombre de DIOS en vano, la Blasfemia, el Perjurio y la Violación de los Votos.

288. Tomar el nombre de DIOS en vano. Es la invocación irreverente; el pronunciar sin causa y sin la debida reverencia este Nombre Santísimo. La gravedad depende de la intención, y puede ser por impaciencia, indignación, asombro por costumbre vana. Con las debidas distancias, se aplica también a la Virgen, a los Santos, y a los objetos, personas y lugares sagrados.

290. Blasfemia.Es el dicho o hecho injurioso contra DIOS, la Virgen, los Santos, la Religión y todo lo relacionado con ella. Puede ser de palabra hablada o escrita, de pensamiento y también con acciones.

291. Negar a DIOS, a la Virgen o a los Santos; perfecciones o propiedades que les pertenecen; afirmar de ellos algo que no les conviene; atribuir a las criaturas propiedades que competen a DIOS; decir injurias o insultos; ésta es la forma más grosera y ordinaria; hablar con desprecio de lo que pertenece a la Religión en bromas, chistes, etc.

292. La malicia es grave si es consciente y deliberada por ser un ultraje directo a la Majestad de DIOS y a todas sus perfecciones. Es intrínsecamente mala por ir de una forma o de otra, contra DIOS y sus perfecciones. Uno de los mayores pecados, muy castigados en la Biblia: Levítico 24,14; Deuteronomio 32; 4º de los Reyes 19; Hechos 12,21.

293. En el año 1912, se hundió el Titanic partido en dos por un bloque de hielo, en su viaje inaugural de Londres a N.York; era uno de los mejores en su época; habían escrito en la proa: este barco no lo hunde ni DIOS. Lo hizo, un pequeño Iceberg, como si cortara un trozo de queso.

294. La reparación de la Blasfemia debemos hacerlo siempre. Externamente, llamando la atención, mostrar de alguna forma el desacuerdo y malestar; también la reparación interna con jaculatorias y actos de amor.

295. La Imprecación. Se le llama también maldición y consiste en invocar el Nombre de DIOS, pidiendo para sí o para algún otro, algún mal. Es una especie de blasfemia y tiene la misma malicia, aunque depende de la advertencia, intención y escándalo que se pueda dar.

296. Las palabras mal sonantes no llegan a la malicia de la blasfemia, si no se mezcla en Nombre de DIOS; pero nunca son propias de personas educadas y cultas, ni menos aún de católicos.

297. El Perjurio. Es un juramento falso, jurar sin verdad o con duda de que si lo que jura es verdad. Es siempre pecado mortal por su naturaleza, aunque el juramento sea sobre cosa leve, porque se pone de testigo de una falsedad a DIOS nuestro Señor, que es Verdad infinita.

298. También se le llama perjurio al juramento hecho sin justicia, sin necesidad, sin verdad, o contra la prudencia que pide el juramento: juramento de Herodes en San Marcos 6,22-28 y los conjurados para matar a San Pablo en Hechos 23,12-24.

299. La Violación del Voto. El quebrantar los votos o no cumplirlos, es pecado mortal o venial, según los casos o la materia. La violación de los Votos desagrada mucho al Señor. Eclesiastés 5,3-4: Si haces algún voto, no tardes en cumplirlo.

300. Con la Virgen, nos será más fácil el respeto cariñoso para el Santo Nombre de DIOS y todo lo Sagrado. Un respeto cariñoso que nos facilita el Don de Piedad, del Espíritu Santo.

301. Catecismo Del 2150 al 2167.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

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POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

PRELIMINARES HISTORICOS

Las lanchas Balleneras

Al estudiar el estado religioso y social de los eskimales, que viven desparramados por las costas del mar glacial desde la desembocadura del Yukon hasta la del río Mackenzie, en el norte del Canadá, nos encontramos con que la mayor catástrofe que visitó a estos indígenas fue el haberse puesto en contacto con las expediciones balleneras antes que con ninguna otra clase de hombres blancos.

Los blancos de aquellas expediciones fueron para ellos seres misteriosos, como los soldados de Cortés para los indios mejicanos. La diferencia, sin embargo, está en que Cortés rezaba las horas de Nuestra Señora en un librito que llevaba siempre en el bolsillo, mientras que los capitanes de los barcos balleneros eran individuos desalmados, más voraces que vampiros y de conciencias anchas como los mares que navegaban.

La vida en las lanchas balleneras no era vida de recreo. La dureza y privaciones de aquella vida se hicieron tan proverbiales en las costas del Pacífico, que se hizo punto menos que imposible reclutar expedicionarios, a pesar de los salarios ultra-pingües que se ofrecían. Entonces se acudió a un proceso de reclutamiento tan bárbaro que difícilmente habrá sido superado desde los días de Nabucodonosor y Ciro.

Cuando el barco estaba ya listo en la bahía de San Francisco de California y no quedaba más que la dotación de mozos vigorosos, los oficiales visitaban las tabernas ele la ciudad y emborrachaban a veinte treinta, cincuenta o cuantos se necesitasen para el proyectado viaje.

A estos mozos vagabundos, con bigotes ensortijados, que escupían por el colmillo y vivían de atracos y borracheras, una vez embriagados hasta perder el conocimiento, los metían en coches y de los coches los descargaban en la cubierta del barco como si fueran fardos de sal.

Cuando al cabo de veinticuatro horas volvían en si y comenzaban a restregarse los ojos y a rebullir, se veían en alta mar arrullados por las olas cargadas de salitre, y allí, de pie junto a ellos, había un oficial con un látigo, que los iba distribuyendo metódicamente y con frases cortas por los diversos empleos manuales de a bordo. Si querían, podían escapar, pero ninguno lo intentaba. Nadar cien kilómetros no es cosa tan baladí como pudiera parecer.

Excesos y Abusos

Esa lancha ballenera, que estamos estudiando, no va sola. Con ella y con dotaciones similares navega toda una flota de balleneras, que se desperdigan a velas desplegadas por el mar glacial, infestado de bloques de hielo en pleno verano.

En sus idas y venidas, las balleneras anclaban en las aldeas eskimales de la costa y traficaban con los indígenas. Aquellos marineros forzados, que habían pasado medio año en alta mar trabajando como burros de carga, al cebar pie a tierra y ponerse en contacto con las aldeanas del país, se daban a toda clase de excesos sin parar mientes en escrúpulos de moral ni estética, como sátiros de paganismo legendario.

Las indígenas no estaban acostumbradas a semejante tratamiento. Pronto corrió la voz entre los habitantes de que aquellas flotas balleneras eran verdaderas plagas de langosta, y se aprestaron a la defensa ; pero los marineros no eran gente que se intimidaba, y lo único que tuvieron qua hacer para conseguir su intento fue cambiar de táctica.

Bajaban a tierra con botellas de aguardiente que daban a los indígenas sin distinción. Como aquellos estómagos aborígenes no estaban acostumbrados al licor, beber un trago y rodar por el suelo como picados por víboras, era todo uno.

Cuentan qua al emborracharse adoptaban estado y ademanes de locos desatados. A unos les ciaba por matar y a otros por matarse, siendo rarísimos los casos de borrachos a quienes les daba por cantar o decir necedades sin más extralimitaciones. Como el tigre que, según dicen, una vez que gusta carne y sangre humanas ya no quiere otro manjar, así nuestros inocentes eskimales una vez que gustaron los efectos peregrinos del aguardiente, ya no podían vivir sin él.

Los marineros lo conocieron y procuraron sacar ventaja; en vez de llevar a tierra el aguardiente, llevaban las mujeres a las lanchas donde tenían verdaderas orgías y las comilonas más desenfrenadas. Dando un paso más, enseñaron a los indígenas a fabricar bebidas alcohólicas con harina, cebada y melazas; bebidas fortísimas y cuasi venenosas que sembraron la miseria por toda la región.

Los Naloagmi

Entre las focas del país hay una de piel blanca que los eskimales llaman naloag. Al ver las caras rubias de los marineros, los indígenas las compararon a la piel de esas focas y llamaron a los blancos naloagmi, o sea, el que vive dentro de una piel blanca, nombre con que me han saludado a mi por activa y por pasiva.Por eso, en estas regiones inmensas que se extienden al norte del Circulo Polar y se empalman con los hielos eternos que las unen al Polo Norte, la palabra naloagmi es sinónima de gente blanca, joven y sin conciencia, amiga de guitarras y borracheras, sin escrúpulos, sin religión, sin respeto a nada que tenga visos de sagrado.

Los ministros protestantes

Tras las balleneras vinieron las expediciones de ministros protestantes; gente sin preparación ninguna para predicar el evangelio genuino de Jesucristo; ministros sin ordenar, casados y con hijos, que cayeron aquí como bandadas de buitres tragadores, con ojos de lince para explotar y con almas farisáicas, mucho más ladinas que las de Caifás y compañía.

Lo primero que hicieron fui distribuirse las aldeas para evitar la competencia y poder sacar el jugo a los indígenas sin contradicción. En sus iglesias sectarias se hizo dogma de fe el siguiente triple estado de las almas redimidas.

Los que daban al ministro el diez por ciento de cuanto ganaban, cazaban, pescaban o en manera alguna adquirían, esos iban al cielo ciertísimamente. Los que defraudaban algo del diez por ciento, iban al cielo ciertamente. Los que defraudaban una ración considerable, iban al cielo dudosamente. Quedaba, por fin, un cuarto estado que no merecía el nombre de estado, y era el de aquellos que no daban nada. Esos se condenaban irremisiblemente. Por desgracia aun esta en vigor este dogma que tuvo su origen en aquella escuela del Templo de Jerusalén, regentada por aquellos escribas y fariseos a quienes Jesucristo llamó serpientes e hijos de víboras.

La norma, pues, por la que se computa en estas sectas cl grado de gloria en el cielo, es la bolsa mayor o menor que entregan al ministro del Crucificado. Tres veces al tufo tienen lo que llaman “conferencias” y obligan a venir de las aldeas limítrofes a todas las personas alistadas en la secta.

El Sermón del Juicio Final

Aquí, en Kotzebue, tienen la Casa Central con un salón repleto de bancos que llaman "la iglesia", sin cruz, sin altar, sin imágenes, sin cuadros, sin nada que pudiera recordarles escenas relacionadas con la vida venidera.
Bien apretados en esos bancos, escuchan un sermón en el que se les dice que todas las profecías acaban de cumplirse, y que el Juicio final es cosa de unos meses.
Hace varios años predijeron el Juicio final el 14 de marzo al atardecer. Luego el 7 de agosto a medio día, y finalmente el 3 de noviembre al amanecer. Los pobres eskimales esperaban en estado agónico el cataclismo y se quedaban estupefactos al ver que el día anunciado nacía y moria como los demás.
Para evitar que los más discretos sacasen conclusiones desastrosas para la secta, el ministro vociferaba que todavía no estaban preparados para el Juicio y que Dios, en su infinita misericordia, había prorrogado la disolución general.
Ahora Dios se va cansando ya de prórrogas y parece que nos va a matar a todos cualquier día. Los eskimales, en consecuencia, tienen a Dios verdadero pánico, como si se tratara de un tirano sin entrañas que proyectara caer sobre ellos por sorpresa y degollarlos a todos sin compasión.
Durante la semana que duran esas conferencias el salón sectario se convierte en una Babel que sólo puede tener lugar en Un país democrático. Todos gritan, todos lloran, todos tienen visiones, todos tiemblan y ninguno se entiende. Jesucristo va a venir.
Cuando se calman un poco, los más santos se adelantan y confiesan en voz alta sus pecados. Adulterios recientes, mencionando los nombres de los cómplices, robos, fornicaciones, malos pensamientos, malas palabras y peores obras, todo sale a la plaza en medio de un silencio que interrumpen sollozos mal cohibidos.
Cuando los más santos han terminado sus confesiones, se invita a los no tan perfectos. Si vacilan un poco, se les riñe a voces y salen al escenario a confesarse. Finalmente los imperfectos, que no quieren en modo alguno confesar sus maldades, son arrastrados y obligados a limpiar su alma confesándose delante de todos. Al día siguiente se repite la operación, para lo mismo repetir mañana».

Sacrificio y Dificultades

La iglesia se abre a las ocho de la mañana. A las doce salen y a las dos se vuelve a tocar la campana, que los reune en el salón hasta las cuatro de la madrugada siguiente.
No lo creería yo, si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Recuerdo que algunos días llovía copiosamente y desde la ventana los veía yo venir cargados de chiquillos mojados, chapoteando lodo, alegres y risueños porque así se preparaban bien para la pronta venida de Jesucristo. Si obligase yo a mis católicos a una cuarta parte de mortificación y vencimiento, estoy seguro que me fallarían en masa.
El caso es más misterioso de lo que a primera vista parece. Durante la semana de conferencias no cazan, ni pescan, ni trabajan, ni apenas comen. Nada les importa nada. Lo único que los fanatiza entonces es la perspectiva de Jesucristo viniendo por las nubes a exigir cuentas atrasadas.
Las doctrinas falsas, las sectas heréticas, el culto velado a Satanás, las religiones e iglesias puritanas exigen con frecuencia a sus adeptos sacrificios muy subidos.
La Iglesia católica, en comparación, es una Madre cariñosísima que mira por sus hijos con autor verdaderamente maternal. Cuando sientan sus caricias los infieles, se convertirán indudablemente. Más fácil es confesarse con un sacerdote católico que tener que hacerlo en público y con la obligación de nombrar los cómplices; caso en cierto modo anti-social y que se debía prohibir por una ley en toda regla.
En la aldea de Noatak, al norte de Kotzebue, se separó un matrimonio porque ella se confesó de baben sido infiel al marido, sin habérselo dicho antes a él. No perdamos de vista que estamos tratando de salvajes. Si se dicen mutuamente sus infidelidades a un tercero, entonces se rompen las relaciones. La disciplina católica funciona pacíficamente aun entre los salvajes a quienes mejora incluso socialmente.
Cuando San Francisco Javier se internó en la India y en el Japón encontró, sí, el obstáculo natural de los bonzos y boncerías y de los brahmanes, diestros en el sánscrito y depositarios de civilizaciones multiseculares; pero pudo enfrentarse con ellos libremente y predicarles a Jesucristo tal cual es, o sea, tal cual aparece en los Evangelios y. en las Epístolas de San Pablo. La semilla caía en terreno virgen.
Si le hubieran precedido grupos de ministros luteranos que llevaban la Biblia debajo del brazo, y predicaban a Jesucristo tal cual ellos se le imaginaban, entonces la labor del santo navarro hubiera sido doblemente penosa y cuesta arriba.
Primero había que demostrar que Lutero, Calvino y demás caterva de soberbios no daban en el blanco; y, si lograba hacerse escuchar y vencía en la refriega, tenía luego que empezar por el A B C y vigilar las maniobras del ministro vecino, casado y con levita.
Aquí, en Alaska, las estaciones o puestos misioneros católicos se redujeron al Yukón, a los mineros vagabundos y a las costas del sur de Nome. La primera invasión del territorio enemigo no se efectuó hasta el año 1929 ayer, como quien dice cuando el malogrado P. Delón reunió 15.000 dólares y levantó la casa e iglesia de Kotzebue, aquí en el corazón mismo de la esfera de acción de los cuákeros o ministros sectarios.

El Ministro de Kotzebue

El ministro que residía en Kotzebue el año 1929 había sido tabernero. Se casó con una beata cuákera, fanática, y los dos decidieron hacerse misioneros.
El buen tabernero asomaba la oreja con demasiada frecuencia. En una riña que tuvo con una enfermera del hospital territorial, la Llamó un nombre tan obsceno que ella ni quiso ni pudo aguantar. Le citó a los tribunales con testigos y el misionero postizo tuvo que pagar la multa nada irrisoria de mil dólares.
En otros encontronazos con gente decente se desató más de lo debido, por lo cual fue despedido de la secta cuákera. Al día siguiente se independizó y empezó una secta suya. Yo mismo pude ver en un barrio de Nome la campanilla que colgó a la puerta de una casa arrendada que convirtió en capilla.

Los soldados de Washington

Detrás de los ministros sectarios vinieron compañías enteras de soldados que el gobierno de Washington colocó en lugares estratégicos desde Nome hasta Tanana; desde San Miguel basta Skagway. Más tarde se vio que era un gasto inútil y las compañías fueron repatriadas. Pero dejaron en Alaska huellas que tardarán mucho en borrarse. Varias veces al preguntar por el padre de algún mestizo se me ha respondido con aire de admiración: «¡Un soldado!», como si quisieran decir: “¿Pues quién iba a ser?»
Con la petaca llena y la cantimplora mediada de aguardiente los soldados iban de acá para allá en trineos oficiales entonando canciones poco santas y pernoctando en aldeas sin cuartel ni centinelas. Como aquellos soldados distaban mucho de ser Javieres, la reputación de los blancos en la mentalidad indígena bajaba y bajaba como el mercurio en los termómetros de Kotzebue los días sin viento del mes de Enero.

Tristes Resultados
El resultado de todos estos factores no pudo haber sido más desastroso para los indígenas. Hubo, claro está, algunas mejoras materiales. Los indígenas aprendieron a lavarse la cara, a peinarse, a cambiar la ropa antes de que cayese hecha pedazos de puro usarla sin mudarla, y mejoraron un poco las viviendas; pero el nivel moral estuvo muy lejos de subir.
La sangre eskimal se vio mezclada con la peor sangre blanca que se puede imaginar. Lo blanco prevaleció sobre lo indígena y los eskimales comenzaron a usar alimentos blancos y a vestirse ropa traída de los Estados Unidos.
La harina había sido alimento del todo desconocido. Cuando los barcos mercantes empezaron a traer verdaderas montañas de sacos de harina, los indígenas se acostumbraron al pan y afirmaban que ya no podían comer sin pan; pero lo que ellos amasaban no era pan; era una especie de bizcocho mal tostado que los mismos perros no comían a no ser en casos de hambre extrema.
Los eskimales mojaban los bizcochos en aceite de foca y los deglutían enteros, como los pavos tragan las nueces. Siguieron luego indigestiones y dolores de estómago, pero ellos no se preocupaban por la sencilla razón de que el eskimal no se preocupó en serio de vivir o morir. A fines de siglo vino una epidemia que barrió pueblos enteros y diezmó la población. Por fin los rebaños submarinos de ballenas gigantes abandonaron las costas de Alaska y las flotas balleneras des-aparecieron como por encanto.

Los Mestizos

Los mineros de 1898 se esparcieron rápidamente por toda la península y contribuyeron a llenar de mestizos las regiones mineras. Muchos mineros perecieron víctimas del frío y de las privaciones inherentes al clima; otros se volvieron a sus casas, y únicamente los mejor dotados físicamente permanecieron en Alaska.
Una buena parte de ellos se casó con mujeres eskimales y nos dió esta raza mestizoide que nos rodea dondequiera que vayamos. La situación de estos mestizos es bastante deplorable.
En primer lugar los varones son mozos inútiles, haraganes, viciosos, borrachos y sin pizca de ambición noble y loable. Se pueden contar con los dedos de una mano los mestizos decentes que he topado en mis marchas y contramarchas por estas latitudes al norte del Círculo Polar.
En cambio, las hembras parece que nacen con mejor estrella. En primer lugar ganan mucho en corrección de facciones. Desde los quince hasta los veinticinco amos pasan por señoritas blancas y las igualan en pudor y vergüenza natural femenina.
Por desgracia, no hay blancos elegibles, y las pobres chicas se marchitan en deseos inútiles de tomar por esposos hombres dignos de sus sueños; hombres que no encuentran entre sus co-mestizos de quienes abominan, ni entre los eskimales de pura cepa a quienes desprecian como a seres inferiores, ni entre los blancos que quedan en las minas, viejos ya y con los dientes ralos y negros por la malhadada pipa que no dejan si no es para comer y dormir.
Cuando llegan a los veinticinco años se desesperan y unas tiran por un camino y otras por otro de los tres arriba indicados. Creo que las más acertadas son las que vuelven a los puerros y cebollas de Egipto, o sea, las que toman por esposos a eskimales puros.La razón es obvia. Con un eskimal por esposo, ellas son las mandonas y las que lo disponen todo, aunque los niños nazcan con facciones predominantemente indígenas que ellas aborrecen.
Las que se casan con mestizos se embarcan en una nave, que las lleva a velas desplegadas por los mares procelosos del hambre, de la necesidad y de la miseria en todos sus aspectos. Si acaso aciertan a ganar un duro, aquella noche están los dos borrachos.
Si tienen buena suerte y ganan dos duros, uno es para vino y el otro para cigarros que aquí cuestan un ojo de la cara. Creo no exagerar si digo que el número de mujeres fumadoras iguala fácilmente al de los fumadores.
Por último, las que se casan con un blanco son las más desgraciadas. Tienen, sí, mejores botas y faldas más vistosas, pero ahí termina todo.
El blanco lee revistas y libros y quiere hablar del porvenir de Polonia y Checoeslovaquia, o gusta discutir los pros y contras de las dictaduras y democracias. La pobre mestiza no sabe la diferencia que hay entre Polonia y la Cochinchina, ni sabe qué es dictadura ni qué es democracia. El blanco se venga llamándola salvaje y otros nombres saturados de oprobio e ignominia hasta que a ella se le atufan las narices y responde indignada con nombres que no se pueden estampar aquí. Si una roca disparada por una catapulta choca en el aire con otra roca igualmente pesada y disparada, el resultado es un montón de arena en el suelo.

Cárceles y policías

Más tarde vinieron mejores ejemplares de blancos y la situación mejoró un poco, sobre todo en los centros más populosos. El establecimiento de cárceles y policías ayudó no poco a esta mejora. Ya no es tan fácil cometer crímenes y seguir como si allí no hubiera pasado nada.
Desde hace unos años está vigente una ley no escrita ni promulgada, pero sancionada por una tradición que jamás ha dejado de fallar en ningún caso particular.
En virtud de esta ley todo blanco convicto y confeso de ser el padre de la criatura de una indígena soltera, es por el mero hecho forzado a casarse con ella, a no ser que prefiera dar con los huesos en la cárcel o soltar una multa que lo dobla y lo balda de por vida.
Como, después de todo, el blanco escoge casarse, el matrimonio parece tener visos de válido; pero es una validez muy cuestionable y que ha dado origen al apelativo de “matrimonio a punta de revólver”.
Alguien me dijo no sé dónde que en las naciones hispanoamericanas prevalece la noción de que tanto el Derecho Canónico como los rescriptos todos de la Santa Sede mueren en Cádiz y jamás cruzan el Atlántico. Esta exageración cómica e inexacta pudiera aplicarse con más propiedad a Alaska y decir que todos los edictos del Vaticano mueren en Nueva York y nunca llegan a las lomas del Polo Norte.

Vida católica

Hasta aquí hemos pintado el lago negro de la cuestión; pero esta cuestión, como las monedas, tiene dos caras. Bien o mal, lo cierto es que los eskimales han sobrevivido a la invasión blanca y siguen creciendo y multiplicándose. Ha sido una verdadera supervivencia del más fuerte, pero al fin y al cabo supervivencia.
Dondequiera que se eleva un campanario católico, apenas se esparció la buena semilla, comenzó a crecer y a propagarse y a seguir dando retoños que son para alabar a Dios. Al ponerse en contacto con una raza pagana se palpa la necesidad de injertar en ella la doctrina de Cristo so pena de perderse todo por derroteros extraviados.
Sin religión el pagano civilizado se hace más diestro en amañar embustes, más ladrón, más lascivo, y un hipócrita perfecto como si le hubieran hecho a la medida. En cambio al abrazar el catolicismo se inicia en ellos una mejora en todos los sentidos.
Donde los eskimales viven incontaminados con los blancos y al abrigo del campanario católico, la parroquia es una réplica de las parroquias cristianas afamadas, donde se reciben los Sacramentos debidamente y donde se vive en paz como Dios manda.
Aquí mismo, en Kotzebue, tengo yo ejemplares que he tomado por modelo. Ahí está Effy la viuda, mi maestra de eskimal y mi fiel intérprete de sermones y explicaciones catequísticas. Rigurosamente hablando, está tullida y por ello está dispensada de venir a la iglesia. Otra menos fervorosa se agarraría a esa dispensa natural. Pero no así Effy.
En las mañanas de invierno, cuando la calma y serenidad de las nubes es la señal infalible de una temperatura baja frigidísima, Effy se levanta, se viste y viene a Misa.
Da pena verla caminar por la nieve. Las junturas todas y en especial las rodillas rehusan doblarse y funcionar; pero Effy camina, a pesar de todo, arrastrando unas piernas tiesas en las que ha hecho presa un reumatismo crónico de mal cariz, jadeando y despidiendo un aliento espeso que la envuelve como el humo de una chimenea, parándose acá y allá, pero siempre adelante camino de la iglesia.
Sabe que el arrodillarse es un martirio y me ha oído decir cien veces que está dispensada de arrodillarse aun durante la consagración; pero ni aun por esas. No concibe cómo puede un alma orar si no es de rodillas.
Es la mejor bordadora de la aldea y ganaba la vida cosiendo y haciendo abrigos de pieles para los blancos; pero últimamente el artritismo se ha extendido a las muñecas y a los dedos y la ha imposibilitado dar una sola puntada.
A veces tiene que estar en cama toda una semana. Jamás la he oído una sola queja ni asomo de queja. Todo va bien. Dios lo dió, Dios lo quitó ; sea su nombre bendito. Dios es su Padre y la ama, y ella se ha entregado a El, venga lo que venga y caiga lo que caiga. Aunque es la pobreza personificada, se considera millonaria por tener la conciencia tranquila. No habla mal de nadie. Todos son buenos.
Por Navidad me regaló unos guantes de punto que hizo a ratos durante el invierno, aunque sé que cada puntada fue un pinchazo sufrido con esa sonrisa que, si la tuviera otro, se consideraría el mejor de los mortales. Estoy viendo que cuando se muera la voy a hacer novenas como se las hacemos a los muertos en olor de santidad y a los canonizados.

Ejemplos de Fervor

Y aunque no tan perfectas al parecer como Effy, ahí están Marta y Memmy, abnegadas madres de familia, eskimales de pura cepa como Effy, fidelísimas en venir a todos los ejercicios de piedad, calladas, afables, rezadoras, caritativas, respetuosas con el Misionero, limpias y ordenadas y de vida tan intachable que nadie puede echarles en cara cosa alguna digna de reproche.
Ahí está Raquel que va de casa en casa diciendo a los cuákeros que ella es feliz desde que se hizo católica y que ellos se van al infierno si rehusan el bautismo.
No me deja ni a sol ni a sombra; siempre con preguntas religiosas que me hacen explicar todo lo que aprendí en las aulas de Teología y que ella devora con unos ojos muy abiertos, ansiosa de saber la respuesta correcta a todas las preguntas de los cuákeros ignorantes.
Dice que cuando yo explico los misterios de la religión mis palabras la saben a terrones de azúcar, mientras que cuando los cuákeros la instruían hace años, mientras más hablaban más perpleja se quedaba. Inútil decir que salidas de este jaez me hacen partir de risa. Ellos lo dicen como lo sienten, sin adobos, como a veces hacemos nosotros.
Y si de Kotzebue pasamos a los isleños de las islas de Nelson o King Island, nos encontrarnos con que aquellos eskimales hacen durante el día visitas al Santísimo Sacramento con un espíritu y un fervor que nos recuerdan lo que leemos de los primitivos cristianos.
Pero esto se debe en gran parte a que no saben una palabra de inglés, ni tienen entre ellos a blancos de costumbres depravadas. Los indios de las Montañas Roqueñas desprecian a los blancos y los tienen por seres inferiores.
Los eskimales, por el contrario, los admiran como a seres supraterrenos y tienden a imitarlos en todo, desde la borrachera hasta el divorcio.
Por eso es más de alabar el comportamiento de aquella mujer del Yukón que no quiso casarse con el almacenista blanco, joven y adinerado, por ser ateo y de modales poco cristianos. Más tarde la pobre mujer perdió las dos piernas, amputadas debajo de las rodillas, porque se le helaron en una tormenta en que se extravió a menos de un kilómetro de su aldea. Aún vive mientras esto escribo.
Cada vez que el Misionero visita aquel pueblo, la buena vieja se arrastra sola por la senda de nieve apisonada y no pierde la santa Misa ni un solo día, haga viento o no lo haga, llueva o nieve, tarde o temprano, salga el sol por Antequera o salga por donde quiera.
Tiene reservado para sí un asiento, y aquel asiento está infaliblemente ocupado todas las mañanas, aunque el temporal impida venir a los demás. Parece que el Espíritu Santo ha escogido aquella alma como mansión predilecta en la que se recrea como en un jardín de lirios.
Todo es alabar a Dios por sus bondades y todo es bendecirle por habernos redimido y por haberse quedado con nosotros en la Eucaristía. Esta actitud se presupone en una monja de clausura; pero no la esperaba uno en aquella vieja coja de las riberas del Yukón.
Estos son ejemplos excepcionales y casos raros, porque los santos son raros en cualesquiera parte. Tenemos acá y allá parroquias enteras de una vida espiritual excelente. Ya saben amasar buen pan y criar niños limpios y bien cuidados. Los maridos tratan a sus mujeres como a iguales y no como hacían antes, que las consideraban como esclavas. Aún no se ha llegado en todo esto al límite de la perfección, pero se va ganando terreno visiblemente.

¿COMO HONRAR A MARIA?

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de Mons. Tihamet Toth.

Segunda parte del libro El Mesías.
(Continuación)

409.- Madre de DIOS! ¡Dignidad excelsa, inefable! ¡Recibir y llevar en su seno, cuidar, servir y educar al DIOS aquel ante quien los Angeles puros se humillan hasta el polvo, y a cuya presencia, los Serafines y Querubines esconden su rostro detrás de las alas; a Aquel que creó el universo, el sol, la luna, las estrellas, y todas las cosas que hay en el mundo! Llamar a éste su propio Hijo, cubrirle de besos, estrecharle contra el propio pecho con amor de Madre! ¡Mandar a Aquel ante quien se hincan todos en el polvo, y a quien se someten con humilde corazón, inclinándose ante sus mandatos, las fuerzas del cielo y de la tierra! Es indeciblemente grande la dignidad de Madre de DIOS. Nadie hay semejante a Maria, exclama con entusiasmo San Anselmo; fuera de DIOS, nadie hay más grande que Maria". Y canta el pueblo católico: más que tú sólo DIOS.

410.- La sublime distinción que significa el ser Madre de DIOS puede sólo entenderse considerando que todos los sabios, reyes, sacerdotes y Angeles del cielo, no valen tanto para nosotros como lo que nos dio Maria, al damos a Cristo, Hijo de DIOS. Por una mujer entró el pecado en el mundo, de una mujer nació la culpa; pero de una Mujer vino también su medicina. La Virgen Bendita era una mujer escogida, una Madre sin mancilla, Inmaculada. Vino a esta tierra de pecado como lirio florido: sin mancha original. Vivió en esta tierra como rosa delicada, pura; la humanidad intacta y pura, la nativa inocencia, la primitiva belleza, el espejo purísimo de la Divinidad, diría el Papa Pablo 6°. Aún después del nacimiento de Jesús permaneció virgen, limpia y blanca como la nieve que acaba de caer". Virgen antes del parto, en el parto y después del parto; nace Jesús como el rayo de sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo, sino embelleciéndolo mucho más; y esto, porque DIOS lo quiso. Y quien diga lo contrario, ni ama a Jesús, ni cree en el poder de DIOS).

411.- Con qué timidez, con qué cautela dice al Ángel: ¿Cómo es posible que me nazca un hijo, habiendo consagrado mi virginidad a DIOS, y no queriendo renunciar a ella? Porque esto significa el no conozco varón, a pesar de habemos dicho que estaba desposada con San José. No temas, María; porque has hallado gracia ante los ojos de DIOS, y la Virtud del altísimo te cubrirá con su sombra; por cuya causa, el Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de DIOS, nos dice San Lucas 1. Es decir, no temas por tu virginidad, porque serás Madre por virtud del DIOS Omnipotente, no a costa de tu integridad, sino con la plenitud de tu pureza.

412.- La lengua húngara llama con acierto al día de la Anunciación: día de injertar frutos la Mujer bendita. Porque realmente hubo allí un injerto. Se injertó el ramo glorioso, el Hijo de DIOS fue injertado en la Virgen Santísima, y por Ella en toda la humanidad. Se hizo el injerto para que de la raíz milenaria de la humanidad no brotasen en adelante retoños podridos, pecaminosos; no saliesen ramas de frutos venenosos, ni agrias manzanas agrestes, sino frutos sanos, hermosos: palabras y obras que agraden a DIOS. Día maravilloso de brotar la Vida, entre nosotros y para nosotros.

413.- La Virgen santísima se abandonó por completo a la voluntad divina, y flotaba en ella como una flor acuática plenamente desplegada en el espejo del lago". En Ella aparece en una sola realidad la voluntad divina y la suya; no quería otra cosa; en nosotros, con frecuencia, la de DIOS va por un lado y la nuestra por otro, y eso crea problemas de conciencia, y en cosas graves, puede separarnos del Cielo y llevarnos al Infierno. "La Virgen bendita se sintió tranquila. Y en el momento en que pronunció con toda su alma: Hágase en mí según tu Palabra..., en el mismo instante, cuando con humildad santa inclinó su cabeza virginal, empezó Jesucristo su vida terrena junto al corazón Inmaculado de la Virgen Santísima. ¡Qué misterio infinito del inconcebible amor divino! ¡Cómo baja el Señor desde los cielos, cómo alienta en la humilde Virgen, y la estrecha, y la envuelve en su amor, como un océano infinito! Flor virginal del Cielo, oh Virgen Maria, mil parabienes del mundo entero.

414.- Y Maria correspondió a la dignidad sin par que había recibido. Fue realmente Madre Virgen, Madre, Madre amante, cuidadosa, que sacrifica su vida. La Virginidad más pura con la Maternidad más fecunda. Cuando el Niño Jesús no había nacido aún, Ella ya le dirige oraciones desde la profundidad de su alma humilde. Cuando la dureza de los hombres Le arrojó de Belén a un establo, el beso y el abrazo calientes de la Virgen Santa, templaron al Niño Jesús, que tiritaba. Cuando la crueldad de Herodes los obligó a huir a Egipto, aquel pecho virginal fue refugio seguro del Niño DIOS. Cuando el Salvador empezó a crecer, aquel purísimo rayo de sol Le vigilaba día y noche. Y cuando agonizaba el Redentor en el Gólgota, y sus ojos, ya vidriosos, no veían más que rostros enemigos en tomo suyo, su Madre, la Madre de DIOS, estaba firme, con fidelidad, al pie de la cruz, y la espada del dolor le atravesaba más que nunca el corazón.

415.- La Virgen Madre merece realmente las alabanzas que le tributan los siglos. Mereció que se escribieran de Ella los innumerables volúmenes que llenan las bibliotecas, cantando sus glorias. Mereció que la Iglesia instituyera fiestas para honrarla. Es digna de las innumerables estatuas e imágenes, a cual más bellas, con que los mejores artistas presentaron sus homenajes en el correr de los siglos a la Mujer Bendita, entre todas las mujeres, el espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura como había salido de las manos de DIOS, la primitiva belleza, la nativa inocencia. La honramos porque DIOS la honró primero, escogiéndola por Madre de su Hijo, siendo concebida sin pecado, Inmaculada y llena de gracia. Y la honramos porque lo manda la Sagrada Escritura.

NUESTRA CARATULA

miércoles, 3 de junio de 2009



HOMILIA 28

Y habiendo subido Él a la barca, le siguieron sus discípulos. Y he aquí que se levantó una gran tormenta en el mar, hasta el punto de que las olas cubrían la barca. Él, empero, estaba durmiendo. San Mateo 8, 23.

267.- Por qué permite el Señor que sus discípulos sufran la tormenta. 1. Lucas, no sintiéndose obligado a seguir el orden exacto del tiempo, dijo de modo general: Y sucedió en uno de aquellos días que subió el Señor a una barca y con Él sus discípulos. San Lucas 8,22. De modo semejante se expresa San Marcos 4,35. No así Mateo, que guarda también aquí la continuación de tiempo. No todos, en efecto, lo escribieron todo del mismo modo. Observación que ya anteriormente hicimos, a fin de que nadie, de una omisión, concluya una contradicción. Así, pues, despidió el Señor a las turbas y tomó consigo a sus discípulos. En esto están todos de acuerdo. Y a fe que no los tomó consigo sin causa ni motivo, sino porque quería que fueran testigos del milagro que iba a realizar.

268.- Como buen maestro de atletas, los quiere adiestrar a doble ejercicio: a mantenerse imperturbables en los peligros y a ser moderados en los honores. Para que no se enorgullecieran de que, despedidas las turbas, los había retenido consigo a ellos, permite que sean juguete de la tormenta; con lo que no sólo les da esa lección de humildad, sino que a par los ejercita en sufrir generosamente las tentaciones. Grandes eran ciertamente los milagros que el Señor había ya realizado, mas éste llevaba consigo no pequeño ejercicio y tenía algún parentesco con el antiguo milagro del paso del mar por el pueblo de Israel. De ahí que sólo a sus discípulos lleva en su compañía.

269.- Cuando solo se trata de contemplar sus milagros, el Señor permite que asista allí el pueblo; pero en momentos en que había que afrontar pruebas y temores, sólo toma consigo a sus discípulos, atletas que eran de todo la tierra y a quienes Él se propone ejercitar. Por lo demás, Mateo cuenta simplemente que el Señor dormía; pero Lucas, en realidad es San Marcos, 4,38, cambio frecuente en San Juan Crisóstomo, que cita de memoria, añade que dormía sobre una almohada. Con lo que nos pone de manifiesto su humildad y nos da una lección de alta filosofía.

270.- Por qué se duerme Jesús. Una vez, pues, que estalló la tormenta y se enfureciera el mar, los apóstoles despiertan al Señor diciendo: Señor, sálvanos, que perecemos. Mas el Señor los reprende a ellos antes que al mar. Porque, como antes he dicho, esta tormenta la permitió Él para ejercitarlos y darles como un preludio de las pruebas que más tarde debían de sobrevenirles. Realmente, muchas veces habían de verse luego entre tempestades más fieras que aquélla, y Él dio largas a su socorro. De ahí es que San Pablo decía: No quiero que ignoréis, hermanos, que sobre toda ponderación fuimos agravados por encima de nuestras fuerzas, hasta el punto de sentir hastío de nuestra propia vida 2ª Corintios 1,8. Y luego nuevamente: Y de tamaños trances de muertes nos ha librado el Señor, verso 10.

271.- Así, pues, para hacerles ver que hay que tener buen ánimo, por muy grandes que se levanten las olas, y que Él lo dispone todo convenientemente, empieza el Señor por reprender a sus discípulos. Realmente su misma turbación fue cosa conveniente, a fin de que el milagro apareciera mayor y su recuerdo se les grabara para siempre en el alma. Y es que siempre que quiere el Señor obrar algo maravilloso, lo prepara con una serie de circunstancias que lo fijen en la memoria y eviten así que, pasado el milagro, caiga totalmente en olvido. Tal aconteció con Moisés, que primero se espantó de la serpiente en que se convirtió su vara, y no sólo se espantó, sino que sintió angustia de muerte, y entonces fue justamente cuando vió el milagro que sabemos por la Escritura. Éxodo4, 2-5.

272.- Así también los apóstoles, cuando ya no esperaban sino la muerte, entonces se salvaron, a fin de que, confesando la grandeza del peligro, reconocieran también la grandeza del milagro. De ahí el sueño de Cristo. Porque si la tempestad se hubiera desencadenado estando Él despierto, o no hubieran tenido miedo alguno, o no le hubieran rogado, o tal vez, ni pensaran que tenía Él poder de hacer nada en aquel trance. De ahí el sueño del Señor, pues así daba tiempo a su acobardamiento y a que fuera más profunda la impresión de los hechos. No es lo mismo, efectivamente, ver las cosas en los otros y sentirlas en la propia carne.

273.- Habían visto los discípulos los beneficios que dispensaba el Señor a los otros; pero como a ellos no les había tocado nada, pues ni estaban paralíticos ni sufrían otra enfermedad alguna, se sentían indiferentes. Si embargo, como era menester que también ellos, por personal experiencia, gozaran de los beneficios del Señor, permitió Él la tempestad, a fin de que, al sentirse libres de ella, tuvieran también el más claro sentimiento de un beneficio suyo. Por eso, no quiere tampoco hacer este milagro en presencia de las muchedumbres, por que no condenaran éstas a sus discípulos por hombres de poca fe, sino que los toma a solas consigo y a solas los corrige.

274.- Hombres de poca fe.- Antes de calmar la tempestad de las aguas apacigua la de sus almas al reprenderlos y decirles: ¿Por qué estáis acobardados, hombres de poca fe? Con lo que justamente nos enseña que el temor no tanto nos lo producen las pruebas, cuanto la debilidad de nuestra alma. Mas, si se objeta que no suponía cobardía ni poquedad de fe que los discípulos se acercaran a despertar al Señor, yo respondería que ello era particularmente señal de que no tenían de Él la idea que debían. Porque sin duda sabían que podía el Señor, despierto, intimidar al mar; pero no creían aún que lo mismo pudiera hacer dormido. ¿Y qué maravilla es que no lo creyeran ahora, cuando vemos que, después de otros muchos milagros, se muestran aún más imperfectos?

275.- De ahí frecuentes reprensiones del Señor, como cuando les dice: ¿También vosotros estáis aún sin inteligencia? San Mateo 15, 16. No nos sorprendamos, pues, si, cuando tan imperfectos se muestran los discípulos, no tenían las turbas idea alguna grande sobre el Señor, pues se admiraban y decían: ¿Qué hombre es éste, a quien obedecen los vientos y el mar? Cristo, empero, no les reprendió de que le llamaran hombre, sino que esperó a demostrarles por sus milagros que su opinión era equivocada. Ahora ¿de dónde deducían ellos que fuera hombre? De su apariencia, de su sueño, de tenerse que servir de una barca. De ahí su perplejidad y su pregunta: ¿Qué hombre es éste...? Porque el sueño y la apariencia externa mostraban que era hombre; pero el mar y la calma de la tormenta lo proclamaban DIOS.

276.- Comparación entre Jesús y Moisés.- 2. También Moisés hizo en otro tiempo un milagro semejante; pero la superioridad del Señor es patente. Porque Moisés hacia los milagros como siervo; pero Jesús como dueño soberano. Así, Él no tuvo necesidad de levantar la vara ni de extender su mano hacia el cielo, ni siquiera de hacer oración. No. Con la misma naturalidad con que un amo da una orden a su esclava, como manda el creador a su criatura, así, con sólo su mandato y su palabra, calmó y puso freno a la mar, y toda la tormenta se deshizo en un momento, y no quedó huella de la pasada turbación. Así lo significó el evangelista al decir: Y se produjo una calma grande. Lo que del Padre se dijo como grande maravilla, eso realizó con sus obras el Hijo. ¿Qué se dijo, pues, del Padre? Dijo, y se paró el viento de la tormenta, Salmo 106,25. Exactamente como aquí: Dijo, y se produjo una calma grande. Por eso señaladamente le admiraban las muchedumbres; y no le hubieran admirado si hubiera hecho como Moisés.

277.- Los demonios confiesan la divinidad de Jesús.- Apenas hubo Jesús desembarcado, al milagro pasado sucedió otro más temeroso. Y fue que unos endemoniados, como si fueran esclavos fugitivos y criminales que se topan con su amo, comenzaron a gritar: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo? Como las turbas le habían confesado hombre, vienen ahora los demonios a proclamarle DIOS; y los que no habían oído al mar embravecido y luego en calma, ahora oían a los demonios que gritaban lo mismo que había proclamado el mar con su alma. Luego, por que no se pensara que era cuestión de adulación, como quienes lo estaban muy bien experimentando, gritan y dicen: ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo? Muy bien hacen confesando ante todo su enemistad con el Señor, pues así no caben sospechas en la súplica que le van a dirigir.
278.- A la verdad, invisiblemente eran azotados y sufrían más fiera tormenta que la del mar, aguijoneados y abrasados, y aguantando suplicio insoportable por la presencia del Señor. Y es que, como nadie se había atrevido a presentarle estos endemoniados, fue Cristo mismo a buscarlos. Por lo demás. Mateo cuenta haber ellos dicho: ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo? Los otros evangelistas añaden que le suplicaban y conjuraban que no los arrojara al abismo. Pensaban, en efecto, que su castigo iba a ser inminente y temían como si hubiera ya de caer sobre ellos el suplicio. Ahora, el hecho de que Lucas diga tratarse de un solo endemoniado y Mateo de dos, no implica tampoco contradicción. Si realmente hubiera dicho que había uno solo y no había habido otro, parecería estar en pugna con Mateo; pero el hecho no significa pugna, sino modo distinto de contar.

279.- En realidad, por lo que a mí me parece, Lucas habla del más fiero de los demonios, y de ahí que su narración adquiere un tono más patético, por ejemplo, al decirnos que el endemoniado rompía las cadenas y andaba errante por el desierto. Y aun añade Marcos que se golpeaba con las piedras. Y aun las mismas palabras que pronuncian son bastantes a demostrar su crueldad y desvergüenza: ¿Has venido, dicen, a atormentarnos antes de tiempo? No podían decir que no hubieran pecado; pero piden por lo menos que no se los castigue antes de tiempo.

280.- Como el Señor los había sorprendido cometiendo todos aquellos actos intolerables e inicuos y atormentando y torturando de todos los modos imaginables a quienes eran criaturas suyas, los demonios creían que, por la enormidad de sus crímenes, no esperaría el Señor el tiempo del castigo, y por eso rogaban y suplicaban. Y los que no soportaban ni las cadenas de hierro, se presentan ante Él como maniatados; y los que moraban en los montes, bajan por sí mismos a la llanura; y los que a otros les impedían seguir su camino, se detienen ante el mismo que a ellos les viene a cerrar el paso.

281.- Contra las varias supersticiones.- Mas ¿por qué razón gustan los demonios de morar en los sepulcros?. La razón es que quieren imponer al vulgo una creencia funesta, cual es la que las almas de los difuntos se convierten en demonios. Lo cual no quiera DIOS que jamás nos pase por el pensamiento. ¿Y qué decir, me objetarás, del hecho de que muchos hechiceros se apoderan de niños y los matan con el fin de tener su alma como colaboradora de sus hechicerías? ¿Y por dónde consta semejante colaboración? Qué los hechiceros maten niños, es cosa muy decantada por el vulgo; pero que las almas de los así sacrificados estén con ellos, ¿cómo lo sabes, dime por favor? Porque, me contestas, los mismos endemoniados gritan: “Yo soy el alma de fulano”. Más todo eso es también fantasmagoría y embuste diabólico.

282.- Porque no es el alma del difunto la que eso grita, sino el diablo mismo, que representa esa comedia con el fin de engañar a los que lo oyen. Porque, si fuera posible que el alma pasara a la sustancia de un demonio, mucho mejor pasaría a la de su propio cuerpo. Por otra parte, está fuera de toda razón que el alma de un asesinado esté al servicio del mismo que lo asesinó; o que el hombre, cuando es ya potencia incorpórea, pueda pasar a otra sustancia. Porque si no hay medio de conseguirlo en los cuerpos y nadie sería capaz de hacer de un cuerpo humano un cuerpo de asno, con mayor razón ha de ser ello imposible tratándose del alma invisible y nadie sería capaz de hacerla pasar a la sustancia de un demonio.

283.- Las almas no andan errantes por la tierra.- 3. En resolución, todo eso no pasa de cuentos de viejas borrachas y de cocos de niños, pues no es posible tampoco que un alma, separada de su cuerpo, ande errante por el mundo. Las almas de los justos están en la mano de Dios. Sabiduría 3, 1. Y si lo están las de los justos, también las de los niños, pues éstas no son tampoco malas. Y las de los pecadores son inmediatamente arrebatadas de aquí, como se ve bien claro por la historia de Lázaro y del rico glotón. Y en otro lugar dice Cristo mismo: Necio, hoy mismo te reclamarán tu alma. San Lucas 12, 12. No, no es posible que un alma que ha salido de su cuerpo ande luego errante por la tierra. Y se explica perfectamente.

284.- Porque si nosotros andando por tierra conocida y acostumbrada y revestidos de nuestro cuerpo, apenas entramos por un camino extraño, ya no sabemos qué dirección tomar, si no tenemos alguien que nos lleve como de la mano, ¿cómo sabrá el alma, separada de su cuerpo y de cuanto le había sido habitual, por dónde tiene que ir, de no haber quien la vaya guiando por el camino? Y por el estilo pudieran aducirse mil razones más, por las que puede verse no ser posible que el alma permanezca en este mundo. Así, Esteban dijo al morir: Recibe mi espíritu. Hechos 7,58.

285.- Y Pablo: Lo mejor, con mucho, es ser desatado y estar con Cristo. Filipenses 1, 23. Y sobre el patriarca Abrahán nos dice la Escritura; Y fue agregado a sus padres después de vivir en buena vejez. Génesis 25,8. Y que tampoco las almas de los pecadores puedan permanecer aquí bajo, óyeselo al rico glotón, que mucho suplicó se le concediera esa gracia y no la consiguió. De haber sido posible, él mismo hubiera venido, para contar a sus hermanos lo que allí le pasaba. De todo lo cual resulta evidente que las almas, después de la peregrinación de este mundo, son llevadas a determinado lugar, sin que esté ya en su mano volver, y allí han de aguardar el día temeroso del último juicio.

286.- Por qué permitió el Señor que los demonios entraran en los cerdos.- Mas si alguno preguntara por qué accedió Cristo a la súplica que le hicieron los demonios y les consintió entrar en la piara de cerdos, le contestaríamos que no lo hizo ciertamente por benevolencia para con ellos, sino porque tenía Él en ello muy altos fines. Ante todo, hacer ver a los mismos a quienes había librado de aquellos perversos tiranos cuán grande era la maldad de aquellos traidores. Luego, por que todos se dieran cuenta que, de no habérselo Él permitido, los demonios no se hubieran atrevido ni con una piara de cerdos. En fin, por que vieran los mismos endemoniados que mucho peor que a los cerdos los hubieran tratado a ellos los demonios, de no haber gozado, aun dentro de su desgracia, de particular providencia de DIOS.

287.- Porque, que a nosotros nos aborrecen los demonios más que a los animales, cosa es que a cualquiera se le alcanza. De suerte que los que no perdonaron a los cerdos, sino que en un abrir y cerrar de ojos se despeñaron con ellos en el mar, mucho más hubieran hecho eso con los hombres a quienes poseían y traían y llevaban al desierto, si, aun en medio de su tiranía, no hubiera particularmente velado la providencia de DIOS, sofrenándolos e impidiéndoles pasar adelante en su mal tratamiento de aquellos desgraciados. De donde se sigue evidentemente que no hay nadie que no goce de la providencia de DIOS.

288.- Y si no todos gozan de ella en la misma medida y del mismo modo, esto es justamente la prueba mejor de la providencia; pues conforme a la utilidad de cada uno, así se muestra también la acción de la providencia. Aparte lo dicho, otra lección aprendemos también de este hecho, y es que DIOS no sólo tiene providencia de todos en general, sino también de cada uno en particular. Es lo que el Señor declaró a sus discípulos cuando les dijo: En cuanto a vosotros, los cabellos todos de vuestra cabeza están contados. San Mateo 10,30. Y lo mismo puede evidentemente comprobarse por el caso de estos endemoniados. De no haber gozado de particular cuidado de lo alto, mucho tiempo antes hubieran sido ahogados por los demonios.

289.- Otras razones de la permisión del Señor a los demonios.- Otra razón que tuvo el Señor para permitir a los demonios entrar en la piara de cerdos, fue porque los habitantes de aquella comarca conocieran su poder. Porque es así que donde su nombre era ya muy conocido, no solía el Señor hacer señalado alarde de su poder; pero donde nadie le conocía, donde las gentes permanecían insensibles, allí hacia Él brillar la gloria de sus milagros, a fin de atraerlos al conocimiento de su divinidad. Y que entre los moradores de aquella ciudad había gentes estúpidas, bien claro se ve por el desenlace de todo este episodio. Porque, cuando debían habérsele postrado en adoración y admirar su poder, le mandaron recado suplicándole que se retirara de sus términos.

290.- Y ¿por qué razón mataron los demonios a los cerdos? No por otra razón sino porque el empeño de los demonios es siempre afligir a los hombres, y en la ruina de éstos está siempre su alegría. Eso fue, por ejemplo, lo que el diablo hizo con Job, aunque también aquí lo hizo por permisión de DIOS. Mas tampoco contra Job le dio DIOS permiso al diablo por benevolencia para con éste, sino porque quería acrecentar la gloria de su servidor y cortarle al diablo todo pretexto de hablar desvergonzadamente contra Él. Y, en definitiva, sobre la cabeza del diablo rebotó cuanto él maquinara contra aquel varón justo. Realmente, también en el caso de estos endemoniados les salió la jugada al revés; pues, por una parte, quedó proclamado el poder de Cristo, y proclamaba también, con más claridad aún, la maldad de ellos, de la que el Señor libró a los posesos; y, por otra, se demostró que, si el DIOS de todas las cosas no se lo permite, no pueden ellos tocar ni a una piara de cerdos.

291.- Explicación figurada: el lascivo y el avaro.- 4. Mas si alguno quiere tomar todo este suceso en sentido figurado, no hay inconveniente en ello. El sentido histórico es el que queda expuesto. Mas hay que saber bien sabido que los hombres que viven a modo de cerdos son fácilmente atacables a la acción de los demonios. Si esa acción la sufren permaneciendo hombres, muchas veces pueden también salir vencedores; pero si los hombres se convierten de todo punto en cerdos, no sólo son poseídos de los demonios, sino que se despeñan con ellos al abismo. Pero, por otra parte, tampoco hay que pensar que los hechos relatados aquí fueron pura fantasmagoría, sino que hay que creer firmemente que efectivamente fue expulsado el demonio, como lo prueba patentemente la muerte de los cerdos.

292.- Mas considerad, os ruego, cuán grande sea la mansedumbre del Señor aun en medio de todo su poder. Pues, como los habitantes, de aquella comarca, aun después de recibir aquel beneficio, le arrojaron de sus confines, Él no se opuso a salir, sino que efectivamente se retiró y abandonó a aquellos que a sí mismos se habían declarado indignos de recibir su doctrina. Sin embargo, aun les dejó por maestros a los que habían sido librados del demonio y a los mismos porqueros, de quienes podían enterarse de todo lo sucedido. Él, empero, se retiró, dejando a aquellas gentes un gran temor. Realmente, la grandeza del daño propagaba la fama del suceso y un hecho de aquella calidad había de impresionar su alma.

293.- De todas partes venían las voces que pregonaban lo maravilloso de aquel milagro: voces de los curados, de los cerdos ahogados, de los dueños de la piara y de sus pastores. Todo este episodio evangélico podemos verlo reproducido en la actualidad. ¡Cuántos endemoniados no vemos ahora que habitan en los sepulcros y a quien nada es capaz de sujetar en su furiosa locura: ni hierro, ni cadenas, ni muchedumbre de hombres, ni reprensión, ni exhortación, ni temor, ni amenaza, ni cosa semejante! Y es así que un hombre incontinente que corre encandilado tras todo cuerpo, en nada se diferencia de un endemoniado. Como éste, el incontinente anda desnudo por todas partes, no porque no lleve ropa encima, sino porque va privado de la verdadera vestidura y está desnudo del honor que le corresponde.

294.- No se golpea con piedras pero si con pecados, que son peores que las mismas piedras. ¿Quién será, pues, capaz, de sujetar a ese tal y hacerle cesar en su lujuria y que no sienta su aguijón, fuera de su propia casa como está siempre, habitando que habita constantemente en los sepulcros? Porque sepulcros son los antros de las rameras, que apestan de mal olor y podredumbre infinita. Y ¿qué decir del avariento? ¿No está también endemoniado? Y ¿quién será capaz de sujetarlo? ¿No se le espanta y amenaza diariamente, no se le exhorta y aconseja? Pero todas esas cadenas las hace él añicos fácilmente. Y si alguien se le acerca con la piadosa intención de librarle de sus ataduras, él le conjura que en modo alguno le libre, pues tiene por su mayor tormento no sufrir aquel tormento.

295.- ¿Puede darse nada más triste? Porque aquel otro demonio, si bien es cierto que menospreciaba a los hombres, pero cedió por lo menos al mandato de Cristo y salió inmediatamente del cuerpo; pero éste de la avaricia no obedece ni al mandato de Cristo. Mirad, si no, cómo cada día está oyéndole al mismo Cristo, que dice: No podéis servir a Dios y al mundo. San Mateo 6,24. Le oye amenazar con el infierno y con suplicios sin remedio, y no le obedece. Y no le obedece, no porque sea más fuerte que Cristo, sino porque Cristo no nos da la salud del alma contra nuestra voluntad. De ahí que esta ralea de gentes, aún cuando vivan en medio de las ciudades, es como si habitaran en los desiertos. ¿Qué hombre sensato quisiera, en efecto, de buena gana vivir con tales gentes?

296.- Por lo que a mi toca, antes preferiría vivir entre miles de endemoniados que con uno sólo de los atacados de aquella pestilencia. Y que al hablar así no me equivoco, resulta evidente examinando lo que unos y otros padecen. Efectivamente, los avaros tienen por enemigo a quien ningún daño les ha hecho, y pretenden convertir en esclavo al que es libre y le abruman de males sin número; los endemoniados, empero, ninguna otra cosa hacen sino sufrir su propia enfermedad. Los avaros arruinan muchas casas, hacen que se blasfeme el nombre de DIOS y son una peste para la ciudad y hasta para toda la tierra; mas los atormentados por el demonio, más bien son dignos de compasión y lágrimas.

297.- Éstos hacen la mayor parte de sus acciones en plena inconsciencia; pero los otros son locos con toda su razón, se entregan en plena ciudad a furores báquicos y sufren una nueva y extraña locura. Todos los endemoniados juntos no cometieron jamás crimen comparable con el de Judas, que perpetró la iniquidad extrema. Y todos los que a Judas imitan son como fieras escapadas de sus jaulas, que aterrorizan las ciudades, sin que nadie sea capaz de sujetarlas. Cierto que por todas partes rodean cadenas al avaro: el temor de los tribunales, la amenaza de las leyes, la condenación por parte de todos. Sin embargo, todo eso lo hacen ellos pedazos y siguen trastornándolo todo de arriba abajo. Y si se llegara a quitarles totalmente esas cadenas, entonces se vería bien claro que el demonio que posee a los avaros es más feroz y furioso que el que salió de los endemoniados del Evangelio.

298.- Monstruosidad de un avaro.- 5. Más ya que esto no es posible en la realidad, vamos a imaginarlo con el pensamiento. Quitémosle al avariento todas sus ataduras y entonces veremos claramente su insigne locura. Más no temáis la fiera que os voy a presentar; porque todo va a ser representación de la fantasía y no cosa de la realidad. Imaginemos, pues, a un hombre que arroja fuego por los ojos; ese hombre es negro completamente; de sus dos hombros, en vez de brazos, le cuelgan serpientes. En su boca, en vez de dientes, tiene clavadas afiladas espadas; en vez de lengua, le brota una fuente de veneno mortífero. Su vientre, más voraz que un horno, consume cuanto dentro se echa. Sus pies son alados y más rápidos que la llama.

299.- Su rostro es una mezcla de perro y lobo. Este monstruo no sabe decir palabra humana, sino todo ronco, desapacible y espantoso. En su mano lleva también una llama. Tal vez la descripción os resulte horrible; sin embargo, todavía no lo he descrito como cumple. Sobre todo lo dicho, aun hay que añadir otros rasgos: que degüella a cuantos se topa, que los devora y se alimenta de sus carnes. Pues bien, mucho más terrible que ese monstruo es el avaro, que a todos acomete, como el sepulcro, que todo lo devora, que por todas partes anda como enemigo universal del humano linaje. El querría, en efecto, que no quedara ni un hombre sobre la tierra, a fin de apoderarse él solo de todo.

300.- Y ni siquiera se para ahí: después de aniquilar con su deseo a todos los hombres, desearía también destruir la sustancia misma de la tierra y verla convertida en oro. Y no sólo la tierra: los montes también, los valles, las fuentes, todo, en una palabra, cuanto miran sus ojos. Y por que os deis cuenta de que todavía no os he pintado tal como es la locura del avaro, supongamos que no hubiera nadie que le acusara ni infundiera miedo. Quitemos por un momento con la imaginación el temor de las leyes, y veréis como empuña la espada y arremete contra todo el mundo, ni a su propio padre. Mejor dicho, no hace falta que supongamos nada.
301.- Preguntémosle a tales fantasías y si con su pensamiento no ataca a todo el mundo, matando a amigos, parientes y a los mismos que le dieron el ser. Y, en fin, tampoco hace falta que le preguntemos nada; pues todos saben que los atacados de esta enfermedad de la avaricia, llevan pesadamente la vejez de sus padres, y que lo que todo el mundo tiene por dulce y deseable, como es tener hijos, para ellos es cosa pesada y aborrecible. Lo cierto es que muchos han comprado por eso el no tener hijos y han mutilado la naturaleza, no sólo quitando la vida a los recién nacidos, sino no dejando en absoluto que nacieran.

302.- Cómo librar del demonio al avariento.- No os maravilléis, pues, de que haya pintado al avariento con esos colores, pues aun es él peor de lo que yo he dicho. Pero veamos cómo le podemos librar de su demonio. ¿Cómo librarle, pues? Si le hacemos comprender claramente que la avaricia es justamente el mayor obstáculo para lo mismo que pretende, que es hacer dinero. Siempre sucede, en efecto, que quienes quieren ganar aun en lo poco, pierden hasta en lo mucho. El hecho ha pasado ya a proverbio. Muchos, por ejemplo, muchas veces, queriendo prestar a muy alto interés, por no examinar, en su afán de lucro, a los mismos a quienes prestaban, han venido a perder interés y capital. Otros, otras veces, hallándose en peligros, no han querido desprenderse de una pequeña parte de su riqueza y han venido a perder la vida y las riquezas juntamente.

303.- Otros, teniendo ocasión de comprar pingües dignidades o cosas semejantes, por poquedad de alma, lo perdieron todo. Como no saben sembrar, sino que piensan sólo en recoger, pierden también la cosecha. Nadie puede recoger siempre, como no puede nadie ganar siempre. Y como no quieren gastar, tampoco saben ganar. Lo mismo les pasa cuando tratan de tomar mujer. Porque o son engañados y cogen una pobre en lugar de una rica o, si la cogen rica, está llena de infinitos defectos y les acarrea aún mayor desastre. Porque no es la opulencia sino la virtud la que nos hace verdaderamente ricos.

304.- ¿Para qué vale la riqueza, si la mujer es derrochadora y disoluta y lo lleva todo por delante con más ímpetu que el huracán? ¿Qué decir si es impúdica y arrastra tras sí a una legión de amantes? ¿Qué si borracha? ¿No es así que muy pronto convertirá en un mendigo a su marido? Y no sólo al casarse, en sus mismas compras fracasan los avaros, comprando, por ejemplo, llevados de su codicia, no los esclavos buenos, sino yendo a buscar los más baratos.

305.- Exhortación final: Huid de la avaricia.- Considerando, pues, todo esto, ya que no seáis todavía capaces de oír hablar sobre el infierno y el reino de los cielos, considerando, digo, los daños que muchas veces os ha causado vuestro mismo amor al dinero en los préstamos, en las compras, en vuestros casamientos, en las clientelas y en todo lo demás, apartaos de la codicia del dinero. De este modo podréis pasar con seguridad la presente vida y, a poco que adelantéis, podréis también escuchar las palabras de la Sabiduría y, a poco que vuestros ojos se aclaren, mirar también al mismo Sol de justicia y alcanzar los bienes que Él nos ha prometido. Los que a todos os deseo por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

TEOLOGIA 2: TEMA 10

A.- Biblia: Persecusiones 10
B.- Teología: Pecados contra El 1º Mandamiento

A.- Biblia: Persecusiones 10

233. Diocleciano. Este emperador fue el autor de esta persecución general, más larga y sangrienta que las demás, desde el año 303 al 313.- De forma organizada se propusieron: destruir los libros sagrados, apresar y sacrificar a las autoridades, y dispersar y desorganizar al pueblo.

234. Apenas llegado al poder, compartió el trono con Maximino para las provincias occidentales, quedando él con el oriente. Maximino tenía gran odio a los cristianos e incitó a su compañero a la persecución.
235. Mártires principales. Los más ilustres de esta época son: San Marcelo, centurión y San Casiano, escribano imperial en Tánger de África.
236. En Roma, San Ginés, que se convirtió cuando hacia burla del bautismo en un teatro; San Sebastián, jefe militar de una compañía pretoriana, de los que custodiaban al emperador; fue muerto a flechazos.
237. En la Península Ibérica, las santas Justina y Rufina de Sevilla; Santa Leocadia en Toledo; Santa Eulalia en Barcelona; Santa Marina de Galicia; Santa Engracia de su casa en Zaragoza.238. En las Galias, Francia, San Víctor de Marsella; San Luciano de Beauvais; san Quintín en Picardía; y la Legión Tebea de Valais, que merece la pena conocer mejor.
239. Estando Maximiano acampando con su ejército en la parte de los Alpes, que hoy se llama Valais, se enteró que había entre ellos gran número de cristianos, y decidió exterminarlos.

240. Había dispuesto que todo el ejército tuviese parte en los sacrificios que se iban a ofrecer a los dioses del imperio. Los soldados de la Legión Tebea, que eran todos cristianos, se opusieron contestando: Hemos venido a las Galias a luchar contra los enemigos del Imperio o Estado, pero no para renegar de nuestro DIOS.

241. Encolerizado Maximiano, hizo diezmar la Legión, cosa que dio más ánimo a los restantes; fueron diezmados por segunda vez, invitando al resto a que sacrificaran.
242. Mauricio, que era el jefe de aquellos héroes: escribió al emperador diciéndole: somos soldados vuestros, pero antes somos siervos de DIOS; os debemos el servicio de la guerra, pero debemos a DIOS la inocencia de nuestras costumbres. Si de vos recibimos la paga, Aquel nos ha dado y conserva la Vida; no podemos obedeceros renunciando a DIOS, creador nuestro y vuestro, al que habíamos prestado juramento antes de prestarlo a vos. Si hay que escoger entre la obediencia debida a un hombre y la que se debe a DIOS, optamos decididamente por ésta. NO temáis trastornos ni disturbios por nuestra parte; los cristianos sabemos morir, pero no sublevarnos, y aunque tenemos armas, no nos serviremos de ellas; preferimos morir inocentes, que vivir culpados.
243. Podemos imaginarnos la reacción de aquel tirano, ante tanta nobleza; mandó a todo el ejército contra aquella Legión para pasarla a cuchillo; se dejaron matar sin resistencia, animándose unos a otros a morir generosamente por Jesucristo.
244. Los Césares. Diocleciano y Maximiano, para atender mejor a las fronteras amenazadas, decidieron incorporarse cada uno un socio, que se llamó César, y tenía derecho a sucesión. Diocleciano tomo a su yerno Galerio, brutal y astuto; y Maximiano eligió a Constancio Cloro, benévolo y tolerante. providencialmente se iba preparando la paz para poco tiempo después.
245. La era de los Mártires. Por ser tal la cantidad de mártires de esa época, se le llamó de esta forma. Los términos del edicto persecutorio del 24.2.303 decían: serán destruidas todas las Iglesias, y arrojados al fuego sus libros; los cristianos quedarán privados de sus bienes, honores y dignidades, y condenados a muerte, sin distinción de clase ni condición; cualquiera podrá perseguirlos ante los tribunales de justicia, y ellos no podrán reclamar contra ninguna persona. Estaban fuera de la Ley, y por tanto, sin defensa. Se llenaron las cárceles hasta no tener sitio para los verdaderos criminales; toda clase de torturas, pues dejaban libertad a la imaginación de los torturadores. Roma y Nicomedia se vieron inundadas de sangre cristiana; en Egipto echaban los cristianos a millares al río Nilo; en Frigia, una ciudad fue allanada por el ejército e incendiada con sus habitantes dentro. Murieron varios Papas, centenares de Obispos y miles de fieles. Además de los ya mencionados en el punto 2, destacan los Papas San Marcelino 1º, San Marcelo y San Eusebio; Santa Lucia en Siracusa; Santa Inés en Roma y San Vicente en Zaragoza.
246. Viendo la historia, comprobamos la verdad de la famosa frase: sangre de mártires, semilla de nuevos cristianos. apenas nacido Jesús en Belén, ya le tocará el turno a los Inocentes. apenas nacida la Iglesia, le toca al Diácono San Esteban. Y así sucesivamente, la Iglesia nunca ha dejado de sufrir, y ésta es su Gloria. Y pasa lo mismo en cada alma en particular cuando se decide ir hacia DIOS por caminos reales de santidad. Todas las fuerzas del mal parece que se unen en la guerra contra el Bien. Pero queda en pie las palabras de Jesús: No temáis, Yo he vencido al mundo...Las puertas del Infierno no podrán contra Mi Iglesia.
B.- Teología: Pecados contra el 1º Mandamiento.
247. Contra la Fe, los que caen en la infidelidad, herejía, apostasía; los que dudan voluntariamente sobre alguna verdad revelada; los que por respeto humano se ruborizan o avergüenzan de aparecer como creyentes; los que por negligencia descuidan su debida instrucción religiosa, conveniente a su estado y edad; los que profesan errores condenados por la Iglesia, más o menos cercanos a la herejía; los que voluntariamente se exponen al peligro de perder la Fe con malas lecturas, compañías o diversiones; los que entran en sociedades secretas e impías, o dan a ellas sus nombres. Debemos tener cuidado porque algunas se presentan inofensivas o benefactoras en lo humano; son los lobos con piel de cordero.
248. Contra la Esperanza, los que se desesperan y consideran la salvación como imposible; los que desconfían de la misericordia de DIOS o del perdón de los pecados, o de poder vencer las pasiones; los que no confían en la Providencia ante las adversidades de la vida, desesperándose y querer quitársela; los que por presunción confían en sus fuerzas para salvarse; los que esperan salvarse por la sola misericordia de DIOS sin hacer nada de su parte; los que abusando de la Misericordia de DIOS, dejan su salvación para el final, sin saber cuándo será.
249. Contra la Caridad, para con DIOS, todo lo que va contra los tres primeros Mandamientos; los que Le odian, siguiendo los pasos de Satanás; los que prefieren las criaturas a DIOS; los que se manifiestan indiferentes para con DIOS, olvidándose de El y de sus deberes religiosos, o miran con desdén o desprecio, o combaten las cosas, personas y lugares sagrados; los que no se conforman con la voluntad de DIOS, o se quejan de su Providencia.250. La Superstición. Consiste en no dar a DIOS el culto y el honor que Le corresponde del modo debido; o darle a la criatura el honor y culto que corresponde a DIOS. Va contra la virtud de la religión por exceso; la irreligiosidad será por defecto. La Idolatría, adorar a la criatura es una forma de superstición. La vana observancia, cuando se atribuye a ciertas prácticas u observancias, significados que ni DIOS ni la Iglesia le atribuyen. La Adivinación o investigación de cosas ocultas por medio del Demonio, o por medios desproporcionados: astrología o posición de los astros; el agüero o canto de las aves; el auspicio o vuelo de las mismas; la quiromancia, según las rayas de las manos;; la geomancia o señales de la tierra encontradas al acaso; la necromancia o invocación de los muertos; la oniromancia o interpretación de los sueños; el sortilegio o las suertes; el vaticinio, por medio de los vates o naipes; la adivinación por medio de las entrañas de los animales. Y otras muchas formas que abundan en ciertas zonas y personas ignorantes y muy crédulas, a quienes unos cuantos, muy vivos, les engañan, simulando cosas buenas para sacarles el dinero o cosas peores.
251. La Magia o arte de hacer cosas maravillosas por medios ocultos. Se llama maleficio cuando la magia tiene por objeto hacer daño. En esto puede haber ilusión, fantasía, artificios de personas perversas e interesadas, y también, a veces, intervención diabólica, directamente, o a través de personas que lo invocan. No cansarnos de prevenir contra los agoreros, hechiceros, brujos, adivinos y demás satélites del Diablo; y que los vanamente crédulos, abran los ojos.
252. El Espiritismo e Hipnotismo son también verdaderas supersticiones, aunque distintas.
253. El Espiritismo es el arte de comunicarse con los espíritus y de averiguar por su medio cosas ocultas. La práctica de la evocación de los espíritus de los difuntos, es muy antigua. Lo que hoy se entiende por espiritismo, en su doctrina y en su práctica, empezó en los Estados Unidos en 1848 con las Hermanas Fox, que más tarde confesaron ser mentira; en muchos casos es sugestión, y en otros, trato con el Diablo.
255. El Hipnotismo es el arte de provocar en una persona el sueño artificial, y de producir durante ese sueño una serie de fenómenos anormales. Existe un hipnotismo vulgar y otro superior con efectos extraordinarios. Hay mucho de sugestión, y en algunos casos, influjo diabólico.
256. La Irreligiosidad. Es una irreverencia especial contra DIOS directamente, o contra personas, cosas o lugares sagrados. Comprende la impiedad o sin piedad, el sacrilegio o violación de algo sagrado, la simonía o compraventa de algo espiritual con algo material, el perjurio y la blasfemia.
257. Deberes en cuanto al culto divino. El culto es el reconocimiento práctico de la excelencia o dignidad que existe en otro. Consiste en el homenaje que por esta causa se le tributa. Puede ser interno y externo, privado y público. San Mateo 4,10 y San Juan 4,24. el culto externo abarca la adoración, oblación, sacrificios, ritos; el interno, la oración y los actos de virtudes teologales.
258. A la Virgen le damos culto de hiperdulía o veneración especial. a San José de protodulía o veneración singular, el primero entre iguales; a los Angeles y Santos, el culto de dulía o veneración de forma general. Éxodo 23,20-21. Concilio de Trento en el siglo 16, sesión 25 y además la Sagrada Tradición de la Iglesia.
259. Debemos venerar las imágenes de los Santos y sus reliquias por la relación que tienen con sus personajes, y a éstas, por su santidad o proximidad a DIOS. Así hablan los Concilios y el Libro 4º de los Reyes nos cuenta cómo dividieron las aguas del río Jordán con el manto del profeta Eliseo, y resucitaron un muerto.
260. Catecismo 2110 a 2141.

TEOLOGIA 2 : TEMA 11

A.- Biblia: Victoria del Cristianismo
B.- Teología: Deberes del 2º Mandamiento
A.- Biblia: Victoria del Cristianismo
261. Fin de la persecución. Diocleciano y Maximiano se vieron obligados a abdicar; Galerio, atormentado por una repugnante úlcera, se consumía vivo, reconociendo como Antioco, que pesaba sobre él la justicia de DIOS. Los tres acabaron lastimosamente la vida y de forma progresiva, la persecución se fue apaciguando; se abrieron las prisiones, volvieron los fugitivos y todo se iba normalizando.

262. Milagrosa victoria de Constantino. Era hijo de Constancio Cloro y de Santa Elena. Sucedió a su padre en calidad de César, siendo todavía pagano. Admiraba y respetaba a los cristianos, estaba convencido de la gran fuerza moral que suponía para el imperio, y lo primero que hizo fue dar libertad para el ejercicio de su religión.

263. Ante el combate decisivo frente a Majencio, hijo de Maximiano, por el que se disputaban el trono imperial, se dio cuenta que necesitaba un auxilio extraordinario para vencer a ese poderoso enemigo e invocó al DIOS de los cristianos. Hacia el mediodía apareció en el Cielo, a la vista de todo el ejército, una Cruz luminosa rodeada de una inscripción: in hoc signo vinces, con este signo vencerás. A la noche siguiente tuvo Constantino un sueño en que Jesucristo le mandó hacer un estandarte, tomando por modelo la Cruz que se le había aparecido, y que lo llevara en las batallas como protección contra los enemigos. Fue el año 312 cuando obtuvo la resonante victoria, y Majencio, en su precipitada huida, cayo al río Tíber, donde se ahogó. Y Constantino quedó dueño de todo el imperio occidental.

264. El Edicto de Milán, año 313. A partir de la victoria, Constantino comenzó a profesar públicamente la religión cristiana; mandó poner por remate de la corona imperial la Cruz y que fuese enarbolada en la bandera de las legiones, y que se colocase en lo más alto del Capitolio. En el año 313 publicó el famoso edicto de Milán, por el que se concedía a los cristianos el libre ejercicio del culto, la restitución de las Iglesias y otros inmuebles confiscados, con la consiguiente alegría para todos los cristianos, después de 300 años de persecuciones.

265. Los orientales le tienen por Santo; su madre, Santa Elena, mando hacer excavaciones en el Calvario y descubrieron los restos de la Cruz de Cristo, que se conservan repartidos en Jerusalén, Roma y norte de España. Siglos después algunos no muy bien intencionados, no vieron con buenos ojos este triunfo, pensando que era triunfalismo, olvidándose de esos otros triunfalismos materialistas, que tanto difundían cuando podían.

266. La Iglesia a través de los siglos. Con estas libertades y favores, vendrán en masa la multitudes que piden entrar en la Iglesia; y en esa masa, los peligros de la abundante cizaña mezclada. Seguir siempre ofreciendo la salvación a todos los hombres, aunque tendrá que vencer muchos obstáculos: luchas internas, abusos de los poderes públicos, decaimiento del espíritu, malos ejemplos de algunos de sus jefes, escándalos y variadas y refinadas persecuciones externas, que de alguna forma, siempre ha habido.

267. La Iglesia con su triple poder de enseñar, gobernar y santificar, estará en constante lucha contra el espíritu mundano, el vicio y el Diablo; promoverá obras sociales de todo tipo, en todas las épocas, para todas las gentes; alentará en esa lucha constante por la perfección cristiana, ofreciendo en todo momento ese catálogo de almas santas, que día tras día, la siguen enriqueciendo. Cambiando los corazones, cambiará las estructuras; con las Verdades Inmutables de la Fe o Dogmas, con la Moral, con los Sacramentos y la Oración, con el Papado como brújula infalible, y la Virgen Inmaculada que nos invita a sentirnos todos como verdadera Familia, sigue pasando por los siglos, llevando a las almas que lo desean al Cielo.

B.- Teología: Deberes del segundo Mandamiento.

268. Ordena reverenciar el Santo Nombre de DIOS, porque merece el respeto y el honor que se debe a DIOS mismo, y nos prohíbe tomar el Nombre de DIOS en vano; en las debidas proporciones, se dice también de la Virgen, los Santos, las cosas, lugares y personas consagradas. Se nos manda en Exodo 20,7; Levítico 19,12; Deuteronomio 5,11; y en San Mateo 5,33.

269. Se entiende por el nombre de DIOS, la Majestad suprema de DIOS, Uno y Trino; honrar en el Nombre de DIOS, todos los títulos que comprende: Creador, Todopoderoso, Señor, Eterno, Infinito, Rey de reyes, Jesucristo, Santísimo Sacramento.

270. Es muy laudable y muy provechoso invocar con reverencia y amor el nombre de DIOS, al principio de las obras importantes, en los trabajos y necesidades, en los peligros, en la hora de la muerte.

271. Comprende: la Invocación reverente como ya hemos dicho, el Juramento hecho con las debidas condiciones y los Votos debidamente cumplidos.

272. El Juramento, Es la invocación del Nombre de DIOS en testimonio de la verdad; poner a DIOS por testigo de la verdad de una cosa. Puede ser asertorio cuando se emplea solo para afirmar la verdad, y promisorio cuando se emplea para confirmar con él una promesa o pacto.

273. Para que tenga validez, se ha de tener intención de jurar, al menos virtual; ha de ser con frase que no sea rutinaria, y con fórmula juratoria, usando palabras o fórmulas admitidas como tales en los juramentos. Estas fórmulas juratorias, si no figura expresamente el nombre de DIOS, habrá que examinar si es verdadero o no; a veces se invoca como testigo el nombre de aquellas cosas o criaturas En las que resplandece los atributos Divinos. San Mateo 23,20. El juramento por el honor, no tiene mÁS valor que el de una simple promesa; pues no puede jurar por el honor, los que no lo tienen o no lo respetan en los demÁS. Hay otra variedad de fÓRmulas, cuyo valor dependerÁ De la intenciÓN y las palabras que empleen.
274. El juramento es lícito cuando se hace con VERDAD, JUSTICIA O NECESIDAD; en este caso, es un acto de religión, con el que se honra a DIOS, recurriendo a El como verdad infalible. Jeremías 4,2; Gálatas 1,20; Filipenses 1,8.
275. El juramento promisorio obliga a su cumplimiento tanto si se hace a DIOS, como a los hombres, como acto de religión, si lo que se ha prometido es bueno o lícito, por la reverencia debida a DIOS. sin esto, no es válido ningún juramento.
276. El Voto. Es una promesa libre y deliberada, hecha a DIOS, de una cosa buena, posible, y mejor que su contraria, con intención de obligarse. La simple Promesa o firme resolución, no obliga bajo pecado. En cosas más concretas, consultar el Código de Derecho Canónico.

277. Catecismo, 2142 a 2149.

TEOLOGIA PRACTICA - TEMA 12

A.- Biblia: Herejias Principales
B.- Teología: Pecados contra el 2º Mandamiento

A.- Biblia: Herejias Principales

278. Causa de la Herejías. Con el triunfo del cristianismo no desapareció el espíritu pagano de la sociedad, sino que en todas las regiones del Imperio continuaban muchas supersticiones populares, variedad de teorías filosóficas y costumbres en las instituciones públicas. Este ambiente se respiraba aún, y los cristianos, al gozar ahora de libertad y cierta protección, perdieron algo de espíritu y se dejaron contagiar. Vemos algunas de las que en los siglos 4º y 5º despuntaron más, pues sus raíces vienen de antes: de la libertad y los intereses desordenados de siempre.

279. Gnosticismo. Era una mezcla de doctrinas cristianas y paganas. Los Gnósticos sostenían que la materia es eterna, como muchos de los materialistas de ahora; que había dos principios, el del bien y el del mal; que DIOS y el Creador del mundo eran dos seres distintos; que Jesucristo había solo padecido en apariencia por no tener cuerpo real, sino fantástico; que el que conoce los misterios está ya salvado, y otros errores más. Se dividieron en más de 30 sectas contra las que pelearon los Papas y Obispos, de forma especial, San Telesforo ya en los años 125 a 136.280. El Montanismo. Lo fundó Montano recién convertido en Frigia, a mediados del siglo 2º. Empezó a predicar una doctrina extremadamente rigurosa y austera. Exigían la práctica de frecuentes ayunos, prohibían casarse por segunda vez, negaban los Sacramentos a los que habían pecado mortalmente después del Bautismo, se abstenían de los espectáculos, rechazaban todo lujo y adorno en las personas, se negaban al servicio militar y no permitían que nadie apelase a la fuga en tiempos de persecución. Así creían prepararse mejor al reinado de mil años de Cristo en la tierra; eran de conducta inmoral y la Iglesia los condenó.

281. Maniqueismo. De Manes, que nació en Mesopotamia en los primeros años del siglo 3º. El fundamento de esta secta era el dualismo, o existencia de dos principios: el de la luz o el bien, y el de las tinieblas o el mal. Conforme a esta doctrina, cada criatura era buena o mala según el principio que la dominase. Tenían organización religiosa especial y practicaban un culto secreto. A finales del siglo 3º, tomó apariencias de herejía cristiana, pues su origen era pagano, y fue combatida por la Iglesia.

282. El Arrianismo, y Concilio de Nicea , año 325. Su fundador fue Arrio, sacerdote de Alejandría. Hombre ambicioso que por no haber podido llegar a ser Patriarca de la ciudad, se alzó contra la fe de la Iglesia, negando públicamente la Divinidad del Verbo, es decir, negaba que Jesucristo fuera DIOS; con sus apariencias de virtud, se llevó muchos partidarios, que se llamaron arrianos, y fueron origen de muchos otros errores.

283. Informado el emperador Constantino de los progresos que hacía esta doctrina, y de las perturbaciones que producía, promovió la reunión de un Concilio Universal que pusiera fin estos males. Tuvo lugar en Nicea, bajo la presidencia de los legados Pontificios; asistieron 318 Obispos de toda la Iglesia de entonces.

284. Esta Asamblea examinó la doctrina de Arrio, y la condenó como opuesta a la constante y universal creencia de la Iglesia. Arrio rechazó la profesión de Fe que le propusieron, y fue condenado. En esta profesión de Fe, la Iglesia, apoyada en la Sagrada Escritura y Sagrada Tradición, que son las dos Fuentes de Revelación para los Católicos, definía que el Verbo, Jesucristo, era DIOS, consustancial al Padre, de la misma naturaleza Divina, con las mismas Perfecciones. Que en Jesucristo había dos voluntades, Divina y Humana; dos naturalezas, Divina y Humana; pero una sola Persona, Divina, unidos por la Unión Hipostática, es decir, misteriosa. Esta Profesión ha pasado a la Historia con el nombre de Símbolo de Nicea; es la que rezamos o cantamos en la Santa Misa. Es, en el fondo, el mismo Credo de los Apóstoles, más desarrollado.

285. Macedonianismo y el Concilio de Constantinopla en el año 381. Esta herejía tuvo por cabeza a Macedonio, Patriarca de Constantinopla, que negaba la Divinidad del Espíritu Santo y su consustancialidad con el Padre y el Hijo.

286. Fue condenada esta Herejía por el Concilio General de Constantinopla, año 381, en el que se confirmó el Símbolo de Nicea, añadiéndole algunas palabras para explicar la doctrina católica referente a la Divinidad del Espíritu Santo.B.- Teología: Pecados contra el 2º Mandamiento

287. Son todos los contrarios al respeto y veneración que debemos al Santo Nombre de DIOS: tomar el nombre de DIOS en vano, la Blasfemia, el Perjurio y la Violación de los Votos.

288. Tomar el nombre de DIOS en vano. Es la invocación irreverente; el pronunciar sin causa y sin la debida reverencia este Nombre Santísimo. La gravedad depende de la intención, y puede ser por impaciencia, indignación, asombro por costumbre vana. Con las debidas distancias, se aplica también a la Virgen, a los Santos, y a los objetos, personas y lugares sagrados.

290. Blasfemia.Es el dicho o hecho injurioso contra DIOS, la Virgen, los Santos, la Religión y todo lo relacionado con ella. Puede ser de palabra hablada o escrita, de pensamiento y también con acciones.

291. Negar a DIOS, a la Virgen o a los Santos; perfecciones o propiedades que les pertenecen; afirmar de ellos algo que no les conviene; atribuir a las criaturas propiedades que competen a DIOS; decir injurias o insultos; ésta es la forma más grosera y ordinaria; hablar con desprecio de lo que pertenece a la Religión en bromas, chistes, etc.

292. La malicia es grave si es consciente y deliberada por ser un ultraje directo a la Majestad de DIOS y a todas sus perfecciones. Es intrínsecamente mala por ir de una forma o de otra, contra DIOS y sus perfecciones. Uno de los mayores pecados, muy castigados en la Biblia: Levítico 24,14; Deuteronomio 32; 4º de los Reyes 19; Hechos 12,21.

293. En el año 1912, se hundió el Titanic partido en dos por un bloque de hielo, en su viaje inaugural de Londres a N.York; era uno de los mejores en su época; habían escrito en la proa: este barco no lo hunde ni DIOS. Lo hizo, un pequeño Iceberg, como si cortara un trozo de queso.

294. La reparación de la Blasfemia debemos hacerlo siempre. Externamente, llamando la atención, mostrar de alguna forma el desacuerdo y malestar; también la reparación interna con jaculatorias y actos de amor.

295. La Imprecación. Se le llama también maldición y consiste en invocar el Nombre de DIOS, pidiendo para sí o para algún otro, algún mal. Es una especie de blasfemia y tiene la misma malicia, aunque depende de la advertencia, intención y escándalo que se pueda dar.

296. Las palabras mal sonantes no llegan a la malicia de la blasfemia, si no se mezcla en Nombre de DIOS; pero nunca son propias de personas educadas y cultas, ni menos aún de católicos.

297. El Perjurio. Es un juramento falso, jurar sin verdad o con duda de que si lo que jura es verdad. Es siempre pecado mortal por su naturaleza, aunque el juramento sea sobre cosa leve, porque se pone de testigo de una falsedad a DIOS nuestro Señor, que es Verdad infinita.

298. También se le llama perjurio al juramento hecho sin justicia, sin necesidad, sin verdad, o contra la prudencia que pide el juramento: juramento de Herodes en San Marcos 6,22-28 y los conjurados para matar a San Pablo en Hechos 23,12-24.

299. La Violación del Voto. El quebrantar los votos o no cumplirlos, es pecado mortal o venial, según los casos o la materia. La violación de los Votos desagrada mucho al Señor. Eclesiastés 5,3-4: Si haces algún voto, no tardes en cumplirlo.

300. Con la Virgen, nos será más fácil el respeto cariñoso para el Santo Nombre de DIOS y todo lo Sagrado. Un respeto cariñoso que nos facilita el Don de Piedad, del Espíritu Santo.

301. Catecismo Del 2150 al 2167.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

martes, 2 de junio de 2009


POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

PRELIMINARES HISTORICOS

Las lanchas Balleneras

Al estudiar el estado religioso y social de los eskimales, que viven desparramados por las costas del mar glacial desde la desembocadura del Yukon hasta la del río Mackenzie, en el norte del Canadá, nos encontramos con que la mayor catástrofe que visitó a estos indígenas fue el haberse puesto en contacto con las expediciones balleneras antes que con ninguna otra clase de hombres blancos.

Los blancos de aquellas expediciones fueron para ellos seres misteriosos, como los soldados de Cortés para los indios mejicanos. La diferencia, sin embargo, está en que Cortés rezaba las horas de Nuestra Señora en un librito que llevaba siempre en el bolsillo, mientras que los capitanes de los barcos balleneros eran individuos desalmados, más voraces que vampiros y de conciencias anchas como los mares que navegaban.

La vida en las lanchas balleneras no era vida de recreo. La dureza y privaciones de aquella vida se hicieron tan proverbiales en las costas del Pacífico, que se hizo punto menos que imposible reclutar expedicionarios, a pesar de los salarios ultra-pingües que se ofrecían. Entonces se acudió a un proceso de reclutamiento tan bárbaro que difícilmente habrá sido superado desde los días de Nabucodonosor y Ciro.

Cuando el barco estaba ya listo en la bahía de San Francisco de California y no quedaba más que la dotación de mozos vigorosos, los oficiales visitaban las tabernas ele la ciudad y emborrachaban a veinte treinta, cincuenta o cuantos se necesitasen para el proyectado viaje.

A estos mozos vagabundos, con bigotes ensortijados, que escupían por el colmillo y vivían de atracos y borracheras, una vez embriagados hasta perder el conocimiento, los metían en coches y de los coches los descargaban en la cubierta del barco como si fueran fardos de sal.

Cuando al cabo de veinticuatro horas volvían en si y comenzaban a restregarse los ojos y a rebullir, se veían en alta mar arrullados por las olas cargadas de salitre, y allí, de pie junto a ellos, había un oficial con un látigo, que los iba distribuyendo metódicamente y con frases cortas por los diversos empleos manuales de a bordo. Si querían, podían escapar, pero ninguno lo intentaba. Nadar cien kilómetros no es cosa tan baladí como pudiera parecer.

Excesos y Abusos

Esa lancha ballenera, que estamos estudiando, no va sola. Con ella y con dotaciones similares navega toda una flota de balleneras, que se desperdigan a velas desplegadas por el mar glacial, infestado de bloques de hielo en pleno verano.

En sus idas y venidas, las balleneras anclaban en las aldeas eskimales de la costa y traficaban con los indígenas. Aquellos marineros forzados, que habían pasado medio año en alta mar trabajando como burros de carga, al cebar pie a tierra y ponerse en contacto con las aldeanas del país, se daban a toda clase de excesos sin parar mientes en escrúpulos de moral ni estética, como sátiros de paganismo legendario.

Las indígenas no estaban acostumbradas a semejante tratamiento. Pronto corrió la voz entre los habitantes de que aquellas flotas balleneras eran verdaderas plagas de langosta, y se aprestaron a la defensa ; pero los marineros no eran gente que se intimidaba, y lo único que tuvieron qua hacer para conseguir su intento fue cambiar de táctica.

Bajaban a tierra con botellas de aguardiente que daban a los indígenas sin distinción. Como aquellos estómagos aborígenes no estaban acostumbrados al licor, beber un trago y rodar por el suelo como picados por víboras, era todo uno.

Cuentan qua al emborracharse adoptaban estado y ademanes de locos desatados. A unos les ciaba por matar y a otros por matarse, siendo rarísimos los casos de borrachos a quienes les daba por cantar o decir necedades sin más extralimitaciones. Como el tigre que, según dicen, una vez que gusta carne y sangre humanas ya no quiere otro manjar, así nuestros inocentes eskimales una vez que gustaron los efectos peregrinos del aguardiente, ya no podían vivir sin él.

Los marineros lo conocieron y procuraron sacar ventaja; en vez de llevar a tierra el aguardiente, llevaban las mujeres a las lanchas donde tenían verdaderas orgías y las comilonas más desenfrenadas. Dando un paso más, enseñaron a los indígenas a fabricar bebidas alcohólicas con harina, cebada y melazas; bebidas fortísimas y cuasi venenosas que sembraron la miseria por toda la región.

Los Naloagmi

Entre las focas del país hay una de piel blanca que los eskimales llaman naloag. Al ver las caras rubias de los marineros, los indígenas las compararon a la piel de esas focas y llamaron a los blancos naloagmi, o sea, el que vive dentro de una piel blanca, nombre con que me han saludado a mi por activa y por pasiva.Por eso, en estas regiones inmensas que se extienden al norte del Circulo Polar y se empalman con los hielos eternos que las unen al Polo Norte, la palabra naloagmi es sinónima de gente blanca, joven y sin conciencia, amiga de guitarras y borracheras, sin escrúpulos, sin religión, sin respeto a nada que tenga visos de sagrado.

Los ministros protestantes

Tras las balleneras vinieron las expediciones de ministros protestantes; gente sin preparación ninguna para predicar el evangelio genuino de Jesucristo; ministros sin ordenar, casados y con hijos, que cayeron aquí como bandadas de buitres tragadores, con ojos de lince para explotar y con almas farisáicas, mucho más ladinas que las de Caifás y compañía.

Lo primero que hicieron fui distribuirse las aldeas para evitar la competencia y poder sacar el jugo a los indígenas sin contradicción. En sus iglesias sectarias se hizo dogma de fe el siguiente triple estado de las almas redimidas.

Los que daban al ministro el diez por ciento de cuanto ganaban, cazaban, pescaban o en manera alguna adquirían, esos iban al cielo ciertísimamente. Los que defraudaban algo del diez por ciento, iban al cielo ciertamente. Los que defraudaban una ración considerable, iban al cielo dudosamente. Quedaba, por fin, un cuarto estado que no merecía el nombre de estado, y era el de aquellos que no daban nada. Esos se condenaban irremisiblemente. Por desgracia aun esta en vigor este dogma que tuvo su origen en aquella escuela del Templo de Jerusalén, regentada por aquellos escribas y fariseos a quienes Jesucristo llamó serpientes e hijos de víboras.

La norma, pues, por la que se computa en estas sectas cl grado de gloria en el cielo, es la bolsa mayor o menor que entregan al ministro del Crucificado. Tres veces al tufo tienen lo que llaman “conferencias” y obligan a venir de las aldeas limítrofes a todas las personas alistadas en la secta.

El Sermón del Juicio Final

Aquí, en Kotzebue, tienen la Casa Central con un salón repleto de bancos que llaman "la iglesia", sin cruz, sin altar, sin imágenes, sin cuadros, sin nada que pudiera recordarles escenas relacionadas con la vida venidera.
Bien apretados en esos bancos, escuchan un sermón en el que se les dice que todas las profecías acaban de cumplirse, y que el Juicio final es cosa de unos meses.
Hace varios años predijeron el Juicio final el 14 de marzo al atardecer. Luego el 7 de agosto a medio día, y finalmente el 3 de noviembre al amanecer. Los pobres eskimales esperaban en estado agónico el cataclismo y se quedaban estupefactos al ver que el día anunciado nacía y moria como los demás.
Para evitar que los más discretos sacasen conclusiones desastrosas para la secta, el ministro vociferaba que todavía no estaban preparados para el Juicio y que Dios, en su infinita misericordia, había prorrogado la disolución general.
Ahora Dios se va cansando ya de prórrogas y parece que nos va a matar a todos cualquier día. Los eskimales, en consecuencia, tienen a Dios verdadero pánico, como si se tratara de un tirano sin entrañas que proyectara caer sobre ellos por sorpresa y degollarlos a todos sin compasión.
Durante la semana que duran esas conferencias el salón sectario se convierte en una Babel que sólo puede tener lugar en Un país democrático. Todos gritan, todos lloran, todos tienen visiones, todos tiemblan y ninguno se entiende. Jesucristo va a venir.
Cuando se calman un poco, los más santos se adelantan y confiesan en voz alta sus pecados. Adulterios recientes, mencionando los nombres de los cómplices, robos, fornicaciones, malos pensamientos, malas palabras y peores obras, todo sale a la plaza en medio de un silencio que interrumpen sollozos mal cohibidos.
Cuando los más santos han terminado sus confesiones, se invita a los no tan perfectos. Si vacilan un poco, se les riñe a voces y salen al escenario a confesarse. Finalmente los imperfectos, que no quieren en modo alguno confesar sus maldades, son arrastrados y obligados a limpiar su alma confesándose delante de todos. Al día siguiente se repite la operación, para lo mismo repetir mañana».

Sacrificio y Dificultades

La iglesia se abre a las ocho de la mañana. A las doce salen y a las dos se vuelve a tocar la campana, que los reune en el salón hasta las cuatro de la madrugada siguiente.
No lo creería yo, si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Recuerdo que algunos días llovía copiosamente y desde la ventana los veía yo venir cargados de chiquillos mojados, chapoteando lodo, alegres y risueños porque así se preparaban bien para la pronta venida de Jesucristo. Si obligase yo a mis católicos a una cuarta parte de mortificación y vencimiento, estoy seguro que me fallarían en masa.
El caso es más misterioso de lo que a primera vista parece. Durante la semana de conferencias no cazan, ni pescan, ni trabajan, ni apenas comen. Nada les importa nada. Lo único que los fanatiza entonces es la perspectiva de Jesucristo viniendo por las nubes a exigir cuentas atrasadas.
Las doctrinas falsas, las sectas heréticas, el culto velado a Satanás, las religiones e iglesias puritanas exigen con frecuencia a sus adeptos sacrificios muy subidos.
La Iglesia católica, en comparación, es una Madre cariñosísima que mira por sus hijos con autor verdaderamente maternal. Cuando sientan sus caricias los infieles, se convertirán indudablemente. Más fácil es confesarse con un sacerdote católico que tener que hacerlo en público y con la obligación de nombrar los cómplices; caso en cierto modo anti-social y que se debía prohibir por una ley en toda regla.
En la aldea de Noatak, al norte de Kotzebue, se separó un matrimonio porque ella se confesó de baben sido infiel al marido, sin habérselo dicho antes a él. No perdamos de vista que estamos tratando de salvajes. Si se dicen mutuamente sus infidelidades a un tercero, entonces se rompen las relaciones. La disciplina católica funciona pacíficamente aun entre los salvajes a quienes mejora incluso socialmente.
Cuando San Francisco Javier se internó en la India y en el Japón encontró, sí, el obstáculo natural de los bonzos y boncerías y de los brahmanes, diestros en el sánscrito y depositarios de civilizaciones multiseculares; pero pudo enfrentarse con ellos libremente y predicarles a Jesucristo tal cual es, o sea, tal cual aparece en los Evangelios y. en las Epístolas de San Pablo. La semilla caía en terreno virgen.
Si le hubieran precedido grupos de ministros luteranos que llevaban la Biblia debajo del brazo, y predicaban a Jesucristo tal cual ellos se le imaginaban, entonces la labor del santo navarro hubiera sido doblemente penosa y cuesta arriba.
Primero había que demostrar que Lutero, Calvino y demás caterva de soberbios no daban en el blanco; y, si lograba hacerse escuchar y vencía en la refriega, tenía luego que empezar por el A B C y vigilar las maniobras del ministro vecino, casado y con levita.
Aquí, en Alaska, las estaciones o puestos misioneros católicos se redujeron al Yukón, a los mineros vagabundos y a las costas del sur de Nome. La primera invasión del territorio enemigo no se efectuó hasta el año 1929 ayer, como quien dice cuando el malogrado P. Delón reunió 15.000 dólares y levantó la casa e iglesia de Kotzebue, aquí en el corazón mismo de la esfera de acción de los cuákeros o ministros sectarios.

El Ministro de Kotzebue

El ministro que residía en Kotzebue el año 1929 había sido tabernero. Se casó con una beata cuákera, fanática, y los dos decidieron hacerse misioneros.
El buen tabernero asomaba la oreja con demasiada frecuencia. En una riña que tuvo con una enfermera del hospital territorial, la Llamó un nombre tan obsceno que ella ni quiso ni pudo aguantar. Le citó a los tribunales con testigos y el misionero postizo tuvo que pagar la multa nada irrisoria de mil dólares.
En otros encontronazos con gente decente se desató más de lo debido, por lo cual fue despedido de la secta cuákera. Al día siguiente se independizó y empezó una secta suya. Yo mismo pude ver en un barrio de Nome la campanilla que colgó a la puerta de una casa arrendada que convirtió en capilla.

Los soldados de Washington

Detrás de los ministros sectarios vinieron compañías enteras de soldados que el gobierno de Washington colocó en lugares estratégicos desde Nome hasta Tanana; desde San Miguel basta Skagway. Más tarde se vio que era un gasto inútil y las compañías fueron repatriadas. Pero dejaron en Alaska huellas que tardarán mucho en borrarse. Varias veces al preguntar por el padre de algún mestizo se me ha respondido con aire de admiración: «¡Un soldado!», como si quisieran decir: “¿Pues quién iba a ser?»
Con la petaca llena y la cantimplora mediada de aguardiente los soldados iban de acá para allá en trineos oficiales entonando canciones poco santas y pernoctando en aldeas sin cuartel ni centinelas. Como aquellos soldados distaban mucho de ser Javieres, la reputación de los blancos en la mentalidad indígena bajaba y bajaba como el mercurio en los termómetros de Kotzebue los días sin viento del mes de Enero.

Tristes Resultados
El resultado de todos estos factores no pudo haber sido más desastroso para los indígenas. Hubo, claro está, algunas mejoras materiales. Los indígenas aprendieron a lavarse la cara, a peinarse, a cambiar la ropa antes de que cayese hecha pedazos de puro usarla sin mudarla, y mejoraron un poco las viviendas; pero el nivel moral estuvo muy lejos de subir.
La sangre eskimal se vio mezclada con la peor sangre blanca que se puede imaginar. Lo blanco prevaleció sobre lo indígena y los eskimales comenzaron a usar alimentos blancos y a vestirse ropa traída de los Estados Unidos.
La harina había sido alimento del todo desconocido. Cuando los barcos mercantes empezaron a traer verdaderas montañas de sacos de harina, los indígenas se acostumbraron al pan y afirmaban que ya no podían comer sin pan; pero lo que ellos amasaban no era pan; era una especie de bizcocho mal tostado que los mismos perros no comían a no ser en casos de hambre extrema.
Los eskimales mojaban los bizcochos en aceite de foca y los deglutían enteros, como los pavos tragan las nueces. Siguieron luego indigestiones y dolores de estómago, pero ellos no se preocupaban por la sencilla razón de que el eskimal no se preocupó en serio de vivir o morir. A fines de siglo vino una epidemia que barrió pueblos enteros y diezmó la población. Por fin los rebaños submarinos de ballenas gigantes abandonaron las costas de Alaska y las flotas balleneras des-aparecieron como por encanto.

Los Mestizos

Los mineros de 1898 se esparcieron rápidamente por toda la península y contribuyeron a llenar de mestizos las regiones mineras. Muchos mineros perecieron víctimas del frío y de las privaciones inherentes al clima; otros se volvieron a sus casas, y únicamente los mejor dotados físicamente permanecieron en Alaska.
Una buena parte de ellos se casó con mujeres eskimales y nos dió esta raza mestizoide que nos rodea dondequiera que vayamos. La situación de estos mestizos es bastante deplorable.
En primer lugar los varones son mozos inútiles, haraganes, viciosos, borrachos y sin pizca de ambición noble y loable. Se pueden contar con los dedos de una mano los mestizos decentes que he topado en mis marchas y contramarchas por estas latitudes al norte del Círculo Polar.
En cambio, las hembras parece que nacen con mejor estrella. En primer lugar ganan mucho en corrección de facciones. Desde los quince hasta los veinticinco amos pasan por señoritas blancas y las igualan en pudor y vergüenza natural femenina.
Por desgracia, no hay blancos elegibles, y las pobres chicas se marchitan en deseos inútiles de tomar por esposos hombres dignos de sus sueños; hombres que no encuentran entre sus co-mestizos de quienes abominan, ni entre los eskimales de pura cepa a quienes desprecian como a seres inferiores, ni entre los blancos que quedan en las minas, viejos ya y con los dientes ralos y negros por la malhadada pipa que no dejan si no es para comer y dormir.
Cuando llegan a los veinticinco años se desesperan y unas tiran por un camino y otras por otro de los tres arriba indicados. Creo que las más acertadas son las que vuelven a los puerros y cebollas de Egipto, o sea, las que toman por esposos a eskimales puros.La razón es obvia. Con un eskimal por esposo, ellas son las mandonas y las que lo disponen todo, aunque los niños nazcan con facciones predominantemente indígenas que ellas aborrecen.
Las que se casan con mestizos se embarcan en una nave, que las lleva a velas desplegadas por los mares procelosos del hambre, de la necesidad y de la miseria en todos sus aspectos. Si acaso aciertan a ganar un duro, aquella noche están los dos borrachos.
Si tienen buena suerte y ganan dos duros, uno es para vino y el otro para cigarros que aquí cuestan un ojo de la cara. Creo no exagerar si digo que el número de mujeres fumadoras iguala fácilmente al de los fumadores.
Por último, las que se casan con un blanco son las más desgraciadas. Tienen, sí, mejores botas y faldas más vistosas, pero ahí termina todo.
El blanco lee revistas y libros y quiere hablar del porvenir de Polonia y Checoeslovaquia, o gusta discutir los pros y contras de las dictaduras y democracias. La pobre mestiza no sabe la diferencia que hay entre Polonia y la Cochinchina, ni sabe qué es dictadura ni qué es democracia. El blanco se venga llamándola salvaje y otros nombres saturados de oprobio e ignominia hasta que a ella se le atufan las narices y responde indignada con nombres que no se pueden estampar aquí. Si una roca disparada por una catapulta choca en el aire con otra roca igualmente pesada y disparada, el resultado es un montón de arena en el suelo.

Cárceles y policías

Más tarde vinieron mejores ejemplares de blancos y la situación mejoró un poco, sobre todo en los centros más populosos. El establecimiento de cárceles y policías ayudó no poco a esta mejora. Ya no es tan fácil cometer crímenes y seguir como si allí no hubiera pasado nada.
Desde hace unos años está vigente una ley no escrita ni promulgada, pero sancionada por una tradición que jamás ha dejado de fallar en ningún caso particular.
En virtud de esta ley todo blanco convicto y confeso de ser el padre de la criatura de una indígena soltera, es por el mero hecho forzado a casarse con ella, a no ser que prefiera dar con los huesos en la cárcel o soltar una multa que lo dobla y lo balda de por vida.
Como, después de todo, el blanco escoge casarse, el matrimonio parece tener visos de válido; pero es una validez muy cuestionable y que ha dado origen al apelativo de “matrimonio a punta de revólver”.
Alguien me dijo no sé dónde que en las naciones hispanoamericanas prevalece la noción de que tanto el Derecho Canónico como los rescriptos todos de la Santa Sede mueren en Cádiz y jamás cruzan el Atlántico. Esta exageración cómica e inexacta pudiera aplicarse con más propiedad a Alaska y decir que todos los edictos del Vaticano mueren en Nueva York y nunca llegan a las lomas del Polo Norte.

Vida católica

Hasta aquí hemos pintado el lago negro de la cuestión; pero esta cuestión, como las monedas, tiene dos caras. Bien o mal, lo cierto es que los eskimales han sobrevivido a la invasión blanca y siguen creciendo y multiplicándose. Ha sido una verdadera supervivencia del más fuerte, pero al fin y al cabo supervivencia.
Dondequiera que se eleva un campanario católico, apenas se esparció la buena semilla, comenzó a crecer y a propagarse y a seguir dando retoños que son para alabar a Dios. Al ponerse en contacto con una raza pagana se palpa la necesidad de injertar en ella la doctrina de Cristo so pena de perderse todo por derroteros extraviados.
Sin religión el pagano civilizado se hace más diestro en amañar embustes, más ladrón, más lascivo, y un hipócrita perfecto como si le hubieran hecho a la medida. En cambio al abrazar el catolicismo se inicia en ellos una mejora en todos los sentidos.
Donde los eskimales viven incontaminados con los blancos y al abrigo del campanario católico, la parroquia es una réplica de las parroquias cristianas afamadas, donde se reciben los Sacramentos debidamente y donde se vive en paz como Dios manda.
Aquí mismo, en Kotzebue, tengo yo ejemplares que he tomado por modelo. Ahí está Effy la viuda, mi maestra de eskimal y mi fiel intérprete de sermones y explicaciones catequísticas. Rigurosamente hablando, está tullida y por ello está dispensada de venir a la iglesia. Otra menos fervorosa se agarraría a esa dispensa natural. Pero no así Effy.
En las mañanas de invierno, cuando la calma y serenidad de las nubes es la señal infalible de una temperatura baja frigidísima, Effy se levanta, se viste y viene a Misa.
Da pena verla caminar por la nieve. Las junturas todas y en especial las rodillas rehusan doblarse y funcionar; pero Effy camina, a pesar de todo, arrastrando unas piernas tiesas en las que ha hecho presa un reumatismo crónico de mal cariz, jadeando y despidiendo un aliento espeso que la envuelve como el humo de una chimenea, parándose acá y allá, pero siempre adelante camino de la iglesia.
Sabe que el arrodillarse es un martirio y me ha oído decir cien veces que está dispensada de arrodillarse aun durante la consagración; pero ni aun por esas. No concibe cómo puede un alma orar si no es de rodillas.
Es la mejor bordadora de la aldea y ganaba la vida cosiendo y haciendo abrigos de pieles para los blancos; pero últimamente el artritismo se ha extendido a las muñecas y a los dedos y la ha imposibilitado dar una sola puntada.
A veces tiene que estar en cama toda una semana. Jamás la he oído una sola queja ni asomo de queja. Todo va bien. Dios lo dió, Dios lo quitó ; sea su nombre bendito. Dios es su Padre y la ama, y ella se ha entregado a El, venga lo que venga y caiga lo que caiga. Aunque es la pobreza personificada, se considera millonaria por tener la conciencia tranquila. No habla mal de nadie. Todos son buenos.
Por Navidad me regaló unos guantes de punto que hizo a ratos durante el invierno, aunque sé que cada puntada fue un pinchazo sufrido con esa sonrisa que, si la tuviera otro, se consideraría el mejor de los mortales. Estoy viendo que cuando se muera la voy a hacer novenas como se las hacemos a los muertos en olor de santidad y a los canonizados.

Ejemplos de Fervor

Y aunque no tan perfectas al parecer como Effy, ahí están Marta y Memmy, abnegadas madres de familia, eskimales de pura cepa como Effy, fidelísimas en venir a todos los ejercicios de piedad, calladas, afables, rezadoras, caritativas, respetuosas con el Misionero, limpias y ordenadas y de vida tan intachable que nadie puede echarles en cara cosa alguna digna de reproche.
Ahí está Raquel que va de casa en casa diciendo a los cuákeros que ella es feliz desde que se hizo católica y que ellos se van al infierno si rehusan el bautismo.
No me deja ni a sol ni a sombra; siempre con preguntas religiosas que me hacen explicar todo lo que aprendí en las aulas de Teología y que ella devora con unos ojos muy abiertos, ansiosa de saber la respuesta correcta a todas las preguntas de los cuákeros ignorantes.
Dice que cuando yo explico los misterios de la religión mis palabras la saben a terrones de azúcar, mientras que cuando los cuákeros la instruían hace años, mientras más hablaban más perpleja se quedaba. Inútil decir que salidas de este jaez me hacen partir de risa. Ellos lo dicen como lo sienten, sin adobos, como a veces hacemos nosotros.
Y si de Kotzebue pasamos a los isleños de las islas de Nelson o King Island, nos encontrarnos con que aquellos eskimales hacen durante el día visitas al Santísimo Sacramento con un espíritu y un fervor que nos recuerdan lo que leemos de los primitivos cristianos.
Pero esto se debe en gran parte a que no saben una palabra de inglés, ni tienen entre ellos a blancos de costumbres depravadas. Los indios de las Montañas Roqueñas desprecian a los blancos y los tienen por seres inferiores.
Los eskimales, por el contrario, los admiran como a seres supraterrenos y tienden a imitarlos en todo, desde la borrachera hasta el divorcio.
Por eso es más de alabar el comportamiento de aquella mujer del Yukón que no quiso casarse con el almacenista blanco, joven y adinerado, por ser ateo y de modales poco cristianos. Más tarde la pobre mujer perdió las dos piernas, amputadas debajo de las rodillas, porque se le helaron en una tormenta en que se extravió a menos de un kilómetro de su aldea. Aún vive mientras esto escribo.
Cada vez que el Misionero visita aquel pueblo, la buena vieja se arrastra sola por la senda de nieve apisonada y no pierde la santa Misa ni un solo día, haga viento o no lo haga, llueva o nieve, tarde o temprano, salga el sol por Antequera o salga por donde quiera.
Tiene reservado para sí un asiento, y aquel asiento está infaliblemente ocupado todas las mañanas, aunque el temporal impida venir a los demás. Parece que el Espíritu Santo ha escogido aquella alma como mansión predilecta en la que se recrea como en un jardín de lirios.
Todo es alabar a Dios por sus bondades y todo es bendecirle por habernos redimido y por haberse quedado con nosotros en la Eucaristía. Esta actitud se presupone en una monja de clausura; pero no la esperaba uno en aquella vieja coja de las riberas del Yukón.
Estos son ejemplos excepcionales y casos raros, porque los santos son raros en cualesquiera parte. Tenemos acá y allá parroquias enteras de una vida espiritual excelente. Ya saben amasar buen pan y criar niños limpios y bien cuidados. Los maridos tratan a sus mujeres como a iguales y no como hacían antes, que las consideraban como esclavas. Aún no se ha llegado en todo esto al límite de la perfección, pero se va ganando terreno visiblemente.

¿COMO HONRAR A MARIA?

de Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
(Continuación)

409.- Madre de DIOS! ¡Dignidad excelsa, inefable! ¡Recibir y llevar en su seno, cuidar, servir y educar al DIOS aquel ante quien los Angeles puros se humillan hasta el polvo, y a cuya presencia, los Serafines y Querubines esconden su rostro detrás de las alas; a Aquel que creó el universo, el sol, la luna, las estrellas, y todas las cosas que hay en el mundo! Llamar a éste su propio Hijo, cubrirle de besos, estrecharle contra el propio pecho con amor de Madre! ¡Mandar a Aquel ante quien se hincan todos en el polvo, y a quien se someten con humilde corazón, inclinándose ante sus mandatos, las fuerzas del cielo y de la tierra! Es indeciblemente grande la dignidad de Madre de DIOS. Nadie hay semejante a Maria, exclama con entusiasmo San Anselmo; fuera de DIOS, nadie hay más grande que Maria". Y canta el pueblo católico: más que tú sólo DIOS.

410.- La sublime distinción que significa el ser Madre de DIOS puede sólo entenderse considerando que todos los sabios, reyes, sacerdotes y Angeles del cielo, no valen tanto para nosotros como lo que nos dio Maria, al damos a Cristo, Hijo de DIOS. Por una mujer entró el pecado en el mundo, de una mujer nació la culpa; pero de una Mujer vino también su medicina. La Virgen Bendita era una mujer escogida, una Madre sin mancilla, Inmaculada. Vino a esta tierra de pecado como lirio florido: sin mancha original. Vivió en esta tierra como rosa delicada, pura; la humanidad intacta y pura, la nativa inocencia, la primitiva belleza, el espejo purísimo de la Divinidad, diría el Papa Pablo 6°. Aún después del nacimiento de Jesús permaneció virgen, limpia y blanca como la nieve que acaba de caer". Virgen antes del parto, en el parto y después del parto; nace Jesús como el rayo de sol atraviesa el cristal, sin romperlo ni mancharlo, sino embelleciéndolo mucho más; y esto, porque DIOS lo quiso. Y quien diga lo contrario, ni ama a Jesús, ni cree en el poder de DIOS).

411.- Con qué timidez, con qué cautela dice al Ángel: ¿Cómo es posible que me nazca un hijo, habiendo consagrado mi virginidad a DIOS, y no queriendo renunciar a ella? Porque esto significa el no conozco varón, a pesar de habemos dicho que estaba desposada con San José. No temas, María; porque has hallado gracia ante los ojos de DIOS, y la Virtud del altísimo te cubrirá con su sombra; por cuya causa, el Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de DIOS, nos dice San Lucas 1. Es decir, no temas por tu virginidad, porque serás Madre por virtud del DIOS Omnipotente, no a costa de tu integridad, sino con la plenitud de tu pureza.

412.- La lengua húngara llama con acierto al día de la Anunciación: día de injertar frutos la Mujer bendita. Porque realmente hubo allí un injerto. Se injertó el ramo glorioso, el Hijo de DIOS fue injertado en la Virgen Santísima, y por Ella en toda la humanidad. Se hizo el injerto para que de la raíz milenaria de la humanidad no brotasen en adelante retoños podridos, pecaminosos; no saliesen ramas de frutos venenosos, ni agrias manzanas agrestes, sino frutos sanos, hermosos: palabras y obras que agraden a DIOS. Día maravilloso de brotar la Vida, entre nosotros y para nosotros.

413.- La Virgen santísima se abandonó por completo a la voluntad divina, y flotaba en ella como una flor acuática plenamente desplegada en el espejo del lago". En Ella aparece en una sola realidad la voluntad divina y la suya; no quería otra cosa; en nosotros, con frecuencia, la de DIOS va por un lado y la nuestra por otro, y eso crea problemas de conciencia, y en cosas graves, puede separarnos del Cielo y llevarnos al Infierno. "La Virgen bendita se sintió tranquila. Y en el momento en que pronunció con toda su alma: Hágase en mí según tu Palabra..., en el mismo instante, cuando con humildad santa inclinó su cabeza virginal, empezó Jesucristo su vida terrena junto al corazón Inmaculado de la Virgen Santísima. ¡Qué misterio infinito del inconcebible amor divino! ¡Cómo baja el Señor desde los cielos, cómo alienta en la humilde Virgen, y la estrecha, y la envuelve en su amor, como un océano infinito! Flor virginal del Cielo, oh Virgen Maria, mil parabienes del mundo entero.

414.- Y Maria correspondió a la dignidad sin par que había recibido. Fue realmente Madre Virgen, Madre, Madre amante, cuidadosa, que sacrifica su vida. La Virginidad más pura con la Maternidad más fecunda. Cuando el Niño Jesús no había nacido aún, Ella ya le dirige oraciones desde la profundidad de su alma humilde. Cuando la dureza de los hombres Le arrojó de Belén a un establo, el beso y el abrazo calientes de la Virgen Santa, templaron al Niño Jesús, que tiritaba. Cuando la crueldad de Herodes los obligó a huir a Egipto, aquel pecho virginal fue refugio seguro del Niño DIOS. Cuando el Salvador empezó a crecer, aquel purísimo rayo de sol Le vigilaba día y noche. Y cuando agonizaba el Redentor en el Gólgota, y sus ojos, ya vidriosos, no veían más que rostros enemigos en tomo suyo, su Madre, la Madre de DIOS, estaba firme, con fidelidad, al pie de la cruz, y la espada del dolor le atravesaba más que nunca el corazón.

415.- La Virgen Madre merece realmente las alabanzas que le tributan los siglos. Mereció que se escribieran de Ella los innumerables volúmenes que llenan las bibliotecas, cantando sus glorias. Mereció que la Iglesia instituyera fiestas para honrarla. Es digna de las innumerables estatuas e imágenes, a cual más bellas, con que los mejores artistas presentaron sus homenajes en el correr de los siglos a la Mujer Bendita, entre todas las mujeres, el espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura como había salido de las manos de DIOS, la primitiva belleza, la nativa inocencia. La honramos porque DIOS la honró primero, escogiéndola por Madre de su Hijo, siendo concebida sin pecado, Inmaculada y llena de gracia. Y la honramos porque lo manda la Sagrada Escritura.

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soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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