CARATULA

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MENSAJE

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Cuando se puede pisar esas alturas y pasar unas horas gozando del silencio de las Cumbres, sea en el día con el brillante sol, blancura de la nieve, azul intenso del cielo; o en la noche, con esa multitud de estrellas brillantes; o en medio de una tormenta de nieve, granizo y vientos que hielan, se palpa la grandeza de DIOS y la pequeñez nuestra.

Miramos al fondo de los valles y vemos las luces de los pueblos, y nos imaginamos a las gentes con sus problemas, inquietudes y diversidad de programas y conductas, a favor o en contra de la LEY Santa de DIOS.

DIOS viene a la tierra para llevarnos al Cielo; DIOS se hace perfecto Hombre, sin dejar de ser perfecto DIOS, para que nosotros podamos llegar a las Cumbres más altas de las virtudes en la Gloria eterna del Cielo, viendo a DIOS como El se ve, según la Luz acumulada en la tierra; poseyéndoLe según el grado de Gracia adquirido en la tierra por cada uno; y gozándoLe con la misma capacidad que tenga nuestra alma al momento de morir.

Ya sabes lo que quiere DIOS de ti, que logres el Cielo con el mayor grado de Gracia posible que al morir se convierte en Gloria; Jesucristo nos lo hace posible, y su Iglesia Católica lo pone a nuestro alcance. No te dejs engañar por otras ofertas engañosas y pasajeras.

Te lo desea y bendice.

Padre Juan, Serviam.

Oraciones para después de la MISA.

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DIOS te salve, reina y madre de misericordia; vida, dulzura y esperanza nuestra. DIOS te salve. A ti llamamos, los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra; vuelve a nosotros, esos tus ojos, misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, santa Madre de DIOS, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Arcángel San Miguel defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra las asechanzas del Diablo. Reprímale DIOS, te pedimos suplicantes, y tú, príncipe de la Milicia del Cielo, lanza al Infierno con el Divino poder, a Satanás, y a los otros malignos espíritus, que andan dispersos por el mundo, para perder las almas. Amén.

Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche, ni de día; ni me dejes solo, que me perdería; inspírame cosas buenas, y guíame al Cielo.

Santos Protectores, protegednos en lo que os hemos encomendado.

Oración para después de la COMUNIÓN.

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ALMA DE CRISTO, santifícame.

CUERPO DE CRISTO, sálvame.

SANGRE DE CRISTO, embriágame.

AGUA DEL COSTADO DE CRISTO, lávame.

PASIÓN DE CRISTO, confórtame.

OH BUEN JESÚS, óyeme.

DENTRO DE TUS LLAGAS, escóndeme.

NO PERMITAS, que me aparte de Ti.

DEL MALIGNO ENEMIGO, defiéndeme.

EN LA HORA DE MUERTE, llámame.

Y MANDAME, ir a Ti.

PARA QUE CON TUS SANTOS te alabe.

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, Amén.


JESUS MÍO, es por tu amor, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva las almas al Cielo, que sintamos tu presencia en la Hostia consagrada, y aumentemos la Vida de Gracia.


VEN ESPÍRITU SANTO ilumina nuestra inteligencia, fortalece nuestra voluntad, llena de amor nuestros corazones.


SANTÍSIMA TRINIDAD, creo, Te adoro, espero y Te amo. Te pido perdón, por todos los que no creen, no Te adoran, no esperan, y no Te aman.

HOMILIA 33 - san Juan Crisóstomo

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Mirad que yo os envío como corderos entre lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Mateo 10,16.

86.- Corderos entre lobos.

1. Ya les ha infundido el Señor confianza a sus discípulos acerca del necesario sustento; les ha abierto todas las puertas y les ha señalado una forma digna de entrar: no como vagabundos y mendigos, sino como superiores a los mismos que los habían de recibir. Eso les quiso mostrar al decirles: Digno es el trabajador de que se le pague su salario; eso al ordenarles preguntar quién fuera en cada lugar persona digna y en casa de ella hospedarse, eso al mandarles saludar con la paz a quienes los recibieran, y eso, en fin, por los castigos con que amenazó a quienes los rechazaran; de este modo los ha librado ya de toda preocupación; los ha armado con el poder de hacer milagros, y, al apartarlos de todo lo terreno y librarlos de todo cuidado temporal, les ha hecho como de hierro y de diamante.

87.- Ahora es venido el momento de decirles los males que a ellos mismos habían de venirles, no sólo los que poco después habían de suceder, sino también los de tiempo muy posterior, con lo que muy de antemano los preparaba para la guerra contra el diablo. Muchas cosas conseguía el Señor de este modo. Primero, que conocieran la fuerza de su presciencia. Segundo, que nadie pudiera sospechar que por flaqueza del maestro acontecía todo aquello a sus discípulos. Tercero, que los que habían de sufrirlo no se espantaran como de cosa inesperada y fuera de lo normal. Cuarto, que al oír esto, al tiempo mismo de la cruz, no se turbaran. A la verdad, eso fue lo que les pasó entonces, como se lo reprende Él mismo diciéndoles: Porque os he dicho estas cosas, la tristeza ha llenado vuestro corazón, y nadie de vosotros me pregunta: ¿Dónde vas? San Juan 16, 5-6.

88.- Y, sin embargo, nada les dicen aún sobre sí mismo: que había de ser prendido y azotado y muerto, pues no quería con tales cosas turbar sus almas. De momento sólo les predice lo que ellos mismos tendrían que sufrir. Quiéreles seguidamente hacer ver que esta guerra es nueva, y peregrino el modo de combatir, pues los envía por el mundo desnudos de todo, con una sola túnica, sin sandalias, sin bastón ni dinero en el cinturón y sin alforjas, con orden de alimentarse en casa de quienes los reciban. Mas ni aquí detiene el Señor su discurso; para hacer alarde de su poder inefable, prosigue diciéndoles: “Y yendo así por el mundo, habéis de dar muestras de mansedumbre de ovejas, y de ovejas que van a ir a lobos, y no ir como quiera, sino estar en medio de los lobos”.

89.- Y no sólo manda el Señor a sus discípulos que tengan mansedumbre de ovejas, sino también sencillez de paloma. Porque yo, parece decirles, quiero señaladamente hacer muestra de mi poder en que las ovejas venzan a los lobos; en que, estando ellas en medio de los lobos, y no obstante sus infinitas dentelladas, no sólo no acaben con ellas, sino que sean ellas más bien las que conviertan a los lobos. Más maravilloso, mayor hazaña que matarlos, es hacerles cambiar de sentir, transformar enteramente su alma. Y eso que los apóstoles no eran más de doce y los lobos llenaban la tierra entera.

90.- Avergoncémonos los que hacemos lo contrario, los que atacamos como lobos a nuestros enemigos. Porque mientras somos ovejas, vencemos; aun cuando nos rodeen por todas partes manadas de lobos, los superamos y dominamos. Pero si nos hacemos lobos, quedamos derrotados, pues nos falta al punto mismo la ayuda del pastor. Como quiera que Él apaciente ovejas y no lobos, te abandona y se aleja de ti, pues no le permites que muestre su poder. Si, cuando se te hace un daño, tú muestras mansedumbre, a Él se atribuye todo el triunfo; pero si tú también acometes y descargas puñetazos, echas una sombra sobre la victoria. Mas considerad, por otra parte, os ruego, quiénes son estos a quienes se dirigen estos mandatos duros y trabajosos. Gentes cobardes y vulgares, hombres iletrados e ignorantes, totalmente desconocidos, que jamás entendieron de leyes del mundo, que jamás fueron capaces de salir a pública plaza; pescadores, en fin, y publicanos, llenos de defectos infinitos.

91.- Y si tales mandamientos son bastante a turbar aun a las almas grandes y elevadas, ¿cómo no habían de derribar y espantar a quienes no tenían experiencia de ninguna clase y que jamás habían soñado en acción alguna noble? Y, sin embargo, no los derribaron. Y con mucha razón, dirá tal vez alguno, pues les había el Señor dado poder de limpiar a los leprosos y expulsar a los demonios. Mas yo respondería que justamente lo que más podía turbarlos era que quienes tenían poder de resucitar a los muertos hubieran de sufrir tamaños males, como tribunales, cárceles y suplicios, guerras de todas partes, odio de toda la tierra. Todo eso les esperaba a quienes tenían poder de hacer milagros. ¿Cuál era, pues, el verdadero consuelo en medio de todos esos trabajos? El poder de quien les enviaba. De ahí que el Señor mismo, eso puso delante de todo: He aquí que yo os envío. Esto basta para vuestro consuelo, esto basta para que tengáis confianza y no temáis a los que os atacan.

92.- La prudencia de la serpiente.

2. ¡Mirad qué autoridad, mirad qué poder, mirad qué potencia invencible del Señor!. Como si dijera: “No os turbéis de que os envío como ovejas entre lobos y de que os mando que seáis sencillos como palomas. Hubiera podido ciertamente hacer lo contrario y no permitir que sufrierais mal alguno; hubiera podido hacer que no estuvierais bajo los lobos, sino que fuerais más espantables que leones. Sin embargo, os conviene que así sea. Esto os hará a vosotros más gloriosos y pregonará mejor mi poder. Es lo que el Señor le decía a Pablo: Te basta con mi gracia, pues mi poder se muestra en la flaqueza. 2ª Corintios 12, 9. Yo soy, pues, quien he hecho que así seáis”. Eso es lo que quiere dar a entender cuando dice: “Yo os envío como ovejas. No os desalentéis, pues; porque yo sé, yo sé muy bien que de este modo habéis de ser inatacables.

93.- Luego, por que también ellos pusieran algo de su parte y no pareciera que todo había de ser obra de la gracia; por que no pensaran, en fin, que se les iba a coronar sin más ni más, prosigue diciendo: Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Mas ¿de qué va a servir, parecen responderle, toda nuestra prudencia en medio de tantos peligros? Y hasta: ¿Cómo podemos en absoluto ser prudentes, agitados que estemos por tamañas oleadas? Por muy prudente que sea la oveja en medio de lobos, y de tantos lobos, ¿qué conseguirá con toda su prudencia? Por muy sencilla que sea la paloma, ¿qué aprovechará su sencillez cuando se le echen encima tantos gavilanes? Tratándose de animales irracionales, ni prudencia ni sencillez sirven para nada; pero en vosotros, de mucho.

94.- Mas veamos qué prudencia es lo que aquí pide el Señor. Prudentes como la serpiente, nos dice. Como la serpiente lo abandona todo, y aun cuando le hagan pedazos el cuerpo, no hace mucho caso de ello, con tal de guardar indemne la cabeza, así vosotros, parece decir el Señor, entregadlo todo antes que la fe, aun cuando fuera menester perder las riquezas, el cuerpo, la vida misma. La fe es la cabeza y la raíz. Si ésa se conserva indemne, aun cuando todo lo pierdas, todo lo recuperarás más espléndidamente. De ahí que no nos mandó el Señor que seamos sólo sencillos e ingenuos, ni sólo prudentes. Para que haya virtud, quiso que una y otra cosa fueran a la par. Para que no recibamos golpe en los puntos mortales tomó de la serpiente la prudencia; la sencillez, de la paloma, para que no nos venguemos de los que nos agravian, ni busquemos daño a quienes nos arman sus asechanzas.

95.- Si esta sencillez no se le añade, ¿para qué sirve la prudencia? ¿Qué puede entonces haber más duro que estos preceptos? ¿No era bastante tener que sufrir? No, responde el Señor. Yo no os permito ni que os irritéis, pues tal es la naturaleza de la paloma. Es como si uno mandara echar una caña seca en el fuego y mandara que no se quemara la caña, sino que apagara ella el fuego. Sin embargo, no nos alborotemos. Lo que el Señor predijo, sucedió; lo que mandó, fue cumplido y se mostró en las obras mismas. Los apóstoles fueron prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas, y ciertamente que no eran de naturaleza diferente, sino de la misma que nosotros.

96.- Nadie tenga, pues, por imposibles estos mandamientos. Mejor que nadie sabe el Señor mismo la naturaleza de las cosas, y Él sabe perfectamente que la insolencia es fuego que no se extingue con otra insolencia, sino con la mansedumbre. Y si queréis ver cómo así se cumple en la práctica, no tenéis cuántas veces el pueblo de los judíos se levantaba contra los apóstoles y afilaban sus dientes contra ellos; y cómo éstos, imitando a la paloma, les respondían con la debida modestia, y así apaciguaban su furor, y calmaban su furia, y deshacían todos sus ataques. Así, cuando les dijeron: ¿No os mandamos por mandato que no hablarais palabra en ese nombre?, aun cuando podían ellos haber hecho entonces mil milagros, no dijeron ni hicieron cosa alguna áspera, sino con toda mansedumbre se defendieron diciendo: Juzgad vosotros mismos si es justo obedeceros a vosotros antes que a Dios. Actos 5,28; 4,19. 97. Ya habéis visto la sencillez de la paloma; mirad ahora la prudencia de la serpiente: Porque nosotros no podemos menos de hablar de lo que hemos visto y oído. ¿Veis cómo por todas partes es menester que seamos perfectos, de suerte que ni los peligros nos abatan ni la ira nos arrebate?

98.- De las pruebas que esperan a los Apóstoles.-

De ahí que prosiga el Señor: Precaveos contra los hombres, porque ellos os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas. Y seréis conducidos ante gobernadores y reyes por causa mía, en testimonio para ellos y para las naciones. Nuevamente les obliga el Señor a estar vigilantes, pues por todas partes les ofrece sufrimientos, y a ellos, en cambio, no les permite hacer mal alguno. Por donde hemos de aprender que en el sufrir está la victoria y de ahí hemos de levantar nuestros trofeos. Porque no dijo: “Luchad también vosotros y resistid a los que os quieren hacer daño”. No. Lo único que dijo fue que los suyos tendrían que sufrir los últimos suplicios.

99.- 3. ¡Oh! ¡Cuán grande es el poder de quien así habla! ¡Cuán grande la filosofía de los que escuchan! A la verdad, muy de admirar es cómo, oyendo tales palabras, no se echaron a correr de allí; ellos, hombres tímidos, que en su vida habían pasado más allá del lago en que pescaban sus peces. Maravilla es también cómo no pensaron y se dijeron a sí mismos: “¿Y adónde vamos a huir ahora? Contra nosotros están los tribunales, contra nosotros los reyes y los gobernadores, las sinagogas de los judíos, los pueblos de los gentiles, los gobernantes y los gobernados”. Porque con aquellas palabras no sólo les señaló el Señor la Palestina y lo que en ella tendrían que sufrir, sino que de antemano les puso delante las luchas que les habrían de venir de la tierra entera. Seréis conducidos, les dice, ante los gobernadores y reyes.

100.- Con lo que les da a entender que más tarde los había de enviar como heraldos suyos a las naciones. La tierra entera, pues, has hecho enemiga nuestra; contra nosotros has armado a todos sus habitantes: pueblos, tiranos y reyes. Porque aún es más espantoso lo que sigue, si es que por causa nuestra han de ser los hombres fratricidas, filicidas y parricidas. Porque entregará, dice, el hermano al hermano a la muerte, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán la muerte. ¿Cómo, pues, pudieran haber dicho los apóstoles, cómo van a creer los demás, si ven que por causa nuestra los hijos son asesinados por los padres, y los hermanos por los hermanos, y que está el mundo todo lleno de abominaciones?

101.- ¿No nos arrojarán de todas partes como a genios maléficos, como a malditos y corruptores de la tierra, si ven que está el mundo empapado en sangre de parientes por tales crímenes? ¡Absolutamente!. Porque si las llenamos de muertes tales, ¡bonita la paz que vamos a dar a las casas adonde entremos! Por otra parte, si fuéramos más de doce, si no fuéramos unos pobres, vulgares e ignorantes, sino sabios y oradores elocuentes y, mejor aún, si fuéramos reyes que cuentan con sus grandes ejércitos y sus grandes riquezas... Pero así, ¿cómo persuadir a nadie, si, por añadidura, encendemos guerras intestinas, y peores aún que intestinas? Aun cuando despreciáramos nuestra propia vida, ¿quién de los otros se nos adherirá?

102.- Nada de esto, sin embargo, pensaron ni dijeron los apóstoles, ni pidieron tampoco razón al Señor de lo que les mandaba. A ellos sólo les tocaba obedecer y callar. Lo cual no se debía sólo a su virtud, sino principalmente a la sabiduría de su maestro.

103.- Consuelos en las pruebas.

Porque habéis de mirar cómo a cada uno de sus sufrimientos juntó también el consuelo. Así, contra quienes no los recibieran, decía: Con más blandura será tratada en el día del juicio la tierra de Sodoma y Gomorra que la ciudad aquella. San Mateo 10,15. Y lo mismo aquí, después de decir: Ante gobernadores y reyes seréis llevados, añadió luego: Por causa mía, en testimonio para ellos y para las naciones. Y no es pequeño consuelo padecer todo por amor de Cristo y para confusión de judíos y gentiles. Porque DIOS, aun cuando nadie atienda a ello, cumple siempre sus designios. Ahora que esto consolaba a los apóstoles, no porque desearan el castigo de sus perseguidores. No. El motivo de su confianza era porque tenían siempre consigo al que todo eso les había predicho y de antemano lo sabía, y porque no sufren como malvados y malhechores.

104.- Juntamente con eso, no es pequeño el consuelo que añade cuando les dice: Y cuando os entregaren, no os preocupéis sobre cómo y qué hablaréis, porque en aquel momento se os dará lo que habréis de hablar. Porque no seréis vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros. No quería el Señor que le dijeran: ¿Cómo podremos convencer a nadie, si tales cosas nos suceden? De ahí mandarles que tuvieran confianza en su defensa. En otra parte les dice: Yo os daré palabra y sabiduría. San Lucas 21,15. Y aquí: El Espíritu de vuestro Padre es el que habla en vosotros. Con lo que el Señor eleva a sus apóstoles a dignidad de profetas.

105.- Por eso, una vez que les hubo dicho la fuerza que les daba, habló también de los males que habían de venir, de las muertes y sangre derramada. Porque el hermano, dice, entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo, y los hijos se levantarán contra sus padres y los entregarán a la muerte. Y ni aun aquí se detuvo el Señor, sino que añadió algo más horrible todavía, capaz de conmover a una roca: Y seréis aborrecidos por todos. Pero también aquí está el consuelo a la puerta. Todo eso, les dice, lo sufriréis por causa de mi nombre. Y otro motivo seguidamente: Más el que resistiera hasta el fin, ése se salvará.

106.- Otro motivo para levantar el ánimo de los apóstoles encerraban todas estas palabras del Señor, a saber, que había de ser tan alta la fuerza de la predicación, que despreciaría la naturaleza, rechazaría el parentesco y pondrían por encima de todo aquella palabra divina que todo lo arrastraba con su poder. Porque si la tiranía de la naturaleza no es capaz de resistir a vuestra palabra, sino que queda vencida y pisoteada, ¿qué otra cosa podrá ya venceros? Sin embargo, no porque así haya de ser ha de deslizarse vuestra vida en suave tranquilidad, sino que tendréis por enemigos a todos los habitantes de la tierra.

107.- Contraste entre los filósofos antiguos y los Apóstoles.

4. ¿Dónde está ahora Platón? ¿Dónde Pitágoras? ¿Dónde la turbamulta de los estoicos? Platón, después de gozar tan alto honor, hasta punto tal fue despreciado que vino a ser vendido por esclavo y no fue capaz de realizar una sola de sus teorías ni en la corte de un solo tirano; y Pitágoras, después de traicionar a sus discípulos, terminó miserablemente su vida. Y todas las basuras de los cínicos pasaron como un sueño y una sombra. Y, sin embargo, nada tuvieron que sufrir los filósofos que pueda compararse a los sufrimientos de los apóstoles, sino que su filosofía profana los hacía aparecer como hombres ilustres, y los atenienses mostraban públicamente las cartas que Dión había escrito a Platón.

108.- Los filósofos pasaban cómodamente toda su vida y amontonaban no pequeñas riquezas. Así, por ejemplo, Aristipo se compraba las más caras heteras; otro dejaba por testamento una pingüe herencia; otro andaba por encima de sus discípulos, que formaban un puente con sus dorsos. De Diógenes cuentan que en pública plaza hacía sus indecencias. Tales son las glorias de los filósofos. Aquí, empero, nada semejante puede verse; todo es aquí la más pura templanza y la más perfecta modestia; guerra, si, contra todo el mundo por la verdad y la piedad, un morir o dejarse matar día a día; pero después de esto, levantar los más gloriosos trofeos de victoria.

109.- Los Apóstoles, superiores a los grandes hombres paganos.

Pero tienen, me dirás, los gentiles algunos grandes generales, como Pericles y Temístocles. Mas también las hazañas de éstos son puro juego comparadas con las de los pescadores. ¿Qué puedes, en efecto, contar con Temístocles? qué aconsejó a los atenienses embarcarse en las naves cuando Jerjes atacó. El diablo, es, quien invade, y con él, la tierra entera, y con la tierra, otras incontables legiones de demonios, y atacan a estos doce pescadores, y, sin embargo, fueron vencidos y dominados, no en una ocasión solamente, sino cuanto a los apóstoles duró la vida. Y lo más admirable es que no vencían matando a sus adversarios, sino convirtiéndolos y transformándolos. Porque hay que tener siempre muy presente esta observación: que los apóstoles no mataban ni aniquilaban a quienes les hacían la guerra, sino que, tomándolos semejantes a demonios, les hacían luego competir con los ángeles.

110.- Su hazaña consistía en librar a la naturaleza humana de la perversa tiranía de los demonios, expulsando a estos maléficos y perturbadores espíritus de en medio de las plazas y casas y hasta del desierto mismo. Testigos son los coros de los monjes que los apóstoles esparcieron por dondequiera, purificando así no sólo la tierra habitada, sino también la inhabitable. Y lo de verdad admirable es que su victoria no venía de luchar con fuerzas iguales; toda su fuerza venía del sufrimiento. Allí los tenía, en efecto, a su disposición a aquellos doce hombres ignorantes y vulgares, a quienes encarcelaban, y azotaban, y traían y llevaban, pero no podían jamás cerrarles la boca.

111.- Como es imposible atar un rayo de sol, tan imposible fue atar la lengua de los apóstoles. La causa de ello estaba en que no eran ellos, sino la fuerza del Espíritu Santo la que hablaba. De este modo, por ejemplo, Pablo venció al rey Agripa y hasta al mismo Nerón, el que por su maldad venció a todos los hombres: Porque el Señor, dice, me asistió y me fortaleció, y me arrancó de la boca del león. 2ª Timoteo 4,17. Pero lo que vosotros habéis de admirar es cómo oyendo los apóstoles decir al Señor: No os preocupéis, ellos le creyeron y aceptaron su palabra y no hubo mal que los amedrentara.

112.- Y si me respondierais que bastante consuelo les dio el Señor con decirles: El Espíritu de vuestro Padre es el que habla en vosotros; yo los admiro más que nada porque no duraron de ello ni pidieron se los librara de tantos males; males que no habían de sufrir durante uno o dos años, sino durante su vida entera. Eso, efectivamente, les da a entender el Señor cuando les dice: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará. Y es que no quiere el Señor que todo dependa de Él solo, sino que tengan también ellos su merecimiento. Mirad, si no, volviendo atrás, cómo parte viene del Señor, parte les toca a los discípulos. El hacer milagros viene del Señor; el no poseer nada toca a los apóstoles. Igualmente, tener abiertas todas las casas es obra de la gracia celeste; pero el no exigir nada más que lo necesario toca a la sabiduría de los apóstoles: Porque digno es el trabajador de que se le pague su salario.

113.- Dar la paz es dádiva de Dios; mas el buscar a los dignos y no entrar en todas las casas indiferentemente, toca a la continencia de los apóstoles. Castigar a los que no los reciban, pertenece a DIOS; pero apartarse de ellos con modestia, sin insultarlos ni maldecirlos, toca a la mansedumbre de los apóstoles. Dar al Espíritu Santo y librarlos de toda solicitud, es gracia de quien los envía; pero convertirse en ovejas y palomas y sufrirlo todo generosamente, es obra de la firmeza y prudencia de los apóstoles. Ser odiados y no desfallecer y resistir, les pertenece a ellos; pero el salvar a los que resisten es obra de quien los envía. De ahí que les dijera: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará.

114.- Constancia y sobrehumano valor de los apóstoles.

5. Como haya muchos que son muy fervorosos en sus comienzos y luego desfallecen, de ahí que diga aquí el Señor que lo que Él busca es el fin. ¿Para qué valen, en efecto, unas plantas que a los comienzos florecen y poco después se marchitan? No; el Señor exige de los suyos una resistencia constante. No quería se pudiera decir que todo lo había hecho Él y que no era maravilla ninguna de los apóstoles fueran lo que fueron, cuando nada duro tuvieron que sufrir. De ahí que les diga que la perseverancia les era necesaria. Porque si es cierto, parece decirles, que os libro de los primeros peligros, es porque os reservo para otros más graves, y a éstos sucederán otros, y, mientras alentareis, jamás cesaréis de ser perseguidos. Eso fue, en efecto, lo que quiso darles a entender al decirles: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará.

115.- Y justamente por eso, habiendo aquí dicho: No os preocupéis de lo que habéis de hablar, en otra parte dice: Estad preparados para la defensa ante todo el que os pida razón de vuestra esperanza. 1ª Pedro 3,15. Cuando la lucha es entre amigos, nos manda que nosotros también estemos preocupados; mas cuando se trata de un tribunal espantoso, de turbas enfurecidas y de terror por todas partes, entonces nos ofrece su propio apoyo para que tengamos buen ánimo y hablemos sin acobardarnos ni traicionar jamás la justicia. Realmente, grande espectáculo hubo de ser ver a unos hombres que habían pasado su vida junto a un lago, entre pieles o en un mostrador de alcabalero, entrar solos, encadenados y con los ojos bajos, ante los tiranos sentados en su trono, rodeados de sátrapas y guardia armada, desnudas las espadas y con todo el pueblo en pie, y que aun tuvieran aquellos hombres valor para abrir la boca.

116.- Porque no les daban lugar a hablar ni a defender sus doctrinas, sino que intentaban hacerlos morir a palos como a comunes corruptores de toda la tierra. Éstos son, se decía, y aquí están los que trastornan toda la tierra. Y otra vez: Estos predican contra los decretos del César y dicen que Cristo es Rey. Actos 17, 6-7. Los tribunales estaban en todas partes prevenidos con tales sospechas, y mucha ayuda de lo alto era menester para poner en claro estas dos cosas: primero, que las doctrinas que ellos predicaban eran verdaderas; y segundo, que no se oponían a las leyes comunes. Ni su fervor en predicar su doctrina tenía que hacer sospechosos a los apóstoles en intentar una subversión de las leyes estatuidas, ni su empeño por no mostrarse contrarios a éstas corromper la pureza de la doctrina misma. Todo lo cual es de ver en Pablo y en Pedro, y en los demás apóstoles, que a uno y a otro punto atendieron con la conveniente prudencia.

117.- La verdad es que por todo lo descubierto de la tierra se los acusaba de sediciosos, revolucionarios e innovadores. Sin embargo, ellos lograron no sólo rechazar tales sospechas, sino que se los proclamara luego por todo lo contrario; por salvadores, por protectores y bienhechores del mundo entero. Y todo esto lo lograron a fuerza de paciencia. De ahí que Pablo decía: Cada día me estoy muriendo. 1ª Corintios 15,31. Y de hecho, toda su vida la pasó entre peligros de muerte.

118.- Invectiva contra la actual tibieza.

¿Qué mereceremos, pues, nosotros cuando, teniendo tan altos ejemplos, aun en la paz somos muelles y caemos? Sin que nadie nos haga la guerra, somos pasados a cuchillo; sin que nadie nos persiga, vivimos abatidos; en la paz se nos manda salvarnos, y ni aun eso conseguimos. Los apóstoles, cuando la tierra ardía y la hoguera se propagaba por el mundo entero, se arrojaban a las llamas mismas y de allí arrebataban a los que se estaban abrasando, nosotros, empero, no somos capaces ni de preservarnos a nosotros mismos. ¿Qué confianza, pues, qué perdón podemos tener? No nos amenazan ahora azotes ni cárceles, ni gobernadores, ni sinagogas, ni peligro alguno semejante; todo lo contrario: somos nosotros los que mandamos y dominamos.

119.- Y, en efecto, los emperadores son cristianos; tenemos preeminencias, gloria, descanso, y ni aun así vencemos. Aquéllos, conducidos diariamente al suplicio, marcados sus cuerpos de cardenales y con llagas por todas partes, sentían placer semejante o mayor que los moradores mismos del paraíso; nosotros, empero, que ni por sueños hemos soportado nada semejante, somos más blandos que la cera. Más aquéllos, me dirás, hacían milagros. ¿Acaso por eso no los azotaban? ¿Acaso porque hacían milagros no se los perseguía? Y lo admirable es que muchas veces tenían que sufrir todo eso de parte de los mismos a quienes habían hecho sus beneficios, sin turbarse de que se les devolviera mal por bien; tú, empero, por el más pequeño favor que hagas, si luego tienes que sufrir una molestia de parte de tu favorecido, te alborotas y te turbas y te arrepientes del bien que hiciste.

120.- Hay que adiestrarse antes de la lucha: ejemplo de Job.

6. Ahora bien, si otra vez, lo que Dios no permita que jamás suceda, se declarara la guerra a la Iglesia y estallará la persecución, considerad cómo haríamos el ridículo y cuán grande seria nuestra ignominia. Y con mucha razón. Porque si un atleta no se adiestra en la palestra, ¿cómo puede brillar en los combates? ¿Qué atleta que no haya conocido entrenador alguno podrá hacer nada grande y noble contra su adversario llegado el momento de los juegos olímpicos? ¿Es qué nosotros no debiéramos cada día ejercitarnos en la lucha, en el pugilato y en la carrera? ¿No habéis visto cómo los atletas, cuando no tienen a mano un adversario, cuelgan un saco lleno de arena y contra él ejercitan toda su fuerza? Los que son algo más jóvenes, en los cuerpos de sus compañeros se entrenan contra los que serán luego sus enemigos.

121.- Imitad vosotros a todos éstos y ejercitaos en las luchas de la filosofía. Realmente muchos hay que tratan de provocaros a ira o de incitar vuestra concupiscencia y encender en vuestra alma toda una hoguera de deseos. Resistid, pues, firmemente contra las pasiones, sufrid generosamente los dolores del espíritu por que podáis soportar también los del cuerpo. Ahí tenéis al santo Job; si no se hubiera ejercitado muy bien antes del combate, no hubiera brillado tan gloriosamente en el combate mismo. Si no hubiera trabajado por sentirse ajeno a todo dolor, seguramente hubiera pronunciado alguna palabra atrevida al saber la muerte de sus hijos.

122.- Pero la verdad es que se mantuvo firme en todas las arremetidas del enemigo: la pérdida de su riqueza y desaparición de toda aquella opulencia, la muerte de sus hijos, la compasión de su mujer, las llagas de su cuerpo, los insultos de sus amigos, las injurias de sus mismos esclavos. ¿Queréis saber cómo se ejercitaba? Oíd lo que nos dice sobre su desprecio de la riqueza: Si me alegré, dice, cuando me venía abundancia de riqueza, si no puse el oro en el mismo orden que el polvo, si puse mi confianza en la piedra preciosa. Job 31, 24-25. Por eso, como no puso en la riqueza su codicia cuando la tenía, tampoco se turbó cuando le fue arrebatada. Oíd cómo gobernaba a sus hijos, no con excesiva blandura, como nosotros, sino exigiéndoles la más rigurosa perfección. Porque quien por los ocultos pecados de ellos ofrecía sacrificios, considerad cuán riguroso juez sería de los manifiestos.

123.- Y si quieres oír sus combates sobre la castidad, escucha lo que dice: Concerté convenio con mis ojos de no mirar jamás a doncella. Job 31,1. Por eso tampoco su mujer pudo derribarle; la amaba antes ciertamente, pero no más allá de la medida, sino como es razonable se ame a la propia mujer. De ahí que yo me maraville que, sabiendo el diablo cómo se había Job ejercitado, se le ocurriera la idea de que podía vencerle en el combate. ¿Cómo pudo, pues, ocurrírsele la idea? Porque es una fiera perversa y no desespera jamás, lo cual es justamente grave acusación contra nosotros que el diablo jamás desespere de nuestra perdición y nosotros desconfiemos de nuestra salvación. Pero mirad también cómo meditó Job en la mutilación y penas del cuerpo.

124.- Personalmente nada tuvo que sufrir él de tales penalidades, pues vivió siempre en riqueza, bienestar y opulencia; pero sí que diariamente consideraba las ajenas desgracias. Así lo pone de manifiesto cuando dice: El miedo que yo temía me ha venido; y lo que yo barruntaba, me ha acontecido. Job 3,25. Y otra vez: Yo he llorado sobre todo impotente y he gemido sobre todo el que he visto necesitado. Job 30, 25. De ahí que, cuando sobre él cayeron todos aquellos grandes incomportables males que sabemos, nada fue parte para turbarle. Porque no habéis de mirar solamente la pérdida de sus riquezas, la muerte de sus hijos, aquella úlcera incurable de su carne, las insidias de su mujer. Hay cosas más duras aún que todo eso. ¿Y qué cosa más dura, me dirás, pudo sufrir el santo Job? Por su historia nada más sabemos.

125.- No sabemos nada más porque estamos dormidos, pues el que lo mira con cuidado, el que busca y rebusca bien la piedra preciosa, halla mucho más que todo eso. Lo más grave, en efecto, lo que era bastante a causarle la más profunda turbación, eran otras cosas. En primer lugar, no saber nada con claridad acerca del reino de los cielos y de la resurrección de los muertos. Que es lo que él mismo llorando, decía: Porque no viviré eternamente para que pueda tener paciencia. Job 7,16.

126.- Segundo, la conciencia que tenía de sus muchas buenas obras. Tercero, no tener conciencia de mal alguno. Cuarto, pensar que todos aquellos sufrimientos le venían de DIOS; y si le venían del diablo, también esto era parte para escandalizarle. Quinto, oír a sus amigos, que falsamente le acusaban de maldad: No es aún tan grande tu azote, le decían, como tus pecados lo merecen. Job 11,6. Sexto, ver la prosperidad en que vivían los malvados y cómo le insultaban a él. Séptimo, no poder mirar a otro que hubiera jamás sufrido como él.

127.- Se prosigue el elogio de Job.

7. Más si queréis daros cuenta de cuán grande sea el mérito de Job, considerad lo que ahora sucede. Ahora, cuando esperamos el reino de los cielos y la resurrección de los muertos y bienes inefables, no obstante nuestra conciencia de males infinitos, no obstante los ejemplos que se nos proponen y la filosofía que se nos enseña, cuando perdemos un puñado de oro, fruto muchas veces de nuestra rapiña, la vida nos parece insoportable. Y, sin embargo, ni la mujer nos ataca, ni se nos quita a los hijos, ni nos reprochan los amigos, ni nos insultan los esclavos, antes bien, muchos hay que nos consuelan, unos de palabra y otros de obra. ¿Qué coronas, pues, no merecerá Job, que vio dispersos en un momento, y sin más ni más, bienes que eran fruto de su justo trabajo, que sufrió luego toda aquella tormenta de calamidades, sobre él caídas como una granizada?

128.- Y, sin embargo, permaneció en todas inmóvil y en todas le rindió al Dueño soberano el conveniente tributo del hacimiento de gracias. Porque, aun cuando todo lo demás lo pasáramos en silencio, las palabras solas de su mujer bastaban para conmover a las peñas. Mirad, si no, la astucia con que procede. No le recuerda las riquezas, no le recuerda los camellos, ni los rebaños de ovejas y de bueyes, pues sabía ella muy bien la filosofía de su marido sobre todo aquello; sólo le recuerda lo que había de ser mucho más doloroso, es decir, la pérdida de los hijos, y aquí se extiende ella con trágico acento y añade luego lo que quiere por su cuenta. Ahora bien, muchos en plena prosperidad, sin tener que sufrir molestia alguna, se dejaron muchas veces persuadir de sus mujeres.

129.- Pues considerad cuán brava hubo de ser aquella alma que rechazó a la mujer que le acometía con tales armas y logró pasar por encima de las más avasalladoras pasiones, como son el amor y la compasión. A la verdad, muchos que fueron capaces de dominar el amor fueron rendidos por la compasión. Así, aquel valeroso José, que dominó el más tiránico de los placeres y rechazó a la mujer bárbara, no obstante todas sus maquinaciones para derribarle, no fue luego capaz de contener las lágrimas, y al ver a sus hermanos, los mismos que le habían ofendido, se conmovió profundamente, y arrojando la máscara reveló todo el drama por él mismo preparado.

130.- Pues suponed ahora que sea la propia mujer la que venga a decir cosas lastimeras, que tenga por añadidura la ocasión por aliada, las heridas, los golpes y todo el oleaje de calamidades, ¿Cómo no tener por más dura que el diamante al alma que no se deja impresionar poco ni mucho por esa tormenta? Dejadme hablar con libertad: si el santo Job no fue superior, por lo menos no fue inferior a los apóstoles.

131.- Job, gran figura en su época.

A los apóstoles los consolaba ciertamente el sufrir por Cristo, y este solo pensamiento era parte para levantarlos diariamente; y bien se ve cómo el Señor lo pone en todas partes al decir: por causa mía, por mí; o: si a mí, que soy el dueño de la casa, me han llamado Belcebú. San Mateo 10,25; Job, empero, nada supo de este consuelo, nada del de los milagros, nada del de la gracia, que no tuvo, efectivamente, tanta fuerza del Espíritu Santo. Y lo más importante de todo es ciertamente la circunstancia de haber sufrido lo que sufrió después de una vida de prosperidad, después de gozar tan alto honor, y no, como los apóstoles, salidos de su oficio de pescador o alcabalero y de una vida miserable. Y lo que nos parece más duro de sufrir en los apóstoles, eso mismo lo sufrió Job, a saber: ser odiado por sus amigos, por sus familiares, por sus enemigos, lo mismo que por quienes habían sido por él favorecidos, sin que le fuera dado ver aquella áncora y aquel puerto sin tormentas que es la palabra dicha a los apóstoles: Por causa mía.

132.- Comparación con los jóvenes de Babilonia.

Yo admiro también a los tres jóvenes del horno de Babilonia porque desafiaron al horno y se rebelaron contra el tirano. Mas oíd como hablan: A tus dioses no les servimos, y la estatua que has levantado no la adoramos. Daniel 3,18. Ese fue su mayor consuelo: saber que cuanto sufrían, por DIOS lo sufrían. Mas Job no sabía que sus sufrimientos eran pruebas y lucha, pues de haberlo sabido, no los hubiera sentido. Por lo menos cuando oyó que DIOS le decía: ¿Acaso crees que te he hablado por otro motivo que por que aparecieras justo? Job 40,3, hay que ver cómo respiró por esa simple palabra, cómo se humilló a sí mismo, cómo pensó no haber sufrido nada de lo que había sufrido. Y así dice: ¿Por qué soy todavía juzgado, cuando es el Señor mismo el que me corrige y arguye, aun cuando yo no soy nada? Y otra vez: Antes te había oído con oído de mi oreja; pero ahora mi ojo te ha visto. Por eso me he despreciado a mí mismo, y me he derretido, y me tengo a mí mismo por polvo y ceniza. Job 42,5-6.

133.- Exhortación final: Imitemos el valor del santo Job.

Imitemos también nosotros este valor y esta modestia; nosotros, los que hemos venido después de la ley y de la gracia, al que vivió antes de la ley y de la gracia, a fin de que podamos tener parte en los tabernáculos eternos, a los que ojalá lleguemos todos por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amen.

TEOLOGIA 2 - TEMA 25

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A.- Biblia: En América
B.- Teología: Pecados contra el 8º Mandamiento.


A.- Biblia:
En América


613. Realidad. Lo que ha hecho la Iglesia en América lo podemos ver en muchos libros, y también recorriendo sus rincones, sea por la Cordillera Andina, sea por la Costa o por la Selva. A pesar de los muchos esfuerzos de los enemigos, ahí están los hechos, y cómo se conserva la Fe en muchos lugares donde apenas si llega el Sacerdote hoy, a pesar de tantos medios como tenemos para ello. Y cuando llegamos, nos encontramos que hace siglos, ya estuvieron por allí los Misioneros.


614. En todos los campos y en todos los órdenes, cuando a la Religión se la ha dejado en libertad de acción, se le ha ayudado y obedecido, vemos con alegría que la vida mejora en todos los sentidos, y que la Humanidad se puede convertir en una y verdadera y gran Familia. Vemos cómo la inteligencia, libre del humo de las pasiones, penetra mucho más, y cómo la voluntad, controlando los desórdenes, se siente fuerte y capaz de toda clase de sacrificios, desinteresadamente, como vemos en los Santos.


615. En todo grupo de Conquistadores, siempre acompañaban misioneros. Es verdad que algunos de los Conquistadores les movía la fama o la riqueza, pero también es verdad que otros muchos tenían un fondo religioso maravilloso, y que los misioneros gastaron sus vidas sin otro interés que sembrar la Palabra de DIOS por todas partes. Se mezclaron con los naturales y surgieron nuevos pueblos, y florecieron las artes, las ciencias, los hospitales, universidades y todo foco de cultura.


616. Nace la Iglesia en Norte y Centro América. En Canadá, obra de los franceses en 1534; el marino Cartier plantó la Cruz en Quebec acompañado de dos capellanes. En Nuevo México, California, y zonas cercanas, ya desde 1539 lo intentaban los españoles con mucho derramamiento de sangre. En la Florida, llegan desde las Antillas los misioneros españoles en 1526. En Georgia y Virginia, los jesuitas en 1570. Otras zonas de Estados Unidos, por católicos que huyen de los protestantes ingleses; y también llegan protestantes, por lo que en este gran país, hay estados de mayoría católica, y otros de mayoría protestante. En México, después de las Antillas y Haití, donde ya quedó establecida la jerarquía de la Iglesia en 1504 y 1511. Llega Cortés y su capellán P. Olmedo, mercedario, y otros misioneros. Y en 1527 se crea la primera Diócesis de Tlascala, con el Obispo franciscano P. Zumárraga. Las apariciones de la Virgen de Guadalupe facilitarán enormemente la penetración del Evangelio y expansión, además de mantenerse.


617. En Cuba, llegan los franciscanos 1495 y los dominicos en 1510. En Puerto Rico, los franciscanos en 1511. En Jamaica, en 1520 desde Puerto Rico. En las Pequeñas Antillas, misioneros franceses en el siglo 17. En la isla de Trinidad, misioneros españoles en 1571 y 1594.. en Guatemala, desde México en 1533, ya tenía su primer Obispo. En el Yucatán en 1537. En Honduras, con los franciscanos en 1527.. En Nicaragua, se crea la primera Sede Episcopal en 1531. En Costa Rica, con dominicos en 1536.En Panamá, procedente de Haití en 1511.


618. Nace en América del Sur. Nueva Granada, Venezuela y Colombia, vienen procedentes de las Antillas los dominicos y franciscanos en 1519.- En Nueva Castilla o Perú, el primer misionero fue el franciscano Marcos de Niza que acompañó a Pizarro en el primer reconocimiento en el año 1527. En 1532 ya venían también seis dominicos y en 1537, se crea la primera Sede Episcopal en Cuzco. En Lima, en 1541. Destaca la gran figura de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima y verdadero organizador de la Iglesia en América. Recorrió grandes extensiones de terreno, por zonas que, aún hoy día cuesta trabajo ir. Celebró 10 Concilios diocesanos y 3 provinciales. Estos Concilios y los de México, fueron la base para toda América.


619. Ecuador, franciscanos y dominicos en 1534. Nueva Toledo o Chile, varios sacerdotes y un franciscano con Valdivia, en 1540, desde Perú. Destacó el mercedario P. Correa. En la región del plata, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, desde 1534 con una flota especial mandada por Carlos 5º, vienen en 1535 ocho misioneros. Brasil, desde Portugal, con Cabral, vienen 5 franciscanos, y después de muchos sufrimientos, se abren camino por la selva. También aparecen ya los jesuitas.


620. Reflexión. Nos podemos imaginar sin ningún esfuerzo, las múltiples dificultades que todo esto llevaría consigo, y cómo la Iglesia, sensible siempre a todas las dificultades de los hombres, no sólo se preocupa de la construcción de grandes catedrales y conventos en los Centros Urbanos de interés que surgían, sino que penetra por los varios miles de kilómetros de Cordillera Andina con sus alturas inmensas; y también, por las selvas misteriosas, dejando por todas partes misiones para ayudar a los cuerpos, las mentes y las almas con la Vida Espiritual. Postas médicas, Centros culturales, Capillas y obras de arte maravillosas, en fusión con los nativos, dando origen al mestizaje, que no ha tenido igual en ninguna otra colonización.


621. Así lo reconocen los gobiernos de buena voluntad, y por eso facilitan a la Iglesia muchas labores, porque, aún hoy día, hay zonas que sólo la Iglesia está presente de forma constante.


B.- Teología:

Pecados contra el 8º Mandamiento.


622. Dice el catecismo: peca el que difunde delitos falsos, o delitos verdaderos pero ocultos, o le echa en cara sus defectos, y que contra razón, sin bastante fundamento para ello, juzga mal, descubre secretos o miente.

623. Difamación. Es hacer daño injustamente a otros en su fama y buen nombre, en su ausencia, murmurando con chismes y demás formas.

624. La murmuración es revelar sin necesidad o sin causa razonable los defectos o faltas secretas del prójimo ausente. Puede haber algunos casos en que se deba hacer, con las debidas cautelas. Si estos defectos son públicos o conocidos, no es murmuración porque no se le quita la fama. Ante los ataques contra la Iglesia y la Patria, por parte de personas equivocadas o malintencionadas, debemos salir en defensa y aclarar lo que podamos, aunque nos cueste la vida.

625. Cuando hay algún motivo justo para revelar alguna falta secreta del prójimo, tampoco hay murmuración, porque en ese caso, cesa el derecho que uno tiene a la fama.

626. La calumnia consiste en imputar a otro una acción mala, o defectos o faltas que no tiene, o aumentar o exagerar sus defectos verdaderos. Son los falsos testimonios.

627. Los chismes o cuentos consiste en revelar a una persona o varias los conceptos que sobre ella o ellas han escuchado a otros. Es detestable a los ojos de DIOS, y de cualquiera que tenga sentido común. Proverbios 6,16 y Eclesiástico 5,16 y 21,31.

628. Los insultos, afrentas, ultrajes, burlas, etc. son otra forma de ofender positivamente cuando se provoca, y negativamente, negándole el honor debido. Es distinto cuando se tiene autoridad y se quiere corregir, o si son bromas, que se prevé que el otro acepta y entiende.

629. La malicia y gravedad dependerá de las circunstancias, pero se ofende a la justicia. Si se quita la fama, hay obligación de devolverla.

630. Los que oyen hablar mal de otros, pecan si se complacen, pues debemos defender el honor del prójimo. Se puede hacer apartándonos, cortar a tiempo, corregir, mostrar disgusto con cara seria, etc. 1ª Corintios 13,4-7.

631. Juicios temerarios. Es juzgar mal del prójimo sin causa razonable. Asentimiento firme con que se juzga y se cree de alguno una falta grave, fundado sólo en leves indicios.

632. Es distinto de la sospecha temeraria, que es inclinación a creer sin suficiente motivo. También es distinto de la duda temeraria, que es suspender el juicio sin suficiente motivo. Distinto de la opinión temeraria, que es creencia probable, sin excluir la posibilidad o el temor de equivocarse. Se llama temerario, por los peligros a que se expone.

633. La malicia grave o leve será según la materia, la advertencia y el consentimiento. San Mateo 8,1-5; Hechos 2,1-13; Romanos 14,4 y San Lucas 6,37.

634. No juzgar, nos dice Jesús, y no seréis juzgados. La medida que usemos con los demás, la usarán con nosotros. No debemos criticar a nadie, si tenemos faltas nosotros. Que la Virgen nos ayude a aumentar el amor.

635. Catecismo 2475 a 2492.

TEOLOGIA 2 - TEMA 26

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A.- Biblia: En Africa, Asia y Oceania
B.- Teología: Reparacion, 8º Mandamiento


A.- Biblia:

En Africa, Asia y Oceania

636. Portugal. El deseo de expansión de este pequeño País le llevó en sus arriesgadas expediciones a dar la vuelta a África por el cabo de Buena Esperanza y establecer factorías en la India. En estos paises de tradición católica, siempre acompañaban los misioneros y el deseo de evangelizar, como había mandado Jesucristo, hasta los confines del mundo.

637. Congo, Angola Guinea. En el Congo floreció una cristiandad muy próspera. El rey había mandado franciscanos, dominicos y agustinos, con la idea de que pronto hubiera sacerdotes nativos. Después llegarían los jesuitas.

638. En Angola se cree que penetró el Evangelio por algún misionero procedente del Congo, interesándose también el rey portugués, mandó más misioneros.

639. En Guinea hay noticias de conversiones desde el siglo 15, pero será en el 17 cuando se organiza en serio las misiones con jesuitas, que mandó el rey Felipe 3º.

640. Mozambique, Madagascar y Abisinia. Una colonia portuguesa en el siglo 15 sembró en Mozambique las primeras semillas. Los franciscanos y también San Francisco Javier de paso a la India. Hubo mártires.

641. En Madagascar entraron en 1540 algunos dominicos que fueron asesinados, pero quedó la semilla. Desde la India hubo varios intentos, y es en los tiempos modernos cuando ha florecido más. En Abisinia, había florecido alguna de las primeras cristiandades que fueron destruidas por los bárbaros y los árabes, y después por los cismáticos orientales. Por fin, el rey David 3º pidió al rey portugués y al Papa que enviara misioneros.

642. Norte de África. También habían florecido cristiandades heroicas y Santos de gran relieve con San Agustín y san Cipriano. Hubo mucho derramamiento de sangre de franciscanos y dominicos. Desde 1624 se ha ido manteniendo la misión a pesar de las dificultades.

643. En Asia, la India. Vasco de Gama en 1498 fundó algunas colonias para el comercio, que al mismo tiempo eran también centros que irradiaban la Fe. Ya en 1520 se habían establecido en diversas partes los dominicos, franciscanos y sacerdotes seculares. En Goa aparece la primera Sede Episcopal en 1533. Quedaban restos de cristianos del Apóstol Santo Tomás, que eran siro-malabares, gran parte caídos en el nestorianismo, que negaba la Maternidad Divina de la Virgen. Con San Francisco Javier, que llegó como Nuncio en 1542, recobraron un impulso extraordinario en fervor y fuerza expansiva.

644. Malaca, Birmania-Pegu. La primera la conquistó Alburquerque en 1511. Por el gran influjo de los mahometanos en hostilidad contra el cristianismo, se obtuvieron escasos resultados, incluso habiendo estado San Francisco Javier. Tenían casas los franciscanos, dominicos y agustinos y su 1ª sede Episcopal fue en 1557. En Birmania, llegaron los franciscanos en 1544, después, los dominicos y jesuitas.

645. Sian, Conchinchina y el Tonking les llegó desde Manila en 1580. En Ceilán, llegaron los franciscanos en 1517. A las Islas Célebes, con los conquistadores, iban los franciscanos, y vieron fruto en 1548. En Bormeo, 1587, los franciscanos desde Manila. También a Sumatra y Java. A las islas Molucas los mismos comerciantes hicieron también apostolado, hasta lograr la conversión de algunos jefes indígenas entre el 1518 a 1531.

646. Filipinas. El 16 de marzo de 1520 llegó Magallanes a estas Islas. Hechas las paces con uno de estos jefes, plantaron la Cruz en una colina y celebraron la Santa Misa. Magallanes fue asesinado. En otra expedición dirigida por Legazpi se tomó posesión definitiva del archipiélago, llamándolo Filipinas en honor el rey Felipe 2º de España. Los dominicos en 1614 ya inauguraban la célebre universidad de Santo Tomás de Manila. En 1579 se estableció la jerarquía eclesiástica.

647. China. Desde el siglo 13, los franciscanos y dominicos habían establecido importantes centros de misiones, que habían desaparecido por completo en el siglo 16. En 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, muy joven aún, con grandes deseos de entrar.

648. En 1557 se establece la colonia en Macao y desde allí se intentó entrar en este inmenso país. Con el jesuita P. Mateo Ricci se dan nuevos pasos valiéndose de todos los medios a su alcance: conocimiento de las costumbres y lengua, nombre chino, vestido de bonzo, presentándose como literato, y debido a sus conocimientos técnicos, competir con los filósofos y demás personajes ilustres del país; incluso hizo un mapa de la nación mejor que los que tenían. Asimiló y conservó los ritos chinos que se podían conservar y que no incluían culto oficial a sus dioses o antepasados, y sólo tenían significación social o cívica; a todo esto se le llamó los ritos chinos.

649. A pesar de todo, no pudo evitar la reacción de los bonzos, monjes budistas, y su consiguiente persecución, que se logró esquivar. Pudieron llegar hasta Pekín y lograr que el emperador recibiera y contemplara algunas pinturas del Señor y de la Virgen. Llegaron hasta el Tibet. Últimamente, la Legión de María estaba logrando grandes progresos hasta que el comunismo la bloqueó, teniendo que actuar a escondidas. Y se espera la hora de DIOS.

650. Japón. En 1542 descubren el Japón los portugueses. De 1549 al 51 predica San Francisco Javier, quedando sembrada la doctrina del Evangelio. Todo iba bien hasta que un cambio de gobierno alteró las cosas. Primero se favoreció el cristianismo, después de esto, se expulsó a los misioneros y se mandó destruir las Iglesias. En 1590 una embajada japonesa visitó al Papa y regresaron entusiasmados, con lo que el emperador facilitó de nuevo la predicación. Calma y tempestad se han ido sucediendo, enriqueciendo siempre a la Iglesia. Hay varios mártires; se conocen los nombres de 3.120. Esta sangre dará su fruto en un pueblo de grandes valores humanos, pero cerrado a la luz del Evangelio. La visita del Papa Juan Pablo 2º despertó nuevas inquietudes, y alegró sobremanera a los convertidos.

B.- Teología:

Reparación. 8º Mandamiento.

651. La infamia o difamación del prójimo en todas sus especies lleva consigo la obligación estricta de la reparación, porque con ella se ha violado la justicia y no hay otro modo de repararla que con la restitución de la fama o del honor, compensando los daños causados, según los casos.

652. Esta obligación es grave, si el daño es grave. Dice el Catecismo: el que infamia al prójimo gravemente diciendo de él algún delito verdadero pero oculto, o echando en cara sus defectos, queda con la obligación de restituirle la honra y la fama que le ha quitado. Esta obligación se funda igual que el hurto, en la estricta justicia. Para el perdón, hay que restituir, normalmente.

653. Modo de reparar la fama. Es muy difícil reparar totalmente por la forma tan rápida en cómo se extiende. En cosas verdaderas, se repara alabando de alguna forma a la persona y haciendo ver lo bueno que pueda tener. En las calumnias, retractándose, aún con perjuicio propio; que más vale sufra el culpable que no el inocente.

654. Y en cuanto a los daños causados, hay obligación, dentro de lo posible, de compensar lo mejor que se pueda.

655. Modo de reparar el honor. De inferior a superior, pidiendo perdón; de igual a igual o de superior a inferior, se puede pedir perdón, o dar alguna muestra de amistad que manifieste el cambio.

656. El ofendido no debe conservar ni rencor ni venganza, ni ninguna animadversión. Perdonar, como nos gusta nos perdonen. Al menos así nos lo enseña Jesucristo en el Padre Nuestro.

657. Causas que excusan la reparación de la infamia. Cuando la persona ofendida perdona libremente la ofensa; en la calumnia, no basta, hay que aclarar. Cuando se conozca que la murmuración no fue creída por nadie y no produjo ningún daño. Cuando prudentemente puede juzgarse que la murmuración ya está completamente olvidada. Cuando la persona infamada probó con la conducta todo lo contrario de lo que se le imputaba, recobrando así la fama perdida. En los juicios temerarios, se repara cambiando el juicio, sospecha o duda, y estimarle más.

658. Catecismo: 2493 a 2513.

TEOLOGIA 2 - TEMA 27

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A.- Biblia: Siglo 19
B.- Teología: La Veracidad. 8º Mandamiento

A.- Biblia:
Siglo 19

659. Inseguridad y Seguridad. Es un siglo en que se tambalea todo con las revoluciones, y de forma especial, con la negación de DIOS. El soberbio racionalismo rechaza lo espiritual; y la industrialización y el maquinismo, agudiza el problema de los obreros, que se les lanza a la calle con las armas.

660. Al mismo tiempo, la Iglesia con su magistral cuadro de Doctrina Social, y la potente luz que se desprende del Concilio Vaticano 1º, con la seguridad que nos da la Infalibilidad Pontificia, y la alegría inmensa de la definición Dogmática de la Inmaculada Concepción, confirmada por la misma Virgen cuatro años después con sus apariciones en Lourdes de Francia, es para no desalentarse y seguir viendo con todo optimismo que los hijos de DIOS pueden seguir aspirando a que la Humanidad sea una gran Familia, si nos vemos como Hijos de DIOS y por lo tanto, tratándonos como hermanos.

661. Restauración religiosa. En Francia vuelven las cosas a ponerse en orden, con el nuevo Concordato entre el Estado y la Iglesia.
662. Surgen también grandes figuras que en los diarios defienden a la Iglesia, como en los tiempos de los grandes apologistas, tratando de disolver las nieblas que los enemigos levantaban.

663. Con la fundación de la Propagación de la Fe en 1822, las misiones reciben un gran impulso. En varios paises como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania se restablece la Jerarquía Católica, y en América del Norte se multiplican los Obispados.

664. Surgen también abundantes Congregaciones de ambos sexos para la enseñanza, la juventud, los ancianos, los enfermos, y salen multitud de misioneros en todas direcciones.

665. El Concilio Vaticano 1º. Es un foco potentísimo de luz que disipa toda clase de nieblas pegadas a ras de tierra. Con la Constitución Dei Filius, Hijo de DIOS, cayó herido de muerte el racionalismo y el ateismo. Con la Constitución Pastor aeternus, Pastor Eterno, quedaron sepultadas las ideas conciliaristas que amenazaban la autoridad del Papa.

666. Un día se quejaban al Papa de las dificultades que surgían para la celebración del Concilio. El Papa Pío 9º contestó: todos los Concilios pasan por tres fases: la del Diablo, la de los Hombres, y la de DIOS; ahora estamos en la del Diablo; no nos extrañen las dificultades.

667. Los antecedentes duraron desde 1865 a 1869. Los documentos Papales que anunciaban la celebración, las disputas y controversias con los grupos y partidos, abarcaron desde el 8.12.1869 al 18.7.1870, y se puede resumir en tres partes principales: 1ª Cuestiones Dogmáticas sobre la Fe, Dei Filius. 2ª Cuestiones Dogmáticas sobre la Iglesia, en parte promulgadas en la Constitución Pastor Aeternus. 3ª cuestiones disciplinarias, sin promulgar por la supresión del Concilio, al ser forzada Roma por los que luchaban por la unificación de Italia.

668. La Inmaculada Concepción. En pleno siglo racionalista, cuando la soberbia del hombre llegaba también a negar todos los derechos de DIOS y la misma existencia, la Iglesia proclama que la Madre de DIOS es Inmaculada; que ha habido una mujer que nunca ha tenido pecado; en la que podemos ver a la Humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS, como DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que lo perdió al pecar.

669. Ya desde siglos, se venía abriendo paso la preparación del Dogma, que las gentes sencillas siempre habían creído y celebrado. DIOS, ¿podía o no podía tener una Madre Inmaculada? DIOS, ¿quería o no quería tener una Madre Inmaculada? Si podía y quería, la hizo. Si no podía, no era DIOS; si no quería, Jesucristo no hubiera sido buen Hijo al no darle a su Madre lo mejor. Así defendía más o menos el franciscano Duns Scoto en la Universidad de París. Y nosotros pensamos, que si hubiésemos podido darle lo mejor a nuestras madres, se lo hubiéramos dado. Jesucristo, perfecto DIOS y perfecto Hombre, pudo hacerlo, ya que como DIOS es anterior a Ella y nace de ella como Hombre-DIOS. Y esto, en previsión de los méritos que Jesucristo ganaría después.

670. El Papa Pío 9º lo proclamó el 8.12.1854 con la Bula Inefábilis Deus, DIOS Inefable, D. 1641: Proclamamos y Definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular Gracia y privilegio de DIOS Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano ESTA REVELADO POR DIOS Y DEBE SER POR TANTO, FIRME Y CONSTANTEMENTE CREIDA POR TODOS LOS FIELES.

671. Cuatro años más tarde, al sur de Francia, la misma Santísima Virgen viene del Cielo para confirmarlo con las apariciones a Santa Bernardita, en Lourdes, y le dice: YO SOY LA INMACULADA CONCEPCION. Penitencia, penitencia, penitencia por la conversión de los pecadores. Era la respuesta de la humilde Señora, Reina de toda la Creación, a las soberbias negaciones humanas. Y desde entonces hay más alegría en la tierra, al sentir más de cerca la presencia de nuestra Madre, que desde el Cielo nos cuida; y nos enseña a amar más y mejor, si tenemos el corazón limpio; y que la mejor forma de prepararse a la maternidad en el Matrimonio, es conservando la virginidad en el noviazgo.

672. Infalibilidad del Papa. Otro foco de luz potentísimo y de grandísima seguridad. Mientras en el seno del Concilio Vaticano 1º se discute durante tres semanas, se defiende y se ataca la Infalibilidad del Papa, el pueblo fiel y sencillo, siempre que el Papa salía al balcón, el pueblo gritaba saludándolo: viva el Papa Infalible.

673. La verdad se fue abriendo camino a medida que los temores y malos entendidos se iban disipando; y llegó el triunfo completo con la Definición Dogmática.

674. Sólo un grupo se resistió, y con el nombre de Viejos Católicos, procedentes de Alemania y Suiza, influenciados por doctrinas protestantes, no quisieron aceptarlo: y fueron desapareciendo.

B.- Teología:
8º Mandamiento: Veracidad.

675. Es el respeto a la verdad, la conformidad de la idea con el objeto. Veracidad es el hábito de decir siempre la verdad. El hombre debe hacer un recto uso de sus facultades.

676. La mentira. Es lo que se dice contrariamente a lo que se piensa o siente, con intención de engañar a otro. Puede ser de palabra o con signos equivalentes.

677. El error o equivocación es otra cosa, pues consiste en expresar algo que se cree ser cierto, sin serlo en realidad.

678. Clases de mentiras. La perniciosa o con intención de causar algún daño. Génesis 3,4. La oficiosa o para utilidad propia o ajena. San Mateo 26,72. La jocosa, que se dice por recreación o diversión; daña al que la dice, si se hace con mucha frecuencia. La mal llamada mentira piadosa o blanca, se debe evitar, pues son términos contradictorios, ya que la mentira siempre es pecado y la piedad es santa.

679.- La mentira siempre es intrínsecamente mala, siempre es pecado; nunca es lícita. Colosenses 3,9. Será grave o leve según la materia o circunstancias, pero siempre ofende a DIOS, a quien la dice por presentar doble personalidad, y a veces a quien la escucha. Y si tenemos fama de hacerlo mucho, no sabrán cuando hablamos en serio o mentira. Merece castigos, y a veces, ya en esta vida se sufren, pues el mentiroso pierde personalidad; nadie le tiene en cuenta.

680. Ocultación de la verdad. Es distinto de mentir y puede ser lícito cuando hay causas suficientes. Hay casos en que uno no está obligado a decir la verdad, o al menos toda. Jesucristo, al hablar de Lázaro muerto, decía: duerme. San Mateo 13,32; San Juan 11,13.

681. Especies de mentira. La hipocresía que es la apariencia contraria a lo que uno es o siente, como querer aparecer virtuoso, no siéndolo realmente.

682. La adulación que es una afectada alabanza o lisonja, que estudiadamente se hace de una persona para captarse su voluntad y conseguir de ella favores; también es tributar a otros elogios que no merece.

683. La jactancia, que es alabanza de sí mismo, es un desorden feo. San Mateo 7,15; 31; 23,27; Eclesiastés 7,6.

684. El fingimiento. Es querer encubrir las malas intenciones con palabras buenas u obras. Es otra especie de mentira y parecido a la hipocresía. Herodes ante los Magos, San Mateo 2,8. La disimulación es parecida al fingimiento, pero permitida en algunos casos para que nos libre de ciertos peligros o no dañe al prójimo.

685. Catecismo: 2705 al 2724.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

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POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

(continuación)

ECONOMIA DOMESTICA

En una carta que me escribe la reverendísima Madre Superiora de un convento guipuzcoano, me pregunta quién me lava y me plancha los purificadores, los amitos, las albas; quién me hace las hostias; quién me amasa los molletes de pan, en caso de que haya pan en Alaska; quién me remienda los calcetines, y así por el estilo muchas otras preguntas caseras indicadoras de su espíritu maternal, caritativo, previsor y femenino.

Estas mismas preguntas me atormentaban a mí hace tres años, cuando el aeroplano me traía por las nubes, camino de Kotzebue. Ni un Hermano Coadjutor, ni una terma de monjas misioneras, ni un sacerdote al lado en estas pampas nevadas del Círculo Polar. ¿Cómo me las voy a arreglar yo solo; yo, que no tengo en mi haber más que inexperiencia en todas las esferas de la vida práctica?

Pero no tardé mucho en hallar la respuesta. La necesidad es la madre de la invención. El entendimiento apretado discurre que rabia. Y, finalmente, ¿quién no recuerda el arpa arrinconada de Bécquer, repleta de notas dormidas en sus cuerdas, esperando la mano de nieve que viniera a arrancarlas?

Mis manos gordezuelas, con un si es no es de toscas, distan mucho de ser de nieve; pero, sean como fueren, lo cierto es que han sabido arrancar todas las notas necesarias para armonizar con ritmo tolerable la vida monótona que le espera a todo blanco que viene a vivir en Alaska.

Una mestiza, que no ha cumplido los veinte años, tiene una plancha modelo que maneja con destreza inusitada. Me deja los purificadores, las albas y los amitos blancos y tiesos como si fueran nuevos. Las hostias me las mandan todos los meses frescas y tiernas las monjas Ursulinas de Pilgrim Springs, unos ciento cincuenta kilómetros al sur de Kotzebue.

Lo del pan es aún más fácil. La esposa yanki de un minero también yanki tiene el don de amasar el mejor pan que he comido desde que salí de España. Vive en Kotzebue, a doscientos pasos de mi casa.

Al poco de llegar yo aquí, hicimos el siguiente convenio: yo compro dos sacos de harina y los llevo a su casa; uno es para ellos y el otro para mí. Cuando mi saco se termina, vuelvo a comprar dos sacos, y así sucesivamente. Yo no me preocupo de más.

Todos los lunes me trae dos molletes grandes que me duran toda la semana. Los yankis, a mi juicio, no comen una tercera parte del pan que comemos los españoles. La razón es muy sencilla: no saben .amasar como se amasa en España. El pan yanki no tiene corteza. Todo es molledo; y un molledo blanducho que al mascarlo se hace pasta.

Aquellos rescaños dorados y aquella corteza del pan español, que se quiebra entre los dientes como si fueran almendras, no los he vuelto a ver, ni espero volver a verlos. Mi panadera de Kotzebue saca una corteza muy rica y todo el pan es muy sabroso y alimenticio.

En cuanto a remendar calcetines y otras prendas de vestir, yo mismo podía hacerlo si quisiera ; pero se lo dejo a una semitullida eskimal que maneja la aguja con verdadero primor y que necesita algunos cuartos para vivir.

Esa es la vieja que me hizo un abrigo de pieles por todo lo alto y unas botas de piel por todo lo bajo. Luego la pago con café, azúcar, arroz, medias y alguna ropa interior de que yo estoy bien provisto merced a una organización de señoras yankis, que me mandan todos los años un cajón repleto de vestimenta de todos los usos, tamaños y colores.

Hay otra cristiana, mestiza, vecina mía, que me lava la ropa cada vez que lleno de ropa sucia un saco destinado al efecto. La ropa vuelve muy bien dobladita sin que falten botones ni se observen acá y allá cuchilladas ni descosidos. Es decir, que me trato a cuerpo de rey.

Nada más levantarme procuro hacer la cama, pues he visto por experiencia que, si no la hago entonces, no la hago en todo el día, y es muy desagradable encontrarse con la cama revuelta al free a acostar. Inmediatamente enciendo la estufa y me afeito. Luego barro el piso. En esto hay que ser inexorable y no dejar que pasen dos días seguidos sin hacer la cama, sin afeitarse ni barrer, pues dos días son muchos días y los hábitos repetidos forman pronto una segunda naturaleza.

Después de Misa preparo el desayuno, que es o puede ser variadisimo. Si no lo preparo entonces, no lo preparo nunca, y a eso de las doce tengo un hambre que no veo. Para salir del paso corto una rebanada de pan, que unto con mantequilla. Pero mientras lo como a deshora hago votos y promesas de no volver a dejar pasar la hora del desayuno sin un desayuno en toda regla.

Al día siguiente las promesas se las lleva el viento y vuelven a dar las doce sin desayuno. ¡Siempre hay algo que hacer!

Ultimamente he logrado ser persona formal y no hay día que no prepare el desayuno en toda regla, inmediatamente después de la acción de gracias que sigue a la Misa. Con un desayuno fuerte y con los dientes lavados y acepillados queda uno como nuevo y dispuesto a empezar el día con toda seriedad.

Por la noche preparo una cena nutritiva y abundante. El menú no puede ser más variado. En el invierno, carne de reno y tres variedades de peces que sólo entonces se pescan. En julio y agosto, salmones y truchas. En septiembre, gansos y patos silvestres sumamente grasientos y gordos. Por las Navidades, tármigans o aves norteñas. Y durante todo el año no me faltan patatas, cebollas, arroz, fideos y café.

Durante los guisos entretengo el tiempo con algún libro o revista. Son innumerables los trucos que he aprendido en la cocina. Si miro al puchero esperando que hierva, no hierve jamás; en cambio, si tomo un libro, comienza a hervir antes de terminar la primera página.

Si estoy de pie junto al puchero con el libro en las manos, nunca hierve tanto que se derrame el caldo, porque estoy a mano y puedo levantar la tapadera; pero si me siento en una silla a varios pasos del puchero, entonces hierve en seguida y a borbotones y se me derrama el caldo. Cuándo me levanto para quitar la tapadera, llego tarde.

A veces hago el disparate de ponerme a leer cartas mientras hierve el puchero, aunque sé y me consta que aquella vez me quedo sin caldo. Y dígase otro tanto del chocolate, de una tortilla o de cualquier otro condumio.

Cuando llega la hora de preparar la comida no se puede hacer otra cosa, so pena de estropear el cocido. Hay que dejar el libro, la revista de Misiones, las cartas, la máquina de escribir y todo lo demás que le llama constantemente a uno con unas voces estentóreas.

Comer a solas tiene también sus intríngulis. Tararear no se puede; silbar, tampoco; queda el leer, pero eso tiene sus inconvenientes. Si se lee algo interesante, se olvida uno del plato, y la comida se enfría.

Si se lee algo serio, la sangre tiene que acudir a la vez al estómago y al cerebro y el resultado es una mala digestión. Si se lee un periódico que ataca lo que uno considera poco menos que sagrado, la ira se sale de madre y termina uno la cena de mal humor.

Al cabo de mil fracasos en este particular he dado con un procedimiento que resulta bien: sujeto entre dos jícaras y un vaso, pongo el Kempis abierto al azar.

Si me canso de pensar y distraerme mientras como, leo unos cuantos versículos. Si me canso de tanto Kempis, como pacíficamente y sin disturbios psicofisiológicos.

Terminada la comida o la cena, hay que fregar los platos con agua hirviendo. Mi predecesor -- según me han dicho solía amontonar todos los platos y demás servicios durante la semana, y los sábados llamaba a un par de chicas que se los lavasen todos de una vez.

Yo no he descendido todavía a ese nivel. Con un tesón que a mí mismo me admira, friego todos los días los platos y los coloco limpios en su lugar.

Me contó un Misionero, solitario como yo, que él al principio daba una importancia suma a la cocina, hasta el punto de que no osaba sentarse a la mesa hasta qua veía que no faltaba nada, incluso la servilleta.

Poco a poco fue acortando en los platos y platillos, hasta que un día llegó a la sartén escueta. Es decir: guisaba algo en la sartén, y lo comía en la misma sartén. Así esquivaba el lavatorio que tanto llegó a aborrecer.

Pero resultó que tanta simplicidad no se avino bien con su estómago, que se vio atacado de úlceras muy difíciles de curar aquí.

Aquello me dijo a mí que una de dos: o lavar los platos todos los días, o úlceras en el estómago. Opté por los platos.

Nunca falta alguna novedad o sorpresa. Recuerdo perfectamente el día que me llegó la música del himno «Cara al Sol». Ya le había puesto yo una música mía muy marcial; mas cuando me llegó la música genuina me apresuré a llamar al organista, un eskimal muy hábil, cojo, grotescamente bizco, chaparrejo y muy charlatán. Primero tocó la pieza un par de veces, luego la canturreó hasta que yo la cogí. Ya en la cocina y formado militarmente, canté el «Cara al Sol”.

Entonces se me antojó que yo en las lomas del Polo Norte era una hoja prendida al árbol de la patria por algo misterioso, imposible de aquilatar en concreto. De todo el himno lo que más me electrizó fue la cadencia del “Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz».

Desde entonces es tanto lo que he canturreado por casa el himno, que la rapacería se ha cogido la música, aunque no las palabras. Cuando yo lo canto medio distraído y la rapacería me acompaña a su modo, el conjunto es algo soberanamente sublime. Las dos señoritas de San Sebastián, que me lo mandaron, me piden ahora la música que yo le había puesto al himno. No puedo complacerlas por aquello de que nadie está obligado a lo imposible.

La llegada del correo es siempre bien venida. Poco a poco he ido redondeando mis conocimientos sobre la vida de los presos en las cárceles rojas. Las «FLORES DE HEROÍSMO», del P. Alonso, a quien conocí en Granada, me pusieron al tanto de los acontecimientos en Málaga. Allí pude ver asesinatos al por mayor, preferentemente el asesinato de los oficiales de Marina. Entonces me empecé a familiarizar con las palabras “saca” y “paseito”.

“LA EPOPEYA DEL ALCÁZAR DE TOLEDO”, escrita por el P. Risco, me llevó de la mano desde el mismísimo 18 de julio hasta la entrada de las tropas libertadoras. Varias veces en la lectura del libro estuve a punto de vengarme en alguna silla o puchero, pero me contuve y lo leí todo sin más novedad. Llorar de rabia y entusiasmo no es novedad alguna debajo del sol.

Los libros del P. Herrera y del señor Jalón me informaron de la vida en el “Quilates”, el “Altuna” y las cárceles cantábricas.

La odisea del P. Santos Fernández, escrita por el señor González Hoyos en su libro “Esto pasó en Asturias”, me puso al tanto de los acontecimientos en las cuencas mineras asturianas.

De Madrid estoy enteradísimo. El “Duende de la Colegiata” describe con mano maestra la táctica del terror rojo en toda la zona dominada por la hoz y el martillo, particularmente en Madrid.

El libro de don Teodoro Cuesta, “DE LA MUERTE A LA VIDA”, me descorrió el velo que ocultaba lo que ocurría en las checas madrileñas y la vida que se vivía en las embajadas.

Los azares de las monjas están descritos con mano maestra por la “PRISIONERA DEL SOVIET” y por las relaciones impresas por las Esclavas del Sagrado Corazón.

De Levante no me llegó nada en prosa, pero sí en los versos primorosos de mi compañero de Colegio el P. Eusebio Rey, prisionero en Gandía y otras poblaciones. Finalmente no ha faltado algún poema de Pemán para poner los últimos retoques y acabar de enardecerme en estas tundras nevadas del Círculo Polar Artico. A esto han ayudado no poco algunas monografías magnificas, como las de Adro Javier en su «LAUREADA DE SANGRE».

Pero la vida es un tejido de ocupaciones a veces las más heterogéneas. Después de terminar un libro sobre la guerra española, me doy cuenta de que ya llegó el barco de los EE. UU. con el material que yo había encargado. ¡Llegó la madera!

Con la ayuda de un eskimal muy hábil puse un segundo piso o suelo sobre el que ya tenía la casa, pero sólo a dos pulgadas uno del otro. Ese vano entre los dos suelos contribuye notablemente a calentar la casa durante el invierno. Hay, pues, que hacer de carpintero y hay que hacerlo bien so pena de echarlo todo a perder. Afortunadamente no nos corre prisa y todo sale a maravilla.

Luego derribarnos dos tabiques y pusimos puertas donde antes no las había. No es tan fácil poner una puerta como pudiera parecer. Asimismo el motor eléctrico no funciona y hay que repasarlo. Primero se desmonta y se limpian y examinan todas las piezas fijándose bien en el puesto que ocupa cada una. Para reforzar el motor adquirí un equipo nuevo de molino de viento. Leídas y meditadas despacio las instrucciones, impresas en un folleto, pongo manos a la obra e instalo debidamente los dos motores, el del suelo y el que va sobre la torre.

Acto seguido instalo los alambres eléctricos, que son muy engorrosos porque unos van a las pilas, otros a los motores y otros a las luces, y en todos ellos hay que seguir las reglas de los polos positivo y negativo. Nunca creí que pudiera yo hacer eso. Sin embargo tuve que hacerlo y todo salió bien. ¡Las reservas latentes dentro de cada uno son insospechadas!

Un día se me rompió el muelle de la máquina de escribir. Al examinar el interior de la máquina se desprendieron los cuarenta y dos muelles diminutos de las claves. La adquisición de un muelle nuevo y la reposición de los pequeños, más el arreglo completo de todo el artefacto fue una obra de romanos para un inexperto como yo; pero llegó un día en que la máquina volvió a funcionar en toda regla. He tenido que arreglar el calentador de petróleo, la cocinilla de keroseno y hasta el acordeón.

En esta edad de las máquinas hay que conocer las entrañas de cada máquina como el cirujano conoce los tejidos del cuerpo humano. En las ciudades o en las casas religiosas donde hay Hermanos Coadjutores es facilísimo mandar a arreglar los objetos estropeados. Aquí en las lomas del Polo Norte tiene uno que hacerlo todo, so pena de sucumbir y perecer. Cuando se dice todo, se entiende todo, desde guisar hasta instalar la luz eléctrica.

Al otro lado de la laguna de Kotzebue hay unas colinas repletas de endrinas sin pepitas que maduran en agosto. Yo cargué con la mochila como cualquier eskimal y en pocos días reuní endrinas suficientes para llenar una docena de jarros de mermelada, más veinticinco botellas de jugo muy dulce, como mosto, que sabe a gloria bebido a cualquier hora del día o de la noche.

Aquí la vida es un forcejeo continuo. En vez de esperarlo todo del Padre Procurador, hay que vivir de la tierra con una autarquía que jamás sobrepujarán los economistas modernos de Europa.

Creo haber respondido suficientemente a las preguntas de cómo me las arreglo para vivir solo en estas costas del mar glacial. Si he descendido a detalles minúsculos y muy personales ha sido con el fin de que los aspirantes a Misiones de infieles mediten, ponderen y saquen la consecuencia.

Aquí hay que luchar cuerpo a cuerpo con la vida. Al mismo tiempo hay que conservar y cultivar el buen humor y no perder nunca de vista que es uno Misionero, embajador de Jesucristo en la región que le ha sido asignada.

Al terminar con la brocha o la garlopa se lava uno bien y se toca la campana porque ya es hora de instruir a los catecúmenos en las finezas de amor a Jesucristo que quiso quedarse sacramentado con nosotros para los fines que explican por extenso los tratados de Teología y que el Misionero debe manejar mejor aún que la brocha y la garlopa.

CARATULA

domingo, 27 de diciembre de 2009

MENSAJE

Cuando se puede pisar esas alturas y pasar unas horas gozando del silencio de las Cumbres, sea en el día con el brillante sol, blancura de la nieve, azul intenso del cielo; o en la noche, con esa multitud de estrellas brillantes; o en medio de una tormenta de nieve, granizo y vientos que hielan, se palpa la grandeza de DIOS y la pequeñez nuestra.

Miramos al fondo de los valles y vemos las luces de los pueblos, y nos imaginamos a las gentes con sus problemas, inquietudes y diversidad de programas y conductas, a favor o en contra de la LEY Santa de DIOS.

DIOS viene a la tierra para llevarnos al Cielo; DIOS se hace perfecto Hombre, sin dejar de ser perfecto DIOS, para que nosotros podamos llegar a las Cumbres más altas de las virtudes en la Gloria eterna del Cielo, viendo a DIOS como El se ve, según la Luz acumulada en la tierra; poseyéndoLe según el grado de Gracia adquirido en la tierra por cada uno; y gozándoLe con la misma capacidad que tenga nuestra alma al momento de morir.

Ya sabes lo que quiere DIOS de ti, que logres el Cielo con el mayor grado de Gracia posible que al morir se convierte en Gloria; Jesucristo nos lo hace posible, y su Iglesia Católica lo pone a nuestro alcance. No te dejs engañar por otras ofertas engañosas y pasajeras.

Te lo desea y bendice.

Padre Juan, Serviam.

Oraciones para después de la MISA.

DIOS te salve, reina y madre de misericordia; vida, dulzura y esperanza nuestra. DIOS te salve. A ti llamamos, los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra; vuelve a nosotros, esos tus ojos, misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, santa Madre de DIOS, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Arcángel San Miguel defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra las asechanzas del Diablo. Reprímale DIOS, te pedimos suplicantes, y tú, príncipe de la Milicia del Cielo, lanza al Infierno con el Divino poder, a Satanás, y a los otros malignos espíritus, que andan dispersos por el mundo, para perder las almas. Amén.

Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche, ni de día; ni me dejes solo, que me perdería; inspírame cosas buenas, y guíame al Cielo.

Santos Protectores, protegednos en lo que os hemos encomendado.

Oración para después de la COMUNIÓN.

ALMA DE CRISTO, santifícame.

CUERPO DE CRISTO, sálvame.

SANGRE DE CRISTO, embriágame.

AGUA DEL COSTADO DE CRISTO, lávame.

PASIÓN DE CRISTO, confórtame.

OH BUEN JESÚS, óyeme.

DENTRO DE TUS LLAGAS, escóndeme.

NO PERMITAS, que me aparte de Ti.

DEL MALIGNO ENEMIGO, defiéndeme.

EN LA HORA DE MUERTE, llámame.

Y MANDAME, ir a Ti.

PARA QUE CON TUS SANTOS te alabe.

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, Amén.


JESUS MÍO, es por tu amor, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva las almas al Cielo, que sintamos tu presencia en la Hostia consagrada, y aumentemos la Vida de Gracia.


VEN ESPÍRITU SANTO ilumina nuestra inteligencia, fortalece nuestra voluntad, llena de amor nuestros corazones.


SANTÍSIMA TRINIDAD, creo, Te adoro, espero y Te amo. Te pido perdón, por todos los que no creen, no Te adoran, no esperan, y no Te aman.

HOMILIA 33 - san Juan Crisóstomo

Mirad que yo os envío como corderos entre lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Mateo 10,16.

86.- Corderos entre lobos.

1. Ya les ha infundido el Señor confianza a sus discípulos acerca del necesario sustento; les ha abierto todas las puertas y les ha señalado una forma digna de entrar: no como vagabundos y mendigos, sino como superiores a los mismos que los habían de recibir. Eso les quiso mostrar al decirles: Digno es el trabajador de que se le pague su salario; eso al ordenarles preguntar quién fuera en cada lugar persona digna y en casa de ella hospedarse, eso al mandarles saludar con la paz a quienes los recibieran, y eso, en fin, por los castigos con que amenazó a quienes los rechazaran; de este modo los ha librado ya de toda preocupación; los ha armado con el poder de hacer milagros, y, al apartarlos de todo lo terreno y librarlos de todo cuidado temporal, les ha hecho como de hierro y de diamante.

87.- Ahora es venido el momento de decirles los males que a ellos mismos habían de venirles, no sólo los que poco después habían de suceder, sino también los de tiempo muy posterior, con lo que muy de antemano los preparaba para la guerra contra el diablo. Muchas cosas conseguía el Señor de este modo. Primero, que conocieran la fuerza de su presciencia. Segundo, que nadie pudiera sospechar que por flaqueza del maestro acontecía todo aquello a sus discípulos. Tercero, que los que habían de sufrirlo no se espantaran como de cosa inesperada y fuera de lo normal. Cuarto, que al oír esto, al tiempo mismo de la cruz, no se turbaran. A la verdad, eso fue lo que les pasó entonces, como se lo reprende Él mismo diciéndoles: Porque os he dicho estas cosas, la tristeza ha llenado vuestro corazón, y nadie de vosotros me pregunta: ¿Dónde vas? San Juan 16, 5-6.

88.- Y, sin embargo, nada les dicen aún sobre sí mismo: que había de ser prendido y azotado y muerto, pues no quería con tales cosas turbar sus almas. De momento sólo les predice lo que ellos mismos tendrían que sufrir. Quiéreles seguidamente hacer ver que esta guerra es nueva, y peregrino el modo de combatir, pues los envía por el mundo desnudos de todo, con una sola túnica, sin sandalias, sin bastón ni dinero en el cinturón y sin alforjas, con orden de alimentarse en casa de quienes los reciban. Mas ni aquí detiene el Señor su discurso; para hacer alarde de su poder inefable, prosigue diciéndoles: “Y yendo así por el mundo, habéis de dar muestras de mansedumbre de ovejas, y de ovejas que van a ir a lobos, y no ir como quiera, sino estar en medio de los lobos”.

89.- Y no sólo manda el Señor a sus discípulos que tengan mansedumbre de ovejas, sino también sencillez de paloma. Porque yo, parece decirles, quiero señaladamente hacer muestra de mi poder en que las ovejas venzan a los lobos; en que, estando ellas en medio de los lobos, y no obstante sus infinitas dentelladas, no sólo no acaben con ellas, sino que sean ellas más bien las que conviertan a los lobos. Más maravilloso, mayor hazaña que matarlos, es hacerles cambiar de sentir, transformar enteramente su alma. Y eso que los apóstoles no eran más de doce y los lobos llenaban la tierra entera.

90.- Avergoncémonos los que hacemos lo contrario, los que atacamos como lobos a nuestros enemigos. Porque mientras somos ovejas, vencemos; aun cuando nos rodeen por todas partes manadas de lobos, los superamos y dominamos. Pero si nos hacemos lobos, quedamos derrotados, pues nos falta al punto mismo la ayuda del pastor. Como quiera que Él apaciente ovejas y no lobos, te abandona y se aleja de ti, pues no le permites que muestre su poder. Si, cuando se te hace un daño, tú muestras mansedumbre, a Él se atribuye todo el triunfo; pero si tú también acometes y descargas puñetazos, echas una sombra sobre la victoria. Mas considerad, por otra parte, os ruego, quiénes son estos a quienes se dirigen estos mandatos duros y trabajosos. Gentes cobardes y vulgares, hombres iletrados e ignorantes, totalmente desconocidos, que jamás entendieron de leyes del mundo, que jamás fueron capaces de salir a pública plaza; pescadores, en fin, y publicanos, llenos de defectos infinitos.

91.- Y si tales mandamientos son bastante a turbar aun a las almas grandes y elevadas, ¿cómo no habían de derribar y espantar a quienes no tenían experiencia de ninguna clase y que jamás habían soñado en acción alguna noble? Y, sin embargo, no los derribaron. Y con mucha razón, dirá tal vez alguno, pues les había el Señor dado poder de limpiar a los leprosos y expulsar a los demonios. Mas yo respondería que justamente lo que más podía turbarlos era que quienes tenían poder de resucitar a los muertos hubieran de sufrir tamaños males, como tribunales, cárceles y suplicios, guerras de todas partes, odio de toda la tierra. Todo eso les esperaba a quienes tenían poder de hacer milagros. ¿Cuál era, pues, el verdadero consuelo en medio de todos esos trabajos? El poder de quien les enviaba. De ahí que el Señor mismo, eso puso delante de todo: He aquí que yo os envío. Esto basta para vuestro consuelo, esto basta para que tengáis confianza y no temáis a los que os atacan.

92.- La prudencia de la serpiente.

2. ¡Mirad qué autoridad, mirad qué poder, mirad qué potencia invencible del Señor!. Como si dijera: “No os turbéis de que os envío como ovejas entre lobos y de que os mando que seáis sencillos como palomas. Hubiera podido ciertamente hacer lo contrario y no permitir que sufrierais mal alguno; hubiera podido hacer que no estuvierais bajo los lobos, sino que fuerais más espantables que leones. Sin embargo, os conviene que así sea. Esto os hará a vosotros más gloriosos y pregonará mejor mi poder. Es lo que el Señor le decía a Pablo: Te basta con mi gracia, pues mi poder se muestra en la flaqueza. 2ª Corintios 12, 9. Yo soy, pues, quien he hecho que así seáis”. Eso es lo que quiere dar a entender cuando dice: “Yo os envío como ovejas. No os desalentéis, pues; porque yo sé, yo sé muy bien que de este modo habéis de ser inatacables.

93.- Luego, por que también ellos pusieran algo de su parte y no pareciera que todo había de ser obra de la gracia; por que no pensaran, en fin, que se les iba a coronar sin más ni más, prosigue diciendo: Sed, pues, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. Mas ¿de qué va a servir, parecen responderle, toda nuestra prudencia en medio de tantos peligros? Y hasta: ¿Cómo podemos en absoluto ser prudentes, agitados que estemos por tamañas oleadas? Por muy prudente que sea la oveja en medio de lobos, y de tantos lobos, ¿qué conseguirá con toda su prudencia? Por muy sencilla que sea la paloma, ¿qué aprovechará su sencillez cuando se le echen encima tantos gavilanes? Tratándose de animales irracionales, ni prudencia ni sencillez sirven para nada; pero en vosotros, de mucho.

94.- Mas veamos qué prudencia es lo que aquí pide el Señor. Prudentes como la serpiente, nos dice. Como la serpiente lo abandona todo, y aun cuando le hagan pedazos el cuerpo, no hace mucho caso de ello, con tal de guardar indemne la cabeza, así vosotros, parece decir el Señor, entregadlo todo antes que la fe, aun cuando fuera menester perder las riquezas, el cuerpo, la vida misma. La fe es la cabeza y la raíz. Si ésa se conserva indemne, aun cuando todo lo pierdas, todo lo recuperarás más espléndidamente. De ahí que no nos mandó el Señor que seamos sólo sencillos e ingenuos, ni sólo prudentes. Para que haya virtud, quiso que una y otra cosa fueran a la par. Para que no recibamos golpe en los puntos mortales tomó de la serpiente la prudencia; la sencillez, de la paloma, para que no nos venguemos de los que nos agravian, ni busquemos daño a quienes nos arman sus asechanzas.

95.- Si esta sencillez no se le añade, ¿para qué sirve la prudencia? ¿Qué puede entonces haber más duro que estos preceptos? ¿No era bastante tener que sufrir? No, responde el Señor. Yo no os permito ni que os irritéis, pues tal es la naturaleza de la paloma. Es como si uno mandara echar una caña seca en el fuego y mandara que no se quemara la caña, sino que apagara ella el fuego. Sin embargo, no nos alborotemos. Lo que el Señor predijo, sucedió; lo que mandó, fue cumplido y se mostró en las obras mismas. Los apóstoles fueron prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas, y ciertamente que no eran de naturaleza diferente, sino de la misma que nosotros.

96.- Nadie tenga, pues, por imposibles estos mandamientos. Mejor que nadie sabe el Señor mismo la naturaleza de las cosas, y Él sabe perfectamente que la insolencia es fuego que no se extingue con otra insolencia, sino con la mansedumbre. Y si queréis ver cómo así se cumple en la práctica, no tenéis cuántas veces el pueblo de los judíos se levantaba contra los apóstoles y afilaban sus dientes contra ellos; y cómo éstos, imitando a la paloma, les respondían con la debida modestia, y así apaciguaban su furor, y calmaban su furia, y deshacían todos sus ataques. Así, cuando les dijeron: ¿No os mandamos por mandato que no hablarais palabra en ese nombre?, aun cuando podían ellos haber hecho entonces mil milagros, no dijeron ni hicieron cosa alguna áspera, sino con toda mansedumbre se defendieron diciendo: Juzgad vosotros mismos si es justo obedeceros a vosotros antes que a Dios. Actos 5,28; 4,19. 97. Ya habéis visto la sencillez de la paloma; mirad ahora la prudencia de la serpiente: Porque nosotros no podemos menos de hablar de lo que hemos visto y oído. ¿Veis cómo por todas partes es menester que seamos perfectos, de suerte que ni los peligros nos abatan ni la ira nos arrebate?

98.- De las pruebas que esperan a los Apóstoles.-

De ahí que prosiga el Señor: Precaveos contra los hombres, porque ellos os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas. Y seréis conducidos ante gobernadores y reyes por causa mía, en testimonio para ellos y para las naciones. Nuevamente les obliga el Señor a estar vigilantes, pues por todas partes les ofrece sufrimientos, y a ellos, en cambio, no les permite hacer mal alguno. Por donde hemos de aprender que en el sufrir está la victoria y de ahí hemos de levantar nuestros trofeos. Porque no dijo: “Luchad también vosotros y resistid a los que os quieren hacer daño”. No. Lo único que dijo fue que los suyos tendrían que sufrir los últimos suplicios.

99.- 3. ¡Oh! ¡Cuán grande es el poder de quien así habla! ¡Cuán grande la filosofía de los que escuchan! A la verdad, muy de admirar es cómo, oyendo tales palabras, no se echaron a correr de allí; ellos, hombres tímidos, que en su vida habían pasado más allá del lago en que pescaban sus peces. Maravilla es también cómo no pensaron y se dijeron a sí mismos: “¿Y adónde vamos a huir ahora? Contra nosotros están los tribunales, contra nosotros los reyes y los gobernadores, las sinagogas de los judíos, los pueblos de los gentiles, los gobernantes y los gobernados”. Porque con aquellas palabras no sólo les señaló el Señor la Palestina y lo que en ella tendrían que sufrir, sino que de antemano les puso delante las luchas que les habrían de venir de la tierra entera. Seréis conducidos, les dice, ante los gobernadores y reyes.

100.- Con lo que les da a entender que más tarde los había de enviar como heraldos suyos a las naciones. La tierra entera, pues, has hecho enemiga nuestra; contra nosotros has armado a todos sus habitantes: pueblos, tiranos y reyes. Porque aún es más espantoso lo que sigue, si es que por causa nuestra han de ser los hombres fratricidas, filicidas y parricidas. Porque entregará, dice, el hermano al hermano a la muerte, y el padre al hijo, y se levantarán los hijos contra los padres y les darán la muerte. ¿Cómo, pues, pudieran haber dicho los apóstoles, cómo van a creer los demás, si ven que por causa nuestra los hijos son asesinados por los padres, y los hermanos por los hermanos, y que está el mundo todo lleno de abominaciones?

101.- ¿No nos arrojarán de todas partes como a genios maléficos, como a malditos y corruptores de la tierra, si ven que está el mundo empapado en sangre de parientes por tales crímenes? ¡Absolutamente!. Porque si las llenamos de muertes tales, ¡bonita la paz que vamos a dar a las casas adonde entremos! Por otra parte, si fuéramos más de doce, si no fuéramos unos pobres, vulgares e ignorantes, sino sabios y oradores elocuentes y, mejor aún, si fuéramos reyes que cuentan con sus grandes ejércitos y sus grandes riquezas... Pero así, ¿cómo persuadir a nadie, si, por añadidura, encendemos guerras intestinas, y peores aún que intestinas? Aun cuando despreciáramos nuestra propia vida, ¿quién de los otros se nos adherirá?

102.- Nada de esto, sin embargo, pensaron ni dijeron los apóstoles, ni pidieron tampoco razón al Señor de lo que les mandaba. A ellos sólo les tocaba obedecer y callar. Lo cual no se debía sólo a su virtud, sino principalmente a la sabiduría de su maestro.

103.- Consuelos en las pruebas.

Porque habéis de mirar cómo a cada uno de sus sufrimientos juntó también el consuelo. Así, contra quienes no los recibieran, decía: Con más blandura será tratada en el día del juicio la tierra de Sodoma y Gomorra que la ciudad aquella. San Mateo 10,15. Y lo mismo aquí, después de decir: Ante gobernadores y reyes seréis llevados, añadió luego: Por causa mía, en testimonio para ellos y para las naciones. Y no es pequeño consuelo padecer todo por amor de Cristo y para confusión de judíos y gentiles. Porque DIOS, aun cuando nadie atienda a ello, cumple siempre sus designios. Ahora que esto consolaba a los apóstoles, no porque desearan el castigo de sus perseguidores. No. El motivo de su confianza era porque tenían siempre consigo al que todo eso les había predicho y de antemano lo sabía, y porque no sufren como malvados y malhechores.

104.- Juntamente con eso, no es pequeño el consuelo que añade cuando les dice: Y cuando os entregaren, no os preocupéis sobre cómo y qué hablaréis, porque en aquel momento se os dará lo que habréis de hablar. Porque no seréis vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que habla en vosotros. No quería el Señor que le dijeran: ¿Cómo podremos convencer a nadie, si tales cosas nos suceden? De ahí mandarles que tuvieran confianza en su defensa. En otra parte les dice: Yo os daré palabra y sabiduría. San Lucas 21,15. Y aquí: El Espíritu de vuestro Padre es el que habla en vosotros. Con lo que el Señor eleva a sus apóstoles a dignidad de profetas.

105.- Por eso, una vez que les hubo dicho la fuerza que les daba, habló también de los males que habían de venir, de las muertes y sangre derramada. Porque el hermano, dice, entregará al hermano a la muerte, y el padre al hijo, y los hijos se levantarán contra sus padres y los entregarán a la muerte. Y ni aun aquí se detuvo el Señor, sino que añadió algo más horrible todavía, capaz de conmover a una roca: Y seréis aborrecidos por todos. Pero también aquí está el consuelo a la puerta. Todo eso, les dice, lo sufriréis por causa de mi nombre. Y otro motivo seguidamente: Más el que resistiera hasta el fin, ése se salvará.

106.- Otro motivo para levantar el ánimo de los apóstoles encerraban todas estas palabras del Señor, a saber, que había de ser tan alta la fuerza de la predicación, que despreciaría la naturaleza, rechazaría el parentesco y pondrían por encima de todo aquella palabra divina que todo lo arrastraba con su poder. Porque si la tiranía de la naturaleza no es capaz de resistir a vuestra palabra, sino que queda vencida y pisoteada, ¿qué otra cosa podrá ya venceros? Sin embargo, no porque así haya de ser ha de deslizarse vuestra vida en suave tranquilidad, sino que tendréis por enemigos a todos los habitantes de la tierra.

107.- Contraste entre los filósofos antiguos y los Apóstoles.

4. ¿Dónde está ahora Platón? ¿Dónde Pitágoras? ¿Dónde la turbamulta de los estoicos? Platón, después de gozar tan alto honor, hasta punto tal fue despreciado que vino a ser vendido por esclavo y no fue capaz de realizar una sola de sus teorías ni en la corte de un solo tirano; y Pitágoras, después de traicionar a sus discípulos, terminó miserablemente su vida. Y todas las basuras de los cínicos pasaron como un sueño y una sombra. Y, sin embargo, nada tuvieron que sufrir los filósofos que pueda compararse a los sufrimientos de los apóstoles, sino que su filosofía profana los hacía aparecer como hombres ilustres, y los atenienses mostraban públicamente las cartas que Dión había escrito a Platón.

108.- Los filósofos pasaban cómodamente toda su vida y amontonaban no pequeñas riquezas. Así, por ejemplo, Aristipo se compraba las más caras heteras; otro dejaba por testamento una pingüe herencia; otro andaba por encima de sus discípulos, que formaban un puente con sus dorsos. De Diógenes cuentan que en pública plaza hacía sus indecencias. Tales son las glorias de los filósofos. Aquí, empero, nada semejante puede verse; todo es aquí la más pura templanza y la más perfecta modestia; guerra, si, contra todo el mundo por la verdad y la piedad, un morir o dejarse matar día a día; pero después de esto, levantar los más gloriosos trofeos de victoria.

109.- Los Apóstoles, superiores a los grandes hombres paganos.

Pero tienen, me dirás, los gentiles algunos grandes generales, como Pericles y Temístocles. Mas también las hazañas de éstos son puro juego comparadas con las de los pescadores. ¿Qué puedes, en efecto, contar con Temístocles? qué aconsejó a los atenienses embarcarse en las naves cuando Jerjes atacó. El diablo, es, quien invade, y con él, la tierra entera, y con la tierra, otras incontables legiones de demonios, y atacan a estos doce pescadores, y, sin embargo, fueron vencidos y dominados, no en una ocasión solamente, sino cuanto a los apóstoles duró la vida. Y lo más admirable es que no vencían matando a sus adversarios, sino convirtiéndolos y transformándolos. Porque hay que tener siempre muy presente esta observación: que los apóstoles no mataban ni aniquilaban a quienes les hacían la guerra, sino que, tomándolos semejantes a demonios, les hacían luego competir con los ángeles.

110.- Su hazaña consistía en librar a la naturaleza humana de la perversa tiranía de los demonios, expulsando a estos maléficos y perturbadores espíritus de en medio de las plazas y casas y hasta del desierto mismo. Testigos son los coros de los monjes que los apóstoles esparcieron por dondequiera, purificando así no sólo la tierra habitada, sino también la inhabitable. Y lo de verdad admirable es que su victoria no venía de luchar con fuerzas iguales; toda su fuerza venía del sufrimiento. Allí los tenía, en efecto, a su disposición a aquellos doce hombres ignorantes y vulgares, a quienes encarcelaban, y azotaban, y traían y llevaban, pero no podían jamás cerrarles la boca.

111.- Como es imposible atar un rayo de sol, tan imposible fue atar la lengua de los apóstoles. La causa de ello estaba en que no eran ellos, sino la fuerza del Espíritu Santo la que hablaba. De este modo, por ejemplo, Pablo venció al rey Agripa y hasta al mismo Nerón, el que por su maldad venció a todos los hombres: Porque el Señor, dice, me asistió y me fortaleció, y me arrancó de la boca del león. 2ª Timoteo 4,17. Pero lo que vosotros habéis de admirar es cómo oyendo los apóstoles decir al Señor: No os preocupéis, ellos le creyeron y aceptaron su palabra y no hubo mal que los amedrentara.

112.- Y si me respondierais que bastante consuelo les dio el Señor con decirles: El Espíritu de vuestro Padre es el que habla en vosotros; yo los admiro más que nada porque no duraron de ello ni pidieron se los librara de tantos males; males que no habían de sufrir durante uno o dos años, sino durante su vida entera. Eso, efectivamente, les da a entender el Señor cuando les dice: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará. Y es que no quiere el Señor que todo dependa de Él solo, sino que tengan también ellos su merecimiento. Mirad, si no, volviendo atrás, cómo parte viene del Señor, parte les toca a los discípulos. El hacer milagros viene del Señor; el no poseer nada toca a los apóstoles. Igualmente, tener abiertas todas las casas es obra de la gracia celeste; pero el no exigir nada más que lo necesario toca a la sabiduría de los apóstoles: Porque digno es el trabajador de que se le pague su salario.

113.- Dar la paz es dádiva de Dios; mas el buscar a los dignos y no entrar en todas las casas indiferentemente, toca a la continencia de los apóstoles. Castigar a los que no los reciban, pertenece a DIOS; pero apartarse de ellos con modestia, sin insultarlos ni maldecirlos, toca a la mansedumbre de los apóstoles. Dar al Espíritu Santo y librarlos de toda solicitud, es gracia de quien los envía; pero convertirse en ovejas y palomas y sufrirlo todo generosamente, es obra de la firmeza y prudencia de los apóstoles. Ser odiados y no desfallecer y resistir, les pertenece a ellos; pero el salvar a los que resisten es obra de quien los envía. De ahí que les dijera: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará.

114.- Constancia y sobrehumano valor de los apóstoles.

5. Como haya muchos que son muy fervorosos en sus comienzos y luego desfallecen, de ahí que diga aquí el Señor que lo que Él busca es el fin. ¿Para qué valen, en efecto, unas plantas que a los comienzos florecen y poco después se marchitan? No; el Señor exige de los suyos una resistencia constante. No quería se pudiera decir que todo lo había hecho Él y que no era maravilla ninguna de los apóstoles fueran lo que fueron, cuando nada duro tuvieron que sufrir. De ahí que les diga que la perseverancia les era necesaria. Porque si es cierto, parece decirles, que os libro de los primeros peligros, es porque os reservo para otros más graves, y a éstos sucederán otros, y, mientras alentareis, jamás cesaréis de ser perseguidos. Eso fue, en efecto, lo que quiso darles a entender al decirles: El que resistiere hasta el fin, ése se salvará.

115.- Y justamente por eso, habiendo aquí dicho: No os preocupéis de lo que habéis de hablar, en otra parte dice: Estad preparados para la defensa ante todo el que os pida razón de vuestra esperanza. 1ª Pedro 3,15. Cuando la lucha es entre amigos, nos manda que nosotros también estemos preocupados; mas cuando se trata de un tribunal espantoso, de turbas enfurecidas y de terror por todas partes, entonces nos ofrece su propio apoyo para que tengamos buen ánimo y hablemos sin acobardarnos ni traicionar jamás la justicia. Realmente, grande espectáculo hubo de ser ver a unos hombres que habían pasado su vida junto a un lago, entre pieles o en un mostrador de alcabalero, entrar solos, encadenados y con los ojos bajos, ante los tiranos sentados en su trono, rodeados de sátrapas y guardia armada, desnudas las espadas y con todo el pueblo en pie, y que aun tuvieran aquellos hombres valor para abrir la boca.

116.- Porque no les daban lugar a hablar ni a defender sus doctrinas, sino que intentaban hacerlos morir a palos como a comunes corruptores de toda la tierra. Éstos son, se decía, y aquí están los que trastornan toda la tierra. Y otra vez: Estos predican contra los decretos del César y dicen que Cristo es Rey. Actos 17, 6-7. Los tribunales estaban en todas partes prevenidos con tales sospechas, y mucha ayuda de lo alto era menester para poner en claro estas dos cosas: primero, que las doctrinas que ellos predicaban eran verdaderas; y segundo, que no se oponían a las leyes comunes. Ni su fervor en predicar su doctrina tenía que hacer sospechosos a los apóstoles en intentar una subversión de las leyes estatuidas, ni su empeño por no mostrarse contrarios a éstas corromper la pureza de la doctrina misma. Todo lo cual es de ver en Pablo y en Pedro, y en los demás apóstoles, que a uno y a otro punto atendieron con la conveniente prudencia.

117.- La verdad es que por todo lo descubierto de la tierra se los acusaba de sediciosos, revolucionarios e innovadores. Sin embargo, ellos lograron no sólo rechazar tales sospechas, sino que se los proclamara luego por todo lo contrario; por salvadores, por protectores y bienhechores del mundo entero. Y todo esto lo lograron a fuerza de paciencia. De ahí que Pablo decía: Cada día me estoy muriendo. 1ª Corintios 15,31. Y de hecho, toda su vida la pasó entre peligros de muerte.

118.- Invectiva contra la actual tibieza.

¿Qué mereceremos, pues, nosotros cuando, teniendo tan altos ejemplos, aun en la paz somos muelles y caemos? Sin que nadie nos haga la guerra, somos pasados a cuchillo; sin que nadie nos persiga, vivimos abatidos; en la paz se nos manda salvarnos, y ni aun eso conseguimos. Los apóstoles, cuando la tierra ardía y la hoguera se propagaba por el mundo entero, se arrojaban a las llamas mismas y de allí arrebataban a los que se estaban abrasando, nosotros, empero, no somos capaces ni de preservarnos a nosotros mismos. ¿Qué confianza, pues, qué perdón podemos tener? No nos amenazan ahora azotes ni cárceles, ni gobernadores, ni sinagogas, ni peligro alguno semejante; todo lo contrario: somos nosotros los que mandamos y dominamos.

119.- Y, en efecto, los emperadores son cristianos; tenemos preeminencias, gloria, descanso, y ni aun así vencemos. Aquéllos, conducidos diariamente al suplicio, marcados sus cuerpos de cardenales y con llagas por todas partes, sentían placer semejante o mayor que los moradores mismos del paraíso; nosotros, empero, que ni por sueños hemos soportado nada semejante, somos más blandos que la cera. Más aquéllos, me dirás, hacían milagros. ¿Acaso por eso no los azotaban? ¿Acaso porque hacían milagros no se los perseguía? Y lo admirable es que muchas veces tenían que sufrir todo eso de parte de los mismos a quienes habían hecho sus beneficios, sin turbarse de que se les devolviera mal por bien; tú, empero, por el más pequeño favor que hagas, si luego tienes que sufrir una molestia de parte de tu favorecido, te alborotas y te turbas y te arrepientes del bien que hiciste.

120.- Hay que adiestrarse antes de la lucha: ejemplo de Job.

6. Ahora bien, si otra vez, lo que Dios no permita que jamás suceda, se declarara la guerra a la Iglesia y estallará la persecución, considerad cómo haríamos el ridículo y cuán grande seria nuestra ignominia. Y con mucha razón. Porque si un atleta no se adiestra en la palestra, ¿cómo puede brillar en los combates? ¿Qué atleta que no haya conocido entrenador alguno podrá hacer nada grande y noble contra su adversario llegado el momento de los juegos olímpicos? ¿Es qué nosotros no debiéramos cada día ejercitarnos en la lucha, en el pugilato y en la carrera? ¿No habéis visto cómo los atletas, cuando no tienen a mano un adversario, cuelgan un saco lleno de arena y contra él ejercitan toda su fuerza? Los que son algo más jóvenes, en los cuerpos de sus compañeros se entrenan contra los que serán luego sus enemigos.

121.- Imitad vosotros a todos éstos y ejercitaos en las luchas de la filosofía. Realmente muchos hay que tratan de provocaros a ira o de incitar vuestra concupiscencia y encender en vuestra alma toda una hoguera de deseos. Resistid, pues, firmemente contra las pasiones, sufrid generosamente los dolores del espíritu por que podáis soportar también los del cuerpo. Ahí tenéis al santo Job; si no se hubiera ejercitado muy bien antes del combate, no hubiera brillado tan gloriosamente en el combate mismo. Si no hubiera trabajado por sentirse ajeno a todo dolor, seguramente hubiera pronunciado alguna palabra atrevida al saber la muerte de sus hijos.

122.- Pero la verdad es que se mantuvo firme en todas las arremetidas del enemigo: la pérdida de su riqueza y desaparición de toda aquella opulencia, la muerte de sus hijos, la compasión de su mujer, las llagas de su cuerpo, los insultos de sus amigos, las injurias de sus mismos esclavos. ¿Queréis saber cómo se ejercitaba? Oíd lo que nos dice sobre su desprecio de la riqueza: Si me alegré, dice, cuando me venía abundancia de riqueza, si no puse el oro en el mismo orden que el polvo, si puse mi confianza en la piedra preciosa. Job 31, 24-25. Por eso, como no puso en la riqueza su codicia cuando la tenía, tampoco se turbó cuando le fue arrebatada. Oíd cómo gobernaba a sus hijos, no con excesiva blandura, como nosotros, sino exigiéndoles la más rigurosa perfección. Porque quien por los ocultos pecados de ellos ofrecía sacrificios, considerad cuán riguroso juez sería de los manifiestos.

123.- Y si quieres oír sus combates sobre la castidad, escucha lo que dice: Concerté convenio con mis ojos de no mirar jamás a doncella. Job 31,1. Por eso tampoco su mujer pudo derribarle; la amaba antes ciertamente, pero no más allá de la medida, sino como es razonable se ame a la propia mujer. De ahí que yo me maraville que, sabiendo el diablo cómo se había Job ejercitado, se le ocurriera la idea de que podía vencerle en el combate. ¿Cómo pudo, pues, ocurrírsele la idea? Porque es una fiera perversa y no desespera jamás, lo cual es justamente grave acusación contra nosotros que el diablo jamás desespere de nuestra perdición y nosotros desconfiemos de nuestra salvación. Pero mirad también cómo meditó Job en la mutilación y penas del cuerpo.

124.- Personalmente nada tuvo que sufrir él de tales penalidades, pues vivió siempre en riqueza, bienestar y opulencia; pero sí que diariamente consideraba las ajenas desgracias. Así lo pone de manifiesto cuando dice: El miedo que yo temía me ha venido; y lo que yo barruntaba, me ha acontecido. Job 3,25. Y otra vez: Yo he llorado sobre todo impotente y he gemido sobre todo el que he visto necesitado. Job 30, 25. De ahí que, cuando sobre él cayeron todos aquellos grandes incomportables males que sabemos, nada fue parte para turbarle. Porque no habéis de mirar solamente la pérdida de sus riquezas, la muerte de sus hijos, aquella úlcera incurable de su carne, las insidias de su mujer. Hay cosas más duras aún que todo eso. ¿Y qué cosa más dura, me dirás, pudo sufrir el santo Job? Por su historia nada más sabemos.

125.- No sabemos nada más porque estamos dormidos, pues el que lo mira con cuidado, el que busca y rebusca bien la piedra preciosa, halla mucho más que todo eso. Lo más grave, en efecto, lo que era bastante a causarle la más profunda turbación, eran otras cosas. En primer lugar, no saber nada con claridad acerca del reino de los cielos y de la resurrección de los muertos. Que es lo que él mismo llorando, decía: Porque no viviré eternamente para que pueda tener paciencia. Job 7,16.

126.- Segundo, la conciencia que tenía de sus muchas buenas obras. Tercero, no tener conciencia de mal alguno. Cuarto, pensar que todos aquellos sufrimientos le venían de DIOS; y si le venían del diablo, también esto era parte para escandalizarle. Quinto, oír a sus amigos, que falsamente le acusaban de maldad: No es aún tan grande tu azote, le decían, como tus pecados lo merecen. Job 11,6. Sexto, ver la prosperidad en que vivían los malvados y cómo le insultaban a él. Séptimo, no poder mirar a otro que hubiera jamás sufrido como él.

127.- Se prosigue el elogio de Job.

7. Más si queréis daros cuenta de cuán grande sea el mérito de Job, considerad lo que ahora sucede. Ahora, cuando esperamos el reino de los cielos y la resurrección de los muertos y bienes inefables, no obstante nuestra conciencia de males infinitos, no obstante los ejemplos que se nos proponen y la filosofía que se nos enseña, cuando perdemos un puñado de oro, fruto muchas veces de nuestra rapiña, la vida nos parece insoportable. Y, sin embargo, ni la mujer nos ataca, ni se nos quita a los hijos, ni nos reprochan los amigos, ni nos insultan los esclavos, antes bien, muchos hay que nos consuelan, unos de palabra y otros de obra. ¿Qué coronas, pues, no merecerá Job, que vio dispersos en un momento, y sin más ni más, bienes que eran fruto de su justo trabajo, que sufrió luego toda aquella tormenta de calamidades, sobre él caídas como una granizada?

128.- Y, sin embargo, permaneció en todas inmóvil y en todas le rindió al Dueño soberano el conveniente tributo del hacimiento de gracias. Porque, aun cuando todo lo demás lo pasáramos en silencio, las palabras solas de su mujer bastaban para conmover a las peñas. Mirad, si no, la astucia con que procede. No le recuerda las riquezas, no le recuerda los camellos, ni los rebaños de ovejas y de bueyes, pues sabía ella muy bien la filosofía de su marido sobre todo aquello; sólo le recuerda lo que había de ser mucho más doloroso, es decir, la pérdida de los hijos, y aquí se extiende ella con trágico acento y añade luego lo que quiere por su cuenta. Ahora bien, muchos en plena prosperidad, sin tener que sufrir molestia alguna, se dejaron muchas veces persuadir de sus mujeres.

129.- Pues considerad cuán brava hubo de ser aquella alma que rechazó a la mujer que le acometía con tales armas y logró pasar por encima de las más avasalladoras pasiones, como son el amor y la compasión. A la verdad, muchos que fueron capaces de dominar el amor fueron rendidos por la compasión. Así, aquel valeroso José, que dominó el más tiránico de los placeres y rechazó a la mujer bárbara, no obstante todas sus maquinaciones para derribarle, no fue luego capaz de contener las lágrimas, y al ver a sus hermanos, los mismos que le habían ofendido, se conmovió profundamente, y arrojando la máscara reveló todo el drama por él mismo preparado.

130.- Pues suponed ahora que sea la propia mujer la que venga a decir cosas lastimeras, que tenga por añadidura la ocasión por aliada, las heridas, los golpes y todo el oleaje de calamidades, ¿Cómo no tener por más dura que el diamante al alma que no se deja impresionar poco ni mucho por esa tormenta? Dejadme hablar con libertad: si el santo Job no fue superior, por lo menos no fue inferior a los apóstoles.

131.- Job, gran figura en su época.

A los apóstoles los consolaba ciertamente el sufrir por Cristo, y este solo pensamiento era parte para levantarlos diariamente; y bien se ve cómo el Señor lo pone en todas partes al decir: por causa mía, por mí; o: si a mí, que soy el dueño de la casa, me han llamado Belcebú. San Mateo 10,25; Job, empero, nada supo de este consuelo, nada del de los milagros, nada del de la gracia, que no tuvo, efectivamente, tanta fuerza del Espíritu Santo. Y lo más importante de todo es ciertamente la circunstancia de haber sufrido lo que sufrió después de una vida de prosperidad, después de gozar tan alto honor, y no, como los apóstoles, salidos de su oficio de pescador o alcabalero y de una vida miserable. Y lo que nos parece más duro de sufrir en los apóstoles, eso mismo lo sufrió Job, a saber: ser odiado por sus amigos, por sus familiares, por sus enemigos, lo mismo que por quienes habían sido por él favorecidos, sin que le fuera dado ver aquella áncora y aquel puerto sin tormentas que es la palabra dicha a los apóstoles: Por causa mía.

132.- Comparación con los jóvenes de Babilonia.

Yo admiro también a los tres jóvenes del horno de Babilonia porque desafiaron al horno y se rebelaron contra el tirano. Mas oíd como hablan: A tus dioses no les servimos, y la estatua que has levantado no la adoramos. Daniel 3,18. Ese fue su mayor consuelo: saber que cuanto sufrían, por DIOS lo sufrían. Mas Job no sabía que sus sufrimientos eran pruebas y lucha, pues de haberlo sabido, no los hubiera sentido. Por lo menos cuando oyó que DIOS le decía: ¿Acaso crees que te he hablado por otro motivo que por que aparecieras justo? Job 40,3, hay que ver cómo respiró por esa simple palabra, cómo se humilló a sí mismo, cómo pensó no haber sufrido nada de lo que había sufrido. Y así dice: ¿Por qué soy todavía juzgado, cuando es el Señor mismo el que me corrige y arguye, aun cuando yo no soy nada? Y otra vez: Antes te había oído con oído de mi oreja; pero ahora mi ojo te ha visto. Por eso me he despreciado a mí mismo, y me he derretido, y me tengo a mí mismo por polvo y ceniza. Job 42,5-6.

133.- Exhortación final: Imitemos el valor del santo Job.

Imitemos también nosotros este valor y esta modestia; nosotros, los que hemos venido después de la ley y de la gracia, al que vivió antes de la ley y de la gracia, a fin de que podamos tener parte en los tabernáculos eternos, a los que ojalá lleguemos todos por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amen.

TEOLOGIA 2 - TEMA 25

A.- Biblia: En América
B.- Teología: Pecados contra el 8º Mandamiento.


A.- Biblia:
En América


613. Realidad. Lo que ha hecho la Iglesia en América lo podemos ver en muchos libros, y también recorriendo sus rincones, sea por la Cordillera Andina, sea por la Costa o por la Selva. A pesar de los muchos esfuerzos de los enemigos, ahí están los hechos, y cómo se conserva la Fe en muchos lugares donde apenas si llega el Sacerdote hoy, a pesar de tantos medios como tenemos para ello. Y cuando llegamos, nos encontramos que hace siglos, ya estuvieron por allí los Misioneros.


614. En todos los campos y en todos los órdenes, cuando a la Religión se la ha dejado en libertad de acción, se le ha ayudado y obedecido, vemos con alegría que la vida mejora en todos los sentidos, y que la Humanidad se puede convertir en una y verdadera y gran Familia. Vemos cómo la inteligencia, libre del humo de las pasiones, penetra mucho más, y cómo la voluntad, controlando los desórdenes, se siente fuerte y capaz de toda clase de sacrificios, desinteresadamente, como vemos en los Santos.


615. En todo grupo de Conquistadores, siempre acompañaban misioneros. Es verdad que algunos de los Conquistadores les movía la fama o la riqueza, pero también es verdad que otros muchos tenían un fondo religioso maravilloso, y que los misioneros gastaron sus vidas sin otro interés que sembrar la Palabra de DIOS por todas partes. Se mezclaron con los naturales y surgieron nuevos pueblos, y florecieron las artes, las ciencias, los hospitales, universidades y todo foco de cultura.


616. Nace la Iglesia en Norte y Centro América. En Canadá, obra de los franceses en 1534; el marino Cartier plantó la Cruz en Quebec acompañado de dos capellanes. En Nuevo México, California, y zonas cercanas, ya desde 1539 lo intentaban los españoles con mucho derramamiento de sangre. En la Florida, llegan desde las Antillas los misioneros españoles en 1526. En Georgia y Virginia, los jesuitas en 1570. Otras zonas de Estados Unidos, por católicos que huyen de los protestantes ingleses; y también llegan protestantes, por lo que en este gran país, hay estados de mayoría católica, y otros de mayoría protestante. En México, después de las Antillas y Haití, donde ya quedó establecida la jerarquía de la Iglesia en 1504 y 1511. Llega Cortés y su capellán P. Olmedo, mercedario, y otros misioneros. Y en 1527 se crea la primera Diócesis de Tlascala, con el Obispo franciscano P. Zumárraga. Las apariciones de la Virgen de Guadalupe facilitarán enormemente la penetración del Evangelio y expansión, además de mantenerse.


617. En Cuba, llegan los franciscanos 1495 y los dominicos en 1510. En Puerto Rico, los franciscanos en 1511. En Jamaica, en 1520 desde Puerto Rico. En las Pequeñas Antillas, misioneros franceses en el siglo 17. En la isla de Trinidad, misioneros españoles en 1571 y 1594.. en Guatemala, desde México en 1533, ya tenía su primer Obispo. En el Yucatán en 1537. En Honduras, con los franciscanos en 1527.. En Nicaragua, se crea la primera Sede Episcopal en 1531. En Costa Rica, con dominicos en 1536.En Panamá, procedente de Haití en 1511.


618. Nace en América del Sur. Nueva Granada, Venezuela y Colombia, vienen procedentes de las Antillas los dominicos y franciscanos en 1519.- En Nueva Castilla o Perú, el primer misionero fue el franciscano Marcos de Niza que acompañó a Pizarro en el primer reconocimiento en el año 1527. En 1532 ya venían también seis dominicos y en 1537, se crea la primera Sede Episcopal en Cuzco. En Lima, en 1541. Destaca la gran figura de Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima y verdadero organizador de la Iglesia en América. Recorrió grandes extensiones de terreno, por zonas que, aún hoy día cuesta trabajo ir. Celebró 10 Concilios diocesanos y 3 provinciales. Estos Concilios y los de México, fueron la base para toda América.


619. Ecuador, franciscanos y dominicos en 1534. Nueva Toledo o Chile, varios sacerdotes y un franciscano con Valdivia, en 1540, desde Perú. Destacó el mercedario P. Correa. En la región del plata, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia, desde 1534 con una flota especial mandada por Carlos 5º, vienen en 1535 ocho misioneros. Brasil, desde Portugal, con Cabral, vienen 5 franciscanos, y después de muchos sufrimientos, se abren camino por la selva. También aparecen ya los jesuitas.


620. Reflexión. Nos podemos imaginar sin ningún esfuerzo, las múltiples dificultades que todo esto llevaría consigo, y cómo la Iglesia, sensible siempre a todas las dificultades de los hombres, no sólo se preocupa de la construcción de grandes catedrales y conventos en los Centros Urbanos de interés que surgían, sino que penetra por los varios miles de kilómetros de Cordillera Andina con sus alturas inmensas; y también, por las selvas misteriosas, dejando por todas partes misiones para ayudar a los cuerpos, las mentes y las almas con la Vida Espiritual. Postas médicas, Centros culturales, Capillas y obras de arte maravillosas, en fusión con los nativos, dando origen al mestizaje, que no ha tenido igual en ninguna otra colonización.


621. Así lo reconocen los gobiernos de buena voluntad, y por eso facilitan a la Iglesia muchas labores, porque, aún hoy día, hay zonas que sólo la Iglesia está presente de forma constante.


B.- Teología:

Pecados contra el 8º Mandamiento.


622. Dice el catecismo: peca el que difunde delitos falsos, o delitos verdaderos pero ocultos, o le echa en cara sus defectos, y que contra razón, sin bastante fundamento para ello, juzga mal, descubre secretos o miente.

623. Difamación. Es hacer daño injustamente a otros en su fama y buen nombre, en su ausencia, murmurando con chismes y demás formas.

624. La murmuración es revelar sin necesidad o sin causa razonable los defectos o faltas secretas del prójimo ausente. Puede haber algunos casos en que se deba hacer, con las debidas cautelas. Si estos defectos son públicos o conocidos, no es murmuración porque no se le quita la fama. Ante los ataques contra la Iglesia y la Patria, por parte de personas equivocadas o malintencionadas, debemos salir en defensa y aclarar lo que podamos, aunque nos cueste la vida.

625. Cuando hay algún motivo justo para revelar alguna falta secreta del prójimo, tampoco hay murmuración, porque en ese caso, cesa el derecho que uno tiene a la fama.

626. La calumnia consiste en imputar a otro una acción mala, o defectos o faltas que no tiene, o aumentar o exagerar sus defectos verdaderos. Son los falsos testimonios.

627. Los chismes o cuentos consiste en revelar a una persona o varias los conceptos que sobre ella o ellas han escuchado a otros. Es detestable a los ojos de DIOS, y de cualquiera que tenga sentido común. Proverbios 6,16 y Eclesiástico 5,16 y 21,31.

628. Los insultos, afrentas, ultrajes, burlas, etc. son otra forma de ofender positivamente cuando se provoca, y negativamente, negándole el honor debido. Es distinto cuando se tiene autoridad y se quiere corregir, o si son bromas, que se prevé que el otro acepta y entiende.

629. La malicia y gravedad dependerá de las circunstancias, pero se ofende a la justicia. Si se quita la fama, hay obligación de devolverla.

630. Los que oyen hablar mal de otros, pecan si se complacen, pues debemos defender el honor del prójimo. Se puede hacer apartándonos, cortar a tiempo, corregir, mostrar disgusto con cara seria, etc. 1ª Corintios 13,4-7.

631. Juicios temerarios. Es juzgar mal del prójimo sin causa razonable. Asentimiento firme con que se juzga y se cree de alguno una falta grave, fundado sólo en leves indicios.

632. Es distinto de la sospecha temeraria, que es inclinación a creer sin suficiente motivo. También es distinto de la duda temeraria, que es suspender el juicio sin suficiente motivo. Distinto de la opinión temeraria, que es creencia probable, sin excluir la posibilidad o el temor de equivocarse. Se llama temerario, por los peligros a que se expone.

633. La malicia grave o leve será según la materia, la advertencia y el consentimiento. San Mateo 8,1-5; Hechos 2,1-13; Romanos 14,4 y San Lucas 6,37.

634. No juzgar, nos dice Jesús, y no seréis juzgados. La medida que usemos con los demás, la usarán con nosotros. No debemos criticar a nadie, si tenemos faltas nosotros. Que la Virgen nos ayude a aumentar el amor.

635. Catecismo 2475 a 2492.

TEOLOGIA 2 - TEMA 26

A.- Biblia: En Africa, Asia y Oceania
B.- Teología: Reparacion, 8º Mandamiento


A.- Biblia:

En Africa, Asia y Oceania

636. Portugal. El deseo de expansión de este pequeño País le llevó en sus arriesgadas expediciones a dar la vuelta a África por el cabo de Buena Esperanza y establecer factorías en la India. En estos paises de tradición católica, siempre acompañaban los misioneros y el deseo de evangelizar, como había mandado Jesucristo, hasta los confines del mundo.

637. Congo, Angola Guinea. En el Congo floreció una cristiandad muy próspera. El rey había mandado franciscanos, dominicos y agustinos, con la idea de que pronto hubiera sacerdotes nativos. Después llegarían los jesuitas.

638. En Angola se cree que penetró el Evangelio por algún misionero procedente del Congo, interesándose también el rey portugués, mandó más misioneros.

639. En Guinea hay noticias de conversiones desde el siglo 15, pero será en el 17 cuando se organiza en serio las misiones con jesuitas, que mandó el rey Felipe 3º.

640. Mozambique, Madagascar y Abisinia. Una colonia portuguesa en el siglo 15 sembró en Mozambique las primeras semillas. Los franciscanos y también San Francisco Javier de paso a la India. Hubo mártires.

641. En Madagascar entraron en 1540 algunos dominicos que fueron asesinados, pero quedó la semilla. Desde la India hubo varios intentos, y es en los tiempos modernos cuando ha florecido más. En Abisinia, había florecido alguna de las primeras cristiandades que fueron destruidas por los bárbaros y los árabes, y después por los cismáticos orientales. Por fin, el rey David 3º pidió al rey portugués y al Papa que enviara misioneros.

642. Norte de África. También habían florecido cristiandades heroicas y Santos de gran relieve con San Agustín y san Cipriano. Hubo mucho derramamiento de sangre de franciscanos y dominicos. Desde 1624 se ha ido manteniendo la misión a pesar de las dificultades.

643. En Asia, la India. Vasco de Gama en 1498 fundó algunas colonias para el comercio, que al mismo tiempo eran también centros que irradiaban la Fe. Ya en 1520 se habían establecido en diversas partes los dominicos, franciscanos y sacerdotes seculares. En Goa aparece la primera Sede Episcopal en 1533. Quedaban restos de cristianos del Apóstol Santo Tomás, que eran siro-malabares, gran parte caídos en el nestorianismo, que negaba la Maternidad Divina de la Virgen. Con San Francisco Javier, que llegó como Nuncio en 1542, recobraron un impulso extraordinario en fervor y fuerza expansiva.

644. Malaca, Birmania-Pegu. La primera la conquistó Alburquerque en 1511. Por el gran influjo de los mahometanos en hostilidad contra el cristianismo, se obtuvieron escasos resultados, incluso habiendo estado San Francisco Javier. Tenían casas los franciscanos, dominicos y agustinos y su 1ª sede Episcopal fue en 1557. En Birmania, llegaron los franciscanos en 1544, después, los dominicos y jesuitas.

645. Sian, Conchinchina y el Tonking les llegó desde Manila en 1580. En Ceilán, llegaron los franciscanos en 1517. A las Islas Célebes, con los conquistadores, iban los franciscanos, y vieron fruto en 1548. En Bormeo, 1587, los franciscanos desde Manila. También a Sumatra y Java. A las islas Molucas los mismos comerciantes hicieron también apostolado, hasta lograr la conversión de algunos jefes indígenas entre el 1518 a 1531.

646. Filipinas. El 16 de marzo de 1520 llegó Magallanes a estas Islas. Hechas las paces con uno de estos jefes, plantaron la Cruz en una colina y celebraron la Santa Misa. Magallanes fue asesinado. En otra expedición dirigida por Legazpi se tomó posesión definitiva del archipiélago, llamándolo Filipinas en honor el rey Felipe 2º de España. Los dominicos en 1614 ya inauguraban la célebre universidad de Santo Tomás de Manila. En 1579 se estableció la jerarquía eclesiástica.

647. China. Desde el siglo 13, los franciscanos y dominicos habían establecido importantes centros de misiones, que habían desaparecido por completo en el siglo 16. En 1552, San Francisco Javier muere en la isla de Sanchón, muy joven aún, con grandes deseos de entrar.

648. En 1557 se establece la colonia en Macao y desde allí se intentó entrar en este inmenso país. Con el jesuita P. Mateo Ricci se dan nuevos pasos valiéndose de todos los medios a su alcance: conocimiento de las costumbres y lengua, nombre chino, vestido de bonzo, presentándose como literato, y debido a sus conocimientos técnicos, competir con los filósofos y demás personajes ilustres del país; incluso hizo un mapa de la nación mejor que los que tenían. Asimiló y conservó los ritos chinos que se podían conservar y que no incluían culto oficial a sus dioses o antepasados, y sólo tenían significación social o cívica; a todo esto se le llamó los ritos chinos.

649. A pesar de todo, no pudo evitar la reacción de los bonzos, monjes budistas, y su consiguiente persecución, que se logró esquivar. Pudieron llegar hasta Pekín y lograr que el emperador recibiera y contemplara algunas pinturas del Señor y de la Virgen. Llegaron hasta el Tibet. Últimamente, la Legión de María estaba logrando grandes progresos hasta que el comunismo la bloqueó, teniendo que actuar a escondidas. Y se espera la hora de DIOS.

650. Japón. En 1542 descubren el Japón los portugueses. De 1549 al 51 predica San Francisco Javier, quedando sembrada la doctrina del Evangelio. Todo iba bien hasta que un cambio de gobierno alteró las cosas. Primero se favoreció el cristianismo, después de esto, se expulsó a los misioneros y se mandó destruir las Iglesias. En 1590 una embajada japonesa visitó al Papa y regresaron entusiasmados, con lo que el emperador facilitó de nuevo la predicación. Calma y tempestad se han ido sucediendo, enriqueciendo siempre a la Iglesia. Hay varios mártires; se conocen los nombres de 3.120. Esta sangre dará su fruto en un pueblo de grandes valores humanos, pero cerrado a la luz del Evangelio. La visita del Papa Juan Pablo 2º despertó nuevas inquietudes, y alegró sobremanera a los convertidos.

B.- Teología:

Reparación. 8º Mandamiento.

651. La infamia o difamación del prójimo en todas sus especies lleva consigo la obligación estricta de la reparación, porque con ella se ha violado la justicia y no hay otro modo de repararla que con la restitución de la fama o del honor, compensando los daños causados, según los casos.

652. Esta obligación es grave, si el daño es grave. Dice el Catecismo: el que infamia al prójimo gravemente diciendo de él algún delito verdadero pero oculto, o echando en cara sus defectos, queda con la obligación de restituirle la honra y la fama que le ha quitado. Esta obligación se funda igual que el hurto, en la estricta justicia. Para el perdón, hay que restituir, normalmente.

653. Modo de reparar la fama. Es muy difícil reparar totalmente por la forma tan rápida en cómo se extiende. En cosas verdaderas, se repara alabando de alguna forma a la persona y haciendo ver lo bueno que pueda tener. En las calumnias, retractándose, aún con perjuicio propio; que más vale sufra el culpable que no el inocente.

654. Y en cuanto a los daños causados, hay obligación, dentro de lo posible, de compensar lo mejor que se pueda.

655. Modo de reparar el honor. De inferior a superior, pidiendo perdón; de igual a igual o de superior a inferior, se puede pedir perdón, o dar alguna muestra de amistad que manifieste el cambio.

656. El ofendido no debe conservar ni rencor ni venganza, ni ninguna animadversión. Perdonar, como nos gusta nos perdonen. Al menos así nos lo enseña Jesucristo en el Padre Nuestro.

657. Causas que excusan la reparación de la infamia. Cuando la persona ofendida perdona libremente la ofensa; en la calumnia, no basta, hay que aclarar. Cuando se conozca que la murmuración no fue creída por nadie y no produjo ningún daño. Cuando prudentemente puede juzgarse que la murmuración ya está completamente olvidada. Cuando la persona infamada probó con la conducta todo lo contrario de lo que se le imputaba, recobrando así la fama perdida. En los juicios temerarios, se repara cambiando el juicio, sospecha o duda, y estimarle más.

658. Catecismo: 2493 a 2513.

TEOLOGIA 2 - TEMA 27

A.- Biblia: Siglo 19
B.- Teología: La Veracidad. 8º Mandamiento

A.- Biblia:
Siglo 19

659. Inseguridad y Seguridad. Es un siglo en que se tambalea todo con las revoluciones, y de forma especial, con la negación de DIOS. El soberbio racionalismo rechaza lo espiritual; y la industrialización y el maquinismo, agudiza el problema de los obreros, que se les lanza a la calle con las armas.

660. Al mismo tiempo, la Iglesia con su magistral cuadro de Doctrina Social, y la potente luz que se desprende del Concilio Vaticano 1º, con la seguridad que nos da la Infalibilidad Pontificia, y la alegría inmensa de la definición Dogmática de la Inmaculada Concepción, confirmada por la misma Virgen cuatro años después con sus apariciones en Lourdes de Francia, es para no desalentarse y seguir viendo con todo optimismo que los hijos de DIOS pueden seguir aspirando a que la Humanidad sea una gran Familia, si nos vemos como Hijos de DIOS y por lo tanto, tratándonos como hermanos.

661. Restauración religiosa. En Francia vuelven las cosas a ponerse en orden, con el nuevo Concordato entre el Estado y la Iglesia.
662. Surgen también grandes figuras que en los diarios defienden a la Iglesia, como en los tiempos de los grandes apologistas, tratando de disolver las nieblas que los enemigos levantaban.

663. Con la fundación de la Propagación de la Fe en 1822, las misiones reciben un gran impulso. En varios paises como Inglaterra, Estados Unidos, Alemania se restablece la Jerarquía Católica, y en América del Norte se multiplican los Obispados.

664. Surgen también abundantes Congregaciones de ambos sexos para la enseñanza, la juventud, los ancianos, los enfermos, y salen multitud de misioneros en todas direcciones.

665. El Concilio Vaticano 1º. Es un foco potentísimo de luz que disipa toda clase de nieblas pegadas a ras de tierra. Con la Constitución Dei Filius, Hijo de DIOS, cayó herido de muerte el racionalismo y el ateismo. Con la Constitución Pastor aeternus, Pastor Eterno, quedaron sepultadas las ideas conciliaristas que amenazaban la autoridad del Papa.

666. Un día se quejaban al Papa de las dificultades que surgían para la celebración del Concilio. El Papa Pío 9º contestó: todos los Concilios pasan por tres fases: la del Diablo, la de los Hombres, y la de DIOS; ahora estamos en la del Diablo; no nos extrañen las dificultades.

667. Los antecedentes duraron desde 1865 a 1869. Los documentos Papales que anunciaban la celebración, las disputas y controversias con los grupos y partidos, abarcaron desde el 8.12.1869 al 18.7.1870, y se puede resumir en tres partes principales: 1ª Cuestiones Dogmáticas sobre la Fe, Dei Filius. 2ª Cuestiones Dogmáticas sobre la Iglesia, en parte promulgadas en la Constitución Pastor Aeternus. 3ª cuestiones disciplinarias, sin promulgar por la supresión del Concilio, al ser forzada Roma por los que luchaban por la unificación de Italia.

668. La Inmaculada Concepción. En pleno siglo racionalista, cuando la soberbia del hombre llegaba también a negar todos los derechos de DIOS y la misma existencia, la Iglesia proclama que la Madre de DIOS es Inmaculada; que ha habido una mujer que nunca ha tenido pecado; en la que podemos ver a la Humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS, como DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que lo perdió al pecar.

669. Ya desde siglos, se venía abriendo paso la preparación del Dogma, que las gentes sencillas siempre habían creído y celebrado. DIOS, ¿podía o no podía tener una Madre Inmaculada? DIOS, ¿quería o no quería tener una Madre Inmaculada? Si podía y quería, la hizo. Si no podía, no era DIOS; si no quería, Jesucristo no hubiera sido buen Hijo al no darle a su Madre lo mejor. Así defendía más o menos el franciscano Duns Scoto en la Universidad de París. Y nosotros pensamos, que si hubiésemos podido darle lo mejor a nuestras madres, se lo hubiéramos dado. Jesucristo, perfecto DIOS y perfecto Hombre, pudo hacerlo, ya que como DIOS es anterior a Ella y nace de ella como Hombre-DIOS. Y esto, en previsión de los méritos que Jesucristo ganaría después.

670. El Papa Pío 9º lo proclamó el 8.12.1854 con la Bula Inefábilis Deus, DIOS Inefable, D. 1641: Proclamamos y Definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular Gracia y privilegio de DIOS Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano ESTA REVELADO POR DIOS Y DEBE SER POR TANTO, FIRME Y CONSTANTEMENTE CREIDA POR TODOS LOS FIELES.

671. Cuatro años más tarde, al sur de Francia, la misma Santísima Virgen viene del Cielo para confirmarlo con las apariciones a Santa Bernardita, en Lourdes, y le dice: YO SOY LA INMACULADA CONCEPCION. Penitencia, penitencia, penitencia por la conversión de los pecadores. Era la respuesta de la humilde Señora, Reina de toda la Creación, a las soberbias negaciones humanas. Y desde entonces hay más alegría en la tierra, al sentir más de cerca la presencia de nuestra Madre, que desde el Cielo nos cuida; y nos enseña a amar más y mejor, si tenemos el corazón limpio; y que la mejor forma de prepararse a la maternidad en el Matrimonio, es conservando la virginidad en el noviazgo.

672. Infalibilidad del Papa. Otro foco de luz potentísimo y de grandísima seguridad. Mientras en el seno del Concilio Vaticano 1º se discute durante tres semanas, se defiende y se ataca la Infalibilidad del Papa, el pueblo fiel y sencillo, siempre que el Papa salía al balcón, el pueblo gritaba saludándolo: viva el Papa Infalible.

673. La verdad se fue abriendo camino a medida que los temores y malos entendidos se iban disipando; y llegó el triunfo completo con la Definición Dogmática.

674. Sólo un grupo se resistió, y con el nombre de Viejos Católicos, procedentes de Alemania y Suiza, influenciados por doctrinas protestantes, no quisieron aceptarlo: y fueron desapareciendo.

B.- Teología:
8º Mandamiento: Veracidad.

675. Es el respeto a la verdad, la conformidad de la idea con el objeto. Veracidad es el hábito de decir siempre la verdad. El hombre debe hacer un recto uso de sus facultades.

676. La mentira. Es lo que se dice contrariamente a lo que se piensa o siente, con intención de engañar a otro. Puede ser de palabra o con signos equivalentes.

677. El error o equivocación es otra cosa, pues consiste en expresar algo que se cree ser cierto, sin serlo en realidad.

678. Clases de mentiras. La perniciosa o con intención de causar algún daño. Génesis 3,4. La oficiosa o para utilidad propia o ajena. San Mateo 26,72. La jocosa, que se dice por recreación o diversión; daña al que la dice, si se hace con mucha frecuencia. La mal llamada mentira piadosa o blanca, se debe evitar, pues son términos contradictorios, ya que la mentira siempre es pecado y la piedad es santa.

679.- La mentira siempre es intrínsecamente mala, siempre es pecado; nunca es lícita. Colosenses 3,9. Será grave o leve según la materia o circunstancias, pero siempre ofende a DIOS, a quien la dice por presentar doble personalidad, y a veces a quien la escucha. Y si tenemos fama de hacerlo mucho, no sabrán cuando hablamos en serio o mentira. Merece castigos, y a veces, ya en esta vida se sufren, pues el mentiroso pierde personalidad; nadie le tiene en cuenta.

680. Ocultación de la verdad. Es distinto de mentir y puede ser lícito cuando hay causas suficientes. Hay casos en que uno no está obligado a decir la verdad, o al menos toda. Jesucristo, al hablar de Lázaro muerto, decía: duerme. San Mateo 13,32; San Juan 11,13.

681. Especies de mentira. La hipocresía que es la apariencia contraria a lo que uno es o siente, como querer aparecer virtuoso, no siéndolo realmente.

682. La adulación que es una afectada alabanza o lisonja, que estudiadamente se hace de una persona para captarse su voluntad y conseguir de ella favores; también es tributar a otros elogios que no merece.

683. La jactancia, que es alabanza de sí mismo, es un desorden feo. San Mateo 7,15; 31; 23,27; Eclesiastés 7,6.

684. El fingimiento. Es querer encubrir las malas intenciones con palabras buenas u obras. Es otra especie de mentira y parecido a la hipocresía. Herodes ante los Magos, San Mateo 2,8. La disimulación es parecida al fingimiento, pero permitida en algunos casos para que nos libre de ciertos peligros o no dañe al prójimo.

685. Catecismo: 2705 al 2724.

EN LAS LOMAS DEL POLO NORTE

POR SEGUNDO LLORENTE, S.J.

(continuación)

ECONOMIA DOMESTICA

En una carta que me escribe la reverendísima Madre Superiora de un convento guipuzcoano, me pregunta quién me lava y me plancha los purificadores, los amitos, las albas; quién me hace las hostias; quién me amasa los molletes de pan, en caso de que haya pan en Alaska; quién me remienda los calcetines, y así por el estilo muchas otras preguntas caseras indicadoras de su espíritu maternal, caritativo, previsor y femenino.

Estas mismas preguntas me atormentaban a mí hace tres años, cuando el aeroplano me traía por las nubes, camino de Kotzebue. Ni un Hermano Coadjutor, ni una terma de monjas misioneras, ni un sacerdote al lado en estas pampas nevadas del Círculo Polar. ¿Cómo me las voy a arreglar yo solo; yo, que no tengo en mi haber más que inexperiencia en todas las esferas de la vida práctica?

Pero no tardé mucho en hallar la respuesta. La necesidad es la madre de la invención. El entendimiento apretado discurre que rabia. Y, finalmente, ¿quién no recuerda el arpa arrinconada de Bécquer, repleta de notas dormidas en sus cuerdas, esperando la mano de nieve que viniera a arrancarlas?

Mis manos gordezuelas, con un si es no es de toscas, distan mucho de ser de nieve; pero, sean como fueren, lo cierto es que han sabido arrancar todas las notas necesarias para armonizar con ritmo tolerable la vida monótona que le espera a todo blanco que viene a vivir en Alaska.

Una mestiza, que no ha cumplido los veinte años, tiene una plancha modelo que maneja con destreza inusitada. Me deja los purificadores, las albas y los amitos blancos y tiesos como si fueran nuevos. Las hostias me las mandan todos los meses frescas y tiernas las monjas Ursulinas de Pilgrim Springs, unos ciento cincuenta kilómetros al sur de Kotzebue.

Lo del pan es aún más fácil. La esposa yanki de un minero también yanki tiene el don de amasar el mejor pan que he comido desde que salí de España. Vive en Kotzebue, a doscientos pasos de mi casa.

Al poco de llegar yo aquí, hicimos el siguiente convenio: yo compro dos sacos de harina y los llevo a su casa; uno es para ellos y el otro para mí. Cuando mi saco se termina, vuelvo a comprar dos sacos, y así sucesivamente. Yo no me preocupo de más.

Todos los lunes me trae dos molletes grandes que me duran toda la semana. Los yankis, a mi juicio, no comen una tercera parte del pan que comemos los españoles. La razón es muy sencilla: no saben .amasar como se amasa en España. El pan yanki no tiene corteza. Todo es molledo; y un molledo blanducho que al mascarlo se hace pasta.

Aquellos rescaños dorados y aquella corteza del pan español, que se quiebra entre los dientes como si fueran almendras, no los he vuelto a ver, ni espero volver a verlos. Mi panadera de Kotzebue saca una corteza muy rica y todo el pan es muy sabroso y alimenticio.

En cuanto a remendar calcetines y otras prendas de vestir, yo mismo podía hacerlo si quisiera ; pero se lo dejo a una semitullida eskimal que maneja la aguja con verdadero primor y que necesita algunos cuartos para vivir.

Esa es la vieja que me hizo un abrigo de pieles por todo lo alto y unas botas de piel por todo lo bajo. Luego la pago con café, azúcar, arroz, medias y alguna ropa interior de que yo estoy bien provisto merced a una organización de señoras yankis, que me mandan todos los años un cajón repleto de vestimenta de todos los usos, tamaños y colores.

Hay otra cristiana, mestiza, vecina mía, que me lava la ropa cada vez que lleno de ropa sucia un saco destinado al efecto. La ropa vuelve muy bien dobladita sin que falten botones ni se observen acá y allá cuchilladas ni descosidos. Es decir, que me trato a cuerpo de rey.

Nada más levantarme procuro hacer la cama, pues he visto por experiencia que, si no la hago entonces, no la hago en todo el día, y es muy desagradable encontrarse con la cama revuelta al free a acostar. Inmediatamente enciendo la estufa y me afeito. Luego barro el piso. En esto hay que ser inexorable y no dejar que pasen dos días seguidos sin hacer la cama, sin afeitarse ni barrer, pues dos días son muchos días y los hábitos repetidos forman pronto una segunda naturaleza.

Después de Misa preparo el desayuno, que es o puede ser variadisimo. Si no lo preparo entonces, no lo preparo nunca, y a eso de las doce tengo un hambre que no veo. Para salir del paso corto una rebanada de pan, que unto con mantequilla. Pero mientras lo como a deshora hago votos y promesas de no volver a dejar pasar la hora del desayuno sin un desayuno en toda regla.

Al día siguiente las promesas se las lleva el viento y vuelven a dar las doce sin desayuno. ¡Siempre hay algo que hacer!

Ultimamente he logrado ser persona formal y no hay día que no prepare el desayuno en toda regla, inmediatamente después de la acción de gracias que sigue a la Misa. Con un desayuno fuerte y con los dientes lavados y acepillados queda uno como nuevo y dispuesto a empezar el día con toda seriedad.

Por la noche preparo una cena nutritiva y abundante. El menú no puede ser más variado. En el invierno, carne de reno y tres variedades de peces que sólo entonces se pescan. En julio y agosto, salmones y truchas. En septiembre, gansos y patos silvestres sumamente grasientos y gordos. Por las Navidades, tármigans o aves norteñas. Y durante todo el año no me faltan patatas, cebollas, arroz, fideos y café.

Durante los guisos entretengo el tiempo con algún libro o revista. Son innumerables los trucos que he aprendido en la cocina. Si miro al puchero esperando que hierva, no hierve jamás; en cambio, si tomo un libro, comienza a hervir antes de terminar la primera página.

Si estoy de pie junto al puchero con el libro en las manos, nunca hierve tanto que se derrame el caldo, porque estoy a mano y puedo levantar la tapadera; pero si me siento en una silla a varios pasos del puchero, entonces hierve en seguida y a borbotones y se me derrama el caldo. Cuándo me levanto para quitar la tapadera, llego tarde.

A veces hago el disparate de ponerme a leer cartas mientras hierve el puchero, aunque sé y me consta que aquella vez me quedo sin caldo. Y dígase otro tanto del chocolate, de una tortilla o de cualquier otro condumio.

Cuando llega la hora de preparar la comida no se puede hacer otra cosa, so pena de estropear el cocido. Hay que dejar el libro, la revista de Misiones, las cartas, la máquina de escribir y todo lo demás que le llama constantemente a uno con unas voces estentóreas.

Comer a solas tiene también sus intríngulis. Tararear no se puede; silbar, tampoco; queda el leer, pero eso tiene sus inconvenientes. Si se lee algo interesante, se olvida uno del plato, y la comida se enfría.

Si se lee algo serio, la sangre tiene que acudir a la vez al estómago y al cerebro y el resultado es una mala digestión. Si se lee un periódico que ataca lo que uno considera poco menos que sagrado, la ira se sale de madre y termina uno la cena de mal humor.

Al cabo de mil fracasos en este particular he dado con un procedimiento que resulta bien: sujeto entre dos jícaras y un vaso, pongo el Kempis abierto al azar.

Si me canso de pensar y distraerme mientras como, leo unos cuantos versículos. Si me canso de tanto Kempis, como pacíficamente y sin disturbios psicofisiológicos.

Terminada la comida o la cena, hay que fregar los platos con agua hirviendo. Mi predecesor -- según me han dicho solía amontonar todos los platos y demás servicios durante la semana, y los sábados llamaba a un par de chicas que se los lavasen todos de una vez.

Yo no he descendido todavía a ese nivel. Con un tesón que a mí mismo me admira, friego todos los días los platos y los coloco limpios en su lugar.

Me contó un Misionero, solitario como yo, que él al principio daba una importancia suma a la cocina, hasta el punto de que no osaba sentarse a la mesa hasta qua veía que no faltaba nada, incluso la servilleta.

Poco a poco fue acortando en los platos y platillos, hasta que un día llegó a la sartén escueta. Es decir: guisaba algo en la sartén, y lo comía en la misma sartén. Así esquivaba el lavatorio que tanto llegó a aborrecer.

Pero resultó que tanta simplicidad no se avino bien con su estómago, que se vio atacado de úlceras muy difíciles de curar aquí.

Aquello me dijo a mí que una de dos: o lavar los platos todos los días, o úlceras en el estómago. Opté por los platos.

Nunca falta alguna novedad o sorpresa. Recuerdo perfectamente el día que me llegó la música del himno «Cara al Sol». Ya le había puesto yo una música mía muy marcial; mas cuando me llegó la música genuina me apresuré a llamar al organista, un eskimal muy hábil, cojo, grotescamente bizco, chaparrejo y muy charlatán. Primero tocó la pieza un par de veces, luego la canturreó hasta que yo la cogí. Ya en la cocina y formado militarmente, canté el «Cara al Sol”.

Entonces se me antojó que yo en las lomas del Polo Norte era una hoja prendida al árbol de la patria por algo misterioso, imposible de aquilatar en concreto. De todo el himno lo que más me electrizó fue la cadencia del “Volverán banderas victoriosas al paso alegre de la paz».

Desde entonces es tanto lo que he canturreado por casa el himno, que la rapacería se ha cogido la música, aunque no las palabras. Cuando yo lo canto medio distraído y la rapacería me acompaña a su modo, el conjunto es algo soberanamente sublime. Las dos señoritas de San Sebastián, que me lo mandaron, me piden ahora la música que yo le había puesto al himno. No puedo complacerlas por aquello de que nadie está obligado a lo imposible.

La llegada del correo es siempre bien venida. Poco a poco he ido redondeando mis conocimientos sobre la vida de los presos en las cárceles rojas. Las «FLORES DE HEROÍSMO», del P. Alonso, a quien conocí en Granada, me pusieron al tanto de los acontecimientos en Málaga. Allí pude ver asesinatos al por mayor, preferentemente el asesinato de los oficiales de Marina. Entonces me empecé a familiarizar con las palabras “saca” y “paseito”.

“LA EPOPEYA DEL ALCÁZAR DE TOLEDO”, escrita por el P. Risco, me llevó de la mano desde el mismísimo 18 de julio hasta la entrada de las tropas libertadoras. Varias veces en la lectura del libro estuve a punto de vengarme en alguna silla o puchero, pero me contuve y lo leí todo sin más novedad. Llorar de rabia y entusiasmo no es novedad alguna debajo del sol.

Los libros del P. Herrera y del señor Jalón me informaron de la vida en el “Quilates”, el “Altuna” y las cárceles cantábricas.

La odisea del P. Santos Fernández, escrita por el señor González Hoyos en su libro “Esto pasó en Asturias”, me puso al tanto de los acontecimientos en las cuencas mineras asturianas.

De Madrid estoy enteradísimo. El “Duende de la Colegiata” describe con mano maestra la táctica del terror rojo en toda la zona dominada por la hoz y el martillo, particularmente en Madrid.

El libro de don Teodoro Cuesta, “DE LA MUERTE A LA VIDA”, me descorrió el velo que ocultaba lo que ocurría en las checas madrileñas y la vida que se vivía en las embajadas.

Los azares de las monjas están descritos con mano maestra por la “PRISIONERA DEL SOVIET” y por las relaciones impresas por las Esclavas del Sagrado Corazón.

De Levante no me llegó nada en prosa, pero sí en los versos primorosos de mi compañero de Colegio el P. Eusebio Rey, prisionero en Gandía y otras poblaciones. Finalmente no ha faltado algún poema de Pemán para poner los últimos retoques y acabar de enardecerme en estas tundras nevadas del Círculo Polar Artico. A esto han ayudado no poco algunas monografías magnificas, como las de Adro Javier en su «LAUREADA DE SANGRE».

Pero la vida es un tejido de ocupaciones a veces las más heterogéneas. Después de terminar un libro sobre la guerra española, me doy cuenta de que ya llegó el barco de los EE. UU. con el material que yo había encargado. ¡Llegó la madera!

Con la ayuda de un eskimal muy hábil puse un segundo piso o suelo sobre el que ya tenía la casa, pero sólo a dos pulgadas uno del otro. Ese vano entre los dos suelos contribuye notablemente a calentar la casa durante el invierno. Hay, pues, que hacer de carpintero y hay que hacerlo bien so pena de echarlo todo a perder. Afortunadamente no nos corre prisa y todo sale a maravilla.

Luego derribarnos dos tabiques y pusimos puertas donde antes no las había. No es tan fácil poner una puerta como pudiera parecer. Asimismo el motor eléctrico no funciona y hay que repasarlo. Primero se desmonta y se limpian y examinan todas las piezas fijándose bien en el puesto que ocupa cada una. Para reforzar el motor adquirí un equipo nuevo de molino de viento. Leídas y meditadas despacio las instrucciones, impresas en un folleto, pongo manos a la obra e instalo debidamente los dos motores, el del suelo y el que va sobre la torre.

Acto seguido instalo los alambres eléctricos, que son muy engorrosos porque unos van a las pilas, otros a los motores y otros a las luces, y en todos ellos hay que seguir las reglas de los polos positivo y negativo. Nunca creí que pudiera yo hacer eso. Sin embargo tuve que hacerlo y todo salió bien. ¡Las reservas latentes dentro de cada uno son insospechadas!

Un día se me rompió el muelle de la máquina de escribir. Al examinar el interior de la máquina se desprendieron los cuarenta y dos muelles diminutos de las claves. La adquisición de un muelle nuevo y la reposición de los pequeños, más el arreglo completo de todo el artefacto fue una obra de romanos para un inexperto como yo; pero llegó un día en que la máquina volvió a funcionar en toda regla. He tenido que arreglar el calentador de petróleo, la cocinilla de keroseno y hasta el acordeón.

En esta edad de las máquinas hay que conocer las entrañas de cada máquina como el cirujano conoce los tejidos del cuerpo humano. En las ciudades o en las casas religiosas donde hay Hermanos Coadjutores es facilísimo mandar a arreglar los objetos estropeados. Aquí en las lomas del Polo Norte tiene uno que hacerlo todo, so pena de sucumbir y perecer. Cuando se dice todo, se entiende todo, desde guisar hasta instalar la luz eléctrica.

Al otro lado de la laguna de Kotzebue hay unas colinas repletas de endrinas sin pepitas que maduran en agosto. Yo cargué con la mochila como cualquier eskimal y en pocos días reuní endrinas suficientes para llenar una docena de jarros de mermelada, más veinticinco botellas de jugo muy dulce, como mosto, que sabe a gloria bebido a cualquier hora del día o de la noche.

Aquí la vida es un forcejeo continuo. En vez de esperarlo todo del Padre Procurador, hay que vivir de la tierra con una autarquía que jamás sobrepujarán los economistas modernos de Europa.

Creo haber respondido suficientemente a las preguntas de cómo me las arreglo para vivir solo en estas costas del mar glacial. Si he descendido a detalles minúsculos y muy personales ha sido con el fin de que los aspirantes a Misiones de infieles mediten, ponderen y saquen la consecuencia.

Aquí hay que luchar cuerpo a cuerpo con la vida. Al mismo tiempo hay que conservar y cultivar el buen humor y no perder nunca de vista que es uno Misionero, embajador de Jesucristo en la región que le ha sido asignada.

Al terminar con la brocha o la garlopa se lava uno bien y se toca la campana porque ya es hora de instruir a los catecúmenos en las finezas de amor a Jesucristo que quiso quedarse sacramentado con nosotros para los fines que explican por extenso los tratados de Teología y que el Misionero debe manejar mejor aún que la brocha y la garlopa.

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Rosario Serrano
soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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