A.- Biblia: Persecusiones 1 y 2
B.- Teología: Obligación de La Ley Moral
A. Biblia: Persecusiones 1 y 2
148. Causas. La Iglesia de Cristo, por ser defensora y difusora de la Verdad, siempre tendrá en contra al mentiroso y padre de la mentira, el Diablo, que es en el fondo el que organiza e inspira todas las fuerzas del mal en su lucha contra el Bien.
149. Jesucristo lo anunció muy claramente, para sus discípulos, y todos los que después desearan seguirle. A El mismo, apenas nacido, ya lo quisieron matar; también a la Iglesia desde sus comienzos fue combatida terriblemente. Ahora se trata de ver las grandes persecuciones del Imperio Romano de forma organizada y sistemática.
150. Las razones por las que perseguían eran muy variadas, aunque en el fondo, las mismas de ahora: que las tinieblas no quieren la luz, para que no se descubran sus malas obras, que el que hace el mal, le molesta quién practique el Bien. A veces, confundían a los cristianos con los judíos; y como Roma quería la destrucción de este pueblo, les perseguían. Otras veces, por no aceptar ninguna religión distinta de la del Estado, aunque al principio, solían respetar las creencias de los pueblos vencidos, siempre que no se opusieran a sus deseos. También por calumnias, malos entendidos y envidias. Muy parecidas a las razones de ahora, y de siempre.
151. Los tormentos, eran de todas las clases, y a veces dejaban libertad al ingenio de los verdugos: destierros, cárceles, despojos de todos los bienes, mutilaciones, amenazas, humillaciones, torturas, insultos, golpes, azotes, arrojados a las fieras, asados vivos, etc. Podemos comparar con los de ahora, y, en cierto sentido, han perfeccionado las técnicas para hacer sufrir y humillar: lavados de cerebro, criaderos de piojos y muchos más que haría muy largo contarlos, pero que sí destaca el mayor refinamiento; y declararles, dicen ahora, enemigos de la “cultura y progreso”.
152. Las Catacumbas. Eran unas excavaciones subterráneas, situadas cerca de la ciudad, unas veces para sacar arena para las obras, otras veces como cementerios particulares de grandes familias romanas, por lo que al principio tenían cierta seguridad porque se solían respetar y no podían entrar personas ajenas. Los cristianos las aprovecharon con frecuencia para protegerse en determinados momentos de persecuciones, y celebrar con mayor seguridad los Divinos Misterios; también, para enterrar a los restos de los mártires, y a veces, recibían el nombre de los más destacados, como son las de San Sebastián y San Calixto. Con el tiempo se fueron perfeccionando y ampliando, y enriqueciendo con obras de arte. Actualmente, en Roma hay más de 200 Km. de Catacumbas, hasta de 3 ó 4 niveles de galerías.
153. Primera gran persecución. Fueron 10 las decretadas. La 1ª, de forma oficial, fue por el emperador Nerón, a quien se le atribuye el incendio de Roma, y que él culpó a los cristianos para desviar el odio de la gente, y poder aplicarles los terribles castigos que se nos cuentan: les cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros hambrientos; los cubrían con sacos rociados de pez y azufre y, colgándolos de los postes, les prendían fuego, convirtiéndose en antorchas humanas que iluminaban los jardines.
154. En esta persecución, murió San Pedro colgado de una Cruz, pero con la cabeza hacia abajo, a petición suya, por no considerarse digno de morir como el Señor; y San Pablo, decapitado, por ser ciudadano romano; fue hacia el 29 de junio del año 67, siendo enterrado San Pedro en la colina Vaticana, donde hoy se encuentra la gran Basílica y el altar Papal, y que los arqueólogos, mandados por el Papa Pío 12 hicieron excavaciones y encontraron un sepulcro del siglo 1º. Y San Pablo en las afueras de Roma, en lo que hoy se llama la Basílica de San Pablo extramuros.
155. Segunda gran persecución. Después, con Vespasiano y Tito, los cristianos gozaron de cierta paz, aunque en algunas zonas, según los gobernadores, continuaban, o no había, o era muy leve.
156. Con el emperador Domiciano, hacia el 95, después de una etapa de paz, al proclamarse dios y ver que los cristianos no aceptaban, mando poner en vigor los edictos persecutorios anteriores.
157. Aquí murieron familiares del emperador, ya convertidos. El más destacado fue San Juan Evangelista. Llevado desde Efeso a Roma, lo pasaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió ileso. Impresionado el emperador, lo desterró a la isla de Patmos para trabajar en las minas. Aquí tuvo las visiones que escribiría en el Apocalipsis. Asesinado el emperador, dejaron al Apóstol en libertad, y hasta el final de sus días no se cansaba de repetirles la esencia del Evangelio y sus cartas: hijos, hijitos míos, amaos los unos a los otros. Ante la pregunta de por qué repetía tanto ese mandato, respondió diciendo que no había otro mayor ni mejor.
B. Teología: Obligación de la Ley Moral.
158. Es la exigencia moral que nos mueve al cumplimiento de los deberes. Necesidad moral impuesta por la Ley a la criatura racional para hacer algo u omitirlo.
159. Fuerza obligatoria de la Ley. Toda ley moral lleva verdadera obligación de cumplirla. Obliga en conciencia a hacer u omitir lo que en ella se manda o se prohíbe.
160. Su fundamento está en que toda Ley buena viene de DIOS, y todo legislador, cualquiera que sea, representa a DIOS para gobernar y mandar en orden al bien; es ministro de DIOS para nuestro bien. Romanos 13,1-7 y 1ª de Pedro 2,13-17. La fuerza obligatoria o grados de obligar dependen de la materia de la Ley, de las circunstancias y del fin que se pretende, especialmente el legislador.
161. Leyes afirmativas y negativas. Las afirmativas mandan los actos buenos morales, como oír Misa, ayunar; obligan siempre, pero no para siempre; ni obligan con grave perjuicio, cuando ocurre alguna dificultad extrínseca o accidental que hagan sumamente difícil el cumplimiento de la Ley: miedo grave, enfermedad, etc. Las negativas son las que prohíben los actos malos como el matar, mentir, etc. Obligan siempre y para siempre, en todo momento. Toda Ley obliga de suyo explícitamente y en esencia, a su observancia: conocerla, poner los medios ordinarios para cumplirla, quitar los obstáculos que impidan su cumplimiento, evitar los peligros de quebrantarla.
162. Cesación de la obligación de la Ley. hay algunas causas por las que puede cesar la obligación de la Ley, es decir, de cumplirla; son algunos casos particulares, en que, aunque permaneciendo la Ley en vigor y obligando a los demás, no les obligue a ellos. Algunas causas son por parte del súbdito, como la exención, impedimento; otras causas, por parte del superior, como son la epiqueya o interpretación benigna de la ley o de la mente e intención del legislador para con algún caso concreto. También cesa por el privilegio y la dispensa.
163. Dispensa de las leyes eclesiásticas. Este poder pertenece al Romano Pontífice para todas las leyes eclesiásticas, votos, juramentos, impedimentos de matrimonio. A los Obispos, todas las leyes diocesanas; a los Párrocos en sus respectivas feligresías y en lo que le hayan autorizado.
164. El Papa puede dispensar de todas las leyes eclesiásticas, y también, habiendo justa causa, en las Leyes Divinas, cuando la obligación procede de la voluntad humana, como sucede en los votos y juramentos. En las demás leyes Divinas, puede declarar que el Derecho Divino cesa en tal caso particular, pero de suyo no puede dispensar en estas leyes, que por voluntad de Jesucristo, son inmutables.
165. Cesación de la Ley. Es distinto de la dispensa. En la cesación, deja de subsistir el vigor; en la dispensa, el vigor continua. Intrínsecamente, al cesar el fin por el cual se dio la Ley y no es necesario que lo declare el legislador. Extrínsecamente, por legítima derogación de toda la Ley, o parte de ella; también por desuso o costumbre contraria, según las debidas condiciones.
166. Sanción de la Ley. La Ley lleva consigo, junto a la obligación de cumplirla, su sanción correspondiente, que es el premio o castigo establecidos por el legislador, para dar más vigor a la Ley y urgir su cumplimiento.
167. Hay una sanción natural que siempre acompaña al acto: satisfacción que se siente al cumplirla cuando es buena, y desasosiego cuando no se ha cumplido. Si la Ley es mala, es al revés.
168. Hay también una sanción positiva anunciada. En esta vida, los castigos o premios que impone la justicia humana. En la Vida Eterna: el Cielo para los que murieron en Gracia, con sus diversos grados y totalmente limpios de pena temporal; el Purgatorio, para los que mueren arrepentidos pero sin estar totalmente purificados, hasta que lo estén; el Infierno eterno, también en sus diversos grados, para los que mueren en pecado mortal sin arrepentirse.
169. El pecado o trasgresión de la Ley. Las leyes meramente penales no obligan en conciencia; sólo obligan en cuanto a la pena o multa impuesta temporalmente, por poner u omitir una acción. Hay algunas como las del Tráfico que obligarían en conciencia por ser imprudencias que se podían evitar y tener consecuencias a veces muy graves e irreparables.
170. El pecado no es otra cosa que la libre trasgresión de una ley que obliga en conciencia. Es un acto moralmente malo porque se opone a la Regla de Moralidad en todos sus puntos de vista.
171. Es una culpa, porque cuando el pecado es formal, personal y completo, el hombre es responsable, y por tanto, culpable.
172. Es una ofensa a DIOS porque la Ley es impuesta por El, y el que la quebrante, Le ofende.
173. Recordamos las condiciones para que haya pecado: Materia grave o leve, advertencia plena o semiplena y consentimiento pleno o semipleno; será pecado mortal cuando sea materia grave y advertencia y consentimiento plenos, según las circunstancias.
174. El pecado también puede ser actual o habitual, de comisión u omisión: contra DIOS, contra el prójimo o contra sí mismo.
175. Formal, cuando se quebranta la Ley libremente y a sabiendas, llamado también personal; y material, cuando es sólo infracción, sin advertencia ni consentimiento, por lo que no es culpable; es el caso de los locos, o borrachos cuando es la primera vez y no conocen sus reacciones.
176. Nos alegra ver a la Virgen Inmaculada, sin pecado; el triunfo del espíritu sobre la materia; en la que vemos a la humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS; la primitiva belleza, la nativa inocencia; el pensamiento original y creador de DIOS; lo que DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que por el pecado se pierde, en María, siempre Virgen, DIOS, lo ha conservado; para Gloria suya, y provecho nuestro. Ella que se hizo esclava y DIOS la corona como Reina del Universo.
177. Catecismo del 1987 a 1995.
TEOLOGIA 2 : TEMA 7
18:35
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TEOLOGIA 2 : TEMA 7
miércoles, 6 de mayo de 2009
A.- Biblia: Persecusiones 1 y 2
B.- Teología: Obligación de La Ley Moral
A. Biblia: Persecusiones 1 y 2
148. Causas. La Iglesia de Cristo, por ser defensora y difusora de la Verdad, siempre tendrá en contra al mentiroso y padre de la mentira, el Diablo, que es en el fondo el que organiza e inspira todas las fuerzas del mal en su lucha contra el Bien.
149. Jesucristo lo anunció muy claramente, para sus discípulos, y todos los que después desearan seguirle. A El mismo, apenas nacido, ya lo quisieron matar; también a la Iglesia desde sus comienzos fue combatida terriblemente. Ahora se trata de ver las grandes persecuciones del Imperio Romano de forma organizada y sistemática.
150. Las razones por las que perseguían eran muy variadas, aunque en el fondo, las mismas de ahora: que las tinieblas no quieren la luz, para que no se descubran sus malas obras, que el que hace el mal, le molesta quién practique el Bien. A veces, confundían a los cristianos con los judíos; y como Roma quería la destrucción de este pueblo, les perseguían. Otras veces, por no aceptar ninguna religión distinta de la del Estado, aunque al principio, solían respetar las creencias de los pueblos vencidos, siempre que no se opusieran a sus deseos. También por calumnias, malos entendidos y envidias. Muy parecidas a las razones de ahora, y de siempre.
151. Los tormentos, eran de todas las clases, y a veces dejaban libertad al ingenio de los verdugos: destierros, cárceles, despojos de todos los bienes, mutilaciones, amenazas, humillaciones, torturas, insultos, golpes, azotes, arrojados a las fieras, asados vivos, etc. Podemos comparar con los de ahora, y, en cierto sentido, han perfeccionado las técnicas para hacer sufrir y humillar: lavados de cerebro, criaderos de piojos y muchos más que haría muy largo contarlos, pero que sí destaca el mayor refinamiento; y declararles, dicen ahora, enemigos de la “cultura y progreso”.
152. Las Catacumbas. Eran unas excavaciones subterráneas, situadas cerca de la ciudad, unas veces para sacar arena para las obras, otras veces como cementerios particulares de grandes familias romanas, por lo que al principio tenían cierta seguridad porque se solían respetar y no podían entrar personas ajenas. Los cristianos las aprovecharon con frecuencia para protegerse en determinados momentos de persecuciones, y celebrar con mayor seguridad los Divinos Misterios; también, para enterrar a los restos de los mártires, y a veces, recibían el nombre de los más destacados, como son las de San Sebastián y San Calixto. Con el tiempo se fueron perfeccionando y ampliando, y enriqueciendo con obras de arte. Actualmente, en Roma hay más de 200 Km. de Catacumbas, hasta de 3 ó 4 niveles de galerías.
153. Primera gran persecución. Fueron 10 las decretadas. La 1ª, de forma oficial, fue por el emperador Nerón, a quien se le atribuye el incendio de Roma, y que él culpó a los cristianos para desviar el odio de la gente, y poder aplicarles los terribles castigos que se nos cuentan: les cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros hambrientos; los cubrían con sacos rociados de pez y azufre y, colgándolos de los postes, les prendían fuego, convirtiéndose en antorchas humanas que iluminaban los jardines.
154. En esta persecución, murió San Pedro colgado de una Cruz, pero con la cabeza hacia abajo, a petición suya, por no considerarse digno de morir como el Señor; y San Pablo, decapitado, por ser ciudadano romano; fue hacia el 29 de junio del año 67, siendo enterrado San Pedro en la colina Vaticana, donde hoy se encuentra la gran Basílica y el altar Papal, y que los arqueólogos, mandados por el Papa Pío 12 hicieron excavaciones y encontraron un sepulcro del siglo 1º. Y San Pablo en las afueras de Roma, en lo que hoy se llama la Basílica de San Pablo extramuros.
155. Segunda gran persecución. Después, con Vespasiano y Tito, los cristianos gozaron de cierta paz, aunque en algunas zonas, según los gobernadores, continuaban, o no había, o era muy leve.
156. Con el emperador Domiciano, hacia el 95, después de una etapa de paz, al proclamarse dios y ver que los cristianos no aceptaban, mando poner en vigor los edictos persecutorios anteriores.
157. Aquí murieron familiares del emperador, ya convertidos. El más destacado fue San Juan Evangelista. Llevado desde Efeso a Roma, lo pasaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió ileso. Impresionado el emperador, lo desterró a la isla de Patmos para trabajar en las minas. Aquí tuvo las visiones que escribiría en el Apocalipsis. Asesinado el emperador, dejaron al Apóstol en libertad, y hasta el final de sus días no se cansaba de repetirles la esencia del Evangelio y sus cartas: hijos, hijitos míos, amaos los unos a los otros. Ante la pregunta de por qué repetía tanto ese mandato, respondió diciendo que no había otro mayor ni mejor.
B. Teología: Obligación de la Ley Moral.
158. Es la exigencia moral que nos mueve al cumplimiento de los deberes. Necesidad moral impuesta por la Ley a la criatura racional para hacer algo u omitirlo.
159. Fuerza obligatoria de la Ley. Toda ley moral lleva verdadera obligación de cumplirla. Obliga en conciencia a hacer u omitir lo que en ella se manda o se prohíbe.
160. Su fundamento está en que toda Ley buena viene de DIOS, y todo legislador, cualquiera que sea, representa a DIOS para gobernar y mandar en orden al bien; es ministro de DIOS para nuestro bien. Romanos 13,1-7 y 1ª de Pedro 2,13-17. La fuerza obligatoria o grados de obligar dependen de la materia de la Ley, de las circunstancias y del fin que se pretende, especialmente el legislador.
161. Leyes afirmativas y negativas. Las afirmativas mandan los actos buenos morales, como oír Misa, ayunar; obligan siempre, pero no para siempre; ni obligan con grave perjuicio, cuando ocurre alguna dificultad extrínseca o accidental que hagan sumamente difícil el cumplimiento de la Ley: miedo grave, enfermedad, etc. Las negativas son las que prohíben los actos malos como el matar, mentir, etc. Obligan siempre y para siempre, en todo momento. Toda Ley obliga de suyo explícitamente y en esencia, a su observancia: conocerla, poner los medios ordinarios para cumplirla, quitar los obstáculos que impidan su cumplimiento, evitar los peligros de quebrantarla.
162. Cesación de la obligación de la Ley. hay algunas causas por las que puede cesar la obligación de la Ley, es decir, de cumplirla; son algunos casos particulares, en que, aunque permaneciendo la Ley en vigor y obligando a los demás, no les obligue a ellos. Algunas causas son por parte del súbdito, como la exención, impedimento; otras causas, por parte del superior, como son la epiqueya o interpretación benigna de la ley o de la mente e intención del legislador para con algún caso concreto. También cesa por el privilegio y la dispensa.
163. Dispensa de las leyes eclesiásticas. Este poder pertenece al Romano Pontífice para todas las leyes eclesiásticas, votos, juramentos, impedimentos de matrimonio. A los Obispos, todas las leyes diocesanas; a los Párrocos en sus respectivas feligresías y en lo que le hayan autorizado.
164. El Papa puede dispensar de todas las leyes eclesiásticas, y también, habiendo justa causa, en las Leyes Divinas, cuando la obligación procede de la voluntad humana, como sucede en los votos y juramentos. En las demás leyes Divinas, puede declarar que el Derecho Divino cesa en tal caso particular, pero de suyo no puede dispensar en estas leyes, que por voluntad de Jesucristo, son inmutables.
165. Cesación de la Ley. Es distinto de la dispensa. En la cesación, deja de subsistir el vigor; en la dispensa, el vigor continua. Intrínsecamente, al cesar el fin por el cual se dio la Ley y no es necesario que lo declare el legislador. Extrínsecamente, por legítima derogación de toda la Ley, o parte de ella; también por desuso o costumbre contraria, según las debidas condiciones.
166. Sanción de la Ley. La Ley lleva consigo, junto a la obligación de cumplirla, su sanción correspondiente, que es el premio o castigo establecidos por el legislador, para dar más vigor a la Ley y urgir su cumplimiento.
167. Hay una sanción natural que siempre acompaña al acto: satisfacción que se siente al cumplirla cuando es buena, y desasosiego cuando no se ha cumplido. Si la Ley es mala, es al revés.
168. Hay también una sanción positiva anunciada. En esta vida, los castigos o premios que impone la justicia humana. En la Vida Eterna: el Cielo para los que murieron en Gracia, con sus diversos grados y totalmente limpios de pena temporal; el Purgatorio, para los que mueren arrepentidos pero sin estar totalmente purificados, hasta que lo estén; el Infierno eterno, también en sus diversos grados, para los que mueren en pecado mortal sin arrepentirse.
169. El pecado o trasgresión de la Ley. Las leyes meramente penales no obligan en conciencia; sólo obligan en cuanto a la pena o multa impuesta temporalmente, por poner u omitir una acción. Hay algunas como las del Tráfico que obligarían en conciencia por ser imprudencias que se podían evitar y tener consecuencias a veces muy graves e irreparables.
170. El pecado no es otra cosa que la libre trasgresión de una ley que obliga en conciencia. Es un acto moralmente malo porque se opone a la Regla de Moralidad en todos sus puntos de vista.
171. Es una culpa, porque cuando el pecado es formal, personal y completo, el hombre es responsable, y por tanto, culpable.
172. Es una ofensa a DIOS porque la Ley es impuesta por El, y el que la quebrante, Le ofende.
173. Recordamos las condiciones para que haya pecado: Materia grave o leve, advertencia plena o semiplena y consentimiento pleno o semipleno; será pecado mortal cuando sea materia grave y advertencia y consentimiento plenos, según las circunstancias.
174. El pecado también puede ser actual o habitual, de comisión u omisión: contra DIOS, contra el prójimo o contra sí mismo.
175. Formal, cuando se quebranta la Ley libremente y a sabiendas, llamado también personal; y material, cuando es sólo infracción, sin advertencia ni consentimiento, por lo que no es culpable; es el caso de los locos, o borrachos cuando es la primera vez y no conocen sus reacciones.
176. Nos alegra ver a la Virgen Inmaculada, sin pecado; el triunfo del espíritu sobre la materia; en la que vemos a la humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS; la primitiva belleza, la nativa inocencia; el pensamiento original y creador de DIOS; lo que DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que por el pecado se pierde, en María, siempre Virgen, DIOS, lo ha conservado; para Gloria suya, y provecho nuestro. Ella que se hizo esclava y DIOS la corona como Reina del Universo.
177. Catecismo del 1987 a 1995.
B.- Teología: Obligación de La Ley Moral
A. Biblia: Persecusiones 1 y 2
148. Causas. La Iglesia de Cristo, por ser defensora y difusora de la Verdad, siempre tendrá en contra al mentiroso y padre de la mentira, el Diablo, que es en el fondo el que organiza e inspira todas las fuerzas del mal en su lucha contra el Bien.
149. Jesucristo lo anunció muy claramente, para sus discípulos, y todos los que después desearan seguirle. A El mismo, apenas nacido, ya lo quisieron matar; también a la Iglesia desde sus comienzos fue combatida terriblemente. Ahora se trata de ver las grandes persecuciones del Imperio Romano de forma organizada y sistemática.
150. Las razones por las que perseguían eran muy variadas, aunque en el fondo, las mismas de ahora: que las tinieblas no quieren la luz, para que no se descubran sus malas obras, que el que hace el mal, le molesta quién practique el Bien. A veces, confundían a los cristianos con los judíos; y como Roma quería la destrucción de este pueblo, les perseguían. Otras veces, por no aceptar ninguna religión distinta de la del Estado, aunque al principio, solían respetar las creencias de los pueblos vencidos, siempre que no se opusieran a sus deseos. También por calumnias, malos entendidos y envidias. Muy parecidas a las razones de ahora, y de siempre.
151. Los tormentos, eran de todas las clases, y a veces dejaban libertad al ingenio de los verdugos: destierros, cárceles, despojos de todos los bienes, mutilaciones, amenazas, humillaciones, torturas, insultos, golpes, azotes, arrojados a las fieras, asados vivos, etc. Podemos comparar con los de ahora, y, en cierto sentido, han perfeccionado las técnicas para hacer sufrir y humillar: lavados de cerebro, criaderos de piojos y muchos más que haría muy largo contarlos, pero que sí destaca el mayor refinamiento; y declararles, dicen ahora, enemigos de la “cultura y progreso”.
152. Las Catacumbas. Eran unas excavaciones subterráneas, situadas cerca de la ciudad, unas veces para sacar arena para las obras, otras veces como cementerios particulares de grandes familias romanas, por lo que al principio tenían cierta seguridad porque se solían respetar y no podían entrar personas ajenas. Los cristianos las aprovecharon con frecuencia para protegerse en determinados momentos de persecuciones, y celebrar con mayor seguridad los Divinos Misterios; también, para enterrar a los restos de los mártires, y a veces, recibían el nombre de los más destacados, como son las de San Sebastián y San Calixto. Con el tiempo se fueron perfeccionando y ampliando, y enriqueciendo con obras de arte. Actualmente, en Roma hay más de 200 Km. de Catacumbas, hasta de 3 ó 4 niveles de galerías.
153. Primera gran persecución. Fueron 10 las decretadas. La 1ª, de forma oficial, fue por el emperador Nerón, a quien se le atribuye el incendio de Roma, y que él culpó a los cristianos para desviar el odio de la gente, y poder aplicarles los terribles castigos que se nos cuentan: les cubrían con pieles de animales y los arrojaban a perros hambrientos; los cubrían con sacos rociados de pez y azufre y, colgándolos de los postes, les prendían fuego, convirtiéndose en antorchas humanas que iluminaban los jardines.
154. En esta persecución, murió San Pedro colgado de una Cruz, pero con la cabeza hacia abajo, a petición suya, por no considerarse digno de morir como el Señor; y San Pablo, decapitado, por ser ciudadano romano; fue hacia el 29 de junio del año 67, siendo enterrado San Pedro en la colina Vaticana, donde hoy se encuentra la gran Basílica y el altar Papal, y que los arqueólogos, mandados por el Papa Pío 12 hicieron excavaciones y encontraron un sepulcro del siglo 1º. Y San Pablo en las afueras de Roma, en lo que hoy se llama la Basílica de San Pablo extramuros.
155. Segunda gran persecución. Después, con Vespasiano y Tito, los cristianos gozaron de cierta paz, aunque en algunas zonas, según los gobernadores, continuaban, o no había, o era muy leve.
156. Con el emperador Domiciano, hacia el 95, después de una etapa de paz, al proclamarse dios y ver que los cristianos no aceptaban, mando poner en vigor los edictos persecutorios anteriores.
157. Aquí murieron familiares del emperador, ya convertidos. El más destacado fue San Juan Evangelista. Llevado desde Efeso a Roma, lo pasaron a una caldera de aceite hirviendo, pero salió ileso. Impresionado el emperador, lo desterró a la isla de Patmos para trabajar en las minas. Aquí tuvo las visiones que escribiría en el Apocalipsis. Asesinado el emperador, dejaron al Apóstol en libertad, y hasta el final de sus días no se cansaba de repetirles la esencia del Evangelio y sus cartas: hijos, hijitos míos, amaos los unos a los otros. Ante la pregunta de por qué repetía tanto ese mandato, respondió diciendo que no había otro mayor ni mejor.
B. Teología: Obligación de la Ley Moral.
158. Es la exigencia moral que nos mueve al cumplimiento de los deberes. Necesidad moral impuesta por la Ley a la criatura racional para hacer algo u omitirlo.
159. Fuerza obligatoria de la Ley. Toda ley moral lleva verdadera obligación de cumplirla. Obliga en conciencia a hacer u omitir lo que en ella se manda o se prohíbe.
160. Su fundamento está en que toda Ley buena viene de DIOS, y todo legislador, cualquiera que sea, representa a DIOS para gobernar y mandar en orden al bien; es ministro de DIOS para nuestro bien. Romanos 13,1-7 y 1ª de Pedro 2,13-17. La fuerza obligatoria o grados de obligar dependen de la materia de la Ley, de las circunstancias y del fin que se pretende, especialmente el legislador.
161. Leyes afirmativas y negativas. Las afirmativas mandan los actos buenos morales, como oír Misa, ayunar; obligan siempre, pero no para siempre; ni obligan con grave perjuicio, cuando ocurre alguna dificultad extrínseca o accidental que hagan sumamente difícil el cumplimiento de la Ley: miedo grave, enfermedad, etc. Las negativas son las que prohíben los actos malos como el matar, mentir, etc. Obligan siempre y para siempre, en todo momento. Toda Ley obliga de suyo explícitamente y en esencia, a su observancia: conocerla, poner los medios ordinarios para cumplirla, quitar los obstáculos que impidan su cumplimiento, evitar los peligros de quebrantarla.
162. Cesación de la obligación de la Ley. hay algunas causas por las que puede cesar la obligación de la Ley, es decir, de cumplirla; son algunos casos particulares, en que, aunque permaneciendo la Ley en vigor y obligando a los demás, no les obligue a ellos. Algunas causas son por parte del súbdito, como la exención, impedimento; otras causas, por parte del superior, como son la epiqueya o interpretación benigna de la ley o de la mente e intención del legislador para con algún caso concreto. También cesa por el privilegio y la dispensa.
163. Dispensa de las leyes eclesiásticas. Este poder pertenece al Romano Pontífice para todas las leyes eclesiásticas, votos, juramentos, impedimentos de matrimonio. A los Obispos, todas las leyes diocesanas; a los Párrocos en sus respectivas feligresías y en lo que le hayan autorizado.
164. El Papa puede dispensar de todas las leyes eclesiásticas, y también, habiendo justa causa, en las Leyes Divinas, cuando la obligación procede de la voluntad humana, como sucede en los votos y juramentos. En las demás leyes Divinas, puede declarar que el Derecho Divino cesa en tal caso particular, pero de suyo no puede dispensar en estas leyes, que por voluntad de Jesucristo, son inmutables.
165. Cesación de la Ley. Es distinto de la dispensa. En la cesación, deja de subsistir el vigor; en la dispensa, el vigor continua. Intrínsecamente, al cesar el fin por el cual se dio la Ley y no es necesario que lo declare el legislador. Extrínsecamente, por legítima derogación de toda la Ley, o parte de ella; también por desuso o costumbre contraria, según las debidas condiciones.
166. Sanción de la Ley. La Ley lleva consigo, junto a la obligación de cumplirla, su sanción correspondiente, que es el premio o castigo establecidos por el legislador, para dar más vigor a la Ley y urgir su cumplimiento.
167. Hay una sanción natural que siempre acompaña al acto: satisfacción que se siente al cumplirla cuando es buena, y desasosiego cuando no se ha cumplido. Si la Ley es mala, es al revés.
168. Hay también una sanción positiva anunciada. En esta vida, los castigos o premios que impone la justicia humana. En la Vida Eterna: el Cielo para los que murieron en Gracia, con sus diversos grados y totalmente limpios de pena temporal; el Purgatorio, para los que mueren arrepentidos pero sin estar totalmente purificados, hasta que lo estén; el Infierno eterno, también en sus diversos grados, para los que mueren en pecado mortal sin arrepentirse.
169. El pecado o trasgresión de la Ley. Las leyes meramente penales no obligan en conciencia; sólo obligan en cuanto a la pena o multa impuesta temporalmente, por poner u omitir una acción. Hay algunas como las del Tráfico que obligarían en conciencia por ser imprudencias que se podían evitar y tener consecuencias a veces muy graves e irreparables.
170. El pecado no es otra cosa que la libre trasgresión de una ley que obliga en conciencia. Es un acto moralmente malo porque se opone a la Regla de Moralidad en todos sus puntos de vista.
171. Es una culpa, porque cuando el pecado es formal, personal y completo, el hombre es responsable, y por tanto, culpable.
172. Es una ofensa a DIOS porque la Ley es impuesta por El, y el que la quebrante, Le ofende.
173. Recordamos las condiciones para que haya pecado: Materia grave o leve, advertencia plena o semiplena y consentimiento pleno o semipleno; será pecado mortal cuando sea materia grave y advertencia y consentimiento plenos, según las circunstancias.
174. El pecado también puede ser actual o habitual, de comisión u omisión: contra DIOS, contra el prójimo o contra sí mismo.
175. Formal, cuando se quebranta la Ley libremente y a sabiendas, llamado también personal; y material, cuando es sólo infracción, sin advertencia ni consentimiento, por lo que no es culpable; es el caso de los locos, o borrachos cuando es la primera vez y no conocen sus reacciones.
176. Nos alegra ver a la Virgen Inmaculada, sin pecado; el triunfo del espíritu sobre la materia; en la que vemos a la humanidad intacta y pura, como había salido de las manos de DIOS; la primitiva belleza, la nativa inocencia; el pensamiento original y creador de DIOS; lo que DIOS había pensado y querido que fuese el hombre, y que por el pecado se pierde, en María, siempre Virgen, DIOS, lo ha conservado; para Gloria suya, y provecho nuestro. Ella que se hizo esclava y DIOS la corona como Reina del Universo.
177. Catecismo del 1987 a 1995.
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- Rosario Serrano
- soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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