EXPERIENCIAS

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401.- En una calle de Lima me detuvo un señor y me dijo: - “Usted es el Padre Juan Alvarez, es el mismo que ví hace 30 años en la puerta del Colegio de Guadalupe, con su bolsa, repartiendo volantes con mensajes de Fe práctica, muy sabrosos y sugestivos, que según creo, repartía todos los meses unos cien mil en 90 colegios de la Gran Lima. ¿Sigue haciéndolo?”- “Pues sí - le contesté - seguimos, aunque más reducido”. Y saqué uno y le di. - “Hay que seguir haciéndolos - me dijo - y gracias; hacen mucho bien”.

EL PAPA - Audiencia

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“OS ANIMO A DESCUBRIR EN LA CRUZ LA MEDIDA INFINITA DEL AMOR DE CRISTO".
Palabras del Papa a los jóvenes españoles presentes en Roma para recibir la cruz de la JMJ. - 6 de Abril 2009.

Esta mañana a las 11:00 Benedicto XVI ingresó en el aula Pablo VI del Vaticano, donde lo esperaban unos siete mil jóvenes de la arquidiócesis española de Madrid y del resto de España, que viajaron a Roma para recibir la cruz de la Jornada mundial de la juventud que se celebrará en la capital española en el año 2011.

El Santo Padre saludó de modo especial a los jóvenes, que, al tomar la cruz, confiesan su fe en Aquel que los ama sin medida, el Señor Jesús, cuyo misterio pascual celebraremos en estos días santos. Porque como les recodó, en otra ocasión él mismo dijo que "la fe, a su modo, necesita ver y tocar. El encuentro con la cruz, que se toca y se lleva, se transforma en un encuentro interior con Aquel que en la cruz murió por nosotros. El encuentro con la cruz suscita en lo más íntimo de los jóvenes el recuerdo del Dios que quiso hacerse hombre y sufrir con nosotros". Y añadió textualmente: "Os animo, por tanto, a descubrir en la Cruz la medida infinita del amor de Cristo, y poder decir así, como san Pablo: «vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí» (Ga 2,20):

El Papa les pidió que vayan tras las huellas de Cristo. Porque El es su meta, su camino y también su premio. De ahi que el Papa destacara que en el lema que ha escogido para la Jornada de Madrid, el apóstol Pablo invita a caminar. «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2,7). Porque "la vida es un camino, ciertamente. Pero no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo, meta de la vida humana y de la historia". Después de recordar a los jóvenes españoles que por este camino llegarán a encontrarse con Aquel que, entregando su vida por amor, les abre las puertas de la vida eterna. Benedicto XVI los invitó a formarse en la fe que da sentidoa su vida y a fortalecer sus convicciones, para poder permanecer firmes en las dificultades de cada día. Mientras los exhortó, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepan atraer a sus jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para lo cual les pidió que dejen "que la fuerza de lo Alto" que está dentro de ellos, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo.

Por otra parte, el Obispo de Roma no dejó de recordar a estos queridos jóvenes procedentes de España que este tiempo de preparación a la Jornada de Madrid es una "ocasión extraordinaria para experimentar además la gracia de pertenecer a la Iglesia, Cuerpo de Cristo". Y explicó la importancia y el dinamismo de las Jornadas de la Juventud: Por último, el Santo Padre los alentó a que en estos días tan hermosos de la Semana Santa, que ayer iniciamos contemplen contemplar a Cristo en los misterios de su pasión, muerte y resurrección. Y les pidió que se dejen "invadir" por su fuerza y sabiduría, comunicándola a los demás mientras, bajo la protección de la Santísima Virgen Maria, preparan con dedicación y gozo la Jornada de la Juventud que hará de Madrid "un lugar radiante de fe y vida, donde jóvenes de todo el mundo festejen con entusiasmo a Cristo". Y se despidió de los jóvenes españoles pidiéndoles que lleven el saludo del Papa a sus familias, amigos y compañeros que no han podido venir hoy, y a los que también bendijo de corazón, antes de desearles felices fiestas de Pascua.

LA VIRGEN MARÍA - ¿COMO HONRAR A MARIA?

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Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.


399.- Emerson, filósofo americano, consigna un episodio interesante en un viaje que hizo en autobús. Un día bochornoso de verano subió cansado y sin humor a un auto de finca. Con tedio iba realizando su viaje de media hora. Con el mismo sopor, y sin pensar en nada, estaban sentados también los demás viajeros del coche, cuando en una de las paradas, subió una mujer joven con su hijito, de cabellos rubios y ojos azules. Apenas se hubieron sentado en un rincón del coche, cambió del todo el humor de los pasajeros. Como si todas las preguntas, sonrisas, carcajadas del inocente niño trajesen el aire del paraíso perdido a los hombres cansados por el camino de la vida. Y la madre sonreía con tanto encanto y amor a su hijito, y le hablaba con tal cariño, que la mirada de todos se clavaba en ellos y un calor extraño derretía los corazones, sumidos antes en la indiferencia.

400.- El autobús que los astrónomos llaman Tierra iba corriendo, hacia ya millares de años, con millones y millones de viajeros: hombres agotados, maltrechos, sumidos en la indolencia, que ni sabían a dónde iba el coche … cuando un día, hace más de dos mil años, subió a él una Madre joven" y Virgen Inmaculada, "teniendo en sus brazos a su Hijito, rubio y sonriente; y apenas ocupó un asiento en un rincón del coche, allá en la cueva de Belén, el alma de los viajeros se sintió caldeada por un fuego jamás sentido, y el corazón, antes indiferente, recibió nuevas fuerzas, como por engaño, de una belleza y ternura desconocidas. Y desde aquel día, la Madre Virgen y el hijo viajan siempre con nosotros e irradian un encanto indecible y una fuerza de aliento que refrigera las almas cansadas en las luchas de la vida.

401.- No se puede hablar mucho de Jesucristo sin extenderse también de su Madre siempre Virgen. No es posible dar a conocer la doctrina de Cristo, el Cristianismo, sin mencionar a la Virgen Maria. Es la Virgen Santísima quien comunica hermosura, fragancia y encanto al cristianismo. El la es la antorcha de la gruta de Belén, la estrella más hermosa de la noche santa. Su murmullo es la más dulce Gloria. Nazaret no sería el hogar de Jesús si en este Hogar no encontráramos a su Madre y al Arcángel; el Gólgota no seria tan admirablemente conmovedor si Jesús no hubiese plantado junto al árbol de fa cruz el lirio del valle, el primero regado por la sangre preciosísima, o esa rosa que sube por el árbol y florece en sentimientos de dolor.

402.- La Virgen santísima logra el primer milagro, recorre la primera el camino de la cruz, encierra en su corazón la fe puesta en el Hijo muerto y en su obra; es la primera que besa, con el deseo y el consuelo de la felicidad eterna, las llagas de Jesús; hace, sola Ella, la vigilia de la primera resurrección. Ella sola esperó 33 años antes al Verbo en la noche de la Anunciación; Ella sola Le recibió en la Navidad de Belén; Ella sola le aguardó en el amanecer de la Pascua Florida.

403.- Nació de Maria Virgen, así rezamos en el Credo. El Credo no contiene sino estas cuatro palabras, a Ella referentes: Nació de Maria Virgen. Breve frase, pero su contenido es tan profundo que nunca terminamos de admirar": El culto a la Inmaculada siempre Virgen Maria "es un árbol de magnífica fecundidad, que se despliega y difunde su fragancia con miles y miles de notesperfumadas en nuestros templos, en nuestros cánticos, en nuestras imágenes, en nuestras fiestas, en nuestros santuarios, centros de romería. ¿De qué raíces se alimenta? Por ser la Madre de DIOS y porque la Sagrada Escritura, Palabra de DIOS, nos inculca su culto.

404.- La Madre de DIOS. Como un gigantesco árbol lleno de bendiciones extiende sus ramas el culto de Maria sobre todo el mundo católico; y la raíz última del árbol inmenso, la raíz por donde toma su savia la vida, es esta breve frase: creo en Jesucristo...que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa Maria Virgen. Todo el culto templado, gracioso, poético con que las almas católicas se inclinan ante María, brota de nuestra creencia en Cristo.

404.- Resumo en unas breves frases todo cuanto creemos de María, siempre Virgen. La Virgen Maria es Madre de Jesucristo, por lo tanto es Madre de DIOS; Madre, y con todo, siempre Virgen; Madre de un Hijo único, Jesucristo, el cual fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, no por obra de varón como los demás hombres. La Virgen Maria, precisamente por su dignidad de Madre de DIOS, fue preservada por DIOS aún de la culpa original, de modo que nació y vivió exenta siempre de toda clase de pecado. he aquí en breves palabras nuestra fe tocante a María.

405.- Es interesante la manera de cómo salió de un atolladero un cierto orador de la antigüedad. Tuvo que hacer un discurso referente a Felipe de Macedonia; mas no alabó las cualidades de gobierno, ni las dotes guerreras de Felipe, sino que, con voz emocionada, dijo estas palabras: Basta decir de ti, Felipe, que has sido el padre de Alejandro Magno"; vencedor en muchas batallas, pero vencido por la gula.
También nosotros podríamos tratar largamente de la Virgen Maria, de la hermosura de su alma, de sus virtudes, de su amor a DIOS, de su prontitud al sacrificio; pero la ensalzamos de modo más digno diciendo: Basta decir de Ti, Virgen Santa, que fuiste la Madre de Jesús.

406.- Extraña un poco ver lo poco que habla la Sagrada Escritura de la Virgen María. Pocas veces se la menciona en los acontecimientos. En cambio, las pocas bases que se refieren a Ella son más que suficientes para probar la legitimidad del culto que le tributamos. Porque aquellas frases escasas afirman tales glorias de Maria, que nadie puede decirlas mayores: Y Jacob engendró a José. El esposo de Maria, de la cual nació Jesús, por sobrenombre Cristo, San Mateo 1,16. Y en San Juan 1,14: Y el Verbo se hizo carne, es decir, el que recibió de Maria carne mortal es el Hijo eterno de DIOS. De modo que María es Madre de DIOS.

407.- ¡Qué palabras tan sencillas y, con todo, tan llenas de consecuencias! De la cual nació Jesús, esto es todo. ¡Esta mujer es tan grande, tan llena de gracia, tan admirable, tan santa, que puede ser Madre de DIOS! También Ella es hija de Adán; pero es tan conforme al pensamiento de DIOS, que quiso el Señor su cooperación, en lo más sublime del mundo: la Encarnación del Verbo.

FELIZ ANIVERSARIO 42 DE SACERDOCIO

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MUCHAS FELICIDADES DE TODO CORAZON
SERVIAM

MISIONES - 28 AÑOS EN ALASKAPOR SEGUNDO LLORENTE, S.J.(continuación)

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ACERCANDONOS AL POLO NORTE

Regreso a Alaska Al cabo de dos años de permanencia con los eskimales de las riberas del Yukón, fui llamado a los Estados Unidos con el fin de hacer allí la Tercera Probación, algo así como los últimos retoques que la Compañía de Jesús da a sus noveles sacerdotes antes de echarnos definitivamente a volar por esos mundos.

Fue un año de paz espiritual adquirida en el silencio de la Casa de Retiro; paz que se vio alterada con frecuencia por el ruido ensordecedor del rodar interminable de trenes, autos, tranvías y otros vehículos que hacen en los Estados Unidos la vida poco menos que insoportable. Después de una visita a dos Comunidades de Religiosas mejicanas en California, terminada felizmente la Tercera Probación, me embarqué de nuevo con rumbo a mi querida Alaska. Esta vez el viaje no me impresionó tanto como cuando lo hice por primera vez. Casi me atrevería a decir que ni siquiera me impresionó.

Costas abruptas salpicadas de cumbres coronadas de nieve, pasaban por la retina de mis ojos sin dejar la más mínima impresión. Villorrios de pescadores, aldeas del interior, Anchorage, minas de oro, Fairbanks, el Yukon... nada me impresionó. Cerrado en el camarote, pude dormir unas siestas más largas que un día de lluvia en una caseta mal retejada.

De Akulurak a Kotzebue.

Al llegar a Nulato me echaron el alto y tuve que bajar del vaporcito fluvial que marchaba agua abajo camino del Estrecho de Bering. El P. Superior de la Misión me estaba esperando en Nulato para decirme que había decidido cambiarme el destino de Akulurak. Yo debía descansar otro poco con otras siestas más largas aún que las pasudas, y luego debía esperar al primer aeroplano que volara en dirección norteña. Allá, encima del Círculo Polar, casi a un tiro de piedra del Polo Norte, está una aldea que llaman Kotzebue. Tiene una casita muy maja y una iglesia también muy maja, pero no tiene misionero. Y yo iba a ser el misionero de Kotzebue.

Con las maletas aun en la mano envié mentalmente y en una fracción de segundo mi adiós de despedida a mi inolvidable Akulurak. Aquel sitio lo apellidé «el suspiro del moro», pues no creo que el asendereado Boabdil sintiera despedirse de Granada más que sentí yo despedirme de Akulurak. Mc esperaban en Akulurak diez cachorros formidables que yo había medio domado, y que quedaron llorando cuando yo marché. Me esperaban sesenta huerfanitas y cuarenta huerfanitos, que deseaban danzar al compás de un acordeón nuevo que llevaba en el baúl. Me esperaban cinco Madres Ursulinas, que ya se estaban preparando para hacer, los Ejercicios, donde esperaban oír maravillas acerca de Santa Teresa, San Ignacio, San Juan de la Cruz y otros Santos españoles de nombradía.

Me esperaban los aldeanos de los contornos, que ansiaban volver a escuchar mi eskimal desastroso, con el que les imitaba sus sonidos infrahumanos. Me esperaban los ajedrecistas de la Misión, confiados en que al cabo de un año de no jugar me podrían dar a mansalva las palizas más soberanas. Y yo esperaba con ansia ver de nuevo todo esto... y no me fui dado. Akulurak es un oasis, y yo debía emprender rumbos nuevos por desiertos desconocidos. Descansé tres días en Nulato. Allí me enteré de que tres aldeas del Yukon habían sido abandonadas por imposibles, como Babilonia, que no quiso ser sanada.

Desde que se abrogó la ley seca, el aguardiente está arruinando estas comarcas. En los alma-cenes se venden litros de licor sin descanso. Como el organismo de los eskimales es mucho mas débil que el nuestro, bastan dos copas para derribar por tierra al eskimal más forzudo. Total: que la borrachera está diezmando la población. El eskimal ya no compra calcetines, ni harina, ni café. Compra aguardiente y se emborracha, y emborracha a la mujer y a los hijos.

En el cementerio de Nulato había docenas de cruces que marcaban el yacimiento de niños inferiores a dos años. La sangre de los padres está alcoholizada. Al niño no le queda más salida que morirse de anemia. Todos los esfuerzos para poner fin a la borrachera resultan inútiles. La única solución era ahorcar al almacenista blanco que vende aguardiente a los indígenas. Pero eso no se puede hacer, por dos razones: lo prohíbe el quinto mandamiento, y, aunque no lo prohibiera, los Estados Unidos creen aún en la democracia.

Volando sobre el Circulo Polar

Por fin llegó el aeroplano. Era un aeroplano pequeño rojo, rojo, como si acabara de ser teñido en sangre. El aviador era ateo, pero me dijo que me Llevaba de balde porque su mujer, judía, lo había amenazado con el divorcio el día que cobrara un céntimo a un misionero católico. Kotzebue estaba fuera de su ruta; pero sentía una satisfacción inmensa de poder rodear 100 kilómetros y dejarme sano y salvo en Kotzebue. Y así fue.

Me senté en el pescante, y nos remontamos por los aires a 3.000 metros de altura. Debajo se veían pasar colinas, valles, llanuras, lagos, rías que zigzagueaban en todas direcciones, basta que al cabo de dos horas nos vimos sobre la bahía de Kotzebue. En los mapas que llevábamos pude ver el sitio exacto por donde pasa esa línea imaginaria que llamamos Círculo Polar. «Adiós» le dije al Círculo; y continuamos en nuestro vuelo. Cincuenta kilómetros encima del Círculo pude ver extendida a lo largo de la costa la famosa aldea de Kotzebue: la más famosa de todas estas aldeas, aunque en España sea perfectamente desconocida.

Al volar en círculos concéntricos sobre la aldea, se veían grupos de personas que corrían al aeródromo. Al aterrizar me vi enfrente de caras eskimales nuevas para mí. Les saludé con el eskimal del Yukon, pero no me respondieron. Aquí hablan un dialecto para mí ininteligible. ¡Vaya por Dios; hay que arremeter con otra lengua! Eran las once de la noche cuando llegamos, pero se veía perfectamente, pues aquí no se pone el sol en el verano, es decir, en el mes de junio. En julio se puede rezar el Breviario a media noche paseando fuera de casa. En el invierno se vuelven las tornas, y no hay luz solar fuera de unas horas hacia el mediodía.

Mi Nueva Casa

Entré en casa y tomé posesión de ella; y lo mismo hice con la iglesia. No dormí, aunque me acosté unas horas, y después de Misa me puse a ordenar la vivienda. Se entenderá fácilmente el estado lamentable en que la encontré, si digo que tardé cincuenta y siete días justos en ordenarla y en hacer de ella una morada decente. Fui menester algún trabajo de carpintería. Yo en mi vida había cogido un martillo; pero la necesidad es la madre de la invención.

Con serrotes, tenazas, martillos, clavos y madera mejor o peor vestido de mono como un marxista de Madrid, hice unos armarios, y unas alhacenas, y unos bancos que, después de pintados, parecían recién comprados en alguna almoneda. Lo importante fue que di feliz remate a toda la obra con un solo martillazo en el pulgar izquierdo. Y aun ese martillazo no fue cosa mayor. Me acordé (le lo de «ciento en el clavo y uno en la herradura». En un cobertizo trasero; repleto de trastos inútiles, me encontré con las alas del famoso aeroplano “Marquette”, el que se estrelló en octubre de 1930 con la muerte de dos misioneros y el piloto. Se estrelló a trescientos pasos de aquí, ante la aldea toda que se había congregado para verlos elevarse. Lo peor del caso es que el accidente ocurrió sin necesidad de que ocurriera.

El P. Walsh nunca había volado. El P. Superior le invitó a dar un vuelecito de diez minutos y... ¡cataplum! Me cuentan que a los infelices no les quedó un hueso sano: los ojos fuera de las órbitas, etc., etc. Al día siguiente se heló la bahía, cayó una nevada regular, y todo siguió como si no hubiera ocurrido nada. Las alas del artefacto están aquí en mi cobertizo. Cada vez que las miro me llenan de escalofríos; creo que las voy a quemar. Desde el accidente de aeroplano hasta mi llegada pasaron por aquí nada menos que ocho misioneros, uno tras otro, y ninguno echó raíces. El Sr. Obispo sin duda para halagar mi vanidad me aseguró que ésta es la Misión más dura de Alaska. No por el frío en Alaska el frío se da por supuesto, ni por la lejanía, pues el aeroplano ha puesto fin a las distancias, sino por la gente. La gente es la que ha puesto en fuga a los Misioneros.

Las Minas de Oro y los cuákeros.

En 1898 se descubrieron por aquí varias minas de oro. Miles de blancos se esparcieron por estas latitudes en busca del precioso metal. Se abrieron almacenes y se armaron buques especiales que transportaban mercancías a estas playas del fin del mundo. Hoy el oro ha desaparecido casi por completo; pero aún quedan yacimientos acá y allá donde viven hombres barbudos embrutecidos por el trabajo y la vida semisalvaje. Algunos cuákeros, restos desligados de algo que fue protestante, vieron que aquí no había iglesias de ningún género. Se sintieron apóstoles y abrieron una Misión en cada una de estas aldeas.

El código que predicaban no tenía más que tres artículos:I. ° Pagar diezmos a la Iglesia de Dios. 2. ° No jugar, no beber, no bailar, no ir al cine, no reírse. 3. ° Los cuákeros, y sólo ellos, se salvan. Los demás se condenan. Cuando en 1929 abrieron aquí los Jesuitas una Misión, se añadió un cuarto articulo al código de marras: «Los católicos son demonios disfrazados de hombres.» Y estos pobres eskimales han venido pagando diezmos a estos aventureros del dólar por espacio de cuarenta años. Si cazan diez zorras, una es para el cuákero predicador. Si cazan una y la venden por veinte dólares, dos son para el misionero, etc., etc. Cuando un misionero se hace rico, deja el puesto a otro, y éste a otro, etc., etc.

Lutero no soñó que sus premisas llevaban forzosamente a estas conclusiones como los cuákeros son el pueblo escogido, no necesitan bautismo. Nacen como ángeles y no necesitan ser lavados. Todos los eskimales de estas comarcas, hasta 1929, murieron sin el bautismo. Para suplir la falta de altares, velas, incienso y Sacramentos, se da poder a todos y a cada uno de los eskimales para predicar la Palabra de Dios en el templo. Y así es que en las reuniones religiosas se levantan a exponer a los demás el medio más rápido de asegurarse la salvación. Pero como el corazón humano necesita algún consuelo, algo de regocijo, diversiones y demás, y como el código cuákero prohíbe todo esto, muchos eskimales mandaron el código a paseo y se fueron al otro extremo, llenando las aldeas de borrachos y de hijos ilegítimos.

La Misión Católica

En 1929 se abrió esta casa. A los dos años había en el registro 123 bautismos, contando niños. Todas las almas sinceras vieron la diferencia y se nos vinieron con los brazos abiertos. Pero a los demás les halagaba demasiado la idea de que eran el pueblo escogido, el arca de Noé, fuera de la cual se ahoga todo el mundo. Por eso se quedaron. Además, en nuestra iglesia no les estaba permitido levantarse los domingos durante la Misa y exponer algún pasaje del Deuteronomio a los circunstantes. Por eso se quedaron. Claro que los diezmos son en si cosa peliaguda; pero prefieren seguirlos dando.

Cuando el demonio echa la zarpa, agarra que se las pela. Hoy Kotzebue es esto: una aldea de 350 habitantes; 40 blancos ateos, 80 católicos y el resto nada. Todas las tardes vienen las indias a enseñarme la lengua de la región. Cuando nos cansamos de pronunciar sonidos duros y de escribir palabras larguísimas, me cuentan con detalles cien episodios de la vida de estas gentes. Cuando se estrelló el aeroplano, los cuákeros aplaudieron y dieron gracias a Dios, que les había escuchado sus peticiones. Las peticiones eran que Dios barriera la faz de la tierra o por lo menos de la faz de Kotzebue a todos los demonios católicos.

Al sacar de entre las ruínas del aéreo plano los cadáveres los católicos estaban pálidos de asombro; los cuákeros se daban con el codo y se reían a carcajadas. En especial se reía de una mujer muy gorda que vive detrás del almacén indígena, casada con un inglés que no sabe leer. También a los principios, los cuákeros nunca pasaban por delante de la iglesia católica; y cuando se veían forzados a hacerlo, lo hacían con la cara vuelta al lado opuesto. De vez en cuando creían dar gloria a Dios rompiendo un par de cristales al misionero católico para que entrase la nieve y el misionero se fastidiara y se marchase.

En la ingle cuákera se discutió todo un año como arreglárselas para que ningún eskimal se hiciera católico. Las calumnias adquirieron tal magnitud, que el Padre Walsh de 29 años de edad visitó al misionero cuákero. Le agarró por las solapas y le retó a salir a la calle y resolver el problema a mojicones. El cuákero, lleno de hijos, se amedrentó y amainó. Al P. Walsh le veían algunas veces llorar en silencio. Tuvo que levantar la casa él solo; dormía en un cobertizo sacudido por la borrasca. Y comía tocino de ballena, que a los blancos nos apesta.

Tengo para mí que la muerte repentina en el aeroplano le llegó para verdadero alivio de penas. Hoy aquí yo estoy como un príncipe. Junto a la puerta tengo un bastón, con el que he amenazado romper el cráneo al primero que me rompa un cristal. Ningún cristal ha sufrido desperfecto alguno. Por las tardes doy un paseo por la playa con el bastón y los cuákeros cobardes, meten la barbilla en el pecho, temerosos de que se me ocurra empezar a bastonazos. El resultado ha sido muy famoso; veinte pasos antes de llegar a ellos sacan una sonrisa forzada y me saludan. Yo les enseño la dentadura recién acepillada, que los mismo puede ser sonrisa infantil que amenaza de mastín. Son como niños, con una mentalidad primitiva, y hay que tratarlos como a tales.

La casa esta ahora limpia que da gustos. Techos, ventanas, paredes, puertas, todo esta pintado. No había dormitorio. En la cocina había un camastro tirado en un rincón, y allí dormían. Ahora el camastro es una cama decentita repleta de mantas, oculta entre tabiques de cartón pintado a la moderna. En los plúteos hay nada menos que 950 libros. Están todos muy bien ordenados, los plúteos pintados de azul, y debajo de los libros hay hileras de revistas antiguas y modernas que nos trae el correo dos veces al mes. El número de folletitos píos y devocionarios es inferior únicamente al de las arenas y de los mares. Hay unos 50 kilogramos de estampas y otros tantos de medallas. En los desvanes hay trompetas, dos tambores con los palillos respectivos, máscaras por docenas, y así de otras superfluidades. Cada misionero dejó bastantes huellas. Tengo varios catecúmenos instruyéndose.

Los domingos cantan las mozuelas una Misa que da gloria oírla. En los bancos se sientan unas 60 personas. Por la tarde hay Bendición con el Santísimo, y cantan Tantum Ergo como lo harían triples de coro. Tienen unas voces admirables.

Mis Dos Consuelos

Dos cosas que me consuelan aquí sobremanera. La primera es que Kotzebue es la estación católica más norteña de Alaska. Sin embargo de estar tan remota, hay aquí una iglesia con su lámpara y su sagrario. Se esponja al cantar en la Misa, con los brazos extendidos, el Adveniat Regnum tuum, venga a nos el tu reino, hágase tu voluntad, etc. Luego por la noche, da gusto orar ante el altar a solas, a dos pasos del sagrario. Allí es donde se forjan nuevas tácticas de ataque para derrotar a Satanás. Las tácticas son muy sencillas: se pide a Jesucristo que Él nos traiga.

Y Él se encarga de traerlos. El misionero del martillo, y con él Jesús los martillazos. Debo confesar aquí que lo de romper cráneos a bastonazos no me fue inspirado en el altar, sino ante las ventanas, que tienen los cristales muy majos. Pongamos las cosas en su punto. La segunda cosa que también me consuela mucho es el silencio del lugar. Cuando me acuesto tengo la seguridad completa de que ningún ruido me va a perturbar el sueño. No ha habido esto más que una excepción. Una noche me despertaron unos golpes terribles a la puerta. Creí que se trataba de la Extremaunción; pero no: se trataba de una india que venia miedosísima porque su hermano estaba borracho y quería suicidarse. Tal vez si yo elevara al cielo algunas oraciones cesaría la borrasca. Prometí elevarlas, y reanudé el sueño interrumpido. Claro es que en semejantes casos dan ganas de enfadarse; pero con los eskimales no conviene enfadarse. Y fuera de aquella noche, siempre he podido dormir de un tirón sin obstáculo de ningún género.

En mis viajes por los Estados Unidos, el ruido crudelísimo hizo riza en mis nervios, y llegué a cobrar al tráfico verdadero pánico. No es como en España. Los yaquis tienen matriculados 32.000.000 de automóviles. He visto carreteras de doble fila de autos que se atropellan o poco menos por espacio de 20 ó 30 kilómetros cerca de las ciudades. Las calles son un infierno día y noche. Dentro de las casas tampoco hay silencio: el teléfono y la radio se encargar de romperlo. La pobre alma revolotea como pajarillo entre aves rapiña, buscando en vano una salida que no aparece. Cuando aterricé en Kotzebue me pareció soñar. Silencio, paz, sosiego, tranquilidad, bienandanza. Estoy solo, pero prefiero estarlo. Así puedo leer, estudiar la lengua, guisar, visitar a los cristianos, escribir cartas siempre y cuando me parezca oportuno. Este privilegio se me antoja tan inmenso, que a veces creo ser un niño mimado. Pocas personas en el mundo gozan de semejante privilegio. Después de comer, toco el acordeón para digerir con toda paz las chuletas de reno o las rajas de salmón. El resultado ha sido que, con el dormir tranquilo y digerir aún más tranquilamente, me voy poniendo gordo aquí, junto con el Polo Norte, donde uno creería que la vida es imposible. Entre tanto, los pobres misioneros chinos viven entre dos fuegos, y los sacerdotes españoles de la zona roja son cazados como conejos. Hoy día el lugar más seguro es el Polo Norte; y mientras más cerca del Polo, mejor.

TEOLOGIA 2 : TEMA 9

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A.- Biblia: Persecusiones 5ª a 9ª.
B.- Teología: Deberes del 1º Mandamiento

A. Biblia: Persecusiones 5ª a 9ª.

205. 5ª Persecución. En el año 203 bajo Septimio Severo. Al principio se mostró favorable a los cristianos. Pasado poco tiempo, dictó un nuevo edicto de persecución, por el que reaparecían los tormentos y suplicios; ésta fue más general y sangrienta llegando hasta la península Ibérica, España y Portugal, donde las anteriores, apenas si se había notado.

206. Destacan los mártires San Ireneo de Lyón, llevando por el mismo camino a veinte mil cristianos, que enrojecieron con su sangre, calles, plazas, anfiteatro y el río Saona.

207. También en África, Cartago, ocurrió algo parecido, destacando a la cabeza, las Santas Perpetua y Felicidad, que fueron delante de un buen grupo de cristianos, con la inmensa alegría de morir por DIOS.

208. Uno de los apologistas o defensores de aquella época, escribía: “Somos de ayer y llenamos ya vuestras ciudades, vuestros campos y fortalezas, el Palacio y el Senado; solamente os hemos dejado los templos. Siendo como somos numerosos, podríamos recurrir a las armas, sobre todo nosotros que no tememos la muerte, si no fuera porque según nuestras máximas, debemos morir antes que matar. ¿Qué hacemos para que merezcamos la muerte? Vosotros que juzgáis a los criminales, hablad. ¿Hay entre ellos uno solo que sea cristiano? Tráigase para vuestra prueba el registro de los tribunales. Atormentadnos, torturadnos, aplastadnos; vuestras más refinadas crueldades no servirán para nada, porque cuanto más nos matéis, más nos multiplicaremos. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Así escribía Tertuliano. Y también destacaron en defensa de la Fe, San Justino y Orígenes.

209. 6ª y 7ª Persecución. Fueron bajo los emperadores Maximino, año 237 y Decio, año 250. El edicto de Maximino iba dirigido principalmente contra los Obispos y Sacerdotes, que se vieron perseguidos con el más extremado rigor, destacando entre los mártires, los Papas San Ponciano y San Antero, el antiPapa San Hipólito, que antes se reconcilió con San Ponciano y murió mártir; y también, la virgen Santa Bárbara.

210. Con Decio ocurrió una de las más sangrientas persecuciones. Entre los diversos mártires que mandó al Cielo, se cuentan el Papa San Fabián, el Obispo de Antioquia San Babilas, el Sacerdote de Esmirna San Pionio,y la distinguida virgen de Palermo, Santa Águeda. Un niño de Cesárea, Cirilo, fue entregado al juez por su propio padre, al ver la inutilidad de sus esfuerzos para hacerle apostatar; la gente lloraba al verle ir al martirio tan joven, y les decía: en lugar de llorar, os alegraríais conmigo si conocierais la esperanza que me anima.211. 8ª y 9ª Persecución. Con Valeriano, el año 257 y Aureliano en el 274. Destacan sobre todo en la 1ª los mártires romanos San Tarsicio, niño, el Papa Sixto 2º y su Diácono San Lorenzo. En Cartago de África, el Obispo San Cipriano; y en España, San Fructuoso, Obispo de Tarragona y sus Diáconos Augurio y Eulogio.

212. San Lorenzo era el primer Diácono de Roma y era el depositario de las limosnas destinadas a socorrer a los pobres. Debido a que los perseguidores ambicionaban estas riquezas, en ese caso, como en otros muchos, tuvieron la precaución de repartirlas antes entre los más necesitados.

213. En el caso de San Lorenzo, viéndose el prefecto de Roma burlado, se enfureció, lo mandó azotar cruelmente, y después lo mando tender sobre unas parrillas al rojo vivo. El mártir, en oración, no dejó salir ninguna queja; más bien, pasado un rato, dijo al prefecto: ya estoy bastante asado por ese lado; vuélveme del otro, y come si quieres. Expiró rogando por la conversión de Roma.

214. En su recuerdo, el rey de España Felipe 2º, en el siglo 16, conmemorando una victoria sobre los franceses en San Quintín, hizo construir el famoso Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, al noroeste de Madrid, en el extremo de la sierra de Guadarrama, en forma de parrilla. Aquí se retiró él para su encuentro con DIOS, y aquí están los panteones de los últimos reyes.215. Con el emperador Aureliano, al principio se mostró benigno con los cristianos, pero después, desencadenó otra persecución que duro poco, por morir a los 8 meses. Fue martirizado el Papa San Félix 10.

B.- Teología: Deberes del 1º Mandamiento

216. Deberes del primer Mandamiento. Ordena amar a DIOS sobre todas las cosas; adorarle a El solo, con suma reverencia de cuerpo y alma, creyendo y esperando en El con fe viva. Éxodo 20,2-3: Yo soy el Señor, DIOS tuyo. No tendrás otros dioses delante de mi. Deuteronomio 6,5: Oye, Israel el Señor nuestro DIOS es un solo Señor. Amarás, pues, al Señor tu DIOS, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. En San Mateo 22,37-38 nos presenta cómo lo confirma Jesucristo.

217. Comprende. Creer en Dios y en cuanto nos ha revelado; esperar en El; amarle con todo nuestro corazón; adorarle a El solamente, por su excelencia infinita y supremo dominio sobre todas las criaturas.

218. El deber de la Fe. Si nos fiamos de las personas, con más razón debemos fiarnos de DIOS, prestando homenaje a su suprema Veracidad. Nos obliga a creer firmemente todas las verdades reveladas por DIOS y enseñadas por la Iglesia, en virtud de la autoridad del mismo DIOS que revela, y del magisterio Infalible de la Iglesia que nos las enseña, querido por Jesucristo. Tenemos que creer necesariamente para salvarse: que hay un solo DIOS creador de todas las cosas y que las conserva con su divina Providencia; que existe otra vida donde Dios premia a los buenos y castiga a los malos que no han querido arrepentirse; y posiblemente desde la predicación del evangelio, en la Santísima Trinidad, La Encarnación, y la Redención.

219. También hemos de creer si lo llegamos a conocer: el Credo, los Mandamientos de DIOS y la Iglesia, los Sacramentos y el Padre Nuestro. El motivo por el que tenemos que creer, es la suprema veracidad de DIOS, que no puede engañarse por ser infinitamente Sabio, ni puede engañarnos por ser infinitamente Bueno. El testimonio del hombre es falible; el de DIOS, es infalible; por eso nos da certeza absoluta.

220. Tenemos obligación de hacer muchos actos de Fe desde el uso de razón, internos y externos: a lo largo de la vida, en las tentaciones y a la hora de la muerte. También obligación de profesarla públicamente cuando lo exija la gloria de DIOS o el bien de las almas. También la obligación de no negarla jamás, aún con pérdida de la vida física: San Mateo 10,28; San Lucas 9,24.

221. El deber de la Esperanza. Esperar, confiar. Nos obliga a esperar en DIOS con firme confianza, porque El lo ha prometido, y es fiel, y puede cumplir, cosa que no siempre nos pasa a los hombres. Tito 1,2.

222. Esperamos en la Vida o Gloria Eterna del Cielo y en los medios para alcanzarla: promesas de Cristo, la Iglesia, La Virgen, el Perdón, la Gracia, los Sacramentos.

223. Nuestra esperanza es firme por apoyarse en la omnipotencia y bondad de DIOS que puede y quiere darnos los bienes que ha prometido; en su fidelidad en cumplir las Promesas hechas, por los méritos de Cristo, y las buenas obras.

224. También tenemos obligación de hacer muchos actos de esperanza en la vida y en la muerte, combatiendo con todas nuestras fuerzas la desesperación.

225. El deber de la Caridad. Amar a DIOS con todo nuestro ser, sobre todas las cosas, más que a nadie, por ser El quien es, Bondad infinita. San Mateo 10,37. También hemos de amar al prójimo como a nosotros mismos, y como Jesús nos ha amado.

226. Amamos a DIOS por sí mismo, porque es infinitamente Bueno, y al prójimo, por el amor de DIOS. 1ª corintios 13; San Mateo 22,34-40. El amor de benevolencia sólo busca el bien del amado. Nos ha creado y dado todo, sin ninguna necesidad, para hacernos felices, comunicándonos su Gloria. También por los beneficios que continuamente nos está concediendo, y los inmensos premios que nos promete.

227. Tenemos obligación de hacer muchos actos de Caridad. Cuantos más, y más desinteresados, mejor. Su amor nos lo está demostrando continuamente. Nosotros a El se lo demostramos en el cumplimiento de los Mandamientos. San Juan 14,15.21.

228. El deber de la Religión. Nos obliga a dar a DIOS el culto supremo que es el de adoración estricta o latría. Adorar a DIOS es tributarle suprema reverencia, que sólo a El es debida por su excelencia infinita y supremo dominio. Es el culto propio del y al Creador, y no puede darse a ninguna otra criatura. Este culto se lo debemos a DIOS por derecho natural, porque Le pertenece; y por derecho divino positivo, por estar mandado expresamente en el Deuteronomio 6 y Salmo 95(94), 6.

229. Cuando DIOS prohíbe hacer imágenes y postrarse ante ellas, se refiere a las imágenes de los ídolos o falsos dioses, que siempre han abundado, y que son seres irreales; pero no ante los Santos que son personajes históricos y reales, que por sus buenas obras, merecen una reverencia y honor, y nos ayudan con su intercesión. El mismo DIOS mandó que se hicieran imágenes de Ángeles, para ponerlas sobre el Arca de la Alianza.

230. Extensión del culto de adoración. Se extiende a Jesucristo, a su Sagrada Humanidad; a su Sacramento donde está presente, real y verdaderamente Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; a la Cruz, por su relación con la Pasión, así como a todos los instrumentos que tuvieron contacto físico.

231. A los Ángeles y Santos, les damos culto de dulía o veneración de forma general; a San José de protodulía, o veneración singular, el 1º entre iguales; y a la Virgen, por su condición de Madre de DIOS, el de hiperdulía o veneración especial. Y se bendicen las cosas, casas, lugares y todo lo que sea de uso humano, para que ayuden al verdadero progreso del alma y del cuerpo, para la Gloria de DIOS, en esta vida, y sobre todo, en la otra.

232. Catecismo del 2083 al 2109.

TEOLOGIA 2 : TEMA 8

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A.- Biblia: Persecusiones 3ª y 4ª.
B.- Teología: Mandamientos de la Ley de Dios.

A. Biblia: Persecusiones 3ª y 4ª.

178. Empezó hacia el año 106, promovida por el emperador español Trajano; duró menos tiempo que la anterior, pero fue más dilatada. Plinio el joven, gobernador de Bitinia, había consultado al emperador sobre la donducta que había de seguir respecto a los cristianos. entre otras cosas, decía: “Todo su crimen consiste en cantar himnos en honor de Cristo. Son numerosos; los hay de toda edad y estado, tanto en las poblaciones como en el campo, de modo que los templos de nuestros dioses se ven casi desiertos. Por lo demás, su vida es pura e inocente”.

179. Trajano le contestó que no debía andar en averiguaciones en relación con los cristianos; sino que si eran acusados y convictos de serlo, debía condenarlos a muerte.

180. Observamos que contra todo derecho, y más en el romano, se les condena por el hecho de ser acusados, prohibiendo toda indagación. Pilatos, con Jesús, preguntó algo, se convenció de su inocencia, y a pesar de todo, le condenó.181. Mártires principales. Fueron San Clemente, Papa, en Roma; San Ignacio, Obispo, en Antioquia, famoso por su gloriosa carta a los Romanos, pidiendo le dejaran ir al martirio, y San Simeón, sucesor de Santiago en Jerusalén, de 120 años de edad.

182. El siguiente emperador, Adriano, se mostró más tolerante, pero también hubo muchos mártires, debido al furor de otros gobernadores, que apoyados en leyes no derogadas, se aprovechaban y se enriquecían con lo confiscado. En esta persecución destaca Santa Sinforosa y sus 7 hijos.

183. Cuarta persecución. Fue en el año 166 con el emperador Marco Aurelio. Prevenido contra los cristianos por las calumnias que se divulgaban, renovó los edictos de persecución anteriores.

184. Destacan los mártires de Roma con la ilustre viuda Santa Felícitas y sus 7 hijos; el filósofo San Justino, que al convertirse al cristianismo, puso al servicio de la fe su misma academia, siendo gran apologista o defensor del cristianismo; la virgen Santa Cecilia. En las Galias, Francia, San Sinforiano de Autún, y San Potino, primer Obispo de Lyón.

185. Sobresale san Policarpo de Esmirna, en Asia Menor, Obispo martirizado bajo el reinado de Antonino Pío. Ante la invitación que le hacían de renunciar a la fe, a cambio de su libertad, contestó: “hace 86 años que sirvo a Jesucristo y no he recibido de El sino bienes. Soy cristiano; si quieres conocer la doctrina de los cristianos, concédeme un solo día y te instruiré”.

186. Ante la amenaza de las fieras, contestó que las prepararan: ante la amenaza del fuego, contestó: “Me amenazas con un fuego que sólo quema un momento, y es porque no conoces el fuego eterno que está reservado a los impíos”. Murió quemado, pidiendo que no le clavaran, que no hacía falta; el que me da fuerzas para sufrir, dijo, me las dará también para mantenerme firme en medio de las llamas. Las llamas rodearon al mártir como una corona; los paganos pidieron a gritos que lo mataran a espada, y salió tanta sangre, que apagó la hoguera.

187. Los mártires. En las Actas, se conservan multitud de casos a cual más ejemplares. tenemos en nuestro Comentario a la LEY, casi toda la carta de San Ignacio. Y nos presenta su gozo y alegría ante el gran y corto viaje, y el definitivo y consolador encuentro.

188. Hubo también casos de presunción atrevida, no recomendada por las autoridades, y que luego se volvieron atrás en la prueba. Pero en la mayoría, predominó la sensatez y confianza en DIOS; si era preciso, se ocultaban, como San Policarpo, que fue denunciado por uno de los sirvientes.

B.- Teología: Mandamientos de la Ley de Dios.

189. El Decálogo es el conjunto o compendio de los Mandamientos dados por DIOS a Moisés en el Sinaí, unos 1300 años antes de Jesucristo y que después serían confirmados por el mismo Cristo. La palabra Decálogo viene del griego, deka=diez y logos=palabra. Diez palabras o sentencias que llama San Agustín “la suma y compendio de todas las leyes”.

190. Contenido. Los tres primeros pertenecen al honor de DIOS y los otros siete al provecho del prójimo. Así constaba en las dos tablas de piedra, Éxodo 31,18.

1º. Amar a DIOS sobre todas las cosas, o Amarás al Señor tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente.

2º. No jurar el santo nombre de DIOS en vano.

3º. Santificar las Fiestas.

4º. Honrar a tu padre y a tu madre.

5º. No matar.

6º. No fornicar, o No cometer actos impuros.

7º. No hurtar.

8º. No levantar falsos testimonios ni mentir.

9º.No desear la mujer de tu prójimo, o No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

10º. No codiciar los bienes ajenos.

191. Estos diez Mandamientos se encierran en dos: en servir y amar a DIOS sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos. Así lo confirmó Jesucristo en San Mateo 22.37-39.

192. Su Origen. Es Divino. El mismo DIOS es su Autor. Desde el principio, los imprimió en el alma de todo hombre por medio de la ley natural; los promulgó más tarde, con toda solemnidad en el monte Sinaí, mientras el pueblo esperaba abajo.

193. Después Jesucristo les dio la última perfección, los dulcificó, los confió a Su Iglesia, para que los propusiese a los fieles. Con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, día en que se conmemoraba el aniversario de la promulgación de la Ley Mosaica, el Señor nos facilita su cumplimiento.

194. Aclaraciones. Los Preceptos del Decálogo están todos contenidos, de una manera o de otra, en los preceptos de la Ley Natural, que todo hombre debe cumplir, y que son promulgados interiormente por la voz de la conciencia. Romanos 2,15.

195. Fue necesaria la promulgación externa y solemne, porque debido al pecado original, a los pecados personales, desórdenes de las pasiones y demás tinieblas, la voz de la conciencia se puede ir apagando. Dice San Agustín: “Lo que los hombres no querían leer en sus corazones, fue escrito en tablas de piedra; estaba ya escrito en sus corazones, pero no quisieron leerlo; entonces el Señor se lo puso exteriormente delante de sus ojos, para obligarles a que leyesen lo mismo en sus conciencias”.

196. A pesar de todo, la abundancia del mal oscurecía las mentes y cambiaron el sentido de las cosas, si es que no las rechazaban. La lucha de los Profetas será para aclarar. Se hizo necesario que Jesucristo lo volviera a confirmar y promulgar por la nueva Ley del Evangelio, dándole plenitud. San Mateo 5,17-18 y 19,16-21.197. También a Jesucristo se le rechazó, y se le rechaza, o se le interpreta de muchas maneras, según los gustos de cada uno. Dio poderes y asistencia especial a su Iglesia para que continuara su labor, y ya vemos los resultados. ¿Por qué tantas religiones, preguntan algunos? Por el mal uso de la libertad humana y los intereses personales o de grupo, al servicio del egoísmo.

198. Obligacion de Guardarlos y Cumplirlos. Obliga a todos los hombres sin excepción; obligación de saberlos, entenderlos, y cumplirlos. Son la regla práctica que DIOS nos ha dado para saber lo que es malo o bueno, justo o injusto, según cumplamos o no.

199. Esta obligación nace de la misma voluntad de DIOS que la ha dictado e impuesto. Éxodo 20,2. Necesaria para nuestra propia felicidad eterna. San Mateo 19,17. También para nuestro bienestar temporal, pues la vida en la tierra, según los planes de DIOS, era un paraíso; hagamos la prueba por lo menos una temporada, a nivel personal o de grupo, y veremos; enseguida sentimos esa paz en el alma y un gozo inmenso.

200. En cambio, los males que trae consigo a nivel personal o de grupo, ya lo sabemos: el pecado, que es la causa de todos los males, comprobado en el presente y en el pasado.

201. Extensión de esta obligación. A todos y cada uno de los Diez Mandamientos, y a toda clase de personas. “Si quebranta un mandamiento, viene a ser reo de todos los demás”. Santiago 2,10.

202. Es posible cumplirlos, pues DIOS no puede mandar imposibles; y nos da su Gracia para ello. Concilio de Trento, siglo 16, sesión 6, canon 18. Iría contra la Justicia de DIOS.

203. Y fácil, a quien se alimenta bien. Mi yugo es suave, y mi carga ligera, nos dice Jesús en San Mateo 11,30; no son penosos, nos dice San Juan en su 1ª carta 5,3. Es cuestión de amar, y pedir gracia, y sabernos apartar a tiempo.

204. Catecismo del 2052 al 2082.

TEOLOGIA 2 : TEMA 7

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A.- Biblia: Persecusiones 1 y 2
B.- Teología: Obligación de La Ley Moral

A. Biblia: Persecusiones 1 y 2

148. Causas. La Iglesia de Cristo, por ser defensora y difusora de la Verdad, siempre tendrá en contra al mentiroso y padre de la mentira, el Diablo, que es en el fondo el que organiza e inspira todas las fuerzas del mal en su lucha contra el Bien.

149. Jesucristo lo anunció muy claramente, para sus discípulos, y todos los que después desearan seguirle. A El mismo, apenas nacido, ya lo quisieron matar; también a la Iglesia desde sus comienzos fue combatida terriblemente. Ahora se trata de ver las grandes persecuciones del Imperio Romano de forma organizada y sistemática.

150. Las razones por las que perseguían eran muy variadas, aunque en el fondo, las mismas de ahora: que las tinieblas no quieren la luz, para que no se descubran sus malas obras, que el que hace el mal, le molesta quién practique el Bien. A veces, confundían a los cristianos con los judíos; y como Roma quería la destrucción de este pueblo, les perseguían. Otras veces, por no aceptar ninguna religión distinta de la del Estado, aunque al principio, solían respetar las creencias de los pueblos vencidos, siempre que no se opusieran a sus deseos. También por calumnias, malos entendidos y envidias. Muy parecidas a las razones de ahora, y de siempre.

151. Los tormentos, eran de todas las clases, y a veces dejaban libertad al ingenio de los verdugos: destierros, cárceles, despojos de todos los bienes, mutilaciones, amenazas, humillaciones, torturas, insultos, golpes, azotes, arrojados a las fieras, asados vivos, etc. Podemos comparar con los de ahora, y, en cierto sentido, han perfeccionado las técnicas para hacer sufrir y humillar: lavados de cerebro, criaderos de piojos y muchos más que haría muy largo contarlos, pero que sí destaca el mayor refinamiento; y declararles, dicen ahora, enemigos de la “cultura y progreso”.

152. Las Catacumbas. Eran unas excavaciones subterráneas, situadas cerca de la ciudad, unas veces para sacar arena para las obras, otras veces como cementerios particulares de grandes familias romanas, por lo que al principio tenían cierta seguridad porque se solían respetar y no podían entrar personas ajenas. Los cristianos las aprovecharon con frecuencia para protegerse en determinados momentos de persecuciones, y celebrar con mayor seguridad los Divinos Misterios; también, para enterrar a los restos de los mártires, y a veces, recibían el nombre de los más destacados, como son las de San Sebastián y San Calixto. Con el tiempo se fueron perfeccionando y ampliando, y enriqueciendo con obras de arte. Actualmente, en Roma hay más de 200 Km. de Catacumbas, hasta de 3 ó 4 niveles de galerías.

153. Primera gran persecución. Fueron 10 las decretadas. La 1ª, de forma oficial, fue por el emperador Nerón, a quien se le atribuye el incendio de Roma, y que él culpó a los cristianos para desviar el odio de la gente, y poder aplicarles los terribles castigos que se nos cuentan: les cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros hambrientos; los cubrían con sacos rociados de pez y azufre y, colgándolos de los postes, les prendían fuego, convirtiéndose en antorchas humanas que iluminaban los jardines.

154. En esta persecución, murió San Pedro colgado de una Cruz, pero con la cabeza hacia abajo, a petición suya, por no considerarse digno de morir como el Señor; y San Pablo, decapitado, por ser ciudadano romano; fue hacia el 29 de junio del año 67, siendo enterrado San Pedro en la colina Vaticana, donde hoy se encuentra la gran Basílica y el altar Papal, y que los arqueólogos, mandados por el Papa Pío 12 hicieron excavaciones y encontraron un sepulcro del siglo 1º. Y San Pablo en las afueras de Roma, en lo que hoy se llama la Basílica de San Pablo extramuros.

155. Segunda gran persecución. Después, con Vespasiano y Tito, los cristianos gozaron de cierta paz, aunque en algunas zonas, según los gobernadores, continuaban, o no había, o era muy leve.

156. Con el emperador Domiciano, hacia el 95, después de una etapa de paz, al proclamarse dios y ver que los cristianos no aceptaban, mando poner en vigor los edictos persecutorios anteriores.

157. Aquí murieron familiares del emperador, ya convertidos. El más destacado fue San Juan Evangelista. Llevado desde Efeso a Roma, lo pasaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió ileso. Impresionado el emperador, lo desterró a la isla de Patmos para trabajar en las minas. Aquí tuvo las visiones que escribiría en el Apocalipsis. Asesinado el emperador, dejaron al Apóstol en libertad, y hasta el final de sus días no se cansaba de repetirles la esencia del Evangelio y sus cartas: hijos, hijitos míos, amaos los unos a los otros. Ante la pregunta de por qué repetía tanto ese mandato, respondió diciendo que no había otro mayor ni mejor.

B. Teología: Obligación de la Ley Moral.

158. Es la exigencia moral que nos mueve al cumplimiento de los deberes. Necesidad moral impuesta por la Ley a la criatura racional para hacer algo u omitirlo.

159. Fuerza obligatoria de la Ley. Toda ley moral lleva verdadera obligación de cumplirla. Obliga en conciencia a hacer u omitir lo que en ella se manda o se prohíbe.

160. Su fundamento está en que toda Ley buena viene de DIOS, y todo legislador, cualquiera que sea, representa a DIOS para gobernar y mandar en orden al bien; es ministro de DIOS para nuestro bien. Romanos 13,1-7 y 1ª de Pedro 2,13-17. La fuerza obligatoria o grados de obligar dependen de la materia de la Ley, de las circunstancias y del fin que se pretende, especialmente el legislador.

161. Leyes afirmativas y negativas. Las afirmativas mandan los actos buenos morales, como oír Misa, ayunar; obligan siempre, pero no para siempre; ni obligan con grave perjuicio, cuando ocurre alguna dificultad extrínseca o accidental que hagan sumamente difícil el cumplimiento de la Ley: miedo grave, enfermedad, etc. Las negativas son las que prohíben los actos malos como el matar, mentir, etc. Obligan siempre y para siempre, en todo momento. Toda Ley obliga de suyo explícitamente y en esencia, a su observancia: conocerla, poner los medios ordinarios para cumplirla, quitar los obstáculos que impidan su cumplimiento, evitar los peligros de quebrantarla.

162. Cesación de la obligación de la Ley. hay algunas causas por las que puede cesar la obligación de la Ley, es decir, de cumplirla; son algunos casos particulares, en que, aunque permaneciendo la Ley en vigor y obligando a los demás, no les obligue a ellos. Algunas causas son por parte del súbdito, como la exención, impedimento; otras causas, por parte del superior, como son la epiqueya o interpretación benigna de la ley o de la mente e intención del legislador para con algún caso concreto. También cesa por el privilegio y la dispensa.

163. Dispensa de las leyes eclesiásticas. Este poder pertenece al Romano Pontífice para todas las leyes eclesiásticas, votos, juramentos, impedimentos de matrimonio. A los Obispos, todas las leyes diocesanas; a los Párrocos en sus respectivas feligresías y en lo que le hayan autorizado.

164. El Papa puede dispensar de todas las leyes eclesiásticas, y también, habiendo justa causa, en las Leyes Divinas, cuando la obligación procede de la voluntad humana, como sucede en los votos y juramentos. En las demás leyes Divinas, puede declarar que el Derecho Divino cesa en tal caso particular, pero de suyo no puede dispensar en estas leyes, que por voluntad de Jesucristo, son inmutables.

165. Cesación de la Ley. Es distinto de la dispensa. En la cesación, deja de subsistir el vigor; en la dispensa, el vigor continua. Intrínsecamente, al cesar el fin por el cual se dio la Ley y no es necesario que lo declare el legislador. Extrínsecamente, por legítima derogación de toda la Ley, o parte de ella; también por desuso o costumbre contraria, según las debidas condiciones.

166. Sanción de la Ley. La Ley lleva consigo, junto a la obligación de cumplirla, su sanción correspondiente, que es el premio o castigo establecidos por el legislador, para dar más vigor a la Ley y urgir su cumplimiento.

167. Hay una sanción natural que siempre acompaña al acto: satisfacción que se siente al cumplirla cuando es buena, y desasosiego cuando no se ha cumplido. Si la Ley es mala, es al revés.

168. Hay también una sanción positiva anunciada. En esta vida, los castigos o premios que impone la justicia humana. En la Vida Eterna: el Cielo para los que murieron en Gracia, con sus diversos grados y totalmente limpios de pena temporal; el Purgatorio, para los que mueren arrepentidos pero sin estar totalmente purificados, hasta que lo estén; el Infierno eterno, también en sus diversos grados, para los que mueren en pecado mortal sin arrepentirse.

169. El pecado o trasgresión de la Ley. Las leyes meramente penales no obligan en conciencia; sólo obligan en cuanto a la pena o multa impuesta temporalmente, por poner u omitir una acción. Hay algunas como las del Tráfico que obligarían en conciencia por ser imprudencias que se podían evitar y tener consecuencias a veces muy graves e irreparables.

170. El pecado no es otra cosa que la libre trasgresión de una ley que obliga en conciencia. Es un acto moralmente malo porque se opone a la Regla de Moralidad en todos sus puntos de vista.

171. Es una culpa, porque cuando el pecado es formal, personal y completo, el hombre es responsable, y por tanto, culpable.

172. Es una ofensa a DIOS porque la Ley es impuesta por El, y el que la quebrante, Le ofende.

173. Recordamos las condiciones para que haya pecado: Materia grave o leve, advertencia plena o semiplena y consentimiento pleno o semipleno; será pecado mortal cuando sea materia grave y advertencia y consentimiento plenos, según las circunstancias.

174. El pecado también puede ser actual o habitual, de comisión u omisión: contra DIOS, contra el prójimo o contra sí mismo.

175. Formal, cuando se quebranta la Ley libremente y a sabiendas, llamado también personal; y material, cuando es sólo infracción, sin advertencia ni consentimiento, por lo que no es culpable; es el caso de los locos, o borrachos cuando es la primera vez y no conocen sus reacciones.

176. Nos alegra ver a la Virgen Inmaculada, sin pecado; el triunfo del espíritu sobre la materia; en la que vemos a la humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS; la primitiva belleza, la nativa inocencia; el pensamiento original y creador de DIOS; lo que DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que por el pecado se pierde, en María, siempre Virgen, DIOS, lo ha conservado; para Gloria suya, y provecho nuestro. Ella que se hizo esclava y DIOS la corona como Reina del Universo.

177. Catecismo del 1987 a 1995.

HOMILIA 27

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Y entrando Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste echada en cama y con fiebre, y la tomó de la mano, y la fiebre la abandonó y ella se puso a servirle. San Mateo 8, 14.

236.- La curación de la suegra de Pedro.
1. Marcos, San Marcos 1,29, usa de la palabra “inmediatamente” para señalar el tiempo; Mateo se contenta con narrar el milagro sin indicación de tiempo. Los otros evangelistas dicen, San Marcos 1,30; San Lucas 4,38, que la enferma misma rogó al Señor; Mateo se calla también esta circunstancia. Pero no hay en ello discordancia, sino que Mateo mira a la brevedad del relato; los otros, a una mayor precisión. Mas ¿con qué fin entró en la casa de Pedro? A mi parecer, con el fin de tomar algún alimento. Por lo menos eso da a entender el evangelista cuando dice: Y ella se levantó y le servía. Porque costumbre era del Señor hospedarse en casa de sus discípulos, como hizo con Mateo cuando le llamó, con lo que juntamente los honraba e incitaba su fervor.

237.- Pero considerad, os ruego, aquí también la reverencia de Pedro para con el Señor. Porque, teniendo en casa a su suegra enferma y con alta fiebre, no le forzó a que fuera a verla, sino que esperó a que Él terminara toda su instrucción y a que todos los otros fueran curados, y sólo entonces, dentro ya de casa, le ruega por ella. De esta manera aprendía Pedro, desde el principio, a poner los intereses de los otros por delante de los suyos propios. Así, pues, no fue él quien introdujo al Señor en su casa, sino que entró Él espontáneamente, después que el centurión había dicho: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, San Mateo 8, 8. Con lo que mostraba el Señor cuán grande gracia hacía a su discípulo.

238.- Realmente, considerad qué tales habían de ser aquellos palacios de los pescadores. Y, sin embargo, no se desdeñaba el Señor de entrar en aquellas míseras chozas, enseñándonos por todos los modos a pisotear el boato de los hombres. Por lo demás, unas veces cura el Señor con solas palabras, otras extiende también la mano, otras junta palabras y gestos para poner ante los ojos el milagro. Porque no siempre quería Él obrar milagros aparatosos, ya que por entonces le convenía estar oculto, y menos en presencia de sus discípulos, que, de pura alegría, los hubieran pregonado por todas partes. Lo cual es evidente por lo que le pasó después de bajar del monte de la transfiguración, que tuvo necesidad de mandarles que a nadie dijeran lo que habían visto. San Mateo 17, 9.

239.- Tocó, pues, el Señor a la enferma y no sólo le calmó la fiebre, sino que le devolvió perfecta salud. Como se trataba de una enfermedad leve, aquí mostró más bien su poder en el modo de la curación. Lo cual no hubiera podido conseguir la medicina. Porque bien sabéis que, aun después que el enfermo se ve libre de la fiebre, necesita de mucho tiempo hasta restablecerse completamente en su primera salud. Mas en el caso presente, todo sucedió en el mismo punto. Y no sólo aquí, sino también en el otro de la tempestad calmada. Porque no sólo calmó el Señor los vientos y la tormenta, sino que instantáneamente apaciguó también el mar. Lo cual es también maravilloso, pues, aun cesando la tormenta, las aguas siguen por mucho tiempo agitadas. No así con Cristo, pues todo sucedió en el mismo punto: exactamente como aquí en el caso de la suegra de Pedro. Y eso es lo que quiere significar el evangelista, cuando dice: Se levantó y se puso a servirle. Lo cual no fue solamente señal de poder de Cristo, sino de la gratitud que la mujer sentía para con Él.

240.- Otro punto podemos aún considerar en este milagro, y es cómo el Señor, por la fe de unos, concede la curación a otros. Aquí, en efecto, otros fueron los que rogaron, lo mismo que en el caso del criado del centurión; pero se la concede a condición de que el enfermo no sea incrédulo y sólo por impedírselo la enfermedad no se presente ante Él, o por ignorancia y corta edad no sienta muy altamente de Él.

241.- Jesús cura a muchedumbres de enfermos.
Venida la tarde, le presentaron a muchos endemoniados, y con su palabra expulsó de ellos los espíritus, y curó a todos los enfermos, a fin de que se cumpliera lo que fue dicho por el profeta Isaías 53,4: Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias. Mirad cómo ha crecido ya la fe de la muchedumbre. Porque no se resignaban a retirarse de su lado, no obstante lo urgente de la hora, ni tenían por intempestivo presentarle los enfermos por la tarde. Por otra parte, considerad, os ruego, la muchedumbre de curaciones que los evangelistas pasan por alto, sin contarnos menudamente sus circunstancias. Con una sola palabra atraviesan todo un piélago inmenso de milagros.

242.- Luego, el propio evangelista, previniendo a la incredulidad que pudiera ocasionar la grandeza misma del milagro, pues curó en un momento a tanta muchedumbre de gente y de tan varias enfermedades, nos aduce al profeta como testigo de los hechos, con lo que nos muestra de paso cuán eficaz es siempre la prueba tomada de las Escrituras, de no menos fuerza que los milagros mismos, y así dice que ya Isaías los había predicho: Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias. No dijo: “destruyó”, sino: Cargó y tomó sobre sí. Lo cual más bien me parece fue dicho por el profeta en relación con nuestros pecados, en consonancia con lo que había dicho también Juan Bautista: He ahí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. San Juan 1, 29.

243.- 2. ¿Cómo, pues, lo aplica aquí el evangelista a las enfermedades corporales? O porque leyó este testimonio en sentido histórico, o porque quiso darnos a entender que la mayor parte de las enfermedades del cuerpo proceden de pecados del alma. Porque si la muerte misma, que es cifra de todos los males, tuvo en el pecado su raíz y origen, mucho más lo tendrán la mayor parte de las enfermedades. El mismo hecho de ser nosotros pasibles, de ahí nos ha venido.

244.- El Señor enseña a huir de la ostentación.
Pero, viendo Jesús las grandes muchedumbres que le rodeaban, dio orden de pasar a la otra orilla. Mirad una vez más cuán ajeno es el Señor a toda ostentación. Los otros evangelistas no cuentan haber intimado a los demonios que no dijeran que Él era el Cristo, San Marcos 1,34; San Lucas 4,41; Mateo, que despidió a las muchedumbres. Al obrar así, quería el Señor enseñarnos la moderación, a par que calmaba la ojeriza de los judíos, y nos daba, en fin, la lección de que nada hagamos por pura ostentación.

245.- Realmente, no había venido sólo para curar los cuerpos, sino principalmente para corregir al alma y enseñarle su divina filosofía. En una y otra cosa se nos muestra a sí mismo: en la curación de las enfermedades y en no hacer nada por ostentación. Y era así que las gentes estaban como clavadas con Él de puro amor y admiración y quisieran estarle mirando en todo momento. Porque ¿quién se iba a apartar de quien tales maravillas obraba? ¿Quién no quisiera contemplar sencillamente aquella cara y aquella boca, que tales palabras hablaba?

246.- La belleza corporal del Señor.
Porque no era el Señor sólo admirable, cuando obraba sus milagros, sino que su sola presencia estaba llena de hechizo, como ya lo había declarado el profeta, cuando dijo: Hermoso por su belleza sobre los hijos de los hombres. Salmo 44,3. Y si es cierto que Isaías 53,2 dice: No tenía forma ni hermosura, o hay que entenderlo en comparación de la gloria inefable e inexplicable de la divinidad, o nos habla el profeta de lo que sucedió en su pasión, la deshonra, por ejemplo, sufrida al tiempo de estar colgado en la cruz, o, finalmente, de la humildad que mostró en todo durante su vida entera.

247.- Hechizo del Señor sobre las gentes.
Sin embargo, no dio su orden de pasar a la otra orilla hasta que hubo terminado de curar, pues en otro caso tampoco se lo hubieran consentido. Porque si allá en el momento no permanecieron sólo a su lado mientras duró su discurso, sino que, aun cuando hubo callado, le fueron acompañando, así aquí no sólo estaban junto a Él mientras obraba sus milagros, sino también cuando hubo terminado, como quiera que de sólo mirar su rostro sacaban gran provecho. Y es así que si Moisés tenía transfigurado su rostro y el de Esteban parecía de un ángel, considerad cómo es razón que apareciera entonces la cara del que es Señor de Moisés y de Esteban.

248.- Tal vez tengáis ahora muchos deseos de ver aquella divina imagen; pero, si queremos, mucho más bella la contemplaremos. Porque, si terminamos con confianza la presente vida, recibiremos al Señor entre las nubes y le saldremos al encuentro con cuerpo inmortal e incorruptible. Y mirad cómo no despide sin más a las muchedumbres, a fin de no herirlas. Porque no dijo: “Retiraos”, sino que ordenó pasar al otro lado, dándoles esperanzas que Él, en todo caso, pasaría también allá.

249.- Condiciones para el seguimiento de Cristo.
De este modo, pues, le mostraban las muchedumbres su grande amor y le seguían con entusiasmo; pero uno de entre ellos, esclavo de la riqueza y lleno de arrogancia, se le acercó y le dijo: Maestro, yo te quiero seguir dondequiera que vayas. ¡Mirad cuánto tufo! No quería el hombre que se le contara entre la muchedumbre, y, para mostrar que estaba por encima de la turbamulta, se acercó al Señor de aquella manera. Tal es el carácter de los judíos: lleno de impertinente insolencia. Otro, por modo semejante, más adelante, cuando todos estaban en silencio, saltó y le dijo al Señor: ¿Cuál es el primer mandamiento? San Mateo 22,36.

250.- Sin embargo, no reprendió el Señor la impertinencia, enseñándonos así a soportar a tales gentes. Por eso, no arguye manifiestamente sus malos propósitos, sino que responde a sus pensamientos dejándoles a ellos solos que se den cuenta de la reprensión; con lo que les hace doble beneficio. Primero, ponerles patente que Él sabe lo que hay en la conciencia, y luego, demostrado lo primero, concederles seguir ocultos y ofrecerles, si querían, la gracia de corregirse. Tal, exactamente, hace con éste. Este, en efecto, viendo los muchos milagros que el Señor obraba y cómo se atraía las muchedumbres, se echó sus cuentas y creyó que aquellos milagros podían ser un buen negocio.

251.- De ahí su prisa por seguirle. ¿Cómo puede probarse esto? Por la respuesta que Cristo le da, que más bien apunta a la intención que no a las palabras de la pregunta, ¿Cómo?, le dice. ¿De mi seguimiento esperas hacer dinero? Mas ¿no ves que yo no tengo dónde cobijarme y soy más pobre que los pájaros del aire? Porque las zorras tienen sus madrigueras y los pájaros del aire sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde apoyar su cabeza. Lo cual no era rechazarlo, sino reprender su mala intención, a par que, si quería, le ofrecía ocasión para seguirle con aquellas condiciones. Ahora, que la intención con que se acercó al Señor no fue buena, miradlo por lo que ahora hace, pues, oyendo la respuesta y reprensión del Señor, no le contestó: “Estoy dispuesto a seguirte”.

252.- Cristo responde con frecuencia a la intención del que le habla.
3. Por lo demás, se ve cómo en muchas otras ocasiones sigue Cristo el mismo procedimiento: no argüir abiertamente, sino por su respuesta poner al descubierto la intención de los que se le acercan. Así, a aquel que le dijo: Maestro bueno, y por esta adulación esperaba atraérselo a su parecer, le respondió diciendo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo hay uno bueno: Dios. San Lucas 18, 18-19; San Mateo 19, 16-17. Y cuando le dijeron: Mira que tu madre y tus hermanos te vienen a buscar, San Mateo 12,41, como venían movidos de sentimientos humanos y no con intención de oír nada de provecho, querían sin duda hacer alarde de su parentesco con Él y vanagloriarse de ello, oye cómo les contesta: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

253.- Y otra vez a sus mismos hermanos que le decían: Manifiéstate a ti mismo ante el mundo, les replicó: Vuestro tiempo está siempre aparejado; pero el mío no ha llegado todavía. San Juan 7,4-6. También suele hacer lo mismo por modo contrario, como cuando le dice a Natanael: He aquí a un verdadero israelita, en quien no se da falsía, San Juan 1, 47. Y aquella otra vez que dijo: Marchad y contad a Juan lo que estáis viendo y oyendo. San Juan 7,22. Porque tampoco en esta ocasión respondió a las palabras, sino a la intención de quien había enviado aquella embajada.

254.- Y con la conciencia del pueblo hablaba también cuando prosiguió tenía la gente a Juan por hombre de carácter flojo y flexible, para rectificar semejante idea, les dice el Señor: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento o un hombre vestido de ropas muelles? San Mateo 11,7-8, con lo que les daba el Señor a entender que Juan no era de suyo flexible ni se dejaría ablandar por molicie de ninguna especie. De este modo, pues, también aquí dirige su respuesta a la intención del que le hablaba. Y mirad cómo aun en esto da pruebas de su moderación. Porque no dijo: “Sí, tengo, pero lo desprecio”, sino sencillamente: “No tengo”. ¡Mirad cuán grande perfección unida a no menor condescendencia! Lo mismo cuando bebe y come y cuando aparentemente obra de modo contrario a Juan. También eso lo hace por la salvación de los judíos o, mejor dicho, de la tierra entera, pues reduce, por una parte, a silencio a los herejes, y trata, por otra, de atraerse a los que le escuchan.

255.- Que los muertos entierren a sus muertos.
Otro, prosigue el evangelista, le dijo: Señor, permíteme antes marchar a enterrar a mi padre. ¿Veis la diferencia y cómo el uno habla descaradamente y le dice: Yo te quiero seguir dondequiera que vayas; y éste, no obstante pedirle una cosa santa, empieza por permíteme? Y, sin embargo, no se lo permitió. Pues ¿qué le responde el Señor? Deja a los muertos que entierren a sus muertos; tú, empero, sígueme. Porque siempre atendía el Señor a la intención. ¿Y por qué, me dirás, no se lo permitió? No se lo permitió porque otros había que podían cumplir con ese menester y no por eso se iba a quedar el padre sin sepultura. Lo que no debía hacerse era apartar al hijo de cosas más necesarias. Ahora, al decir el Señor: A sus muertos, da a entender que éste no era muerto suyo. A mi parecer, el difunto aquel debía de ser algún incrédulo. Y si te maravillas de que este joven pida permiso a Jesús para cosa tan necesaria y no fuera él por sí y ante sí al entierro de su padre, mucho más has de maravillarte de que, al prohibírselo, no se movió un paso. Mas ¿no fue, objetarás, el colmo de la ingratitud no asistir al entierro de su padre? De haberlo hecho por negligencia, sí, hubiera sido suma ingratitud; mas obrando así para no impedir otra obra más necesaria, la ingratitud, el colmo de la ingratitud, hubiera más bien estado en asistir.

256.- Primacía de lo espiritual.
Porque, si Jesús se lo prohibió, no es porque nos mande descuidar el honor debido a quienes nos engendraron, sino para darnos a entender que nada ha de haber para nosotros más necesario que entender en las cosas del cielo, que a ellas hemos de entregarnos con todo fervor y que ni un momento podemos diferirlas, por muy ineludible y urgente que sea lo que pudiera apartarnos de ellas. ¿Qué puede haber de más necesario que enterrar al propio padre? ¿Qué más fácil? Realmente, poco tiempo había que gastar en ello. Ahora bien, si no hay que gastar ni el tiempo que se requiere para enterrar a su padre, si no es seguro alejarse de lo espiritual ni por tan breve espacio de tiempo, considerad el castigo que nosotros merecemos; nosotros, alejados todo el tiempo de nuestra vida de los asuntos que atañen a Cristo; nosotros, que anteponemos las cosas más viles a lo de verdad necesario y que, sin que nada nos apremie, nos dejamos llevar de nuestra tibieza.

257.- Bien es también que admiremos la alteza de la filosofía que enseña el Señor, pues con tanta fuerza clavó a este discípulo a su palabra y le libró así de males infinitos: lamentaciones, duelos y todo lo que suele acompañarlos.
Porque después del entierro hubiera tenido que ocuparse del testamento y del reparto de la hacienda y de tantos líos como de aquí suelen seguirse. Y así, sucediéndose unas olas a otras, cada vez le hubieran desviado más del puerto de la verdad. De ahí que el Señor le arrastra y le clava, como si dijéramos, consigo. Más, si todavía os maravilláis y turbáis de que no le consintiera asistir al entierro de su padre, considerad que hay muchos que no dejan que los enfermos se enteren de la muerte del padre o de la madre o de un hijo o de otros parientes, y menos que los acompañen a la sepultura, y no por eso se los tacha de crueldad e inhumanidad. Y con mucha razón. Lo contrario más bien: llevarlos en tal estado al entierro, habría que calificarlo de crueldad.

258.- Los muertos por el pecado.
4. Ahora bien, si es un mal llorar a nuestros allegados y dejarse abatir por el dolor, mucho mayor lo es apartarse de los asuntos espirituales. Por eso justamente dijo el Señor en otra ocasión: Nadie que ponga la mano en el arado y vuelva a mirar atrás, es apto para el reino de los cielos. San Lucas 9,62. A la verdad, más vale predicar el reino de los cielos y resucitar a otros de la muerte que no enterrar a un muerto, de quien nada se puede ya esperar. Sobre todo cuando hay otros que pueden muy bien cumplir todos esos menesteres. En resolución, ninguna otra lección sacamos de aquí sino el deber que tenemos de no perder un momento de tiempo, por muchas que sean las cosas que nos apremien, y de poner lo espiritual por encima de las más urgentes necesidades.

259.- Aprendamos también en qué está la vida y en qué la muerte. Muchos hay, en efecto, que parece que están vivos y, viviendo como viven en la maldad, en nada se diferencian de los muertos; o, por decir mejor, su estado es peor que el de los muertos. Porque el que ha muerto, dice el Apóstol, justificado está del pecado, Romanos 6,7; éstos, en cambio, de que hablamos, son esclavos del pecado. Porque no me vengas con que no son comidos de gusanos, ni yacen en una caja, ni han cerrado los ojos, ni se los ha envuelto en una mortaja. Cosas más graves que un muerto sufre el que vive en pecado: no se lo comen los gusanos, pero lo desgarran pasiones más feroces que las fieras. Tiene abiertos los ojos, pero es peor que si los tuviera cerrados, porque los ojos de los muertos ya no pueden ver nada malo; pero los del pecador, por tenerlos abiertos, no hacen sino atraer a su alma infinitas enfermedades.

260.- El muerto yace en una caja, inmóvil ya para todo; mas el pecador está enterrado en un sepulcro de vicios sin cuento. ¿Dices que no ves su cuerpo putrefacto? ¿Y qué tiene que ver eso? Antes que su cuerpo, se le ha corrompido y perdido al pecador su alma, y su putrefacción es peor que la de un cadáver. Porque el cadáver huele mal durante diez días; pero el pecador despide mal olor durante su vida entera y su boca está más sucia que una cloaca. Si en algo difieren uno y otro, es que el muerto sufre una corrupción que es ley de la naturaleza; el pecador, empero, junto con ésa, lleva también la corrupción de su disolución y está cada día inventando nuevos motivos de putrefacción.

261.- ¿Dirás que monta sobre un caballo? ¿Y qué tiene eso que ver? También al muerto se le lleva sobre un lecho. Y lo más grave es que al muerto en disolución y putrefacción no lo ve nadie, pues le cubre la caja mortuoria; mas el pecador, vivo y maloliente, se pasea por todas partes, llevando su alma muerta en el ataúd de su cuerpo. Y si nos fuera posible contemplar el alma de un hombre que vive en la disolución y en el pecado, veríamos que vale mucho más yacer en el sepulcro amortajados que no estar tan fuertemente atados por la sogas del pecado; vale más tener una losa encima que no el peso de la conciencia endurecida.

262.- Y puesto caso que estos muertos están tan insensibles, por eso señaladamente han de acudir sus allegados a rogar por ello a Jesús, como en otro tiempo lo hiciera. Marta por su hermano Lázaro. Y aun cuando hieda y esté de cuatro días muerto, no desesperéis, sino acercaos y empezad por levantar la piedra. Y entonces veréis como está tendido, como en un sepulcro, y atado con fajas. Y, si os place, voy a poneros un ejemplo de uno de esos hombres grandes e ilustres. Mas no temáis, pues pondré mi ejemplo sin nombrar a persona; o, por decir mejor, aun cuando yo dijera el nombre, tampoco habría que temer.

263.- Porque ¿quién temió jamás a un muerto? Haga lo que haga, el muerto siempre está muerto, y un muerto no puede dañar a un vivo ni poco ni mucho. Veamos, pues, cómo tiene ese muerto vendada su cabeza. Es el caso de sus continuas embriagueces; como tiene un cadáver toda ese muchedumbre de velos y de fajas que sabemos, así ese tiene cerrados y atados todos sus sentidos. Pues pasemos ahora a sus manos y las veremos atadas a su vientre, como las de los difuntos, y muy fuertemente apretadas no por cintas, sino, lo que es mucho más grave, por las cadenas de la avaricia. Jamás las sueltan esos muertos para tenderlas a una limosna ni para otra obra buena ninguna.

264.- La avaricia ha hecho sus manos más inútiles que las de un cadáver. ¿Queréis ver también cómo están trabados los pies? Mirad cómo están también traspasados de preocupaciones y por ellas no son capaces de correr jamás a la casa de DIOS. Ya habéis visto al muerto. Mirad ahora al enterrador. ¿Quién es, pues, el enterrador de estas gentes? El diablo, que las sabe atar tan cabalmente, que ya no les queda figura de hombres, sino de leño seco. Y, efectivamente, donde no queda ya ni ojos, ni manos, ni pies, ni miembro alguno vivo, ¿qué apariencia puede ya darse de hombre? Así es también como se ve que su alma está amortajada y que más bien es un ídolo que no un alma.

265.- Exhortación final: Roguemos a Jesús por estos muertos.
Como quiera, pues, que estos muertos no se dan cuenta de que lo están, acerquémonos por ellos a Jesús; supliquémosle que los resucite, levantemos la piedra del sepulcro, desatemos sus ligaduras. Si logramos levantar la piedra, es decir, su insensibilidad para el mal, muy pronto podremos sacarlos del sepulcro, y, una vez fuera, fácil nos será desatarlos de sus ligaduras. Entonces, cuando estés resucitado, te reconocerá Jesús; cuando estés desatado, te convidará a su convite. Cuantos sois, pues, amigos de Jesús, cuantos sois sus discípulos, cuantos amáis a ese pobre difunto, acercaos a Jesús y rogad por él. Cierto que despide hedor que apesta; mas no por eso hemos de abandonarlo sus allegados.

266.- Cuanto más avanzada esté la putrefacción, razón de más para acudir al Señor. Así lo hicieron otrora las hermanas de Lázaro. Y no cejemos en nuestras súplicas, en nuestra oración, en nuestras instancias, hasta que no lo recibamos vivo. Si de este modo atendemos a nuestra salvación y a la de nuestro prójimo, muy pronto alcanzaremos la vida venidera, que a todos os deseo por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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caratula

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MENSAJE

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Este rostro sereno de Santa Maria, siempre Virgen, Inmaculada, nos llene de paz interior y serenidad, como corresponde a los hijos de DIOS que tienen en su alma la Gracia Santificante.

Ella, la llena de Gracia, la bendita entre todas las mujeres, son dos alabanzas que vienen del mismo DIOS; son Palabra de DIOS, en San Lucas 1, y el inicio de muchas otras alabanzas.

Elevada a la Cumbre más alta de la santidad para ser Madre de DIOS, Madre de la Iglesia y de todos los hombres, aunque no quieran reconocerlo. Y desde el Cielo está ejerciendo su oficio de Madre, con su poderosa intercesión para bien de nuestras almas, sobre todo, y para la conquista del Cielo eterno en el mayor grado de Gracia posible, que al dejar este mundo se convertirá en Gloria.

Hay muchos grupos religiosos que prescinden de Ella; a uno de ellos, que me hablaba de que somos hijos de DIOS, le dije: hijos del mismo DIOS, pero ustedes no tienen Madre; somos hijos de Padre; falta que lo seamos también de Madre. Ha querido Jesús que su propia Madre, lo sea también nuestra. Debemos quererla, debemos defenderla y escuchar su llamada para que vivamos como corresponde a los hijos de DIOS, que caminan hacia el Cielo eterno.

Padre Juan, Serviam.

EXPERIENCIAS

miércoles, 13 de mayo de 2009
401.- En una calle de Lima me detuvo un señor y me dijo: - “Usted es el Padre Juan Alvarez, es el mismo que ví hace 30 años en la puerta del Colegio de Guadalupe, con su bolsa, repartiendo volantes con mensajes de Fe práctica, muy sabrosos y sugestivos, que según creo, repartía todos los meses unos cien mil en 90 colegios de la Gran Lima. ¿Sigue haciéndolo?”- “Pues sí - le contesté - seguimos, aunque más reducido”. Y saqué uno y le di. - “Hay que seguir haciéndolos - me dijo - y gracias; hacen mucho bien”.

EL PAPA - Audiencia

“OS ANIMO A DESCUBRIR EN LA CRUZ LA MEDIDA INFINITA DEL AMOR DE CRISTO".
Palabras del Papa a los jóvenes españoles presentes en Roma para recibir la cruz de la JMJ. - 6 de Abril 2009.

Esta mañana a las 11:00 Benedicto XVI ingresó en el aula Pablo VI del Vaticano, donde lo esperaban unos siete mil jóvenes de la arquidiócesis española de Madrid y del resto de España, que viajaron a Roma para recibir la cruz de la Jornada mundial de la juventud que se celebrará en la capital española en el año 2011.

El Santo Padre saludó de modo especial a los jóvenes, que, al tomar la cruz, confiesan su fe en Aquel que los ama sin medida, el Señor Jesús, cuyo misterio pascual celebraremos en estos días santos. Porque como les recodó, en otra ocasión él mismo dijo que "la fe, a su modo, necesita ver y tocar. El encuentro con la cruz, que se toca y se lleva, se transforma en un encuentro interior con Aquel que en la cruz murió por nosotros. El encuentro con la cruz suscita en lo más íntimo de los jóvenes el recuerdo del Dios que quiso hacerse hombre y sufrir con nosotros". Y añadió textualmente: "Os animo, por tanto, a descubrir en la Cruz la medida infinita del amor de Cristo, y poder decir así, como san Pablo: «vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí» (Ga 2,20):

El Papa les pidió que vayan tras las huellas de Cristo. Porque El es su meta, su camino y también su premio. De ahi que el Papa destacara que en el lema que ha escogido para la Jornada de Madrid, el apóstol Pablo invita a caminar. «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (Col 2,7). Porque "la vida es un camino, ciertamente. Pero no es un camino incierto y sin destino fijo, sino que conduce a Cristo, meta de la vida humana y de la historia". Después de recordar a los jóvenes españoles que por este camino llegarán a encontrarse con Aquel que, entregando su vida por amor, les abre las puertas de la vida eterna. Benedicto XVI los invitó a formarse en la fe que da sentidoa su vida y a fortalecer sus convicciones, para poder permanecer firmes en las dificultades de cada día. Mientras los exhortó, además, a que, en el camino hacia Cristo, sepan atraer a sus jóvenes amigos, compañeros de estudio y de trabajo, para que también ellos lo conozcan y lo confiesen como Señor de sus vidas. Para lo cual les pidió que dejen "que la fuerza de lo Alto" que está dentro de ellos, el Espíritu Santo, se manifieste con su inmenso atractivo.

Por otra parte, el Obispo de Roma no dejó de recordar a estos queridos jóvenes procedentes de España que este tiempo de preparación a la Jornada de Madrid es una "ocasión extraordinaria para experimentar además la gracia de pertenecer a la Iglesia, Cuerpo de Cristo". Y explicó la importancia y el dinamismo de las Jornadas de la Juventud: Por último, el Santo Padre los alentó a que en estos días tan hermosos de la Semana Santa, que ayer iniciamos contemplen contemplar a Cristo en los misterios de su pasión, muerte y resurrección. Y les pidió que se dejen "invadir" por su fuerza y sabiduría, comunicándola a los demás mientras, bajo la protección de la Santísima Virgen Maria, preparan con dedicación y gozo la Jornada de la Juventud que hará de Madrid "un lugar radiante de fe y vida, donde jóvenes de todo el mundo festejen con entusiasmo a Cristo". Y se despidió de los jóvenes españoles pidiéndoles que lleven el saludo del Papa a sus familias, amigos y compañeros que no han podido venir hoy, y a los que también bendijo de corazón, antes de desearles felices fiestas de Pascua.

LA VIRGEN MARÍA - ¿COMO HONRAR A MARIA?

Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.

399.- Emerson, filósofo americano, consigna un episodio interesante en un viaje que hizo en autobús. Un día bochornoso de verano subió cansado y sin humor a un auto de finca. Con tedio iba realizando su viaje de media hora. Con el mismo sopor, y sin pensar en nada, estaban sentados también los demás viajeros del coche, cuando en una de las paradas, subió una mujer joven con su hijito, de cabellos rubios y ojos azules. Apenas se hubieron sentado en un rincón del coche, cambió del todo el humor de los pasajeros. Como si todas las preguntas, sonrisas, carcajadas del inocente niño trajesen el aire del paraíso perdido a los hombres cansados por el camino de la vida. Y la madre sonreía con tanto encanto y amor a su hijito, y le hablaba con tal cariño, que la mirada de todos se clavaba en ellos y un calor extraño derretía los corazones, sumidos antes en la indiferencia.

400.- El autobús que los astrónomos llaman Tierra iba corriendo, hacia ya millares de años, con millones y millones de viajeros: hombres agotados, maltrechos, sumidos en la indolencia, que ni sabían a dónde iba el coche … cuando un día, hace más de dos mil años, subió a él una Madre joven" y Virgen Inmaculada, "teniendo en sus brazos a su Hijito, rubio y sonriente; y apenas ocupó un asiento en un rincón del coche, allá en la cueva de Belén, el alma de los viajeros se sintió caldeada por un fuego jamás sentido, y el corazón, antes indiferente, recibió nuevas fuerzas, como por engaño, de una belleza y ternura desconocidas. Y desde aquel día, la Madre Virgen y el hijo viajan siempre con nosotros e irradian un encanto indecible y una fuerza de aliento que refrigera las almas cansadas en las luchas de la vida.

401.- No se puede hablar mucho de Jesucristo sin extenderse también de su Madre siempre Virgen. No es posible dar a conocer la doctrina de Cristo, el Cristianismo, sin mencionar a la Virgen Maria. Es la Virgen Santísima quien comunica hermosura, fragancia y encanto al cristianismo. El la es la antorcha de la gruta de Belén, la estrella más hermosa de la noche santa. Su murmullo es la más dulce Gloria. Nazaret no sería el hogar de Jesús si en este Hogar no encontráramos a su Madre y al Arcángel; el Gólgota no seria tan admirablemente conmovedor si Jesús no hubiese plantado junto al árbol de fa cruz el lirio del valle, el primero regado por la sangre preciosísima, o esa rosa que sube por el árbol y florece en sentimientos de dolor.

402.- La Virgen santísima logra el primer milagro, recorre la primera el camino de la cruz, encierra en su corazón la fe puesta en el Hijo muerto y en su obra; es la primera que besa, con el deseo y el consuelo de la felicidad eterna, las llagas de Jesús; hace, sola Ella, la vigilia de la primera resurrección. Ella sola esperó 33 años antes al Verbo en la noche de la Anunciación; Ella sola Le recibió en la Navidad de Belén; Ella sola le aguardó en el amanecer de la Pascua Florida.

403.- Nació de Maria Virgen, así rezamos en el Credo. El Credo no contiene sino estas cuatro palabras, a Ella referentes: Nació de Maria Virgen. Breve frase, pero su contenido es tan profundo que nunca terminamos de admirar": El culto a la Inmaculada siempre Virgen Maria "es un árbol de magnífica fecundidad, que se despliega y difunde su fragancia con miles y miles de notesperfumadas en nuestros templos, en nuestros cánticos, en nuestras imágenes, en nuestras fiestas, en nuestros santuarios, centros de romería. ¿De qué raíces se alimenta? Por ser la Madre de DIOS y porque la Sagrada Escritura, Palabra de DIOS, nos inculca su culto.

404.- La Madre de DIOS. Como un gigantesco árbol lleno de bendiciones extiende sus ramas el culto de Maria sobre todo el mundo católico; y la raíz última del árbol inmenso, la raíz por donde toma su savia la vida, es esta breve frase: creo en Jesucristo...que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa Maria Virgen. Todo el culto templado, gracioso, poético con que las almas católicas se inclinan ante María, brota de nuestra creencia en Cristo.

404.- Resumo en unas breves frases todo cuanto creemos de María, siempre Virgen. La Virgen Maria es Madre de Jesucristo, por lo tanto es Madre de DIOS; Madre, y con todo, siempre Virgen; Madre de un Hijo único, Jesucristo, el cual fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, no por obra de varón como los demás hombres. La Virgen Maria, precisamente por su dignidad de Madre de DIOS, fue preservada por DIOS aún de la culpa original, de modo que nació y vivió exenta siempre de toda clase de pecado. he aquí en breves palabras nuestra fe tocante a María.

405.- Es interesante la manera de cómo salió de un atolladero un cierto orador de la antigüedad. Tuvo que hacer un discurso referente a Felipe de Macedonia; mas no alabó las cualidades de gobierno, ni las dotes guerreras de Felipe, sino que, con voz emocionada, dijo estas palabras: Basta decir de ti, Felipe, que has sido el padre de Alejandro Magno"; vencedor en muchas batallas, pero vencido por la gula.
También nosotros podríamos tratar largamente de la Virgen Maria, de la hermosura de su alma, de sus virtudes, de su amor a DIOS, de su prontitud al sacrificio; pero la ensalzamos de modo más digno diciendo: Basta decir de Ti, Virgen Santa, que fuiste la Madre de Jesús.

406.- Extraña un poco ver lo poco que habla la Sagrada Escritura de la Virgen María. Pocas veces se la menciona en los acontecimientos. En cambio, las pocas bases que se refieren a Ella son más que suficientes para probar la legitimidad del culto que le tributamos. Porque aquellas frases escasas afirman tales glorias de Maria, que nadie puede decirlas mayores: Y Jacob engendró a José. El esposo de Maria, de la cual nació Jesús, por sobrenombre Cristo, San Mateo 1,16. Y en San Juan 1,14: Y el Verbo se hizo carne, es decir, el que recibió de Maria carne mortal es el Hijo eterno de DIOS. De modo que María es Madre de DIOS.

407.- ¡Qué palabras tan sencillas y, con todo, tan llenas de consecuencias! De la cual nació Jesús, esto es todo. ¡Esta mujer es tan grande, tan llena de gracia, tan admirable, tan santa, que puede ser Madre de DIOS! También Ella es hija de Adán; pero es tan conforme al pensamiento de DIOS, que quiso el Señor su cooperación, en lo más sublime del mundo: la Encarnación del Verbo.

FELIZ ANIVERSARIO 42 DE SACERDOCIO















MUCHAS FELICIDADES DE TODO CORAZON
SERVIAM

MISIONES - 28 AÑOS EN ALASKAPOR SEGUNDO LLORENTE, S.J.(continuación)

martes, 12 de mayo de 2009
ACERCANDONOS AL POLO NORTE

Regreso a Alaska Al cabo de dos años de permanencia con los eskimales de las riberas del Yukón, fui llamado a los Estados Unidos con el fin de hacer allí la Tercera Probación, algo así como los últimos retoques que la Compañía de Jesús da a sus noveles sacerdotes antes de echarnos definitivamente a volar por esos mundos.

Fue un año de paz espiritual adquirida en el silencio de la Casa de Retiro; paz que se vio alterada con frecuencia por el ruido ensordecedor del rodar interminable de trenes, autos, tranvías y otros vehículos que hacen en los Estados Unidos la vida poco menos que insoportable. Después de una visita a dos Comunidades de Religiosas mejicanas en California, terminada felizmente la Tercera Probación, me embarqué de nuevo con rumbo a mi querida Alaska. Esta vez el viaje no me impresionó tanto como cuando lo hice por primera vez. Casi me atrevería a decir que ni siquiera me impresionó.

Costas abruptas salpicadas de cumbres coronadas de nieve, pasaban por la retina de mis ojos sin dejar la más mínima impresión. Villorrios de pescadores, aldeas del interior, Anchorage, minas de oro, Fairbanks, el Yukon... nada me impresionó. Cerrado en el camarote, pude dormir unas siestas más largas que un día de lluvia en una caseta mal retejada.

De Akulurak a Kotzebue.

Al llegar a Nulato me echaron el alto y tuve que bajar del vaporcito fluvial que marchaba agua abajo camino del Estrecho de Bering. El P. Superior de la Misión me estaba esperando en Nulato para decirme que había decidido cambiarme el destino de Akulurak. Yo debía descansar otro poco con otras siestas más largas aún que las pasudas, y luego debía esperar al primer aeroplano que volara en dirección norteña. Allá, encima del Círculo Polar, casi a un tiro de piedra del Polo Norte, está una aldea que llaman Kotzebue. Tiene una casita muy maja y una iglesia también muy maja, pero no tiene misionero. Y yo iba a ser el misionero de Kotzebue.

Con las maletas aun en la mano envié mentalmente y en una fracción de segundo mi adiós de despedida a mi inolvidable Akulurak. Aquel sitio lo apellidé «el suspiro del moro», pues no creo que el asendereado Boabdil sintiera despedirse de Granada más que sentí yo despedirme de Akulurak. Mc esperaban en Akulurak diez cachorros formidables que yo había medio domado, y que quedaron llorando cuando yo marché. Me esperaban sesenta huerfanitas y cuarenta huerfanitos, que deseaban danzar al compás de un acordeón nuevo que llevaba en el baúl. Me esperaban cinco Madres Ursulinas, que ya se estaban preparando para hacer, los Ejercicios, donde esperaban oír maravillas acerca de Santa Teresa, San Ignacio, San Juan de la Cruz y otros Santos españoles de nombradía.

Me esperaban los aldeanos de los contornos, que ansiaban volver a escuchar mi eskimal desastroso, con el que les imitaba sus sonidos infrahumanos. Me esperaban los ajedrecistas de la Misión, confiados en que al cabo de un año de no jugar me podrían dar a mansalva las palizas más soberanas. Y yo esperaba con ansia ver de nuevo todo esto... y no me fui dado. Akulurak es un oasis, y yo debía emprender rumbos nuevos por desiertos desconocidos. Descansé tres días en Nulato. Allí me enteré de que tres aldeas del Yukon habían sido abandonadas por imposibles, como Babilonia, que no quiso ser sanada.

Desde que se abrogó la ley seca, el aguardiente está arruinando estas comarcas. En los alma-cenes se venden litros de licor sin descanso. Como el organismo de los eskimales es mucho mas débil que el nuestro, bastan dos copas para derribar por tierra al eskimal más forzudo. Total: que la borrachera está diezmando la población. El eskimal ya no compra calcetines, ni harina, ni café. Compra aguardiente y se emborracha, y emborracha a la mujer y a los hijos.

En el cementerio de Nulato había docenas de cruces que marcaban el yacimiento de niños inferiores a dos años. La sangre de los padres está alcoholizada. Al niño no le queda más salida que morirse de anemia. Todos los esfuerzos para poner fin a la borrachera resultan inútiles. La única solución era ahorcar al almacenista blanco que vende aguardiente a los indígenas. Pero eso no se puede hacer, por dos razones: lo prohíbe el quinto mandamiento, y, aunque no lo prohibiera, los Estados Unidos creen aún en la democracia.

Volando sobre el Circulo Polar

Por fin llegó el aeroplano. Era un aeroplano pequeño rojo, rojo, como si acabara de ser teñido en sangre. El aviador era ateo, pero me dijo que me Llevaba de balde porque su mujer, judía, lo había amenazado con el divorcio el día que cobrara un céntimo a un misionero católico. Kotzebue estaba fuera de su ruta; pero sentía una satisfacción inmensa de poder rodear 100 kilómetros y dejarme sano y salvo en Kotzebue. Y así fue.

Me senté en el pescante, y nos remontamos por los aires a 3.000 metros de altura. Debajo se veían pasar colinas, valles, llanuras, lagos, rías que zigzagueaban en todas direcciones, basta que al cabo de dos horas nos vimos sobre la bahía de Kotzebue. En los mapas que llevábamos pude ver el sitio exacto por donde pasa esa línea imaginaria que llamamos Círculo Polar. «Adiós» le dije al Círculo; y continuamos en nuestro vuelo. Cincuenta kilómetros encima del Círculo pude ver extendida a lo largo de la costa la famosa aldea de Kotzebue: la más famosa de todas estas aldeas, aunque en España sea perfectamente desconocida.

Al volar en círculos concéntricos sobre la aldea, se veían grupos de personas que corrían al aeródromo. Al aterrizar me vi enfrente de caras eskimales nuevas para mí. Les saludé con el eskimal del Yukon, pero no me respondieron. Aquí hablan un dialecto para mí ininteligible. ¡Vaya por Dios; hay que arremeter con otra lengua! Eran las once de la noche cuando llegamos, pero se veía perfectamente, pues aquí no se pone el sol en el verano, es decir, en el mes de junio. En julio se puede rezar el Breviario a media noche paseando fuera de casa. En el invierno se vuelven las tornas, y no hay luz solar fuera de unas horas hacia el mediodía.

Mi Nueva Casa

Entré en casa y tomé posesión de ella; y lo mismo hice con la iglesia. No dormí, aunque me acosté unas horas, y después de Misa me puse a ordenar la vivienda. Se entenderá fácilmente el estado lamentable en que la encontré, si digo que tardé cincuenta y siete días justos en ordenarla y en hacer de ella una morada decente. Fui menester algún trabajo de carpintería. Yo en mi vida había cogido un martillo; pero la necesidad es la madre de la invención.

Con serrotes, tenazas, martillos, clavos y madera mejor o peor vestido de mono como un marxista de Madrid, hice unos armarios, y unas alhacenas, y unos bancos que, después de pintados, parecían recién comprados en alguna almoneda. Lo importante fue que di feliz remate a toda la obra con un solo martillazo en el pulgar izquierdo. Y aun ese martillazo no fue cosa mayor. Me acordé (le lo de «ciento en el clavo y uno en la herradura». En un cobertizo trasero; repleto de trastos inútiles, me encontré con las alas del famoso aeroplano “Marquette”, el que se estrelló en octubre de 1930 con la muerte de dos misioneros y el piloto. Se estrelló a trescientos pasos de aquí, ante la aldea toda que se había congregado para verlos elevarse. Lo peor del caso es que el accidente ocurrió sin necesidad de que ocurriera.

El P. Walsh nunca había volado. El P. Superior le invitó a dar un vuelecito de diez minutos y... ¡cataplum! Me cuentan que a los infelices no les quedó un hueso sano: los ojos fuera de las órbitas, etc., etc. Al día siguiente se heló la bahía, cayó una nevada regular, y todo siguió como si no hubiera ocurrido nada. Las alas del artefacto están aquí en mi cobertizo. Cada vez que las miro me llenan de escalofríos; creo que las voy a quemar. Desde el accidente de aeroplano hasta mi llegada pasaron por aquí nada menos que ocho misioneros, uno tras otro, y ninguno echó raíces. El Sr. Obispo sin duda para halagar mi vanidad me aseguró que ésta es la Misión más dura de Alaska. No por el frío en Alaska el frío se da por supuesto, ni por la lejanía, pues el aeroplano ha puesto fin a las distancias, sino por la gente. La gente es la que ha puesto en fuga a los Misioneros.

Las Minas de Oro y los cuákeros.

En 1898 se descubrieron por aquí varias minas de oro. Miles de blancos se esparcieron por estas latitudes en busca del precioso metal. Se abrieron almacenes y se armaron buques especiales que transportaban mercancías a estas playas del fin del mundo. Hoy el oro ha desaparecido casi por completo; pero aún quedan yacimientos acá y allá donde viven hombres barbudos embrutecidos por el trabajo y la vida semisalvaje. Algunos cuákeros, restos desligados de algo que fue protestante, vieron que aquí no había iglesias de ningún género. Se sintieron apóstoles y abrieron una Misión en cada una de estas aldeas.

El código que predicaban no tenía más que tres artículos:I. ° Pagar diezmos a la Iglesia de Dios. 2. ° No jugar, no beber, no bailar, no ir al cine, no reírse. 3. ° Los cuákeros, y sólo ellos, se salvan. Los demás se condenan. Cuando en 1929 abrieron aquí los Jesuitas una Misión, se añadió un cuarto articulo al código de marras: «Los católicos son demonios disfrazados de hombres.» Y estos pobres eskimales han venido pagando diezmos a estos aventureros del dólar por espacio de cuarenta años. Si cazan diez zorras, una es para el cuákero predicador. Si cazan una y la venden por veinte dólares, dos son para el misionero, etc., etc. Cuando un misionero se hace rico, deja el puesto a otro, y éste a otro, etc., etc.

Lutero no soñó que sus premisas llevaban forzosamente a estas conclusiones como los cuákeros son el pueblo escogido, no necesitan bautismo. Nacen como ángeles y no necesitan ser lavados. Todos los eskimales de estas comarcas, hasta 1929, murieron sin el bautismo. Para suplir la falta de altares, velas, incienso y Sacramentos, se da poder a todos y a cada uno de los eskimales para predicar la Palabra de Dios en el templo. Y así es que en las reuniones religiosas se levantan a exponer a los demás el medio más rápido de asegurarse la salvación. Pero como el corazón humano necesita algún consuelo, algo de regocijo, diversiones y demás, y como el código cuákero prohíbe todo esto, muchos eskimales mandaron el código a paseo y se fueron al otro extremo, llenando las aldeas de borrachos y de hijos ilegítimos.

La Misión Católica

En 1929 se abrió esta casa. A los dos años había en el registro 123 bautismos, contando niños. Todas las almas sinceras vieron la diferencia y se nos vinieron con los brazos abiertos. Pero a los demás les halagaba demasiado la idea de que eran el pueblo escogido, el arca de Noé, fuera de la cual se ahoga todo el mundo. Por eso se quedaron. Además, en nuestra iglesia no les estaba permitido levantarse los domingos durante la Misa y exponer algún pasaje del Deuteronomio a los circunstantes. Por eso se quedaron. Claro que los diezmos son en si cosa peliaguda; pero prefieren seguirlos dando.

Cuando el demonio echa la zarpa, agarra que se las pela. Hoy Kotzebue es esto: una aldea de 350 habitantes; 40 blancos ateos, 80 católicos y el resto nada. Todas las tardes vienen las indias a enseñarme la lengua de la región. Cuando nos cansamos de pronunciar sonidos duros y de escribir palabras larguísimas, me cuentan con detalles cien episodios de la vida de estas gentes. Cuando se estrelló el aeroplano, los cuákeros aplaudieron y dieron gracias a Dios, que les había escuchado sus peticiones. Las peticiones eran que Dios barriera la faz de la tierra o por lo menos de la faz de Kotzebue a todos los demonios católicos.

Al sacar de entre las ruínas del aéreo plano los cadáveres los católicos estaban pálidos de asombro; los cuákeros se daban con el codo y se reían a carcajadas. En especial se reía de una mujer muy gorda que vive detrás del almacén indígena, casada con un inglés que no sabe leer. También a los principios, los cuákeros nunca pasaban por delante de la iglesia católica; y cuando se veían forzados a hacerlo, lo hacían con la cara vuelta al lado opuesto. De vez en cuando creían dar gloria a Dios rompiendo un par de cristales al misionero católico para que entrase la nieve y el misionero se fastidiara y se marchase.

En la ingle cuákera se discutió todo un año como arreglárselas para que ningún eskimal se hiciera católico. Las calumnias adquirieron tal magnitud, que el Padre Walsh de 29 años de edad visitó al misionero cuákero. Le agarró por las solapas y le retó a salir a la calle y resolver el problema a mojicones. El cuákero, lleno de hijos, se amedrentó y amainó. Al P. Walsh le veían algunas veces llorar en silencio. Tuvo que levantar la casa él solo; dormía en un cobertizo sacudido por la borrasca. Y comía tocino de ballena, que a los blancos nos apesta.

Tengo para mí que la muerte repentina en el aeroplano le llegó para verdadero alivio de penas. Hoy aquí yo estoy como un príncipe. Junto a la puerta tengo un bastón, con el que he amenazado romper el cráneo al primero que me rompa un cristal. Ningún cristal ha sufrido desperfecto alguno. Por las tardes doy un paseo por la playa con el bastón y los cuákeros cobardes, meten la barbilla en el pecho, temerosos de que se me ocurra empezar a bastonazos. El resultado ha sido muy famoso; veinte pasos antes de llegar a ellos sacan una sonrisa forzada y me saludan. Yo les enseño la dentadura recién acepillada, que los mismo puede ser sonrisa infantil que amenaza de mastín. Son como niños, con una mentalidad primitiva, y hay que tratarlos como a tales.

La casa esta ahora limpia que da gustos. Techos, ventanas, paredes, puertas, todo esta pintado. No había dormitorio. En la cocina había un camastro tirado en un rincón, y allí dormían. Ahora el camastro es una cama decentita repleta de mantas, oculta entre tabiques de cartón pintado a la moderna. En los plúteos hay nada menos que 950 libros. Están todos muy bien ordenados, los plúteos pintados de azul, y debajo de los libros hay hileras de revistas antiguas y modernas que nos trae el correo dos veces al mes. El número de folletitos píos y devocionarios es inferior únicamente al de las arenas y de los mares. Hay unos 50 kilogramos de estampas y otros tantos de medallas. En los desvanes hay trompetas, dos tambores con los palillos respectivos, máscaras por docenas, y así de otras superfluidades. Cada misionero dejó bastantes huellas. Tengo varios catecúmenos instruyéndose.

Los domingos cantan las mozuelas una Misa que da gloria oírla. En los bancos se sientan unas 60 personas. Por la tarde hay Bendición con el Santísimo, y cantan Tantum Ergo como lo harían triples de coro. Tienen unas voces admirables.

Mis Dos Consuelos

Dos cosas que me consuelan aquí sobremanera. La primera es que Kotzebue es la estación católica más norteña de Alaska. Sin embargo de estar tan remota, hay aquí una iglesia con su lámpara y su sagrario. Se esponja al cantar en la Misa, con los brazos extendidos, el Adveniat Regnum tuum, venga a nos el tu reino, hágase tu voluntad, etc. Luego por la noche, da gusto orar ante el altar a solas, a dos pasos del sagrario. Allí es donde se forjan nuevas tácticas de ataque para derrotar a Satanás. Las tácticas son muy sencillas: se pide a Jesucristo que Él nos traiga.

Y Él se encarga de traerlos. El misionero del martillo, y con él Jesús los martillazos. Debo confesar aquí que lo de romper cráneos a bastonazos no me fue inspirado en el altar, sino ante las ventanas, que tienen los cristales muy majos. Pongamos las cosas en su punto. La segunda cosa que también me consuela mucho es el silencio del lugar. Cuando me acuesto tengo la seguridad completa de que ningún ruido me va a perturbar el sueño. No ha habido esto más que una excepción. Una noche me despertaron unos golpes terribles a la puerta. Creí que se trataba de la Extremaunción; pero no: se trataba de una india que venia miedosísima porque su hermano estaba borracho y quería suicidarse. Tal vez si yo elevara al cielo algunas oraciones cesaría la borrasca. Prometí elevarlas, y reanudé el sueño interrumpido. Claro es que en semejantes casos dan ganas de enfadarse; pero con los eskimales no conviene enfadarse. Y fuera de aquella noche, siempre he podido dormir de un tirón sin obstáculo de ningún género.

En mis viajes por los Estados Unidos, el ruido crudelísimo hizo riza en mis nervios, y llegué a cobrar al tráfico verdadero pánico. No es como en España. Los yaquis tienen matriculados 32.000.000 de automóviles. He visto carreteras de doble fila de autos que se atropellan o poco menos por espacio de 20 ó 30 kilómetros cerca de las ciudades. Las calles son un infierno día y noche. Dentro de las casas tampoco hay silencio: el teléfono y la radio se encargar de romperlo. La pobre alma revolotea como pajarillo entre aves rapiña, buscando en vano una salida que no aparece. Cuando aterricé en Kotzebue me pareció soñar. Silencio, paz, sosiego, tranquilidad, bienandanza. Estoy solo, pero prefiero estarlo. Así puedo leer, estudiar la lengua, guisar, visitar a los cristianos, escribir cartas siempre y cuando me parezca oportuno. Este privilegio se me antoja tan inmenso, que a veces creo ser un niño mimado. Pocas personas en el mundo gozan de semejante privilegio. Después de comer, toco el acordeón para digerir con toda paz las chuletas de reno o las rajas de salmón. El resultado ha sido que, con el dormir tranquilo y digerir aún más tranquilamente, me voy poniendo gordo aquí, junto con el Polo Norte, donde uno creería que la vida es imposible. Entre tanto, los pobres misioneros chinos viven entre dos fuegos, y los sacerdotes españoles de la zona roja son cazados como conejos. Hoy día el lugar más seguro es el Polo Norte; y mientras más cerca del Polo, mejor.

TEOLOGIA 2 : TEMA 9

miércoles, 6 de mayo de 2009
A.- Biblia: Persecusiones 5ª a 9ª.
B.- Teología: Deberes del 1º Mandamiento

A. Biblia: Persecusiones 5ª a 9ª.

205. 5ª Persecución. En el año 203 bajo Septimio Severo. Al principio se mostró favorable a los cristianos. Pasado poco tiempo, dictó un nuevo edicto de persecución, por el que reaparecían los tormentos y suplicios; ésta fue más general y sangrienta llegando hasta la península Ibérica, España y Portugal, donde las anteriores, apenas si se había notado.

206. Destacan los mártires San Ireneo de Lyón, llevando por el mismo camino a veinte mil cristianos, que enrojecieron con su sangre, calles, plazas, anfiteatro y el río Saona.

207. También en África, Cartago, ocurrió algo parecido, destacando a la cabeza, las Santas Perpetua y Felicidad, que fueron delante de un buen grupo de cristianos, con la inmensa alegría de morir por DIOS.

208. Uno de los apologistas o defensores de aquella época, escribía: “Somos de ayer y llenamos ya vuestras ciudades, vuestros campos y fortalezas, el Palacio y el Senado; solamente os hemos dejado los templos. Siendo como somos numerosos, podríamos recurrir a las armas, sobre todo nosotros que no tememos la muerte, si no fuera porque según nuestras máximas, debemos morir antes que matar. ¿Qué hacemos para que merezcamos la muerte? Vosotros que juzgáis a los criminales, hablad. ¿Hay entre ellos uno solo que sea cristiano? Tráigase para vuestra prueba el registro de los tribunales. Atormentadnos, torturadnos, aplastadnos; vuestras más refinadas crueldades no servirán para nada, porque cuanto más nos matéis, más nos multiplicaremos. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Así escribía Tertuliano. Y también destacaron en defensa de la Fe, San Justino y Orígenes.

209. 6ª y 7ª Persecución. Fueron bajo los emperadores Maximino, año 237 y Decio, año 250. El edicto de Maximino iba dirigido principalmente contra los Obispos y Sacerdotes, que se vieron perseguidos con el más extremado rigor, destacando entre los mártires, los Papas San Ponciano y San Antero, el antiPapa San Hipólito, que antes se reconcilió con San Ponciano y murió mártir; y también, la virgen Santa Bárbara.

210. Con Decio ocurrió una de las más sangrientas persecuciones. Entre los diversos mártires que mandó al Cielo, se cuentan el Papa San Fabián, el Obispo de Antioquia San Babilas, el Sacerdote de Esmirna San Pionio,y la distinguida virgen de Palermo, Santa Águeda. Un niño de Cesárea, Cirilo, fue entregado al juez por su propio padre, al ver la inutilidad de sus esfuerzos para hacerle apostatar; la gente lloraba al verle ir al martirio tan joven, y les decía: en lugar de llorar, os alegraríais conmigo si conocierais la esperanza que me anima.211. 8ª y 9ª Persecución. Con Valeriano, el año 257 y Aureliano en el 274. Destacan sobre todo en la 1ª los mártires romanos San Tarsicio, niño, el Papa Sixto 2º y su Diácono San Lorenzo. En Cartago de África, el Obispo San Cipriano; y en España, San Fructuoso, Obispo de Tarragona y sus Diáconos Augurio y Eulogio.

212. San Lorenzo era el primer Diácono de Roma y era el depositario de las limosnas destinadas a socorrer a los pobres. Debido a que los perseguidores ambicionaban estas riquezas, en ese caso, como en otros muchos, tuvieron la precaución de repartirlas antes entre los más necesitados.

213. En el caso de San Lorenzo, viéndose el prefecto de Roma burlado, se enfureció, lo mandó azotar cruelmente, y después lo mando tender sobre unas parrillas al rojo vivo. El mártir, en oración, no dejó salir ninguna queja; más bien, pasado un rato, dijo al prefecto: ya estoy bastante asado por ese lado; vuélveme del otro, y come si quieres. Expiró rogando por la conversión de Roma.

214. En su recuerdo, el rey de España Felipe 2º, en el siglo 16, conmemorando una victoria sobre los franceses en San Quintín, hizo construir el famoso Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, al noroeste de Madrid, en el extremo de la sierra de Guadarrama, en forma de parrilla. Aquí se retiró él para su encuentro con DIOS, y aquí están los panteones de los últimos reyes.215. Con el emperador Aureliano, al principio se mostró benigno con los cristianos, pero después, desencadenó otra persecución que duro poco, por morir a los 8 meses. Fue martirizado el Papa San Félix 10.

B.- Teología: Deberes del 1º Mandamiento

216. Deberes del primer Mandamiento. Ordena amar a DIOS sobre todas las cosas; adorarle a El solo, con suma reverencia de cuerpo y alma, creyendo y esperando en El con fe viva. Éxodo 20,2-3: Yo soy el Señor, DIOS tuyo. No tendrás otros dioses delante de mi. Deuteronomio 6,5: Oye, Israel el Señor nuestro DIOS es un solo Señor. Amarás, pues, al Señor tu DIOS, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. En San Mateo 22,37-38 nos presenta cómo lo confirma Jesucristo.

217. Comprende. Creer en Dios y en cuanto nos ha revelado; esperar en El; amarle con todo nuestro corazón; adorarle a El solamente, por su excelencia infinita y supremo dominio sobre todas las criaturas.

218. El deber de la Fe. Si nos fiamos de las personas, con más razón debemos fiarnos de DIOS, prestando homenaje a su suprema Veracidad. Nos obliga a creer firmemente todas las verdades reveladas por DIOS y enseñadas por la Iglesia, en virtud de la autoridad del mismo DIOS que revela, y del magisterio Infalible de la Iglesia que nos las enseña, querido por Jesucristo. Tenemos que creer necesariamente para salvarse: que hay un solo DIOS creador de todas las cosas y que las conserva con su divina Providencia; que existe otra vida donde Dios premia a los buenos y castiga a los malos que no han querido arrepentirse; y posiblemente desde la predicación del evangelio, en la Santísima Trinidad, La Encarnación, y la Redención.

219. También hemos de creer si lo llegamos a conocer: el Credo, los Mandamientos de DIOS y la Iglesia, los Sacramentos y el Padre Nuestro. El motivo por el que tenemos que creer, es la suprema veracidad de DIOS, que no puede engañarse por ser infinitamente Sabio, ni puede engañarnos por ser infinitamente Bueno. El testimonio del hombre es falible; el de DIOS, es infalible; por eso nos da certeza absoluta.

220. Tenemos obligación de hacer muchos actos de Fe desde el uso de razón, internos y externos: a lo largo de la vida, en las tentaciones y a la hora de la muerte. También obligación de profesarla públicamente cuando lo exija la gloria de DIOS o el bien de las almas. También la obligación de no negarla jamás, aún con pérdida de la vida física: San Mateo 10,28; San Lucas 9,24.

221. El deber de la Esperanza. Esperar, confiar. Nos obliga a esperar en DIOS con firme confianza, porque El lo ha prometido, y es fiel, y puede cumplir, cosa que no siempre nos pasa a los hombres. Tito 1,2.

222. Esperamos en la Vida o Gloria Eterna del Cielo y en los medios para alcanzarla: promesas de Cristo, la Iglesia, La Virgen, el Perdón, la Gracia, los Sacramentos.

223. Nuestra esperanza es firme por apoyarse en la omnipotencia y bondad de DIOS que puede y quiere darnos los bienes que ha prometido; en su fidelidad en cumplir las Promesas hechas, por los méritos de Cristo, y las buenas obras.

224. También tenemos obligación de hacer muchos actos de esperanza en la vida y en la muerte, combatiendo con todas nuestras fuerzas la desesperación.

225. El deber de la Caridad. Amar a DIOS con todo nuestro ser, sobre todas las cosas, más que a nadie, por ser El quien es, Bondad infinita. San Mateo 10,37. También hemos de amar al prójimo como a nosotros mismos, y como Jesús nos ha amado.

226. Amamos a DIOS por sí mismo, porque es infinitamente Bueno, y al prójimo, por el amor de DIOS. 1ª corintios 13; San Mateo 22,34-40. El amor de benevolencia sólo busca el bien del amado. Nos ha creado y dado todo, sin ninguna necesidad, para hacernos felices, comunicándonos su Gloria. También por los beneficios que continuamente nos está concediendo, y los inmensos premios que nos promete.

227. Tenemos obligación de hacer muchos actos de Caridad. Cuantos más, y más desinteresados, mejor. Su amor nos lo está demostrando continuamente. Nosotros a El se lo demostramos en el cumplimiento de los Mandamientos. San Juan 14,15.21.

228. El deber de la Religión. Nos obliga a dar a DIOS el culto supremo que es el de adoración estricta o latría. Adorar a DIOS es tributarle suprema reverencia, que sólo a El es debida por su excelencia infinita y supremo dominio. Es el culto propio del y al Creador, y no puede darse a ninguna otra criatura. Este culto se lo debemos a DIOS por derecho natural, porque Le pertenece; y por derecho divino positivo, por estar mandado expresamente en el Deuteronomio 6 y Salmo 95(94), 6.

229. Cuando DIOS prohíbe hacer imágenes y postrarse ante ellas, se refiere a las imágenes de los ídolos o falsos dioses, que siempre han abundado, y que son seres irreales; pero no ante los Santos que son personajes históricos y reales, que por sus buenas obras, merecen una reverencia y honor, y nos ayudan con su intercesión. El mismo DIOS mandó que se hicieran imágenes de Ángeles, para ponerlas sobre el Arca de la Alianza.

230. Extensión del culto de adoración. Se extiende a Jesucristo, a su Sagrada Humanidad; a su Sacramento donde está presente, real y verdaderamente Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; a la Cruz, por su relación con la Pasión, así como a todos los instrumentos que tuvieron contacto físico.

231. A los Ángeles y Santos, les damos culto de dulía o veneración de forma general; a San José de protodulía, o veneración singular, el 1º entre iguales; y a la Virgen, por su condición de Madre de DIOS, el de hiperdulía o veneración especial. Y se bendicen las cosas, casas, lugares y todo lo que sea de uso humano, para que ayuden al verdadero progreso del alma y del cuerpo, para la Gloria de DIOS, en esta vida, y sobre todo, en la otra.

232. Catecismo del 2083 al 2109.

TEOLOGIA 2 : TEMA 8

A.- Biblia: Persecusiones 3ª y 4ª.
B.- Teología: Mandamientos de la Ley de Dios.

A. Biblia: Persecusiones 3ª y 4ª.

178. Empezó hacia el año 106, promovida por el emperador español Trajano; duró menos tiempo que la anterior, pero fue más dilatada. Plinio el joven, gobernador de Bitinia, había consultado al emperador sobre la donducta que había de seguir respecto a los cristianos. entre otras cosas, decía: “Todo su crimen consiste en cantar himnos en honor de Cristo. Son numerosos; los hay de toda edad y estado, tanto en las poblaciones como en el campo, de modo que los templos de nuestros dioses se ven casi desiertos. Por lo demás, su vida es pura e inocente”.

179. Trajano le contestó que no debía andar en averiguaciones en relación con los cristianos; sino que si eran acusados y convictos de serlo, debía condenarlos a muerte.

180. Observamos que contra todo derecho, y más en el romano, se les condena por el hecho de ser acusados, prohibiendo toda indagación. Pilatos, con Jesús, preguntó algo, se convenció de su inocencia, y a pesar de todo, le condenó.181. Mártires principales. Fueron San Clemente, Papa, en Roma; San Ignacio, Obispo, en Antioquia, famoso por su gloriosa carta a los Romanos, pidiendo le dejaran ir al martirio, y San Simeón, sucesor de Santiago en Jerusalén, de 120 años de edad.

182. El siguiente emperador, Adriano, se mostró más tolerante, pero también hubo muchos mártires, debido al furor de otros gobernadores, que apoyados en leyes no derogadas, se aprovechaban y se enriquecían con lo confiscado. En esta persecución destaca Santa Sinforosa y sus 7 hijos.

183. Cuarta persecución. Fue en el año 166 con el emperador Marco Aurelio. Prevenido contra los cristianos por las calumnias que se divulgaban, renovó los edictos de persecución anteriores.

184. Destacan los mártires de Roma con la ilustre viuda Santa Felícitas y sus 7 hijos; el filósofo San Justino, que al convertirse al cristianismo, puso al servicio de la fe su misma academia, siendo gran apologista o defensor del cristianismo; la virgen Santa Cecilia. En las Galias, Francia, San Sinforiano de Autún, y San Potino, primer Obispo de Lyón.

185. Sobresale san Policarpo de Esmirna, en Asia Menor, Obispo martirizado bajo el reinado de Antonino Pío. Ante la invitación que le hacían de renunciar a la fe, a cambio de su libertad, contestó: “hace 86 años que sirvo a Jesucristo y no he recibido de El sino bienes. Soy cristiano; si quieres conocer la doctrina de los cristianos, concédeme un solo día y te instruiré”.

186. Ante la amenaza de las fieras, contestó que las prepararan: ante la amenaza del fuego, contestó: “Me amenazas con un fuego que sólo quema un momento, y es porque no conoces el fuego eterno que está reservado a los impíos”. Murió quemado, pidiendo que no le clavaran, que no hacía falta; el que me da fuerzas para sufrir, dijo, me las dará también para mantenerme firme en medio de las llamas. Las llamas rodearon al mártir como una corona; los paganos pidieron a gritos que lo mataran a espada, y salió tanta sangre, que apagó la hoguera.

187. Los mártires. En las Actas, se conservan multitud de casos a cual más ejemplares. tenemos en nuestro Comentario a la LEY, casi toda la carta de San Ignacio. Y nos presenta su gozo y alegría ante el gran y corto viaje, y el definitivo y consolador encuentro.

188. Hubo también casos de presunción atrevida, no recomendada por las autoridades, y que luego se volvieron atrás en la prueba. Pero en la mayoría, predominó la sensatez y confianza en DIOS; si era preciso, se ocultaban, como San Policarpo, que fue denunciado por uno de los sirvientes.

B.- Teología: Mandamientos de la Ley de Dios.

189. El Decálogo es el conjunto o compendio de los Mandamientos dados por DIOS a Moisés en el Sinaí, unos 1300 años antes de Jesucristo y que después serían confirmados por el mismo Cristo. La palabra Decálogo viene del griego, deka=diez y logos=palabra. Diez palabras o sentencias que llama San Agustín “la suma y compendio de todas las leyes”.

190. Contenido. Los tres primeros pertenecen al honor de DIOS y los otros siete al provecho del prójimo. Así constaba en las dos tablas de piedra, Éxodo 31,18.

1º. Amar a DIOS sobre todas las cosas, o Amarás al Señor tu DIOS con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente.

2º. No jurar el santo nombre de DIOS en vano.

3º. Santificar las Fiestas.

4º. Honrar a tu padre y a tu madre.

5º. No matar.

6º. No fornicar, o No cometer actos impuros.

7º. No hurtar.

8º. No levantar falsos testimonios ni mentir.

9º.No desear la mujer de tu prójimo, o No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

10º. No codiciar los bienes ajenos.

191. Estos diez Mandamientos se encierran en dos: en servir y amar a DIOS sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos. Así lo confirmó Jesucristo en San Mateo 22.37-39.

192. Su Origen. Es Divino. El mismo DIOS es su Autor. Desde el principio, los imprimió en el alma de todo hombre por medio de la ley natural; los promulgó más tarde, con toda solemnidad en el monte Sinaí, mientras el pueblo esperaba abajo.

193. Después Jesucristo les dio la última perfección, los dulcificó, los confió a Su Iglesia, para que los propusiese a los fieles. Con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, día en que se conmemoraba el aniversario de la promulgación de la Ley Mosaica, el Señor nos facilita su cumplimiento.

194. Aclaraciones. Los Preceptos del Decálogo están todos contenidos, de una manera o de otra, en los preceptos de la Ley Natural, que todo hombre debe cumplir, y que son promulgados interiormente por la voz de la conciencia. Romanos 2,15.

195. Fue necesaria la promulgación externa y solemne, porque debido al pecado original, a los pecados personales, desórdenes de las pasiones y demás tinieblas, la voz de la conciencia se puede ir apagando. Dice San Agustín: “Lo que los hombres no querían leer en sus corazones, fue escrito en tablas de piedra; estaba ya escrito en sus corazones, pero no quisieron leerlo; entonces el Señor se lo puso exteriormente delante de sus ojos, para obligarles a que leyesen lo mismo en sus conciencias”.

196. A pesar de todo, la abundancia del mal oscurecía las mentes y cambiaron el sentido de las cosas, si es que no las rechazaban. La lucha de los Profetas será para aclarar. Se hizo necesario que Jesucristo lo volviera a confirmar y promulgar por la nueva Ley del Evangelio, dándole plenitud. San Mateo 5,17-18 y 19,16-21.197. También a Jesucristo se le rechazó, y se le rechaza, o se le interpreta de muchas maneras, según los gustos de cada uno. Dio poderes y asistencia especial a su Iglesia para que continuara su labor, y ya vemos los resultados. ¿Por qué tantas religiones, preguntan algunos? Por el mal uso de la libertad humana y los intereses personales o de grupo, al servicio del egoísmo.

198. Obligacion de Guardarlos y Cumplirlos. Obliga a todos los hombres sin excepción; obligación de saberlos, entenderlos, y cumplirlos. Son la regla práctica que DIOS nos ha dado para saber lo que es malo o bueno, justo o injusto, según cumplamos o no.

199. Esta obligación nace de la misma voluntad de DIOS que la ha dictado e impuesto. Éxodo 20,2. Necesaria para nuestra propia felicidad eterna. San Mateo 19,17. También para nuestro bienestar temporal, pues la vida en la tierra, según los planes de DIOS, era un paraíso; hagamos la prueba por lo menos una temporada, a nivel personal o de grupo, y veremos; enseguida sentimos esa paz en el alma y un gozo inmenso.

200. En cambio, los males que trae consigo a nivel personal o de grupo, ya lo sabemos: el pecado, que es la causa de todos los males, comprobado en el presente y en el pasado.

201. Extensión de esta obligación. A todos y cada uno de los Diez Mandamientos, y a toda clase de personas. “Si quebranta un mandamiento, viene a ser reo de todos los demás”. Santiago 2,10.

202. Es posible cumplirlos, pues DIOS no puede mandar imposibles; y nos da su Gracia para ello. Concilio de Trento, siglo 16, sesión 6, canon 18. Iría contra la Justicia de DIOS.

203. Y fácil, a quien se alimenta bien. Mi yugo es suave, y mi carga ligera, nos dice Jesús en San Mateo 11,30; no son penosos, nos dice San Juan en su 1ª carta 5,3. Es cuestión de amar, y pedir gracia, y sabernos apartar a tiempo.

204. Catecismo del 2052 al 2082.

TEOLOGIA 2 : TEMA 7

A.- Biblia: Persecusiones 1 y 2
B.- Teología: Obligación de La Ley Moral

A. Biblia: Persecusiones 1 y 2

148. Causas. La Iglesia de Cristo, por ser defensora y difusora de la Verdad, siempre tendrá en contra al mentiroso y padre de la mentira, el Diablo, que es en el fondo el que organiza e inspira todas las fuerzas del mal en su lucha contra el Bien.

149. Jesucristo lo anunció muy claramente, para sus discípulos, y todos los que después desearan seguirle. A El mismo, apenas nacido, ya lo quisieron matar; también a la Iglesia desde sus comienzos fue combatida terriblemente. Ahora se trata de ver las grandes persecuciones del Imperio Romano de forma organizada y sistemática.

150. Las razones por las que perseguían eran muy variadas, aunque en el fondo, las mismas de ahora: que las tinieblas no quieren la luz, para que no se descubran sus malas obras, que el que hace el mal, le molesta quién practique el Bien. A veces, confundían a los cristianos con los judíos; y como Roma quería la destrucción de este pueblo, les perseguían. Otras veces, por no aceptar ninguna religión distinta de la del Estado, aunque al principio, solían respetar las creencias de los pueblos vencidos, siempre que no se opusieran a sus deseos. También por calumnias, malos entendidos y envidias. Muy parecidas a las razones de ahora, y de siempre.

151. Los tormentos, eran de todas las clases, y a veces dejaban libertad al ingenio de los verdugos: destierros, cárceles, despojos de todos los bienes, mutilaciones, amenazas, humillaciones, torturas, insultos, golpes, azotes, arrojados a las fieras, asados vivos, etc. Podemos comparar con los de ahora, y, en cierto sentido, han perfeccionado las técnicas para hacer sufrir y humillar: lavados de cerebro, criaderos de piojos y muchos más que haría muy largo contarlos, pero que sí destaca el mayor refinamiento; y declararles, dicen ahora, enemigos de la “cultura y progreso”.

152. Las Catacumbas. Eran unas excavaciones subterráneas, situadas cerca de la ciudad, unas veces para sacar arena para las obras, otras veces como cementerios particulares de grandes familias romanas, por lo que al principio tenían cierta seguridad porque se solían respetar y no podían entrar personas ajenas. Los cristianos las aprovecharon con frecuencia para protegerse en determinados momentos de persecuciones, y celebrar con mayor seguridad los Divinos Misterios; también, para enterrar a los restos de los mártires, y a veces, recibían el nombre de los más destacados, como son las de San Sebastián y San Calixto. Con el tiempo se fueron perfeccionando y ampliando, y enriqueciendo con obras de arte. Actualmente, en Roma hay más de 200 Km. de Catacumbas, hasta de 3 ó 4 niveles de galerías.

153. Primera gran persecución. Fueron 10 las decretadas. La 1ª, de forma oficial, fue por el emperador Nerón, a quien se le atribuye el incendio de Roma, y que él culpó a los cristianos para desviar el odio de la gente, y poder aplicarles los terribles castigos que se nos cuentan: les cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros hambrientos; los cubrían con sacos rociados de pez y azufre y, colgándolos de los postes, les prendían fuego, convirtiéndose en antorchas humanas que iluminaban los jardines.

154. En esta persecución, murió San Pedro colgado de una Cruz, pero con la cabeza hacia abajo, a petición suya, por no considerarse digno de morir como el Señor; y San Pablo, decapitado, por ser ciudadano romano; fue hacia el 29 de junio del año 67, siendo enterrado San Pedro en la colina Vaticana, donde hoy se encuentra la gran Basílica y el altar Papal, y que los arqueólogos, mandados por el Papa Pío 12 hicieron excavaciones y encontraron un sepulcro del siglo 1º. Y San Pablo en las afueras de Roma, en lo que hoy se llama la Basílica de San Pablo extramuros.

155. Segunda gran persecución. Después, con Vespasiano y Tito, los cristianos gozaron de cierta paz, aunque en algunas zonas, según los gobernadores, continuaban, o no había, o era muy leve.

156. Con el emperador Domiciano, hacia el 95, después de una etapa de paz, al proclamarse dios y ver que los cristianos no aceptaban, mando poner en vigor los edictos persecutorios anteriores.

157. Aquí murieron familiares del emperador, ya convertidos. El más destacado fue San Juan Evangelista. Llevado desde Efeso a Roma, lo pasaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió ileso. Impresionado el emperador, lo desterró a la isla de Patmos para trabajar en las minas. Aquí tuvo las visiones que escribiría en el Apocalipsis. Asesinado el emperador, dejaron al Apóstol en libertad, y hasta el final de sus días no se cansaba de repetirles la esencia del Evangelio y sus cartas: hijos, hijitos míos, amaos los unos a los otros. Ante la pregunta de por qué repetía tanto ese mandato, respondió diciendo que no había otro mayor ni mejor.

B. Teología: Obligación de la Ley Moral.

158. Es la exigencia moral que nos mueve al cumplimiento de los deberes. Necesidad moral impuesta por la Ley a la criatura racional para hacer algo u omitirlo.

159. Fuerza obligatoria de la Ley. Toda ley moral lleva verdadera obligación de cumplirla. Obliga en conciencia a hacer u omitir lo que en ella se manda o se prohíbe.

160. Su fundamento está en que toda Ley buena viene de DIOS, y todo legislador, cualquiera que sea, representa a DIOS para gobernar y mandar en orden al bien; es ministro de DIOS para nuestro bien. Romanos 13,1-7 y 1ª de Pedro 2,13-17. La fuerza obligatoria o grados de obligar dependen de la materia de la Ley, de las circunstancias y del fin que se pretende, especialmente el legislador.

161. Leyes afirmativas y negativas. Las afirmativas mandan los actos buenos morales, como oír Misa, ayunar; obligan siempre, pero no para siempre; ni obligan con grave perjuicio, cuando ocurre alguna dificultad extrínseca o accidental que hagan sumamente difícil el cumplimiento de la Ley: miedo grave, enfermedad, etc. Las negativas son las que prohíben los actos malos como el matar, mentir, etc. Obligan siempre y para siempre, en todo momento. Toda Ley obliga de suyo explícitamente y en esencia, a su observancia: conocerla, poner los medios ordinarios para cumplirla, quitar los obstáculos que impidan su cumplimiento, evitar los peligros de quebrantarla.

162. Cesación de la obligación de la Ley. hay algunas causas por las que puede cesar la obligación de la Ley, es decir, de cumplirla; son algunos casos particulares, en que, aunque permaneciendo la Ley en vigor y obligando a los demás, no les obligue a ellos. Algunas causas son por parte del súbdito, como la exención, impedimento; otras causas, por parte del superior, como son la epiqueya o interpretación benigna de la ley o de la mente e intención del legislador para con algún caso concreto. También cesa por el privilegio y la dispensa.

163. Dispensa de las leyes eclesiásticas. Este poder pertenece al Romano Pontífice para todas las leyes eclesiásticas, votos, juramentos, impedimentos de matrimonio. A los Obispos, todas las leyes diocesanas; a los Párrocos en sus respectivas feligresías y en lo que le hayan autorizado.

164. El Papa puede dispensar de todas las leyes eclesiásticas, y también, habiendo justa causa, en las Leyes Divinas, cuando la obligación procede de la voluntad humana, como sucede en los votos y juramentos. En las demás leyes Divinas, puede declarar que el Derecho Divino cesa en tal caso particular, pero de suyo no puede dispensar en estas leyes, que por voluntad de Jesucristo, son inmutables.

165. Cesación de la Ley. Es distinto de la dispensa. En la cesación, deja de subsistir el vigor; en la dispensa, el vigor continua. Intrínsecamente, al cesar el fin por el cual se dio la Ley y no es necesario que lo declare el legislador. Extrínsecamente, por legítima derogación de toda la Ley, o parte de ella; también por desuso o costumbre contraria, según las debidas condiciones.

166. Sanción de la Ley. La Ley lleva consigo, junto a la obligación de cumplirla, su sanción correspondiente, que es el premio o castigo establecidos por el legislador, para dar más vigor a la Ley y urgir su cumplimiento.

167. Hay una sanción natural que siempre acompaña al acto: satisfacción que se siente al cumplirla cuando es buena, y desasosiego cuando no se ha cumplido. Si la Ley es mala, es al revés.

168. Hay también una sanción positiva anunciada. En esta vida, los castigos o premios que impone la justicia humana. En la Vida Eterna: el Cielo para los que murieron en Gracia, con sus diversos grados y totalmente limpios de pena temporal; el Purgatorio, para los que mueren arrepentidos pero sin estar totalmente purificados, hasta que lo estén; el Infierno eterno, también en sus diversos grados, para los que mueren en pecado mortal sin arrepentirse.

169. El pecado o trasgresión de la Ley. Las leyes meramente penales no obligan en conciencia; sólo obligan en cuanto a la pena o multa impuesta temporalmente, por poner u omitir una acción. Hay algunas como las del Tráfico que obligarían en conciencia por ser imprudencias que se podían evitar y tener consecuencias a veces muy graves e irreparables.

170. El pecado no es otra cosa que la libre trasgresión de una ley que obliga en conciencia. Es un acto moralmente malo porque se opone a la Regla de Moralidad en todos sus puntos de vista.

171. Es una culpa, porque cuando el pecado es formal, personal y completo, el hombre es responsable, y por tanto, culpable.

172. Es una ofensa a DIOS porque la Ley es impuesta por El, y el que la quebrante, Le ofende.

173. Recordamos las condiciones para que haya pecado: Materia grave o leve, advertencia plena o semiplena y consentimiento pleno o semipleno; será pecado mortal cuando sea materia grave y advertencia y consentimiento plenos, según las circunstancias.

174. El pecado también puede ser actual o habitual, de comisión u omisión: contra DIOS, contra el prójimo o contra sí mismo.

175. Formal, cuando se quebranta la Ley libremente y a sabiendas, llamado también personal; y material, cuando es sólo infracción, sin advertencia ni consentimiento, por lo que no es culpable; es el caso de los locos, o borrachos cuando es la primera vez y no conocen sus reacciones.

176. Nos alegra ver a la Virgen Inmaculada, sin pecado; el triunfo del espíritu sobre la materia; en la que vemos a la humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS; la primitiva belleza, la nativa inocencia; el pensamiento original y creador de DIOS; lo que DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que por el pecado se pierde, en María, siempre Virgen, DIOS, lo ha conservado; para Gloria suya, y provecho nuestro. Ella que se hizo esclava y DIOS la corona como Reina del Universo.

177. Catecismo del 1987 a 1995.

HOMILIA 27

martes, 5 de mayo de 2009
Y entrando Jesús en casa de Pedro, vio a la suegra de éste echada en cama y con fiebre, y la tomó de la mano, y la fiebre la abandonó y ella se puso a servirle. San Mateo 8, 14.

236.- La curación de la suegra de Pedro.
1. Marcos, San Marcos 1,29, usa de la palabra “inmediatamente” para señalar el tiempo; Mateo se contenta con narrar el milagro sin indicación de tiempo. Los otros evangelistas dicen, San Marcos 1,30; San Lucas 4,38, que la enferma misma rogó al Señor; Mateo se calla también esta circunstancia. Pero no hay en ello discordancia, sino que Mateo mira a la brevedad del relato; los otros, a una mayor precisión. Mas ¿con qué fin entró en la casa de Pedro? A mi parecer, con el fin de tomar algún alimento. Por lo menos eso da a entender el evangelista cuando dice: Y ella se levantó y le servía. Porque costumbre era del Señor hospedarse en casa de sus discípulos, como hizo con Mateo cuando le llamó, con lo que juntamente los honraba e incitaba su fervor.

237.- Pero considerad, os ruego, aquí también la reverencia de Pedro para con el Señor. Porque, teniendo en casa a su suegra enferma y con alta fiebre, no le forzó a que fuera a verla, sino que esperó a que Él terminara toda su instrucción y a que todos los otros fueran curados, y sólo entonces, dentro ya de casa, le ruega por ella. De esta manera aprendía Pedro, desde el principio, a poner los intereses de los otros por delante de los suyos propios. Así, pues, no fue él quien introdujo al Señor en su casa, sino que entró Él espontáneamente, después que el centurión había dicho: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, San Mateo 8, 8. Con lo que mostraba el Señor cuán grande gracia hacía a su discípulo.

238.- Realmente, considerad qué tales habían de ser aquellos palacios de los pescadores. Y, sin embargo, no se desdeñaba el Señor de entrar en aquellas míseras chozas, enseñándonos por todos los modos a pisotear el boato de los hombres. Por lo demás, unas veces cura el Señor con solas palabras, otras extiende también la mano, otras junta palabras y gestos para poner ante los ojos el milagro. Porque no siempre quería Él obrar milagros aparatosos, ya que por entonces le convenía estar oculto, y menos en presencia de sus discípulos, que, de pura alegría, los hubieran pregonado por todas partes. Lo cual es evidente por lo que le pasó después de bajar del monte de la transfiguración, que tuvo necesidad de mandarles que a nadie dijeran lo que habían visto. San Mateo 17, 9.

239.- Tocó, pues, el Señor a la enferma y no sólo le calmó la fiebre, sino que le devolvió perfecta salud. Como se trataba de una enfermedad leve, aquí mostró más bien su poder en el modo de la curación. Lo cual no hubiera podido conseguir la medicina. Porque bien sabéis que, aun después que el enfermo se ve libre de la fiebre, necesita de mucho tiempo hasta restablecerse completamente en su primera salud. Mas en el caso presente, todo sucedió en el mismo punto. Y no sólo aquí, sino también en el otro de la tempestad calmada. Porque no sólo calmó el Señor los vientos y la tormenta, sino que instantáneamente apaciguó también el mar. Lo cual es también maravilloso, pues, aun cesando la tormenta, las aguas siguen por mucho tiempo agitadas. No así con Cristo, pues todo sucedió en el mismo punto: exactamente como aquí en el caso de la suegra de Pedro. Y eso es lo que quiere significar el evangelista, cuando dice: Se levantó y se puso a servirle. Lo cual no fue solamente señal de poder de Cristo, sino de la gratitud que la mujer sentía para con Él.

240.- Otro punto podemos aún considerar en este milagro, y es cómo el Señor, por la fe de unos, concede la curación a otros. Aquí, en efecto, otros fueron los que rogaron, lo mismo que en el caso del criado del centurión; pero se la concede a condición de que el enfermo no sea incrédulo y sólo por impedírselo la enfermedad no se presente ante Él, o por ignorancia y corta edad no sienta muy altamente de Él.

241.- Jesús cura a muchedumbres de enfermos.
Venida la tarde, le presentaron a muchos endemoniados, y con su palabra expulsó de ellos los espíritus, y curó a todos los enfermos, a fin de que se cumpliera lo que fue dicho por el profeta Isaías 53,4: Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias. Mirad cómo ha crecido ya la fe de la muchedumbre. Porque no se resignaban a retirarse de su lado, no obstante lo urgente de la hora, ni tenían por intempestivo presentarle los enfermos por la tarde. Por otra parte, considerad, os ruego, la muchedumbre de curaciones que los evangelistas pasan por alto, sin contarnos menudamente sus circunstancias. Con una sola palabra atraviesan todo un piélago inmenso de milagros.

242.- Luego, el propio evangelista, previniendo a la incredulidad que pudiera ocasionar la grandeza misma del milagro, pues curó en un momento a tanta muchedumbre de gente y de tan varias enfermedades, nos aduce al profeta como testigo de los hechos, con lo que nos muestra de paso cuán eficaz es siempre la prueba tomada de las Escrituras, de no menos fuerza que los milagros mismos, y así dice que ya Isaías los había predicho: Él tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias. No dijo: “destruyó”, sino: Cargó y tomó sobre sí. Lo cual más bien me parece fue dicho por el profeta en relación con nuestros pecados, en consonancia con lo que había dicho también Juan Bautista: He ahí el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. San Juan 1, 29.

243.- 2. ¿Cómo, pues, lo aplica aquí el evangelista a las enfermedades corporales? O porque leyó este testimonio en sentido histórico, o porque quiso darnos a entender que la mayor parte de las enfermedades del cuerpo proceden de pecados del alma. Porque si la muerte misma, que es cifra de todos los males, tuvo en el pecado su raíz y origen, mucho más lo tendrán la mayor parte de las enfermedades. El mismo hecho de ser nosotros pasibles, de ahí nos ha venido.

244.- El Señor enseña a huir de la ostentación.
Pero, viendo Jesús las grandes muchedumbres que le rodeaban, dio orden de pasar a la otra orilla. Mirad una vez más cuán ajeno es el Señor a toda ostentación. Los otros evangelistas no cuentan haber intimado a los demonios que no dijeran que Él era el Cristo, San Marcos 1,34; San Lucas 4,41; Mateo, que despidió a las muchedumbres. Al obrar así, quería el Señor enseñarnos la moderación, a par que calmaba la ojeriza de los judíos, y nos daba, en fin, la lección de que nada hagamos por pura ostentación.

245.- Realmente, no había venido sólo para curar los cuerpos, sino principalmente para corregir al alma y enseñarle su divina filosofía. En una y otra cosa se nos muestra a sí mismo: en la curación de las enfermedades y en no hacer nada por ostentación. Y era así que las gentes estaban como clavadas con Él de puro amor y admiración y quisieran estarle mirando en todo momento. Porque ¿quién se iba a apartar de quien tales maravillas obraba? ¿Quién no quisiera contemplar sencillamente aquella cara y aquella boca, que tales palabras hablaba?

246.- La belleza corporal del Señor.
Porque no era el Señor sólo admirable, cuando obraba sus milagros, sino que su sola presencia estaba llena de hechizo, como ya lo había declarado el profeta, cuando dijo: Hermoso por su belleza sobre los hijos de los hombres. Salmo 44,3. Y si es cierto que Isaías 53,2 dice: No tenía forma ni hermosura, o hay que entenderlo en comparación de la gloria inefable e inexplicable de la divinidad, o nos habla el profeta de lo que sucedió en su pasión, la deshonra, por ejemplo, sufrida al tiempo de estar colgado en la cruz, o, finalmente, de la humildad que mostró en todo durante su vida entera.

247.- Hechizo del Señor sobre las gentes.
Sin embargo, no dio su orden de pasar a la otra orilla hasta que hubo terminado de curar, pues en otro caso tampoco se lo hubieran consentido. Porque si allá en el momento no permanecieron sólo a su lado mientras duró su discurso, sino que, aun cuando hubo callado, le fueron acompañando, así aquí no sólo estaban junto a Él mientras obraba sus milagros, sino también cuando hubo terminado, como quiera que de sólo mirar su rostro sacaban gran provecho. Y es así que si Moisés tenía transfigurado su rostro y el de Esteban parecía de un ángel, considerad cómo es razón que apareciera entonces la cara del que es Señor de Moisés y de Esteban.

248.- Tal vez tengáis ahora muchos deseos de ver aquella divina imagen; pero, si queremos, mucho más bella la contemplaremos. Porque, si terminamos con confianza la presente vida, recibiremos al Señor entre las nubes y le saldremos al encuentro con cuerpo inmortal e incorruptible. Y mirad cómo no despide sin más a las muchedumbres, a fin de no herirlas. Porque no dijo: “Retiraos”, sino que ordenó pasar al otro lado, dándoles esperanzas que Él, en todo caso, pasaría también allá.

249.- Condiciones para el seguimiento de Cristo.
De este modo, pues, le mostraban las muchedumbres su grande amor y le seguían con entusiasmo; pero uno de entre ellos, esclavo de la riqueza y lleno de arrogancia, se le acercó y le dijo: Maestro, yo te quiero seguir dondequiera que vayas. ¡Mirad cuánto tufo! No quería el hombre que se le contara entre la muchedumbre, y, para mostrar que estaba por encima de la turbamulta, se acercó al Señor de aquella manera. Tal es el carácter de los judíos: lleno de impertinente insolencia. Otro, por modo semejante, más adelante, cuando todos estaban en silencio, saltó y le dijo al Señor: ¿Cuál es el primer mandamiento? San Mateo 22,36.

250.- Sin embargo, no reprendió el Señor la impertinencia, enseñándonos así a soportar a tales gentes. Por eso, no arguye manifiestamente sus malos propósitos, sino que responde a sus pensamientos dejándoles a ellos solos que se den cuenta de la reprensión; con lo que les hace doble beneficio. Primero, ponerles patente que Él sabe lo que hay en la conciencia, y luego, demostrado lo primero, concederles seguir ocultos y ofrecerles, si querían, la gracia de corregirse. Tal, exactamente, hace con éste. Este, en efecto, viendo los muchos milagros que el Señor obraba y cómo se atraía las muchedumbres, se echó sus cuentas y creyó que aquellos milagros podían ser un buen negocio.

251.- De ahí su prisa por seguirle. ¿Cómo puede probarse esto? Por la respuesta que Cristo le da, que más bien apunta a la intención que no a las palabras de la pregunta, ¿Cómo?, le dice. ¿De mi seguimiento esperas hacer dinero? Mas ¿no ves que yo no tengo dónde cobijarme y soy más pobre que los pájaros del aire? Porque las zorras tienen sus madrigueras y los pájaros del aire sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde apoyar su cabeza. Lo cual no era rechazarlo, sino reprender su mala intención, a par que, si quería, le ofrecía ocasión para seguirle con aquellas condiciones. Ahora, que la intención con que se acercó al Señor no fue buena, miradlo por lo que ahora hace, pues, oyendo la respuesta y reprensión del Señor, no le contestó: “Estoy dispuesto a seguirte”.

252.- Cristo responde con frecuencia a la intención del que le habla.
3. Por lo demás, se ve cómo en muchas otras ocasiones sigue Cristo el mismo procedimiento: no argüir abiertamente, sino por su respuesta poner al descubierto la intención de los que se le acercan. Así, a aquel que le dijo: Maestro bueno, y por esta adulación esperaba atraérselo a su parecer, le respondió diciendo: ¿Por qué me llamas bueno? Sólo hay uno bueno: Dios. San Lucas 18, 18-19; San Mateo 19, 16-17. Y cuando le dijeron: Mira que tu madre y tus hermanos te vienen a buscar, San Mateo 12,41, como venían movidos de sentimientos humanos y no con intención de oír nada de provecho, querían sin duda hacer alarde de su parentesco con Él y vanagloriarse de ello, oye cómo les contesta: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

253.- Y otra vez a sus mismos hermanos que le decían: Manifiéstate a ti mismo ante el mundo, les replicó: Vuestro tiempo está siempre aparejado; pero el mío no ha llegado todavía. San Juan 7,4-6. También suele hacer lo mismo por modo contrario, como cuando le dice a Natanael: He aquí a un verdadero israelita, en quien no se da falsía, San Juan 1, 47. Y aquella otra vez que dijo: Marchad y contad a Juan lo que estáis viendo y oyendo. San Juan 7,22. Porque tampoco en esta ocasión respondió a las palabras, sino a la intención de quien había enviado aquella embajada.

254.- Y con la conciencia del pueblo hablaba también cuando prosiguió tenía la gente a Juan por hombre de carácter flojo y flexible, para rectificar semejante idea, les dice el Señor: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento o un hombre vestido de ropas muelles? San Mateo 11,7-8, con lo que les daba el Señor a entender que Juan no era de suyo flexible ni se dejaría ablandar por molicie de ninguna especie. De este modo, pues, también aquí dirige su respuesta a la intención del que le hablaba. Y mirad cómo aun en esto da pruebas de su moderación. Porque no dijo: “Sí, tengo, pero lo desprecio”, sino sencillamente: “No tengo”. ¡Mirad cuán grande perfección unida a no menor condescendencia! Lo mismo cuando bebe y come y cuando aparentemente obra de modo contrario a Juan. También eso lo hace por la salvación de los judíos o, mejor dicho, de la tierra entera, pues reduce, por una parte, a silencio a los herejes, y trata, por otra, de atraerse a los que le escuchan.

255.- Que los muertos entierren a sus muertos.
Otro, prosigue el evangelista, le dijo: Señor, permíteme antes marchar a enterrar a mi padre. ¿Veis la diferencia y cómo el uno habla descaradamente y le dice: Yo te quiero seguir dondequiera que vayas; y éste, no obstante pedirle una cosa santa, empieza por permíteme? Y, sin embargo, no se lo permitió. Pues ¿qué le responde el Señor? Deja a los muertos que entierren a sus muertos; tú, empero, sígueme. Porque siempre atendía el Señor a la intención. ¿Y por qué, me dirás, no se lo permitió? No se lo permitió porque otros había que podían cumplir con ese menester y no por eso se iba a quedar el padre sin sepultura. Lo que no debía hacerse era apartar al hijo de cosas más necesarias. Ahora, al decir el Señor: A sus muertos, da a entender que éste no era muerto suyo. A mi parecer, el difunto aquel debía de ser algún incrédulo. Y si te maravillas de que este joven pida permiso a Jesús para cosa tan necesaria y no fuera él por sí y ante sí al entierro de su padre, mucho más has de maravillarte de que, al prohibírselo, no se movió un paso. Mas ¿no fue, objetarás, el colmo de la ingratitud no asistir al entierro de su padre? De haberlo hecho por negligencia, sí, hubiera sido suma ingratitud; mas obrando así para no impedir otra obra más necesaria, la ingratitud, el colmo de la ingratitud, hubiera más bien estado en asistir.

256.- Primacía de lo espiritual.
Porque, si Jesús se lo prohibió, no es porque nos mande descuidar el honor debido a quienes nos engendraron, sino para darnos a entender que nada ha de haber para nosotros más necesario que entender en las cosas del cielo, que a ellas hemos de entregarnos con todo fervor y que ni un momento podemos diferirlas, por muy ineludible y urgente que sea lo que pudiera apartarnos de ellas. ¿Qué puede haber de más necesario que enterrar al propio padre? ¿Qué más fácil? Realmente, poco tiempo había que gastar en ello. Ahora bien, si no hay que gastar ni el tiempo que se requiere para enterrar a su padre, si no es seguro alejarse de lo espiritual ni por tan breve espacio de tiempo, considerad el castigo que nosotros merecemos; nosotros, alejados todo el tiempo de nuestra vida de los asuntos que atañen a Cristo; nosotros, que anteponemos las cosas más viles a lo de verdad necesario y que, sin que nada nos apremie, nos dejamos llevar de nuestra tibieza.

257.- Bien es también que admiremos la alteza de la filosofía que enseña el Señor, pues con tanta fuerza clavó a este discípulo a su palabra y le libró así de males infinitos: lamentaciones, duelos y todo lo que suele acompañarlos.
Porque después del entierro hubiera tenido que ocuparse del testamento y del reparto de la hacienda y de tantos líos como de aquí suelen seguirse. Y así, sucediéndose unas olas a otras, cada vez le hubieran desviado más del puerto de la verdad. De ahí que el Señor le arrastra y le clava, como si dijéramos, consigo. Más, si todavía os maravilláis y turbáis de que no le consintiera asistir al entierro de su padre, considerad que hay muchos que no dejan que los enfermos se enteren de la muerte del padre o de la madre o de un hijo o de otros parientes, y menos que los acompañen a la sepultura, y no por eso se los tacha de crueldad e inhumanidad. Y con mucha razón. Lo contrario más bien: llevarlos en tal estado al entierro, habría que calificarlo de crueldad.

258.- Los muertos por el pecado.
4. Ahora bien, si es un mal llorar a nuestros allegados y dejarse abatir por el dolor, mucho mayor lo es apartarse de los asuntos espirituales. Por eso justamente dijo el Señor en otra ocasión: Nadie que ponga la mano en el arado y vuelva a mirar atrás, es apto para el reino de los cielos. San Lucas 9,62. A la verdad, más vale predicar el reino de los cielos y resucitar a otros de la muerte que no enterrar a un muerto, de quien nada se puede ya esperar. Sobre todo cuando hay otros que pueden muy bien cumplir todos esos menesteres. En resolución, ninguna otra lección sacamos de aquí sino el deber que tenemos de no perder un momento de tiempo, por muchas que sean las cosas que nos apremien, y de poner lo espiritual por encima de las más urgentes necesidades.

259.- Aprendamos también en qué está la vida y en qué la muerte. Muchos hay, en efecto, que parece que están vivos y, viviendo como viven en la maldad, en nada se diferencian de los muertos; o, por decir mejor, su estado es peor que el de los muertos. Porque el que ha muerto, dice el Apóstol, justificado está del pecado, Romanos 6,7; éstos, en cambio, de que hablamos, son esclavos del pecado. Porque no me vengas con que no son comidos de gusanos, ni yacen en una caja, ni han cerrado los ojos, ni se los ha envuelto en una mortaja. Cosas más graves que un muerto sufre el que vive en pecado: no se lo comen los gusanos, pero lo desgarran pasiones más feroces que las fieras. Tiene abiertos los ojos, pero es peor que si los tuviera cerrados, porque los ojos de los muertos ya no pueden ver nada malo; pero los del pecador, por tenerlos abiertos, no hacen sino atraer a su alma infinitas enfermedades.

260.- El muerto yace en una caja, inmóvil ya para todo; mas el pecador está enterrado en un sepulcro de vicios sin cuento. ¿Dices que no ves su cuerpo putrefacto? ¿Y qué tiene que ver eso? Antes que su cuerpo, se le ha corrompido y perdido al pecador su alma, y su putrefacción es peor que la de un cadáver. Porque el cadáver huele mal durante diez días; pero el pecador despide mal olor durante su vida entera y su boca está más sucia que una cloaca. Si en algo difieren uno y otro, es que el muerto sufre una corrupción que es ley de la naturaleza; el pecador, empero, junto con ésa, lleva también la corrupción de su disolución y está cada día inventando nuevos motivos de putrefacción.

261.- ¿Dirás que monta sobre un caballo? ¿Y qué tiene eso que ver? También al muerto se le lleva sobre un lecho. Y lo más grave es que al muerto en disolución y putrefacción no lo ve nadie, pues le cubre la caja mortuoria; mas el pecador, vivo y maloliente, se pasea por todas partes, llevando su alma muerta en el ataúd de su cuerpo. Y si nos fuera posible contemplar el alma de un hombre que vive en la disolución y en el pecado, veríamos que vale mucho más yacer en el sepulcro amortajados que no estar tan fuertemente atados por la sogas del pecado; vale más tener una losa encima que no el peso de la conciencia endurecida.

262.- Y puesto caso que estos muertos están tan insensibles, por eso señaladamente han de acudir sus allegados a rogar por ello a Jesús, como en otro tiempo lo hiciera. Marta por su hermano Lázaro. Y aun cuando hieda y esté de cuatro días muerto, no desesperéis, sino acercaos y empezad por levantar la piedra. Y entonces veréis como está tendido, como en un sepulcro, y atado con fajas. Y, si os place, voy a poneros un ejemplo de uno de esos hombres grandes e ilustres. Mas no temáis, pues pondré mi ejemplo sin nombrar a persona; o, por decir mejor, aun cuando yo dijera el nombre, tampoco habría que temer.

263.- Porque ¿quién temió jamás a un muerto? Haga lo que haga, el muerto siempre está muerto, y un muerto no puede dañar a un vivo ni poco ni mucho. Veamos, pues, cómo tiene ese muerto vendada su cabeza. Es el caso de sus continuas embriagueces; como tiene un cadáver toda ese muchedumbre de velos y de fajas que sabemos, así ese tiene cerrados y atados todos sus sentidos. Pues pasemos ahora a sus manos y las veremos atadas a su vientre, como las de los difuntos, y muy fuertemente apretadas no por cintas, sino, lo que es mucho más grave, por las cadenas de la avaricia. Jamás las sueltan esos muertos para tenderlas a una limosna ni para otra obra buena ninguna.

264.- La avaricia ha hecho sus manos más inútiles que las de un cadáver. ¿Queréis ver también cómo están trabados los pies? Mirad cómo están también traspasados de preocupaciones y por ellas no son capaces de correr jamás a la casa de DIOS. Ya habéis visto al muerto. Mirad ahora al enterrador. ¿Quién es, pues, el enterrador de estas gentes? El diablo, que las sabe atar tan cabalmente, que ya no les queda figura de hombres, sino de leño seco. Y, efectivamente, donde no queda ya ni ojos, ni manos, ni pies, ni miembro alguno vivo, ¿qué apariencia puede ya darse de hombre? Así es también como se ve que su alma está amortajada y que más bien es un ídolo que no un alma.

265.- Exhortación final: Roguemos a Jesús por estos muertos.
Como quiera, pues, que estos muertos no se dan cuenta de que lo están, acerquémonos por ellos a Jesús; supliquémosle que los resucite, levantemos la piedra del sepulcro, desatemos sus ligaduras. Si logramos levantar la piedra, es decir, su insensibilidad para el mal, muy pronto podremos sacarlos del sepulcro, y, una vez fuera, fácil nos será desatarlos de sus ligaduras. Entonces, cuando estés resucitado, te reconocerá Jesús; cuando estés desatado, te convidará a su convite. Cuantos sois, pues, amigos de Jesús, cuantos sois sus discípulos, cuantos amáis a ese pobre difunto, acercaos a Jesús y rogad por él. Cierto que despide hedor que apesta; mas no por eso hemos de abandonarlo sus allegados.

266.- Cuanto más avanzada esté la putrefacción, razón de más para acudir al Señor. Así lo hicieron otrora las hermanas de Lázaro. Y no cejemos en nuestras súplicas, en nuestra oración, en nuestras instancias, hasta que no lo recibamos vivo. Si de este modo atendemos a nuestra salvación y a la de nuestro prójimo, muy pronto alcanzaremos la vida venidera, que a todos os deseo por la gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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MENSAJE


Este rostro sereno de Santa Maria, siempre Virgen, Inmaculada, nos llene de paz interior y serenidad, como corresponde a los hijos de DIOS que tienen en su alma la Gracia Santificante.

Ella, la llena de Gracia, la bendita entre todas las mujeres, son dos alabanzas que vienen del mismo DIOS; son Palabra de DIOS, en San Lucas 1, y el inicio de muchas otras alabanzas.

Elevada a la Cumbre más alta de la santidad para ser Madre de DIOS, Madre de la Iglesia y de todos los hombres, aunque no quieran reconocerlo. Y desde el Cielo está ejerciendo su oficio de Madre, con su poderosa intercesión para bien de nuestras almas, sobre todo, y para la conquista del Cielo eterno en el mayor grado de Gracia posible, que al dejar este mundo se convertirá en Gloria.

Hay muchos grupos religiosos que prescinden de Ella; a uno de ellos, que me hablaba de que somos hijos de DIOS, le dije: hijos del mismo DIOS, pero ustedes no tienen Madre; somos hijos de Padre; falta que lo seamos también de Madre. Ha querido Jesús que su propia Madre, lo sea también nuestra. Debemos quererla, debemos defenderla y escuchar su llamada para que vivamos como corresponde a los hijos de DIOS, que caminan hacia el Cielo eterno.

Padre Juan, Serviam.

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soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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