A.- La Tradición y La Biblia:
Consejos de San Agustín
26. Casi la totalidad de lo que DIOS ha querido revelarnos, está contenido en forma explícita o implícita, en la Sagrada Escritura. No está revelado en ella, por ejemplo la solución de la cuestión fundamental de cuántos y cuáles sean los mismos libros del Nuevo Testamento. Esto queda revelado y claro sólo en la Tradición. Pues el total de lo que DIOS nos reveló se halla en la Tradición y en la Biblia junta. “La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas, por eso, ambas se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción. Concilio Vaticano 2º, Dei Verbum. Primero se predica, después se escribe. La Escritura es resultado y expresión de la Tradición; la Iglesia es Tradición; la Escritura es conservada íntegramente sólo en la Tradición viva de la Iglesia.
27. La Biblia habla de la Tradición. San Lucas 1,4, da a la Tradición, Palabra de DIOS hablada, una cierta superioridad sobre la Biblia, Palabra de DIOS escrita. Pues dice a todo cristiano que el Evangelio fue escrito “parta que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”. Las enseñanzas recibidas son las trasmitidas a nosotros a viva voz por la Iglesia. Estas enseñanzas son justamente la Tradición. Las consignadas por escrito son la Biblia. De manera que lo primero es la Tradición, Biblia hablada, predicada. Sólo después viene la Biblia escrita, y viene con el fin de hacernos “recordar estas cosas”, 2ª de San Pedro 1,15, que son las enseñanzas trasmitidas de viva voz, esto es, Tradición. Y quiere la Biblia escrita consolidarnos en ellas. San Lucas 1,4.
28. La Palabra de DIOS toda entera, es decir, Tradición y Biblia, son las Fuentes de Revelación, fuentes de nuestra Fe. Por eso San Pablo nos exhorta “…manteneos firmes, conservar las tradiciones, verdades trasmitidas, que habéis aprendido de nosotros”, de viva voz o por carta. 2ª Tesalonicenses 2,15. A esta Tradición alude y expresa San Judas Tadeo, 3.5: “…ya habéis aprendido todo esto de una vez para siempre”; y “combatir por la fe que ha sido trasmitida a los santos, cristianos, de una vez para siempre. 1ª San Juan 3 se refiere a esta misma fe y verdad trasmitidas de viva voz, señalando: “la verdad que permanece en vosotros para siempre”.
29. San Mateo 18,16 dice: “…los Once discípulos marcharon a Galilea”. Estos Once tienen por sucesores en línea jamás interrumpida, a los Obispos de la Iglesia. Pues estos Once, pronto, con Matías, Doce, son inmortales en sus sucesores. Pedro en las Papas, y los demás Apóstoles en los Obispos. A estos sus doce Apóstoles, San Mateo 10,1; 11,1 y San Marcos 16,14, les da Jesús el solemne encargo de predicar, no escribir, su mensaje a toda la Humanidad. Y a éstos sus predicadores, perennes en virtud de su sucesión apostólica, les asegura Jesús su perenne asistencia: “He aquí que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo 28,20. Estas palabras de Jesús garantizan la fiel predicación y conservación de la Tradición predicada por sus heraldos a través de todos los siglos.
30. Pero aquellos Doce iban a morir. Lo sabía Jesús bien, y por lo mismo es evidente que promete esta asistencia sempiterna no sólo a aquellos Doce individuos, sino a aquel Colegio Apostólico inmortal. Este Colegio Apostólico, con Pedro a la cabeza, es infalible; nunca podía ni jamás podrá perder algo esencial del mensaje de Cristo. Este Colegio Apostólico recibió, conservó y conservará la Fe y la Verdad que recibió, “de una vez para siempre”. San Judas versos 3 y 5 y 2ª de san Juan 3. La Sagrada Tradición existe desde Jesús, y es sempiterna e imperecedera en su Iglesia; es anterior, actual y posterior a la Biblia del Nuevo Testamento. La Biblia escrita, como una nave cargada de Verdad y Vida es sostenida y llevada por la corriente sempiterna de la Sagrada Tradición, como un río que corre con seguridad y lleva con firmeza la nave, a través del paisaje de los siglos y milenios, “hasta el fin del mundo”. San Mateo 28,20.
31. Nos dice San Agustín: “Cuantos temen a DIOS y por la piedad son mansos, buscan en todos estos libros la voluntad de DIOS. Como ya hemos dicho, lo primero en este empeño y trabajo ha de ser conocer estos libros, leyéndolos, aunque no todavía para entenderlos, más bien, o para entenderlos de memoria, o por lo menos, para que no le sean enteramente desconocidos”.
32. “Después se ha de investigar ya más solícita y cuidadosamente lo que en ellos claramente se dice, ya sean reglas de Vida, ya reglas de Fe, y en esto, tanto más podrá hallar cada uno cuanto mayor capacidad de entender tenga, (o el Espíritu le ilumine), pues en esto que claramente se dice en las Escrituras está cuanto pertenece a la Fe y a las costumbres de Vida, es decir, a la Esperanza y a la Caridad”.
33. “Luego, una vez adquirida cierta familiaridad con el lenguaje mismo de las Divinas Escrituras, procédase a explicar y discutir lo que de oscuro hay en ellas, (en el sentido de poder entender mejor, ya que la Palabra de DIOS no es discutible: o se acepta o no), tomando ejemplo de locuciones claras, para ilustrar por ellas las locuciones más oscuras; y por las sentencias ciertas, resolver las dudas de las dudosas. En esto servirá de mucho la memoria; pero si esta falta, no se la darán a nadie estas reglas”. De la Doctrina Cristiana, 2 c.9.
34. Invocar mucho al Espíritu Santo, purificarnos antes para tener más luz; no discutir; leer para vivir bien lo que leemos. Y dejar para el Cielo lo que aquí no entendamos, viviendo de Fe esperanzada y amorosa, dejándonos llevar por la Providencia Divina que gobierna al mundo con fuerza y dulzura. Y tener en cuenta lo que también dijo este gran Santo: “Yo no creería la Biblia si la Iglesia no me la propusiera”. Es decir, tener en cuenta el Magisterio de la Iglesia que tiene autoridad de Jesucristo, perfecto DIOS y perfecto hombre y es su Fundador, para tener plena seguridad en lo que hemos de creer, Dogmas del Credo, y practicar, Moral, en los Mandamientos, y Culto en los Sacramentos y Oración para salvarnos.
26. Casi la totalidad de lo que DIOS ha querido revelarnos, está contenido en forma explícita o implícita, en la Sagrada Escritura. No está revelado en ella, por ejemplo la solución de la cuestión fundamental de cuántos y cuáles sean los mismos libros del Nuevo Testamento. Esto queda revelado y claro sólo en la Tradición. Pues el total de lo que DIOS nos reveló se halla en la Tradición y en la Biblia junta. “La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas, por eso, ambas se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción. Concilio Vaticano 2º, Dei Verbum. Primero se predica, después se escribe. La Escritura es resultado y expresión de la Tradición; la Iglesia es Tradición; la Escritura es conservada íntegramente sólo en la Tradición viva de la Iglesia.
27. La Biblia habla de la Tradición. San Lucas 1,4, da a la Tradición, Palabra de DIOS hablada, una cierta superioridad sobre la Biblia, Palabra de DIOS escrita. Pues dice a todo cristiano que el Evangelio fue escrito “parta que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido”. Las enseñanzas recibidas son las trasmitidas a nosotros a viva voz por la Iglesia. Estas enseñanzas son justamente la Tradición. Las consignadas por escrito son la Biblia. De manera que lo primero es la Tradición, Biblia hablada, predicada. Sólo después viene la Biblia escrita, y viene con el fin de hacernos “recordar estas cosas”, 2ª de San Pedro 1,15, que son las enseñanzas trasmitidas de viva voz, esto es, Tradición. Y quiere la Biblia escrita consolidarnos en ellas. San Lucas 1,4.
28. La Palabra de DIOS toda entera, es decir, Tradición y Biblia, son las Fuentes de Revelación, fuentes de nuestra Fe. Por eso San Pablo nos exhorta “…manteneos firmes, conservar las tradiciones, verdades trasmitidas, que habéis aprendido de nosotros”, de viva voz o por carta. 2ª Tesalonicenses 2,15. A esta Tradición alude y expresa San Judas Tadeo, 3.5: “…ya habéis aprendido todo esto de una vez para siempre”; y “combatir por la fe que ha sido trasmitida a los santos, cristianos, de una vez para siempre. 1ª San Juan 3 se refiere a esta misma fe y verdad trasmitidas de viva voz, señalando: “la verdad que permanece en vosotros para siempre”.
29. San Mateo 18,16 dice: “…los Once discípulos marcharon a Galilea”. Estos Once tienen por sucesores en línea jamás interrumpida, a los Obispos de la Iglesia. Pues estos Once, pronto, con Matías, Doce, son inmortales en sus sucesores. Pedro en las Papas, y los demás Apóstoles en los Obispos. A estos sus doce Apóstoles, San Mateo 10,1; 11,1 y San Marcos 16,14, les da Jesús el solemne encargo de predicar, no escribir, su mensaje a toda la Humanidad. Y a éstos sus predicadores, perennes en virtud de su sucesión apostólica, les asegura Jesús su perenne asistencia: “He aquí que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo”. San Mateo 28,20. Estas palabras de Jesús garantizan la fiel predicación y conservación de la Tradición predicada por sus heraldos a través de todos los siglos.
30. Pero aquellos Doce iban a morir. Lo sabía Jesús bien, y por lo mismo es evidente que promete esta asistencia sempiterna no sólo a aquellos Doce individuos, sino a aquel Colegio Apostólico inmortal. Este Colegio Apostólico, con Pedro a la cabeza, es infalible; nunca podía ni jamás podrá perder algo esencial del mensaje de Cristo. Este Colegio Apostólico recibió, conservó y conservará la Fe y la Verdad que recibió, “de una vez para siempre”. San Judas versos 3 y 5 y 2ª de san Juan 3. La Sagrada Tradición existe desde Jesús, y es sempiterna e imperecedera en su Iglesia; es anterior, actual y posterior a la Biblia del Nuevo Testamento. La Biblia escrita, como una nave cargada de Verdad y Vida es sostenida y llevada por la corriente sempiterna de la Sagrada Tradición, como un río que corre con seguridad y lleva con firmeza la nave, a través del paisaje de los siglos y milenios, “hasta el fin del mundo”. San Mateo 28,20.
31. Nos dice San Agustín: “Cuantos temen a DIOS y por la piedad son mansos, buscan en todos estos libros la voluntad de DIOS. Como ya hemos dicho, lo primero en este empeño y trabajo ha de ser conocer estos libros, leyéndolos, aunque no todavía para entenderlos, más bien, o para entenderlos de memoria, o por lo menos, para que no le sean enteramente desconocidos”.
32. “Después se ha de investigar ya más solícita y cuidadosamente lo que en ellos claramente se dice, ya sean reglas de Vida, ya reglas de Fe, y en esto, tanto más podrá hallar cada uno cuanto mayor capacidad de entender tenga, (o el Espíritu le ilumine), pues en esto que claramente se dice en las Escrituras está cuanto pertenece a la Fe y a las costumbres de Vida, es decir, a la Esperanza y a la Caridad”.
33. “Luego, una vez adquirida cierta familiaridad con el lenguaje mismo de las Divinas Escrituras, procédase a explicar y discutir lo que de oscuro hay en ellas, (en el sentido de poder entender mejor, ya que la Palabra de DIOS no es discutible: o se acepta o no), tomando ejemplo de locuciones claras, para ilustrar por ellas las locuciones más oscuras; y por las sentencias ciertas, resolver las dudas de las dudosas. En esto servirá de mucho la memoria; pero si esta falta, no se la darán a nadie estas reglas”. De la Doctrina Cristiana, 2 c.9.
34. Invocar mucho al Espíritu Santo, purificarnos antes para tener más luz; no discutir; leer para vivir bien lo que leemos. Y dejar para el Cielo lo que aquí no entendamos, viviendo de Fe esperanzada y amorosa, dejándonos llevar por la Providencia Divina que gobierna al mundo con fuerza y dulzura. Y tener en cuenta lo que también dijo este gran Santo: “Yo no creería la Biblia si la Iglesia no me la propusiera”. Es decir, tener en cuenta el Magisterio de la Iglesia que tiene autoridad de Jesucristo, perfecto DIOS y perfecto hombre y es su Fundador, para tener plena seguridad en lo que hemos de creer, Dogmas del Credo, y practicar, Moral, en los Mandamientos, y Culto en los Sacramentos y Oración para salvarnos.
35. Y no caer en esas libres interpretaciones de quienes acomodan la Palabra de DIOS a sus gustos y pasiones, en vez de acomodar sus vidas a la Palabra de DIOS. San Juan Crisóstomo, Arzobispo de Constantinopla, que muere en el destierro por decir las verdades y descubrir los pecados incluso a los emperadores, nos decía: “Busquemos en la Biblia o Sagrada Escritura el cómo se va al Cielo, y no cómo anda el cielo”.
36. La Iglesia Católica nos alimenta con la Palabra de DIOS, a quienes van a Misa todos los días, en dos años, nos presenta todo lo que necesitamos para la salvación y santificación; son las lecturas de los años par e impar; y para los que van todos los domingos, en tres años, ciclos A, B y C, nuevamente nos lo vuelve a presentar. Que estemos atentos a lo que DIOS nos dice cada día, para vivirlo y trasmitirlo.
B.- Teología:
El pecado en general.
37. Qué es. El pecado es toda palabra, pensamiento, acción o deseo contra la Ley de Dios, dice San Agustín, también las omisiones. Es una ofensa a Dios, por ser desobediencia, al anteponer nuestra voluntad a la suya. La voluntad de Dios se manifiesta en toda la Revelación; pero de forma concreta, en los Mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, interpretados por el Magisterio.
38. Requisitos para que haya pecado formal. Materia objetiva; que la acción sea mala en sí misma, o se juzgue ser mala. Advertencia de la razón, caer en la cuenta en el acto del pecado, al menos en confuso, de la malicia propia de la acción. Consentimiento de la voluntad en dicha malicia, libremente.
39. Si faltan estos requisitos o alguno de ellos, no habrá pecado formal, y por lo mismo ninguna culpabilidad en el hombre. Pecado material sería cuando uno hace algo malo pero sin darse cuenta; por ejemplo, un loco que mata a una persona.
40. Circunstancias del pecado. Son los accidentes que acompañan a la acción o acto pecaminoso; o de algún modo le modifican. Pueden ser: Excusantes, las que anulan toda la culpabilidad: ignorancia, error, inadvertencia, falta de libertad. Atenuantes, las que disminuyen la culpabilidad: débil de voluntad, estado anormal, inconsciencia parcial. Agravantes, las que aumentan la malicia y la culpabilidad: premeditación, consagración, etc.
41. Grados del pecado. Es por la cantidad o medida de la malicia que encierran, siendo más o menos ofensivo a DIOS, y por lo tanto, digno de mayor o menor castigo. Pueden ser: Original, el de Adán y Eva, personal en ellos, heredado en nosotros; Mortal o grave, el que reúne el pleno conocimiento o advertencia y consentimiento de la voluntad en materia grave, al quebrantar una Ley Divina; y Venial o leve, cuando se quebranta la Ley en materia leve o con imperfecto conocimiento o advertencia y consentimiento.
42. Distinción de los pecados. Por su especie, y por su número cuando son de la misma especie.
43. Distinción específica. Es la malicia especial o la diversa deformidad, por lo que un pecado difiere de otro en lo esencial. Son las distintas maneras de oponerse cada pecado a una Ley o virtud.
44. Cuando el acto pecaminoso se opone a diferentes virtudes o diferentes leyes. Ejemplo: quien deja la Misa un domingo estando obligado por la Iglesia, teniendo voto particular de ir y debiendo ir por penitencia de la confesión. 3 pecados.
45. Cuando el acto pecaminoso encierra una malicia o deformidad moralmente diversa, contra una misma virtud o Ley: Ejemplo, el que omite hacer un acto de Fe cuando debía de hacerlo, y a la vez la niega. Viola la Fe de dos maneras.
46. Cuando el acto pecaminoso va acompañado de tales circunstancias que le imprimen una nueva malicia. Ejemplo: dar muerte a un sacerdote en la Iglesia es cometer tres pecados: homicidio, sacrilegio personal y sacrilegio local.
47. Distinción numérica. Viene de los objetos moralmente diversos, o actos moralmente interrumpidos. Esta más claro cuando es en distintas materias.
48. Dentro de la misma materia, será cuando el acto se interrumpe, y vuelve a hacerse. Si tenemos la buena costumbre de hacer muchos actos de amor y de odio al pecado, será más difícil caer.
49. Catecismo 1846 a 1853.
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