CLAUSURA DEL AÑO SACERDOTAL
11.06.10 “FIDELIDAD DE JESUCRISTO.
FIDELIDAD DE LOS SACERDOTES”.
11.06.10 “FIDELIDAD DE JESUCRISTO.
FIDELIDAD DE LOS SACERDOTES”.
Si somos fieles, seremos felices… La felicidad depende de la fidelidad al Plan de DIOS en Jesucristo y Su Iglesia.
En la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se clausura oficialmente el Año Sacerdotal en la Basílica de San Pedro. En la Vigilia de Oración con el Papa para la clausura del Año Sacerdotal en el Vaticano, celebrada el jueves, asistieron quince mil sacerdotes de todo el mundo, procedentes de 91 países.
Este Año Sacerdotal, que ha coincidido con el 150 Aniversario de la muerte de Juan María Vianney (1786-1959), tenía como objetivo fundamental “la renovación interior de todos los presbíteros a fin de que su testimonio evangélico en el mundo sea “más fuerte e incisivo”.
El Papa alentó a los sacerdotes en el Inicio del Año Sacerdotal: “¡Dejaos conquistar por Cristo y también vosotros seréis, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, de reconciliación y de paz!”
Impulsado por el ejemplo del Cura de Ars, invitó a enseñar sobre todo con el testimonio de vida, y a impulsar la oración, el fervor eucarístico, el sacramento de la reconciliación.
También alentó a que “los presbíteros se distingan en su vida y acción por un fuerte testimonio evangélico”, porque, como bien decía Pablo VI, “el hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros; o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos”.
Durante la vigilia de oración, el cardenal brasileño Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, dijo que este Año Sacerdotal ha servido para promover “el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para un más fuertes e incisivo testimonio evangélico en el mundo actual”.
Desde el Corazón compasivo y misericordioso de Jesucristo, Buen Pastor, supliquemos la autenticidad, la renovación y “el testimonio evangélico” de todos los sacerdotes.
Meditando las grandes recomendaciones del Papa Benedicto XVI y dando gracias por la Clausura del Año Sacerdotal, he recordado unos consejos de cómo debe ser un sacerdote hoy y siempre: "a la vez muy grande y muy pequeño. De espíritu noble, y a la vez sencillo como el labriego. Héroe que ha triunfado de sí mismo… Fuente inagotable de santidad, y pecador a quien Dios perdonó. Señor de sus propios deseos, y servidor de los más débiles. Alguien que jamás se doblegó frente a los poderosos, y sólo se inclina ante los humildes. Dócil discípulo de su maestro, y caudillo de valerosos combatientes. Pordiosero de manos suplicantes, y mensajero que distribuye el oro a manos llenas. Animoso soldado en la batalla, y mano tierna para el enfermo. Anciano por la prudencia que pone en sus consejos, y niño que confía en los demás. Hecho para la alegría, y curtido por el sufrimiento. Ajeno a toda envidia, transparente en sus pensamientos, sincero en la palabra, amigo de la paz, enemigo de la pereza, seguro de sí mismo".
Pidamos que Dios envíe en “esta hora” buenos y santos sacerdotes.
En la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, se clausura oficialmente el Año Sacerdotal en la Basílica de San Pedro. En la Vigilia de Oración con el Papa para la clausura del Año Sacerdotal en el Vaticano, celebrada el jueves, asistieron quince mil sacerdotes de todo el mundo, procedentes de 91 países.
Este Año Sacerdotal, que ha coincidido con el 150 Aniversario de la muerte de Juan María Vianney (1786-1959), tenía como objetivo fundamental “la renovación interior de todos los presbíteros a fin de que su testimonio evangélico en el mundo sea “más fuerte e incisivo”.
El Papa alentó a los sacerdotes en el Inicio del Año Sacerdotal: “¡Dejaos conquistar por Cristo y también vosotros seréis, en el mundo de hoy, mensajeros de esperanza, de reconciliación y de paz!”
Impulsado por el ejemplo del Cura de Ars, invitó a enseñar sobre todo con el testimonio de vida, y a impulsar la oración, el fervor eucarístico, el sacramento de la reconciliación.
También alentó a que “los presbíteros se distingan en su vida y acción por un fuerte testimonio evangélico”, porque, como bien decía Pablo VI, “el hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros; o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos”.
Durante la vigilia de oración, el cardenal brasileño Claudio Hummes, prefecto de la Congregación para el Clero, dijo que este Año Sacerdotal ha servido para promover “el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para un más fuertes e incisivo testimonio evangélico en el mundo actual”.
Desde el Corazón compasivo y misericordioso de Jesucristo, Buen Pastor, supliquemos la autenticidad, la renovación y “el testimonio evangélico” de todos los sacerdotes.
Meditando las grandes recomendaciones del Papa Benedicto XVI y dando gracias por la Clausura del Año Sacerdotal, he recordado unos consejos de cómo debe ser un sacerdote hoy y siempre: "a la vez muy grande y muy pequeño. De espíritu noble, y a la vez sencillo como el labriego. Héroe que ha triunfado de sí mismo… Fuente inagotable de santidad, y pecador a quien Dios perdonó. Señor de sus propios deseos, y servidor de los más débiles. Alguien que jamás se doblegó frente a los poderosos, y sólo se inclina ante los humildes. Dócil discípulo de su maestro, y caudillo de valerosos combatientes. Pordiosero de manos suplicantes, y mensajero que distribuye el oro a manos llenas. Animoso soldado en la batalla, y mano tierna para el enfermo. Anciano por la prudencia que pone en sus consejos, y niño que confía en los demás. Hecho para la alegría, y curtido por el sufrimiento. Ajeno a toda envidia, transparente en sus pensamientos, sincero en la palabra, amigo de la paz, enemigo de la pereza, seguro de sí mismo".
Pidamos que Dios envíe en “esta hora” buenos y santos sacerdotes.
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