TEOLOGIA 3 - CICLO C - TEMA 3

14:37

A.- Vaticano 2º:
Sobre la Divina Revelación. 18.11.1965.


50. Presenta la doctrina verdadera sobre la revelación, para que la anunciemos y todo el que oiga, crea, practique y se salve. DIOS puede hablar con los hombres, sus criaturas, de muchas formas. La revelación Natural o Primitiva y Mosaica son una preparación para la revelación Cristiana y plena de los Evangelios. Tenemos que recibirla con Fe, que es la respuesta de la Criatura al Creador que habla. Esta Revelación Cristiana Cristo la comunica a los Apóstoles, y sucesores los Obispos, organizando la Iglesia para asegurar su conservación plena y continuidad hasta el Fin del Mundo, y que nos la presenta en el Credo.

51. La Iglesia Católica tiene dos fuentes de revelación: la Sagrada Tradición o Biblia hablada, y la Sagrada Escritura o Biblia escrita. Primero se predica, después se escribe. La Tradición se deriva de los Apóstoles en el Magisterio de la Iglesia y enseñanzas de los Santos Padres. Hay una relación muy íntima entre las dos, llegando a complementarse, por venir del mismo DIOS, y ser encomendada su interpretación correcta al Magisterio vivo de la Iglesia, Pío 12 el 12.08.1950, Año Santo.

52. La inspiración y su interpretación. DIOS es el autor principal que inspira, para que los autores secundarios o hagiógrafos, con plena libertad y según sus condiciones, escriban lo que el Espíritu Santo les inspire. Así nos dan plena seguridad de que no hay error en materia de Fe y Costumbres. No vale quedarse con frases aisladas, sino aceptarla en conjunto: “Toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, argüir, corregir, educar en la justicia, a fin de que el hombre de DIOS sea perfecto y equipado para toda obra buena”. San Pablo en 2ª Timoteo 3,16-17. Debemos tener en cuenta los géneros literarios y tener presente lo que el Espíritu Santo, por el hagiógrafo, nos quiso decir y quiere seguir diciéndonos, quedando sometido a la autoridad de la Iglesia por deseo de Jesucristo. Vaticano 1º en el siglo 19. Es la maravillosa condescendencia de DIOS que viene a salvarnos, tomando nuestra carne y hablándonos con nuestro lenguaje.

53. El Antiguo Testamento nos muestra las comienzos de la Historia de la Salvación, como la luz del amanecer irá aumentando: Adán y Eva, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, Jueces, Profetas. Es de gran importancia para los cristianos; a los judíos, en la Sinagoga de Roma, el Papa los llamó nuestros hermanos mayores en la Fe. Ambos Testamentos se complementan. La Virgen, que ya aparece en los comienzos, como la que pisará la cabeza de la serpiente, es el vértice del Antiguo y la aurora del Nuevo.

54. El Nuevo Testamento es la plenitud: “Llegada la plenitud de los tiempos, dice San Pablo en Gálatas 4,4, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta plenitud es el ambiente que se había logrado en el Imperio Romano con las unidades de lengua, geografía, política, cultural, económica, artística y de derecho, pero que faltaba la religiosa. Los Evangelios ocupan el lugar preeminente en toda la Sagrada Escritura por ser el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, el Salvador.

55. La Iglesia siempre ha defendido y defiende el origen apostólico de los Evangelios: Cristo les manda predicar, después escriben inspirados por el Espíritu Santo y que serán el fundamento de la fe que desde entonces miles de mártires y santos darán testimonio en un mundo totalmente contrario. Hubo distintas versiones, pero la Iglesia nos presenta las cuatro redacciones, según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

56. La historicidad y autenticidad siempre lo ha defendido la Iglesia sin vacilar y nos asegura que nos trasmiten fielmente lo que Jesús hizo y enseñó para nuestra salvación, por ser testigos oculares y ministros de la Palabra, para que conozcamos la Verdad de las palabras que nos enseñan, San Lucas 1,2-4. Toda la Biblia se escribe entre Moisés, unos 1400 años antes de Jesús, y San Juan, con el Apocalipsis, hacia el año 100, después de Cristo.

57. Los restantes escritos que forman el Canon del Nuevo Testamento son escritos también bajo la inspiración del Espíritu Santo, con los cuales, según la sabia disposición de DIOS, se confirma todo lo que se refiere a Cristo Señor, se cuentan los principios de la Iglesia y su admirable difusión, y se anuncia su gloriosa consumación. El Señor estuvo con lo Apóstoles, les envía con autoridad, trasmite el Espíritu Santo y prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

58. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia es cuidada, protegida, interpretada correctamente y anunciada fielmente. La Iglesia, que vive de la Eucaristía, se alimenta de la Palabra de DIOS, y la propone de todas las formas posibles: anuncien, prediquen…el que crea y se bautice…se salvará. Siempre ha cuidado de las traducciones. Primero, el Antiguo Testamento, está la Biblia Hebrea de Jerusalén con 38 libros; después, la Biblia Griega de Alejandría en el siglo 3º antes de Cristo; a continuación, 70 ancianos judíos de la dispersión, tradujeron los 38 libros y añadieron los 7 restantes: Tobías, Judit, los 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc; que no fueron aceptados por los judíos de Jerusalén y por algunos Protestantes racionalistas del siglo 19; pero los judíos de la dispersión o díaspora si, quedando los 45 libros, y era la que más se usaba en tiempos de Jesús; la Iglesia tomó como suya la versión griega de los Setenta; más tarde en occidente se traduce la Vetus Latina, y perfeccionada por San Jerónimo con la Vulgata, en el siglo 5º. En idiomas modernos, antes que Lutero tradujera al alemán, ya había 44 ediciones diferentes, de las que 17 eran en alemán; y en España, la Políglota, en siete idiomas, del Cardenal Cisneros.

59. La Iglesia prepara a sus Pastores y Ministros de la Palabra, para que, también iluminados por el Espíritu Santo, las Sagradas Escrituras sean alimento de las almas, ilumine las mentes, robustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres en el amor de DIOS. Da vida a la Teología, siendo como su alma, y alimento en la vida personal, en la catequesis y toda clase de pastorales. Se recomienda su lectura con corazón limpio y deseos de vivirla y trasmitirla. Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo. A DIOS hablamos cuando oramos; a El oímos cuando las leemos, decía San Ambrosio.

60. Cuiden los Prelados de su conservación y difusión con las debidas notas o explicaciones necesarias y suficientes. Y que en nuestro ambiente personal o familiar no las descuidemos como si fuera otro libro: bien forradas y en lugar destacado; es el mejor tesoro después de la Eucaristía y al cogerlas y dejarlas, le demos un beso, como lo hace el Sacerdote al terminar de leer el Evangelio, al mismo tiempo que dice: por la lectura de estas Palabras, se purifique nuestra alma.

B.- Teología:
Pecados Mortales.


61. Pecado mortal. Es la trasgresión voluntaria de algún Mandamiento de la Ley de Dios o de la Iglesia en materia grave, es decir, desobediencia con conciencia de estar obligado gravemente.

62. Este pecado se llama Mortal por causar la muerte del alma, en el sentido de que la priva de la Vida de Dios, quedando sólo la vida natural, que es la unión del alma con el cuerpo, y comprende la vida vegetativa, la sensitiva y la racional.

63. Se pierde la Vida sobrenatural, que es la plenitud de la persona: queda verdadero cadáver, y por tanto, sin actos meritorios para la Vida eterna.

64. Condiciones para que haya pecado mortal. Que la materia de pecado sea grave; es decir, que lo mandado o prohibido sea advertido o considerado subjetivamente como cosa grave, ya en sí misma, ya en sus circunstancias. Por ser la conciencia la regla próxima de nuestras acciones, nos da a conocer la gravedad de la materia.

65. Que haya plena advertencia a la malicia grave del acto. Consiste en que el conocimiento de dicha malicia sea claro, aunque sea de forma general, o al menos sospeche.

66. Que haya pleno y libre consentimiento de la voluntad. Cuando se da cuenta de la grave malicia, la consiente, la quiere y la abraza libremente.

67. Gravedad del pecado mortal. Dentro de su misma gravedad, hay unos más que otros. En Jeremías 7,26 se indica algo. Y en San Juan 19,11 dice a Pilatos Jesús: "Quien me ha entregado a ti, es reo de mayor pecado". Depende de la excelencia de la virtud a que se opone, de la dignidad de la persona ofendida y del bien del prójimo dañado.

68. El pecado mortal es un suicidio espiritual. Los daños para el alma son más graves que los del cuerpo y de peores consecuencias, aunque son más fáciles de curar.

69. En sí mismo, es el mal supremo, el mal absoluto, el peor y único mal. Los demás males, son consecuencia del pecado. El pecado es la raíz de todos los males.

70. En esta vida, se pierde la Gracia santificante, se pierden todos los méritos adquiridos por las buenas obras de la vida pasada y esclaviza a Satanás, ya que al desobedecer a DIOS, en cierto modo, le dejamos, y nos entregamos al Diablo.

71. En la otra Vida, el castigo eterno del Infierno con la pena de daño o privación de Dios para toda la eternidad, sin ninguna esperanza; y la pena de sentidos: fuego peor que el de la tierra, por quemar sin consumir al cuerpo y al alma, y toda clase de tormentos y sufrimientos; es la reunión de todos los males sin mezcla de bien alguno.

72. Remedios. Para salir del pecado mortal, el alma necesita resucitar. Este verdadero milagro se realiza cuando hay verdadero arrepentimiento y deseo de enmienda, mediante la contrición perfecta, con propósito de confesarse. No se puede comulgar con conciencia de pecado grave, salvo en los casos que la Iglesia regula, y en las condiciones requeridas. Con esta vuelta a Dios, se recobra, la Gracia, los Dones y las Virtudes.

73. Muchos, por influencia protestante, dicen que no se confiesan ante el Sacerdote, "con un hombre", sino sólo ante Dios. El buen católico tampoco se confiesa ante "un hombre", sino ante el Ministro de Dios, que es un hombre consagrado, con poderes especiales: es el mismo Jesucristo el que perdona por medio de él. Al hacer un buen examen, nos arrepentimos solos ante Dios, y después vamos ante el Ministro de Dios para reconciliarnos y recibir el perdón y la penitencia si estamos bien preparados. La confesión es un verdadero juicio donde se puede absolver o no, según la preparación. Y un juicio mejor que los humanos, porque basta con confesar la culpa y estar arrepentidos y con deseos de enmienda, para recibir la absolución.

74. Nos llena de verdadera alegría al llamar a la Virgen Madre de Misericordia. También los Sacerdotes se confiesan ante otro Sacerdote.

75. Catecismo 1854 a 1864.

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TEOLOGIA 3 - CICLO C - TEMA 3

miércoles, 12 de mayo de 2010
A.- Vaticano 2º:
Sobre la Divina Revelación. 18.11.1965.

50. Presenta la doctrina verdadera sobre la revelación, para que la anunciemos y todo el que oiga, crea, practique y se salve. DIOS puede hablar con los hombres, sus criaturas, de muchas formas. La revelación Natural o Primitiva y Mosaica son una preparación para la revelación Cristiana y plena de los Evangelios. Tenemos que recibirla con Fe, que es la respuesta de la Criatura al Creador que habla. Esta Revelación Cristiana Cristo la comunica a los Apóstoles, y sucesores los Obispos, organizando la Iglesia para asegurar su conservación plena y continuidad hasta el Fin del Mundo, y que nos la presenta en el Credo.

51. La Iglesia Católica tiene dos fuentes de revelación: la Sagrada Tradición o Biblia hablada, y la Sagrada Escritura o Biblia escrita. Primero se predica, después se escribe. La Tradición se deriva de los Apóstoles en el Magisterio de la Iglesia y enseñanzas de los Santos Padres. Hay una relación muy íntima entre las dos, llegando a complementarse, por venir del mismo DIOS, y ser encomendada su interpretación correcta al Magisterio vivo de la Iglesia, Pío 12 el 12.08.1950, Año Santo.

52. La inspiración y su interpretación. DIOS es el autor principal que inspira, para que los autores secundarios o hagiógrafos, con plena libertad y según sus condiciones, escriban lo que el Espíritu Santo les inspire. Así nos dan plena seguridad de que no hay error en materia de Fe y Costumbres. No vale quedarse con frases aisladas, sino aceptarla en conjunto: “Toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, argüir, corregir, educar en la justicia, a fin de que el hombre de DIOS sea perfecto y equipado para toda obra buena”. San Pablo en 2ª Timoteo 3,16-17. Debemos tener en cuenta los géneros literarios y tener presente lo que el Espíritu Santo, por el hagiógrafo, nos quiso decir y quiere seguir diciéndonos, quedando sometido a la autoridad de la Iglesia por deseo de Jesucristo. Vaticano 1º en el siglo 19. Es la maravillosa condescendencia de DIOS que viene a salvarnos, tomando nuestra carne y hablándonos con nuestro lenguaje.

53. El Antiguo Testamento nos muestra las comienzos de la Historia de la Salvación, como la luz del amanecer irá aumentando: Adán y Eva, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, Moisés, Jueces, Profetas. Es de gran importancia para los cristianos; a los judíos, en la Sinagoga de Roma, el Papa los llamó nuestros hermanos mayores en la Fe. Ambos Testamentos se complementan. La Virgen, que ya aparece en los comienzos, como la que pisará la cabeza de la serpiente, es el vértice del Antiguo y la aurora del Nuevo.

54. El Nuevo Testamento es la plenitud: “Llegada la plenitud de los tiempos, dice San Pablo en Gálatas 4,4, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta plenitud es el ambiente que se había logrado en el Imperio Romano con las unidades de lengua, geografía, política, cultural, económica, artística y de derecho, pero que faltaba la religiosa. Los Evangelios ocupan el lugar preeminente en toda la Sagrada Escritura por ser el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo Encarnado, el Salvador.

55. La Iglesia siempre ha defendido y defiende el origen apostólico de los Evangelios: Cristo les manda predicar, después escriben inspirados por el Espíritu Santo y que serán el fundamento de la fe que desde entonces miles de mártires y santos darán testimonio en un mundo totalmente contrario. Hubo distintas versiones, pero la Iglesia nos presenta las cuatro redacciones, según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

56. La historicidad y autenticidad siempre lo ha defendido la Iglesia sin vacilar y nos asegura que nos trasmiten fielmente lo que Jesús hizo y enseñó para nuestra salvación, por ser testigos oculares y ministros de la Palabra, para que conozcamos la Verdad de las palabras que nos enseñan, San Lucas 1,2-4. Toda la Biblia se escribe entre Moisés, unos 1400 años antes de Jesús, y San Juan, con el Apocalipsis, hacia el año 100, después de Cristo.

57. Los restantes escritos que forman el Canon del Nuevo Testamento son escritos también bajo la inspiración del Espíritu Santo, con los cuales, según la sabia disposición de DIOS, se confirma todo lo que se refiere a Cristo Señor, se cuentan los principios de la Iglesia y su admirable difusión, y se anuncia su gloriosa consumación. El Señor estuvo con lo Apóstoles, les envía con autoridad, trasmite el Espíritu Santo y prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

58. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia es cuidada, protegida, interpretada correctamente y anunciada fielmente. La Iglesia, que vive de la Eucaristía, se alimenta de la Palabra de DIOS, y la propone de todas las formas posibles: anuncien, prediquen…el que crea y se bautice…se salvará. Siempre ha cuidado de las traducciones. Primero, el Antiguo Testamento, está la Biblia Hebrea de Jerusalén con 38 libros; después, la Biblia Griega de Alejandría en el siglo 3º antes de Cristo; a continuación, 70 ancianos judíos de la dispersión, tradujeron los 38 libros y añadieron los 7 restantes: Tobías, Judit, los 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc; que no fueron aceptados por los judíos de Jerusalén y por algunos Protestantes racionalistas del siglo 19; pero los judíos de la dispersión o díaspora si, quedando los 45 libros, y era la que más se usaba en tiempos de Jesús; la Iglesia tomó como suya la versión griega de los Setenta; más tarde en occidente se traduce la Vetus Latina, y perfeccionada por San Jerónimo con la Vulgata, en el siglo 5º. En idiomas modernos, antes que Lutero tradujera al alemán, ya había 44 ediciones diferentes, de las que 17 eran en alemán; y en España, la Políglota, en siete idiomas, del Cardenal Cisneros.

59. La Iglesia prepara a sus Pastores y Ministros de la Palabra, para que, también iluminados por el Espíritu Santo, las Sagradas Escrituras sean alimento de las almas, ilumine las mentes, robustezca las voluntades y encienda los corazones de los hombres en el amor de DIOS. Da vida a la Teología, siendo como su alma, y alimento en la vida personal, en la catequesis y toda clase de pastorales. Se recomienda su lectura con corazón limpio y deseos de vivirla y trasmitirla. Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo. A DIOS hablamos cuando oramos; a El oímos cuando las leemos, decía San Ambrosio.

60. Cuiden los Prelados de su conservación y difusión con las debidas notas o explicaciones necesarias y suficientes. Y que en nuestro ambiente personal o familiar no las descuidemos como si fuera otro libro: bien forradas y en lugar destacado; es el mejor tesoro después de la Eucaristía y al cogerlas y dejarlas, le demos un beso, como lo hace el Sacerdote al terminar de leer el Evangelio, al mismo tiempo que dice: por la lectura de estas Palabras, se purifique nuestra alma.

B.- Teología:
Pecados Mortales.


61. Pecado mortal. Es la trasgresión voluntaria de algún Mandamiento de la Ley de Dios o de la Iglesia en materia grave, es decir, desobediencia con conciencia de estar obligado gravemente.

62. Este pecado se llama Mortal por causar la muerte del alma, en el sentido de que la priva de la Vida de Dios, quedando sólo la vida natural, que es la unión del alma con el cuerpo, y comprende la vida vegetativa, la sensitiva y la racional.

63. Se pierde la Vida sobrenatural, que es la plenitud de la persona: queda verdadero cadáver, y por tanto, sin actos meritorios para la Vida eterna.

64. Condiciones para que haya pecado mortal. Que la materia de pecado sea grave; es decir, que lo mandado o prohibido sea advertido o considerado subjetivamente como cosa grave, ya en sí misma, ya en sus circunstancias. Por ser la conciencia la regla próxima de nuestras acciones, nos da a conocer la gravedad de la materia.

65. Que haya plena advertencia a la malicia grave del acto. Consiste en que el conocimiento de dicha malicia sea claro, aunque sea de forma general, o al menos sospeche.

66. Que haya pleno y libre consentimiento de la voluntad. Cuando se da cuenta de la grave malicia, la consiente, la quiere y la abraza libremente.

67. Gravedad del pecado mortal. Dentro de su misma gravedad, hay unos más que otros. En Jeremías 7,26 se indica algo. Y en San Juan 19,11 dice a Pilatos Jesús: "Quien me ha entregado a ti, es reo de mayor pecado". Depende de la excelencia de la virtud a que se opone, de la dignidad de la persona ofendida y del bien del prójimo dañado.

68. El pecado mortal es un suicidio espiritual. Los daños para el alma son más graves que los del cuerpo y de peores consecuencias, aunque son más fáciles de curar.

69. En sí mismo, es el mal supremo, el mal absoluto, el peor y único mal. Los demás males, son consecuencia del pecado. El pecado es la raíz de todos los males.

70. En esta vida, se pierde la Gracia santificante, se pierden todos los méritos adquiridos por las buenas obras de la vida pasada y esclaviza a Satanás, ya que al desobedecer a DIOS, en cierto modo, le dejamos, y nos entregamos al Diablo.

71. En la otra Vida, el castigo eterno del Infierno con la pena de daño o privación de Dios para toda la eternidad, sin ninguna esperanza; y la pena de sentidos: fuego peor que el de la tierra, por quemar sin consumir al cuerpo y al alma, y toda clase de tormentos y sufrimientos; es la reunión de todos los males sin mezcla de bien alguno.

72. Remedios. Para salir del pecado mortal, el alma necesita resucitar. Este verdadero milagro se realiza cuando hay verdadero arrepentimiento y deseo de enmienda, mediante la contrición perfecta, con propósito de confesarse. No se puede comulgar con conciencia de pecado grave, salvo en los casos que la Iglesia regula, y en las condiciones requeridas. Con esta vuelta a Dios, se recobra, la Gracia, los Dones y las Virtudes.

73. Muchos, por influencia protestante, dicen que no se confiesan ante el Sacerdote, "con un hombre", sino sólo ante Dios. El buen católico tampoco se confiesa ante "un hombre", sino ante el Ministro de Dios, que es un hombre consagrado, con poderes especiales: es el mismo Jesucristo el que perdona por medio de él. Al hacer un buen examen, nos arrepentimos solos ante Dios, y después vamos ante el Ministro de Dios para reconciliarnos y recibir el perdón y la penitencia si estamos bien preparados. La confesión es un verdadero juicio donde se puede absolver o no, según la preparación. Y un juicio mejor que los humanos, porque basta con confesar la culpa y estar arrepentidos y con deseos de enmienda, para recibir la absolución.

74. Nos llena de verdadera alegría al llamar a la Virgen Madre de Misericordia. También los Sacerdotes se confiesan ante otro Sacerdote.

75. Catecismo 1854 a 1864.

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Rosario Serrano
soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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