¿COMO HONRAR A MARIA?

12:24



De Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.
(Continuación)


416.- El culto mariano en la Sagrada Escritura. Que al ofrecer todos nuestros respetos a la siempre Virgen María, no nos desviamos del camino recto, nos lo demuestran también las páginas de las Sagradas Letras. De éstas Sagradas Páginas aprendimos nosotros el culto a María.

417.- En la escena del Paraíso, llamado proto evangelio, primer anuncio de la salvación: yo pondré enemistades entre ti y la mujer, que es la palabra de sanción pronunciada por el Señor contra el espíritu malo y seductor; y entre tu raza y la descendencia suya; Ella quebrantará tu cabeza y tú andarás acechando su calcañal, Génesis 3,15.- ¿Cómo no hemos de honrar a la mujer poderosa, a la Virgen Bendita y llena de gracia, cuya fuerza vencedora en quebrantar la serpiente nos la mostró DIOS como primer rayo de luz para consuelo de la humanidad caída?

418.- Y la promesa del Señor se cumplió: Envió DIOS al Ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una Virgen desposada con cierto varón de la casa de David, llamado José; y el nombre de la Virgen era María. Y habiendo entrado el Ángel donde Ella estaba, le dijo: DIOS te salve, llena de Gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Ante la Virgen asombrada y temerosa, dirá San Bernardo siglos después que María se turbó, pero no se perturbó; turbarse es pudor virginal, no perturbarse, es fortaleza; callar y pensar, prudencia, está de rodillas el Arcángel San Gabriel, y sale de sus labios, y se oye, por vez primera, el saludo: DIOS te salve, llena de gracia; el Señor está contigo. Brota el saludo de labios del Arcángel y la brisa rápida, lo recoge con sus alas, y lo lleva por los cuatro puntos del mundo para que no haya un solo rincón donde no se oiga el saludo angélico: DIOS te salve, María.

419.- Al principio no son más que unas pocas almas escogidas: Santa Isabel, San José, después los Apóstoles, el pequeño grupo de los primeros fieles. Pero en alas del viento, el saludo va esparciéndose. Vienen pueblos, surgen las naciones, y entran en la Iglesia de Cristo, y abrazan su doctrina, y tanto al norte y al sur, como al este y el oeste, de día y de noche, en el mar y en la tierra, en la guerra y en la paz, en el templo y en el hogar, por las cordilleras y las selvas, por las calles y en todo centro de trabajo, millones de ave Marías, millones de Rosarios, se oye sin cesar el saludo del Arcángel Gabriel: DIOS te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo.

420.- ¡Qué palabras tan sencillas y, en pocas líneas, qué sublime contenido! ¿Qué eres tú, María, en ti misma? Llena de gracia. Y respecto del Señor? El Señor es contigo. Y ¿qué eres en relación con nosotros, los demás hombres? Bendita eres entre todas las mujeres.


421.- ¿Obramos, pues, con ligereza, honrando a la Madre admirable? Nos duele tanta ignorancia o malicia en tantos grupos y personas, que movidos por el Diablo andan engañados, diciendo mentiras y barbaridades, negando el poder de DIOS y el amor de Jesucristo a su Madre Inmaculada. Jesucristo como DIOS es anterior a su Madre, y pudo elegirla, como la eligió; y como Hombre, nace de Ella; y como Hombre-DIOS, la honra, la colma de bendiciones y nos la entrega en el Calvario. Se nos hecha en rostro el culto a María, diciendo que también Ella era hija de Adán. Más el Arcángel la conoce bien, mejor que nosotros, y le dice: bendita eres entre todas las mujeres. Y nosotros no añadimos una palabra a las dictadas por DIOS al enviar un Arcángel para saludarla. Pero recordamos que Ella es la Hija predilecta del Padre, la Madre amorosísima del Hijo, y la Esposa Inmaculada del Espíritu Santo; Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad. Hija de DIOS y Madre de DIOS; Virgen y Madre Virgen. DIOS todo lo puede, y así lo quiso. Y nosotros, nos alegramos. Y nos da mucha pena por los que no lo entienden o no lo creen y no aceptan; y rezamos para que algún día lo puedan gozar, al menos en el Cielo.

422.- Poco tiempo después de esta escena, la Virgen María fue a visitar a su prima Santa Isabel. Es la primera andanza misionera, llevando a Jesús y comunica esa triple gracia que también lo repite con nosotros: la luz del Espíritu Santo, los deseos de purificarnos -la santificación de Juan en el seno materno, y la consiguiente alegría. E Isabel, al oír su voz, según lo consigna la Sagrada Escritura, se sintió llena del Espíritu Santo, y exclamó con júbilo: ¡bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! ¡Bienaventurada tú que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor, San Lucas 1,42.45. ¿No tenemos, pues, derecho a honrar a la Virgen María si Santa Isabel, llena del Espíritu Santo, la ensalzó con tal entusiasmo?

423.- ¿Y es posible que se nos censure por levantar a María muy por encima de nosotros cantamos: más que tú solo DIOS, o por inclinarnos demasiado ante Ella, cuando San Lucas 2,51 refiriéndose al Niño Jesús, de doce años, y a sus padres, escribe de esta manera: enseguida se fue con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto? ¿Quién estaba sujeto? El Hijo de DIOS. ¿A quién estaba sujeto? A José y a María. ¿No hemos de honrar y levantar por encima de todos los seres creados a la Mujer aquella que honró Jesucristo con obediencia, ante la cual se inclinaba esperando sus órdenes?

424.- No sólo tenemos derecho, sino verdadera obligación de honrar a la Virgen María. Lo demuestra con mayor claridad el Testamento de Cristo. El Viernes Santo es el día más grande de la historia universal. Cristo está clavado en la cruz, y María cerca de El, porque donde padece Cristo, allí está con El su Madre. Ella fue quién Le introdujo en el mundo; Ella quiso estar presente también en su muerte. No es posible leer sin emoción el Evangelio de San Juan, 19,26-27, cuando refiere las palabras que pronunció el Señor en la cruz: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento se encargó de Ella.


425.- He ahí el Testamento del Señor: Madre mía, sé Madre protectora, patrona de los hombres, por quienes he dado yo mi Sangre y mi vida; ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre; no es tu Reina, no es tu Emperatriz; es Mí Madre, es tu Madre. Pues bien, si se nos pregunta con qué títulos honramos a la Virgen María, en qué pasaje ordenó Cristo su culto, nuestra respuesta es esta: en el Calvario, aquí lo mandó, cuando dijo a San Juan, y en él a todos nosotros: ahí tienes a tu Madre. Desde ese momento es María nuestra Madre celestial, y ya no cesa, ni cesará, el cántico en labios de los hombres. Aquí tenemos los fundamentos dogmáticos de nuestro culto a María.

426.- María no ha perdido su poder de Madre de DIOS, ni siquiera en los Cielos; antes al contrario, allí lo ejerce con mayor eficacia. La Madre de DIOS ha de tener, en cierto sentido, ascendiente sobre DIOS; influjo en el sentido de que DIOS escucha complacido sus oraciones. Por eso la llamaba el Papa Pío 12, la omnipotencia suplicante, que todo lo puede pidiendo. María ora, intercede sin cesar por nosotros, porque todos nosotros somos hermanos de Cristo, y en consecuencia somos también hijos de María. Y su Hijo divino nos encomendó a todos nosotros a sus cuidados y protección. ¡Qué alegría, qué dicha, saber que tenemos en el Cielo una Madre de bondad, una Protectora poderosa, dispuesta siempre a tomar en sus manos nuestros asuntos y presentar nuestras súplicas a su Divino Hijo!

427.- La Iglesia desde sus comienzos, experimentó en realidad la protección de esta Madre bondadosa. No hubo época en su vida de tantos siglos en que no sintiese la intercesión de la Virgen Inmaculada. Y la sentimos nosotros también, que corremos a su amparo, y le pedimos a la Virgen gloriosa y bendita que reciba nuestras súplicas en los días de la tribulación. Es nuestra Señora, nuestra Abogada, nuestra Medianera. No se ha oído en todos los siglos que quien ha implorado su intercesión se haya visto rechazado.

428.- Unamos, pues, con profundo respeto, la expresión de nuestra gratitud a las palabras del Arcángel: ¡DIOS te salve, María! ¡DIOS te salve, Hija predilecta del Padre! ¿DIOS te salve, Madre amorosísima del Hijo nuestro Redentor! ¡DIOS te salve, Esposa Inmaculada, templo del Espíritu Santo! ¡DIOS te salve, a Ti, que eres más santa que los querubines, más sublime que los serafines! ¡DIOS te salve, María, más brillante que el sol, más hermosa que la luna, más resplandeciente que las estrellas, espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura, en su primitiva belleza, en su nativa inocencia! ¡DIOS te salve, Reina de los Ángeles!; DIOS te salve, Puerta abierta del Paraíso; DIOS te salve, Madre de DIOS y nuestra.

429.- DIOS te salve, María, esperanza de los Patriarcas, anhelo de los Profetas, reina de los Apóstoles, fortaleza de los Mártires. DIOS te salve, María, ejemplo ideal de las madres cristianas. DIOS te salve, bondadosa abogada de todos nosotros. DIOS te salve, Madre de DIOS, llena de gracia, para ti y superllena para los demás, el Señor es contigo. Contigo es el Señor, que ya existía antes de ti, que te creó, y a quien tú engendraste. Te lo pedimos, oh María: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¿Oh piadosa! ¡Oh dulce, Virgen María!

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¿COMO HONRAR A MARIA?

miércoles, 1 de julio de 2009


De Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.
(Continuación)


416.- El culto mariano en la Sagrada Escritura. Que al ofrecer todos nuestros respetos a la siempre Virgen María, no nos desviamos del camino recto, nos lo demuestran también las páginas de las Sagradas Letras. De éstas Sagradas Páginas aprendimos nosotros el culto a María.

417.- En la escena del Paraíso, llamado proto evangelio, primer anuncio de la salvación: yo pondré enemistades entre ti y la mujer, que es la palabra de sanción pronunciada por el Señor contra el espíritu malo y seductor; y entre tu raza y la descendencia suya; Ella quebrantará tu cabeza y tú andarás acechando su calcañal, Génesis 3,15.- ¿Cómo no hemos de honrar a la mujer poderosa, a la Virgen Bendita y llena de gracia, cuya fuerza vencedora en quebrantar la serpiente nos la mostró DIOS como primer rayo de luz para consuelo de la humanidad caída?

418.- Y la promesa del Señor se cumplió: Envió DIOS al Ángel Gabriel a Nazaret, ciudad de Galilea, a una Virgen desposada con cierto varón de la casa de David, llamado José; y el nombre de la Virgen era María. Y habiendo entrado el Ángel donde Ella estaba, le dijo: DIOS te salve, llena de Gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Ante la Virgen asombrada y temerosa, dirá San Bernardo siglos después que María se turbó, pero no se perturbó; turbarse es pudor virginal, no perturbarse, es fortaleza; callar y pensar, prudencia, está de rodillas el Arcángel San Gabriel, y sale de sus labios, y se oye, por vez primera, el saludo: DIOS te salve, llena de gracia; el Señor está contigo. Brota el saludo de labios del Arcángel y la brisa rápida, lo recoge con sus alas, y lo lleva por los cuatro puntos del mundo para que no haya un solo rincón donde no se oiga el saludo angélico: DIOS te salve, María.

419.- Al principio no son más que unas pocas almas escogidas: Santa Isabel, San José, después los Apóstoles, el pequeño grupo de los primeros fieles. Pero en alas del viento, el saludo va esparciéndose. Vienen pueblos, surgen las naciones, y entran en la Iglesia de Cristo, y abrazan su doctrina, y tanto al norte y al sur, como al este y el oeste, de día y de noche, en el mar y en la tierra, en la guerra y en la paz, en el templo y en el hogar, por las cordilleras y las selvas, por las calles y en todo centro de trabajo, millones de ave Marías, millones de Rosarios, se oye sin cesar el saludo del Arcángel Gabriel: DIOS te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo.

420.- ¡Qué palabras tan sencillas y, en pocas líneas, qué sublime contenido! ¿Qué eres tú, María, en ti misma? Llena de gracia. Y respecto del Señor? El Señor es contigo. Y ¿qué eres en relación con nosotros, los demás hombres? Bendita eres entre todas las mujeres.


421.- ¿Obramos, pues, con ligereza, honrando a la Madre admirable? Nos duele tanta ignorancia o malicia en tantos grupos y personas, que movidos por el Diablo andan engañados, diciendo mentiras y barbaridades, negando el poder de DIOS y el amor de Jesucristo a su Madre Inmaculada. Jesucristo como DIOS es anterior a su Madre, y pudo elegirla, como la eligió; y como Hombre, nace de Ella; y como Hombre-DIOS, la honra, la colma de bendiciones y nos la entrega en el Calvario. Se nos hecha en rostro el culto a María, diciendo que también Ella era hija de Adán. Más el Arcángel la conoce bien, mejor que nosotros, y le dice: bendita eres entre todas las mujeres. Y nosotros no añadimos una palabra a las dictadas por DIOS al enviar un Arcángel para saludarla. Pero recordamos que Ella es la Hija predilecta del Padre, la Madre amorosísima del Hijo, y la Esposa Inmaculada del Espíritu Santo; Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad. Hija de DIOS y Madre de DIOS; Virgen y Madre Virgen. DIOS todo lo puede, y así lo quiso. Y nosotros, nos alegramos. Y nos da mucha pena por los que no lo entienden o no lo creen y no aceptan; y rezamos para que algún día lo puedan gozar, al menos en el Cielo.

422.- Poco tiempo después de esta escena, la Virgen María fue a visitar a su prima Santa Isabel. Es la primera andanza misionera, llevando a Jesús y comunica esa triple gracia que también lo repite con nosotros: la luz del Espíritu Santo, los deseos de purificarnos -la santificación de Juan en el seno materno, y la consiguiente alegría. E Isabel, al oír su voz, según lo consigna la Sagrada Escritura, se sintió llena del Espíritu Santo, y exclamó con júbilo: ¡bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre! ¡Bienaventurada tú que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor, San Lucas 1,42.45. ¿No tenemos, pues, derecho a honrar a la Virgen María si Santa Isabel, llena del Espíritu Santo, la ensalzó con tal entusiasmo?

423.- ¿Y es posible que se nos censure por levantar a María muy por encima de nosotros cantamos: más que tú solo DIOS, o por inclinarnos demasiado ante Ella, cuando San Lucas 2,51 refiriéndose al Niño Jesús, de doce años, y a sus padres, escribe de esta manera: enseguida se fue con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto? ¿Quién estaba sujeto? El Hijo de DIOS. ¿A quién estaba sujeto? A José y a María. ¿No hemos de honrar y levantar por encima de todos los seres creados a la Mujer aquella que honró Jesucristo con obediencia, ante la cual se inclinaba esperando sus órdenes?

424.- No sólo tenemos derecho, sino verdadera obligación de honrar a la Virgen María. Lo demuestra con mayor claridad el Testamento de Cristo. El Viernes Santo es el día más grande de la historia universal. Cristo está clavado en la cruz, y María cerca de El, porque donde padece Cristo, allí está con El su Madre. Ella fue quién Le introdujo en el mundo; Ella quiso estar presente también en su muerte. No es posible leer sin emoción el Evangelio de San Juan, 19,26-27, cuando refiere las palabras que pronunció el Señor en la cruz: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: ahí tienes a tu Madre. Y desde aquel momento se encargó de Ella.


425.- He ahí el Testamento del Señor: Madre mía, sé Madre protectora, patrona de los hombres, por quienes he dado yo mi Sangre y mi vida; ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre; no es tu Reina, no es tu Emperatriz; es Mí Madre, es tu Madre. Pues bien, si se nos pregunta con qué títulos honramos a la Virgen María, en qué pasaje ordenó Cristo su culto, nuestra respuesta es esta: en el Calvario, aquí lo mandó, cuando dijo a San Juan, y en él a todos nosotros: ahí tienes a tu Madre. Desde ese momento es María nuestra Madre celestial, y ya no cesa, ni cesará, el cántico en labios de los hombres. Aquí tenemos los fundamentos dogmáticos de nuestro culto a María.

426.- María no ha perdido su poder de Madre de DIOS, ni siquiera en los Cielos; antes al contrario, allí lo ejerce con mayor eficacia. La Madre de DIOS ha de tener, en cierto sentido, ascendiente sobre DIOS; influjo en el sentido de que DIOS escucha complacido sus oraciones. Por eso la llamaba el Papa Pío 12, la omnipotencia suplicante, que todo lo puede pidiendo. María ora, intercede sin cesar por nosotros, porque todos nosotros somos hermanos de Cristo, y en consecuencia somos también hijos de María. Y su Hijo divino nos encomendó a todos nosotros a sus cuidados y protección. ¡Qué alegría, qué dicha, saber que tenemos en el Cielo una Madre de bondad, una Protectora poderosa, dispuesta siempre a tomar en sus manos nuestros asuntos y presentar nuestras súplicas a su Divino Hijo!

427.- La Iglesia desde sus comienzos, experimentó en realidad la protección de esta Madre bondadosa. No hubo época en su vida de tantos siglos en que no sintiese la intercesión de la Virgen Inmaculada. Y la sentimos nosotros también, que corremos a su amparo, y le pedimos a la Virgen gloriosa y bendita que reciba nuestras súplicas en los días de la tribulación. Es nuestra Señora, nuestra Abogada, nuestra Medianera. No se ha oído en todos los siglos que quien ha implorado su intercesión se haya visto rechazado.

428.- Unamos, pues, con profundo respeto, la expresión de nuestra gratitud a las palabras del Arcángel: ¡DIOS te salve, María! ¡DIOS te salve, Hija predilecta del Padre! ¿DIOS te salve, Madre amorosísima del Hijo nuestro Redentor! ¡DIOS te salve, Esposa Inmaculada, templo del Espíritu Santo! ¡DIOS te salve, a Ti, que eres más santa que los querubines, más sublime que los serafines! ¡DIOS te salve, María, más brillante que el sol, más hermosa que la luna, más resplandeciente que las estrellas, espejo purísimo de la Divinidad, la humanidad intacta y pura, en su primitiva belleza, en su nativa inocencia! ¡DIOS te salve, Reina de los Ángeles!; DIOS te salve, Puerta abierta del Paraíso; DIOS te salve, Madre de DIOS y nuestra.

429.- DIOS te salve, María, esperanza de los Patriarcas, anhelo de los Profetas, reina de los Apóstoles, fortaleza de los Mártires. DIOS te salve, María, ejemplo ideal de las madres cristianas. DIOS te salve, bondadosa abogada de todos nosotros. DIOS te salve, Madre de DIOS, llena de gracia, para ti y superllena para los demás, el Señor es contigo. Contigo es el Señor, que ya existía antes de ti, que te creó, y a quien tú engendraste. Te lo pedimos, oh María: vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¿Oh piadosa! ¡Oh dulce, Virgen María!

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soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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