¿COMO HONRAR A MARIA?

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455.- ¿Es posible que el culto a María entorpezca el culto de DIOS y lo ponga en segundo término? ¿Hay en el mundo una obra maestra cuya magnífica hermosura haga menguar la admiración que sentimos por el artista? El maestro es siempre más grande que su obra, y nosotros sabemos que lo que hay de hermosura, encanto y virtud en María, espejo purísimo de la Divinidad, se debe a su Maestro, al DIOS infinito. Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en DIOS mi Salvador... Jesús y su Santa Madre vivieron unidos con parentesco de sangre y parentesco de alma llena de Gracia. ¿Y ahora es lícito que la religión de Cristo afloje y rompa estas relaciones íntimas?

456.- Nosotros buscamos solamente a Cristo, dicen los tuertos. También nosotros Le buscamos a Él. ¿Pero es culpa nuestra si, al buscar a Cristo, encontramos siempre a su lado también a María? Ella está junto al pesebre, delante de los Magos del Oriente, en la Huida a Egipto, en la casita de Nazaret, en el Calvario al pie de la Cruz, en la sepultura de Jesús, en la Ascensión, en Pentecostés. Jesús y María se pertenecen: el que haya a Cristo, haya también a María, y los que cesan de honrar a María, dejan también, como lo vemos en la Historia, de inclinar sus rodillas ante Cristo y terminan por mutilarle, desfigurarle, quedándose con un Cristo incompleto.

457.- No hay familia sin madre. Nos lo enseña la Historia: las madres de los hombres eximios siempre fueron recordadas con respeto. ¿Deberemos explicar aún más con qué títulos honramos nosotros a la Madre del Hombre-DIOS, a María? Podemos ver una influencia enorme de las madres en todos los grandes Santos, Sacerdotes: Santa Mónica, la madre de San Juan Bosco...Nunca se opondrá la figura de la Virgen en el camino a Jesús, sino al contrario, es la mejor ayuda; como se opuso en el camino de Jesús hacia los hombres cuando vino a la tierra. ¿Dónde hay un buen hijo que no quiera que se honre a su Madre? ¿Dónde hay un hijo que considera ofensa el que se respete a su madre? Todo lo contrario; yo no entraría gustoso en una casa donde no dejasen entrar a mi madre. No puede tener a DIOS Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre, creo que dijo San Cipriano; y siglos después, creo que San Alfonso María dijo que no puede tener a DIOS por Padre quien no tenga a la Virgen por Madre; y desde luego, no pueden querer bien a Jesús, si no quieren a su Madre; porque Jesús la quiere, mucho más que nosotros a las muestras de sangre.

458.- “Entre las ceremonias de la coronación hay en Hungría una interesantísima y de profundo significado. Cuando el Primado corona al Rey, en la antiquísima iglesia de San Matías y coloca en sus sienes la corona de San Esteban, roza un momento con la santa corona también el hombro de la reina. Y nadie se sorprende por ello, a nadie le parece que por ello se mengüe la autoridad del rey, sino al contrario. La grandeza de la autoridad real ilumina a todos los que le rodean. ¿No es natural que María tenga su puesto junto a Jesús? María no es DIOS, no es Cristo, pero está muy cerca de El, como Hija predilecta, como Madre queridísima y como Esposa Inmaculada del Espíritu Santo, y esta cercanía inspira nuestros homenajes.

459.- Y si alguno afirma, a pesar de todo lo dicho, que el culto mariano nos distrae de la adoración de Cristo, yo le suplico a que se detenga una vez siquiera con espíritu observador, en Florencia de Italia, ante una de las más hermosas imágenes de María, ante el cuadro sin par de la Madonna della Sedia, de Rafael, y examine el rostro transfigurado de la Virgen, al bajar la mirada; se ve que no mira al exterior del Niño, sino que se abisma de lleno en la contemplación del Párvulo divino. El rostro de María en este cuadro es una de las bellezas más sublimes que haya producido jamás el arte humano. Y con todo, mientras miramos a María, de repente notamos que su mirada, embebida en una visión admirable, conduce imperceptiblemente nuestras almas al objeto de la visión, al misterio del Niño Divino. Hay otros cuadros maravillosos en que Jesús en brazos de la Virgen, Ella con su mano apunta al corazón de Jesús; y Jesús, con una mano muestra el suyo, pero con la otra muestra a la Virgen: La Virgen nos dice que hay que ir a Jesús; y Jesús confirma que si, que hay que ir a El, pero por Ella.

460.- Por tanto a la cuestión propuesta de si el culto a la Virgen sirve de obstáculo al culto de Cristo, la respuesta no puede ser sino esta: todo lo contrario. Cuantas veces honramos a la Virgen, honramos a Cristo; Ella no se queda con nada; todo lo presenta a Jesús, mejor que nosotros, porque Le conoce mejor. Nos inclinamos ante María, porque Cristo, el Hijo de DIOS, fue también hijo suyo. Nosotros amamos y honramos a la Virgen María, le presentamos nuestros homenajes y alabanzas. Pero ¿quién ignora que la piedra fundamental, el centro y el fin último, el alfa y omega de toda nuestra religiosidad es su Santo Hijo, Cristo Jesús? El que mire a María siente que su vista reposa en Cristo; el que se dirige a María, sube hasta Cristo. NO adoramos a María, no adoramos más que a DIOS; a Ella le suplicamos, sí, y seguiremos suplicándole también en adelante, con amor cálido y filial, que ruegue por nosotros: Santa MARÍA Madre de DIOS, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

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¿COMO HONRAR A MARIA?

martes, 22 de diciembre de 2009
455.- ¿Es posible que el culto a María entorpezca el culto de DIOS y lo ponga en segundo término? ¿Hay en el mundo una obra maestra cuya magnífica hermosura haga menguar la admiración que sentimos por el artista? El maestro es siempre más grande que su obra, y nosotros sabemos que lo que hay de hermosura, encanto y virtud en María, espejo purísimo de la Divinidad, se debe a su Maestro, al DIOS infinito. Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en DIOS mi Salvador... Jesús y su Santa Madre vivieron unidos con parentesco de sangre y parentesco de alma llena de Gracia. ¿Y ahora es lícito que la religión de Cristo afloje y rompa estas relaciones íntimas?

456.- Nosotros buscamos solamente a Cristo, dicen los tuertos. También nosotros Le buscamos a Él. ¿Pero es culpa nuestra si, al buscar a Cristo, encontramos siempre a su lado también a María? Ella está junto al pesebre, delante de los Magos del Oriente, en la Huida a Egipto, en la casita de Nazaret, en el Calvario al pie de la Cruz, en la sepultura de Jesús, en la Ascensión, en Pentecostés. Jesús y María se pertenecen: el que haya a Cristo, haya también a María, y los que cesan de honrar a María, dejan también, como lo vemos en la Historia, de inclinar sus rodillas ante Cristo y terminan por mutilarle, desfigurarle, quedándose con un Cristo incompleto.

457.- No hay familia sin madre. Nos lo enseña la Historia: las madres de los hombres eximios siempre fueron recordadas con respeto. ¿Deberemos explicar aún más con qué títulos honramos nosotros a la Madre del Hombre-DIOS, a María? Podemos ver una influencia enorme de las madres en todos los grandes Santos, Sacerdotes: Santa Mónica, la madre de San Juan Bosco...Nunca se opondrá la figura de la Virgen en el camino a Jesús, sino al contrario, es la mejor ayuda; como se opuso en el camino de Jesús hacia los hombres cuando vino a la tierra. ¿Dónde hay un buen hijo que no quiera que se honre a su Madre? ¿Dónde hay un hijo que considera ofensa el que se respete a su madre? Todo lo contrario; yo no entraría gustoso en una casa donde no dejasen entrar a mi madre. No puede tener a DIOS Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre, creo que dijo San Cipriano; y siglos después, creo que San Alfonso María dijo que no puede tener a DIOS por Padre quien no tenga a la Virgen por Madre; y desde luego, no pueden querer bien a Jesús, si no quieren a su Madre; porque Jesús la quiere, mucho más que nosotros a las muestras de sangre.

458.- “Entre las ceremonias de la coronación hay en Hungría una interesantísima y de profundo significado. Cuando el Primado corona al Rey, en la antiquísima iglesia de San Matías y coloca en sus sienes la corona de San Esteban, roza un momento con la santa corona también el hombro de la reina. Y nadie se sorprende por ello, a nadie le parece que por ello se mengüe la autoridad del rey, sino al contrario. La grandeza de la autoridad real ilumina a todos los que le rodean. ¿No es natural que María tenga su puesto junto a Jesús? María no es DIOS, no es Cristo, pero está muy cerca de El, como Hija predilecta, como Madre queridísima y como Esposa Inmaculada del Espíritu Santo, y esta cercanía inspira nuestros homenajes.

459.- Y si alguno afirma, a pesar de todo lo dicho, que el culto mariano nos distrae de la adoración de Cristo, yo le suplico a que se detenga una vez siquiera con espíritu observador, en Florencia de Italia, ante una de las más hermosas imágenes de María, ante el cuadro sin par de la Madonna della Sedia, de Rafael, y examine el rostro transfigurado de la Virgen, al bajar la mirada; se ve que no mira al exterior del Niño, sino que se abisma de lleno en la contemplación del Párvulo divino. El rostro de María en este cuadro es una de las bellezas más sublimes que haya producido jamás el arte humano. Y con todo, mientras miramos a María, de repente notamos que su mirada, embebida en una visión admirable, conduce imperceptiblemente nuestras almas al objeto de la visión, al misterio del Niño Divino. Hay otros cuadros maravillosos en que Jesús en brazos de la Virgen, Ella con su mano apunta al corazón de Jesús; y Jesús, con una mano muestra el suyo, pero con la otra muestra a la Virgen: La Virgen nos dice que hay que ir a Jesús; y Jesús confirma que si, que hay que ir a El, pero por Ella.

460.- Por tanto a la cuestión propuesta de si el culto a la Virgen sirve de obstáculo al culto de Cristo, la respuesta no puede ser sino esta: todo lo contrario. Cuantas veces honramos a la Virgen, honramos a Cristo; Ella no se queda con nada; todo lo presenta a Jesús, mejor que nosotros, porque Le conoce mejor. Nos inclinamos ante María, porque Cristo, el Hijo de DIOS, fue también hijo suyo. Nosotros amamos y honramos a la Virgen María, le presentamos nuestros homenajes y alabanzas. Pero ¿quién ignora que la piedra fundamental, el centro y el fin último, el alfa y omega de toda nuestra religiosidad es su Santo Hijo, Cristo Jesús? El que mire a María siente que su vista reposa en Cristo; el que se dirige a María, sube hasta Cristo. NO adoramos a María, no adoramos más que a DIOS; a Ella le suplicamos, sí, y seguiremos suplicándole también en adelante, con amor cálido y filial, que ruegue por nosotros: Santa MARÍA Madre de DIOS, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

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soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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