MISIONES - 28 AÑOS EN ALASKAPOR SEGUNDO LLORENTE, S.J.(continuación)

9:56

EL P. LLORENTE EN ESPAÑA El sábado, 4 -de mayo de 1963, llegaba a Madrid, tras veintisiete años en Alaska. declaraciones a ya del celebre misionero leonés al llegar a España. diario ya, madrid, 6-6-1963.

El P. SEGUNDO LLORENTE, de la Compañía de Jesús, celebró ayer su primera Misa en España. Fue hacia las cuatro de la tarde, en el oratorio de la casa profesa de la Compañía de Jesús en Madrid, sin más testigos que los ángeles y el Padre que le ayudaba de acólito. Porque el Padre Llorente, desde que se ordenó en Estados Unidos y marchó a Alaska no había vuelto a España.¿Hace falta presentar al Padre Llorente?... Veintisiete años en Alaska después de seis en otras ciudades no «polares» de los Estados Unidos son una temporada suficiente como para preguntar por él.

Pero es indudable que no hay zona de misión más conocida en sus costumbres, anécdotas, vida pastoral, problemas y resultados que esa «esquinita» de Alaska como la llama el Padre Llorente donde el gran misionero leonés gobierna espiritualmente a más de ochocientos esquimales.El fabuloso epistolario del Padre Llorente ha sembrado el mundo entero de noticias sobre su vida y su Misión. Lo que muy pocos españoles conocen de verdad es cómo es el Padre Llorente. Ni física ni temperamentalmente hay una imagen exacta de Él.

"En las fotos salgo mal"

Físicamente no es como nos lo han devuelto las fotos. -¡En las que siempre salgo mal... Mire usted qué fatalidad! -dice él mismo. Nació en 1903 en el inmortal lugar leonés de Mansilla, pero no representa más de cincuenta años. Su aspecto es fornido (como si se pasara la vida practicando deporte) su rostro, ancho y grueso, rebosante de salud y con la piel sin una arruga, curtida por las navajas de los vientos de la tundra. Cuando habla parece que frunce el ceño, pero la amabilidad y calor de su mirada nos abre con toda franqueza la puerta de su alma cordialísima. Cuando escucha se pasea por su vista cierto pícaro brillo y sus labios pretenden una leve sonrisa. Todo lo cual al oírle se confirma- nos hace pensar que estamos ante un hombre que gusta ver las cosas por su lado amable y tomar las molestias como «bromas» de 1a Providencia.
No es tan "nórdico" como quiere Temperamentalmente, no es el impasible «nórdico» de que él presume, ni tampoco el eterno bromista a ultranza que algunos, a través del buen humor - cuya finura y profundidad espiritual son inmensas- de sus cartas, han podido forjarse.

En sus gestos, en su voz, en sus respuestas concisas, en su forma de ser las cosas, es una amable mezcla de sobriedad castellano leonesa y seriedad norteamericana. Habla «corto y ceñido, mira mucho por la ventana y sonríe suavemente a unas sólo él sabe qué lejanías mientras se explica.
Pero la amabilidad, la serenidad, la cordialidad de sus maneras dejan adivinar un alma cálida y emotiva. Es un español como nosotros.
Lo que pasa es que, en vez de gesticular, prefiere hablar con las manos atrás; en vez de derramar torrentes de, elocuencia, dice las cosas en dos palabras; en vez de dar voces, usa un tono suave. Pero, en el fondo, siente y se expresa como el más mimado de los hijos de esta gloriosa Celtiberia que, a pesar de su sol, sabe enviar a las noches polares misioneros que se aclimatan por amor a Cristo lo mismo que si hubieran nacido en un iglú.-Bueno, hijo -me dice-, siéntese ahí, en mi mesa, y escriba; yo prefiero hablar paseando.

Sin ponérsela el sol

Y se pone a caminar por la habitación como si fuera, un profesor dando paseos por el entarimado de su cátedra. Al empezar a hablar para nuestros lectores se echa a reír...- Dígales usted que tiene gracia lo que me ha pasado en el viaje: Salí ayer viernes de Alaska, a las once de la mañana, con sol en el avión de AIR FRANCE y llegué hoy, «saturday», bueno, sábado, a Madrid, con sol, a mediodía. Déjamos a la izquierda el mismísimo Polo Norte, aparecimos al otro lado del mundo sobre Islandia, Noruega y vinimos a caer, después de nueve horas de vuelo interrumpido, sobre Hamburgo. Al cabo de una hora volvíamos a volar hacia París, donde me detuve tres horas, cambié a un avión de IBERIA y a las seis treinta de esta mañana, de nuevo a volar, con sol, hacia Madrid. ¿Qué tal?... Pues. Desde que salí de Alaska hasta que llegué a Madrid, no he dejado de ver el sol... Curioso.
Entonces se sienta, da una palmada y se echa a reír de nuevo. Le hace gracia el que uno vaya tomando nota a nota sus palabras:- Esto es lo que me hace falta a mí... Si yo tuviera siempre una persona que fuera escribiendo todo lo que yo... voy pensando en alta voz, sería feliz y no pararía de hablar y diría más cosas... Claro que también eso de sentarse a la máquina y mover el teclado inspira mucho. En fin, no sé qué es lo que sería mejor.

El misionero

Se levanta. Reflexiona un poco. Pega la cara a los cristales de la ventana y dice despacio:- Diga a los lectores por qué he venido a España después de treinta y tres años de ausencia. Dígales que ha sido un gesto paternalísimo de mis Superiores, que han creído seria muy consolador para este Padre el que estuviera una temporadita en «su» España -ponga usted sin falta eso de «su» España, ¿eh?-. También han pensado -que con sus charlas podría suscitar por acá vocaciones para las Misiones.
Querido Padre Llorente, su presencia será la mejor charla porque usted es un misionero que...¡Un misionero -me corta-, un misionero...! ¿Se sabe bien lo que es un misionero...? El misionero debe considerar como una gracia, un regalo de Dios, el que El le haya escogido para serlo.El pecado más horrible que puede cometer el misionero es creer que está «haciendo algo» por Dios cuando el que está obligado es él, que ha sido, objeto de semejante predilección.- Entonces hablará usted de las Misiones, de lo que son?- Naturalmente, para que los jóvenes vean que las Misiones no matan a nadie. Aunque sean tan duras como Alaska.Nos informa que estará en España hasta octubre, y puntualiza.-Si es que el sol no me mata.Durante esa temporada recorrerá colegios de segunda enseñanza y comunidades religiosas dando charlas.

Les contaré -comenta- la vida del misionero desde que se levanta hasta que se acuesta, para que nadie se quede con curiosidad por saber qué es lo que hace...
Lo que hace el Padre Llorente, de día y de noche, es bien sabido. Sus cartas han prodigado detalladamente su vida y su trabajo. Lo que sí conviene recordar es que este misionero, perdido en medio de la inmensa Alaska, donde caben tres Españas, tiene más de 800 fieles (diseminados en la tundra, en pueblos que distan 13 y 30 kilómetros del centro misional), que gracias a su celo son todos católicos. Lo más sorprendente es cómo los conoce.- Los conozco mejor que ellos mismos. Tanto es así, que vienen a preguntarme cuándo nacieron y qué parentesco tienen con éste o con aquél o cuáles son sus apellidos. Y casi nunca tengo que mirar el fichero."¡Viva España!" El Padre Llorente habla un castellano excelente y castizo, en el que el impacto del inglés cotidiano apenas si le roza con cierto leve acento muy especial, que no es el acento propiamente de los norteamericanos hablando español, sino uno particularísimo que se ha fabricado el Padre Llorente. Hasta ahora el castellano no era para é1 más que letra. Ahora va a ser palabra.-Yo soñé -dice lentamente-, allá en Alaska, volver a hablar un día otra vez en castellano. Al ver que lo soñado se hace realidad estoy muy contento y creo que no me voy a quedar corto. Antes de terminar le lanzamos una indirecta sobre sus alardes «nórdicos»: esa impasibilidad de la que hace gala: -Lo que pasa -aclara sonriente- es que yo me emociono solamente allá en lo recóndito de los pliegues del alma -las «entretelas», ¿no?- sin dejar que la conmoción llegue a los ojos o a la voz. Si acaso esto ocurre, es sólo ante una o dos personas, nunca ante grupos, Como ve usted, esto es una «máscara» de indiferencia que yo me pongo porque de lo contrario todo se echa a perder.

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MISIONES - 28 AÑOS EN ALASKAPOR SEGUNDO LLORENTE, S.J.(continuación)

viernes, 3 de abril de 2009
EL P. LLORENTE EN ESPAÑA El sábado, 4 -de mayo de 1963, llegaba a Madrid, tras veintisiete años en Alaska. declaraciones a ya del celebre misionero leonés al llegar a España. diario ya, madrid, 6-6-1963.

El P. SEGUNDO LLORENTE, de la Compañía de Jesús, celebró ayer su primera Misa en España. Fue hacia las cuatro de la tarde, en el oratorio de la casa profesa de la Compañía de Jesús en Madrid, sin más testigos que los ángeles y el Padre que le ayudaba de acólito. Porque el Padre Llorente, desde que se ordenó en Estados Unidos y marchó a Alaska no había vuelto a España.¿Hace falta presentar al Padre Llorente?... Veintisiete años en Alaska después de seis en otras ciudades no «polares» de los Estados Unidos son una temporada suficiente como para preguntar por él.

Pero es indudable que no hay zona de misión más conocida en sus costumbres, anécdotas, vida pastoral, problemas y resultados que esa «esquinita» de Alaska como la llama el Padre Llorente donde el gran misionero leonés gobierna espiritualmente a más de ochocientos esquimales.El fabuloso epistolario del Padre Llorente ha sembrado el mundo entero de noticias sobre su vida y su Misión. Lo que muy pocos españoles conocen de verdad es cómo es el Padre Llorente. Ni física ni temperamentalmente hay una imagen exacta de Él.

"En las fotos salgo mal"

Físicamente no es como nos lo han devuelto las fotos. -¡En las que siempre salgo mal... Mire usted qué fatalidad! -dice él mismo. Nació en 1903 en el inmortal lugar leonés de Mansilla, pero no representa más de cincuenta años. Su aspecto es fornido (como si se pasara la vida practicando deporte) su rostro, ancho y grueso, rebosante de salud y con la piel sin una arruga, curtida por las navajas de los vientos de la tundra. Cuando habla parece que frunce el ceño, pero la amabilidad y calor de su mirada nos abre con toda franqueza la puerta de su alma cordialísima. Cuando escucha se pasea por su vista cierto pícaro brillo y sus labios pretenden una leve sonrisa. Todo lo cual al oírle se confirma- nos hace pensar que estamos ante un hombre que gusta ver las cosas por su lado amable y tomar las molestias como «bromas» de 1a Providencia.
No es tan "nórdico" como quiere Temperamentalmente, no es el impasible «nórdico» de que él presume, ni tampoco el eterno bromista a ultranza que algunos, a través del buen humor - cuya finura y profundidad espiritual son inmensas- de sus cartas, han podido forjarse.

En sus gestos, en su voz, en sus respuestas concisas, en su forma de ser las cosas, es una amable mezcla de sobriedad castellano leonesa y seriedad norteamericana. Habla «corto y ceñido, mira mucho por la ventana y sonríe suavemente a unas sólo él sabe qué lejanías mientras se explica.
Pero la amabilidad, la serenidad, la cordialidad de sus maneras dejan adivinar un alma cálida y emotiva. Es un español como nosotros.
Lo que pasa es que, en vez de gesticular, prefiere hablar con las manos atrás; en vez de derramar torrentes de, elocuencia, dice las cosas en dos palabras; en vez de dar voces, usa un tono suave. Pero, en el fondo, siente y se expresa como el más mimado de los hijos de esta gloriosa Celtiberia que, a pesar de su sol, sabe enviar a las noches polares misioneros que se aclimatan por amor a Cristo lo mismo que si hubieran nacido en un iglú.-Bueno, hijo -me dice-, siéntese ahí, en mi mesa, y escriba; yo prefiero hablar paseando.

Sin ponérsela el sol

Y se pone a caminar por la habitación como si fuera, un profesor dando paseos por el entarimado de su cátedra. Al empezar a hablar para nuestros lectores se echa a reír...- Dígales usted que tiene gracia lo que me ha pasado en el viaje: Salí ayer viernes de Alaska, a las once de la mañana, con sol en el avión de AIR FRANCE y llegué hoy, «saturday», bueno, sábado, a Madrid, con sol, a mediodía. Déjamos a la izquierda el mismísimo Polo Norte, aparecimos al otro lado del mundo sobre Islandia, Noruega y vinimos a caer, después de nueve horas de vuelo interrumpido, sobre Hamburgo. Al cabo de una hora volvíamos a volar hacia París, donde me detuve tres horas, cambié a un avión de IBERIA y a las seis treinta de esta mañana, de nuevo a volar, con sol, hacia Madrid. ¿Qué tal?... Pues. Desde que salí de Alaska hasta que llegué a Madrid, no he dejado de ver el sol... Curioso.
Entonces se sienta, da una palmada y se echa a reír de nuevo. Le hace gracia el que uno vaya tomando nota a nota sus palabras:- Esto es lo que me hace falta a mí... Si yo tuviera siempre una persona que fuera escribiendo todo lo que yo... voy pensando en alta voz, sería feliz y no pararía de hablar y diría más cosas... Claro que también eso de sentarse a la máquina y mover el teclado inspira mucho. En fin, no sé qué es lo que sería mejor.

El misionero

Se levanta. Reflexiona un poco. Pega la cara a los cristales de la ventana y dice despacio:- Diga a los lectores por qué he venido a España después de treinta y tres años de ausencia. Dígales que ha sido un gesto paternalísimo de mis Superiores, que han creído seria muy consolador para este Padre el que estuviera una temporadita en «su» España -ponga usted sin falta eso de «su» España, ¿eh?-. También han pensado -que con sus charlas podría suscitar por acá vocaciones para las Misiones.
Querido Padre Llorente, su presencia será la mejor charla porque usted es un misionero que...¡Un misionero -me corta-, un misionero...! ¿Se sabe bien lo que es un misionero...? El misionero debe considerar como una gracia, un regalo de Dios, el que El le haya escogido para serlo.El pecado más horrible que puede cometer el misionero es creer que está «haciendo algo» por Dios cuando el que está obligado es él, que ha sido, objeto de semejante predilección.- Entonces hablará usted de las Misiones, de lo que son?- Naturalmente, para que los jóvenes vean que las Misiones no matan a nadie. Aunque sean tan duras como Alaska.Nos informa que estará en España hasta octubre, y puntualiza.-Si es que el sol no me mata.Durante esa temporada recorrerá colegios de segunda enseñanza y comunidades religiosas dando charlas.

Les contaré -comenta- la vida del misionero desde que se levanta hasta que se acuesta, para que nadie se quede con curiosidad por saber qué es lo que hace...
Lo que hace el Padre Llorente, de día y de noche, es bien sabido. Sus cartas han prodigado detalladamente su vida y su trabajo. Lo que sí conviene recordar es que este misionero, perdido en medio de la inmensa Alaska, donde caben tres Españas, tiene más de 800 fieles (diseminados en la tundra, en pueblos que distan 13 y 30 kilómetros del centro misional), que gracias a su celo son todos católicos. Lo más sorprendente es cómo los conoce.- Los conozco mejor que ellos mismos. Tanto es así, que vienen a preguntarme cuándo nacieron y qué parentesco tienen con éste o con aquél o cuáles son sus apellidos. Y casi nunca tengo que mirar el fichero."¡Viva España!" El Padre Llorente habla un castellano excelente y castizo, en el que el impacto del inglés cotidiano apenas si le roza con cierto leve acento muy especial, que no es el acento propiamente de los norteamericanos hablando español, sino uno particularísimo que se ha fabricado el Padre Llorente. Hasta ahora el castellano no era para é1 más que letra. Ahora va a ser palabra.-Yo soñé -dice lentamente-, allá en Alaska, volver a hablar un día otra vez en castellano. Al ver que lo soñado se hace realidad estoy muy contento y creo que no me voy a quedar corto. Antes de terminar le lanzamos una indirecta sobre sus alardes «nórdicos»: esa impasibilidad de la que hace gala: -Lo que pasa -aclara sonriente- es que yo me emociono solamente allá en lo recóndito de los pliegues del alma -las «entretelas», ¿no?- sin dejar que la conmoción llegue a los ojos o a la voz. Si acaso esto ocurre, es sólo ante una o dos personas, nunca ante grupos, Como ve usted, esto es una «máscara» de indiferencia que yo me pongo porque de lo contrario todo se echa a perder.

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Rosario Serrano
soy diseñadora gráfica y profesora de religión y de lengua y literatura
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