Mons. Tihamet Toth.
Segunda parte del libro El Mesías.
Resumen y actualización.
(Continuación)
430.- Un día se me presentó una señora, diciendo que quería hablar conmigo.- No soy católica, me dijo, pero ya hace diez años que vengo a la Iglesia de la Universidad y escucho sus conferencias. Ahora ya no puedo aguardar más; quiero ser católica. Habrá tempestad en mi casa, mis padres querrán impedirme dar este paso, todos estarán contra mí, es posible que llegue a perder hasta la colocación que tengo; pero no puedo diferirlo por más tiempo, tengo que hacerlo.
431.- Y dígame usted, ¿qué atrajo su espíritu hacia nosotros? Pregunté. ¿Qué verdad cautivó su alma en nuestra religión sacrosanta? Varias cosas, contestó ella. En primer lugar, el Santísimo Sacramento. Al que lea con atención las palabras claras de Jesucristo en la Sagrada Escritura: Esto es mi Cuerpo, no le basta creer que Cristo está junto a ese pan. No es posible descansar hasta llegar a la religión que nos da el Cuerpo de Cristo. Yo quiero al Cristo que vive todo entero en el Santísimo Sacramento. Además, me atrae la Confesión; porque siento que mi alma necesita poder explayarse con toda sinceridad y recibir la absolución en el nombre de DIOS.
432.- ¿Y hay algo más que la atrae?, seguí interrogándola. Si, el culto a María. Veo que Jesucristo, al decir en la Cruz a San Juan: ahí tienes a tu Madre, nos dio también una Madre a todos nosotros, una Madre que nosotros hemos de honrar y amar. Los que por gracia especial de DIOS hemos nacido ya en la religión católica, los que, por decirlo así, hemos respirado aire católico desde nuestro primer aliento, quizá nunca nos hemos dado cuenta de la verdad expresada por esta alma que andaba en busca de Cristo. ¡Cuánta hermosura, cuántos y cuán inagotables tesoros se ocultan en nuestra sacrosanta religión!
433.- Trato del culto a María, ese tesoro escondido, cuyo valor no conocen todos los católicos, del tesoro que con su brillo y luz nos guía con seguridad por el camino que conduce mejor a Cristo. No es algo forzado, sino muy natural, que al hablar de Jesucristo en el Credo, hablemos de su Madre. Lo antinatural es separarlos y negarle a la Virgen gracias que su Hijo Jesucristo, como DIOS, anterior a Ella, le quiso conceder, para hacerla su Madre; y quien diga lo contrario, o no ha tenido madre o es un hijo desnaturalizado. En el Credo decimos: creo en Jesucristo, Hijo de DIOS; y añadimos: que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y nació de Santa María Virgen.
434.- Siempre fue señal característica de nuestra religión sacrosanta el culto fervoroso de la Madre de DIOS. Con alegría, orgullo santo y corazón agradecido, siempre rendimos nosotros homenaje a la Virgen Bendita; y sin embargo, algunos interpretaron mal nuestro culto, no lo comprendieron y levantaron escrúpulos en contra. Tenemos en nuestra religión muchos misterios que ni podemos entender ni comprender, pero que con sencilla fe esperanzada y amorosa, sabemos aceptar. Nuestra Fe católica nada tiene que ocultar; enfrentémonos abiertamente con las objeciones y dificultades más comunes que nos puedan presentar.
435.- Contra el ...fue concebida por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen. ¡María Virgen! ¡Virgen Bendita! ¡Siempre Virgen! Virgen y, con todo, ¡Madre! Y ¡Madre Inmaculada! Es el título que solemos dar a María, pero ya tropezamos con la primera objeción o dificultad: ¡la virginidad intacta de la Madre de DIOS! No hay duda que afirmar esto respecto del nacimiento de Jesucristo, es una cosa que puede dejar perplejas aun a personas de buena voluntad. Porque según nuestra fe, Cristo no nació como los demás hombres. El, no tuvo padre terreno. El, fue concebido por obra del Espíritu Santo; es decir, San José y la Virgen María, aún unidos en verdadero matrimonio, no llevaban vida conyugal. NO tuvieron más que un Hijo: Jesús; y éste no fue Hijo de San José, sino solamente de María.
436.- Es un hecho excepcional. La historia de la humanidad no nos ofrece, ni puede ofrecernos, caso semejante. NO aconteció esto según las leyes humanas. Pero la Sagrada Escritura afirma de un modo que no deja lugar a dudas, lo afirma con toda claridad y decisión, que no es posible suprimirlo de nuestros dogmas, y quien no lo creyere, no puede ser cristiano de verdad y completo católico.
437.- Cuando, de labios del Ángel oye María que le nacería un hijo, pregunta con zozobra: ¿cómo será eso si no conozco, ni conoceré, varón alguno?, San Lucas 1,34. Y el Ángel le contesta con toda claridad: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y, la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra; por esta causa, el Santo que de ti nacerá, será llamado Hijo de DIOS. Así lo escribe San Lucas evangelista, 1,35. Y en San Mateo 1,18: Estando desposada su Madre, María, con José, se halló que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. Y cuando San José se turba por ello, turbarse es pudor, virginal; no perturbarse es fortaleza; callar y pensar, es prudencia, nos dirá siglos después San Bernardo, el Ángel lo tranquiliza con estas palabras: José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María tu esposa, porque lo que se ha engendrado en su vientre, es obra del Espíritu Santo. San Mateo 1,20.
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